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 Nota de los editores      
               
               

En busca de las raíces de nuestra educación.

A nivel estudiantil y magisterial la Facultad jugó un papel histórico; 1968 orientó muchos de los cambios que se dieron en los años 70 según nos relata Salvador Martínez Della Rocca* en esta segunda entrevista.

En la entrevista anterior se hablaba del 16 de septiembre, cuando el movimiento está en auge y comienzan también las señales de represión más agudas. Mencionaste la entrada del ejército a la Universidad. Sería interesante que nos relataras qué sucesos se dan: ¿por qué una represión tan violenta, tan impresionante en contra de los estudiantes?, ¿cuál es la reacción de la Universidad y del propio pueblo?

Después de que el ejército toma la ciudad universitaria, se da una ofensiva por parte del Estado a través de la Cámara de Diputados para exigir la renuncia del rector Barros Sierra; lo que es muy interesante resaltar es que quien encabezó esa campaña en aquel entonces era el presidente de la Cámara: Luis M. Farías. Esto es importante porque todavía el año pasado éste hizo algunas declaraciones en contra de Barros Sierra. Era evidentemente como todos los personajes de la política mexicana, que de anunciar Glostora en la televisión, pasó a diputado y a presidente de la Cámara. Esto lo señalo porque, imagínense anunciadores de una brillantina hablando de cuestiones académicas de este país. Como que queda muy claro los pesos que existían entre un personaje de la envergadura de Javier Barros Sierra y un pobre diablo anunciador de brillantinas.

Después de la toma de C.U., se vino una ola de protesta impresionante de todos aquellos sectores egresados de la Universidad, que trajo como consecuencia que el hecho de haber tomado la C.U. rápidamente se transformara en una violenta derrota de Díaz Ordaz, porque el movimiento ganó más consenso, más apoyo, más voluntarios. Días después se tomó el Casco de Santo Tomás. En esa época al no existir en la Universidad un espacio donde los estudiantes pudieran reunirse, la protesta se vuelca a las calles. El movimiento no se desorganizó, porque las brigadas se habían transformado en brigadas permanentes; las brigadas ya eran cuerpos de brigadistas constantes, permanentes: por tanto ya no requerían de un lugar para reunirse. En esta época —y no me quedo corto al decirlo— la ciudad de México parecía que estaba en guerra civil. Enfrentamientos de granaderos con estudiantes por todos lados, en todas las calles, que si en Félix Cuevas esquine con Insurgentes, en Avenida Politécnico, en todos lados los granaderos salían perdiendo, eran muchos estudiantes.

¿Cómo se relacionan entre sí las brigadas? ¿Se organiza espontáneamente la gente?

 Mira, en realidad esa fue una forma automática y espontánea de coordinación, así con detalle no lo podría decir. Lo que sí diría es que lo que se miraba en la ciudad era una coordinación impresionante. Los mismos estudiantes, los coordinadores de brigadas se encontraban en la calle y quedaban de reunirse en ciertos lugares. Existían reuniones de brigadistas en casas de familias, etc. Todas estas cosas son muy importantes porque demuestran le capacidad motinera del pueblo mexicano. Y cuando digo capacidad motinera, no lo digo peyorativamente; es una larga tradición de nuestro pueblo.

Después de la toma del Casco de Santo Tomás se aproximaba el día de inauguración de las olimpiadas. Hay un desplegado en donde se nos hace ver que es necesario llegar a un arreglo, porque las olimpiadas se avecinan. Lo que sí es cierto es que el gobierno se percató de que tomando las instituciones de educación superior: el Casco de Santo Tomás y la Universidad, el movimiento no se frenaba, sino que se agudizaban las contradicciones. En esta situación el Consejo Nacional de Huelga (CNH) lanza toda una campaña de apoyo a Barros Sierra, para que la Junta de Gobierno no aceptara la renuncie de éste.

¿La Cámara de Diputados le exige la renuncia a Barros Sierra?, ¿lo presiona?

