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La guelaguetza de la biodiversidad |
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Patricia Magaña Rueda
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Abisaí García Mendoza, María de Jesús Ordóñez y Miguel Briones Salas, compiladores del libro Biodiversidad de Oaxaca, presentan en este volumen los trabajos desarrollados por distintos grupos de investigación, cuya importante labor fortalece el reconocimiento de que Oaxaca es el estado con la mayor riqueza biológica y cultural de México.
La diversidad biológica del país responde a la combinación de muchos factores, como su situación geográfica, su topografía y una amplia variedad de climas. Víctor Toledo, desde los años ochentas, remarcó la urgente necesidad de planear su estudio y contribuir a que las instituciones de investigación se dedicaran a formar un proyecto nacional de investigación de la biodiversidad. Hoy es claro que el uso de los recursos afecta no sólo el nivel local sino el más general; es decir, el planetario. La pérdida de la diversidad biológica es uno de los grandes problemas que enfrentamos, y difícilmente la modificación del entorno puede circunscribirse a un ámbito regional. Sin embargo, el estudio de las condiciones locales, como trata el libro Biodiversidad de Oaxaca, representa una valiosa contribución al conocimiento de la biodiversidad mundial, especialmente si se considera la frecuente apreciación de que la situación de los trópicos es particularmente delicada en cuanto al conocimiento y, al mismo tiempo, destrucción acelerada de los recursos naturales. Las tasas de deforestación y modificación de estas zonas son tan elevadas que difícilmente puede tenerse esperanzas de conocer y preservar la riqueza de especies y genética que guardan. Ya Rodolfo Dirzo había planteado que la biodiversidad se refiere a la riqueza o variedad de formas vivientes que existen; enormes constelaciones de plantas, animales y microorganismos sostenidos como entes vivientes por una constelación de información genética aún mayor, y acomodados en forma compleja en los biomas o ecosistemas que caracterizan el planeta. Aunque hay discusión al respecto, en 2001 el inventario de todas las especies vivas conocidas se situaba en torno a 1.7 millones de especies según Tudge. Otros afirman que la cifra se queda corta y hay hasta quien sugiere que una estimación razonable estaría alrededor de 30 millones de especies. Por su parte, Ken Oyama sostiene que en los análisis de los sistemas naturales existe la creciente tendencia de reconocer que los ecosistemas están constituidos por dos componentes: el biológico y el social. Este parece ser uno de los nuevos paradigmas en ecología y algunas de sus posibles respuestas están en el desarrollo sustentable, porque en muchos sentidos es probable que en ello estribe la supervivencia humana en el planeta. Es por eso que conocer, preservar y decidir sobre el uso de la biodiversidad se convierte en un tema científico de primer orden. Estos dos elementos, el biológico y el social, están presentes en los estudios publicados en el libro Biodiversidad de Oaxaca. El texto, dividido en cuatro partes que van del ambiente físico a diversos aspectos culturales relacionados con la biodiversidad, es apenas una pequeña muestra —de más de seiscientas páginas tamaño carta— de lo que se ha hecho, pero sobre todo un indicador de lo que falta por hacer para conocer totalmente el estado. Todavía se requiere un enorme esfuerzo de exploración, descripción y dedicación sistemática. Las tres primeras partes tratan sobre los aspectos biológicos. La primera, “Ambiente físico y biológico”, comprende la parte geológica, fisiográfica y geomorfológica, la descripción de los suelos y el clima, así como un bosquejo de la evolución florística y los tipos de vegetación del estado. En la segunda, “Diversidad de la flora”, sólo es presentada una parte de las familias de plantas, partiendo de las pteridofitas; quedaron fuera muchos grupos vegetales como las algas, aunque se incluyeron los líquenes. El capítulo final de esta parte está dedicado a hacer un análisis de la integración del conocimiento