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Tolerancia y prohibición. Aproximaciones a la historia social y cultural de las drogas en México 1840-1940.
122B01   
 
 
 
Ricardo Pérez Montfort.
Penguin Random House
México. 2016.
 
                     
Los estudios realizados hasta hoy en México sobre
el uso y el abuso de las drogas se han preocupado escasamente por su devenir histórico de media o larga duración (el término droga se utiliza con las misma implicaciones que hoy podría tener en la conciencia un ciudadano medio, esto es, “sustancias consideradas ilícitas que alteran la conciencia, y producen una conducta anormal del individuo que las consume”. Es cierto que se trata de una definición con muchas limitantes, pero sirve para designar de manera genérica al inmenso mundo químico, vegetal y cultural que comprende el uso de esas mismas sustancias). Si bien en épocas recientes los trabajos sobre el narcotráfico, el consumo y la distribución de sustancias ilegales, sus vínculos con expresiones artísticas o literarias, así como su relación con la inseguridad y la violencia contemporáneas, han aumentado exponencialmente, pocos se han sumergido en el pasado para tratar de entender el proceso a través del cual se ha llegado hasta la situación que priva hoy día. Desde diversas ópticas, principalmente periodísticas y jurídicas, el tema ha ocupado discusiones, polémicas y políticas estatales de gran envergadura y su preeminencia en materia de seguridad nacional y de programas de gobierno, educación y salud es indiscutible. También es cierto que en diversos estudios de historia de la ciencia y la medicina mexicanas las referencias a las sustancias tóxicas y a las mismas drogas han empezado a aparecer, aunque sea sólo tangencialmente. Lo mismo ha sucedido con las importantes aportaciones que se han hecho a la historia mexicana de los siglos xix y xx desde la temática específica de la criminalidad, la subversión y las resistencias sociales. Sin embargo, todavía son contados los estudios mexicanos asociados con la historia particular de las drogas y su relación con los procesos sociales, políticos y económicos a través del tiempo. Los más se concentran en los espacios de la etnohistoria, la antropología y la arqueología; algunos se refieren al pasado colonial y varios, tal vez los menos, a su desarrollo, expansión y difusión en el siglo xix y principios del xx.
 
Hasta hace algunos años la mayoría de los estudios sobre sustancias alucinógenas o narcóticos en México se acercaban al tema desde una perspectiva que acusaba una clara posición de intolerancia. En el reducido mundo académico, entre las ciencias penales y médicas, pero sobre todo en los espacios de los medios de comunicación masiva, las drogas se contemplan y se debaten hasta hoy principalmente a partir de una posición abiertamente prohibicionista. Aunque es justo reconocer que algunos especialistas han seguido sus pesquisas sin ese prejuicio, no cabe duda que el consumo de narcóticos, enteógenos, o simples alteradores de la conciencia han recibido una extensa reprobación a lo largo, por lo menos, de las últimas cuatro generaciones de mexicanos.
 
Así, la conciencia social que ha privado en este país sobre las drogas, como en gran parte del resto del mundo, se ha visto permeada por una condena constante, extendida no sólo a su comercio y a su distribución ilícita, sino a su uso cotidiano, ya sea terapéutico o ritual, y no se diga en su dimensión recreacional. Al abordar el tema, tanto desde puntos de vista médicos y científicos como antropológicos, farmacéuticos o judiciales, pocos pretenden conocer dicho fenómeno sin expresar su rechazo de entrada. Por eso, acercarse al tema históricamente y con cierta pretensión de objetividad parece difícil. Por un lado, todavía algunas autoridades de los acervos históricos consideran que los asuntos relacionados con las drogas son de consulta restringida, y por otro, los mismo documentos que se refieren a dichas sustancias de manera directa y clara tienden a condenarlas o incluso a criminalizarlas.
 
De esta manera, un halo de prejuicios y posiciones de censura preestablecidas se mantiene a la hora de abordar el tema, aun cuando es ampliamente reconocido que se trata de un fenómeno que invade las cotidianidades antiguas y contemporáneas, que surge a la menor provocación y sobre el cual todo mundo parece tener una opinión. Hasta hace muy poco tiempo mostrar interés por las drogas y su devenir histórico seguía generando cierta sospecha tanto en círculos académicos como en medios periodísticos. No se diga entre quienes se preocupan por fenómenos educativos o de política oficial relacionados con su producción o su consumo. Rara vez se admitían medias tintas: se estaba en contra de la incorporación de las drogas a la vida diaria de manera contundente y seria —“di no a las drogas”— o se estaba a favor —“vive con drogas”—. Esta última posición producía inmediatamente un clima de sospecha, pues se pensaba que quien lo promovía era un asiduo consumidor, un narco, un legalizador o un “adicto”. Independientemente de lo anterior, lo cierto era que una mueca de complicidad o una sonrisa de desconfianza solían acompañar los intentos de discusión y análisis relacionados con las drogas.
 
Pero es justo decir que ante las dimensiones de la problemática actual del narcotráfico y sus consecuencias, esta actitud se ha estado modificando, y no son pocos los intelectuales, los artistas y los estudiosos que, al margen de las tendencias conservadoras que privan en los diversos medios políticos y sociales mexicanos, se han acercado a repensar el asunto y han modificado sus posiciones.
 
Hay que insistir, sin embargo, que poco se sabe sobre las características históricas de esa actitud social de rechazo generalizado. Una visión a través del tiempo, sobre todo de los siglos xix y xx, acerca de las relaciones que existen entre la sociedad mexicana y las drogas, con miras menos presentistas y preconcebidas, apenas se apunta en el repertorio de las ciencias sociales de este país.
 
Desde finales del siglo xix y las primeras décadas del xx, el afán prohibicionista extendió sus áreas de influencia en la sociedad mexicana, logrando un amplio consenso. Aunque el asunto se ventiló poco a poco, puede afirmarse que la intolerancia se fue imponiendo con puntual resolución hasta convertirse en una posición claramente definida en lo que suele llamarse “la representación social mexicana”, es decir, en la conjunción de la opinión pública y la visión oficial.
 
La historia de los procesos que determinaron su ilegalidad y la consolidación de la condena social generalizada hacia las drogas en México no han interesado excesivamente a los especialistas mexicanos. Hasta hace poco la mayoría de los trabajos realizados en este país remitía a estudios foráneos, lo cual muestra un evidente vacío en la investigación de primera mano.
 
En este sentido, los enfoques de los escasos estudios históricos y etnobotánicos sobre estas sustancias en el territorio mexicano parecen dirigidos particularmente a un reducido círculo de penalistas, antropólogos, psicólogos, psiquiatras, historiadores de las mentalidades y, quizá, a ciertos farmacólogos o médicos humanistas. Todavía es difícil observar una clara diferencia entre la conciencia académica o especializada sobre el tema y la imagen que de las drogas se ha construido para el consumo de las mayorías. Aquí, como en muchos otros países del mundo, se repite constantemente el esquema prohibicionista; se insiste en que se trata de un tema por lo menos complicado y en el que no parece haber acuerdos puntuales.
 
En una región como ha sido México hasta hoy, productora, consumidora y comercializadora de infinidad de productos naturales cuya ingestión conduce a estados de bienestar, inconsciencia o alucinación, parece necesario el estudio de las muchas historias que acompañan o han acompañado el uso y el abuso de sus derivaciones terapéuticas y recreativas. Independientemente de si estas sustancias son inocuas o si producen un hábito o una adicción, su uso, su cultivo y su circulación han estado presentes a lo largo de gran parte de la historia antigua y contemporánea de este país. Explicar el papel que han desempeñado tanto la sociedad mexicana como sus gobiernos en la restricción de la producción y el consumo de drogas, dando cuenta del complicado proceso que permitió la construcción de un código de salud “moderno” y su implantación más o menos generalizada, puede resultar importante para comprender su situación actual.
 
La elaboración de ese código de salud, acorde con sus tiempos y sus contextos, lógicamente se emparentó con múltiples posiciones morales y filosóficas, políticas y económicas, y en su paso por el tiempo llegó a formularse con varios enfoques y formas de expresión. Naturalmente estas posiciones estuvieron sujetas a las transformaciones más relevantes del país. Así, el estudio histórico de la relación entre la sociedad y estas sustancias también podría mostrar las variaciones sufridas en la noción “moderna” de la salud pública en la sociedad mexicana y su vínculo con las drogas. Desde sus primeras apariciones —fuera del ambiente de los rituales, las iglesias y los hospitales— en el México de la segunda mitad del siglo xix, hasta el arribo de las ideas prohibicionistas que se mantienen vigentes hasta la actualidad, el tema merece un acercamiento más cuidadoso y sin mayores prejuicios.
 
     
(Fragmentos de la Introducción)
     
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Ricardo Pérez Montfort      
_________________________________________________      
 
cómo citar este artículo

Pérez Montfort, Ricardo. 2017. Tolerancia y prohibición. Aproximaciones a la historia social y cultural de las drogas en México. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 148-150. [En línea].
     

 

 

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Marihuana y salud
122B11   
 
 
 
Coord. Juan Ramón de la Fuente.
Fondo de Cultura Económica. México, 2015.
 
                     
Durante los primeros meses de 2013, la Academia
Nacional de Medicina y la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Seminario de Estudios sobre la Globalidad, decidieron emprender una revisión sistemática sobre un tema tan complejo como controvertido: la relación que existe entre la marihuana y la salud.
 
