revista de cultura científica FACULTAD DE CIENCIAS, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
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Manuela Sáenz, Emil von Behring la difteria y otros héroes

 
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José Luis Díaz Ortega
   
               
               
La opresión colonial, las luchas por la libertad y contra las enfermedades
y las epidemias podrían describirse como historias paralelas, que en determinadas condiciones se entrecruzan. Manuela Sáenz es quizás el arquetipo de la heroína de la independencia y autodeterminación de los pueblos y de las mujeres en el siglo XIX, en el que en Europa se desarrollaban batallas contra las plagas que, como la difteria, ocasionaban enormes pérdidas y sufrimientos humanos. Emil von Behring, nacido dos años antes del final trágico de Manuela, comprometió su vida con el tratamiento y prevención de las enfermedades infecciosas, y sus logros científicos propiciaron el avance de la inmunología, la terapéutica y la salud pública. Ambas historias se desarrollaron en un mundo convulsionado por el derrumbe del colonialismo y el avance incontenible de la ciencia en Europa. Sangre y pasión derramadas en intensas luchas de liberación, triunfos extraordinarios, derrotas amargas y, sobre todo, grandes esperanzas. Tal fue la marca del siglo XIX americano.
 
Durante la Colonia, la imposición violenta de un modo de producción diferente al de la organización comunitaria, las jornadas de trabajo extenuantes, la esclavitud y semiesclavitud, la violencia, las guerras y enfermedades traídas de Europa y África por los conquistadores, ante las que los indios carecían de anticuerpos, provocaron desastres agrícolas y hambre, que aumentaron la mortalidad en las epidemias, lo que contribuyó al despoblamiento de América y generó huídas masivas de los indígenas a zonas selváticas y montañosas de difícil acceso aún en la actualidad. La mortalidad disminuyó la población de mujeres embarazadas y en edad fértil, y de hombres mayores de catorce años, lo que bajó temporalmente la natalidad, efecto que no tuvo la mortalidad en otros grupos ya que, por la corta esperanza de vida, los adultos mayores de veinticinco años ya habían cumplido parte de su ciclo reproductivo, mientras la de los niños no la afectaba. El abandono de cosechas, la caída en la productividad, la migración masiva, la mendicidad y el robo fueron otros efectos de las epidemias.
 
Durante la guerra de Independencia, en 1815, retomando el ideario independentista de Francisco Miranda, Simón Bolívar proponía en la Carta de Jamaica unir a los pueblos americanos anteriormente dominados por el imperio español bajo una misma patria, lo que les daría fuerza suficiente para enfrentar las intenciones restauracionistas de España y las agresiones de cualquier potencia. Su esfuerzo fructificó en la fundación de la Gran Colombia, en el Congreso de Cúcuta en 1821, a partir de la unión de los antiguos territorios coloniales de la Nueva Granada, Venezuela, Quito y Guayaquil. El avance insurgente logró, en 1821, la liberación de Venezuela en la batalla de Carabobo. El triunfo de Ayacucho en 1824, y del Alto Perú, permitieron la derrota definitiva de los peninsulares, y propiciaron el surgimiento de la República de Bolivia. El regionalismo y temor de los nuevos grupos de poder a perder privilegios políticos y económicos desencadenaron luchas intestinas que llevaron a la disolución de la utopía bolivariana.
 
Manuela Sáenz
 
Nació en Quito el 27 de diciembre de 1797, como fruto de los amores secretos del oidor español de la Real Audiencia de Quito, Simón Sáenz, con la criolla Joaquina Aizpuru y Sierra, cuya muerte prematura la dejó en la orfandad siendo niña. Su tía, Ignacia Aizpuru, la entregó para su crianza y educación a las Madres Conceptas. Su vida transcurrió así entre el rigor de la educación confesional y la convivencia con Jonatás y Natán, que más que esclavas, eran confidentes y cómplices de su rebeldía. Al llegar la adolescencia fue recluida por su padre en el convento de Santa Catalina, donde aprendió religión, francés, canto, repostería, bordados y tejidos, y hacía lecturas clandestinas sobre filosofía y política. Contando con la complicidad de Jonatás, inició un noviazgo con el capitán de la guardia real, Fausto D’Elhuyar, con quien se fugó del convento para vivir un romance sin futuro, que concluyó con su regreso a la casa paterna. Durante un viaje a Panamá en compañía de su padre conoció al médico y comerciante inglés James Thorne, con quien, bajo la presión paterna, contrajo matrimonio en 1816.
 
Emil von Behring y la difteria
 
En el siglo V a. C., Hipócrates, al igual que Galeno en el siglo I d.C., Areteo de Capadocia en el siglo II y Aecio de Amida en el VI, describió enfermedades con inflamación faríngea, sensación de asfixia y una evolución clínica severa, las cuales podrían haber correspondido a la difteria. En el siglo XVI, Baronius describió brotes de pestilencia facium (enfermedad respiratoria con sensación de asfixia) ocurridos en Roma en los años 800 y 1004, similares a los que se presentaron en el siglo XIV en Inglaterra y en el XVI en Alemania, España e Italia. En el XVII ocurrieron epidemias de angina sofocante en España que, por manifestar síntomas semejantes a los que presentaban los condenados a muerte por garrote, fue conocida como “garrotillo”, y cuya sensación de asfixia fue probablemente reflejada por el pintor español Francisco Goya en su obra El Lazarillo de Tormes, en la que un hombre introduce dos dedos en la boca de un niño para ayudarlo a respirar. En 1821, Pierre Bretonneau reconoció la difteria como una entidad clínica específica y refirió que se transmitía de persona a persona.
Emil von Behring nació el 15 de marzo de 1854 en Hansdorf, actualmente Alemania, y estudió medicina en el Colegio Médico del Ejército, en Berlín, donde se graduó en 1878. Antes de sus aportaciones al tratamiento y prevención de la difteria demostró que el suero de ratas inmunes al ántrax podía neutralizar in vitro a su agente causal, contribuyendo así a la teoría de la inmunidad mediada por anticuerpos. Edwin Klebs describió en 1883 las características morfológicas de Corynebacterium diphtheriae, bacteria causante de la difteria, y al año siguiente Friederich Loeffler pudo cultivarla, pero al no poder aislarla de otros tejidos afectados propuso que el daño era causado por un “veneno difundible”. En 1888, Emile Roux y Alexandre Yersin inocularon cobayos con filtrado de cultivo libre de bacterias, lo que provocó su muerte y les provocó lesiones similares a las de los cobayos inoculados con bacterias virulentas, con lo cual demostraron la existencia del veneno difundible, al que llamaron toxina. Estos hallazgos antecedieron a las aportaciones de Behring sobre el tratamiento y la prevención de la difteria, realizadas en el Instituto de Enfermedades Infecciosas, en Berlín, donde se incorporó como asistente de Roberto Koch en 1889.
 
Una mujer al servicio de la causa americana
 
El matrimonio Thorne estableció su residencia en Lima, donde Manuela conoció a Rosita Campuzano, guayaquileña participante en el movimiento independentista, quien la invitó a participar en la conspiración a favor de la independencia del Perú y del movimiento insurreccional del general argentino José de San Martín. Manuela participó en labores de inteligencia y propaganda, logrando que su hermano José María y el batallón Numancia del ejército realista en que participaba, desertaran en favor de la revolución. Estando en Perú, se enteró de la victoria del general Simón Bolívar en Boyacá y de su entrada triunfal con el Ejército Libertador el 10 de agosto de 1819 a la ciudad de Santa Fé de Bogotá. José de San Martín tomó la ciudad de Lima el 25 de julio de 1821, otorgando a Manuela el rango de “Caballeresa del Sol” por los servicios prestados a la causa de la independencia del Perú. Después del triunfo en la batalla de Pichincha, el ejército libertador entró el 16 de junio de 1822 a Quito. Manuela, de visita en esa ciudad, conoció al Libertador, estableciendo vínculos políticos y afectivos con él.
Debido al surgimiento de brotes restauracionistas, Bolívar emprendió nuevas campañas militares en Perú, dejando como responsable de su archivo y correspondencia a Manuela, quien realizando labores de inteligencia descubrió planes para regresar el estratégico puerto de El Callao a España, los cuales fueron abortados por el general Antonio José de Sucre. Bolívar fue investido de poderes absolutos por el Congreso del Perú para reforzar el ejército patriota y detener el avance hacia Lima de los restauracionistas. Manuela se unió al ejército, atendiendo a los heridos en la Batalla de Junín, y apoyando el avituallamiento de las tropas y la atención de los heridos en la Batalla de Ayacucho de 1824. En reconocimiento a su desempeño, Sucre propuso al Libertador su ascenso a coronela del ejército Grancolombiano. Sucre terminó con la resistencia realista en el Alto Perú, formando la República de Bolívar, de la cual fue proclamado su primer presidente.
 
Manuela rompió definitivamente con Thorne para encontrarse con Bolívar en Chuquisaca, en un periodo en que iniciaban desavenencias entre el general Santander y Simón Bolívar. La tercera división del ejército colombiano se insurreccionó en Lima, desconociendo la República de Bolívar, que fue desconocida también por la mayoría del congreso del Perú, lo que obligó al general Sucre a renunciar a su presidencia. Manuela inició una lucha resuelta contra el regionalismo y, al ser descubierta en labores de agitación política en el ejército, fue expulsada del Perú. Se dirigió entonces a Bogotá.
 
