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Ana Karen Limón Vázquez, Blandina Bernal Morales, Gabriel Guillén Ruiz y Juan Francisco Rodríguez Landa      
               
               
Acicalamiento es una palabra que no empleamos
comúnmente para los humanos, es más frecuente al referirse al comportamiento de otros animales. Por definición, el acicalamiento significa arreglo y limpieza. Su sinónimo, el aseo, es un conjunto de acciones realizadas con la finalidad de proporcionar limpieza a uno mismo o a otros para mantener un buen estado de salud, pero también sirve para estrechar vínculos sociales. En el ser humano incluye una serie de rituales como el baño, el lavado del rostro, el arreglo del cabello y acciones cosméticas, que constituyen una secuencia de patrones conductuales complejos. El acicalamiento es una conducta muy antigua y típica en muchas especies, incluidas las aves, los roedores y algunos otros mamíferos en quienes identificamos bien esta conducta, como los gatos, los primates no humanos y los seres humanos. Su función principal es el mantenimiento de la higiene, el cuidado de la salud y el aspecto físico, aunque también interviene en otros procesos importantes como la termorregulación, la comunicación social e incluso se observa con cierta frecuencia cuando se ejecuta sobre heridas que están en proceso de cicatrización, previniendo el desarrollo de enfermedades, infecciones y malos olores. Pero el acicalamiento puede alterarse bajo ciertas condiciones potencialmente patológicas y su modificación revela información valiosa para determinar el estado de bienestar de un individuo o de un grupo. 

Acicalamiento espontáneo

El acicalamiento es una conducta que se ejecuta espontáneamente y engloba todas las formas de cuidado de las superficies del cuerpo. Aparentemente, los seres humanos muestran una necesidad menor de acicalarse que otros primates, pues la pérdida de cabello y vello corporal, los ambientes sociales controlados y la posibilidad de acceder a artículos de higiene, reducen la presencia de ectoparásitos o agentes infecciosos. Las conductas típicas de acicalamiento de los seres humanos son tomar un baño, lavar el cabello, la nariz, los oídos, la boca, los pies, las manos, el arreglo corporal, la higiene de la vestimenta y la depilación; para muchos el beneficio del autoacicalamiento es una recompensa placentera para sí mismo. 

Las razones por las que el baño es un comportamiento de acicalamiento necesario en el ser humano se centran en la piel, que es el órgano más grande del cuerpo humano y cumple diversas funciones, sensoriales, de protección a los órganos internos contra lesiones e infecciones y de termorregulación, garantizando una homeostasis interna al actuar como una barrera mecánica y química entre el organismo y el ambiente. Además, es un órgano depurativo que elimina desechos del organismo por medio de la transpiración, provocando la presencia de gérmenes y bacterias que causan olores desagradables del cuerpo, por eso hay que limpiarlo. También se debe tener presente que la piel produce de manera natural cuerpos grasos y desechos proteicos de las células secretoras, conocido como sebo, que es la primera barrera inmunológica, lubrica la piel y la protege de una excesiva deshidratación —en la actualidad, el uso exagerado de sustancias detergentes llega a ser dañino para ella.

Aparte de la piel, el cabello del ser humano es como un tejido que se encuentra expuesto a los contaminantes de la vida diaria como el polvo, gases, grasas y productos cosméticos, y cuya principal suciedad es producida en él por la mezcla con las secreciones de sudor y sebo en el cuero cabelludo, que obliga a asearse para evitar una acumulación excesiva de éstas ya que producen olores desagradables y favorecen el crecimiento de microorganismos patógenos. El beneficio adicional al acicalamiento del cabello es favorecer la imagen y presentación del individuo con arreglos que pueden ser desde muy simples hasta los extremadamente elaborados para cambiar su color, tamaño y textura. Otras de las conductas de acicalamiento más sencillas y comunes son el lavado de manos, boca y pies porque estas zonas del cuerpo tienen múltiples contactos con diversos materiales, lo que favorece el transporte y crecimiento de microorganismos que pueden provocar diversas enfermedades y malos olores.

