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            R015B011 
Fuga de cerebros
 

 

   
   
     
                     

Cógito, ergo fugome…

En un texto publicado por la UNESCO en 1979, La science et les facteurs de l’inégalité, F. Pannier enumera las condiciones bajo las cuales se lleva a cabo la actividad científica en América Latina:

• Ausencia de vinculación con las actividades productivas de las economías locales.

• Alto nivel de especialización en ciertos dominios del conocimiento sin que sean tenidas en cuenta suficientemente las necesidades sociales.

• Un rigor excesivo, frecuentemente observado en los centros de investigación y organismos de planificación en cuanto a las exigencias impuestas al investigador. Éste último, colocado en un medio hostil y poco organizado, debe poseer —en comparación con sus colegas de países desarrollados— cualidades suplementarias y superiores en lo que respecta a responsabilidad, iniciativa y energía personal.

• Falta de medios disponibles para el desarrollo de la investigación.

• Pérdida de tiempo y de energía impuesta al investigador-profesor por el crecimiento masivo de estudiantes de nivel superior.

• Pérdida de hombres de talento que abandonan su país por razones políticas o económicas, rompiendo así la continuidad de los programas de investigación.                               

Fácilmente podemos reconocer las primeras cuatro, la quinta no sucede así en todos los casos. En la UNAM esto ha cambiado desde que fueron separados los institutos de las facultades y principalmente al dejar de ser una obligación para los investigadores el impartir clases. Además, en la Facultad de Ciencias la matricula ha decrecido. La última condición mencionada por Pannier es la que nos ocupa en este momento: la llamada fuga de cerebros.                         

En realidad se trata de un viejo problema. Haciendo un poco de historia, podemos afirmar que si bien en la ciencia la movilidad de los investigadores ha sido siempre algo común, la fuga de cerebros como tal surge después de la Segunda Guerra Mundial. De hecho ésta última constituye un grand tournant en la historia de la ciencia. La incorporación directa de los científicos a la resolución de un problema específico en aras del “interés mundial” (la construcción de la bomba atómica) mostró a los gobiernos en particular al de E.U. —las múltiples posibilidades que la investigación científica encerraba.

La antigua visión de los políticos norteamericanos sobre la actividad científica se transformó, y empujados por la Guerra Fría, el intenso desarrollo industrial de la posguerra y las ansias de dominación, empezaron a establecer nuevas relaciones con la comunidad científica. Los científicos sintieron el cambio; de desgañitarse tratando de convencer a los políticos de la importancia de la ciencia pasaron a instalarse en la Big Science: enormes laboratorios, conformación de numerosos grupos de investigación, dispendio en material y equipo, altos salarios, etc. Todo ello bajo la égida del Estado.

Los proyectos de Investigación y Desarrollo ID se multiplicaron cual champiñones. La gran mayoría de los científicos que habían dejado Europa por la guerra decidió quedarse en los E.U. La Unión Soviética, que siempre había considerado a la ciencia como una prioridad (fuerza productiva y manantial que enriquece al materialismo dialéctico), sigue la misma vía. Europa queda, por diversas razones a la zagas. Años después los europeos acuñarán el término de brecha científica-tecnológica, el famoso gap.                  

Este boom científico genera una gran demanda de investigadores. Los E.U. constituyen un gran atractivo para cualquier joven recién graduado: condiciones materiales aseguradas y posibilidad de prestigio, instalaciones que se conocieron en teoría y presencia de las grandes luminarias. El gobierno norteamericano se, encarga de difundir esta idílica visión del american dream en su variante científica.

La llegada de científicos del mundo entero no se hace esperar. De los 45000 ingenieros inmigrados entre 1949 y 1961, el 60% provenía de países subdesarrollados. De los 11200 inmigrados argentinos, más del 50% eran ingenieros de alto nivel y 15% administradores de igual categoría. A principios de los 60 se reportó en Filipinas un caso de emigración de toda una generación de médicos, la cual decidió rentar un avión para poder realizar la “fuga”. Según los cálculos de estos años, E.U. se ahorraba la construcción y mantenimiento de doce escuelas de medicina gracias a la cantidad de doctores que emigraban anualmente para hacer suyo el sueño americano.                       

A tal grado era —y continúa siendo— benéfica para E.U. la inmigración de cerebros, que en 1965 apareció una nueva ley de inmigración. En ella se habla de facilitar la admisión de “personas con capacidades especiales”, principalmente en las ciencias. El secretario de Estado de esa época declaró al presentar esta ley:                      

“Nuestro país tiene la fortuna de poder atraer del extranjero inmigrantes de inteligencia y capacidad elevadas: la inmigración, si es bien administrada, puede ser uno de nuestros grandes recursos nacionales”.

El descaro del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica es ilimitado. Un asesor del presidente Johnson (¡consejero para la ayuda al Tercer Mundo!) afirmaba:                

 “La política de inmigración ha cambiado. Ya no se trata más de una llamada del tipo: denme a sus pobres, a sus masas sin esperanza. Ahora decimos: dennos a sus ciudadanas más brillantes, a los más sabios, los más talentosos; nuestras máquinas harán el trabajo manual”.

Sin embargo, no solamente los países subdesarrollados sufren la pérdida de sus mejores cerebros, las países europeos también los ven fugarse sin poder hacer algo para evitarlo. A principios de la década de los 60, Gran Bretaña pierde 12% de sus graduados (PhD). El beneficiado es nuevamente el Tío Sam. No obstante, poco se habla del problema. No es sino hasta 1963, año en que un eminente fisiólogo convoca a una conferencia de prensa para anunciar estrepitosamente su partida con gran parte de su equipo de investigación, que se empieza a comentar este fenómeno: fue la fuga que derramó el vaso.                  

Los periódicos publican cartas de diversos científicos que se quejan de las pésimas condiciones en que laboran, de la falta de facilidades, etc. Cada nueva fuga ocupa grandes espacios en los diarios. Se culpa al gobierno y a los industriales británicos de la falta de apoyo. Se llega a insultar a los norteamericanos por pillar cerebros, aunque con un dejo de orgullo por el sistema educativo inglés que tan buenos científicos forma. Finalmente, en 1965 se crea una Comisión parlamentaria encargada del asunto, y en 1966 aparece el “reporte Jones” sobre fuga de cerebros.

Francia vive el mismo infortunio. El “desafío americano” le provoca pesadillas. Las palabras de De Gaulle son ilustrativas:

“Es claro que nos hace falla producir siempre más y mejor, ahorrar e invertir constantemente y aún más, apoyar sin descanso nuestras investigaciones científicas y técnicas, de lo contrario caeremos en una amarga mediocridad y seremos colonizados por la participación, las invenciones y las capacidades extranjeras”.              

Los mismos debates, las mismas acusaciones a los industriales que prefieren comprar tecnología que producirla, la falta de apoyo del gobierno, etc. Las soluciones implementadas desde entonces han sido muchas y muy diversas. No obstante, la fuga de cerebros no se ha podido detener, sigue siendo un problema para los países de Europa. Las pérdidas por el costo de la educación son muy elevadas.    

Es difícil asimilar la situación de las naciones europeas a la de los países subdesarrollados. La competencia por las colonias, la carrera armamentista, la lucha por el espacio, la dominación económica, entre otras, son las preocupaciones de estos países, en cambio, para los países subdesarrollados la dependencia científico-tecnológica es una más entre otras tantas dependencias. Además, no hay que olvidar que si bien Europa pierde científicos, algunos de estos países absorben permanentemente cerebros de países más pobres. En base a esto, se podría establecer una clasificación del mundo en cuatro categorías:

• Países que principalmente reciben cerebros (E.U. y Australia).

• Países avanzados que principalmente reciben como pierden (Francia, Inglaterra, Canadá).

• Países avanzados que principalmente pierden (Noruega, Holanda).

• Países subdesarrollados que sólo pierden (África y quizá todos los de América Latina). Carecemos de cifras para ubicar a los países del bloque socialista, pero estos no escapan a esta clasificación.            

Con excepción de la inmigración española y la más reciente de chilenos y argentinos, México se encuentra en la última categoría. Lo que valdría la pena investigar son las razones por las cuales apenas hasta ahora existe preocupación por la fuga de cerebros. Hace más de veinte años que esto constituye un serio problema en América Latina, basta con hojear algún libro de la UNESCO o el de A. Herrera (1971).                    

Es cierto que en este momento existe una seria preocupación por la situación de la ciencia en nuestro país. Incluso algunos periódicos han creado una sección sobre ciencia, dando voz a miembros de la comunidad científica, lo que ha repercutido a su vez sobre esta situación. Hasta ahora, las diversas opiniones y comentarios han permitido conformar una pequeña idea de las causas y la magnitud del problema, aunque aún falta por elaborar nuestro “reporte Jones”.            

Producto de este movimiento son las medidas anunciadas por el presidente de la República y por el rector de la UNAM para frenar la fuga e intentar repatriar a los fugitivos.

UN REPORTE POR HACER

Como ya lo mencionamos antes, carecemos de un estudio profundo de este problema. ¿Cuántos científicos han emigrado en los últimos años? ¿En qué áreas? ¿Cuántos recién graduados no han vuelto? Algunas cifras por aquí, otras más por allá, apreciaciones personales y uno que otro intento por adentrarse un poco en la problemática son las fuentes que se pueden consultar.                 

Durante los meses de mayo y abril algunos periódicos dieron espacio en sus páginas a esta cuestión. Entre los datos proporcionados, destacan los recabados por Luis de la Peña, del Instituto de Física de la UNAM quien llevó a cabo un seguimiento parcial durante los últimos 10 años, de los físicos que han partido a realizar estudios de maestría y doctorado en otros países y que no han regresado. Las cifras son alarmantes, de 144 casos seguidos, sólo 68 han regresado.                      

Es verdad que de un sector a otro las cifras pueden variar considerablemente. Es muy probable que en ciencias biomédicas sean aún mayores, sin embargo este dato nos da cierta idea en cuanto al incremento de la fuga en los últimos años. De hecho, en este punto la mayoría de las opiniones concuerdan, la fuga de cerebros es un fenómeno que se ha acrecentado alarmantemente y que de no hacer algo, aumentará.                         

Por otro lado, Mario Ojeda, presidente del El Colegio de México, afirmó que en los últimos años, diez de los más reconocidos especialistas han abandonado esta institución, partiendo a los Estados Unidos. Esta información nos proporciona una visión principalmente cualitativa del asunto, ya que no se trata de recién graduados, sino de académicos ya experimentados, por lo que la pérdida es aún mayor. Asimismo, en 1987 tres investigadores premiados por la Academia de la Investigación Científica dejaron el país.                    

Las declaraciones del director del Instituto Politécnico Nacional van en el mismo sentido. En esta institución existe actualmente una fuerte preocupación por sus 300 egresados que se encuentran estudiando fuera y que indirectamente ya están trabajando.                   

Sobran razones para preocuparse: en México se destina únicamente el 0.35% del Producto Interno Bruto (PIB) a la ciencia y a la tecnología, mientras que otros países asignan el 2%. En nuestro país el 90% de esta inversión proviene del Estado, es decir, la Iniciativa Privada sólo contribuye con un 10%, cuando en otros países ésta llega a aportar hasta el 60%.                   

Con base en las cifras anteriores, Fernando del Río, presidente de la Academia de Investigación, mencionó ante el presidente de la República que para llegar al 1.5% del PIB prometido a la ciencia durante su campaña, es necesario sostener un crecimiento anual del 25% sobre el índice actual. Asimismo, señaló que nuestro país cuenta con siete mil investigadores en ciencias sociales, naturales, exactas e ingenieriles, cifra que no llega a ser ni la cuadragésima parte de los índices correspondientes a los países industrializados. Es decir, en México hay un investigador por cada 10000 habitantes, cuando otros países de América Latina llegan a 40.                 

