Calidad de vida un concepto en discusión
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Calidad de vida, salud y ambiente
Magalí Daltabuit, Juana Mejía y Rosa Lilia Álvarez (coordinadoras)
crim, unam/ini.
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La conceptualización actual de la calidad de vida y su aplicación empírica —la evaluación de los niveles de pobreza— obliga a revisar la discusión sobre las necesidades básicas humanas y sus satisfactores (que surge a partir de los años setentas) ante el fracaso del desarrollo económico para resolver los problemas de pobreza y mejorar la condición de las mayorías sociales en el mundo. Frente a la imposibilidad de generalizar en los países subdesarrollados los modos de vida de los desarrollados, se propone el enfoque de las necesidades básicas que se centra en conseguir, al menos, la satisfacción de éstas en toda la población.
Existen dos posiciones principales en este debate. Una es la de autores como Amartya Sen y Julio Boltvinik, que sustentan que las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables; que son las mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos, por lo que definen en núcleo irreductible de necesidades básicas que al no cubrirse generan pobreza absoluta. Esta posición argumenta que el proceso de globalización de las relaciones económicas, políticas y culturales ha permitido una relativa homogeneización de las necesidades y los satisfactores humanos, conformando sistemas de necesidades de las sociedades actuales, caracterizados por la racionalidad del modelo de desarrollo económico hegemónico. Partiendo de esta perspectiva se ha generalizado, en la evaluación de la calidad de vida, la medición empírica de un núcleo irreductible de necesidades que deben ser reconocidas y resueltas, independientemente del contexto social en que se producen (alimentación, salud, vivienda, educación, socialización, información, recreación, vestido, calzado, transporte, comunicaciones básicas) y la seguridad de cubrirlas a lo largo de la vida.
Otros autores, como Peter Townsend, sostienen que las necesidades humanas tienden a ser infinitas, que están constantemente cambiando, que varían de una cultura a otra y que son diferentes en cada periodo histórico. Es decir, que las necesidades humanas son relativas, así como la pobreza. El argumento que sustenta esta posición es que debemos tener presente que la homogeneización de necesidades está matizada de forma determinante por el componente subjetivo, que expresa contextos culturales específicos.
En una tercera posición, sostenida por Max-Neef y Elizarde entre otros, se plantea que hay que distinguir necesidades y satisfactores, ya que lo que está culturalmente determinado son sólo los satisfactores de esas necesidades y que la norma de pobreza se compone de dos elementos: el núcleo de pobreza absoluta más la pobreza relativa. Estos autores proponen esquemas de clasificación de las necesidades, tomando en cuenta diferentes categorías existenciales: ser, tener, hacer y estar; y categorías axiológicas como las de subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad.
En este libro se revisa el concepto de calidad de vida, los paradigmas donde se ha sustentado su análisis, así como su dimensión histórica. Se aborda y se cuestiona la metodología para su evaluación. Se recalca la necesidad de incluir los aspectos subjetivos y la importancia de considerar la dimensión cultural y ambiental que abarca el concepto teórico.
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Fragmentos de la introducción. _______________________________________________________________
como citar este artículo →
Daltabuit, Magalí y Mejía Juana, Álvarez Rosa Lilia. (2002). Calidad de vida, concepto en discusión. Ciencias 67, julio-septiembre, 79. [En línea] |
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