En comparación con los primates no humanos, los seres humanos han cambiado los patrones de acicalamiento. La acción de eliminar parásitos es menos frecuente que las acciones dedicadas a embellecer, reflejando una necesidad higiénica reducida. El aseo del vello púbico, incluso su eliminación completa, se ha convertido en una práctica cada vez más común, especialmente entre las mujeres jóvenes. Con esta práctica, aproximadamente en una de cada cinco mujeres, pueden producirse lesiones dérmicas, pero la mayoría de las complicaciones son menores. Aun con la variedad de acicalamientos que se puede ejecutar es importante comprender que si no se cumple con el mínimo de las conductas de acicalamiento (bañarse con frecuencia, lavar el cabello, los dientes y utilizar productos que minimicen los malos olores corporales) las relaciones sociales pueden reducirse por el rechazo a quien no se acicala; por esto se habla de acicalamiento social.

Acicalamiento social

En los humanos, aparte del autoacicalamiento, también puede ocurrir el acicalamiento social, el cual desempeña un papel importante en el establecimiento y reforzamiento de vínculos afectivos, de la misma forma que tiene un impacto importante en la capacidad reproductiva del individuo. El acicalamiento social, el tacto, el contacto físico, y las caricias, siguen desempeñando un papel importante en las relaciones humanas, aunque pareciera que se han cambiado por la comunicación basada en el lenguaje. El acicalamiento en los seres humanos sigue una secuencia céfalocaudal que es similar a la observada en el autoacicalamiento de los roedores; las mujeres a menudo invierten gran cantidad de tiempo en el autoacicalamiento, el acicalamiento de sus hijos, prestando especial atención a manchas, costras o imperfecciones.

En el caso de los primates no humanos y otras especies, el acicalamiento es una actividad común y muy importante. Se puede dedicar hasta 20% del tiempo total del día para ejecutarla; sirve para mantener la piel limpia y sana, ya que una mayor tasa de acicalamiento disminuye la carga parasitaria de piojos, pulgas y garrapatas, y mejora las capacidades termorreguladoras de la piel. Sin embargo, aparte de su objetivo de limpieza, el acicalamiento ha logrado algo más; en primates no humanos, el beneficio del acicalamiento es establecer un vínculo social; es por eso un comportamiento social muy estudiado y se sabe que se dirige principalmente a las partes de difícil acceso, como la cabeza, el cuello y la espalda. 

El tiempo dedicado al acicalamiento social es mayor en comparación con el autoacicalamiento en primates no humanos. Cuando el acicalamiento cumple su función utilitarista al reducir la carga de ectoparásitos, la morbilidad y mortalidad de los individuos, cumple también una función social: se trata de un “servicio” que se ofrece a otros individuos para intercambiar beneficios como la distribución de los recursos alimenticios, principalmente obtenidos de individuos de alto rango. También se ha observado que cuando un individuo practica el acicalamiento social regularmente a un compañero en particular, el compañero acicalado se vuelve más tolerante y dispuesto a apoyar al acicalador durante un conflicto sostenido entre los miembros del grupo. Por lo tanto, el papel que el acicalamiento juega en un contexto social en los primates que tienen sistemas sociales vinculados sirve para crear coaliciones o alianzas que protegen a sus miembros contra los peligros de la vida en grupo. Los animales dominantes no atacan o acosan a un individuo que sabe que tiene compañeros de acicalamiento que llegarían en su ayuda, por ello se pensaría que los individuos crean un ambiente psicológico de confianza y apoyo mutuo. 

Hay diferencias entre sexos en la conducta de acicalamiento en primates nohumanos. Las hembras retribuyen la cantidad de acicalamiento recibida, es decir, acicalan preferentemente a aquellos individuos que más lo hicieron en ellas y esto podría explicarse debido a que los machos pueden proporcionar protección, lo que a las hembras motiva para acicalarlos a cambio de tal servicio. Las hembras acicalan casi dos veces más que los machos, tienden a formar vínculos fuertes, estables y duraderos con otras hembras y contribuyen a la supervivencia de los hijos, a una mayor longevidad y a la probabilidad de recibir apoyo de otros individuos del grupo. Por lo tanto, el acicalamiento social no es una actividad aleatoria. 