Los factores de orden económico constituyen la causa más palpable de la fuga de cerebros. Si se toman en cuenta los salarios que se pagan en nuestro país y su vertiginosa disminución en los últimos años, y se comparan con otros países, resulta verdaderamente desolador. Por ejemplo, en los Estados Unidos un investigador de alto nivel de tiempo completo recibe entre 45000 y 75000 dólares anuales; en México sólo gana entre 15000 y 20000. Este abismo salarial se ha ahondado considerablemente durante esta década, ya que en 1975 los salarios eran prácticamente iguales. Actualmente no son más que un pálido 33% de lo que eran entonces.                   

Además, hay que tener en cuenta que se obtienen tales salarios gracias a lo que aporta el Sistema Nacional de Investigadores que, como lo puso de relieve Fernando del Río, representa del 30 al 50% del total de los ingresos de un investigador. Así, creado para otorgar un reconocimiento económico más que un reconocimiento moral, el SNI “pasó a ser factor de sobrevivencia para la mayoría de sus miembros”.               

Entre los elementos económicos hay que mencionar la falta y deficiencia de instalaciones, laboratorios y bibliotecas adecuadas, ya que los últimos años estos aspectos materiales se han visto seriamente perjudicados por la política presupuestal del gobierno. Sería entre inventario y lista a los reyes magos la enumeración de la cantidad de aparatos, reactivos e instrumental en general que hacen falta y sin los cuales no es posible laborar correctamente.                     

Es obvio que las características de una forma de gobernar reviste e influencia toda la vida social. En este sentido, la burocracia en la ciencia no podía faltar. El mismo del Río lo ha comentado, fustigando a las instituciones que se dedican a apoyar a la ciencia y tecnología, por las enormes cargas burocráticas que imponen, ya que “retrasan tanto los recursos en ese ir y venir de trámites, que terminan haciendo la inversión muy costosa para el país. Por otro lado, medidas que se toman para hacer más honesto el uso de los dineros, se constituyen en nuevos obstáculos. El mal empleo de recursos no se resuelve con la duplicación y multiplicación de controles”.               

Las tradiciones tienen su peso, y en ese punto parece haber consenso: existe en México una tradición de no reconocimiento o de poca valoración de la actividad científica. Como lo hace ver Guevara Niebla: “nuestra cultura ha tendido a valorar y exaltar a la literatura y las artes concediendo poca relevancia a la investigación científica”; e ilustra esta desigualdad refiriéndose al merecido homenaje que se hace a Octavio Paz y la indiferencia con la que se recibió la noticia del deceso de Carlos Graef Fernández.                  

Sin embargo, hay factores menor palpables, de índole un tanto subjetiva, propios de la conciencia. Ana María Cetto, del Instituto de Física de la UNAM, toca uno de ellos. Para ella el problema de los bajos salarios no es nuevo, y “pese a ello no nos íbamos”, más bien —afirma— hay un proceso de desnacionalización de la conciencia de los científicos. “Algo nos está faltando en la formación de los muchachos que hace que no se sientan vinculados al país”. Existe una falta de apego, de un sentido nacionalista.                      

Lo mismo piensa el coordinador de Humanidades de la UNAM, Roberto Moreno de los Arcos. Para él, en el proceso de fuga de cerebros inciden factores de desnacionalización, y lo grave es que está en juego el proyecto nacional “que se nos puede ir como agua entre las manos”, pues cuando un país empieza a perder a su inteligencia, se vuelve más vulnerable a la dependencia ideológica.                  

Causas económicas directas como los salarios; indirectas como la falta de material y la deficiencia de instalaciones; políticas, sociales, ideológicas y hasta psicológicas, bien valdría l apena que se profundizara en todas ellas, así como en las diversas modalidades que pueden revestir la fuga (hay quienes laboran medio año en el extranjero y medio aquí, por ejemplo), sin olvidar la necesidad de las cifras de rigor. Hay un reporte por hacer.   

DE UN PROBLEMA A EL PROBLEMA

…y así, las declaraciones crecieron, se intensificaron, se multiplicaron y pulularon hasta llegar a hacer de la fuga de cerebros el problema de la ciencia en México.                       

De esta forma, de pensar que éste no era un problema grave (ver Ciencias No, 14), la ANUIES pasó —en medio de la fiebre— a un programa para acabar con la fuga de cerebros, y lo que es más, para repatriar a los fugitivos.                       

Resultó que la Federación Mexicana de la Salud poseía ya un programa de repatriación de cerebros mojados y que en este año ya habían logrado el retorno de 25.            

El rector de la UNAM reaccionó, y ante el presidente de la República y con su aval, anunció un plan para acabar con la fuga.

Se aplaudió copiosamente, la prensa lo comentó elogiosamente, la opinión pública quedó satisfecha. Una victoria para la ciencia mexicana…

El 20 de abril se dio la noticia de la creación de un programa de “liderazgo académico” para la UNAM, gracias a un “esfuerzo presupuestal extraordinario” —declaró el presidente. Este programa busca “estimular a los que están afuera a que regresen a nuestro país”, y que “los que están aquí puedan permanecer… con decoro”. En principio los fondos “provendrán del esfuerzo extraordinario que llevamos a cabo para la renegociación de la deuda externa”.                            

Durante el mismo acto, el rector de la UNAM afirmó: “El programa constituye un eslabón en la cadena de acciones que habrá de emprender la Universidad en su determinación por fortalecerse y, muy particularmente, por hacer atractiva la vida académica profesional a las nuevas generaciones, y por abrir nuevas perspectivas a aquellos que ya han recorrido parte del camino. El programa se inscribe también en los esfuerzos de la UNAM para contrarrestar la pérdida de talento y de inteligencia que ha sufrido el país”.                        

Aunque en la conferencia de prensa del 2 de mayo, el rector fue más precavido: “yo no quisiera suponer que por medidas de este tipo y nada más en la UNAM, vamos a parar la fuga de talentos en todo el país, lo que sí es que pueden ayudar a que las instrumenten en otras instituciones y el efecto global aminore”. En cuanto a la UNAM en particular, señaló que “las medidas que abarca el programa de Liderazgo Académico no resuelven todas las necesidades económicas presentadas durante los últimos años en la Institución. Pero, dijo, constituye un paso para ayudar a los investigadores a no caer en la tentación de dejar la carrera académica y a frenar la fuga de personal bien preparado”.

Casi al mismo tiempo, la ANUIES anunció la aplicación de programas, similares en los implementados en la UNAM, en todas las instituciones públicas de educación superior del país. Su secretario ejecutivo, Juan Casillas dijo que en dos meses se darán a conocer, y que “para su aplicación el Estado aportará importantes recursos económicos”.

EL PROGRAMA DE LIDERAZGO ACADEMICO

Este programa consta de cuatro puntos:

1) Establecer estímulos de iniciación a la investigación para los profesores e investigadores de carrera recién graduados de un posgrado, o recién incorporados a la Universidad después de concluir estudios de posgrado. Estos estímulos consiste en becas de temporalidad fija.

2) Incrementar el número de niveles de carrera académica, a los que podrán aspirar los profesores, investigadores y técnicos académicos titulares de carrera de la UNAM. Para ello, en fecha próxima el Rector someterá al Consejo Universitario la propuesta de crear los niveles D y E en la estructura académica de la UNAM.

3) Establecer, con la autorización del mismo Consejo, el Premio Distinción Académica, que se otorgará anualmente a diez universitarios de carrera de tiempo completo que se hayan distinguido por la calidad y la trascendencia de sus trabajos.                       

4) Establecer un programa especial para fomentar y apoyar la investigación y el estudio de nuevos temas y campos, a través de proyectos en los cuales participen de manera significativa los jóvenes académicos de la UNAM. Los proyectos deberán estar orientados al establecimiento o consolidación de nuevas líneas o campos de investigación, al desarrollo de estudios interdisciplinarios que refuercen la docencia, y a la investigación y el desarrollo de nuevos enfoques, contenidos y procedimientos en la enseñanza.            

Para acceder a las becas propuestas en el primer punto, los requisitos son los siguientes:        

1) Tener plaza de profesor e investigador de carrera; 2) Menos de 3 años de haber obtenido la maestría o el doctorado; 3) Menos de 35 años; 4) No pertenecer al SIN; 5) Menos de 3 años en la plaza que ocupan.

Ahora, en la pequeña investigación realizada en la Faculta de Ciencias encontramos que no hay más de 4 o 5 personas que cumplen con los requerimientos, lo que nos parece excesivamente bajo. Intentemos encontrar las causas.                               

En la Facultad hay 270 plazas de tiempo completo, de éstas, 132 personas poseen al menos la maestría. Sin embargo, son escasos quienes tienen poca antigüedad ya que no se han creado plazas desde 1980, con excepción de 7 u 8 regularizaciones de becarios que laboraban en la institución por horas, nada nuevo. Reacomodos, división de una plaza de mayor categoría en dos de menor, decesos, renuncias, etc., constituyen las pocas posibilidades de poner una plaza a concurso. Malabarismo burocrático, en pocas palabras. Hay que señalar que los técnicos académicos, investigadores, muchas veces sin reconocimiento apropiado, no son considerados en el programa. La edad no es el problema menor. Quizá se trata de un aspecto poco cernible en cuanto a sus causas, ya que éstas son muy variadas (económicas, sociales psicológicas, etc.) Por otro lado, quien obtiene la maestría busca inmediatamente ingresar al SNI, quedando así fuera de esta franja.                         

Valdría la pena profundizar en la forma en que se elaboró este punto del proyecto, saber si se realizó una “radiografía” preliminar, o con base en qué datos se planteó, por qué estos requisitos, etc. Parece que una mejor solución sería la creación de plazas posdoctorales, como lo ha sugerido el Dr. René Drucker Colín, ya que de esta forma se podría realmente absorber a los graduados que ya han demostrado su aptitud y gusto par la investigación, impidiendo que abandonen el país.                

Los requisitos para el punto referente a las nuevas categorías no se conocen aún. La incógnita gira en torno a la creación o no de nuevas plazas.                   

La Distinción Universidad Nacional a Jóvenes Académicos puede parecer estimulante, sin embargo, como lo señaló el mismo Dr. Drucker, “es errónea, porque se están generando unos premios que finalmente no van a tener ningún significado. Tales reconocimientos se crean con el objetivo de darle mayores emolumentos a quienes destacan, por lo que esos esfuerzos deberían traducirse en mejores sueldos, y entregar premios, sí, pero pocos, muy distinguidos, para que tengan algún significado”. En cuanto al cuarto punto, poco se sabe sobre la cantidad de recursos que se otorgarán a los proyectos de investigación y superación académica. Pero en él hay una actividad siempre olvidada, nuevamente olvidada: la divulgación de la ciencia. Tal parece que se seguirá con la misma línea de siempre, es decir, se continuará considerando a la difusión como una labor de segunda, que no cuenta para el currículum, ajena al “liderazgo académico”, una actividad no indispensable para la ciencia.         

¿QUO VADIS?

Quizá parezca excesivo lo dicho anteriormente. Una desconfianza extrema revolotea sobre la situación actual. Sin embargo, cada actitud no es gratuita. Sexenio tras sexenio se hacen las mismas declaraciones, se crean nuevos proyectos que solamente sirven como muletas para impedir que la actividad científica en nuestro país se desplome por completo.

El Sistema Nacional de Investigadores fue creado el sexenio pasado para resolver los problemas que aquejaban a la ciencia. Como lo dijo el Dr. del Río “de los objetivos que perseguía a lo que es actualmente, hay una gran diferencia”. El Programa de Liderazgo Académico muestra a primera vista profundas lagunas e insuficiencias y no corresponden a la pompa con que fue presentado. Las preguntas siguen siendo las mismas: ¿Por qué no aumentar los salarios? ¿Por qué no destinar al menos el 1.5% del PIB a la ciencia y tecnología? ¿Por qué no mejorar en su conjunto el sistema educativo del país? Y podríamos seguir con otras más, como seguirá la fuga de cerebros y la frustración de todos aquellos que ni siquiera tuvieron la oportunidad de partir, talentos tirados a la basura, desperdiciados por un sistema ciego e inerte.

