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Valoración científica
de la descripción de nuevas especies de plantas
137B02  
 
 
 
Luis Hernández Sandoval  
                     
Los descubrimientos pueden reafirmar
el conocimiento científico del momento, pero en ocasiones rompen con lo establecido, cambiando drásticamente la estructura científica. En conjunto, representan la base del cuerpo del conocimiento y, como consecuencia, tienen un impacto en muchos conceptos y en las culturas. El descubrir América fue un algo mayúsculo, desencadenó un cambio radical en varias culturas. En el libro La invención de América, Edmundo O´Gorman describe el proceso de cómo Vespucio llegó a “inventar” el continente americano en un tiempo en que la palabra mundo aludía “al orbis terrarum, a sólo la Isla de la Tierra […] aquella porción del globo que comprendía a Europa, Asia y África y que le había sido asignada al hombre por Dios para que viviera en ella con exclusión de cualquier otra parte”. No se resalta el proceso mediante el cual Vespucio se dio cuenta de que América era un continente en medio de lo conocido y que allí vivían seres humanos, sino el efecto que tuvo en la cultura medieval. Probablemente, el Renacimiento se detonó a partir de 1505, cuando la gente se da cuenta de que el mundo no es como se pensaba, que hay un territorio sumamente grande en medio de lo conocido y que seres parecidos a los europeos habitan ahí.

Con cada descubrimiento científico se amplía el concepto del Universo, de la Tierra o de nosotros. Debido a que ahora la actividad científica se desarrolla muy rápido, no lo percibimos o no hay suficientes publicaciones que organicen y sinteticen los conocimientos para darnos cuenta de que el mundo ya no lo podemos concebir como hace unos años. Cada estrella o planeta descubierto nos dice que el Universo no es como se pensaba y que el nuevo astro tiene una influencia entre las fuerzas y todo lo que le rodea, que no conocíamos.

En cada disciplina científica se dan casos similares. En botánica, a pesar de que cada especie descubierta y descrita es una entre las cerca de 390 000 especies estimadas, esto genera efectos en el cuerpo de la ciencia debido a la concepción de la historia de su linaje, el entendimiento sobre sus procesos de distribución geográfica, la asociación y dependencia de recursos o factores que influyen en su hábitat, el papel que juega en su ecosistema y en muchos casos por la importancia que representan para los satisfactores humanos. Todos los botánicos lo sabemos o entendemos, pero muchas personas ajenas a la ciencia no tienen idea de esto y lo peor es que muchos científicos y tecnólogos no sólo no lo reconocen, sino que además critican acremente estas actividades y en el mejor de los casos las menosprecian.

Fontaine y colaboradores mencionan que los tomadores de decisiones menosprecian la taxonomía, pues piensan que los inventarios de biodiversidad europea se completaron a finales del siglo xix; cuando, afirman, en Europa las nuevas especies se están descubriendo a tasas sin precedentes. Desde hace cerca de sesenta años se han descrito más de 770 nuevas por año. Para plantas, el Royal Botanical Garden de Kew menciona que se han descrito cerca de 20 000 especies en los últimos diez años, de las cuales casi 1 000 son de México. Villaseñor registra que entre 2001 y 2014 se describieron 1 077 especies para el país.