A lo largo de veinte meses, el seminario organizó numerosas reuniones de trabajo, simposios, coloquios, discusiones con expertos nacionales e internacionales, y sus integrantes participaron en diversos foros y reuniones de carácter científico y social. Simultáneamente, se inició una revisión cuidadosa de la literatura, se discutió con rigor la naturaleza y la trascendencia de múltiples publicaciones y se definieron los temas que deberían formar parte del documento que, a manera de informe, pudiera presentarse ante la comunidad médica y los sectores sociales interesados en el mismo, para su análisis y difusión.
 
Después de someter a un escrutinio exhaustivo los variados textos que fueron surgiendo, como resultado de cada uno de los temas que se habían analizado y discutido a profundidad, se pensó en la posibilidad de que dicha información se presentara de manera didáctica, de tal suerte que los interesados pudieran tener una visión de conjunto que incluyera desde los aspectos más básicos (referentes a los conceptos celulares y farmacológicos), hasta sus implicaciones culturales, sociales y legales, sin perder su objetivo central: los aspectos clínicos en su dimensión biológica, psicológica y antropológica con un enfoque preventivo, diagnóstico y terapéutico.
 
Cannabis sativa es el nombre de una planta milenaria, cuyo consumo humano en diversas modalidades y con propósitos disímbolos ha llamado poderosamente la atención a lo largo de los años. Usada con fines rituales, recreativos o medicinales, ha sido lo mismo sacralizada que criminalizada y, en los últimos años, se ha convertido también en motivo de numerosas investigaciones que han ido descubriendo, de manera paulatina, los secretos que subyacen en esta planta que contiene decenas de sustancias químicamente activas, capaces de interactuar con muy diversas estructuras moleculares de distintos aparatos y sistemas del organismo.
 
La magnitud, las tendencias y los factores asociados al consumo de marihuana tanto en México como en el mundo deben conocerse con objetividad, analizarse con rigor y asumirse como verdades transitorias, porque muy probablemente seguirán evolucionando en un sentido o en otro durante los próximos años. Los efectos de su consumo son múltiples; por supuesto que algunos pueden ser nocivos, sin embargo, cada vez hay menos dudas de que, en determinadas circunstancias, las sustancias conocidas genéricamente como cannabinoides pueden ser también potencialmente benéficas.
 
En todo caso, la perspectiva científica (que ha inspirado el trabajo del grupo del seminario y es la que deseamos transmitir a través de estas páginas) nos ha permitido aproximarnos a los aspectos fundamentales del fenómeno con objetividad, sin prejuicios, con el propósito de entender y no con el afán de juzgar, los aspectos socioculturales de un fenómeno de tal complejidad.
 
Así como las ciencias básicas son fundamentales para conocer la Cannabis y sus efectos en el organismo, las ciencias sociales nos permiten dimensionar las consecuencias de su consumo en el contexto del individuo y su comunidad; es decir, de la persona y de la interacción de ésta con su sociedad, bajo patrones culturales diversos. Y puesto que se trata de un proceso complejo (que puede llegar a ser patológico en algunos caos, pero no en todos), tanto la información como la educación, así como la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación, se convierten en fundamentos necesarios para la aproximación sensible y rigurosa que el tema demanda.
 
Los resultados de los trabajos del seminario se han expresado en distintas formas. Las discusiones académicas tanto nacionales como internacionales que hemos promovido, y en las que hemos participado activamente, han tenido un impacto favorable en la opinión pública, toda vez que en sectores crecientes de la población se ha diseminado información más objetiva y veraz. En el ámbito científico, el dinamismo de la investigación y la demanda por conocer mejor sus hallazgos y aprender a interpretarlos con un enfoque multidisciplinario e integral nos llevó a organizar un diplomado en la Facultad de Medicina de la unam, el primero en su género, que ha tenido, por cierto, una respuesta muy estimulante no sólo de parte de los estudiantes, sino también de los profesores.
 
Este volumen rebasó nuestras propias expectativas al convertirse cada vez más en una monografía que refleja el “estado del arte” de un tópico que es de interés para la ciencia y para la medicina, pero también para la sociedad. Imposible habría resultado no haber seguido adelante. Lo que se pensó en un principio como un “reporte técnico” adquirió, de manera progresiva, una fisonomía diferente.
 
Por ser un tema de actualidad y que seguramente permanecerá en la agenda pública durante buen tiempo, confiamos en que este volumen contribuya a entender mejor la fascinante interacción entre el ser humano y la naturaleza; entre la marihuana y la salud; entre su consumo recreativo y la adicción; entre su consumo ocasional, el abuso patológico y su uso potencialmente terapéutico.
 
Marihuana y salud: de la molécula al entorno social. ¿Qué nos dicen al respecto las ciencias biomédicas y las ciencias sociales? ¿Qué sabemos desde el punto de vista clínico? ¿Hasta qué grado estamos frente a una sustancia medicinal o frente a una droga de abuso?
 
Algunas respuestas a estas y otras preguntas podrán encontrarse en los diversos capítulos de este volumen que forzosamente deberá actualizarse de manera continua en los próximos años.

     
(Fragmentos de la Introducción)
     
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Juan Ramón de la Fuente
     
_________________________________________________      
 
cómo citar este artículo

De la Fuente, Juan Ramón (Coordinador). 2017. Marihuana y salud. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 146-147. [En línea].
     

 

 

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La violencia en México
por la guerra contra
las drogas
122B10  
 
 
 
Las Comisiones The Lancet
 
                     
La fatídica decisión tomada por el gobierno de Felipe
Calderón en México, en 2006, de emplear a los militares en áreas civiles a fin de combatir a los narcotraficantes, desembocó en una epidemia de violencia en muchas partes del país que, además, se extendió hacia América Central. El incremento de los homicidios en México desde 2006 no tiene precedente en un país que no se encuentra formalmente en guerra; y ha sido tan grande en algunas partes del país, que ha contribuido a la reducción de la expectativa de vida del país. Otros análisis muestran que en el periodo que va de 2008 a 2010, en el estado de Chihuahua —uno de los estados más seriamente afectados por la violencia por drogas— disminuyó en cinco años la expectativa de vida de los hombres. En julio de 2015 el gobierno mexicano reportó que, de 2007 a 2014, hubieron 163 345 homicidios en el país, con un crecimiento sustancial después de 2006. La figura 1 muestra un análisis de punto de inflexión efectuado por esta Comisión con datos gubernamentales. En ella se observa que el incremento en los homicidios después de 2006 es altamente significativo y notable, especialmente después de una baja constante en la tasa de homicidios a lo largo de varios años. Ningún otro país de América Latina —y muy pocos en el mundo— ha tenido un incremento tan rápido en la mortalidad en tan corto tiempo.


figura01 122B10
Figura 1. Número de homicidios en México de 1990 a 2013.
Fuente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

No todo este aumento en los homicidios se puede atribuir a la violencia ligada a las drogas, pero gran parte sí. Una estimación indica que las muertes relacionadas con la guerra a las drogas hizo crecer la tasa nacional de homicidios hasta 11 personas por cada 10 000 habitantes, lo que resulta en una tasa de más de 80 personas por cada 10 000 habitantes en las localidades más afectadas. 11 personas por cada 10 000 habitantes es 2.5 veces la tasa total de homicidios que tuvo los Estados Unidos en 2014. Otros observadores sugieren que la contribución de la guerra contra las drogas es fácilmente cuantificable debido a que los homicidios perpetrados por los grupos criminales ligados a las drogas tienen rasgos tangibles como el uso de ciertas armas, la tortura, la decapitación y otras formas de desmembramiento, la ejecución en grupo y los entierros en fosas clandestinas. A pesar de que los homicidios han disminuido un poco desde 2012, varios autores estiman que los homicidios perpetrados por el crimen organizado siguieron incrementando hasta 2014.
 

Cifras de la Procuraduría General de la República 2016
Del 1 de septiembre de 2015 al 31 de julio de 2016, se lograron los siguientes resultados en el marco de los operativos coordinados por las instituciones y dependencias involucradas en el esfuerzo nacional contra el narcotráfico:

Erradicación de plantíos de drogas. Se destruyeron 43161 plantíos de marihuana, equivalentes a 5452.5 hectáreas, así como 187 484 de amapola con una extensión de 236711.8 hectáreas.

Volumen de drogas ilícitas aseguradas. Se aseguraron 6.05 toneladas de cocaína, 1085.5 toneladas de marihuana (13.6% más respecto a lo reportado de septiembre de 2014 a julio de 2015), 782.9 kilogramos de goma de opio y 309 kilogramos de heroína.

Aseguramiento de drogas sintéticas y precursores químicos. Se decomisaron 29.3 toneladas, 8963 litros y 3198 unidades de metanfetamina.

Número de personas detenidas. Hubo 19069 detenidos por delitos contra la salud y conexos, registrados en el Sistema Estadístico Uniforme para el Análisis de la Delincuencia, asegurados en el territorio nacional.
Aseguramiento de vehículos, aeronaves, embarcaciones, armas, y laboratorios clandestinos. Se incautaron 11124 vehículos terrestres, 34 aéreos y 45 marítimos; 2896 armas cortas, 3 086 armas largas, fueron desmantelados 156 laboratorios, y 22 pistas clandestinas destruidas.

Número de dosis y valor en el mercado del narcotráfico de drogas ilícitas aseguradas. En total se aseguraron más de 4110 millones de dosis, cuyo valor aproximado de mercado es de 1880 millones de dólares. El aseguramiento de marihuana fue de 3635 millones de dosis, que equivalen a 581 millones de dólares y en lo que corresponde a heroína fueron 455 millones de dosis, que equivalen a más de 797 millones de dólares.

