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Dos Diccionarios |
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Los diccionarios son las aspirinas o los curitas de toda biblioteca. Rápidamente y en todo momento nos sacan de apuros. De la A a la Z con escalas. Su mayor cualidad es la velocidad. Lo que nos aportan varía en función de la densidad, por lo que al llegar a cierto nivel dejan de ser cualquier diccionario. La estima que se les llega a tener se refleja en bordes, lomo y estado de las páginas. En este caso tenemos dos obras de clasificación alfabética que van más allá de la simple rapidez. El primero, un diccionario etimológico de las Ciencias Naturales; el segundo, un diccionario filosófico de biología. Casi todos sufrimos con los términos científicos compuestos por lo general de voces griegas y latinas o mezcla de éstas llegan a ser una carga, muchas veces un obstáculo y aún a provocar confusión en la comprensión de alguna materia o temas. Por sus orígenes europeos, la ciencia fue dominada por el latín durante siglos. A pesar de algunos rebeldes como Galileo, quien se negó a escribir en esta lengua no comprendida por los artesanos y pueblo en general, y el posterior desarrollo de la ciencia en países sajones, el latín se mantuvo como lengua empleada para términos de uso “universal”. Así, la terminología greco-latina inundó las ciencias y —aunque actualmente comparte su lugar de antaño con el inglés— lo sigue haciendo. Elaborado por dos autores españoles, José Manuel Lancha, geólogo, y Teresa Sempere, filóloga, este diccionario resulta de gran utilidad e interés para cualquier estudiante de nivel medio superior y superior, investigador o profesor de ciencias naturales, seguramente un regocijo para los amantes de las profundidades y recovecos de la lengua. Orientada principalmente hacia la biología, medicina, geología y astronomía, esta obra contiene 3000 palabras relacionadas con estas áreas. Términos que parecían obscuros se ven rápidamente aclarados. Por ejemplo: el llamado opistosoma en algunos invertebrados, no es más que el cuerpo de atrás (del griego opisto, detrás; y soma, cuerpo). Pero no solamente nos facilita la asimilación de la palabra, el estudio de las etimologías nos introduce en un mundo nuevo, como si atravesáramos el espejo. Por ejemplo, partenogénesis, término empleado frecuentemente, quiere decir: del griego partenos, virgen; y génesis, generación. Una forma de entender los milagros bíblicos. Además, con un poco de práctica, las locuciones se aprenden, y descifrar el significado de algún término se vuelve relativamente fácil, casi un juego. El segundo diccionario es fruto de un trabajo conjunto de los esposos Medawar. El profesor Peter B. Medawar es conocido de nosotros por sus celebres “Consejos a un joven científico” (publicado por el Fondo de Cultura Económica) y “El arte de lo soluble”. En esta obra elaborada junto con su esposa, encontramos las mismas preocupaciones, concepciones e ideas, así como su visión tan amplia y peculiar del quehacer científico. Es un libro para pasearse, para vagar por sus páginas, detenerse en cualquier concepto, abrir una breve definición, pasar por un corredor histórico, reír con alguna anécdota, entablar un debate en alguna esquina y salir con una referencia bibliográfica en la bolsa. O simplemente picados por la curiosidad, rápidamente acercarse a un término, o elucubrando una reflexión, preguntarse por ejemplo cuál es el “lugar del hombre. En la naturaleza” y obtener respuestas de Aristóteles, la Mettrie, Liceo, Kant y Bufón; enterarse por Merleau-Ponti de que la naturaleza del hombre es no tener naturaleza y concluir con las palabras del gran Darwin. Sin pretender ser exhaustivo ni un libro verdaderamente de consulta, según los autores, el tratamiento tan distinto de los diferentes términos y conceptos permiten fácilmente hacerse una idea, obtener una buena definición de un aminoácido o lo que es la neotenia, por ejemplo, así como familiarizarse con algún debate que involucra algún concepto o a una disciplina entera. Tal vez a lo que más contribuye esta obra es a ampliar el panorama para quienes se dedican al quehacer biológico, que frecuentemente, por las inercias, se va estrechando poco a poco, sin darnos cuenta, hasta un día obtener el reconocimiento de especialista en…, entonces ya es demasiado tarde. Un libro para el espíritu.
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Referencias Bibliografícas
Diccionario de ciencias naturales. Usos y etimologías, José Manuel Lancha y Teresa Sempere, Siglo XXI de España, 1988, 376 pp.
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