Los descubrimientos de nuevas plantas en el mundo, y en particular en México, son constantes en una época donde la crisis de la biodiversidad está asociada con la de la taxonomía, y esto, a la vez, al poco reconocimiento del trabajo de los taxónomos. Al igual que el resto de manuscritos en diferentes áreas de investigación, las propuestas de nuevas especies y su evidencia se someten al escrutinio de evaluadores por pares en las revistas científicas para su publicación. El que se llegue a la conclusión de que una especie representa un taxón diferente a lo conocido, implica una actividad intelectual que incluye aspectos teóricos sobre el concepto de especie, la posición hipotética en la filogenia y su clasificación taxonómica, un amplio conocimiento del grupo taxonómico involucrado, métodos rigurosos comparativos, incluyendo técnicas modernas que ayudan a soportar con mayor precisión las decisiones tomadas. Sin embargo, en las revistas biológicas la publicación de nuevas especies no se cita formalmente en las referencias bibliográficas como cualquier otro artículo científico. Los nombres de especies y sus autores, utilizados para diferentes estudios evolutivos, ecológicos, fitogeográficos, etnobotánicos, agrícolas, fitoquímicos y genéticos entre otros, no son citados formalmente o, de acuerdo con Applequist, en aspectos como la identificación de nombres en los herbarios o información de especies amenazadas o en peligro de extinción y especies raras para los manejadores de ecosistemas, agencias regulatorias o la delimitación de áreas protegidas.

Es extraño que esto pase sólo en la botánica, pues en cualquier otra área los nuevos descubrimientos son reconocidos y, por supuesto, cada que se utilizan como referencia en otro artículo se citan formalmente. En astronomía podemos encontrar descubrimientos con el resultado del reconocimiento de colegas en otros trabajos científicos: Smith y colaboradores descubrieron en 2007 una supernova y tienen más de 390 citas; en 2006, Donati y colaboradores un campo magnético en una estrella y alcanzan cerca de 150 citas; a Johnson y colaboradores, por el descubrimiento de un planeta en 2009, los citan cerca de 260 veces. Los que menos reconocimientos tienen, cuentan incluso con más citas que las nuevas especies de plantas: Salvadori y Ferrara, por su descubrimiento de galaxias enanas en 2009 tienen cerca de 100 citas, y Lister y colaboradores, por el descubrimiento de un planeta en 2009 registran cerca de 26. Contrariamente, en el campo de la botánica encontramos que dos especies de Asteraceae descritas por Rzedowski y colaboradores en 2008 tienen 11 citas en diversos buscadores, pero ninguna en otros más rigurosos como Scopus. Casos de parientes silvestres de especies alimenticias, que uno esperaría de importancia como Avena atlantica Baun & Feddak (1985), sólo tiene 14 citas. De entre las más citadas encontramos a Lacandonia schismatica Martínez y Ramos (1989), considerada por muchos como el descubrimiento botánico del siglo por cambiar muchos conceptos de esta disciplina. El artículo tiene 90 citas en Google Scholar, 48 en la colección principal de Web of Science, 45 en biosis Citation Index y 19 en Scopus. Mucho menos que los grandes descubrimientos de cualquier otra disciplina.

Si revisamos una revista especializada en nuevos descubrimientos como Novon, en la última década, una selección al azar de cincuenta nuevas especies descritas arroja en promedio seis citas por artículo (figura 1); hay uno con dos nuevas especies de parientes silvestres de papas domesticadas, Solanum, de Anderson y colaboradores, con 107 citas en diferentes buscadores, pero sólo diez en Scopus. Aun si consideramos las citas a este artículo como de alto impacto, subiría a ocho citas en promedio por artículo; nada comparado con las de otras áreas. Su editora, Applequist, afirma que si nuestro campo es fundamental para la investigación biológica no es necesario aumentar el valor de las publicaciones de nuevos taxa, sino asegurar que otros se den cuenta del gran valor implícito que tienen. Seguramente así citarían estas especies en otras publicaciones.

Parece necesario que la comunidad de taxónomos vegetales demande que las revistas científicas de las ciencias biológicas incluyan en las referencias de sus publicaciones las citas de las descripciones de cada especie vegetal. Es probable que haya casos donde el número de especies sea tal, que no sea viable publicar una bibliografía muy grande. Sin embargo, se tienen opciones como los anexos digitales de la bibliografía o decidir citar sólo las referencias de especies de plantas publicadas de 1960 a la fecha o buscar otra más adecuada.