Asimismo, las hembras dominantes toleran más a las hembras que realizan actividades de acicalamiento en ellas; las hembras de rango medio tienen menos oportunidades de acceder a parejas de mayor nivel, porque no pueden competir con las hembras de rango superior. Particularmente, un individuo tiene un número relativamente fijo de compañeros de acicalamiento, asignando su tiempo de aseo a sus socios preferidos. Los estudios han revelado que el tiempo que invierte un primate en acicalar a un miembro del grupo no preferido es mucho menor en comparación con el tiempo empleado para acicalar a sus parejas favoritas. En el caso de una alta competencia dentro del grupo, los lazos sociales se observan principalmente entre los familiares y de manera peculiar se observa una atracción hacia los individuos de rangos más elevados. 

El tamaño del grupo de convivencia de los primates no humanos puede presentar importantes ventajas; por ejemplo, un menor riesgo de depredación y una mayor eficiencia en la búsqueda de alimentos. Sin embargo, una desventaja es que, a mayor tamaño de grupo, se llega a experimentar competencia por el alimento y mayores riesgos de salud por la acrecentada posibilidad de propagación de enfermedades contagiosas. Cuando el tamaño del grupo y el número de socios disponibles aumentan es imposible mantener relaciones con todos los miembros de éste, por más que un individuo trate de desarrollar y mantener vínculos con cada miembro o, al menos, con la mayoría. En consecuencia, el tiempo de acicalamiento tiene que ser limitado ya que un individuo también debe buscar alimento, descansar y desplazarse, e influye muy probablemente en la calidad y cantidad de sus vínculos sociales. La relación entre el tiempo de acicalamiento, el tamaño del grupo y la cohesión depende de la forma en que un individuo distribuye ese tiempo entre sus compañeros sociales específicos. Cuando un primate practica el acicalamiento social de igual manera hacia todos sus compañeros, el tamaño y la cohesión del grupo no se afecta. Sin embargo, los estudios demuestran que cuando el tamaño del grupo aumenta, cada individuo debería dedicar más tiempo al acicalamiento social, pero dado que los individuos no pueden dedicar más tiempo para poder mantener relaciones con todos los miembros del grupo, la cohesión disminuye y el grupo se divide. Teniendo en cuenta todo lo anterior, se entiende que los primates no humanos se encuentran alentados a dar y recibir acicalamiento para construir y mantener relaciones sociales.

El acicalamiento con el que estamos más familiarizados es el de los animales domésticos. En los gatos funciona como un mecanismo de higiene y termorregulación, ya que al depositar en el pelo grandes cantidades de saliva se provoca que, en situaciones calurosas, ésta se evapora ayudando al gato a controlar su temperatura corporal; esta conducta es solitaria y estereotipada, aun en ausencia de estímulos periféricos como cuando se presentan ectoparásitos, y se observa cuando el gato se acicala con la lengua y los dientes en zonas como cuello, el tronco y las extremidades, siguiendo una secuencia céfalocaudal, así como cuando deposita saliva en sus extremidades delanteras y las desliza por cabeza y cuello para acicalar sólo la cabeza. Tan frecuente es el acicalamiento en los gatos que impide que tengan malos olores; a cambio, hace que traguen grandes cantidades de pelaje, llamadas tricobezoar. 

De la observación de roedores como las ratas de laboratorio se sabe que el autoacicalamiento predomina aun cuando se encuentren en grupos sociales, e incluye una serie de movimientos individuales con altos niveles de complejidad y organización que siguen patrones secuenciales específicos. En situaciones normales, en los roedores el acicalamiento se presenta como una conducta espontánea y relajada, que ocurre de manera cómoda, similar a cualquier otra actividad como la exploración y el desplazamiento. A los diez días de edad, el acicalamiento se dirige a la cara, con las patas delanteras, en trazos aislados y simetría variable; y en la edad juvenil, entre once y diecisiete días, el acicalamiento es más desarrollado e incluye movimientos simétricos en toda la cabeza, el cuello y el tronco. Ya adultos, presentan una conducta de acicalamiento muy compleja, con movimientos en secuencia céfalocaudal, ordenados, que implican un conjunto de veinte o más movimientos en diferentes fases que los investigadores especialistas en comportamiento aún analizan para discurrir si los cambios observados ante diferentes condiciones pudieran revelar un estado de desequilibrio en la salud, por ejemplo, ante situaciones de estrés. 