 Sí, lo presiona la Cámara de Diputados para que renuncie. Entonces Barros Sierra renuncia con una carta histórica, donde acusa a la Cámara de Diputados de ser “personajes menores” de la alta política mexicana; que en este país todo mundo sabe a quién responden. Fue una denuncia histórica, porque un hombre del sistema político mexicano denunciaba al propio sistema. Fue una denuncia valiente. Barros Sierra lanza su carta, el CNH le pide a la Junta que no acepte la renuncia, y es un triunfo del CNH el que ésta no aceptara la renuncia de Barros, y por lo tanto fue una violenta derrota política de Díaz Ordaz. Lo interesante del asunto es que para el día 1o. de septiembre los militares tienen que desalojar Ciudad Universitaria. Es curioso esto porque a Barros Sierra le piden que venga para que se le entregue la Universidad y él declara que nunca les pidió que entraran y que por lo tanto no tenía por qué venir a recibir la C.U. Más tardó en salir el ejército de C.U. cuando el CNH hace una sesión de inmediato y un mitin impresionante. 

No obstante que yo para esa fecha ya estaba en la cárcel, me enteraba absolutamente de todo. Había compañeros de Ciencias que permanentemente nos iban a ver y nos informaban de todo. Leíamos la prensa. Teníamos tiempo de sobra para leer, no sólo un diario, sino todos los diarios. Puedo decir que casi lo viví, pues al estar dos años y medio en Lecumberri con Gilberto, con Raúl, con toda la grilliza de la época, podrán imaginar que todos los días le dábamos vuelta y vuelta al asunto, conversando sobre tal y cual acontecimiento. Yo creo que me enteré de más cosas estando en Lecumberri que si hubiera estado afuera, porque en la cárcel “hospedado ahí” uno se enteraba de lo que les había sucedido a todos. Si tú estás afuera, te enteras de lo que te sucedía a ti y de lo que le sucede a algunos, pero estando allí te enteras de lo que les sucedió a los de la ESIME, los del Poli, los de Físico Matemáticas, los de las Prepas, etc.

¿Encarcelan entonces a muchos de los dirigentes y la movilización continúa?

 Sí, a mi me agarraron el 28 de agosto con diez compañeros de la Facultad de Ciencias y uno del Poli. De los que me acuerdo son: Juan Estrada, actual profesor del CCH Sur, Javier Raggi, un cuate que dicen “el galán” que se apellida Zúñiga, Takajico Kayashaki; Jean Paul Manuel Signoret y otro apellidado Camarillo.

El movimiento de 1968 luchaba por la libertad de los presos políticos. Nosotros fuimos la segunda generación en caer presos, la primera fue la del 26 del julio; después cayó Eli de Gortari, entre toda la gente que tomaron presa el 18 de septiembre cuando entró el ejército a Ciudad Universitaria.

Lo que es muy lindo de la Facultad es que en todo el período en el que estuvimos en la cárcel, no huno un solo día en que nos dejara de llegar comida. Todos los días nuestra Facultad nos mandaba comida, no para Gilberto y para mi, sino para más de 15 compañeros. Durante 2 años y 6 meses y 3 días en Lecumberri, gracias a la Facultad de Ciencias, no hubo un solo fin de semana que no llegara nuestro dinero que repartíamos a los compañeros más pobres que estaban en nuestra crujía. No hubo un solo día en que no asistieran grupos cada vez más amplios de compañeros a visitarnos, yo quiero concluir diciendo esto: nosotros como representantes de la Facultad de Ciencias, que finalmente quedamos Gilberto y yo en Lecumberri, siempre nos sentimos con todas las espaldas cubiertas y con todas nuestras necesidades cubiertas y no nada más las nuestras sino de otros compañeros pobres o compañeros que sus padres no estaban en el Distrito Federal. Esa es una parte muy bonita de la historia de la Facultad.

En la cárcel también me enteré que se hizo un mitin en Ciudad Universitaria, cuando el ejército desalojó las instalaciones. El Estado nombró una comisión de dos individuos: Andrés Caso y Jorge de la Vega Domínguez, y se pidió al CNH que nombrara una comisión para iniciar el diálogo; pasó el día primero de octubre.

¿Jorge de la Vega, el actual presidente del PRI?