Puestos Militares de Seguridad Estratégicos. Con estos se lograron 50 aseguramientos de marihuana, 43 de metanfetamina, 18 de cocaína, 10 de heroína y 19 de numerario. En estos operativos, se aseguraron 86322.615 kilogramos de marihuana, 1129.523 kilogramos de cocaína, 88.884 kilogramos de heroína, 5061.430 kilogramos de metanfetamina y 5988399 de pesos.

La violencia relacionada con las drogas en México no se limita a los asesinatos y otros incidentes de armas en la calle. Esta Comisión notó que existe una violencia ejercida por sectores del Estado en el trato a las personas encarceladas por crímenes relacionados con drogas. Nosotros hicimos análisis con una muestra al azar de gente que estuvo en prisión por crímenes de droga (n=479) en México de 2002 a 2012 —esto es, antes y después de la campaña militar contra las drogas— en ocho presidios federales. Cerca de la mitad de los detenidos (n=241) reportaron haber sido golpeados o torturados en algún momento de su encarcelamiento. Para estos 241 detenidos, sufrir un acto de tortura era 1.57 veces más probable después de la guerra contra las drogas que antes (p=0.0001). Ser interrogado por militares en prisión era también más probable después de que los militares fueron involucrados en la guerra contra las drogas (p<0.0001). Los interrogatorios efectuados por los militares, a su vez, fueron significativamente asociados con reportes de tortura o abusos.


Cifras de la Comisión Mexicana y Promoción de los Derechos Humanos 2015
Militarización de la seguridad pública. Hasta enero de 2015, en el sexenio del presidente Peña Nieto, se han registrado 12840 civiles detenidos por la Secretaría de la Defensa Nacional. Por su parte, se han registrado 6254 personas civiles detenidas por parte de la Secretaría de Marina del 2006 al 2014; institución que ha realizado 1770 operativos conjuntos con otras instituciones estatales, municipales y federales tan sólo del 2012 al 2014.

Ejecuciones extrajudiciales. Desde la guerra contra el narcotráfico se rompió una tendencia de casi veinte años en la que la tasa nacional de homicidios había disminuido sistemáticamente cada año, alcanzando un mínimo histórico de 9 homicidios por cada 100000 habitantes en 2007. En 2011 la tasa de homicidios se disparó a 24 por cada 100000 habitantes. Según los registros del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, entre 2007 y 2011 se reportaron 95646 homicidios, un promedio de más de 50 personas por día. Durante la administración de Felipe Calderón (20062012) se registraron 102696 homicidios dolosos, de los cuales 70000 fueron relacionados con la guerra contra el narcotráfico. Desde el año 2008 la principal causa de muerte entre jóvenes en México es el homicidio.

Desaparición forzada. Hay una falta de precisión y concordancia en las cifras de personas desparecidas en el país. En mayo de 2014, el Secretario de Gobernación informó que del año 2006 a 2012, 27000 personas habían sido reportadas como desaparecidas. Posteriormente, en agosto de ese mismo año la Procuraduría General de la República proporcionó una cifra oficial de 22322 personas “no localizadas”. Por su parte, el Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, informó que dicha institución tenía registro de 24 800 personas desaparecidas “que no habían encontrado en las autoridades del Estado mexicano una respuesta eficaz en su búsqueda y localización”. El Registro Nacional de Personas Desaparecidas o Extraviadas arroja la cifra de 22322 personas “no localizadas” al 31 de julio de 2014. La inconsistencia en las cifras, refleja una falta de metodología rigurosa y confiable que permita atender el panorama real de la desaparición forzada en México.

Tortura. En el marco de la guerra contra el narcotráfico, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos registró un aumento de quejas por tortura y malos tratos desde 2007 y reportó un máximo de 2020 quejas en 2011 y 2113 en 2012, comparadas con un promedio de 320 quejas en los seis años anteriores a 2007. Entre diciembre de 2012 y julio de 2014, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos recibió 1148 quejas por violaciones atribuibles sólo a las fuerzas armadas por tortura. Por otro lado, la Procuraduría General de la República recibió más de 4000 denuncias por tortura en el periodo de 2006 a 2014, de las cuales inició 1005 investigaciones. No obstante, se han consignado 11 casos. El Gobierno informó que de sólo 5 sentencias condenatorias de tortura entre 2005 y 2013, 2 han quedado firmes.

Desplazamiento interno forzado. Entre los años 2011 y 2015 (febrero), 281418 personas se han desplazado de manera forzada en diversos estados de la República Mexicana como consecuencia de la violencia.

Mediante análisis multivariantes que incluyen sexo, número de veces interrogado y localidad geográfica, las personas detenidas después de 2006 tenían 3.63 más de probabilidades de ser interrogadas por militares mientras se encontraban detenidas que aquellos detenidos antes de 2006 (p<0.0001). Como lo ha señalado Madrazo, una consecuencia negativa de la guerra contra la drogas en México es que el Gobierno se ha otorgado poderes especiales que minan principios fundamentales de la Constitución del país y de sus responsabilidades en la preservación de los derechos humanos.
 
Los costos, incluyendo los de salud, por la violencia hacia los ciudadanos son vastos y profundos. El estilo de ejecución de los asesinatos pretende aterrorizar a la población. Vivir bajo el terror de la extrema violencia constituye una disrupción en el funcionamiento normal de los servicios sociales y de salud, de educación y la participación cívica. La penetración de las organizaciones de narcotraficantes en todos los ámbitos de la sociedad en México, Colombia y varios países de América Central puede corromper todo, desde las elecciones y los servicios locales hasta los equipos de futbol y otras formas de entretenimiento.
 
     
Referencias bibliográficas

Canudas Romo, Vladimir, Víctor M. García Guerrero y Carlos J. Echarri-Cánovas. 2015. “The stagnation of the Mexican male life expectancy in the first decade of the 21st century: the impact of homicides and diabetes mellitus”, en Journal Epidemiol Community Healt, núm. 69, pp. 28–34.
Espinosa, Valeria y Donald B. Rubin. 2015. “Did the military interventions in the Mexican drug war increase violence?”, en The American Statistician, núm. 69, pp. 17–27.
González Pérez, Guillermo J., María G. Vega López y Carlos E. Cabrera Pivaral. 2012. “Impact of homicide on male life expectancy in Mexico”, en Revista Panamericana de Salud Pública, núm. 32, vol. 5, pp. 335–342.
Heinle, Kimberly, Cory Molzahn y David A. Shirk. 2015. Drug violence in Mexico: data analysis through 2014. Universidad de San Diego, San Diego.
Kim, H. J. et al. 2000. “Permutation tests for joinpoint regression with applications to cancer rates”, en Stat Med, núm. 19, vol. 3, pp. 335–351.
Madrazo Lajous, Alejandro. 2014. “The constitutional costs of the ‘War on Drugs’”, en Ending the Drug wars: report of the LSE Expert Group on the Economics of Drug Policy, Collins, J. (Ed.). London School of Economics, Londres. Pp. 55–60.
Mejia, Daniel y Pascual Restrepo. 2014. “Why is strict prohibition collapsing?”, en Ending the Drug wars: report of the LSE Expert Group on the Economics of Drug Policy, Collins, J. (Ed.). London School of Economics, Londres. 26–32.
Pérez Correa, C. y E. Azeola (Coords.). 2012. Resultados de la primera encuesta realizada en los Centros Federales de Readaptación Social. cide, México. 


En la red

goo.gl/Yxbor3
www.inegi.org.mx
goo.gl/WMEfL9
goo.gl/smwyxq
     

Nota


Este texto forma parte del reporte “Public health and international drug policy”, publicado en The Lancet en línea el 24 de marzo de 2016.
 
     
_______________________________________________      
Las Comisiones The Lancet
Los nombres de los integrantes de las comisiones se pueden ver en los créditos del artículo "La salud pública y la política internacional sobre drogas", Ciencias núm. 122-123.

Traducción
César Carrillo Trueba
     
_________________________________________________      
 
cómo citar este artículo

Las Comisiones The Lancet. (Traducción César Carrillo Trueba). 2017. La violencia en México por la guerra contra las drogas. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 128-133. [En línea].
     

 

 

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Latinoamericano marihuano
motivo para extradición
122B09   
 
 
 
César Carrillo Trueba
 
                     
La imagen del latinoamericano marihuano,
del mexicano marihuano en especial, aparece en la escena estadounidense como parte de una ofensiva de sujeción de la población de habla hispana, que crecía cada vez más en varias ciudades de los Estados Unidos exigiendo sus derechos ciudadanos. Por compartir frontera y a causa del furor que causaban allá las variedades de marihuana crecidas aquí, el mexicano fue durante largo tiempo el prototipo del latino marihuano.

Crear una imagen deforme de los vecinos del sur siempre ha servido a los intereses geopolíticos, intervencionistas, de Estados Unidos, desde la Doctrina Monroe, cuando dicha nación, que se consideraba de raza blanca, caucásica, se adjudicó como misión el dominar esta región habitada por pueblos formados por “razas inferiores”.

En la segunda mitad del siglo xx, Colombia vino a reemplazar a México; ser colombiano se volvió equivalente a ser narcotraficante, sospechoso, una amenaza que era preciso neutralizar a como diera lugar, incluso adentrándose en su territorio. Extraditar colombianos marihuanos era, como se aprecia en las fotos encontradas por Andrés Orjuela que aquí presentamos, lo normal para enfrentar tan terrible peligro. Colombia vivió décadas de violencia incontrolada, tal y como lo vivimos ahora en México. La paz parece llegar al fin a esas hermosas tierras, dejando atrás tiempos de angustiante oscuridad. ¿Y nosotros?, ¿lo lograremos también?