Aunque tal vez no todo está mal, como lo dijo el Dr. Sarukhán: “los científicos mexicanos están siendo recibidos en el extranjero; sino tuviéramos tal avance parece no existiría la fuga de personal”, lo cual nos llena de orgullo y nos hace pensar que quizá no hay porque ser tan pesimistas.

Extravío

El tres de noviembre de 1983 llegó un paquete al Departamento de Cibernética de la Universidad de Harvard. El doctor Ostrich lleva semanas esperando con ansiedad su arribo. Era una caja cuadrada de madera, de unos cuarenta centímetros de lado, cuidadosamente empacada y con la advertencia: material vivo, manéjese con cuidado extremo. Una compañía internacional de mensajería la había recogido ese mismo día en la ciudad de México, fuente habitual de este tipo de envíos.

El doctor Ostrich alertó de inmediato a sus ayudantes para que lo preparan todo. La caja fue trasladada al laboratorio, se retiraron con cierta precipitación los flejes y los clavos, se revisó el sistema portátil de oxigenación y se checó la temperatura. Pero en el momento mismo de verlo por primera vez, al doctor le sorprendió una extraña certeza de que algo andaba mal. Aquel cerebro era más pequeño y más liso de lo que cabría esperar para un cerebro científico.

Con movimientos precisos pero apresurados, el equipo de cibernéticos colocó el cerebro en la cámara de órganos aislados y se dispuso a realizar el examen de rutina a que era sujeto todo el cerebro recién llegado antes de ser instalado en alguno de sus cuerpos disponibles. Electrodos, tomografías, señales eléctricas, pruebas bioquímicas, isótopos radioactivos, todo controlado a distancia por un sofisticado sistema de computación. Ostrich no podía ocultar su nerviosismo.

Varias horas después la computadora imprimía su veredicto: en efecto, aquél no era un cerebro de científico, y menos aún aquel cerebro joven y prometedor que había sorprendido a todos en el último congreso. Seguramente, pensó con desdén y antipatía Ostrich, el cerebro que tenían en sus manos era sólo uno más de esos cerebros jornaleros que entraban al país por miles cada día, en empaques de pésima calidad y siempre maltratados por un transporte barato y descuidado, uno de esos cerebros que no saben hacer otra cosa que mover torpemente brazos, pues y manos. Aquello era un escándalo.

 

Iracundo de naturaleza, Ostrich insultó por teléfono a sus colegas mexicanos. Un proyecto de gran importancia habría de ser cancelado por su culpa, miles de dólares habían sido tirados a la basura, el prestigio de su institución quedaba a partir de ese instante en entredicho. La voz de México aseguraba no saber nada del asunto. Todas las pruebas habían sido llevadas a cabo con éxito antes del envío. Simplemente no se imaginaban qué podría haber ocurrido.

Para apaciguar a sus colegas americanos y evitar un escándalo de grandes proporciones, y por un interés personal en el destino de su amigo, antiguos camaradas del cerebro extraviado se dieron a la búsqueda. Revisaron apuntes y diarios, notas de envío, protocolos de laboratorio, informes, exámenes antiguos. Todo parecía estar en orden, un currículum vitae impecable, algún amor, un cuerpo saludable, sueños y ambiciones. Las pesquisas terminaban una a una en el mismo callejón ciego, hasta quedar todas ellas ceñidas a un archivo muerto. Sólo años después una visita inesperada les resolvería el acertijo.

Un individuo alto y de pelo largo, desaliñado, vestido con un viejo disfraz de 

mosquetero y diciendo ser un grandioso actor trashumante cruzó el umbral del instituto. Parecía conocer el edificio con toda precisión. Entró, saludó a las secretarias en tono familiar y por su nombre, pasó al baño, subió las escaleras, ignoró dos o tres miradas de estupefacción y rechazo que se cruzó en el pasillo. Entró sin tocar en el laboratorio veintidós.

A pesar de la enorme sorpresa, el doctor Fernández no tardó en reconocer a su compañero en aquel personaje extravagante. Tal vez el mirar o la forma de sonreír, o aquella manera tan suya de apoyar la mano en el puño de la espalda. El cuerpo, la cara, las manos, eran las de un total desconocido, pero el cerebro sin duda era su cerebros amigo. Se saludaron, platicaron  afablemente pero en voz baja durante unos minutos, y el visitante le entregó un fajo de papeles. Años antes, todo el mundo sabía cuántos, se había pasado un verano entero modificando el programa de computadora que supuestamente iba a mandar su cerebro al extranjero, haciendo que el cerebro de un simio pasara por ser el suyo. Simultáneamente, y esa era la clave del éxito, había arreglado todo para que su propio cerebro fuera transferido a un cuerpo distinto, ese que ahora tenía enfrente Fernández. Y sí, su nuevo corazón errante le sentaba a las mil maravillas.

En cuanto al actor trashumante, un loco declarado, no había sido difícil convencerlo de emprender la aventura y cambiar su cerebro por el de un orangután con gran porvenir en el circo. Y… bueno, en los papeles que le entregaba estaban todos los detalles, sin precisar los datos de su nueva identidad. Podría hacer con ese material lo que quisiera.

Se despidieron conmovidos. Los ojos de Fernández se llenaron de lágrimas. Al fin un cerebro se había fugado con éxito.

Mauricio Ortiz, Programa Impaciencia.

 

 

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Referencias Bibliografícas 

 

Rose, H., y Rose, S., 1969, Science and Society, Penguin, London.
Waysand, G., 1984, La contre-révolution scientifique, Anthropos, Paris.
Morazé, Ch., et al., 1979, La science et les facteurs de l’inégalité, UNESCO, Paris.
Herrera, A., 1971, Ciencia y política en América Latina, Siglo XXI, México.
Salomon, J. J., 1970, Science et politique, Seuil, Paris.
Gilpin, R., 1968, La science et l’Etat en France, Gallimard, Paris.
Papon, P., 1983, Pour une prospective de la science, Seghers, Paris.
La Jornada, varios días marzo, abril, mayo, Gaceta de la UNAM.

     
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Problemas y acertijos
 

 

   
   
     
                     

 

Respuestas a los acertijos del número 14

1. La cena política…

El hecho de haber más miembros del PRI que del PRD unido a haber más diputados del PRD que del PRI determina la distribución de los comensales en 9 y a 7 ya que para un mayor número de miembros del PRI (10 más), el de diputados del PRD habría de ser igual o mayor que 7, dando una suma superior a 16.

Por otra parte como el número de diputados del PRD es, a lo más 6, (ya que hay, al menos, un senador) y este número ha de superar al de diputados del PRI, solamente es válida la distribución siguiente:

                        Diputados              Senadores
PRI                           5                         6
PRD                          4                         1

Ahora bien, en cualquiera de los grupos que incluyésemos al homenajeado —excepto en el de senadores del PRI— influiría el tenerlo o no en cuenta. Por ejemplo si fuese diputado del PRI y no lo tuviéramos en cuenta, dejaría de cumplirse la condición de superar el número de diputados al de senadores en este partido.

En consecuencia, el homenajeado es el senador del PRI.

 
                                                                                                                                                                                                  

2. Si nos falta la luz…

Tres, ya que entre ellos siempre habrá dos al menos, de un mismo color 3.

 

3. La estratagema de Búfalo Bill…

Búfalo Bill prendió fuego delante de sí, con lo que había dos cortinas de fuego avanzando en la mima dirección. La cortina por él producida iba eliminando la vegetación, lo que hacía el efecto de cortafuegos para la provocada por los indios. Así Búfalo Bill, situado entre los dos fuegos, quedaba a salvo.

   

4. No hay que tropezar dos veces con la misma piedra…

Haciendo a un lado las limitaciones a que arbitrariamente nos imponemos nosotros mismos, esperamos que el lector haya encontrado esta vez la solución, trazando las rectas sin imponerse la limitación de no salirse del cuadrado.

 

5. La tela de araña…

29 días. En efecto, una sola araña tendría cubierto la mitad del hueco en 29 días, ya que en el trigésimo duplica lo hecho hasta entonces, cubriendo el hueco. Luego, las dos arañas tendrían cada una cubierto medio hueco al acabar el día 29, es decir, la totalidad entre las dos.

 

6. Pregunta simple…

Utilizando números romanos. Así XII, la pare superior, al dividirlo horizontalmente según la línea de puntos da VII.

 

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ciencia hoy        
 
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            R015B013 
Ciencia hoy en Argentina
 

 

   
   
     
                     

En muchos países latinoamericanos se observa un gran interés por crear canales de comunicación directa entre la comunidad científica y el publico lector ávido de ciencia. Dicho interés se ve reflejado en la creación de instancias de voz propia que contribuyan a sacar de su marginalidad la labor del científico y también por qué no, a desmitificarlo.                 

Un claro reflejo de la crisis que viven los países latinoamericanos se puede observar en la poca divulgación de la ciencia. Muchas veces son los esfuerzos casi personales de científicos los que comienzan a dar fruto; ejemplo de ello ha sido la aparición del primer número de la revista CIENCIA HOY en diciembre de 1988 en la Argentina. Dicho proyecto es producto de los científicos de ese país quienes apoyados por el equipo de CIENCIA HOJE de Brasil, comparten un formato común a modo de Facilitar el intercambio de artículos.                      

CIENCIA HOY pretende convertirse en un órgano de difusión de la ciencia, además de ser un espacio para la reflexión, la opinión y el debate. Por eso intentará incluir secciones permanentes de noticias, entrevistas y comentarios, permitiendo que sus páginas estén abiertas a la comunidad científica que quiera expresar e interactuar con la sociedad en su conjunto, por lo que puntualizan la importancia de divulgar datos e información confiable, colocándolos a disposición del público que desconoce los avances de la ciencia. CIENCIA HOY tiene un compromiso con el lector para democratizar la cultura.                      

Destinada a un público lector amplio, pretende, “por su carácter interdisciplinario, que sea pluralista, si bien no neutral éticamente”. Apuntan los editores en la presentación.                      

Como ellos mismos lo expresan “el lector no especializado o el científico de otra disciplina será informado no sólo de los progresos de la ciencia universal, sino que tendrá también un panorama vivo de la actividad local”.                 

Los artículos que se publican, son, en su mayoría producto del quehacer científico argentino, si bien no se descarta la participación de científicos latinoamericanos y con ello aspiran a que la revista se convierta en un vehículo de integración y cooperación entre los países de habla hispana. Enhorabuena a la comunidad científica argentina, y adelante con este tipo de iniciativas que en estos días, son como pequeñas islas de salvación en un mar tan agitado como es la crisis económica.

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            R015B012 
Dos Diccionarios
 

 

   
   
     
                     

Los diccionarios son las aspirinas o los curitas de toda biblioteca. Rápidamente y en todo momento nos sacan de apuros. De la A a la Z con escalas. Su mayor cualidad es la velocidad. Lo que nos aportan varía en función de la densidad, por lo que al llegar a cierto nivel dejan de ser cualquier diccionario. La estima que se les llega a tener se refleja en bordes, lomo y estado de las páginas.                   

En este caso tenemos dos obras de clasificación alfabética que van más allá de la simple rapidez. El primero, un diccionario etimológico de las Ciencias Naturales; el segundo, un diccionario filosófico de biología. 

Casi todos sufrimos con los términos científicos compuestos por lo general de voces griegas y latinas o mezcla de éstas llegan a ser una carga, muchas veces un obstáculo y aún a provocar confusión en la comprensión de alguna materia o temas.                         

Por sus orígenes europeos, la ciencia fue dominada por el latín durante siglos. A pesar de algunos rebeldes como Galileo, quien se negó a escribir en esta lengua no comprendida por los artesanos y pueblo en general, y el posterior desarrollo de la ciencia en países sajones, el latín se mantuvo como lengua empleada para términos de uso “universal”. Así, la terminología greco-latina inundó las ciencias y —aunque actualmente comparte su lugar de antaño con el inglés— lo sigue haciendo.