Sí, él fue uno de los enviados. Barros Sierra propuso por cuestiones de garantía y seguridad que la reunión se hiciera en su casa. Andrés Caso tenía confianza en Barros Sierra porque era su amigo, entonces el CNH nombra tres miembros para esa comisión de enlace: Gilberto Guevara Niebla (FC), Luis González de Alba (Filosofía) y Anselmo Muñoz de la ESIME.

Se hizo la reunión —muy rápida— según me contó Gilberto (y me lo contó muchas veces) y me lo dijo Luis González y Anselmo. Ellos llegaron a la casa de Barros Sierra y Jorge de la Vega de inmediato, siguiendo toda una tradición priísta le dijo: “bueno, nosotros aquí somos amigos, venimos para platicar, a ver si nos podemos poner de acuerdo”. Gilberto Le increpó diciéndole: “mire, en primer lugar, no somos amigos, y en segundo lugar no venimos a platicar. O ustedes traen una propuesta concreta de solución al conflicto o aquí se termina la conversación”. De la Vega dijo que no traía ninguna propuesta, a lo que Gilberto contestó: “aquí se rompe la conversación, cuando ustedes traigan una propuesta concreta iniciamos el diálogo”.

Puede extrañar la respuesta tan violenta de Gilberto, pero en realidad habían una larga tradición en el sistema político mexicano de arreglar las cosas en conversaciones de alcoba. En el movimiento de 1968 eso no funcionaba, porque aunque estos tres compañeros lo hubieran aceptado, tenían que ir a discutirlo al CNH. Además, es claro que ninguno de los tres hubiera aceptado nada y la prueba histórica está en cómo Gilberto cortó de tajo la conversación.

Bueno, se regresaron al CNH e informaron. Al otro día estaba citado un mitin en Tlatelolco, el 2 de octubre. Después del mitin, se suponía que iba a haber una marcha de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás para desalojar a los últimos sardos que quedaban. Como el Estado ya había dado, al menos los primeros pasos hacia la posibilidad de resolver el conflicto, entonces el CNH iba a suspender la manifestación, también como muestra de buena voluntad y predisposición para llegar a un acuerdo. Bueno, lo del mitin ya lo saben ustedes; a las 5:30 p.m., había más de 10000 gentes, surge una luz de bengala de un helicóptero, empieza la masacre harto conocida. El CNH es detenido en masa, los líderes más importantes son detenidos y se inicia la debacle del movimiento.

Detienen a más de 10000 gentes en el campo militar, los someten a tormentos muy violentos; simulacros de fusilamiento, simulacros de castración; cosas que a mucha gente le parecen insólitas en un país con la apariencia democrática de México.

Días después de la masacre hay una declaración de Perelló en términos de que el ejército había disparado la primera media hora balas de salva. Independientemente de que sea cierto, lo cual ya era muy grave declararlo en aquel entonces, yo me niego a aceptarlo; además Perelló no estaba allí por principio de cuentas, él estaba en la casa de Andrés Caso, escondido, y no lo digo peyorativamente, pues la cosa estaba bastante grave, pero lo que sí fue poco afortunado es que hiciera la declaración a ocho columnas, aprovechando toda la prensa. Declaró que a las balas de salva, el ejército encontró respuesta a balazos y que entonces el responsable no era el ejército, sino los que respondieron a éste, que eran los estudiantes. Esa es la lógica que conlleva ese tipo de declaraciones irresponsables. Después a espaldas de los estudiantes se declara una “tregua olímpica”, la declaró Perelló prácticamente.

¿En ese momento el movimiento está desorganizado?, ¿el CNH está en la cárcel?

El CNH está en la cárcel. La represión juega su papel político, se dispersa a la gente, se atemoriza. Pero los mecanismos con que a partir del 2 de octubre en adelante el CNH empezó a tomar resoluciones eran totalmente a espaldas de las masas. Eso fue sentando un precedente que más adelante explicaré.