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca será un gran obstáculo para ello, uno más en la larga lista de los que se interponen día a día en cada región en donde la violencia se ha vuelto cotidiana, común, natural. Nuevamente reaparece en el imaginario estadounidense el mexicano marihuano, narcotraficante, violento, indeseable. Hay que combatirlos, dice el nuevo presidente, atajarlos con gran muro.

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Ajeno a ello, de manera inexplicable, el gobierno mexicano entrega al Chapo Guzmán justo un día antes de la investidura de Trump, adelantándose como lo hicieron al invitarlo cuando era candidato y recibirlo cual presidente. Su recibimiento aquí y la extradición del Chapo son imágenes que refuerzan a quien se ha encargado de crear un clima de odio hacia los mexicanos en Estados Unidos. La del Chapo extraditado da razón a Trump; es una imagen que se erige en prueba de que los mexicanos, como lo ha repetido una y otra vez, son un peligro para los Estados Unidos. Es un apoyo para la campaña de extradición que el nuevo presidente ha venido anunciando con la boca espumeante de odio.
     
_______________________________________________      
César Carrillo Trueba
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México
     
_________________________________________________      
 
cómo citar este artículo

Carrillo Trueba, César. 2017. Latinoamericano marihuano, motivo para extradición. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 118-121. [En línea].
     

 

 

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Para discutir sobre drogas
122B08  
 
 
 
Itzel Avila
 
                     

     
En el caso de las discusiones acerca las drogas se
involucran diversos puntos de vista, pasiones, filias y fobias que complican el entendimiento del panorama actual respecto a estas sustancias. Las últimas décadas han sido testigo de acalorados debates, legislaciones y políticas públicas a nivel internacional sobre el uso de las drogas, sin embargo, en muchas ocasiones pareciera que se presencian diálogos de sordos, colocados en diversos niveles de interés y posturas pero sin sustrato común, especialmente conceptual, del cual partir para una mejor comprensión del fenómeno actual.
 
Se presenta así la necesidad de encontrar puntos en común que partan de consideraciones básicas, que permitan desapasionar las posturas dentro de este tema para poder emprender discusiones y en todo caso acciones. Para ello resulta sumamente pertinente y atinado el trabajo de Antonio Escohotado, filósofo español, quien ha dedicado una parte importante de su trabajo a abonar a la conceptualización de las drogas a partir de abrir camino para formarse conceptos en lugar de dogmas o mitos, para lo cual propone atender a la génesis de las sustancias psicoactivas, a la historicidad de lo que llama “ebriedad” y a su conexión con el contexto actual.
 
Historia de las drogas I.
Antonio Ecohotado.
Alianza editorial, Madrid. 1996

Historia de las drogas II.
Antonio Ecohotado.
Alianza editorial, Madrid. 1997.

Aprendiendo de las drogas.
Usos y abusos, prejuicios y desafíos.

Antonio Escohotado.
Anagrama, Barcelona. 1998.

La cuestión del cáñamo. Una propuesta
constructiva sobre hachís y marihuana.

Antonio Escohotado.
Anagrama, Barcelona. 1997.


En sus libros Historia de las drogas I y II, que se pueden considerar obras de referencia casi obligada sobre el tema, el autor se adentra en la historia y la fenomenología de las drogas con una visión novedosa y crítica. Si bien la literatura en torno a las drogas es muy amplia, Escohotado se propone sentar bases y elementos para contribuir a la desfanatización de la toma de posturas con una actitud sistemática y científica, en la cual se deslinden “experiencia y prejuicio, dato cierto y suposición” y que sea documentada para permitir así la reflexión crítica con algún conocimiento de causa.
 
Destaca la propuesta del autor de apelar a la historia de las drogas para comprender cómo es que nuestra civilización se ve sumamente afectada por plantas cuya existencia es tan remota, siendo que estas mismas han sido utilizadas por las grandes culturas a lo largo del tiempo. Considera que las drogas han ido determinando una gran variedad de comportamientos, concepciones e incluso instituciones, por lo cual la historia particular de la ebriedad constituye una parte fundamental de la historia de la humanidad que muy poco se ha atendido.
 
Pasa revista Escohotado en esta obra a milenios de uso festivo, terapéutico y sacramental de las drogas, desde las antiguas civilizaciones, la época de los monoteísmos (principalmente del cristianismo y del islam), para continuar con el paso a la modernidad y de los estados teocráticos a los de bienestar, y termina el repaso con la consideración de que “los vehículos de la ebriedad se convirtieron en una destacada empresa científica”, lo que llama una “cruzada farmacológica”. Esta visión histórica de génesis y desarrollo de la ebriedad obedece a la búsqueda de bases sólidas para abordar y comprender el “cuadro actual de dramática realidad”.
 
Hoy en día, señala el autor, enfrentamos tasas nunca antes vistas de “envenedados por adulterantes”, nuevas drogas, cantidades enormes de detenidos, encarcelados y ejecutados cada año, especialmente a partir de la “cruzada farmacológica”, es decir, de la “guerra contra las drogas”. Esta cruzada se emprende con el criterio de que cualquier sustancia psicotrópica lesiona al usuario y a la sociedad, por lo que habría que proteger al individuo de su consumo, protegerlo de sí mismo.
 
Finaliza el autor su Historia de las drogas con una revisión de casi un centenar de sustancias psicoactivas (crack, opio, bebidas alcohólicas, tranquilizantes, lsd, heroína, éxtasis, cocaína, marihuana, café, somníferos, etcétera), de las cuales sopesa tres elementos: margen de seguridad, coste psicofísico y tolerancia, ya que valora que son la parte material o cuantificable de su efecto. Dicha revisión de sustancias obedece a un esfuerzo por examinar conceptos y modalidades de uso, pues aunque son sustancias determinadas, las pautas de su administración dependen de cómo son vistas en cada tiempo y agrega que las condiciones de acceso a su consumo son al menos tan decisivas como lo consumido.
 
Este libro, y las intenciones del autor, se complementan con su texto La cuestión del cáñamo cuya finalidad es replantear las relaciones que se mantienen desde hace décadas con algunos derivados del cáñamo, cabe aquí recalcar que habla desde el contexto y la experiencia de España pero con pretensiones más globales. Para ello revisa las condiciones en países como Holanda, Estados Unidos y Marruecos, para luego pasar a sus consideraciones y propuestas de viabilidad de algunas medidas para el caso específico español. Finaliza con tres apéndices, uno jurídico, otros histórico en el que apunta una breve historia del cáñamo como droga desde las primeras noticias hasta la década de los sesentas y un tercero en el que describe someramente algunas técnicas domésticas de cultivo.
     
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Itzel Avila
Historiadora independiente.
     
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cómo citar este artículo

Avila, Itzel. 2017. Para discutir sobre drogas. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 100-101. [En línea].
     

 

 

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De la cannabis a otras estrellas un psicoanálisis
de los cielos
122B07  
 
 
 
Alan Heiblum Robles
 
                     
¡Qué extraña máquina es el hombre!
Usted le mete pan, vino, pescado y rábanos,
y salen suspiros, risas y sueños.

Nikos Kazantzakis
     
Nuestra cultura, la científica, está fuertemente
basada en el café. Haciendo referencia a mi epígrafe, bien podríamos decir que usted mete café y lo que salen son papers, papers y más papers. Sin embargo otras culturas giran respecto de otros ejes; así los raramuris beben sowiki y corren cientos de kilómetros y las comunidades wixárikas beben nawa y son protectores de la tierra, por dar un par de ejemplos. De modo que no sólo es interesante, sino crucial, la discusión sobre cuáles substancias consideramos apropiadas, legales, etcétera.
 
No es una exageración decir que el enciclopedismo francés y la ciencia moderna inglesa se fraguaron en las cafeterías. Importada desde Turquía, la primera “casa de café” en Inglaterra se fundó en Oxford en 1652. Dos décadas más tarde el número de estos establecimientos ascendía a miles. Más allá de cualquier otro factor podemos asegurar que su popularidad dependía de que eran lugares donde se celebraban debates públicos.
 
Entre los múltiples usuarios de estos centros psicoanalépticos podemos encontrar al multifacético inventor Robert Hooke (16351703), autor de la ley homónima de elasticidad que cifró bajo el siguiente anagrama “ceiiinosssttuv”. En 1678 Hooke publicó la solución de tal adivinanza: Ut tensio, sic vis, la cual es una manera sucinta de decir en latín que la extensión y la fuerza son proporcionales. El uso común de anagramas o estratagemas semejantes para dificultar el camino de los adversarios y así ganar la autoría de los resultados delata parte del carácter de los creadores de la ciencia del siglo xvii: hombres ambiciosos y orgullosos, temerosos de que el valor de sus obras fuese atribuido a otro.
 
Hooke observaría con perplejidad la tajante división que hoy día realizamos entre substancias como pudieran ser el café y el cacao, por una parte, y la cannabis por otra. El famoso capitán Robert Knox era buen amigo de Hooke y usualmente lo proveía con todo tipo de muestras provenientes de sus viajes, entre ellas una curiosa hierba de India. Fue así que Hooke brindó en 1689 la primera descripción de la marihuana ante la Royal Society. En una de sus líneas se lee que aquel que la consume “ríe y canta y habla palabras sin coherencia, sin saber lo que dice o hace. Sin embargo, no está aturdido ni borracho, sino que camina y baila, y muestra muchos trucos extraños. Después de un poco de tiempo se duerme, y duerme tan profunda y silenciosamente que, cuando despierta, se encuentra reparado y excesivamente hambriento”.
 