Las conspiraciones regionalistas cobraban mayor fuerza. El 25 de septiembre de 1828, Manuela ayudó a escapar a Bolívar de un intento de asesinato en el Palacio de gobierno en Bogotá. Debido a que Bolívar y su estado mayor, en el que participaba Manuela, sospechaban que Santander había colaborado con la conspiración, fue condenado al destierro. En 1829, durante un viaje de Bolívar a Guayaquil para luego dirigirse a Perú, el general José María Córdova aprovechó su ausencia y se levantó en armas contra el Libertador, pero el movimiento fue derrotado por el general O’Leary. En Caracas, el general José Antonio Páez se insurreccionó para separar a Venezuela de la Gran Colombia. Finalmente, la crisis política obligó a Bolívar a regresar a Bogotá y presentar su renuncia a la presidencia de Colombia, cargo que recayó en el General Mosqueda, secundado en la vicepresidencia por el general Domingo Caicedo. Después del retiro de Bolívar, el general Juan José Flores proclamó la salida del Departamento del Sur para formar la República de Ecuador.
 
La diáspora regionalista se enfrentó a una fuerte resistencia, y el general bolivariano Rafael Urdaneta organizó una insurrección exitosa, logrando ser proclamado presidente de la Gran Colombia, pero ante la inestabilidad política y la enfermedad del Libertador fue finalmente derrocado. La presidencia de la nueva Granada recayó en el general José María Obando. Al enterarse del agravamiento de salud de Bolívar, en 1830, Manuela viajó a Santa Marta para encontrarlo, pero antes de llegar le informaron de su muerte.
 
Behring salva a la humanidad de la difteria
 
En 1890, von Behring y Kitasato Shibasaburo inocularon cobayos con dosis subletales de toxina diftérica detoxificada con iodoformo, induciendo la formación de una sustancia neutralizante de la toxina en suero, el cual fue inoculado en cobayos no inmunizados, que posteriormente recibieron toxina diftérica sin detoxificar y sobrevivieron. Por esta razón llamaron antitoxina a los anticuerpos, utilizando exitosamente el procedimiento en 1891 para el tratamiento de un niño con difteria. En 1909, Theobald Smith refirió que la mezcla de toxina diftérica con antitoxina inducía en cobayos la formación de antitoxina propia (inmunidad activa), hallazgo utilizado por Behring en 1913 para inmunizar animales y humanos. En el mismo año, Béla Schick introdujo la prueba cutánea, por inoculación de una solución diluida de toxina en el antebrazo para poner en evidencia la presencia de anticuerpos neutralizantes (antitoxina). Un resultado positivo indica susceptibilidad, mientras que uno negativo indica presencia de anticuerpos neutralizantes de la toxina y se considera inmune a tal persona.
 
Paitia no fue un exilio dorado
 
El general Obando propició el retorno de Santander del exilio, quien ocupó un año después la presidencia de Colombia y ordenó en 1834 el destierro de Manuela, por lo que abandonó el país rumbo a Jamaica, acompañada por Jonatás y Natán. Allí estableció comunicación con el general ecuatoriano Juan José Flores y le solicitó un salvoconducto para regresar a Quito, viaje que inició en 1835, acompañada sólo por Jonatás, ya que Natán se quedó en la isla al lado de un negro liberto. En el trayecto de Guayaquil a Quito un emisario del gobierno de Vicente Rocafuerte le presentó una orden de expulsión de Ecuador, por lo que emprendió el viaje a Paitia, sitio que le asignó el gobierno del Perú para vivir.
 
El puerto de Paitia fue fundado por Francisco Pizarro en 1532, y visitado en 1822 por el Protector del Perú, el general José de San Martín, para abastecer de provisiones a su ejército. Localizado en el noroeste del Perú, en la costa del Pacífico, tenía una población aproximada de 1 500 habitantes, cuyo ingreso económico dependía de la llegada de barcos balleneros procedentes principalmente de Estados Unidos. Manuela, con el apoyo de Jonatás y de Paula Orejuela, originaria de Paitia y conocida como La Morito, vendía bordados, encajes, dulces y tabaco, en buena parte a los marineros.
 
Panorama epidemiológico del siglo XIX
 
La epidemiología describe el comportamiento de una enfermedad en la población, la ubica en el tiempo y el espacio, y perfila a los afectados (edad, sexo, ocupación), incluyendo factores relacionados con el riesgo de enfermar y de morir. La morbilidad o riesgo de enfermar se evalúa por la magnitud de la incidencia —el número de casos nuevos del padecimiento por unidad de tiempo—, o de la prevalencia —el número de casos de la enfermedad por unidad de tiempo, sin importar si son nuevos o preexistentes. La difteria se transmite por contacto de un individuo susceptible (que no se ha infectado ni ha sido vacunado), con un portador de la bacteria toxigénica (asintomático o enfermo), por medio de los aerosoles de sus secreciones respiratorias. En el siglo XIX se presentaron brotes de magnitud considerable en Europa, que entre 1850 y 1860 alcanzaron niveles de epidemia internacional o pandemia. En Massachusetts, Estados Unidos, de 1842 a 1897 la tasa de mortalidad anual por difteria varió de 46 a 196 por cada 100 000 habitantes, con una mediana de 78, por lo que la proporción de mortalidad atribuible a la difteria, considerando todas las causas de defunción, varió de 3 a 10 por ciento.
 
Corinebacterium diphtheriae es una bacteria en forma de bacilo que penetra al organismo por nariz o boca, y con menor frecuencia por mucosa conjuntival o genital. Puede invadir lesiones preexistentes en piel, produciendo la variable cutánea, y tarda de 1 a 4 días en iniciar la producción de toxina diftérica, proteína codificada por un gen de los bacteriófagos β que infectan la bacteria, “capacitándola” para producir la exotoxina. La toxina diftérica se compone de las subunidades A y B, y se introduce al citoplasma celular por la unión de la subunidad B, llegando al receptor de las células del paciente, lo que permite el paso de la subunidad A al citoplasma, la cual bloquea el factor de elongación 2 de aminoácidos y produce inhibición de la síntesis de proteínas, necrosis y atracción de leucocitos polimorfonucleares al sitio de lesión, formándose entonces un exudado de fibrina que, con los detritus, crea una pseudomembrana grisácea que cubre amígdalas, faringe, úvula velo del paladar, hasta llegar a laringe y tráquea, lo que genera una sensación de asfixia. Su actividad sistémica puede producir inflamación de miocardio y nervios periféricos.
 
Ocaso de la “Libertadora enamorada”
 
En 1840, Manuela cayó de una escalera, lo que al parecer le provocó una fractura en la cabeza del fémur, quedando limitada su capacidad de desplazamiento, lo cual no le impidió mantenerse al tanto de la situación política en la región, convivir con el mentor del Libertador, Simón Rodríguez, y atender las visitas de personajes ilustres, como el patriota italiano Giussepe Garibaldi, y de Herman Melville, por entonces grumete de un barco ballenero y futuro escritor de la novela Moby Dick.
 
En 1856 se difundían rumores sobre la llegada de “la peste” en alguno de los barcos atracados en el muelle. Se decía que un marinero estaba enfermo de la garganta, tenía fiebre, sufría de asfixia y que ya otros habían muerto. La historia natural de la difteria muestra que la probabilidad de exposición temprana a la infección es mayor en los estratos socioeconómicos débiles, por lo que los individuos de nivel social elevado retardan su exposición al agente, presentando la enfermedad a una edad mayor. Aun cuando Manuela y Jonatás provenían de ciudades donde pudo haber circulado la bacteria, el estrato económico privilegiado en el que se movía Manuela, compartido de alguna manera por Jonatás, disminuyó el riesgo de infección cuando eran más jóvenes. Jonatás fue la primera en morir, seguida el 23 de noviembre por Manuela. La Morito sobrevivió al parecer sin haber enfermado, lo que sugiere que tuvo una infección asintomática o que era inmune por haberse infectado en el pasado.
 
Recreando la dinámica de la infección
 
De acuerdo con estimaciones del médico y naturalista austriaco Karl Scherzer, en 1854 la población de Paitia era de aproximadamente 4 000 habitantes —hoy día es de aproximadamente 60 000, lo que sugiere que entre 1835 y 1854 la población tuvo un crecimiento continuo y estaba aún lejos de alcanzar su límite de carga poblacional. La población de 1856 podría estimarse entonces a partir de la ecuación de crecimiento exponencial, que explica la parte previa a la inflexión de la curva logística para crecimientos no lineales. Si como población inicial se considera la referida para 1835, y como segundo valor la observada en 1854, podría estimarse el coeficiente de crecimiento y utilizar la razón de cambio poblacional con respecto al tiempo para estimar la de 1856:
dP/dt = Po ekt
 
donde:
Po es la población en 1835;
k = coeficiente de crecimiento poblacional;
t = tiempo al cual se desea hacer la predicción.
 