Para la tregua olímpica, el día 4 de noviembre se llama a una mitin en el Parque del Carrillón, en donde se propone también por parte de Perelló el regreso a clases. Se vota, y más de 20000 gentes votan que no; sin embargo, el movimiento iba en total picada. El problema era estar tomando decisiones a espaldas de las masas, que conlleva a que se estén rompiendo, incluso, las condiciones para una retirada organizada. Cuando digo esto me refiero a lo siguiente: los estudiantes en el triunfo o en la derrota debieron haber terminado unidos, porque la unidad y la organización en la retirada es lo que da capacidad de respuesta organizada a futuro. Como estas medidas, no se tomaron, el movimiento levantó le huelga totalmente desorganizado y sin capacidad de respuesta. A esto es a lo que llamo —de alguna manera — una derrota política.

Sin embargo, todo lo sucedido tuvo un costo político muy fuerte para el gobierno. ¿Por qué se decide a hacer una matazón tan tremenda que rompe toda una imagen demagógicamente conservada?, ¿por qué una represión en un lugar que está en el centro de la visión de todo el mundo?, ¿por qué se decide a pagar un costo tan alto?

Ahora que me preguntan eso, tengo aquí en mis manos el original de un libro que en una hora voy a entregar a la editorial. Precisamente en sus últimas páginas de este libro que se llama “Estado y Universidad, 1920-1968”, dice:

“Es claro que el movimiento estudiantil popular de 1968 fue una respuesta de un sector muy importante de la desarticulada sociedad civil mexicana a una crisis de un modelo de hegemonía cuya manifestación más evidente era el uso cada vez más frecuente que el Estado hacía de sus aparatos coercitivos para resolver los conflictos políticos que se presentaban. La lucha de 1968 mostró que el Estado Mexicano había perdido a los sectores medios urbanos como sus tradicionales clases de apoyo, fenómeno éste que se puede observar nítidamente en la revelación de los burócratas que se suscitó en el Zócalo, en el acto de desagravio a la bandera. Esta pérdida de consenso y legitimidad del Estado Mexicano, aunado a la incapacidad de éste para ofrecer condiciones políticas favorables a demandas planteadas desde fuera de su sistema político de dominación por sectores sociales independientes, es lo que explica en parte que la solución estatal al conflicto de 1968 haya sido el terror y la violencia. Un movimiento cuyas demandas no eran propiamente académicas sino que trascendiendo el marco corporativo fue capaz de sintetizar en un pliego petitorio y de articular en torno a él a amplios sectores de la población, cuyas exigencias de un mínimo de democracia para nuestro país, siguen siendo hasta la fecha un reclamo nacional.

”Un movimiento cuyas formas de organización y participación política rompía con todos los vicios tradicionales de un caduco, corrupto y deteriorado sistema político mexicano, no pudo hallar otro desenlace que el de aquella triste tarde del 2 de octubre de 1968, en donde el Estado autoritario impuso sus soluciones.

”Sin embargo, como todas las grandes derrotas históricas, aunque no tuvo la capacidad de reorganización y de respuesta a la violencia estatal, y no obstante que no encontró la forma de darse continuidad orgánica, el movimiento estudiantil popular de 1968, ha dejado una huella imborrable en el desarrollo de la configuración de nuestra nación.”

Ahora bien, como esto es muy largo, les puedo leer algo sobre la importancia que tuvo el movimiento a futuro, que es finalmente lo que me preguntan.

"Prácticamente aterrizando en el aeropuerto “Benito Juárez” después de un autoexilio de 17 años, un conocido ex dirigente estudiantil, Marcelino Perelló declaró a la prensa que el movimiento de 1968 no había creado ideología. Si por ideología entendemos un conjunto de ideas y creencias, representaciones, omisiones, juicios y prejuicios a través de los cuales los hombres adquieren consciencia de sus problemas y los resuelven; el movimiento de 1968 no sólo creó ideología, sino toda una nueva concepción de fondo y sentó las bases para el desarrollo, de amplios sectores de la sociedad, de un largo proceso de reforma intelectual y moral. A partir de l968, el marxismo y sus diversas corrientes pasan a formar parte constitutiva de los currículos universitarios. Cosa que antes no existía ni de relajo. A partir de entonces los jóvenes ya no sólo cuestionan, sino que modifican cada una estructura de valores, incluyendo las más tradicionales y difíciles de cambiar como son las concepciones sobre la vida sexual. A partir de ese histórico año, se produce toda una generación de intelectuales mexicanos que han incidido en diferentes áreas de conocimiento, de manera significativa, planteando nuevos problemas o replanteando viejas temáticas con distintas perspectivas. Así, la obra de Arnaldo Córdova, de José Ma. Calderón, de Juan Felipe Leal, de Salvador Hernández y muchas otros más como Carlos Pereira, Rolando Cordera, Carlos Monsiváis, Héctor Aguilar Camín, Sergio Sermeño y desde luego Pablo González Casanova no pueden desvincularse de aquellos acontecimientos. Tampoco nos explicamos a Elena Poniatowska, Luis González de Alba, José Ma. Pérez Gay, al propio Gilberto Guevara fuera de aquellos trágicos sucesos”.