Aun sin conllevar ninguna relación directa, esta anécdota fue popularizada en el tercer episodio de la nueva versión de la famosa serie Cosmos, que preside Neil Degrasse Tyson. Si bien Tyson no ha hecho público si es un consumidor o si defiende los derechos de los consumidores de la cannabis, su estricto compromiso con la racionalidad en los debates nos puede llevar a especular —puesto que aquellos que la tildan de nociva no han sabido ofrecer buenos argumentos— que él se opondría a su prohibición y cualquier medida que impidiera su estudio. Es interesante notar que mientras el episodio de Cosmos está construido para ofrecer un engrandecimiento del personaje histórico de Edmund Halley, a Hooke le es dejado el lugar, bastante ruin, de aquel que intentó robar los créditos de la ley de gravitación a Newton. Sin embargo, la mención a la cannabis se hace bajo el contexto del listado de aportaciones que vuelven fascinante al personaje, por lo que no resulta de ninguna manera peyorativa. De todas formas resulta curiosa la aparición de esta anécdota de entre las decenas que el legado de Hooke permite y no son mencionadas, tal vez ello se deba a la herencia de quien fuera el primer anfitrión de la serie, Carl Sagan.
 
Sagan consumía y celebraba las bondades de esta planta, “un medicamento que ayuda a producir la serenidad, introspección, sensibilidad y la comunión que tanto se necesita en este mundo cada vez más loco y peligroso”. El puro hecho de que Sagan tuviera que escribir tal artículo en 1969 para ser considerado en el libro Marihuana Reconsidered bajo el pseudónimo de Mr. X, muestra lo tristemente atinado de tal diagnóstico.
 
Psicoanálisis de los cielos
 
Nada es tan distante y externo como los cuerpos celestes y debido a ello nada está tan lleno de nuestra imaginería interna. El planteamiento básico del mencionado episodio titulado “Cuando el conocimiento conquistó el temor” puede resumirse de la siguiente manera: así como un bebé es abandonado en la puerta de un hogar, los seres humanos nos encontramos arrojados a la Tierra sin mayor información de nuestra procedencia y paradero. Para lograr orientarnos y sobrevivir, desde los primeros tiempos hemos utilizado el reconocimiento de patrones, una herramienta cognitiva altamente desarrollada durante nuestra historia evolutiva, la cual nos permitió aprender a leer el cielo con enorme precisión. Esto tuvo diversas implicaciones, como que el paso de los cometas y de cualquier otro evento que trastocase la regularidad celeste fuera interpretado como un augurio —uno malo en el mayor de los casos—, sin embargo, hubo personas como Halley y Newton cuya insaciable curiosidad los llevó a estudiar los cometas y otros fenómenos con mayor detenimiento. De la colaboración de estos gigantes del pensamiento surgió una nueva manera de entender los cielos. Aplicando estos conocimientos Halley descubrió que los cometas de 1531, 1607 y 1682 eran uno y el mismo, y predijo su retorno para fines de 1758. Hoy en día, librados de mayores temores, sabemos que los cometas provienen de una gigante aglomeración de piedras, gases y hielo remanentes de la formación del Sistema Solar: la nube de Oort.
 
La idea de que gracias a la ciencia el conocimiento vence el temor es tan vieja como la ciencia misma. En la oda a Newton, Halley canta: “Conocemos ahora los rumbos / bruscamente cambiantes de los cometas, / otrora fuente de pavor; no temblamos ya acobardados bajo apariencias / de astros barbados”.
 
Más tarde, cuando Laplace invocó a su famoso demonio encontramos la misma insistencia. En dicho texto Laplace nos recuerda que los hombres de épocas remotas suponían que el cielo se irritaba y castigaba los crímenes del mundo. Que la larga cola del cometa de 1456 sembró el pánico por Europa y que ninguno de estos temores se habría desvanecido sin el arribo del conocimiento de las leyes que rigen el sistema del mundo.
 
Entonces, según Halley, Laplace y Tyson, la mirada científica purga al cielo de sus supersticiones. Desde el punto de la vista de la filosofía de la ciencia, Bachelard hace un uso libre de la noción de psicoanálisis justamente para dar cuenta de dichas cuestiones. Para Bachelard lo que hay de inmediato en nuestra experiencia somos nosotros mismos, nuestros temores y deseos inconscientes. Bachelard llama psicoanálisis al proceso mediante el cual el sujeto se retira de enfrente de sí mismo para permitirse observar los objetos. “Quiérase o no, las metáforas seducen a la razón. Son imágenes particulares y lejanas que insensiblemente se convierten en esquemas generales. Un psicoanálisis del conocimiento objetivo debe pues aplicarse a decolorar, si no a borrar, estas imágenes ingenuas”.
 
De todo lo anterior parece ser que deberíamos concluir que la ciencia a partir de Newton ha logrado de hecho psicoanalizar los cielos. Sin embargo esto no fue así. Lo que realmente hicieron sus artífices fue cambiar una metáfora por otra. En el texto anteriormente referido, Laplace afirma: “esta misma regularidad que la astronomía nos señala con respecto del movimiento de los cometas, aparece en todos los fenómenos”. Concluir que las regularidades que un observador encuentra en los objetos celestes son las mismas que gobiernan la luz, el ojo y las partículas que conforman el telescopio con que las mira, implica un salto demasiado grande —uno que haría bien en revisar en el diván. La conclusión que sí pareciera seguirse es que aquella mirada que alguna vez atisbó los cielos llena de terror ha sido sustituida, por así decir, por una llena de soberbia. Más aún, nada indica que un psicoanálisis total sea posible o deseable. Tal vez nunca podamos —ni debamos— ver sin estremecimiento al oscuro espacio y sus ocupantes. O nuevamente en palabras de Kazantzakis: “el punto más alto a que puede alcanzar el hombre no es el del Saber, ni el de la Virtud, ni el de la Bondad, ni el de la Victoria, sino algo mucho más valioso, más heroico y desesperado; el asombro y temor ante lo sagrado”.
 
A modo de cierre
 
Que el psicoanálisis así entendido no sea una panacea —o al menos así lo sugiere un psicoanálisis del psicoanálisis—, no implica que parcialmente no sea deseable y que en el caso de las substancias psico(ana/dis)lépticas se mantenga pendiente. Un ejercicio de objetividad semejante podría mostrar que a partir de su éxito hemos llevado demasiado lejos la noción de adicción. No se puede negar que hemos desarrollado una cultura de adictos, pero los recuentos en términos de adicción afloran a tal punto y se aplican tan indiscriminadamente que parecieran revelar que la verdadera adicción no es otra que a la noción de adicción misma. El problema de extender excesivamente la noción de adicción es que distorsiona las cosas. Si todos somos adictos, el énfasis queda puesto entonces en la rehabilitación. Esto es un error grave pues nos resta herramientas de prevención. Más importante que cómo se sale de una adicción, es por qué en principio se cayó en ella.
 
Respecto de la cannabis, una de las drogas más consumidas en el mundo, al principio se dijo que era adictiva y luego que no. Hoy día sabemos que su adicción es mínima. Desde sus primeras descripciones sabemos que importantes científicos vienen impulsando su aceptación con fines terapéuticos y recreativos. ¿Qué seguimos esperando para detener su prohibición?
     
Referencias bibliográficas

Bachelard, Gastón. 1938. La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo. Siglo XXI, México. 1991.
Bennet, Jim. 2003. London’s Leonardo: The Life and Work of Robert Hooke. Oxford University Press, Londres.
Grinspoon, Lester. 1971. Marihuana Reconsidered. Quick American Archives, Oakland.
Laplace, Pierre Simon de. 1814. Ensayo filosófico sobre las probabilidades. Alianza, Madrid. 1985.
Newton, Isaac. 1687. Principios matemáticos de la filosofía natural. Alianza, Madrid. 1987.
     
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Alan Heiblum Robles
Historiador de la ciencia y epistemólogo independiente.
     
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cómo citar este artículo

[Heiblum Robles, Alan. 2017. De la cannabis a otras estrellas, un psicoanálisis de los cielos. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 86-89. [En línea].
     

 

 

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El consuelo que da
el conocimiento
122B06  
 
 
 
Andrés García Barrios
 
                     
Toda adicción alivia una ausencia. Muchas de ellas
forman parte de lo que llamamos destino personal, comer, acumular bienes, atraer las miradas o poseer gente, y se presentan en cada uno de nosotros con diferente urgencia y llenan distintos huecos. Pero otras adicciones surgen para mitigar un vacío esencial, no sólo circunstancial y personal sino universal, de nuestra especie y de idéntica intensidad. Ese vacío parece inherente al hecho evolutivo de adquirir conciencia y se expresa en el mito del paraíso perdido, un lugar en el que nuestra angustia existencial estaba resuelta, donde cada individualidad convivía plenamente con todo y no había contradicción entre la eternidad y el tiempo.
 
Según dicho mito, la mortal pérdida de ese espacio representa la caída en un mundo en el que lo finito y lo infinito se separan y oponen, pero que al seguir coexistiendo se vuelven ambos imposibles. En la vida real el mito encarna de manera consciente ese doloroso pasmo que nos asalta en la adolescencia, cuando advertimos que el universo que habitamos es interminable y al mismo tiempo no puede serlo.
 