Acicalamiento ante el estrés

El acicalamiento realizado por los seres humanos tiene cierta similitud con otros animales en el sentido de que funciona para limpiar el cuerpo y mantener ciertas relaciones sociales. Sin embargo, también puede presentarse como un comportamiento patológico, por ejemplo, en condiciones estresantes o en ciertos trastornos neuropsiquiátricos. Comúnmente, en situaciones de estrés el organismo se orienta a restablecer el equilibrio interno y adaptarse a los cambios ambientales como una respuesta adaptativa. En el ser humano, cuando la respuesta al estrés es excesiva, los síntomas son intensos y generan un grado de disfuncionalidad en el ámbito familiar, social y laboral que se considera patológico y se convierte en un trastorno de ansiedad, como alguna fobia, la ansiedad generalizada, el estrés postraumático, el trastorno de pánico y el trastorno obsesivocompulsivo. Los consecuentes efectos negativos en la salud, incluyendo así la afectación en el cerebro, deterioran así la motivación por explorar lugares nuevos, la memoria contextual y el comportamiento autodirigido como el acicalamiento, entre otros. 

Un ejemplo de acicalamiento patológico lo vemos en el trastorno obsesivocompulsivo que se caracteriza por ideas, pensamientos e impulsos persistentes, comportamientos realizados para reducir el malestar que lleva consigo una obsesión determinada. Las obsesiones relacionadas con el acicalamiento que con más frecuencia se presentan, de acuerdo con la American Psychiatric Association, son: la exagerada percepción de suciedad o contaminación, de contraer una enfermedad, por lo que algunas personas evitan las salas de espera públicas, no estrechan la mano con nadie, asean su entorno innecesariamente y se lavan excesivamente las manos y el cuerpo; incluso llegan a presentar problemas dermatológicos debido a un uso excesivo de agua y detergentes. 

El acicalamiento social en primates no humanos puede funcionar para reducir la tensión. Los estudios han demostrado que el individuo que es acicalado reduce su frecuencia cardiaca y, aunque generalmente durante el acicalamiento los individuos están en aparente reposo, este dato resulta interesante. Algunos autores han interpretado tales acciones como una forma de prevenir la angustia; los primates no humanos pueden sentirse estresados al encontrarse cerca de otros miembros del grupo dado el potencial de interacciones agresivas entre ellos por el rango relativo de dominancia, grado de familiaridad y afiliación. Por lo tanto, el acicalamiento dirigido a otros miembros del grupo podría ser un medio para prevenir una situación de tensión individual, pero también grupal. A esto contribuye mucho la cantidad tan importante de tiempo que le dedican al acicalamiento que resulta tan relajante para el que lo recibe que puede incluso quedarse dormido. Por lo tanto, el aseo social tiene una serie de efectos fisiológicos como la disminución de los índices de estrés y hasta se puede sugerir que de alguna manera estar limpio es fisiológicamente relajante.

La función social del acicalamiento puede estar mediada por la liberación de endorfinas, las cuales funcionan en el sistema nervioso como neurotransmisores y están ampliamente involucradas en el control del dolor por su carácter de analgésico. Por lo tanto, se pueden considerar como un biomarcador de mayor bienestar psicológico y su efecto probablemente se presenta en la relajación del animal, permitiendo así la interacción con otros individuos creando entornos de confianza y afiliación. Así, al ver primates no humanos acicalándose podemos pensar que están en un estado de relajación, con una sensación de seguridad y menores niveles de ansiedad. 