De esta manera, el 68 ha dejado huella en el arte, en el cine, en la ciencia, en la literatura, en la política. Los cuestionamientos a la Universidad, el surgimiento, la proliferación de nuevos partidos, la permanente búsqueda de nuevas alternativas son una consecuencia directa del movimiento estudiantil popular de 1968, y luego narro una serie de acontecimientos que nos sucedieran en la cárcel.

“Durante el mes de noviembre de 1968, un joven locutor de una conocida estación de radio, dedicaba todas las noches a ‘sus cuatachos, los estudiantes que están presos en Lecumberri, la canción Born Free (Nací Libre)’, y efectivamente las rebeliones estudiantiles de los años 60, la masacre del 10 de junio, los movimientos políticos en la UNAM contra los intentos de modificaciones al Estatuto; los proyectos educativos alternativos en Guerrero, Puebla, Zacatecas y Sinaloa. Las luchas de los estudiantes y profesores de las Universidades de Nayarit. Chihuahua, Baja California, Yucarán, Nuevo León, etc.; así como el autogobierno de Arquitectura, cogobierno de Economía, los Consejos Departamentales en Ciencias, las luchas contra los rechazados; el sindicalismo universitario e incluso la guerrilla urbana, que durante la década de los 70 se desarrolló en varias regiones del país. Todos los movimientos políticos contestatarios, responde, sin lugar a dudas a una permanente búsqueda de democracia y libertad. A pesar de sus limitaciones, aciertos, errores y desviaciones, estos conflictos han incidido en el proceso de conformación nacional; modificaciones al modelo hegemónico tales como apertura democrática y la reforma política no se explican al margen de estas luchas, parecería ser pues que nuestro amigo locutor tenía más visión política que Marcelino”.

Lo que es importante señalar es lo que pasó después del 68. Todo lo que es 69, 70 y parte del 71 son años donde prácticamente ser estudiante era un delito. La forma en que se desarticula el movimiento estudiantil trae como consecuencia dos elementos importantes de destacar: por un lado, la masa aterrorizada y por otra lado, la radicalización de algunas vanguardias, que hacen de los Comités de Lucha su forma de organización, que los legitima a pesar de que no están legitimados por las masas. Entonces ellos acusan a la masa de reformista. Esto es muy delicado, porque de aquí se da un salto al desarrollo de una guerrilla urbana en México. Si se fijan, así como la guerrilla rural está encabezada por puros maestros normalistas: Lucio Cabañas, los Gamiz, Genaro Vázquez (egresado de la Normal Superior), la guerrilla urbana surge después de la violenta represión al Instituto Politécnico Nacional en 1956 y la persecución a los maestros normalistas rurales que encabezaban luchas campesinas. De esta forma los maestros normalistas se suben a la sierra, de la misma forma, si se observa bien, toda la guerrilla urbana que se desarrolla en el D.F., en Monterrey, en Guadalajara, son puros estudiantes y profesores, que asumen la guerrilla como forma de lucha argumentando que con la masacre del 68 y después con la masacre del 10 de junio, las formas legales de lucha estaban cerradas. En realidad es totalmente explicable el surgimiento de la guerrilla, incluso en términos morales es justificable, tal vez en términos políticos podríamos discutir si es o no una línea viable. Aunque yo me niego a discutir las políticas en abstracto; y me niego a discutir un línea política, porque en un país tan heterogéneo como el nuestro, económica y políticamente, formas de lucha que son válidas en Guerrero, no necesariamente son válidas en Jalisco o en el D.F. Pero en lo que quiero centrar la atención es en cómo la historia, incluso la historia de la guerrilla en nuestro país no está desvinculada de la historia de los movimientos estudiantiles. La historia de los movimientos estudiantiles es, en última instancia, donde encontramos la explicación. Cuando hablo de historia del movimiento estudiantil, me refiero a cómo el Estado lo resuelve: con permanentes y violentas represiones.