De esta manera se encuentra que la población pudo haber sido de 4 435 habitantes, y que podría no haber sido expuesta a la infección en el pasado, lo que la hacía susceptible. En tales condiciones, de acuerdo con la historia natural de la enfermedad, entre 6 y 40% de la población pudo infectarse. Para entender lo ocurrido, y considerando que el espectro clínico varía de las infecciones asintomáticas a la enfermedad severa, pasando por un cuadro de moderada intensidad, construyamos un modelo epidemiológico, asumiendo que el periodo de contagio o de transmisibilidad es de dos semanas y se prolonga hasta 6 meses en 20% de los infectados y que éste guarda relación con el estado de portador de la bacteria. Cvjetanovic y sus colaboradores sugieren que por cada 5 enfermos hay 95 portadores asintomáticos. A partir de estos supuestos se tiene que la población podría dividirse en las siguientes clases epidemiológicas:
 
X1: susceptibles
X4: portadores temporales
(por 2 semanas)
X2: infectados
X5: portadores crónicos
(durante 6 meses)
X2.1: enfermos
X6: fallecidos por difteria
X2.2: infectados
asintomáticos
X7: resistentes a reinfecciones
(inmunes)
X3: sobrevivientes  
 
El tiempo que permanecen los individuos en cada clase y la distribución que adoptan al pasar a otra explican los casos nuevos, y la dinámica de la infección (figura 1).
 
Figura199A3
Figura 1. Clases epidemiológicas y coeficientes de transferencia entre clases.
 
Supuestos:
Toda la población es susceptible.
Incidencia de la infección: 40%
Letalidad (casos fatales): 10%
 
Parámetros: coeficiente de transferencia de una clase epidemiológica xi a la xj (Cij):
 
C1, 2 = 0.40 C2, 4 = 0.95
C2, 2.1 = 0.05 C2, 5 = 0.20
C2, 2.2 = 0.90 C2.1, 6 = 0.10
C2.1, 3 = 0.90 C2, 7 = 0.90
 
Aplicando los coeficientes al modelo (figura 1), probablemente hubo 1 774 infectados, incluyendo 89 enfermos, 9 defunciones, 1 685 infectados asintomáticos y 353 portadores crónicos (16 sobrevivientes y 337 infectados asintomáticos). Sólo 1 597 adquirieron resistencia a reinfecciones por inmunidad temporal o vitalicia. El análisis de sensibilidad de la incidencia (± 10%), y de la letalidad (± 5%) sugiere que pudieron enfermar hasta 111 personas y morir hasta 17. Considerando las muertes de al menos un marinero, de Jonatás y de Manuela, la incidencia en 1856 no pudo ser inferior a 20%, ya que sólo hubieran ocurrido estas tres defunciones, lo que es poco probable.
 
El legado de Emil von Behring
 
Pese a su exitosa carrera científica, Behring padeció repetidas crisis de depresión severa y, al igual que Manuela, sufrió una fractura de fémur que limitó su capacidad de movimiento. Falleció de neumonía el 31 de marzo de 1917 en Marburg, Alemania. Sus hallazgos propiciaron el surgimiento de la inmunología y la seroterapia. A comienzos del siglo XX, el tratamiento con antitoxina redujo en 75% la mortalidad.
 
Mucho se ha avanzado desde entonces. Ahora sabemos que la enfermedad tiene un periodo de incubación de 1 a 6 días y presenta tres formas clínicas: nasal, cutánea y faríngea. La nasal inicia con malestar, catarro serosanguinolento, después mucopurulento, y escoriaciones en narinas y labio superior. La cutánea es producida por cepas no toxigénicas que producen vesículas o pústulas y úlceras en piernas, pies y manos, con resolución espontánea al cabo de 6 o 12 semanas. La respiratoria inicia con malestar, fiebre ligera y faringitis, y 1 o 2 días después aparece la pseudomembrana en vías respiratorias altas. Se puede acompañar de inflamación de ganglios del cuello, con edema de tejidos blandos (apariencia de “cuello de toro”) y de miocarditis, taquicardia, arritmia y neuritis, con parálisis del velo del paladar. Puede presentar parálisis de extremidades y diafragma semejantes a las del Síndrome de Guillain Barré. Debe diferenciarse de otros padecimientos por prueba de toxicidad de los cultivos positivos de material de pseudomembrana.
 
El tratamiento con antitoxina debe comenzar en las primeras 48 horas de iniciado el cuadro de sospecha, sin esperar resultados de laboratorio, ya que una vez que la toxina diftérica ha penetrado las células no es posible detener el daño. Los enfermos deben ser aislados y tratados, sus fómites desechados, y limpiados y desinfectados los objetos contaminados con sus secreciones respiratorias.
 
 
La prevención de esta enfermedad se realiza por medio de una vacuna. En 1923, Gastón Ramón elaboró toxoide diftérico, que al ser tratado con formaldehido pierde su toxicidad pero conserva la capacidad de inducir respuesta inmune. En la década de los cuarentas, mediante la combinación de los toxoides diftérico y tetánico con bacterias muertas de Bordetella pertussis, agente causal de la tosferina, se produjo la vacuna DPT, que protege contra los tres padecimientos. Actualmente se cuenta con vacunas acelulares DPT y Pentavalente que producen menos efectos adversos. La eficacia de tres dosis es mayor a 90%, pero para mantener la memoria inmunológica se requieren refuerzos periódicos con toxoide tetánico en adolescentes y adultos, hasta completar cinco inoculaciones, incluidas las dosis de DPT y PV suministradas en la infancia.
 
En la primera mitad del siglo XX ocurrieron grandes epidemias en Europa, pero gracias a la vacunación masiva el padecimiento fue prácticamente eliminado. En los noventas ocurrió una epidemia (principalmente en adultos) en los países que integraban la desaparecida Unión Soviética, ya que la no circulación del agente causal pudo hacer perder la inmunidad a adultos sin “reexposiciones de recuerdo” a la bacteria y la vacuna. En algunos países del sudeste asiático y de África la difteria es endémica; en América se presenta en brotes alternados con periodos de no circulación. En 2006 y 2007 se presentaron casos en Haití (260 y 94 respectivamente), República Dominicana (16 y 4), y en Canadá (5 en 2007), por lo que los países deben mantener coberturas de vacunación elevadas para evitar el comportamiento endémico continental.
 
El Nobel y la Generala
 
Por el descubrimiento y trascendencia de la antitoxina, von Behring recibió el premio Nobel en 1901. Manuela Saenz, que ingresó al ejército con grado de húsar, nombrada capitana en la batalla de Junín y coronela en la de Ayacucho, fue ascendida postmortem a Generala de Honor en 2007 por el presidente Rafael Correa en reconocimiento a sus aportaciones a la independencia y a la autodeterminación de los pueblos y de las mujeres.Chivi99
 
 
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
Cvjetanovic, B., B. Grab y K. Uemura. 1978. “Dynamics of acute bacterial disease.
Epidemiological models and their application in public health. Part II. Epidemiological models of acute bacterial diseases”, en Bulletin of the World Health Organization, núm. 56, pp. 25-143.
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Zuñiga, Luis. 1997. Manuela. Eskeletra Editorial, Quito.
 
     
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José Luis Díaz Ortega
Centro de Investigación Sobre Enfermedades Infecciosas,
Instituto Nacional de Salud Pública.
 
Es médico cirujano, con especialidades en inmunología y en epidemiología, actualmente se desempeña como investigador en ciencias médicas en el Centro de Investigación Sobre Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Salud Pública.
 
como citar este artículo
Díaz Ortega, José Luis. (2010). Manuela Sáenz, Emil von Behring, la difteria y otros héroes. Ciencias 99, julio-septiembre, 26-34. [En línea]
     




 

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¿Qué tan modernos somos?
El amor y la relación de pareja en el México contemporáneo
 
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Natalia Tenorio Tovar
   
               
               
La modernidad es definida como una época que conlleva un
cambio histórico que altera la relación tiempo-espacio y que lleva a las personas a actuar en forma diferente en el ámbito de lo social, lo económico y lo político; pero también implica una configuración de la personalidad individual, como lo expone Antony Giddens, que se supone desligada de los lazos tradicionales, en donde hay una definición particular del yo, una visión y uso del cuerpo y posibilidades concretas de elección, en donde el individuo puede aparentemente escoger sobre los diversos aspectos que componen su vida personal. Es por eso que los cambios en las relaciones de pareja se identifican comúnmente con la modernidad.
 
Desde esta perspectiva, las formas de vida moderna trastocaron todas las formas tradicionales del orden social y alteraron las características de la vida cotidiana; en la modernidad vivimos a un ritmo más acelerado, hacemos múltiples actividades, no nos identificamos plenamente con un grupo, una clase o una actividad. Además, se supone tenemos una amplia gama de cuestiones que podemos elegir, desde el estilo de la ropa que usamos, el trabajo que realizamos, los pasatiempos favoritos, las amistades, etcétera. En las relaciones de pareja las consecuencias de la modernidad son muy claras. Baste mencionar, por ejemplo, la diversificación de los tipos de unión entre las que podemos escoger para formalizar una relación: unión libre, sociedad de convivencia, matrimonio civil o religioso (o ambos), vivir separados pero ser una pareja formal, o ser una pareja informal y salir además con otras personas. En épocas anteriores, las relaciones de pareja estaban marcadas por tres etapas: una de coquetería y galanteo que se realizaba bajo la estricta vigilancia de los padres; otra de noviazgo formal, en la que ya se suponía un compromiso de matrimonio, y el matrimonio. En la actualidad, existe además una etapa en la cual las personas pueden “probar” entre diferentes opciones; mientras que mi abuela tuvo un esposo del que nunca fue novia y con el que pasó toda su vida, mis sobrinas adolescentes tienen frees, han tenido un par de relaciones no formales, uno que otro novio formal y para nada piensan en el matrimonio. La modernidad es en este sentido una época en la que se borran los límites establecidos y se dibujan otros. Para percatarnos de lo mucho que han cambiado las cosas, en nuestra ciudad por lo menos, basta con pensar que el rasgo más “normal” de la pareja ha desaparecido: ahora está formada también por dos hombres o dos mujeres. Pertenecemos al grupo de ciudades cosmopolitas que reconocen legalmente las uniones homosexuales.
 