Elaborado por dos autores españoles, José Manuel Lancha, geólogo, y Teresa Sempere, filóloga, este diccionario resulta de gran utilidad e interés para cualquier estudiante de nivel medio superior y superior, investigador o profesor de ciencias naturales, seguramente un regocijo para los amantes de las profundidades y recovecos de la lengua.

Orientada principalmente hacia la biología, medicina, geología y astronomía, esta obra contiene 3000 palabras relacionadas con estas áreas.                            

Términos que parecían obscuros se ven rápidamente aclarados. Por ejemplo: el llamado opistosoma en algunos invertebrados, no es más que el cuerpo de atrás (del griego opisto, detrás; y soma, cuerpo). Pero no solamente nos facilita la asimilación de la palabra, el estudio de las etimologías nos introduce en un mundo nuevo, como si atravesáramos el espejo. Por ejemplo, partenogénesis, término empleado frecuentemente, quiere decir: del griego partenos, virgen; y génesis, generación. Una forma de entender los milagros bíblicos.                    

Además, con un poco de práctica, las locuciones se aprenden, y descifrar el significado de algún término se vuelve relativamente fácil, casi un juego.                        

El segundo diccionario es fruto de un trabajo conjunto de los esposos Medawar. El profesor Peter B. Medawar es conocido de nosotros por sus celebres “Consejos a un joven científico” (publicado por el Fondo de Cultura Económica) y “El arte de lo soluble”. En esta obra elaborada junto con su esposa, encontramos las mismas preocupaciones, concepciones e ideas, así como su visión tan amplia y peculiar del quehacer científico.                          

Es un libro para pasearse, para vagar por sus páginas, detenerse en cualquier concepto, abrir una breve definición, pasar por un corredor histórico, reír con alguna anécdota, entablar un debate en alguna esquina y salir con una referencia bibliográfica en la bolsa. O simplemente picados por la curiosidad, rápidamente acercarse a un término, o elucubrando una reflexión, preguntarse por ejemplo cuál es el “lugar del hombre. En la naturaleza” y obtener respuestas de Aristóteles, la Mettrie, Liceo, Kant y Bufón; enterarse por Merleau-Ponti de que la naturaleza del hombre es no tener naturaleza y concluir con las palabras del gran Darwin.                   

Sin pretender ser exhaustivo ni un libro verdaderamente de consulta, según los autores, el tratamiento tan distinto de los diferentes términos y conceptos permiten fácilmente hacerse una idea, obtener una buena definición de un aminoácido o lo que es la neotenia, por ejemplo, así como familiarizarse con algún debate que involucra algún concepto o a una disciplina entera.                     

Tal vez a lo que más contribuye esta obra es a ampliar el panorama para quienes se dedican al quehacer biológico, que frecuentemente, por las inercias, se va estrechando poco a poco, sin darnos cuenta, hasta un día obtener el reconocimiento de especialista en…, entonces ya es demasiado tarde. Un libro para el espíritu.

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Referencias Bibliografícas 

 

Diccionario de ciencias naturales. Usos y etimologías, José Manuel Lancha y Teresa Sempere, Siglo XXI de España, 1988, 376 pp.
De Aristóteles a Zoológicos. Un diccionario filosófico de biología, P. B. Medawar y J. S. Medawar, Fondo de Cultura Económica, México, 1988, 298 pp.

     
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            R015B010 
Sólo cuestión de rutina
 

 
César León
   
   
     
                     

La tripulación, en su mayoría biólogos marinos y     oceanógrafos, muestreaban la zona con el propósito de esclarecer el gran enigma que, en días pasados, consternara a media humanidad.                 

De acuerdo al más reciente informe publicado por el Departamento de Fauna Marina de la Universidad de Antuana, en cierta parte del Océano Antártico habitaban unos extraños cetáceos que, al parecer, eran las criaturas más inteligentes del planeta conocidas hasta entonces. Dotadas de una inteligencia por mucho superior, incluso, a la de cualquier ser humano.                

La noticia no tardó en darse a conocer en todo el mundo, despertando las polémicas más escandalosas nunca antes vistas, desde las ocasionadas por Darwin, claro está.                 

Las demandas no se hicieron esperar. Las hubo de todos los olores, colores y sabores. Contra éstos, aquellos y contra todos. Por esos días, nadie parecía estar a salvo.                      

Conforme transcurría el tiempo la situación se tornaba insoportable. Los medios de comunicación le adjudicaban a diferentes grupos y organizaciones el terrible atentado. Primero, muchos coincidieron que todo era obra de las comunistas, quienes seguramente buscaban, con tan absurdas ideas, desestabilizar a los gobiernos imperialistas y a los nazis. Después se pensó que los países del sur, con la finalidad de incrementar el turismo hacia aquellas regiones, habían ideado todo. Aún así, existían sospechas en contra de australianos, japoneses, chilenos y estadounidenses. En repetidas ocasiones, se llegó a culpar también a la Sociedad Protectora de Animales, a infinidad de grupos ecologistas y a la Asociación de la Fauna Silvestre.             

Más tarde, y como medida de seguridad, todos los evolucionistas y biólogos fueron fichados, interrogados y amenazados de muerte si se les sorprendía apoyando tan descabellada posición. Hubo que adoptar medidas drásticas capaces de resguardar la seguridad mundial.

Por petición de las naciones, la Organización Mundial de la Salud pronto tomó cartas en el asunto y, después de investigar minuciosamente los antecedentes políticos de miles de especialistas en el tema, asignó a un grupo de eminentes científicos denominados “Neutrales”, para que fueran a inspeccionar la zona y, mediante investigaciones, complicados experimentos y pruebas, resolvieran el escandaloso enigma.

Un mes más tarde, se supo que los “Neutrales” habían localizado a las singulares criaturas y que comenzaban los estudios.                  

Auxiliados por los más avanzados equipos de video y captación sonora, los investigadores pudieron comprobar la compleja organización social de aquellos animales. De acuerdo a sus observaciones, era evidente que poseían un elaborado lenguaje, pues eran capaces de comunicarse con cualquier miembro de la manada. Además pudieron descubrir que cada individuo tenía su propio nombre y una actividad bien definida dentro de la comunidad.                      

Conforme progresaban las investigaciones, se supo que la especie había adoptado nuevos términos para designar a las cámaras de video, los equipos de sonido y todo cuanto era sumergido en el océano; incluidos los diferentes buzos, quienes también habían sido bautizados por aquellas criaturas. Dos semanas más tarde, los cetáceos hacían todo lo posible por comunicarse con la especie humana.                   

Sorprendidos  ante aquellas irrefutables muestras de inteligencia, los científicos intentaron dar a conocer la gran noticia. Fueron detenidos. De acuerdo a lo pactado, toda información debería ser comunicada una vez concluidos los experimentos.                 

Para los especialistas una cosa era evidente. Aquellos animales también se dedicaban a estudiar a los humanos; su comportamiento, sus debilidades y limitaciones, la eficiencia de sus equipos electrónicos. Todo estaba siendo minuciosamente aprendido y evaluado por los inteligentes catodontes.                        

Durante el tiempo que llevaban conviviendo con ellos, la tripulación había notado interesantes cambios en el comportamiento de la manada. Nunca consiguieron capturar a un ejemplar, en cuanto lo intentaban, éstos se sumergían en las profundidades y la ecosonda los perdía después de la isoterma de los diez grados. Al parecer, habían aprendido a evadir el sofisticado sistema de rastreo.                       

En alguna ocasión, uno de los especialistas comentó que a ese paso, los cetáceos acabarían por aprender a leer y escribir mucho mejor que cualquier estudiante de bachillerato. La hipótesis provocó enromes carcajadas hasta en los investigadores más serios y reservados. No obstante, una noche, una de las computadoras comenzó a captar mensajes en clave “morse”.                   

En cuanto fue localizada la fuente, quedó claro que se trataba de aquellas criaturas.                      

Aún incrédulos y desconcertados, no dejaban de mirar la gran pantalla. El codificador empezaba a convertir sonidos en palabras, en frases, en una prosa nunca antes revelada. Amena, sutil. Aquel era un momento histórico. El gran sueño estaba a punto de cumplirse. El hombre podría comunicarse en breve con otra especie del planeta que, cabría esperar resultaría ser mucho más inteligente.                 

En cuanto la noticia llegó al seno del Comité de las Naciones del Mundo y al de la Organización Mundial de la Salud, ambos coincidieran en cancelar de inmediato el proyecto. Ante todo estaba la seguridad mundial.                        

Fue ordenado el traslado a tierra de la tripulación, los científicos fueron acusados de terroristas y de espías, encontrándoseles más tarde —según lo anunció la prensa— drogas y demás estupefacientes, además por supuesto, de armas de alto poder y documentos altamente comprometedores, por lo que fueron trasladados a misteriosas penitenciarias, bajo los cargos de enemigos de la humanidad, charlatanes y criminales compulsivos de alto riesgo.                  

Por aquellos días el mundo entero experimentaba grandes tensiones. Hubo mítines, marchas e intentos de golpe de estado en casi todos lados. Grupos que apoyaban a los científicos detenidos y otros que pedían se les condenara. Como siempre, los ejércitos cumplieron celosamente su deber. Y en cuanto apareció el informe de la Organización Mundial de la Salud, la humanidad, en su gran mayoría, pudo librarse del molesto enigma y volver a la tranquilidad de antes.                        

De acuerdo al comunicado, el supuesto caso de los “cetáceos suprasapiens” no venía a ser otra cosa que una simple y vulgar falsa alarma; ya que después de un sinnúmero de pruebas y minuciosos estudios, se había logrado comprobar que éstos no tenían ni un pelo de inteligencia, y una vez más, la sapiencia venía a ser una cualidad única y exclusiva de los seres humanos.                        

Nuevamente, todos los incrédulos fueron perseguidos y encarcelados. A la mañana siguiente, una flota entera de barcos y submarinos militares que transitaban las gélidas aguas del Océano Antártico, dijeron a la prensa tan sólo andar realizando algunas pruebas nucleares sin importancia en aquella región. Nada especial —recalcaron— ¡sólo cuestión de rutina!

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Para el Dr. Anelio Aguayo.

     
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César León
Alumno de Maestría, Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, UNAM.
     
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noticiencia        
 
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            R015B09 
Noticiencia
 

 
Recopilación César Carrillo T.
   
   
     
                     

Fue creado el Consejo Consultivo de Ciencias

El pasado 23 de enero quedó instalado el Consejo Consultivo de Ciencias. Creado a instancia del ejecutivo, el Consejo está compuesto por 33 premios nacionales.                     

La función de este organismo es, a decir del presidente de la República, “escuchar la opinión de distinguidos profesionales y científicos mexicanos para establecer la jerarquía y la prioridad en los programas en los que al gobierno de la República tiene que canalizar recursos, como es el caso de la ciencia y la tecnología.                      

Muchas preguntas han surgido al respecto. Estas reflejan el escepticismo reinante entre la comunidad científica, pues la demagogia ha sido moneda corriente siempre que el gobierno habla de la ciencia, sexenio tras sexenio, repitiendo las mismas generalidades, mientras el deterioro de la actividad científica se acrecienta. Ver para creer.                

La prensa no tuvo acceso a esta reunión-comida ofrecida en Palacio Nacional. Por esta razón publicamos a continuación la crónica realizada por dos científicos presentes en ella, los doctores René Drucker Colín y Ruy Pérez Tamayo. Ésta apareció en Página UNO, suplemento dominical del periódico UNO más UNO, el 5 de febrero del presente año.

 

El claustro de los científicos

Este artículo tiene como propósito relatar nuestras impresiones y opiniones sobre el recientemente instalado Claustro de los Premios Nacionales de Ciencia y Tecnología (también llamado Cuerpo Consultivo de la Presidencia para dichas actividades), al que pertenecemos y en cuya génesis creemos haber tenido cierta participación. Lo que aquí decimos es a tituló personal y no pretendemos hablar en nombre de los otros miembros del Claustro. Hemos dividido nuestros comentarios en tres partes: los antecedentes, la comida en Palacio Nacional, donde se firmó el acuerdo presidencial que estableció formalmente el Claustro, y lo que vislumbramos en cuanto a sus funciones y su futuro.