Es sobre todo en esa etapa de la vida cuando buscamos alivio en adicciones que nos devuelven sensaciones de unión con una totalidad sólida y cierta. El rumor registra dos: el enamoramiento y las drogas psicodélicas. Nosotros hemos detectado uno más: el conocimiento, el cual nos hace también sentir uno con el cosmos.
 
Para la ciencia la unificación completa de las teorías es condición sine qua non del conocimiento verdadero, al grado que el simple atisbo de esa unión, el solo presentimiento de que es posible trae al científico sensaciones de éxtasis que pueden volverse irrenunciables.
 
Es bien conocida la anécdota del arrobo que, en la catedral de Pisa, vivió el joven Galileo ante el altísimo péndulo que se mecía desde el techo con un vaivén cuya duración el sabio midió con su pulso, descubriendo que aunque el trayecto era más y más corto, el tiempo de cada vuelta era el mismo. Al ver en un objeto tan familiar el cumplimiento de una ley ridícula (ahora le llamamos antintuitiva) se presentaron frente a él todos los ángeles del conocimiento y le insinuaron que quizás el Universo entero se movía de una manera así de absurda. Desde ese momento Galileo no pudo abandonar el ansia de hacer converger toda la realidad en una sola certidumbre y, fiel a ella, estuvo a punto de ser quemado vivo.
 
Pero así como el científico está destinado a vivir la unidad con nuevos éxtasis, también una y otra vez sentirá los fragmentos como amenazantes. La mera insinuación de que una parte de la realidad puede quedarse sin resolver desata en él esa profunda y persistente ansiedad que los otros llamamos —con belleza y crueldad— sed de conocimiento. Pero eso no es lo peor, si llegara a ocurrir que dos verdades confirmadas se contradijeran, el vacío se volvería insoportable, el equivalente a un pasón o a un “mal viaje”. Los filósofos suelen resistirlo, pues son personas de piel curtida en quienes —según chistes que corren— a esa sed se une el hambre. Como afirmaban algunos sabios sesenteros que consumían drogas visionarias, para los filósofos siempre es buena una mala experiencia. Pero los científicos no están acostumbrados a tales rarezas: ¿dos verdades opuestas?
 
Al parecer el primer caso se presenta con la inmersión en el mundo subatómico y el descubrimiento de la física cuántica a principios del siglo xx. Ante la evidencia que acreditaba esta nueva ciencia, para salvaguardar su entendimiento Albert Einstein llegó incluso a sostenerse en una extraña tesis: “dios no juega a los dados”. Sus oponentes le respondieron enfáticamente: “Einstein, deja de decirle a dios lo que debe hacer”. A pesar del tono personal, era la primera rivalidad sur-gida no entre científicos sino entre ciencias. El físico teórico Sylvester James Gates Jr. describió a la perfección la pugna: “se supone que las leyes de la naturaleza se cumplen en todas partes así que si tanto la teoría de Einstein como las de la mecánica cuántica se cumplen siempre, resulta que tenemos dos siempres distintos”.
 
Al paso del tiempo, una suerte de fea alucinación habrá asaltado en forma recurrente a Einstein cuando volteaba a su alrededor y advertía cómo el alud de pruebas irrefutables de la incertidumbre cuántica lo iba rebasando mientras él permanecía inmóvil buscando una teoría del todo fundada en la certidumbre. Su deseo auténtico de conocer la verdad le habrá susurrado una y otra vez que los misterios del universo son algo más que un hueco que algún día acabaremos de zurcir. En tan angustiosos momentos —cuando, como él mismo contó, sentía que le quitaban el suelo bajo los pies— Einstein intentaría convencerse a sí mismo de que era él y no los cuánticos quien se estaba moviendo. Pero enfrentado en un juego de dados contra el creador no siempre habrá salido triunfante.
 
Se equivocan quienes creen que la angustia ante la incertidumbre es sólo un porrazo a la vanidad científica, un daño al ego al ponerlo en entredicho. En este caso el golpe es mucho más profundo y abre un hueco esencial. Ya Descartes sabía que cuando las verdades se contradicen es posible dudar de todo y pensar que nada es cierto. A la sensación que se deriva de ello los especialistas en adicciones la llaman visión de túnel. El filósofo francés, que la habrá vivido muchas veces, pudo por fin librarse de ella al darse cuenta de que el hecho de pensar era la prueba contundente de su existencia personal y a partir de esa sola evidencia creó un cuerpo filosófico con el que pudo reconstruir en su mente la totalidad del mundo.
 
Pero para nosotros no es tan simple. Han pasado casi cinco siglos desde Descartes y los humanos postcuánticos sabemos que, puestos a pensar, cuando acabemos de hacerlo todavía estaremos de pie ante la incertidumbre. Adictos aún a la razón (o con poderosos duelos de abstinencia), no hallamos la forma de resolver el terror que surge cuando la nada hace su aparición y nosotros, en vez de esfumarnos, seguimos presentes. Sí, ya hace tiempo que el vacío total nunca está solo: siempre le acompaña este yo que piensa.
 
Siendo así, ¿quién se atreve a juzgar de ególatras a los adictos al conocimiento cuando lo que está en juego es una de las bases de nuestra conciencia y sólo héroes míticos como ellos se atreven a asumir la labor atlántica de sostener al mundo?
 
Mientras el enamorado y el usuario de drogas psicodélicas se limitan a su propia conservación —¿quién va a reprochárselos?—, el científico persevera en el viaje buscando una verdad universal que nos salve a todos. Los demás, dotados del mismo vacío esencial, sabemos o intuimos que en ese intento se juega algo más que la identidad personal. Y aunque algunos a veces pensamos que la ciencia es una puerta falsa (y seguimos acechando el retorno a un paraíso libre de adicciones), siempre reservaremos para el conocimiento racional el beneficio de la duda, concediendo que incluso vale la pena esperar siglos si al final llegamos a la conclusión correcta.
     
       
 _______________________________________________      
Andrés García Barrios
Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
_________________________________________________      
 
cómo citar este artículo 
 
García Barrios, Andrés. 2017. El consuelo que da el conocimiento. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 74-76. [En línea].
     

 

 

de la frontera
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Rumbo al Triángulo Esmeralda con mochila
al hombro los trimmers
122B05  
 
 
 
Paola Villaseñor del Río y Frida García Celis
 
                     
Hay muchas historias que vinculan diversos
pueblos con la substancia psicoactiva que puede encontrarse en mayor o menor proporción en las diferentes especies de marihuana. Existe evidencia de su uso desde épocas remotas en rituales religiosos, con fines curativos y lúdicos. Sin embargo, la aceptación de su consumo ha pasado por momentos de marcada censura y tensión, generando diferentes reacciones en la sociedad; por ejemplo, en la década de los treintas del siglo pasado se generó una controversia en Estados Unidos sobre sus propiedades curativas y los efectos colaterales que podría traer consumirla durante largos periodos. Harry Anslinger, primer jefe de control de drogas de Estados Unidos, manejó en su retórica que la marihuana, lejos de ser una ayuda, era un verdadero peligro.
 
Mediante estrategias de desprestigio comenzó una campaña de estigmatización cuyo objetivo fue generar miedo y aversión en la sociedad estadounidense sobre cualquier forma de uso, lúdico o curativo, de la marihuana. En dicha campaña se asociaba el consumo de la hierba a procesos de locura, delincuencia y violencia entre sectores de la población, sobre todo de emigrantes trabajadores latinos (un ejemplo de ello es la cinta Reefer Madness estrenada en 1936). Finalmente, en el año de 1937 se convirtió en una de las drogas más controladas por el gobierno estadounidense y fue clasificada como altamente adictiva: la marihuana era ilegal y muy peligrosa.
 
Desde principios de los años setentas del siglo pasado se vio favorecido el uso terapéutico de esta planta, y los prejuicios han ido diluyéndose en las últimas décadas en algunos grupos de la población y vuelven a surgir interrogantes sobre la utilidad de la marihuana como tratamiento medicinal. Una nueva ola de estudios se concentra en su efecto para tratar enfermedades crónicas y padecimientos neurológicos, colocándola nuevamente como una opción viable y necesaria para mejorar la calidad de vida de pacientes que han probado muchos otros tratamientos sin resultados. El largo proceso de estigmatización de la marihuana en Estados Unidos comienza a dar señales de tregua.
 
Actualmente hay diferentes grados de aceptación del consumo de marihuana y cada estado ha llevado procesos particulares para promover u obstaculizar su regulación. En la mayor parte del territorio estadounidense existe una aceptación importante para el consumo con fines medicinales, pues veinticinco estados han legalizado la marihuana para estos propósitos, California entre ellos. Únicamente en cuatro de esos estados es permitido su uso recreativo.
 
La legalización de Cannabis tiene muchos puntos de análisis, es un tema que sin duda alguna produce opiniones divididas. En buena medida, la forma de satanizar su uso en el pasado ha dejado secuelas en la sociedad que continúa resistiéndose a la debida regulación de su cultivo, pero el debate público avanza, al punto que en este 2016 los candidatos a la presidencia de Estados Unidos mostraron cierta apertura al tema, sobre todo respecto de su regulación y uso con fines medicinales.
 
El consumo en California
 
Después de veinte años de haberse aprobado el uso de la marihuana con fines curativos, California ha adoptado medidas que promueven su descriminalización, sin embargo, la legalidad de quienes la cultivan sigue siendo poco clara. En su estatus actual, les impide lucrar con lo que se cosecha y pone un límite al número de plantas que se puede cultivar, favoreciendo granjas clandestinas y sin regulación alguna.
 