En la modernidad, y más claramente en lo que Giddens llama modernidad tardía o segunda modernidad (referida a un periodo en que las características y consecuencias de la modernidad se radicalizan), las personas se encuentran inmersas en circunstancias particulares que les permiten preguntarse sobre su identidad y construirla desligada de los procesos rituales tradicionales (crecer, casarse, tener hijos, mantener a la esposa, cuidar del hogar), según sus vivencias e intereses.
 
Para caracterizar este tipo de relaciones, eminentemente modernas y desligadas de la ritualidad tradicional, Giddens utiliza el concepto de “relación pura”. Las relaciones puras son cualquier tipo de relación (de pareja, de trabajo, entre amigos o vecinos) que se establece porque las personas así lo quieren y que permanece mientras ambas partes obtienen una satisfacción. Es decir, en cuanto la relación deja de ser útil o de proveer bienestar para una de las partes, ésta termina. Las relaciones puras, referidas específicamente al ámbito amoroso y de las relaciones de pareja, se llaman de amor confluente. Este tipo de amor es un amor contingente, activo, y no se considera “para siempre” ni único. Además, supone que la mujer y el hombre se encuentran en igualdad de condiciones en la relación, ambos deben cuidarla y hacerla crecer en lo emocional; el amor se desarrollará y se mantendrá siempre y cuando ambas partes lo deseen. Incluye además la realización del placer sexual recíproco y el desarrollo de las habilidades sexuales.
 
El amor confluente puede existir realmente sólo en las sociedades donde cada persona tiene la posibilidad de elegir lo que quiere ser y qué quiere hacer; no supone una vida sexual ortodoxa, no es exclusivamente monógamo ni se identifica sólo con las parejas heterosexuales.
 
Un amigo que acaba de contraer matrimonio me comentó hace algunos meses: ”la verdad no sé si Marce es la persona que voy a amar toda mi vida, eso es mucho tiempo y pueden pasar muchas cosas. Pero la amo ahora y creo que vale la pena intentarlo”. Si éste es el panorama general, podríamos pensar que en la medida que cada uno puede hacer lo que le venga en gana, ¿qué posibilidades de funcionar tiene una relación amorosa?, ¿se han vuelto las relaciones algo desechable?, ¿es verdad que cada uno puede elegir sólo lo que le gusta?, ¿efectivamente vivimos en una sociedad en donde las parejas son más equitativas? En suma, ¿qué tan modernos somos en cuanto a nuestras relaciones de pareja?
 
Para responder esta última pregunta se pusieron a prueba las hipótesis sobre la modernidad de Giddens. Para esto entrevisté nueve parejas, cada una correspondiente a un tipo por su edad y escolaridad. Siguiendo la teoría, se propuso que la edad correspondería al cambio supuesto, mientras que la escolaridad sería indicador del capital cultural y económico —categorías creadas por el sociólogo francés Pierre Bourdieu.
 
Para medir el capital cultural de los entrevistados se utilizó primeramente el grado de escolaridad, pero también otros indicadores como si tenían libros, cuadros, música o juegos de mesa en la casa de los padres, las actividades que hacían además de las escolares, sus preferencias en cuanto a lecturas, música, películas, programas de televisión, espectáculos preferidos (teatro, cine, conciertos, museos, exposiciones, ferias, circo, etcétera), pasatiempos, deportes, actividades realizadas en el trabajo, paseos y viajes, religión y partido político.
 
El capital económico se midió con el ingreso mensual y las propiedades materiales de cada entrevistado: automóvil, casa o departamento, si son propios o rentados, si alguna vez habían tenido un crédito para vivienda o no, zona en donde viven, viajes realizados durante la infancia y los efectuados en pareja, lugares preferentes de consumo de mercancías como ropa o artículos personales, capacidad económica para costear cierto tipo de consumo cultural, lugar de trabajo y puesto, educación en escuelas públicas o privadas, y prácticas en la familia como tipo de alimentación, si comen fuera y en qué tipo de lugares, los pasatiempos que practican y en dónde, etcétera. Así, se entrevistaron parejas de tres generaciones distintas y con niveles de escolaridad variables que fueron clasificadas como baja, media y alta.
 
La escolaridad se consideró baja cuando el entrevistado tenía desde el primer grado de primaria hasta la secundaria terminada, media de haber cursado algún semestre de preparatoria hasta una carrera técnica terminada, y alta con licenciatura, maestría o doctorado. La edad estuvo clasificada en tres generaciones: los nacidos en la década de los treintas o cuarentas, que actualmente tienen entre 60 y 79 años, se consideraron edad alta; los de las décadas de los cincuentas y sesentas, con una edad entre 40 y 59 años, de edad media; y aquellos entre 1970 y 1990, con una edad entre 19 y 39 años, como edad baja
(ver cuadro 1).
 
Pareja
Escolaridad
Capital
Cultural
Capital
Económico
Tipo de Pareja
Edad alta
Gabriel, Yolanda
baja bajo bajo tradicional
Gustavo, Elena
media alto alto tradicional
Francisco, Ana
alta alta alta tradicional
Edad media
Alfonso, Gloria
baja bajo alto en transición
Diego, Inés
media alto alto en transición
Mauricio, Claudia
alto alto alto nuevo tipo
Edad baja
Iván, Mayra
baja bajo bajo tradicional
Arturo, Lidia
media bajo bajo tradicional
Ricardo, Mariana
alta alta alta nuevo tipo
Cuadro 1. Parejas entrevistadas.
 
Un nuevo tipo de pareja
 
Con base en lo anterior se planteó lo que he llamado un “nuevo tipo de pareja”, que tiene que ver con la modernidad y la segunda modernidad, y que en la ciudad de México presenta rasgos particulares, ya que se observa una reestructuración de las relaciones amorosas que se refleja en una multiplicidad creciente de situaciones de pareja. Para desarrollar esta propuesta se analizaron las definiciones de amor, confianza, fidelidad, etcétera, de varias parejas, y en qué confluyen o difieren de la propuesta de Giddens en cuanto al paradigma de relación moderna. La intención es explicar la afectividad (específicamente en las relaciones de pareja) desde la sociología, en tanto que ésta va cambiando según épocas históricas, condiciones sociales, económicas y culturales, como se puede apreciar en las diferencias entre parejas “tradicionales” y las del “nuevo tipo”.
 
Las parejas llamadas tradicionales son las que en la entrevista declararon que: a) la pareja debe durar aunque las personas no estén del todo satisfechas con lo que obtienen de ésta; b) la satisfacción emocional en la pareja no es un punto esencial; c) cada uno tiene un papel específico, bien delimitado y estricto en la pareja y éste depende primeramente del género; d) los roles o papeles en la pareja son adquiridos por tradición cultural o familiar; e) los factores institucionales como la religión, el matrimonio y los hijos se consideran muy importantes; f) los familiares y amigos tienen gran peso en la formación y perdurabilidad de las parejas; la sexualidad es accesoria a la unión, pues no se considera la satisfacción como primordial y de hecho no son temas muy discutidos en la pareja.
 
Estas parejas corresponden a las tres de edad alta, sin importar sus capitales económicos y culturales, y a las de edad baja que tienen capital cultural y económico bajo.
 
Las parejas que denominamos como de un nuevo tipo son aquellas que expresaron en la entrevista que: a) la satisfacción personal es muy importante para que perdure la pareja; b) la satisfacción sexual tiene un papel central; c) existe la idea de que debe haber equidad en la pareja, al menos en el discurso; d) el componente afectivo es muy importante; e) es menos importante estar casado por la iglesia o por el civil, es más importante tener un vínculo emocional fuerte con la pareja; f) la relación no se concibe como “para siempre desde un inicio”; g) el papel que desempeña cada uno en la relación puede ser negociado y flexible; h) las tareas no se distribuyen sólo por género; i) la unión es independiente de las instituciones como la familia, los hijos, el matrimonio.
 
Estas parejas son sólo dos parejas de las nueve entrevistadas, y corresponden a parejas de edad media y baja que tienen capital económico y cultural alto (ambas parejas tienen estudios de posgrado e ingresos superiores a 40 000 pesos mensuales por pareja).
 
Las demás parejas se encuentran en un estado de transición, es decir, en algunos aspectos se identifican con las parejas tradicionales, pero en otros temas, como el de la sexualidad y la distribución de tareas y el gasto en el hogar, sus opiniones se acercan más al nuevo tipo de pareja.
 
Podemos decir que los resultados de esta investigación confirman la existencia de un nuevo tipo de pareja que corresponde a la segunda modernidad y que se desarrolla en un contexto social y cultural diferente al tradicional, y por lo tanto implica una serie de cambios tanto en las disposiciones individuales como en lo colectivo. Algunas de las características de este nuevo tipo de relaciones amorosas es que tratan de ser más equitativas, el espacio para el desarrollo personal es necesario, están ancladas en la voluntad de los miembros, deben aportar un alto grado de satisfacción emocional y el componente biográfico de las personas es parte constituyente de la relación. Veamos.
 