I. Antecedentes

En estos tiempos la ciencia y la tecnología, o quizás deberíamos decir la investigación y el desarrollo, forman la parte medular del dominio de los países desarrollados sobre los subdesarrollados. La pregunta fundamental era qué hacer para que ese dominio a la vuelta del siglo XXI, por lo menos, empezara a disminuir en nuestro país.

Varios científicos, entre ellos los autores de este artículo, sugerimos desde hace tiempo, pero con más vehemencia quizás durante l periodo de estas últimas campañas presidenciales, que se formara un cuerpo consultivo y propositivo de la Presidencia para la Ciencia y Tecnología. La premisa fundamental que nos hacía sugerir que se formara dicho organismo, era que la ausencia de conocimiento por parte del jefe del Ejecutivo acerca de las necesidades de la ciencia no impedía que tuviera opiniones acerca de ella sino simplemente le impedía tener opiniones bien informadas. Por demás, esto era particularmente grave en cuanto a que la información o lo que podría llamarse las políticas científicas, generalmente eran diseñadas por políticos profesionales cuya experiencia en ciencia y/o tecnología eran prácticamente nulas.

La idea, pues, era diseñar una política científica a través de un Cuerpo Consultivo formado por miembros activos de la comunidad científica y no por administradores y/o políticos. Además, se pensó que este cuerpo o consejo periódicamente se reuniera con el presidente y lo asesorara en cuanto a asuntos relacionados a la ciencia mexicana.

Esta propuesta surgió cuando, al principio de la campaña del PRI, se organizaron unos foros en los que se pretendía que participaran miembros distinguidos de la comunidad científica. Esos foros eran un verdadero fraude intelectual, los organizadores eran frecuentemente políticos de segunda o pseudocientíficos de tercera, y a veces ambos, que seguramente querían quedar bien con el candidato. Uno de nosotros (el más joven) participó en uno de los foros y quedó curado de espanto; le pareció que más que foro de consulta era obra teatral preparada de antemano y, además, mal preparada. El otro (el más viejo) de nosotros se rehusó a participar. Al acercarse el día de las elecciones, en una reunión de una docena de científicos activos, todos distinguidos y además buenos amigos (pero no todos premios nacionales), convocada en esos tiempos por uno de nosotros, la idea del Consejo Asesor Científico de la Presidencia se manejó ya como una opción aceptable para todos. En esa misma reunión se dijo que el Consejo debería estar formado por tres o cinco miembros, todos científicos de activos de tiempo completo, respetados por la comunidad, Nivel III del SIN, sin compromisos institucionales, sin ambiciones políticas y, sobre todo, sin sueldo adicional por esa actividad.                              

En esos mismo tiempos uno de nosotros (el más viejo) publicó un artículo en una revista mensual muy leída por la comunidad científica mexicana, en donde proponía un plan de cinco puntos para apoyar y promover en serio a la ciencia en México: el punto uno era reconocer a la ciencia como prioridad nacional y entre las otras acciones específicas recomendadas estaba la de constituir un Consejo Asesor Científico de la Presidencia. Aunque el artículo estaba dirigido a los seis candidatos a la presidencia del país, creemos que ninguno de ellos lo leyó. Sin embargo, durante el breve periodo en que el Congreso declaró presidente al licenciado Carlos Salinas de Gortari y su toma de posesión de tan poderoso cargo, uno de nosotros (el del artículo arriba mencionado) tuvo oportunidad de entrevistarse con él en sus oficinas en Cracovia (la calle). En presencia de otros tres distinguidos científicos y buenos amigos, leyó su mencionado plan de cinco puntos al entonces Presidente electo, quien lo escuchó con atención e interés, incluyendo los muy oportunos y pertinentes comentarios que hicieron los otros tres personajes presentes. Posteriormente, nos enteramos que a otros grupos de científicos, que acudieron a Cracovia (la calle) se les dijo que iba a nombrar un Consejo Asesor Científico o algo así. Fue una lástima que dicho Consejo no se nombrara antes de la toma de posesión, pues de esa manera la primera acción del Consejo hubiera sido la de indicar quiénes eran los más indicados para ocupar los diversos puestos que son importantes para la ciencia.                             

Después de la toma de posesión de su alto cargo, el señor Presidente empezó a hacer distintos nombramientos. Todos los días, los científicos nos despertábamos y buscábamos en los periódicos para enterarnos de lo que se iba a hacer con la ciencia. Después de varios días de angustia, se anunciaron los primeros nombramientos relevantes, los cuales nos alarmaron sobremanera, los que siguieron de plano nos deprimieron y pensamos, otra vez los científicos marginados de la toma de decisiones que nos afectan directamente. Pero peor que eso, pensamos que otra vez nuestro trabajo iba a tener grandes obstáculos. Angustiado por la situación, uno de nosotros (el más joven) escribió un artículo incendiario, sobre la falta de atención a la ciencia en el nuevo gobierno, para publicarlo en el diario que se complace en críticas al régimen. Al día siguiente recibió (como todos los demás miembros del Claustro) la invitación a la comida en el Palacio Nacional, por lo que tuvo que retirar su artículo hasta no tener nuevas noticias.

II. La comida

La invitación decía que el señor Presidente nos invitaba a comer en el Palacio Nacional a las 14:30 horas. Conocedores de cómo se las gasta el Estado Mayor Presidencial, llegamos a la cita mucho antes de la hora señalada. Para nuestra gran satisfacción, casi todos los invitados habían tenido la misma precaución, de modo que tuvimos la rara oportunidad de encontrarnos y conversar con muchos colegas científicos que de otra manera sólo vemos ocasionalmente en la televisión. Nosotros nunca habíamos estado en el comedor principal del Palacio Nacional; es un sitio espléndido, muy siglo XIX, con madera labrada y espejos en las paredes, y con un techo igualmente cubierto con madera labrada. Infortunadamente, las lámparas son un horror de mal gusto, el sistema de sonido pertenece a la tecnología de los años 20 y la comida fue lamentable. El señor Presidente llegó, más de media hora tarde, acompañado por el doctor Guillermo Soberón y la doctora Graciela Rodríguez, quienes se sentaron a su derecha e izquierda, respectivamente. En la mesa había más de 50 lugares y todos estaban ocupados; sólo identificamos a tres personas que no son premios nacionales y que eran el señor Presidente, la doctora Rodríguez y el licenciado Córdoba, un personaje muy amable que se sentó al lado de uno de nosotros, que tomaba muchas notas y hacía muchas preguntas, y que hasta después de terminada la comida y cuando ya había desaparecido, nos enteramos de quién era.            

El doctor Soberón tomó la palabra para señalar que, durante ese acto-comida el señor Presidente firmaría el acuerdo que declaraba la instalación formal del Claustro de los Premios Nacionales en Ciencia y Tecnología, posición a la que todos los así premiados tenemos automáticamente el derecho, pero no la obligación, de pertenecer. Las funciones específicas del Claustro serían opinar sobre problemas de ciencia y tecnología a nivel nacional. Se nos indicó que la doctora Rodríguez funcionaría como secretaria del Claustro, que deberíamos elegir un coordinador y emitir un reglamento, y se nos invitó a que expresáramos nuestros puntos de vista y comentarios. Muchos de los asistentes así lo hicimos, a lo largo de toda la comida, algunos hasta más de una vez. El señor Presidente escuchó a todos con atención y en varias ocasiones tomó la palabra para contestar preguntas concretas, para aclarar situaciones inciertas y para informar al Claustro de algunos de sus proyectos e intereses específicos en relación con la ciencia y la tecnología.

Los comentarios de los miembros del Claustro fueron en su mayoría de tres tipos: 1) sobre los grandes problemas que afectan a la ciencia y la tecnología en México, como el número demasiado pequeño de estudiantes interesados en dedicarse a estas tareas, el apoyo económico raquítico que tradicionalmente se le ha concedido a la ciencia y a la tecnología en nuestro país, la sempiterna incomprensión de los administradores respecto a lo que hacemos los científicos, la descentralización de la ciencia y los agobiantes problemas de los científicos de provincia, entre otros más; 2) sobre asuntos más concretos, específicos y hasta personales, como la modernización del sistema meteorológico nacional, el desarrollo de fármacos en México, la construcción de equipo en nuestro país (se discutió mucho sobre la conveniencia de hacer un satélite aquí para sustituir al Morelos cuando se acabe, dentro de unos años), la ampliación del Sistema Nacional de Investigadores para incluir a los que trabajan en universidades privadas y en la industria, y otros más; 3) sobre el propio Claustro, su estructura y funciones, la forma en que debería funcionar, la necesidad de establecer primero una filosofía del “para qué” de la ciencia en México, las dificultades de lograr que un grupo de solistas cante en coro, las relaciones del Claustro con las instancias oficiales encargadas del apoyo y la promoción de la ciencia y la tecnología en nuestro país, como la SEP, la SS, la SARH, el CONACyT y otras, la autoridad del Claustro y sus vías de acceso al señor Presidente, el uso que podía dársele al trabajo ya hecho por varios miembros del Claustro durante la campaña presidencial y entregado al IEPES, y otros más.

Entre las respuestas y comentarios del señor Presidente recordamos los siguientes: 1) el Claustro es libre de organizarse como mejor le convenga; 2) el gobierno está reservando un presupuesto especial para aplicarse a los proyectos de ciencia y tecnología que el Claustro recomiendo (creemos que el señor Presidente mencionó la cifra de 250 mil millones de pesos, pero uno de nosotros se distrajo en ese momento y el otro trataba de explicarle al licenciado Córdoba por qué es una barbaridad pensar hoy en un Instituto Nacional de Trasplantes, de modo que al cifra debe tomarse con reservas; 3) el Claustro deberá estar en contacto con los señores secretarios y directores generales de todas las dependencias oficiales relacionadas con la ciencia y la tecnología, como la SEP, la SS, la SECOFI, la SARH, el CONACyT y otras para conocer sus proyectos y programas así como para exponerles sus puntos de vista al respecto, pero en última instancia su función es preparar recomendaciones específicas para el jefe del Ejecutivo; 4) la presidencia ha dado este primer paso y espera que la comunidad científica de el siguiente.

Independientemente de lo que se discutió durante la comida, la creación del Cuerpo Consultivo de la Presidencia, a través del “Claustro de Premios Nacionales de Ciencia y Tecnología”, marca un hecho histórico en nuestro país y, además, promueve una atinada observación, y ésta es que los que deben diseñar las políticas científicas son los científicos. Según entendimos (y ojalá esta comprensión no esté empañada, esta vez, por otra distracción momentánea), este cuerpo consultivo sería el órgano supremo que dictaría la política científica del país, mientras que las dependencias gubernamentales tendrían la función de ejecutar dichas políticas. El objetivo principal sería concertar los esfuerzos de la ciencia mexicana en beneficio de y congruente con los intereses de nuestro país.

Salimos juntos de Palacio Nacional, pero mientras llegábamos al vehículo que nos traería a la CU, varios colegas y amigos caminaron con nosotros. Sus comentarios fueron entre escépticos y optimistas reservados. Uno de nosotros (el más viejo) recordó experiencias similares al principio de los tres últimos sexenios, que no cambiaron ni en un ápice la situación tradicionalmente paupérrima de la ciencia en nuestro país, pero todavía mostró cierto optimismo. En cambio, el otro (el más joven) expresó un realismo optimista. Lo que salvó el momento fueron los comentarios angélicamente ingenuos del chofer que nos sirvieron para recordar que, a estas alturas, estar vivos ya es ganancia.

III. Las funciones del Consejo

¿Qué es el Claustro de los Premios Nacionales en Ciencia y Tecnología, y qué va a pasar con él? No somos tan ingenios para creer que representa la solución a todos nuestros problemas; pensamos que el Claustro es la versión política de nuestro primitivo Consejo Asesor Científico de la Presidencia.                               