El movimiento estudiantil, en toda esa época entra en una debate, aparentemente simplista. Por un lado, los que dicen que hay que quitarse la corbata y el saco e irse a la guerrilla, con el argumento de que las formas legales estaban clausuradas. Y por el otro, compañeros de la Facultad de Ciencias, algunos compañeros de Economía y de otras escuelas que pugnaban por crear una organización nacional de estudiantes y sacar adelante un programa de lucha. Cuando nosotros salimos de la cárcel algunos compañeros salen exiliados a Chile. En realidad primero al Perú y después a Chile, y de nuevo la Facultad de Ciencias tuvo un papel histórico: el apoyo permanente en centrar la lucha por la liberación de los presos políticos durante dos años y medio y después, el centrar la lucha en la demanda de los expulsados del país conllevó a que hubiera un auge del movimiento estudiantil. En esta debacle, hubo —como en las crisis— un ciclo largo y una onda corta de auge, pero lo que sí es verdad es que el acto que hicimos cuando Gilberto, Raúl y el Búho regresaron de Chile fue verdaderamente impresionante. Miles y miles de estudiantes y profesores fuimos al aeropuerto a recibirlos y hubo un mitin de bienvenida en el auditorio “Che” Guevara, que bueno, hasta me emociono cuando lo recuerdo. Hubo una reunión de prácticamente todos los compañeros que habíamos participado en el 68; Roberto Escudero regresó de Chile con ellos, él era de Filosofía, sólo que no fue detenido el 2 de octubre, sino meses después salió para Chile exiliado. Cuando Gilberto, el Búho y Raúl llegaron a Chile se lo encontraron allá y anduvieron con él y se lo trajeron de regreso y desde entonces el “Roberto” anda circulando en este país. Pues esa es parte de la historia.

La otra fase es la participación de la Facultad de Ciencias en la expulsión de Castro Bustos y Falcón.

¿Qué fue lo que sucedió en esa lucha?

Cuando González Casanova llegó a la Rectoría —que fue un triunfo del movimiento del 68— por allá por junio o julio de 1972, un policía que se llamaba Castro Bustos y un loco político que se llama Falcón se apoderan de la Rectoría. Es toda una historia que tiene que ver con el deterioro de los comités de lucha y las formas de radicalización de que yo te hablaba. El comité de lucha de Derecho se transforma en un comité de provocadores, en donde andaba Falcón, el “Ferrín”, un traficante de drogas y un conjunto de compañeros que creían que esa era la línea. Nosotros los llamábamos “guerrilleros con autonomía”, porque andaban armados por toda C.U. atemorizando a la gente. Iban a la Facultad de Ciencias a buscarme con metralleta en mano. Hubo una vez una asamblea impresionante en la Faculta de Ciencias, que la pueden narrar Luis de la Peña y Manuel Peimbert. Estaban también allí Miguel Brezeda, Emilio Reza, Roberto Escudero y Ángel Heredia. Llegó el grupo de Falcón, metralleta en mano, cuando estaba yo hablando, y se me pararon a un lado apuntándome. Recuerdo esto muy emocionado porque Luis de la Peña se quitó los lentes y Manuel Peimbert se quito los lentes y el saco, los dos vinieron y se pusieron entre mi y el cañón de la metralleta; cosas lindas de la Facultad que son de mucha solidaridad, que independientemente de discrepancias políticas, en los grandes momentos, la gente de la Facultad tiene claro lo que hay que hacer.