Biografía propia, confianza y fidelidad
 
Una parte fundamental en la explicación de Giddens sobre las relaciones en la segunda modernidad tiene que ver con el componente biográfico. El individuo siente la necesidad y la obligación de crear su propia identidad, misma que se refiere al yo entendido reflexivamente por la persona en función de su biografía. De esta manera, identidad, reflexividad y biografía se entrelazan para explicar que las prácticas del individuo se continúan mientras funcionan para el individuo. En la segunda modernidad, los individuos, desligados de la ritualidad colectiva, son los creadores de su destino a falta de los cánones tradicionales que antes indicaban lo que se debía hacer.
 
Aplicado a las relaciones de pareja, se supone que éstas se establecen y perduran en tanto brindan satisfacción a las partes y que la pareja sea compatible con el plan de vida del individuo. Además, hay que señalar que en las relaciones de pareja no se busca cualquier tipo de satisfacción, sino la emocional. Esto es importante porque implica un cambio en la manera de sentir, en la afectividad tanto individual como colectiva, y en la construcción de un tipo de intimidad en la pareja que es históricamente nuevo.
 
El peso del componente biográfico se hace notar durante las entrevistas; la identidad personal es construida y negociada al interior de la pareja, así como lo son las cuestiones importantes que construyen la relación misma, como el tipo de unión y el nivel de ritualización, las reglas y los límites que regirán la relación, la duración, las definiciones de fidelidad e infidelidad y las necesidades de cada uno.
 
Mediante el trabajo de campo pude constatar que hay parejas para las cuáles las cuestiones de la fidelidad o la confianza no están definidas según la tradición. Es así, por ejemplo, que Mariana llegó a un acuerdo con Ricardo (ver cuadro 1) sobre lo que consideran que es la fidelidad: “yo creo que lo mío sí fue un desliz, porque fue muy pasajero, o sea fue mucho más breve […] o sea no tuvo tantas consecuencias y ya pasó como una experiencia que quedó ahí, y que en ningún momento se prolongó a tal grado de poner en duda la relación que yo tenía. Acá me parece que sí llegó a un punto de infidelidad en la medida en que este encuentro y esta relación que tuvo él sí lo puso en duda con respecto a la relación que tenía conmigo y en algún momento estuvo ahí como dudando y no fue claro conmigo, sino hasta después que todo salió a la luz; entonces me di cuenta de que él no estaba del todo conmigo y que estaba dudando qué hacer de su vida. Eso me parece que sí es infidelidad en la medida en que trastocó y puso en duda nuestra relación, sí”. La fidelidad en este sentido sería por un lado la capacidad de la pareja para tener relaciones alternas (si se diese la oportunidad) pero sin dejar que éstas afecten la vida de pareja, logrando que dichas relaciones paralelas sean sólo “deslices” pasajeros, pero teniendo claro que terminarán. La molestia de la entrevistada en este caso proviene no del “engaño” de su pareja con otra mujer, sino de que dicha relación se volvió algo importante en su vida y no se lo comunicó.
 
La confianza a la que se refieren los nuevos tipos de parejas es aquella que deposita uno en el otro, y de la cual depende la relación misma, que es construida día a día y tiene que ser refrendada en momentos claves de la relación. La confianza está referida a la certidumbre del afecto que uno tiene por su pareja y la pareja tiene por uno, a los acuerdos de fidelidad y exclusividad, al conocimiento de la personalidad del otro. La confianza, así como la fidelidad, el amor, la relación misma, está construida a partir de la reflexión individual en estrecha relación con la capacidad de realizar y analizar la biografía o la crónica particular. Por el contrario, para las parejas tradicionales la confianza no es algo cuestionado y la relación dura porque están unidos, casados y tienen hijos.
 
Elección y decisión individual
 
Giddens señala que para explicar cabalmente el amor en la modernidad es necesario tomar en cuenta la posibilidad de elección de los sujetos entre múltiples posibilidades. Para él, cada persona no sólo puede elegir el estilo de vida que le convenga, sino que debe hacerlo. En la modernidad la elección se hace sin la ayuda de los caminos impuestos por la tradición, lo que significa que el individuo está situado frente a una amplia gama de opciones, pero no cuenta con gran ayuda en cuanto a qué opción se habrá de escoger. El individuo está solo y las consecuencias de sus acciones y elecciones serán sólo responsabilidad suya.
 
Al respecto, podemos decir que las parejas entrevistadas que se apegan más cercanamente a esta propuesta son las que corresponden al nuevo tipo de pareja. Para las parejas que se encuentran en el proceso de transición entre la pareja tradicional y el nuevo tipo de pareja, algunas formas ritualizadas por la tradición resultan valiosas (como el matrimonio religioso), mientras que en otros aspectos de sus vidas prefieren hacer uso de su capacidad de elección e ir por otros caminos. Las parejas tradicionales se mostraron muy respetuosas hacia las formas establecidas y aun en las ocasiones en las que hubieran podido elegir otras opciones, no consideraron que fueran tales. Por ejemplo, Lidia y Mayra (cuadro 1) contrajeron matrimonio cuando supieron que estaban embarazadas; Lidia aceptó casarse inmediatamente e hizo todo lo que pudo para ocultar su embarazo antes de la boda; Mayra decía que no quería casarse pero sus familiares terminaron por convencerla. Ninguna de las dos consideró como una verdadera opción continuar estudiando, abortar, vivir en unión libre o ser madre soltera. Tampoco es probable que sus familias las hubiesen apoyado en estas decisiones. La mayoría de las parejas entrevistadas siguen considerando como los más viables, seguros o posibles, los caminos tradicionales de hacer las cosas en cuanto a las relaciones de pareja se refiere.
 
Según lo encontrado durante la investigación, las parejas que tienen más posibilidades de elegir son aquellas que cuentan con los medios económicos para sustentar dichas decisiones, así como con cierto nivel de escolaridad. Mariana y Claudia, por ejemplo, pueden decidir vivir en unión libre, declaran poder dejar a sus parejas en caso de que la relación no les resultase satisfactoria, y pueden elegir tener un alto grado de intimidad debido a que pueden pagar una casa que no comparten con otros parientes. Mientras que Yolanda, Elena, Ana, Lidia y Mayra no pueden elegir dejar a su pareja aunque las cosas vayan mal, mudarse de la casa familiar u otras cuestiones porque no cuentan con los medios para mantenerse. Todas ellas consideran, además, que el matrimonio por lo civil y por la Iglesia les brinda seguridad y estabilidad y las compensa de una situación precaria.
 
Todas estas discusiones tienen una cara institucional y otra personal. Una pareja puede decidir, por ejemplo, cuándo y cuántos hijos tener, pero la problemática institucional se revela en cuanto a la falta de guarderías, horarios flexibles de trabajo o la poca seguridad social con que cuenta la pareja, especialmente la mujer, para atender a sus hijos y su carrera profesional.
Nos enfrentamos a un panorama complejo; por un lado, se supone que la pareja está en condiciones de tomar sus propias decisiones, de construir su futuro, de vivir plenamente según sus motivaciones individuales. Pero cuando cada uno tiene la posibilidad y el deseo de tomar sus propias decisiones, de construir una pareja que no esté fundamentada en la visión tradicional de relación, en la que cada uno pueda desarrollar sus intereses y cumplir sus expectativas, ¿cuál es la posibilidad de que dicha pareja perdure?, ¿de qué depende que dicha pareja marche bien?
 
Es necesario que establezcan un tipo de comunicación que les permita discutir y argumentar sus sueños, necesidades e intereses, que tengan el apoyo de su pareja para lograrlos, que estén dispuestos a ceder algunos puntos, que puedan dejar de lado cosas o actividades por el bien de la relación y que tengan los medios económicos para realizar todo esto. Las parejas analizadas que se encuentran en posibilidades de tomar dichos acuerdos son las que he llamado el nuevo tipo de pareja. Para dichas parejas es muy significativo que ambos puedan contar con tiempo dedicado a la pareja y tengan un espacio para desarrollar sus actividades profesionales, y que sientan que la relación es equitativa y recíproca. Para que esto sea posible es necesario que puedan pagar a una persona que haga el aseo de la casa y la comida, clases de arte, actividades deportivas o una nana para los hijos, y por lo tanto no les tienen que dedicar tanto tiempo en casa; o que desarrollen actividades profesionales de prestigio en las cuales se recalca el papel equitativo del hombre y la mujer en el hogar, y que éste sea valorado y bien remunerado.
 
Satisfacción emocional e intimidad
 
Como se mencionó anteriormente, la relación de pareja tiende a volverse una relación que se mantiene en tanto que brinda satisfacción emocional. Las parejas catalogadas como no tradicionales opinan que la relación amorosa debe de ser equilibrada y recíproca, que la unión puede romperse en la medida que alguna de las partes no se sienta satisfecha; reflexionan sobre los vínculos que mantienen unida a la pareja y su fortaleza, suponen que la relación está fundamentada en un acuerdo y que se deben recompensar los esfuerzos realizados por la pareja, y que existe cierta disposición a mantener la relación por decisión más que por “inercia”. Todas estas características son señaladas por Giddens como fundamentales para una relación pura.
 