A principios de noviembre de 2016 se votó la Propuesta 64 con la que se buscaba que el consumo recreativo de marihuana fuera legal. Con una nueva ley estatal, los negocios de marihuana podrán tener ganancias, asimismo se eliminarán los límites en el número de plantas que se pueden cultivar. También las personas mayores de veintiún años podrán poseer, usar y transportar hasta una onza (28.35 g) de marihuana para uso recreativo y cultivar hasta seis plantas de Cannabis para consumo propio.
 
Con dicha aprobación, también se esperan grandes beneficios económicos y laborales de acuerdo con la experiencia lograda en los estados donde con anterioridad se ha aprobado el consumo con fines lúdicos: Colorado, Washington, Alaska y Oregón.
 
California ya tiene ingresos importantes por la industria de la marihuana; según un artículo del New York Times, los beneficios económicos obtenidos en 2015 fueron de aproximadamente 2 700 millones de dólares, lo cual representa casi la mitad de las ventas de marihuana en todo Estados Unidos. En caso de aprobarse la ley, en todos los estados de la costa oeste se permitirá el consumo recreativo de marihuana, lo que generará dinámicas particulares en la región convirtiéndola en un fuerte atractivo turístico y de inversión.
 
El Triángulo Esmeralda
 
Se conoce con el nombre de Triángulo Esmeralda a la zona, en el norte de California, integrada por los condados de Mendocino,Humboldt y Trinidad.Se caracteriza por tener un clima y una geografía idóneos para el cultivo de marihuana por lo que, desde hace varios años, éste se ha convertido en una de las actividades económicas más importantes, desplazando a la tradicional producción de vinos.
 
California se ha convertido así en atractivo centro para agricultores, tanto para compañías como CalCann Holdings, que planea construir un invernadero equipado con alta tecnología para producir 3.6 toneladas de marihuana al año en cinco cosechas anuales; como para productores locales, quienes tienen oportunidad de que su modo de vida entre en el terreno de la legalidad, con las implicaciones fiscales y de pago de impuestos que esto significa.
 
Asimismo, los gobiernos encuentran un atractivo en los ingresos provenientes de los agricultores, que en algunos casos se elevan a diez millones de dólares, y en las oportunidades de empleo que generan. Las regiones donde se concentra una parte importante de los agricultores están en la Costa Norte, en los condados de Humboldt y Mendocino, lugares que son conocidos por tener plantas de calidad y cuyos gobiernos buscan tener denominaciones de origen.
 
Durante el otoño, en el norte de California las oportunidades de trabajo son abundantes, dichas ofertas son para levantar la cosecha en las plantaciones de marihuana, y prometen dinero rápido, pues la paga va de 160 a 200 dólares por libra cosechada, condición que resulta atractiva principalmente para adultos jóvenes, llamados trimmers. En este grupo de personas se encuentran viajeros, estudiantes y la misma población de la región.
 
Trimmigration
 
De agosto a diciembre es cuando la hierba debe ser recortada y empaquetada y se necesita más mano de obra. El Triángulo Esmeralda se convierte en el destino de muchos viajeros que, con mochila al hombro, llegan a trabajar durante esos meses en la pizca de marihuana.
 
Aunque la temporada empieza desde finales de julio y principios de agosto, los meses de mayor demanda son de septiembre a noviembre.
 
Las características del trabajo llaman a la aventura y el perfil de quienes acuden es variado: están los locales, que encuentran una opción de empleo temporal y segura que no requiere una inversión fuerte; los homeless, que cada vez representan un grupo más nutrido, trasladándose desde lugares cada vez más lejanos; y los viajeros, que desde muchas partes del mundo llegan a lo que parece ser la mejor opción de trabajo temporal y bien remunerado.
 
La mayoría de los viajeros llegan al país con visa de turista, por lo que existe un primer filtro, que es tener los documentos migratorios en regla. Generalmente, estos posibles trabajadores son jóvenes que han terminado la licenciatura e incluso el posgrado y tienen posibilidades de pagar un vuelo y financiar su estancia mientras encuentran trabajo —situación que en ocasiones no es tan sencilla como parece.
 
Para poder conseguir empleo en la pizca de marihuana hay que irse con un par de semanas de antelación y mucha calma, pues es un proceso de búsqueda. También se tiene cierta ventaja si se cuenta con una red a la cual contactar para conseguir el empleo, pues se sabe de casos en que el cultivador no paga o las labores se desarrollan en condiciones arriesgadas y paupérrimas.
 
Los aventureros que llegan sin contacto alguno suelen pararse en las carreteras de la región con pancartas donde dibujan unas tijeras, código que los granjeros reconocen, y es por esta razón que a los trabajadores se les llama trimmers (podadores).
 
Sin embargo, el atractivo del “dinero fácil” implica arduas jornadas que son de hasta quince horas diarias y generalmente en condiciones poco claras. No existe un contrato de trabajo, algunas veces el pago es diario, otras veces por semana y en otras tantas suele no llegar; incluso hay empleadores que acostumbran llamar a las autoridades migratorias los días de pago para abstenerse de realizarlo.
 
El trabajo es a destajo, se cobra tato como se logre producir. Se acuerda un precio por libra y las ganancias dependerán del precio acordado, de lo rápido que sea el trabajador y de lo meticuloso que sea el empleador al revisar.
 
Las y los jóvenes mexicanos han encontrado en esta modalidad de empleo una válvula de escape para el actual desempleo y, aunque resulta caro, migran del centro y sur de la República hacia el norte esperando recuperar la inversión. Las personas que viven en la franja fronteriza siempre tendrán un poco de más ventaja, pues son ellas quienes regularmente cuentan con visa turística y les es más sencillo viajar al norte de California a la pizca de marihuana.
 
El negocio de la marihuana sigue siendo un terreno resbaladizo, un sendero a medio construir por el que muchos han decidido emprender su viaje. Con tantos detractores como partidarios, su completa legalización y regulación a nivel comercial es un objetivo que cada vez parece estar más cerca. Actualmente, no obstante, formar parte de este negocio es una opción de vida que, si bien incierta, ofrece un suculento premio a los que no tienen miedo a arriesgar, a aquellos que deciden abrir esa puerta —tan peligrosa como tentadora— para tomar por la fuerza lo que un sistema corrupto y decadente les prometió.
 
Y aquí estamos, con la generación más preparada, la más académica, el orgullo de papá y mamá convertidos en mano de obra ilegal, en una suerte de temporaleros, en trimmers.
     
En la red

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_______________________________________________      
Paola Villaseñor del Río
y Frida García Celis
El Colegio de la Frontera Norte.
     
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cómo citar este artículo

Villaseñor del Río, Paola y Frida García Celis. 2017. Rumbo al Triángulo Esmeralda con mochila al hombro: los trimmers. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 64-67. [En línea].
     

 

 

de la lectura
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Lo que siempre quisiste
saber sobre marihuana y
no averiguarás fumando:
bibliotecas cannábicas
122B04  
 
 
 
Elisa T Hernández
 
                     
Una de las razones que tiene la gente para no asistir
a una biblioteca es que actualmente la información de cualquier tema está con prontitud e inmediatez en la red, a sólo un clic de distancia (aunque a veces esto implique exponerse a datos sin filtros y equívocos); además, leyendo desde la computadora se evita el traslado en las cada vez más caóticas ciudades y las engorrosas búsquedas en catálogos. Pero los que se aventuran a visitar uno de estos recintos llenos de libros, revistas, periódicos, videos y fotografías obtienen retribuciones como el particular —y delicioso— olor a libro, el disfrute de espacios agradables y silenciosos para leer y trabajar, el acceso a publicaciones impresas —las cuales a veces no tienen soportes electrónicos— y orientación sobre qué leer, en dónde buscar y, sí, también acceso a toda la oferta electrónica y a salas digitales que algunas tienen. Cabe mencionar que el público asistente a tales recintos de lectura es diverso y muchas veces no tiene acceso a la red en casa.
 
Cuando las bibliotecas son pequeñas, por lo regular son acogedoras y la atención suele ser personalizada. Todo esto se complementa cuando además la biblioteca a la que asistes es especializada o cuenta con salas temáticas, pues te aseguras que todo lo que quieres saber sobre cierto tema va a estar reunido en un sólo lugar y que muy probablemente la gente que atiende puede encausar tus búsquedas o recomendarte lecturas. Pero el “pilón” llega cuando ahí mismo se organizan mesas de discusión sobre la temática de tu interés.

bibliotecas1
Centro Cultural La Pirámide
Calle 24 esquina Cerrada de La Pirámide, Col. San Pedro de los Pinos,
Ciudad de México.


Biblioteca Amalia González Caballero
Parque México, Avenida México s/n esquina Sonora,
Col. Hipódromo Condesa,
Ciudad de México.


Biblioteca Carlos Aura
Faro de Oriente, Calzada Zaragoza s/n, Col. Fuentes de Zaragoza,
Ciudad de México.


Café Literario
División del Norte 3421 casi esquina Museo, Col. El Rosario,
Ciudad de México.


Profética Casa de Lectura
3 Sur 701, Centro Histórico
Puebla, Puebla.


La Drogoteca
Diego Dugelay 17, Barrio del Cerrillo,
San Cristóbal de las Casas, Chiapas.