Finalmente, expulsamos a esos vándalos que habían tomado la Rectoría. Cuando esto sucedió, González Casanova tuvo que irse a la Preparatoria 1 a trabajar. La Facultad de Ciencias fue la que encabezó la lucha contra el vandalismo, con apoyo de Economía y de muchas escuelas. Compañeros como Miguel Brezeda y Alejandro Álvarez, entre otros, se concentraban con nosotros en Ciencias. La gente del Partido Comunista no hallaba cómo desligarse de ese grupo vandálico porque miembros del Partido como Pedro del Castillo encabezaban ese grupo que era comandado por Chón Pérez, viejo dirigente del Partido Comunista. Finalmente, empezamos a lanzar una campaña en toda la Universidad para expulsar el porrismo de izquierda de ella, porque ya miembros de un viejo grupo porril, que se llamaba “Pancho Villa”, andaban metidos en el Comité de Derecho. Nosotros habíamos organizado a la Facultad contra los ataques de los porros, reconectando las chicharras y poniendo 50 palos en cada salón. Cuando los porros llegaban, nosotros sonábamos las chicharras y salían 2000 estudiantes de la Facultad con palos; nunca lograron entrar.

Esto es parte del proceso de deterioro de los comités de lucha como formas de organización, que en Ciencias nunca se dio. En esta escuela siempre se buscó que los organismos de dirección política estuvieran respaldados por las bases. El final de estos breves acontecimientos porriles coincide con la huelga del STEUNAM. González Casanova, renunció, pero ello fue posterior a la expulsión de los porros de izquierda de la Universidad; esto último se dio en Ciencias Políticas. Hicimos un mitin en el que habló el viejo Ludlov de Ciencias Químicas y Venadero, un compañero de Políticas al que llegó Falcón a decirle: “el miércoles a las 6 de la tarde vamos a matarte en Ciencias Políticas”. Entonces dijimos “ya basta de discusión política”, llamamos a las masas y los esperamos en el auditorio de Ciencias Políticas en donde se dio un debate. En esa ocasión, yo hablé acusándolos de policías y la mejor demostración fue que Primo F. Flores, secretario particular de Rubén Figueroa acababa de sacar a Castro Bustos a Panamá. Los hicimos añicos políticamente; ellos quisieron hacer uso de la violencia, sólo que en esta ocasión les fue muy mal. Para hablar en plata, les pusimos una madriza de antonomasia y hasta la fecha no han vuelto a resurgir esos grupos en la Universidad.

Como parte de este proceso, la Facultad de Ciencias, llamó a la constitución de Comités de Defensa de la Universidad esencialmente formados por profesores. Estos comités se empiezan a reunir y como resultado de esto surge el Consejo Sindical. Todas las reuniones del Consejo se hacen en la sala de proyecciones de la Faculta de Ciencias y de ese Consejo surge el SPAUNAM, en donde la Facultad jugó un papel importante.

Ya para terminar, en agosto de 1973 la policía entró a buscar porros en la Universidad, convocada por Soberón. Fue el primer Rector que en 400 años de historia de la Universidad llamó a la policía. A los que detienen no son a los porros, sino a Hugo Gutiérrez Vega, Manuel Márquez y a Gerardo Estrada. Entonces, viene la protesta de nuevo y esto coincide con el cambio de director de la Faculta de Ciencias. Nosotros establecimos un procedimiento democrático en el que tres candidatos se presentaban en una Asamblea General y se comprometían a llevar a cabo un proyecto de transformación de la Facultad. Participó el maestro Cifuentes, Vinicio Serment y otro, Los tres firmaron el documento ante la Asamblea que presentamos los estudiantes. Se da así origen a los Consejos Departamentales, que son la forma actual de gobierno. Es nombrado director el maestro Cifuentes. A partir de ese momento yo dejé de hacer política estudiantil para hacer política sindical.

La historia de la Facultad de Ciencias es muy linda, de mucha combatividad, unidad y claridad, y estoy totalmente convencido de que en los sucesos que se avecinan una vez jugará un papel histórico.

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Salvador Martínez Della Roca
Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México.
     
 
     

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