La satisfacción emocional se relaciona con la intimidad, la privacía y el desarrollo personal; las parejas no tradicionales señalaron que, independientemente de la vida de pareja, es importante que cada uno conserve un espacio privado para el desarrollo personal, que si bien es deseable que se comente al respecto con la pareja, éste constituye un espacio de satisfacción propia, y que forma parte de la satisfacción emocional asociada a la pareja. Por ejemplo, Claudia señaló que espera que su pareja sea “independiente emocionalmente, que yo no sea su mamá sino que realmente seamos lo más parejos posible”; mientras que su pareja dijo que el amor es “el enorme respeto hacia la persona ¿no? Es ante todo el respeto de la persona en términos de su expresión intelectual, física, profesional, sentimental, etcétera […] una pareja ideal sería esencialmente cómplice, compartiendo visiones, intereses, emociones, pero que fuera absolutamente independiente […] es reconocer en la otra persona su capacidad de ser, su derecho de ser y que en ese sentido te involucre y seas capaz de respetarla; que siendo ella como sea la respetas y además te retroalimenta emocionalmente”.
 
El amor de la pareja existe mientras cada uno tenga la voluntad de permanecer en compañía del otro, para lo cual es importante cultivar el afecto, respetar a la persona, compartir inquietudes e intereses y construir una relación recíproca. El amor es en este sentido asociado con la intimidad, la privacía y el desarrollo de la vida personal.
 
 

 
Sin embargo, no todas las parejas encuentran deseable este alto grado de intimidad y de privacía. Para Inés y Mayra, por ejemplo, la familia extensa es parte activa de la relación de pareja. Inés y Diego han compartido la mayoría de sus años de pareja con la madre de ella, que se mudó a su casa al fallecer su esposo. Ambos dijeron sentirse cómodos en casa; además, la suegra participa de las tareas del hogar, ayudó a la crianza de los hijos y acompañaba a Inés cuando Diego tenía que pasar muchas horas en el trabajo. La familia estaba conformada, hasta hace pocos años, cuando los hijos mayores se casaron, por Inés y Diego, tres hijos y la madre de Inés, todos acomodados en dos recámaras.
 
Aunque la pareja siempre ha tenido su propia recámara, es fácil imaginar que el nivel de intimidad y de privacía en una casa habitada por tantas personas no es muy alto; sobre todo en los años en que alguno de los hijos era pequeño y dormía con ellos o cuando la madre de Inés enfermó y le dejaron una recámara para ella sola.
 
Sólo tres de las nueve parejas entrevistadas tienen una vida cotidiana totalmente independiente de su familia política, entendiendo esto como que no viven cerca de ellos o en la misma casa, no les piden su opinión al tomar decisiones importantes para la pareja, no pasan mucho tiempo en compañía de ellos y no dependen económicamente de ellos en ningún grado.
 
Esto va en el sentido de lo que señala Norbert Elias, a saber que el proceso de civilización en Occidente implicó necesariamente la creciente individuación de los sujetos, la separación de espacios dentro de la casa y el distanciamiento entre las personas entre otros factores; así como de la afirmación de Giddens y Beck, quienes señalan como parte del proceso de la modernidad tardía la creciente individualización y reflexividad, la toma de decisiones de manera individual y la creación de un espacio de intimidad, tanto personal como de la pareja.
 
La centralidad de la satisfacción sexual
 
Una de las características más notorias del nuevo tipo de pareja observado es el papel central que juega la sexualidad en la relación amorosa. El placer sexual recíproco y el desarrollo de las habilidades sexuales se considera indispensable para mantener una relación saludable, armónica y plena. De manera contraria, para las parejas de edad alta la sexualidad no forma parte de las cuestiones esenciales de una buena relación, mientras que para las parejas de edad media y baja, en diferentes grados según su nivel de escolaridad, resulta muy importante.
 
Según los datos obtenidos, las parejas tradicionales tenderían más a tener cuerpos altamente estructurados, con poca posibilidad de reflexionar y elegir los regímenes corporales, incluida la sexualidad, mientras que las parejas en transición o catalogadas como nuevo tipo de pareja tenderían hacia la alta reflexividad en el diseño y concepción del propio cuerpo, así como de la sexualidad de pareja. Esta distinción es útil para explicar, por ejemplo, el que unas parejas se casen y tengan hijos porque la reproducción es el fin del matrimonio y de la vida en general, y que otras decidan qué tipo de unión desean, si tiene hijos o no, cuándo y cuántos, y qué prácticas sexuales las satisfacen más, entre otras cosas.
 
La sexualidad se configura en el nuevo tipo de pareja como un espacio de intimidad en donde se construye la confianza, la intimidad, el conocimiento del otro, y parte fundamental de los temas negociados por las parejas. Por otro lado, las parejas de edad alta consideran que las relaciones sexuales son importantes en la pareja en tanto sirven para la procreación de los hijos, pero no mencionaron que la satisfacción de la pareja fuera esencial para la perdurabilidad de la pareja. Las relaciones sexuales son parte de los deberes de la pareja y su regularidad depende en gran medida de lo que el hombre desee.
 
La redefinición de los roles
 
Uno de los cambios más notables en la concepción del amor y las relaciones de pareja en la segunda modernidad tiene que ver con que los roles y la toma de decisiones de cada uno sean lo más equitativos posible. El cambio generacional se refleja en la redefinición de los roles femeninos y masculinos, de manera que las tareas que estaban fuertemente identificadas con un género (barrer, trapear, lavar la ropa o trabajar fuera del hogar, ser el proveedor) se vuelven menos identificadas con éste.
 
Se observa que para las parejas de edad alta las tareas del hogar y el cuidado de los hijos son responsabilidad de la mujer y la toma de decisiones es una facultad del hombre. En ciertas parejas de edad media y edad baja se observa un cambio significativo en esta repartición: las parejas tienden a compartir las actividades del hogar y la toma de decisiones. En algunas entrevistas esto se manifestó como una atención del hombre hacia la mujer: “mi marido me ayuda mucho en casa, sí colabora con barrer, recoger su ropa, lavar los platos”. Mientras que en otras se expresó como una responsabilidad de ambos: “no es ni siquiera que él me ayude, porque eso implicaría decir que la obligación es mía. Más bien es que es de los dos, el hijo es de los dos, la casa es de los dos, entonces ambos hacemos”.
 
Es importante señalar que aun en las parejas de edad alta y en aquellas en que las tareas del hogar son responsabilidad de la mujer y la toma de decisiones del hombre, los gastos para la manutención de la casa y de los miembros de la familia son compartidos. En las parejas tradicionales, el aporte de la mujer a la economía doméstica no le da el derecho a tomar decisiones, mientras que en las otras parejas, sí. Podemos concluir de esto que la incorporación de la mujer al trabajo asalariado no le da, por sí misma, la oportunidad de establecer una relación más equitativa o más negociada, sino que esto depende, además, de los otros factores señalados, como la edad, cierto grado de escolaridad, de capital económico y cultural.
 
Si bien las necesidades de hombres y de mujeres, los desacuerdos en la pareja en cuanto a las expectativas de cada uno, las relaciones insatisfactorias e inequitativas, por ejemplo, no son nada nuevo, la novedad está en su gestión, en este nivel de negociación que se ha logrado. Esto es, presenciamos la construcción de un nuevo tipo de pareja que depende en gran medida de la posibilidad de sus miembros de construir una relación basada en el afecto mutuo, la equidad, la negociación y la libertad de elección. Es necesario que tanto hombres como mujeres estén dispuestos a mantener la relación y negociar sus puntos de vista a fin de establecer un equilibrio entre liberación y vinculación, el cual es responsabilidad únicamente de la pareja.
 
Sin embargo, es importante matizar las aseveraciones sobre las ventajas de la modernidad y el triunfo de las relaciones equitativas. En contextos culturales como el nuestro encontramos aún una brecha entre el discurso y las acciones de los sujetos. Según lo encontrado durante la investigación, existe una mayor apertura en lo que se dice que en lo que se hace. Hay hombres, por ejemplo, que no consideran que deben formar parte activa del trabajo doméstico pero dicen defender la igualdad de la mujer; otros que consideran muy importante que los hombres dediquen un tiempo regular a colaborar en las labores del hogar y que esto forma parte de la equidad en la pareja, sin embargo sus parejas dicen que no realizan ninguna tarea en el hogar o que es muy difícil lograr que lo hagan.
 
¿Cuál es el resultado de la igualdad, al menos en el plano discursivo, entre hombres y mujeres con relación a la conformación de relaciones amorosas en la ciudad de México en la actualidad? Es bastante positivo, por primera vez en la historia existe la posibilidad de establecer una relación amorosa que no se fundamente en la necesidad de asegurar la supervivencia, ni en el modelo que funciona siempre y cuando el hombre se dedique al trabajo y la mujer a la casa. Ésta es una verdadera oportunidad de establecer una relación basada en el afecto y que sea equitativa en muchos sentidos.
 
Cuando la relación depende mayormente de la voluntad de los interesados en mantenerse juntos, se vuelve en cierto sentido más frágil. Además, influye la creciente aceptación del divorcio, las opciones de unión alternativas al matrimonio religioso o civil (como la unión libre) y la posibilidad de un mayor número de personas para solventar sus gastos por cuenta propia. Todos estos factores contribuyen a que sea relativamente sencillo disolver una unión; sin embargo, es cierto también que una vez que las parejas se establecen, se consolidan y logran un nivel de negociación que les permite realizar sus expectativas, la unión se ve fortalecida y la pareja se vuelve estable.
 