Amigos científicos nos han dicho: “El Claustro es un modelo emasculado del Consejo que ustedes planearon y propusieron. Una vez más, el gobierno les ganó la partida: aceptó la estructura, pero al instrumentarla la hizo inoperante, multiplicando por 10 el número de sus miembros. Cada sesión de este Claustro de 50 miembros, aunque se dice que fueron 33 (número por demás interesante), será como una cena de negros, por lo menos al principio, porque muy pronto la mayoría de ellos (supongo que son sujetos inteligentes) dejarán de asistir”.

Lo anterior es cierto, pero nosotros pensamos que existe una opción alternativa. El Claustro tiene libertad para decidir su propia organización interna. Parecería lógica que tal estructura estuviera basada en las especialidades científicas de sus miembros. En el Claustro coexistimos científicos de muy distintas disciplinas, como físicos, matemáticos, biólogos, astrónomos, biomédicos, sociólogos, antropólogos, historiadores, tecnólogos y otros más. Tal heterogeneidad de campos de interés sugiere d’emblée un principio de división del trabajo: organicemos al Claustro en tantas subcomisiones como grupos homogéneos de científicos existan hoy en él. Ya tenemos la experiencia del Sistema Nacional de Investigadores en el que las comisiones calificadoras se organizan de esa manera. A continuación, hagamos un esfuerzo cada grupo por identificar un número pequeño y modesto de problemas actuales bien concretos de nuestra comunidad que podrían resolverse por medio de decisiones políticas sencillas y no muy costosas. El paso siguiente sería presentarle ese paquete al señor Presidente y esperar a ver qué pasa. Se trata de un experimento con el que estaríamos poniendo a prueba las funciones del Claustro. Los que trabajamos en ciencias experimentales sabemos muy bien que no todos los experimentos salen como se espera; a veces terminan muy mal, otras veces bien y otras veces los resultados son totalmente inesperados, pero siempre son útiles por que aprendemos algo nuevo que nos ayuda a diseñar el siguiente experimento. El Claustro de Premios Nacionales es un experimento y sólo vamos a saber si sirve cuando empiece a funcionar, que esperamos sea ya muy rápido, Por lo pronto, tanto el viejo como el joven, estamos en a batalla listos para hacer lo que sea necesario para enfrentarnos a los retos de nuestros tiempos, pero más difícil aún los retos de la burocracia mexicana.

 

¿Ayuda desinteresada?

El gobierno estadounidense propondrá a México diversas medidas tendientes a reducir el índice de contaminación ambiental en las principales ciudades del país, con base en las experiencias que ha tenido, afirmó el consejero legal del presidente de los Estados Unidos, Boyden Grey, en visita oficial a nuestro país a mediados de febrero de este año.

El asesor de la Casa Blanca estimó que existen amplios programas de capacitación desarrollados por la Agencia de Protección Ambiental de su país y que podrían ser aplicados por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. “Nosotros tenemos años de experiencia en el uso de tecnología para reducir la emisión de gases por los automóviles y la aplicación de combustibles alternos y pretendemos darlos a conocer entre funcionarios mexicanos a fin de saber las experiencias de cada país y mejorar el ambiente en las principales ciudades”, dijo.

El consejero legal de George Bush se entrevistó con el presidente de la República, así como con autoridades de la SEDUE.           

Víctor Cardoso, La Jornada, 16 de febrero de 1989.

 

Nuevos métodos de evaluación en Harvard

Durante los últimos años se ha implantado la evaluación del trabajo de los investigadores tomando en cuenta el número de trabajos publicados en revistas arbitradas y el número de veces que haya sido citado por otros investigadores. Publicar o perecer se ha convertido en el lema de la comunidad científica.                      

Desde luego que este sistema de evaluación estimula la productividad, pero no está exento de problemas. De hecho está lleno de vicios como el que cada artículo sea firmado por muchos autores, cuando alguno de ellos pudieron haber contribuido muy poco en su elaboración; en lugar de sacar una publicación completa, se sacan varias fragmentadas; y desde luego, la más peligrosa: publicar resultados antes de que estos hayan sido bien evaluados. Parece ser que este último problema es particularmente grave en investigaciones relacionadas con el área médico-biológica.                      

Consciente de estos problemas la Universidad de Harvard ha decidido cambiar su sistema de evaluación. Para el nivel más alto de investigador con plaza definitiva únicamente se tomará en cuenta el contenido científico de sus diez mejores artículos, sin importar el número de trabajos publicados, lo que significa cambiar cantidad por calidad. Además no se evaluará el número de citas como tal, únicamente contarán si se indica claramente la trascendencia del artículo. ¿Qué esperamos?

Orión, octubre de 1988, Boletín del Instituto de Astronomía de la UNAM

 

Más sobre la incineración de askareles

En nuestro número anterior comentamos acerca de la instalación de una planta para incinerar desechos químicos (PCB o askareles). La empresa en cuestión lleva paradójicamente por nombre: Tijuana Equilibrio Ecológico, S. A. (TEESA), y no es más que una filial de la Chemical Waste Management, subsidiaria del más grande monopolio dedicado al tratamiento de desechos tóxicos, la Waste Management Incorporated.

La agrupación ecológica Greenpeace realizó en 1987 una investigación sobre este monopolio. Los resultados son poco halagadores y resultan aterradores si consideramos que fue la SEDUE quien otorgó la licencia. Algunos de los puntos más sobresalientes son:

• Waste Management Inc. (WMI) ha sido repetidamente acusada de soborno, colusión y fraude por la Agencia de Protección al Medio Ambiente, el Departamento de Justicia y la Comisión de Valores (de Estados Unidos).
• WMI ha sido multada, desde 1982, por más de 30 millones de dólares por violaciones a las regulaciones sobre el medio ambiente.
• Tan sólo en los últimos tres meses, seis comunidades en Estados Unidos e Inglaterra han rechazado los intentos de la WMI por construir instalaciones y almacenes en sus áreas.
• WMI ha operado por más de un año, sin asegurar los sitios que utiliza para desperdicios riesgosos.
• Se ha comprobado que dieciocho sitios de desechos de la WMI operan al margen de las regulaciones federales y estatales sobre medio ambiente. Al menos diez han contaminado mantos freáticos cercanos y cinco han sido cerrados por dependencias oficiales, al encontrar negligencia en su operación.
• Deliberadamente la WMI vendió aceite contaminado por PCBs, sin avisar a los dueños.
• WMI emplea tres de los métodos de tratamiento de desechos que más daño causan al medio ambiente: incineración, inyección a profundidad y relleno de superficie.

En lo tocante a la corrupción de la Waste Management Incorporated que denuncia la agrupación ecologista, el expediente también es grueso. Igual obsequia kilos de carne, viajes de lujo o, de plano paga miles de dólares a aquellos funcionarios que favorecen o, al menos, no entorpecen sus planes. Por último, cabe señalar —de acuerdo con el reporte de Greenpeace, elaborador por Jim Valette— que las multas por más de 30 millones de dólares de las que ha sido objeto el multicitado monopolio desde 1972, no han significado sino un pequeñísimo pellizco a sus ganancias. El reporte considera que ese monto no significa sino seis días de operación de la Waste Management.

Estos son sólo algunos de los vicios que Greenpeace reporta de la Waste Management Incorporated, empresa de la cual es filial TEESA que, al parecer, contrato la SEDUE para quemar seis millones de askareles que han empleado, principalmente Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.

Información tomada de Sobreaviso, de René Delgado, La Jornada, 1o. de abril de 1989.

Los 33:

Salvador Zubirán
Juan Celda Salmón
Marcos Mazari
Enrique Hong
Luis Esteva Maroboto
Raúl J. Marsal Córdoba
José A. de la Herrán
Joaquín Cravioto
José Adem
Marcos Moshinky
Carlos Casas Campillo
Ruy Pérez Tamayo
Luis Sánchez Medal
René Raúl Drucker Colín
Jorge Cebrón Solórzano
Jorge Suárez Díaz
Ernesto de la Torre Villar
Pablo González Casanova
Octavio Augusto Novaro
José Ruíz Herrera
Ismael Herrera Revilla
Rafael Méndez
Manuel Peimbert Sierra
Adolfo Martínez Palomo
Ignacio Madrazo Navarro
Julián Adem
Edmundo O’Gorman
Eduardo García Mainez
Leopoldo Zea
Fernando Alva
José Luis Sánchez Bribiesca
Arcadio Povera
Pablo Rudomín Zevnovaty

 

 

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César Carrillo Trueba
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Lacandonia schismatica.
Un verdadero cisma
 

 

   
   
     
                     

El término angiosperma, que literalmente significa “semilla en un vaso”, sirve para indicar una de las principales características de las plantas con flores, que es la protección de los óvulos o futuras semillas dentro de un ovario. Es este grupo de plantas, constituido por más de 200000 especies, el dominante y más conspicuo en la flora del mundo. Ocupan un muy amplio rango de hábitats que se extiende hasta las regiones polares, incluyendo agua salada y dulce, y a pesar de haberse empezado a estudiar desde hace siglos, aún no se conocen en su totalidad y todavía nos deparan muchas sorpresas; este es el caso de la recientemente descrita Lacandonia schismatica.                         

A diferencia de lo que se podría esquematizar como la flor típica (ver esquema 1), Lacandonia schismatica presenta el androceo, es decir, los estambres, en el centro de la flor, rodeados por el gineceo, es decir los carpelos o estructuras que contienen óvulos, y es esta característica, única entre las plantas con flores, la que junto con el número cromosómico y la dehiscencia de las anteras, le permite constituirse en una nueva familia de plantas con flores (Lacandoniaceae), hecho que no sucedía desde hace casi cincuenta años cuando se describió la familia Degeneriaceae por Bailey y Smith.              

Esteban Martínez Salas, descubridor de esta planta, es un biólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, ha sido colector botánico desde 1982, y a partir de 1984 inició su trabajo en el proyecto Flora Mesoamericana, en el que participa el Herbario Nacional del Instituto de Biología, UNAM, junto con otras instituciones nacionales y extranjeras. En 1985, mientras trabajaba en una colecta minuciosa en la zona lacandona, encontró la planta que por sus características (tipo de flores, falta de hojas, hábito saprófito), era difícil de determinar. En septiembre de ese año se le sugirió que podría tratarse de un miembro de la familia Triuridaceae, en particular del género Sciaphila. La planta presentaba características comunes a esta familia como el gineceo apocárpico, óvulos anátropos, polen inaperturado, flores trímeras, tépalos con apéndices y endomicorrizas. De esta familia, por cierto, hasta entonces no se conocía ninguna especie mexicana, y de la que se sabe poco.                

Para febrero de 1987, con apoyo de la bióloga Clara H. Ramos de la Facultad de Ciencias de la UNAM, y la opinión a su favor de otros investigadores del Instituto de Biología, Esteban y Clara decidieron proponer un género nuevo a partir de esta planta y lo sometieron para su publicación a los Annals of the Missouri Botanical Gardens, institución que participa en el proyecto Flora Mesoamericana y cuya revista es considerada como una de las más prestigiadas en el ámbito taxonómico mundial.              

En septiembre de 1987, los especialistas en la familia Triuridaceae, P. J. Maas y H. Maas-van de Kamer sugirieron que una planta así no podría existir y que en todo caso la planta encontrada por los botánicos mexicanos pertenecía al género Sciaphila y no constituía uno nuevo, por lo que rechazaban la publicación de la especie, lo que demuestra que no es fácil romper un paradigma. Para esas fechas ya se estaban llevando a cabo los estudios de anatomía de L. Schismatica por Judith Márquez de la Faculta de Ciencias y se habían asimismo sacado fotos con microscopio electrónico de barrido y óptico, que definitivamente apoyaban la existencia de una nueva familia, por lo que para enero de 1988 se propuso como tal, aceptándose su publicación en junio, apareciendo ésta, en la primera parte del volumen 76 de 1989. Cabe señalar que el artículo fue publicado en español. Uno de los isotipos fue depositado en el Herbario de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Lacandonia schismatica E. Martínez et C. H. Ramos es una pequeña planta saprófita (que crece sobre materia orgánica en descomposición), de menos de 10 cm de alto, sin hojas y con flores blanquecinas. Sólo se conoce del lugar del que fue descrita, en el exterior de la reserva de Montes Azules, cerca de Bonampak, Chiapas, en una zona de la Selva alta Perennifolia, de donde se han registrado varios nuevos elementos para la flora mexicana. La relación espacial que presentan sus órganos reproductores es difícil de explicar a la luz de los conocimientos actuales y de una y otra manera tendrá un impacto en las bases filosóficas de la Taxonomía, de ahí el nombre de su epíteto específico “cisma” se refiere a los problemas que originan su morfología en la sistemática.