Las citas a los artículos científicos publicados se han convertido en uno de los indicadores más importantes para el reconocimiento a la actividad científica. Si como botánicos queremos que nuestros descubrimientos sean reconocidos al nivel de cualquier otra disciplina, debemos empezar por cambiar nuestras formas de valorar cubrimientos se publican 
científicamente Bryophyta (sensu stricto). Al igual que el resto de las plantas, son verdes porque contienen clorofila, un pigmento que necesitan para realizar la fotosíntesis, proceso donde fabrican sus propios alimentos y energía. Son pequeños, su tamaño varía de 0.5 milímetros a 3 centímetros generalmente, aunque existen algunos que llegan a medir hasta 50 centímetros, como ciertas especies del género Dawsonia, pero desafortunadamente son poco comunes. Se propagan fácilmente cuando hay mucha humedad en el ambiente, su crecimiento, desarrollo y reproducción son tan rápidos y efectivos que producen grandes colonias, que pueden parecer alfombras, césped o tapetes en los bosques y otros ecosistemas donde desempeñan papeles muy importantes.
     
Agradecimientos

A Mahinda Martínez y a Fernando Chiang por la revisión crítica del manuscrito.
     
Referencias bibliográficas

Anderson, G. J., C. T. Martine, J. Prohens, y F. Nuez. 2006. “Solanum perlongistylum and S. catilliflorum, New Endemic Peruvian Species of Solanum, Section Basarthrum, Are Close Relatives of the Domesticated Pepino, S. muricatum”, en Novon, vol. 16, núm. 2, pp. 161-167.
     Applequist, W. L. 2016. “Editorial”, en Novon, vol. 25, núm. 1, pp. 1-2.
     Baum, B. R. y G. Fedak. 1985. “Avena atlantica, a new diploid species of the oat genus from Morocco”, en Canadian Journal of Botany, vol. 63, núm. 6, pp. 1057-1060.
     Donati, J. F., et al. 2006. “Discovery of a strong magnetic field on the O star HD 191612: new clues to the future of 1Orionis C”, en Montly Notices Letters of the Royal Astronomical Society, vol. 365, núm. 1, pp. L6-L10.
     Fontaine, B., et al. 2012. “New Species in the Old World: Europe as a Frontier in Biodiversity Exploration, a Test Bed for 21st Century Taxonomy”, en PLoS ONE, vol. 7, núm. 5, p. e36881.
     Johnson, J. A., et al. 2007. “A New Planet around an M Dwarf: Revealing a Correlation between Exoplanets and Stellar Mass”, en The Astrophysical Journal, vol. 670, núm. 1, pp. 833-840.
     Lister, J. A, et al. 2009. “wasp-16b: A new Jupiter-like planet transiting a southern solar analog”, en ApJ, vol. 703, núm. 1, pp. 752-756.
     Martínez, E. y C. H. Ramos. 1989. “Lacandoniaceae (Triuridales): Una nueva familia de México”, en Annals of the Missouri Botanical Garden, vol. 76, pp. 128-135.
     RBG Kew 2016. “State of the World’s Plant Reports - 2016”, Royal Botanic Gardens, en Kew (https://stateoftheworldsplants.org/2016/).
     Salvadori, S. y A. Ferrara. 2009. “Ultra faint dwarfs: probing early cosmic star formation”, en Montly Notices Letters of the Royal Astronomical Society, vol. 395, núm. 1, pp. L6-L10.
     Smith, N., et al. 2007. “sn 2006gy: Discovery of the Most Luminous Supernova Ever Recorded, Powered by the Death of an Extremely Massive Star like  Carina”, en The Astrophysical Journal, vol. 666, núm. 2, pp. 1116-1128.
     Rzedowski, J., G. Calderón y E. Pérez-Cálix. 2008. “Tetrachyron omissum y Trigonospermum alexandri, dos especies nuevas de Compositae - Heliantheae del centro de México”, en Acta Botánica, vol. 84, pp. 1-8.
     


     
Luis Hernández Sandoval
Facultad de Ciencias Naturales,
Universidad Autónoma de Querétaro.
     

     
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