Notas finales
 
Como se expuso anteriormente, Giddens apuesta por la distinción entre primera y segunda modernidad, y propone como tema central la reflexividad en las relaciones interpersonales y la democratización de las mismas. Si tomáramos el modelo en forma literal, este fenómeno (la construcción de relaciones de pareja que incorporan la satisfacción sexual, la negociación de las tareas y las responsabilidades, y la toma de acuerdos en todos los rubros de la relación) se presentaría en todas las parejas que pertenecen a las generaciones más jóvenes que se suponen insertas en la segunda modernidad y pertenecerían a lo que he llamado el nuevo tipo de pareja.
 
Uno de los hallazgos más importantes de la presente investigación consiste en constatar que la edad de las parejas no es factor suficiente para la llamada democratización de la pareja, sino que ésta depende además de factores estructurales como el grado de escolaridad o el nivel socioeconómico. En este sentido, pertenecer a la generación de la segunda modernidad es el factor inicial para la construcción del nuevo tipo de pareja; sin embargo, las ventajas y gratificaciones de la construcción de una pareja más equitativa no es una opción para todos.
 
En lo concerniente al uso de la modernidad y segunda modernidad como categorías para el análisis, existe un debate inconcluso acerca de si es posible aplicar dichos modelos a las realidades latinoamericanas e incluso si pueden aplicarse a las sociedades europeas. La presente investigación permite aseverar que si éstos se toman como modelos, como guías heurísticas de investigación, es posible caracterizar momentos históricos y explicar cambios o transiciones sociales. Sin embargo, deben considerarse sólo modelos, tipos ideales para caracterizar un antes y un después en la historia de las sociedades, pues si se toman literalmente son demasiado rígidos y no permiten explicar ni caracterizar fenómenos que suceden en nuestras latitudes.
 
Por medio de la distinción entre primera y segunda modernidad fue posible confirmar un cambio social en las generaciones más jóvenes, aunque éste no se da de manera generalizada para todos los grupos sociales. La reflexión va en el sentido de que es necesario “adaptar” los modelos o las propuestas teóricas en dos ejes: en cuanto a las particularidades nacionales y en cuanto a las especificidades de cada grupo social.
 
En esta misma lógica es necesario hacer otra precisión. Algunas de las grandes teorías sociológicas, como la de Anthony Giddens, son propuestas que no hacen una distinción explícita entre grupos sociales o características particulares. En el caso de esta investigación fue muy importante la realización del trabajo empírico ya que permitió dar cuenta de fenómenos específicos para cada grupo social. Si se tomara la propuesta de Giddens sobre la construcción de relaciones puras tal cual está formulada se podría suponer que todos los grupos sociales estarían en condiciones de establecer dicho tipo de relaciones; por medio del trabajo de campo podemos observar cómo ésta es una posibilidad real sólo para el grupo de las parejas de las dos últimas generaciones estudiadas siempre y cuando tengan cierto nivel educativo, cierto capital cultural y un determinado capital económico.Chivi99
 
Nota
 
En este texto se retoman algunas de las principales conclusiones de una investigación mucho más amplia titulada “La perdurabilidad de las relaciones amorosas en la ciudad de México del siglo XXI”, México, 2009.
 
En México se han hecho ya estudios acerca de este tema, sin embargo, mucho de lo escrito sobre el amor se dedica a la mera descripción de situaciones sin una conexión explícita con alguna hipótesis o marco teórico. Entre las excepciones destacan por su claridad y pertinencia algunos estudios nacionales, como son el de Adriana García y Priscila Cedillo, "Tras los rastros del amor: un recuento desde las ciencias sociales"; Elsa Guevara, "Cuando el amor se instala en la modernidad"; "El pago de la novia de María Eugenia D’Aubeterre"; "Un siglo de matrimonio en México" de Julieta Quilodrán; las varias reflexiones de Pilar Gonzalbo Aizpuru sobre la vida cotidiana y las publicaciones sobre las emociones que se realizan en la Universidad de Guadalajara.
 
 
articulos
Referencias bibliográficas
 
Beck Gernsheim, 2001, El normal caos del amor. Las nuevas formas de relación amorosa. Paidós, Barcelona.
Bourdieu, Pierre, 2007, Capital cultural, escuela y espacio social, Siglo XXI, México.
Giddens, Anthony, 1995, Modernidad e identidad del yo: el yo y la sociedad en la época contemporánea. Península / Ideas, Barcelona.
Giddens, Anthony, 2006, La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Cátedra, Teorema, Madrid.
 
     
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Natalia Tenorio Tovar
Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco.
 
Es socióloga por la fcpys de la unam y Maestra en sociología por la UAM. Actualmente es tutora de la especialidad en línea “Educación Centrada en el Aprendizaje” de la Universidad Pedagógica Nacional.
 
como citar este artículo
Tenorio Tovar, Natalia. (2010). ¿Qué tan modernos somos? El amor y la relación de pareja en el México conteporáneo. Ciencias 99, julio-septiembre, 38-49. [En línea]
     





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En este texto se retoman algunas de las principales conclusiones de una investigación mucho más amplia titulada “La perdurabilidad de las relaciones amorosas en la ciudad de México del siglo xxi”, México, 2009.

En México se han hecho ya estudios acerca de este tema, sin embargo, mucho de lo escrito sobre el amor se dedica a la mera descripción de situaciones sin una conexión explícita con alguna hipótesis o marco teórico. Entre las excepciones destacan por su claridad y pertinencia algunos estudios nacionales, como son el de Adriana García y Priscila Cedillo, Tras los rastros del amor: un recuento desde las ciencias sociales; Elsa Guevara, Cuando el amor se instala en la modernidad; El pago de la novia de María Eugenia D’Aubeterre; Un siglo de matrimonio en México de Julieta Quilodrán; las varias reflexiones de Pilar Gonzalbo Aizpuru sobre la vida cotidiana y las publicaciones sobre las emociones que se realizan en la Universidad de Guadalajara.

 

       
 
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Sexo en la ciudad
y sexo en el jardín
 
Patricia Magaña Rueda
   
   
     
                     
                     
La taxonomía, en términos generales, consiste en la
identificación, asignación del nombre y clasificación de las especies. Carl Von Linné, naturalista sueco del siglo XVIII, es considerado el padre de la taxonomía, y escribió su trabajo Species plantarum basándose fundamentalmente en las de su jardín, proponiendo clasificarlas en veinticuatro clases según el número de estambres, las cuales dividió en órdenes, éstos en géneros, a su vez divididos en especies. Este sistema se volvió universal y es el que se sigue actualmente. Aunque esta primera división con base en los estambres fue abandonada hace mucho tiempo, las estructuras sexuales siguen siendo importantes para la clasificación de las plantas. En 2007 se celebró el bicentenario del nacimiento de Lineo, sobre quien la Universidad de Uppsala, en Suecia, de la que fue catedrático, mantiene una página que permite conocer su obra, y datos sobre el más famoso naturalista de ese país (www.linnaeus.uu.se/online/life) Google tiene en línea la primera traducción de la obra de Linneo al español, publicada por Don Antonio Palau y Verderá, del Real Jardín Botánico de Madrid en 1787 (books.google.com.mx).
 
Según Linneo, las plantas celebraban nupcias y lo hacían de muchas formas, ya fuera abiertamente como en las fanerógamas o en secreto como las criptógamas, afirmación que generó polémica social en su época y trascendió fronteras. Si desea acercarse a una interesante discusión sobre el impacto del trabajo de Linneo en México, puede ver el texto que está incluido en la revista Ciencias (www.ejournal.unam.mx/cns/no87), donde se citan las protestas que hubo en nuestro país por hablarse de la sexualidad en plantas.
 
En la época de Linneo se hablaba de dos reinos: plantas y animales. La clasificación actual es muy distinta y para las plantas no se usan ya los términos fanerógama y criptógama, que muchos de nosotros todavía escuchamos de nuestros maestros en la escuela primaria. Hoy todos los organismos se clasifican de acuerdo con tres dominios (Archaebacteria, Eubacteria y Eucarya) y entre los reinos, las plantas (Plantae) viven una constante revolución en su clasificación a causa de una intensa ola de estudios sobre su biología, en la que destacan los relacionados con la propagación y reproducción de las espermatofitas, que son plantas vasculares (o traqueofitas) y que reciben su nombre justamente por la producción de semillas.
 
La propagación y reproducción de las espermatofitas son procesos complejos. Existen desde los muy distintos medios para llegar a la unión de los gametos, hasta la producción de semillas sin participación de la parte masculina. Al teclear en Wikipedia las palabras reproducción de plantas y sexualidad vegetal, uno puede encontrar información que explica los mecanismos básicos para entender estos procesos, y de paso encontrar ligas interesantes con otros tópicos, incluido un artículo que celebró, en 1995, el trescientos aniversario de Rudolf Jacob Camerarius, el primer naturalista alemán que habló del sexo en las plantas allá por 1694.
 
Tal como afirma el texto de Abarca, Cuevas y Domínguez en este número de Ciencias, “75% de las plantas con flores (Angiospermas) son hermafroditas”, es decir, producen órganos reproductores y las flores tienen los dos sexos que generan los dos tipos de gametos, masculinos y femeninos. Para recordar algo de nuestras clases sobre la morfología de una flor, bien vale revisar (www.kew.org/ksheets/pdfs/b4flower.pdf) en el portal de los Reales Jardínes Botánicos de Kew, institución británica con más de 200 años de antigüedad, y altamente reconocida por su trabajo en investigación de plantas de todo el mundo. En esta pequeña guía, con ilustraciones, uno recuerda que eso que parece una simple estructura es todo un mundo muy complejo.
 