En los animales domésticos existen factores estresantes, físicos y sociales, resultado de interacciones con individuos de la misma especie y con humanos, los cuales pueden llegar a ocasionar importantes cambios de comportamiento en animales como los gatos, aumentando el acicalamiento. Una excepción se observa en la edad avanzada de los gatos. El acicalamiento puede disminuir en un gato cuando la vejez porque ya no ejecuta sus conductas típicas normalmente y duerme mayor tiempo. Pero el acicalamiento en los felinos ante situaciones de estrés puede presentarse como una conducta que desplaza a otra y que está fuera de contexto. Así, en la medicina de gatos se ha descrito un trastorno de comportamiento que se llama alopecia autoinducida, identificada por un lamido excesivo que provoca pérdida de pelo, la cual no es otra cosa más que la sobreamplificación de un comportamiento de mantenimiento normal. Dichos comportamientos repetitivos, como la alopecia autoinducida o las heridas autoinducidas, se denominan estereotipias y se consideran indicadores de un mal estado del individuo o ausencia de bienestar, y pueden ser revertidos mediante una mayor atención y cuidado del individuo, incluyendo fármacos; en el caso de los roedores cuando se presenta una situación de estrés, por ejemplo, ante la exposición a un ambiente novedoso, un depredador o incluso el sólo olor de un potencial depredador, produce un patrón de aseo desorganizado, con frecuentes ráfagas de aseo rápido y corto, en progresión anormal. Acicalarse así le impide a una rata de laboratorio desplegar otras conductas espontáneas como el desplazamiento y la exploración, distrayéndose de la alerta que debe tener sobre su entorno para buscar un lugar seguro y no quedar expuesta.

Conclusión

El acicalamiento es una conducta descrita en muchas especies, y es de suma importancia, ya que además de mantener la salud y el cuidado del aspecto físico, refleja una situación de bienestar para el individuo que la practica y para sus conespecíficos. Además de ser una conducta autodirigida, se trata de un conjunto de comportamientos que realizan los individuos con la finalidad de mantenerse en condiciones de limpieza y adaptarse satisfactoriamente a una convivencia social porque también se benefician para mantener relaciones filiales al practicar el acicalamiento social. Tal vez la evolución del ser humano y la pérdida de vello corporal, así como un fácil acceso a servicios sanitarios y nuevas tecnologías de limpieza ha provocado una disminución en la finalidad higiénica, generando una creciente dedicación a la transformación del cuerpo con el fin de resaltar características corporales estereotipadas y lograr la atracción en los demás, lo cual podría no estar mal. No obstante, la conducta del acicalamiento es insustituible en la vida social.
     
       
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Ana Karen Limón Vázquez
estudiante de doctorado en Neuroetología,
Universidad Veracruzana.

Licenciada en Química Farmacéutica Biológica, Maestra en Neuroetología y estudiante del doctorado en Neuroetología por la Universidad Veracruzana. Investiga efectos del estrés y antidepresivos a nivel conductual y de citoarquitectura cerebral. Es docente a nivel licenciatura y posgrado, y participa divulgando la ciencia en diversos foros académicos y público general.

Blandina Bernal Morales
Instituto de Neuroetología,
Universidad Veracruzana.

Doctora en Psicología (Neurociencias de la Conducta) por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigadora Nacional SNI nivel 1 y profesora con perfil PRODEP. Imparte cátedra en metodología de la Investigación y diseño experimental en licenciatura y posgrado. Su línea de investigación estudia el estrés, afecto y desarrollo en la neuroetología animal y humana.

Gabriel Guillén Ruiz
Instituto de Neuroetología,
Universidad Veracruzana.

Doctor en Neuroetología por la Universidad Veracruzana, SNI nivel 1. Investigador por México-Conacyt del Instituto de Neuroetología-Universidad Veracruzana, catedrático de Licenciatura y Posgrado, experto en investigación preclínica con modelos animales de ansiedad y desesperanza conductual. Trabaja en la Línea de Investigación Neurofarmacología de los Trastornos Afectivos, autor y coautor de artículos y capítulos de libro publicados a nivel internacional.

Juan Francisco Rodríguez Landa
Instituto de Neuroetología,
Universidad Veracruzana.

Doctor en Psicología (Neurociencias de la Conducta) por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador Nacional SNI nivel 2 y profesor con perfil PRODEP. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2021. Imparte cátedra en las áreas de psicofarmacología, neurofarmacología y metodología de la Investigación. Su línea de investigación estudia el efecto de neuroesteroides y principios activos vegetales en modelos experimentales de ansiedad y depresión.
     

     
 
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