Ante un descubrimiento tan importante para la biología, y que ha causado controversia en diversos medios, entrevistamos a tres destacados investigadores relacionado con el apoyo a la publicación de la especie, los estudios actuales que se llevan a cabo acerca de la planta y su protección: Dr. Guerrit Davidse, Curador del Jardín Botánico de Missouri, organizador y editor de Flora Mesoamericana; Dr. Mario Sousa S., investigador del Instituto de Biología de la UNAM, Curador del Herbario Nacional, organizador y editor de Flora Mesoamericana; Dr. Jorge Soberón M., investigador del Centro de Ecología de la UNAM.

Dr. Guerrit Davidse

Usted ha seguido de cerca el descubrimiento de Lacandonia schismatica, platíquenos sobre su importancia y recibimiento por la comunidad científica.          

Es el descubrimiento más importante del siglo en botánica, ya que es una planta que tiene características nunca vistas antes. La principal es la inversión del androceo y el gineceo, única entre aproximadamente 250000 plantas descritas.         

Aunque algunas personas ya conocen la existencia de esta planta, la publicación sobre la especie apareció apenas la segunda semana de mayo en los Anales del Jardín Botánico de Missouri y la noticia de su existencia se difundirá rápidamente. Como en muchos casos hay una división en las opiniones. Algunos creen que es una familia en sí y otros piensan que tal vez la especie debería quedar incluida en la familia Triuridaceae. Es natural esta división de opiniones. Yo pienso que este descubrimiento seguramente tendrá impacto en las teorías de la evolución de plantas con flores.            

En el medio europeo, particularmente entre los especialistas de la familia Triuridaceae, inicialmente hubo un rechazo a la existencia de una familia nueva, ¿se ha modificado su posición?

Bueno, esto era en parte un problema debido a que el manuscrito original de publicación de la especie era incompleto, y también al hecho de que se trata de un carácter único entre las plantas, nunca antes visto. De manera que era difícil de creer sin contar con todas las evidencias. Pero ahora creo que nadie tendría problemas en aceptar la existencia de una especie con tales características.

¿Qué perspectivas ve en cuanto a investigación?

Se tendrán que intentar los estudios tanto en la naturaleza como —si es posible— en el invernadero, aunque esto último probablemente no sea sencillo dado que se trata de una planta saprófita que será difícil cultivar en un invernadero.

Este trabajo se inscribe en el proyecto Flora Mesoamericana, ¿qué interés hay en preservar el área donde crece Lacandonia?

Estamos interesado aunque por el momento los únicos apoyos que podemos brindar se limitan a la publicación de los trabajos relacionados con esta especie, así como nuestro apoyo moral para que se conserve el área.

Dr. Mario Sousa S.

¿Cuál es la importancia del descubrimiento de Lacandonia schismatica para la botánico en nuestro país?

Este hallazgo, es en parte, fruto del trabajo realizado durante mucho tiempo y que se esperaba rindiera frutos. Por ejemplo, en Chiapas la colecta ha dado como resultado más de quinientas adiciones al listado que recientemente publicara el Dr. Breedlove. Y no sólo eso, sino cuatro géneros nuevos y varias especies. Entonces, era de esperarse, aunque el hecho de encontrar una nueva familia es algo totalmente inaudito, esto no habría ocurrido desde hace treinta años que se descubrió otra familia en las islas Fidji. Lo que sí ha pasado en botánica es que se segreguen ciertos grupos y se forme así una nueva familia; pero ese es otro asunto.

La importancia de este hecho es que pone de manifiesto lo mal conocidos que están nuestros recursos, y más aún en un estado, que se supone que ha sido tradicionalmente colectado por muchas años. Aunque este tipo de selvas, como en la que crece Lacandonia, han sido poco exploradas, lo mismo pasa con la depresión central. Prácticamente la zona mejor conocida de Chiapas es la que se encuentra en los alrededores de San Cristóbal de las Casas, que es donde vive el Dr. Breedlove quien ha colectado principalmente en estos tipos de vegetación.

Para mí este descubrimiento es la cúspide de un proceso, con mucha suerte agregada, además de mucho conocimiento de causa del colector —Esteban Martínez— ya que para un ojo no entrenado, esta pequeña planta que es muy inconspicua, hubiera pasado desapercibida.

Además, para nosotros el hallazgo de la Lacandonia ha sido muy importante, es un estímulo. Yo he oído durante años a mucha gente en la escuela que opina que no tiene caso hacer este tipo de Biología, al estilo del siglo XIX ya que todo es muy conocido.

¿Qué significa para el proyecto de Flora Mesoamericana este acontecimiento?

El proyecto de Flora Mesoamericana es realizado por varias instituciones nacionales y extranjeras. Este hallazgo prueba a quienes hemos asumido la responsabilidad de colecta en el área mexicana, que estamos cubriendo huecos. Sabemos muy bien cuáles son los lugares menos explorados y es allí donde se ha puesto el énfasis. Todo esto ha traído como consecuencia que, por ser un proyecto de tal magnitud, compartamos nuestras colecciones e información con las demás participantes, como son el Museo Británico, el Jardín Botánico de Missouri y las instituciones mexicanas como la Universidad Metropolitana y el Instituto Politécnico Nacional. De tal suerte que tenemos un conocimiento más amplio de un área que políticamente ha sido seccionada, pero que desde el punto de vista fitogeográfico es una unidad más o menos natural desde Panamá, en su frontera con Colombia, hasta el Istmo de Tehuantepec, incluyendo Tabasco, Chiapas y la Península de Yucatán. Asimismo, se considera como área natural parte del sur de Veracruz, los Tuxtlas y parte del norte de Oaxaca. Por ejemplo, el Politécnico ha hecho énfasis en El Soconusco y un poco en Tabasco; la Universidad Metropolitana ha trabajado más en Campeche y nosotros (Instituto de Biología de la UNAM) nos hemos concentrado en Chiapas, Quintana Roo y un poco en el estado de Yucatán.

Lacndonia schismatica crece en una zona que aparentemente está en peligro de desaparecer. ¿Qué medidas se piensan tomar para su preservación? 

Yo no he estado involucrado en la parte de conservación, pero el director del Instituto o el propio Esteban Martínez tienen más información al respecto. Lo que sí se espera es que se genere alguna conciencia sobre la necesidad de preservar la zona. Yo tengo la impresión de que es un asunto muy complicado. Pareciera ser que en México no estamos preparados para dar atención a este tipo de problemas. El sistema no se muestra dúctil para tomar resoluciones al respecto. Hay muchos intereses. Como país nunca le hemos dado gran importancia a la conservación; no es tanto porque seamos tercermundistas, simplemente no hay tradición al respecto. Hasta ahora empieza a haber más difusión, la gente se entera de la importancia de conservar los recursos, cosa que hasta hace algunos años ni siquiera existía, ni se hablaba de ello. Ahora cuando menos, se comenta al respecto, aunque creo que no se hace mucho. Y hay que decir que, como biólogos, no creo quo queramos hacer paleobotánica actual. Eso es obvio. Hay campos que se han descuidado, hay muchos problemas coma la tenencia de la tierra, los intereses de todos tipos, etc.    

Dr. Jorge Soberón M.

¿Cuál es el impacto de este descubrimiento en las teorías evolutivas?

Esta planta es morfológicamente diferente a todas las angiospermas, ya que tiene invertidos los verticilos florales. Es un cambio muy fuerte, pues ni siquiera se puede hablar de transiciones. Realmente es una diferencia muy importante. Se ha dicha que los cambios macroevolutivos deben darse, por razones de tipo teórico, en poblaciones periféricas, aisladas, de tamaño pequeño. En este tipo de poblaciones es en donde un cambio que se pueda dar aleatoriamente tiene mayores probabilidades de fijarse. Estas son exactamente las condiciones de Lacandonia schismatica. Es muy periférica, inclusive a la distribución del órden. La población fluctúa, pero en términos absolutos es pequeña; el cambio morfológico que se observa es muy grande. Por todo esto, Lacandonia podría ser un buen modelo para tratar de entender una cosa tan controvertida y tan importante como la macroevolución. En ese sentido es de lo más interesante.                             

Los resultados que se han estado produciendo aquí, a partir de los análisis electroforéticos hechos en el laboratorio de Daniel Piñero, indican que la planta es posiblemente una clona; es homóciga para todas las enzimas que se han probado. Esto también es consistente con este modelo, pero puede deberse a varias razones, porque verdaderamente es una clona en que el crecimiento vegetativo es el único que se ha dado, porque es autogámica o también puede ser por cuestiones de deriva génica que fije los alelos. Esto todavía no está bien desentrañado, hay mucho trabajo por hacer. Pero los resultados que se han obtenido hasta ahora de la estructura genética sí son consistentes con este modelo de macroevolución.                        

Sin embargo Lacandonia schismatica se encuentra en peligro de desaparecer, ya que se piensa hacer un potrero de la zona en donde se encuentra; ¿qué se ha hecho al respecto?

El sitio donde está la planta pertenece a lo que se conoce como la comunidad lacandona y en particular al grupo Chol, al grupo ganadero número 5 de Corozal. El lugar se ha salvado afortunadamente, a pesar de no ser más de 15 hectáreas rodeadas de acahuales y potreros y haber sido marcado para utilizarse. No fue sino hasta hace 3 o 4 años cuando las autoridades de la SEDUE prohibieron más desmontes en esa zona, única razón por la cual sigue existiendo Lacandonia schismatica.

Hace poco tiempo fuimos a platicar con la comunidad de Corozal, un poco bajo el patrocinio de la delegación de la SEDUE en Chiapas y un poco con la intención de deslindar la zona y ver qué se podía hacer para conservarla, de tal forma que esto no fiera en perjuicio de la comunidad chol, sino que ellos participaran en el proyecto y se beneficiaran. La idea era tratar de conseguir financiamiento externo de alguna asociación estadounidense o mexicana y contratar a los más directamente involucrados para que vigilaran la zona y participaran en la obtención de los datos que se deben tomar rutinariamente, ya que para nosotros es un poco complicado estar viajando hacia allá continuamente.

Otra propuesta era, que a cambio de que las personas involucradas conservaran la zona, se les podía apoyar para la construcción de una clínica o aulas, en fin, algún proyecto en el que ellos estuvieran de acuerdo. Entonces hace aproximadamente un mes, Esteban Martínez y yo quedamos de encontrarnos allá con gente de la SEDUE y de la comunidad chol para clarificar el asunto.

Yo llegué un día antes que Esteban y los choles estaban ya molestos y con ganas de que las cosas ocurrieran. Me tuve que comprometer a buscar la planta lo más pronto posible. El problema era que quien realmente conocía el sitio era Esteban, pero no tuve alternativa, ya que los choles inclusive decían que no creían que existiera tal cosa como la Lacandonia schismatica, pensaban que era uno más de otros engaños por los que habían pasado durante años. Es asombroso cómo conocen la selva; sin haber ellos ido nunca con nosotros nos llevaron al sitio exacto donde trabajamos el año pasado. Buscamos la planta, que en periodo de secas es poco abundante además de ser inconspicua. Al ver la planta cambiaron por completo su actitud y estaban ya muy dispuestos a colaborar y conservar el área, a alambrarla y poner letreros y vigilar que nadie entrara.                          