Para terminar de introducirse en el fascinante mundo reproductivo de las plantas mirando vistosos colores y formas, se puede visitar la galería de fotos de plantas del Instituto Smithsonian de Estados Unidos (http://persoon.si.edu/PlantImages/) o la colección del Jardín Botánico de Missouri, una de las instituciones más importantes y reconocidas en el estudio de las plantas del mundo (www.flickr.com/photos), o también uno de los muchos portales con colecciones de fotografías de orquídeas, donde se puede encontrar una alta sofisticación en morfología floral.
 
Particularmente bueno es el de la Asociación Mexicana de Orquideología, A. C. (http://amo.com.mx/galerias). Así se puede tener una pequeña idea de la variedad de flores que se pueden encontrar en el mundo y deleitarse pensando en las mil y una formas en que las plantas tienen sexo… y no sólo en la ciudad.Chivi99
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Patricia Magaña Rueda
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
 

 

como citar este artículo

Magaña Rueda, Patricia. (2010). Sexo en la ciudad y sexo en el jardín. Ciencias 99, julio-septiembre, 50-51. [En línea]
     

 

       
 
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Supervía en el D. F.
perturbaciones locales
de efectos regionales
 
Luis Zambrano
   
   
     
                     
                     
Desde 1977 muchos científicos están de acuerdo en que existe
un cambio climático ocasionado por el hombre. Han sido necesarios cerca de treinta años para que la sociedad aceptara la gravedad del problema. Esta dislocación entre científicos y sociedad se puede explicar por lo difícil que es vislumbrar las relaciones entre causa y efecto en sistemas complejos donde interactúan muchas variables. La escala espacial tampoco ayuda, es difícil concebir la relación entre el uso del automóvil en Arizona y el deshielo en los polos.
 
A escala local también existen dificultades para comprender la relación entre causa y efecto, como ocurre en los sistemas complejos que existen en una cuenca como la que ocupa la ciudad de México. Es complejo entender la relación que hay entre la construcción de una supervía en el suroeste con la falta de agua en el oriente o la inundación en Chalco.
 
Pero si se aborda la cuenca de México como un ecosistema que todavía brinda servicios como agua, aire, comida y clima, cuya cantidad y calidad depende del estado del ecosistema, es fácil entender que si éste está saludable podrá brindar más beneficios, mientras si está perturbado éstos se verán afectados; y si se analiza la historia de la ciudad de manera similar, entonces es posible relacionar causas con efectos.
 
Desde su formación, parte de la cuenca de México se inunda por las lluvias torrenciales que año con año aparecen de junio a octubre. Quizá por eso, al llegar los mexicas a la cuenca fueron confinados por los regidores de Culhuacán y Azcapotzalco a una zona pantanosa en el suroeste de Texcoco. Pero los mexicas entendieron la complejidad del ecosistema y la aprovecharon creando un sistema de diques y esclusas, además de chinampas, que les proveía de agua y comida todo el año.
 
En la Colonia se instauró una visión reduccionista en el manejo de la cuenca, ya que se veía a la naturaleza como un enemigo a vencer. Lo primero fue secar la cuenca para evitar inundaciones, abriendo el Tajo de Nochistongo en 1607. Desde entonces, el agua se va entubada y rápido, dejando sin agua a ríos y lagos, reduciendo la recarga del acuífero.
 
Lo único que no le faltaba a la cuenca era agua, pero la lenta urbanización y desecación del valle desde el siglo XVI ha provocado que en los periodos de secas se produzcan recortes en el abastecimiento de agua. La solución fue otra obra reduccionista: hacer pozos en las zonas bajas del oriente de la ciudad, donde el acuífero está cerca de la superficie. Así, para dar agua a 70% de la ciudad se extrae el doble de agua (40 metros cúbicos por segundo) de la que se recarga por el acuífero (19 m3/s ). La sobreexplotación del agua provoca que el oriente de la ciudad se esté hundiendo 40 centímetros por año. Es por esto que el río de la Compañía en Chalco, que antes era una depresión como cualquier río normal, ahora está 15 metros por encima del suelo, y cuando llueve fuerte, como en febrero de este año, se inunda todo Chalco. Para solucionar esto, otra vez, una propuesta reduccionista: hacer más grande el drenaje profundo, evitando que ese agua se infiltre.
 
¿Qué tiene que ver todo esto con la supervía que se va a construir entre Santa Fe y el sur de la ciudad? Las últimas zonas de recarga del acuífero de esta cuenca están justo en el suroeste, justamente en donde llueve más. Las cañadas que evitan el paso de los automóviles son los cauces naturales de infiltración. El poniente de la ciudad fue urbanizado a partir una propuesta igualmente reduccionista: trasladar los corporativos del molesto centro de la ciudad (con marchas y plantones) a los basureros de Santa Fe, que antes eran manantiales. Los terrenos de esta zona eran baratos y muchos especuladores hicieron fortunas con este desarrollo.
 
Pero como la urbanización de la región genera el problema de la movilidad, entonces se propone otra solución reduccionista: para comunicar Santa Fe con el sur, hay que hacer una supervía que cruce las cañadas que evitan la comunicación. La historia en los patrones de urbanización de la ciudad permiten predecir que esta vía de comunicación va a ocasionar asentamientos irregulares, tanto de pobres como de ricos, que luego se regularizarán. Como sucedió con los asentamientos irregulares en Santa Fe, que violan el reglamento de sólo edificios de máximo cuatro pisos, y como también sucederá con la construcción de la Biometrópolis en los bosques que están cerca de periférico rumbo a la carretera del Ajusco, zona fundamental de recarga de agua. Las consecuencias de la urbanización serán evidentemente la contaminación y la reducción de la recarga de los acuíferos, con efectos directos como la contaminación del acuífero, el hundimiento en Chalco, la falta de agua en época de secas en toda la ciudad y la existencia de cinco líneas de metro con problemas por hundimientos diferenciales.
 
FiguraB599
Supervía de la Ciudad de México
 
La escala en el tiempo tampoco ayuda a comprender la relación entre causa y efecto. Para ello es necesario analizar al ecosistema de la ciudad como un sistema complejo con dinámicas condicionadas a “puntos de estabilidad”, los cuales “atraen” el ecosistema a su estado original después de una perturbación. Este fenómeno genera la falsa impresión de que los servicios ecosistémicos no disminuyen cuando se perturba el ecosistema, sin embargo, muchas perturbaciones pueden sobrepasar la capacidad de resiliencia del ecosistema, al cambiar drásticamente de un punto estable a otro. La teoría que explica esto los llama “cambios catastróficos del ecosistema”, y cuando éstos ocurren, también cambian los servicios que provee el ecosistema. Así, dejaremos de recibir agua en poco tiempo, el clima variará de manera drástica y la contaminación del aire podría ser mayor.
 
Los costos económicos de estos cambios catastróficos pueden ser mucho mayores a los de las perturbaciones previas. Por esto, en el momento de hacer un cálculo de costobeneficio en una obra que perturba el ecosistema hay que incluir los costos económicos asociados, como las inundaciones en Chalco, la falta de agua en Iztapalapa o la mera construcción del drenaje profundo. El problema es que los beneficios económicos son de corto plazo, mientras que las consecuencias ambientales responden a la dinámica ecosistémica que es de largo plazo. Por lo tanto, estas consecuencias no las pagarán los grandes emporios de Santa Fe, ni la concesionaria de la carretera o los desarrolladores inmobiliarios que ya están haciendo planes de urbanización en la región, sino los ciudadanos.
 
Nuestro error ha sido tratar de solucionar los problemas causados por fenómenos naturales de manera aislada y reduccionista. No consideramos los problemas como una respuesta dentro de un sistema complejo que tiene repercusiones en diferentes escalas. Por lo tanto, la mayoría de nuestras soluciones genera problemas más graves de los que se solucionan de manera aislada. En este caso es necesario considerar que una acción local de corto plazo puede tener efecto a nivel global en el largo plazo.
 
La humanidad se tardó más de treinta años en aceptar el cambio climático propuesto por los científicos. Los capitalinos no tenemos tanto tiempo para aprender a manejar nuestra cuenca de una manera ecosistémica. Si seguimos por el camino de la urbanización construyendo la supervía e impulsando la Biometrópolis, las nuevas generaciones enfrentarán problemas ambientales que serán económicamente imposibles de afrontar. Es momento de dar un vuelco de timón en el desarrollo urbano de la ciudad de México y considerar que vivimos en un ecosistema complejo, el cual tiene múltiples respuestas en diferentes escalas. Si aprendiéramos de las antiguas culturas que lograron manejar el agua, como lo hicieron aquí los mexicas, y de experiencias contemporáneas como la de la ciudad de Bogotá, podríamos aprovechar los muchos beneficios que nos proporciona este ecosistema para hacer que la calidad de vida se incrementara y que sea más barato mantener la ciudad.Chivi99
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Luis Zambrano
Instituto de Biología,
Universidad Nacional Autónoma de México.
 

como citar este artículo

Zambrano, Luis. (2010). Supervía en el D. F. perturbaciones locales de efectos regionales. Ciencias 99, julio-septiembre, 60-63. [En línea]
     



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