Espacios de lectura sobre drogas
 
Más o menos así son las bibliotecas cannábicas mexicanas: pequeñas, temáticas, acogedoras y rebosantes de actividades en torno a la discusión horizontal y sin tapujos sobre drogas. Son parásitas —como los encargados de éstas las autonombran—, pues se establecen aprovechando la infraestructura de recintos de lectura (o espacios culturales) ya establecidos; por lo que las reglas de consulta y préstamo son las de cualquier otra biblioteca pública.
 
En estos lugares culturales y educativos que promueven la investigación bibliográfica en materia de drogas (especialmente sobre marihuana) se puede encontrar libros, videos, revistas, periódicos y orientación; el acervo de cada una se compone de material con perspectivas múltiples sobre dichas sustancias (médica, herbolaria, ritual y espiritual, científica, de derechos humanos, alcoholismo, antropológica, de reducción de daños y riesgos, histórica, gastronómica, incluso tienen información sobre lo establecido en el Código Penal y la Constitución, etcétera). Además, la gente que está a cargo de ellas ha organizado exposiciones y congresos —junto con la Escuela Nacional de Antropología e Historia—, talleres y círculos de lectura —con la Biblioteca Vasconcelos— y observaciones en microscopio de algunas sustancias estimulantes —en espacios públicos en torno a eventos activistas como ferias y marchas—, todo con la finalidad de difundir información seria para la sociedad mexicana que, de manera general, suele estar llena de prejuicios hacia los consumidores de drogas y las sustancias mismas como consecuencia de la extendida información parcial, difusa, errónea, llena de tabúes —todo esto abonado por la omisión de tales temas en el ámbito educacional.
 
Con la misión de “contribuir con una relación menos violenta, más saludable y responsable de las comunidades con respecto a las drogas” la primera biblioteca cannábica de nuestro país se inauguró en julio de 2003 en el Centro Cultural La Pirámide en Ciudad de México; soportada inicialmente por la Asociación Mexicana de Estudios de la Cannabis, dicha biblioteca busca revertir la desinformación sobre el tema de sustancias estimulantes.
 
En México hay seis de estas fuentes de conocimiento sobre marihuana y otras drogas legales e ilegales, y son libres y gratuitas; cabe destacar que ninguna de estas bibliotecas o asociaciones promueven el uso de ninguna sustancia, simplemente quieren reducir el estigma, la discriminación y la extorsión que sufren los usuarios, cubriendo el vacío de información existente. Actualmente, estos recintos cuentan con setecientos documentos para consulta.
 
Se sostienen de donaciones de material bibliográfico, de donativos monetarios, cuentan con un programa de voluntariado y cuando imparten talleres reciben retribuciones económicas; además, junto con el Colectivo por Una Política Integral Hacia Las Drogas generaron la Guía legal de derechos de usuarios de drogas, que se puede encontrar en la red (goo.gl/EjVOJd) y por la cual recibieron una gratificación. De igual modo, para obtener recursos impulsaron el periódico La Dosis, en el que se distribuye información “para la comunidad psicoactiva”, aunque actualmente la publicación es independiente.
 
La lógica de la gente que dirige estos acervos es que mientras se siga negando la existencia de los consumidores se sigue fomentando el tabú hacia las sustancias estimulantes, consecuentemente esto genera información limitada que puede poner en riesgo la salud y la integridad de los usuarios. La atractiva propuesta y la notoriedad del trabajo de estos espacios de educación en México ha sido tal, que inspiraron el establecimiento de una biblioteca cannábica en Montevideo, Uruguay, en 2014.
 
Una máxima de la biblioteconomía reza: “cada libro tiene su lector y cada lector tiene su libro”; de modo que el acervo de una sociedad a la que le urge debatir sobre temas de salud, de descriminalización sobre el uso de drogas, de reducción de daños y de derechos humanos, de responsabilidades individuales y comunales, y en donde la información amarillista rebosa y el silencio del consumo nos ensordece, debe ser tan amplio y dotado de herramientas como el que hay en las bibliotecas cannábicas.
 
Tal y como versa su cartel de bienvenida: aquí encontrarás lo que siempre quisiste saber sobre marihuana y no averiguarás fumando.

     
Agradecimientos

A Carlos Zamudio Angles, director de la Biblioteca Cannábica del Centro Cultural La Pirámide, por la entrevista que refrescó este texto.

En la red

goo.gl/ipPkT3
goo.gl/h0vkj6
goo.gl/5k8LFS
goo.gl/Fjf7zV
goo.gl/u4cFmT
goo.gl/HbLV5z
goo.gl/ODfTeV
goo.gl/6TXhxt
goo.gl/GQQ8oL
     
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Elisa T Hernández
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
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cómo citar este artículo

Hernández, Elisa T. 2017. Lo que siempre quisiste saber sobre la marihuana y no averiguarás fumando: bibliotecas cannábicas. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 52- 54. [En línea].
     

 

 

del cerebro
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El cerebro y la adicción
122B03  
 
 
 
Inés Gutiérrez
 
                     
El cerebro de los mamíferos, en específico el de
los humanos, es un órgano altamente especializado que es considerado el centro de control de todo el cuerpo. Éste recibe información del mundo exterior por medio de otras partes del cuerpo, después procesa y codifica la información para dar origen a la memoria, el pensamiento, las emociones y el lenguaje. Este órgano está dividido en dos hemisferios y estos a su vez, están subdivididos en muchas regiones o estructuras (generalmente éstas se encuentran en ambos hemisferios en forma de espejo) que se comunican y forman vías especializadas en diferentes aspectos del procesamiento de información.  
 
Una de estas rutas es la mesolímbicadopaminérgica, conocida comúnmente como la vía de recompensa del cerebro. En ella participan distintas estructuras cerebrales: la corteza prefrontal, el núcleo accumbens, la amígdala, el área ventral tegmental y el hipocampo, en estas áreas existen neuronas que son activadas por la dopamina, un neurotransmisor que es conocido por tener un papel importante en el comportamiento, la motivación, la recompensa, el sueño y el humor, entre otros. De modo que la dopamina es el neurotransmisor predominante en la vía de recompensa. 
 
La corteza prefrontal se encuentra ubicada en la parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro y se ha asociado con una función ejecutiva, esto es, la capacidad de realizar acciones asociadas a una meta. El núcleo accumbens es una región del cerebro anterior con una función importante en la percepción del placer, la recompensa y el miedo. La amígdala es un complejo de neuronas en forma de almendra localizada en ambos hemisferios del cerebro, dentro de los lóbulos temporales y forma parte del sistema límbico; se ha descrito que sus funciones incluyen el procesamiento de la memoria, la toma de decisiones y las reacciones emocionales. El área ventral tegmental es un grupo de neuronas localizado en la región media del cerebro y en ambos hemisferios; ha sido implicada en la capacidad cognitiva de los mamíferos, así como en la motivación y percepción de emociones intensas como el amor. Finalmente, el hipocampo es un componente del cerebro que forma parte del sistema límbico en ambos hemisferios del cerebro; esta estructura ha sido asociada con la memoria a largo plazo ya que ahí se lleva a cabo la detección de estímulos, sucesos y lugares novedosos, considerado uno de los primeros relevos en un sistema complejo para la formación de memorias. 
 
Para formar el sistema mesolímbico-dopaminérgico, todas estas estructuras se conectan por medio de proyecciones dopaminérgicas que nacen en el área ventral tegmental. Cada estructura participa en momentos diferentes en el establecimiento de una adicción.  
 
A pesar de que existen diferentes grupos de drogas, o sustancias psicoactivas, y que cada uno de ellos afecta de manera especial el cerebro, todas estas sustancias tienen la capacidad de activar el sistema de recompensa de una u otra forma. Siguiente página, figura de la izquierda. 
 
La corteza insular, o simplemente ínsula, es una estructura cerebral que se encuentra en cada uno de sus hemisferios, es parte de la corteza y está localizada profundamente en el surco lateral. Está rodeada por el lóbulo temporal y frontal. Se cree que esta estructura está involucrada en la conciencia, la percepción, el control motor, la autoconciencia, el funcionamiento cognitivo y la empatía. 

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 Figura 1

Recientemente esta estructura ha cobrado importancia en el estudio de las adicciones ya que se piensa que en ella se lleva a cabo la integración de las sensaciones corporales asociadas con el consumo de drogas como el aumento del pulso, la aceleración de la respiración y las sensaciones viscerales (ver Figura 1) . Esta información sensorial es integrada por la ínsula y asociada con el contexto en el que la droga es consumida habitualmente, de modo que se considera que es una de las principales estructuras asociadas con el mantenimiento de las adicciones y con el riesgo a recaer. 

     
Referencias bibliográficas

Cabib, S., y S. Puglisi-Allegra. 1996. “Stress, depression and the mesolimbic dopamine system”, en Psychopharmacology, núm. 128, vol. 4, pp. 331-342.
Ikemoto, S. 2010. “Brain reward circuitry beyond the mesolimbic dopamine system: a neurobiological theory”, en Neuroscience and Biobehavioral Reviews, núm. 35, vol. 2, pp. 129-150.
Pierce, R. C., y V. Kumaresan. 2006. “The mesolimbic dopamine system: the final common pathway for the reinforcing effect of drugs of abuse?”, en Neuroscience and Biobehavioral Reviews, núm. 30, vol. 2, pp. 215-238.
     
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Inés Gutiérrez
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
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cómo citar este artículo 
 
Gutiérrez, Inés. 2017. El cerebro y la adicción. Ciencias, núm. 122-123, octubre 2016-marzo, pp. 42-43. [En línea].
     

 

 

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