De lo anterior se levantó un acta con gente de SEDUE, SARH, del Instituto Nacional Indigenista y el grupito de la comunidad chol. En tal acta se decía que ellos iban a conservar la zona a cambio de que con financiamiento provisto por alguien a través de la UNAM, se comprara alambre y se les contratara a ellos para colocarlo. Además de que para futuros estudios y acciones que requirieran trabajo de peones fueran contratados ellos, los seis directamente involucrados. A la semana siguiente iba a ir el delegado de SEDUE a dejar cerrado el asunto y el grupo de seis choles hablaría con su asamblea más amplia para decidir. Esteban Martínez y Miguel Ángel Soto se iba a quedar a hacer un levantamiento preciso del área que tiene entre 10 y 15 hectáreas. Lo único malo es que en la asamblea general de la comunidad chol se decidió que no valía el acta que se había hecho y no estaban de acuerdo con lo decidido. Hasta el momento no sabemos cómo va a quedar la situación.                                 

Por otro lado, la UNAM no tiene los recursos financieros que se requiere, tampoco la SEDUE. Pero ya hemos contactado a dos grupos conservacionistas que en principio estarían interesados. Unos es PRONATURA, que tiene un interés directo en el asunto, en parte porque el sitio es un lugar de muchas especies raras y endémicas de orquídeas. La otra es un estadounidense que tenía dinero para algunas cosas conservacionistas, poquito, estamos hablando de quince mil dólares. Ya le hicimos la propuesta, y contestó que quería tener más detalles, con la idea de comprar el sitio, pero hubo que explicarle que la cosa no va por allí, en primer lugar porque es terreno comunal, y en segundo porque así no funcionan las cosas. Lo que hay que hacer es tener a la gente participando, esto es, tal vez al principio la comunidad pueda tener interés por el sentido económico, pero después lo podría empezar a ver como algo propio, raro, que vale la pena tener en su tierra. De hecho les costó entender la motivación de conservar la planta, pretendían saber para qué servía. Es un proceso difícil. Después de algunos años de ver que nadie saca provecho de allí seguramente entenderán que tiene importancia en sí.                           

Creo que sí se va a poder hacer algo para conservar la Lacandonia, sobre todo si se obtienen los recursos financieros de cualquiera de los interesados en proporcionarlos para crear la zona. No tiene caso, por ejemplo, extender la reserva de Montes Azules, porque aunque está cerca, entre ella y la zona de que hablamos hay sólo potreros.

Ahora, mantener la planta en invernadero es un problema difícil. Ninguna de las que se han traído a la ciudad de México ha vivido más de dos meses. La planta tiene micorrizas asociadas, por lo que es dependiente de los hongos para funcionar. Carlos Vázquez ha tratado de hacer germinar las semillas y no ha podido lograrlo hasta ahora. No sabemos nada de la planta en el campo, nada de su ecología, no sabemos si lo que hay allí es una clona, si el crecimiento es vegetativo, si hay reclutamiento por semillas, ni cómo es la dispersión. Una posibilidad teórica es que la planta sea parásita de otra a través de los hongos; si ese es el caso, no va a ser fácil mantenerlas vivas fuera de su hábitat, hay que trabajar mucho al respecto.

Con el material que se trajo la última vez, se tratará de hacer un intento de secuenciar el ARN ribosomal, pero hay poca experiencia en la UNAM de hacer eso con plantas y además es poco material. También hay otra posibilidad, que es guardar el ADN total en virus y tenerlo en un banco de genes, lo que significa muchos recursos económicos.

Este proyecto ha sido muy interesante, entre otras ocas porque ha sido un trabajo muy universitario que ha involucrado a mucha gente, sin la formalidad de hacer convenios ni nada por el estilo. Algunas gentes han hecho una parte, otras otra, trabajo voluntario. Así, preservar este tesoro, debe ser una labor conjunta.

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            R015B07
 
¿Plantas que producen cáncer?
 

 
Jaime Jimenez
   
   
     
                     

Algunas plantas aparentemente actúan como catalizadores de cáncer de tipo multifactorial (varias causas). Por ejemplo, muchos habitantes de la isla Curazao toman “té” de Croton flavens (Euphorbiaceae). La estadística de carcinoma del esófago en lo habitantes de esta isla es un 11.1% más alta que el promedio mundial en hombres y un 7% en mujeres.

Las sustancias irritantes son ésteres diterpénicos y, por supuesto, su actividad ha sido probada in vitro. Incluso es conocida su inducción del virus Epstein-Barr en algunas líneas celulares humanas. Dichas sustancias se manejan ahora como factores de riesgo en el desarrollo de cáncer, pues existe una correlación del cáncer nasofaríngeo con el uso de utensilios de cocina elaborados con Aleurites fordii (Euphorbiaceae) en China.                            

La mayoría de la gente piensa que las sustancias promotoras del cáncer son productos artificiales, sin embargo, la naturaleza nos volvió a sorprender.

Postdata. Olvidaba decir que el género Croton (con unas 100 especies incluida C. flavens) se encuentra en México, A pesar del atractivo aroma de algunas especies, yo no me tomaría té.

 

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Referencias Bibliografícas 

Hecker, E., 1987, Tumor promoters of the irritant diterpene ester type as risk factor of cancer in man, Bot. Journ. Linn. Soc., 94:197-219.

     
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Jaime Jimenez
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Combustible a partir de plantas
 

Los musgos de los jardines japoneses
Jaime Jimenez
   
   
     
                     

COMBUSTIBLE A PARTIR DE PLANTAS

El embargo petrolero de los setentas orilló a los países desarrollados a implementar investigaciones sobre otras posibles fuentes energéticas.

La producción de combustibles a partir de plantas constituye una alternativa viable, ante la posibilidad de extinción del petróleo en los próximos 50 años. Esto es una realidad en Brasil, donde el 20% de los combustibles se obtienen de alcohol de caña. Sin embargo, no es conveniente utilizar plantas comestibles para obtener energéticos pues en cierto momento existirá la disyuntiva de producir alimentos o combustibles. Por ello, hay proposiciones para utilizar plantas no comestibles que puedan cultivarse en terrenos pobres e inútiles para la producción de alimentos.                

El género Euphorbia cuenta con aproximadamente 2000 especies en el mundo (en México hay más de 100) y todas ellas producen un látex que puede ser convertido en combustible (entre otras cosas). En Davis, California, existe una plantación piloto de Euphorbia lathyris que, con un rendimiento del 20%, produce combustible. Este rendimiento es a partir de peso seco, es decir, por cada tonelada se obtienen 200000 kg. de terpenos convertibles en combustible. El inconveniente de esta especie es que debe replantarse cada año, lo que ocasiona un fuerte deterioro del suelo.               

Los árboles, podrían ser la solución, ya que pueden convertirse en una fuente estable y de largo plazo. Por ejemplo Coaifera multijuga (Leguminiosae) de las selvas amazónicas, al ser herido en su corteza llega a manar 25 litros-aceite (convertible en diesel) y es posible efectuar la operación cada 6 meses. Otra especie interesante es Pittosporum resiniferum (Pittosporaceae) de Filipinas, cuyo fruto contienen un aceite con un 30% de terpenos convertibles en combustible. También los arbustos como el llamado Jatropha curcas (Eurphobiacee) presente en la República Mexicana, posee cantidades interesantes de aceite en su fruto. Asimismo, las algas cuentan con representantes que poseen un alto potencial para producir aceites terpenoides. Botryococcus braunii forma tupidas colonias flotantes en espejos de agua dulce.

La producción de biocombustible depende de las condiciones específicas de cada país. México, por ejemplo, tiene grandes zonas áridas, semiáridas y subtropicales, de manera que el desarrollo de las plantaciones está limitado por la escasez del agua. Para este caso, por ejemplo, tenemos a Euphorbia lathyris y Jatropha curcas, especies que pueden sobrevivir con una lluvia de 650 milímetros al año, la segunda de ellas puede producir el triple de combustible que la primera sin deterioro del terreno y sin competir con los cultivos básicos (incluso es frecuentemente utilizada en el cercado de potreros en el occidente y sur de México).

Es desesperante notar el desarrollo de alternativas energéticas renovables en otros países, mientras México consume y agota irremediablemente su único energético fósil: el petróleo (el carbón mineral es escaso).  

 

LOS MUSGOS DE LOS JARDINES JAPONESES

Los jardines japoneses tradicionales tienen un estilo completamente diferente al de los occidentales. Los primeros no contemplan consideraciones geométricas, sino que armonizan lasa formas naturales.

Los jardineros japoneses no construyen una mera imitación de la naturaleza, hacen un esfuerzo por recrear la belleza natural desde la perspectiva humana. Aunque las clases y estilos de los jardines varían de acuerdo a la construcción, el elemento fundamental es el arreglo de las rocas y de los árboles, ambos exquisitamente seleccionados. La idea es crear una atmósfera campirana donde reine el bienestar y producir un sentimiento de inmaculada tranquilidad en la mente.

Los musgos (muchos mexicanos los usan en los tradicionales nacimientos católicos) constituyen un elemento invaluable, ya que ellos conforman el césped de gran cantidad de jardines orientales. Esto es una sorpresa para el resto del mundo, en donde los pastos constituyen una alfombra vigorosa, barata y fácil de cuidar. Sin embargo, el jardinero japonés busca crear con el arreglo de formas, tamaños, texturas y colores, una experiencia estética única, más allá de facilidades y cuadraturas.

La cúspide de los jardines con musgo es el templo Saiho-ji, denominado Templo de Musgo por la abundancia de estos organismos en sus jardines. El templo, situado en la ciudad de Kioto, fue establecido en el siglo octavo de nuestra era, sobre una superficie de 3.2 hectáreas. Tiene muchos árboles y arbustos, pero en lugar de pasto, el suelo está cubierto enteramente por ¡92 especies de briofitas! Cada una de ellas ocupa un lugar cuidadosamente seleccionado.

Arreglar este césped es una proeza por los trabajo de reposición y de limpieza, ya que no deben existir hojas secas ni deben surgir otras hierbas y arbustos cuyo agresivo desarrollo pueda dañar la carpeta de musgos.

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Referencias Bibliografícas 

Calvin, M., 1983, New sources for fuel and materials, Science, 291:24-26.
Calvin, M., 1987, Fuel oils from euphorbs and other plants. Bot. Journ. Linn. Soc., 94:97-100.

Iwatsuki, Z., and T. Kodama, 1961, Mosses on Japanese Gardens, Econ. Bot., 15:264-269.

     
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Jaime Jimenez                                                                                                                                 Herbario, Facultad de Ciencias,UNAM.      
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            R015B04 
Polvo Cósmico
 

 
Julieta Fierro
   
   
     
                     

Algunos astrónomos tienen la esperanza de que al estudiar pequeños asteroides y cometas que orbitan alrededor del Sol podamos entender el origen del Sistema Solar.        

El polvo interplanetario es producido por cometas y asteroides. Al chocar entre sí o irse degradando, estos objetos van sembrando fragmentos en el medio circundante, los cuales pueden caer en la Tierra bajo la forma de lluvia de estrellas. Durante muchos años diversos científicos trataron de capturar polvo interplanetario con técnicas similares a las empleadas al recolectar gotitas de lluvia recién caídas en los tejados, más no tuvieron éxito. Ahora se pueden recolectar muestras de manera rutinaria por medio de aviones que vuelan en la estratósfera.

Además, se han utilizado sondas para tomar muestras de polvo directamente del Cometa Halley. Asimismo, el satélite infrarrojo IRAS encontró que varios anillos de polvo cósmico rodean al Sistema Solar.

De las muestras recolectadas de polvo interplanetario, algunos fragmentos parecen venir de fuera del Sistema Solar, y se pudieron haber formado en las atmósferas extendidas de estrellas relativamente frías, llamadas Miras.

Muchas de las partículas interplanetarias estudiadas son ricas en compuestos orgánicos, tanto si provienen de los asteroides como del Cometa Halley; antes se pensaba que el polvo de los cometas sería básicamente de hielo. Este resultado es muy importante para los estudiosos del origen de la vida, ya que muestra que la materia orgánica se forma de manera natural en los cuerpos celestes.

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Julieta Fierro

     
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