florístico del estado. Por último, en la tercera parte, “Diversidad de la fauna”, aunque de los grupos de invertebrados sólo hay un capítulo dedicado a un segmento de los lepidópteros, para cada grupo de vertebrados se consagra un capítulo y se cierra con uno de integración del conocimiento faunístico de Oaxaca. Vale la pena resaltar que la riqueza cultural va de la mano de la biológica. En México se calcula que existen alrededor de cincuenta grupos étnicos que hablan cerca de 81 idiomas o lenguas. Ellos han generado, desde la época prehispánica, un profundo núcleo de conocimientos sobre la naturaleza y, junto con el resto de Mesoamérica, son responsables de la domesticación de un buen número de especies vegetales, muchas de las que se consumen ahora en todo el mundo. Además de conocer profundamente su entorno natural y aprovechar muchas de las especies en lo que se ha llamado medicina tradicional, el conocimiento de los grupos indígenas y campesinos, y su participación en las decisiones sobre el uso de los recursos deberían tener un lugar importante en la planeación sobre la utilización de la diversidad biológica en el país. La cuarta parte del texto, “El hombre y su entorno”, trata de los aspectos sociales relacionados con la riqueza biológica. Para un estado tan rico en diversidad cultural, ésto apenas es un pequeño acercamiento al uso y manejo tradicional de los recursos; hay un capítulo sobre el consumo de insectos y se incluye otro muy interesante sobre la clasificación de la vida en las lenguas del estado. Indudablemente, la parte etnobiológica merecería todo un volumen, que además en esta nueva disciplina seguramente está en proceso de desarrollarse. Afortunadamente para el conocimiento de la biodiversidad mundial en las décadas recientes ha surgido un amplio esfuerzo por decretar en Oaxaca áreas de conservación y protección de los recursos naturales, ya que prácticamente todos los tipos de vegetación del país están presentes en el territorio oaxaqueño. Para cualquier persona, ya sea con un espíritu naturalista o para un especialista en cualquier grupo biológico interesado en la investigación o en la toma de decisiones sobre los recursos naturales de Oaxaca, lo que falta por hacer es un reto para el cual se requiere una enorme dedicación y una importante inversión económica. El presente volumen, cuidadosamente organizado por los compiladores, que son también autores de textos centrales en el mismo, tiene una edición finamente acabada que inicia en su portada con una pintura del reconocido maestro Francisco Toledo. Además de datos fundamentales, listados de especies, mapas y fotografías a color, la extensa bibliografía al final de cada capítulo redondea un libro fundamental para todo aquel que reconoce que el conocimiento y uso sustentable de la riqueza natural de nuestro país debieran estar en el centro de nuestro proyecto de nación. |
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Patricia Magaña Rueda
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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Referencias bibliográficas:
Dirzo, R. 1999. “La biodiversidad como crisis ecológica actual. ¿Qué sabemos?”, en La evolución biológica. F. J. Núñez y L. E. Eguiarte. Facultad de Ciencias e Instituto de Ecología, unam y conabio, México, pp. 339-412.
Oyama, K. 2002. “Nuevos paradigmas y fronteras en ecología”, en Ciencias, núm. 67, pp. 20-31.
Ramamoorthy, T. P., R. Bye, A. Lot y J. Fa. 1998. Diversidad biológica de México. Orígenes y Distribución. Instituto de Biología, unam.
Rzedowski, J. 1992. “Diversidad y orígenes de la flora fanerogámica de México”, en Ciencias, núm. especial 6, pp. 47-56.
Toledo, V. 1994. “La diversidad biológica de México. Nuevos retos para la investigación en los noventas”, en Ciencias, núm. 34, pp. 42-59.
Tudge, C. 2001. La variedad de la vida. Historia de todas las criaturas de la Tierra. Crítica. Barcelona.
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como citar este artículo → Magaña Rueda, Patricia. (2005). La guelaguetza de la biodiversidad. Ciencias 79, julio-septiembre, 74-77. [En línea]
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