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La constelación de Orión

 

El corrimiento del Zodiaco

Colaboración: Julieta Fierro
   
   
     
                     

La constelación de Orión

Una de las constelaciones invernales más espectaculares es la de Orión el cazador, esta constelación debe su nombre a la figura de un hombre fuerte y apuesto; está enmarcada por las brillantes estrellas Betelgeuse y Rigel, y la atraviesa una línea claramente demarcada que muestra el cinturón del cazador.      

Existe referencia a la constelación de Orión desde los escritores griegos más antiguos como Homero y Hesiodo.   

En el cielo, Orión se muestra de frente a la terrible embestida del “Toro”; sin embargo, el mito griego de Orión no hace ninguna referencia a este enfrentamiento. El origen de la constelación fue dado por los sumerios quienes increíblemente vieron en ella la representación de la batalla que su gran héroe Gilgamesh tuvo con el toro. El nombre sumerio de Orión era Uru An-ana, que significa la luz del cielo. Tauro era Gud An-na, el Toro del Cielo.        

Gilgamesh fue el equivalente sumerio de Heracles (Hércules para los romanos) por lo que es extraño que la constelación de Hércules sea tan poco espectacular comparada con la de Orión. Tal vez Orión sea Hércules con otro disfraz, ya que una de las tareas de Hércules fue la de domar un toro de Creta, lo cual corresponde a su colocación en el firmamento. Ptolomeo describe a Orión con un mazo y una piel de león, ambos atributos de Hércules, sin embargo la mitología comparada no establece ninguna relación entre Hércules y Orión.

De acuerdo con el mito griego Orión era el hijo de Poseidón, el dios del mar y Euryale, la hija del dios Minos de Creta (Poseidón es Neptuno para los romanos). Poseidón le ofreció a Orión el don de poder andar sobre el agua. En la Odisea, Homero describe a Orión como un gigante cazador, armado con un mazo irrompible de bronce sólido. En el cielo, los perros del cazador, (las constelaciones del Can Mayor y del Can Menor) siguen a los talones de Orión, persiguiendo a la liebre (la constelación de Lupus).

En la isla de Chinos, Orión le hizo la corte a Morepo, hija del rey Oenopión, aparentemente sin mucho éxito porque una noche, envalentonado con vino, trató de violarla. En castigo, Oenopión le sacó los ojos a Orión y lo desterró de la isla. El cazador se fue hacia el norte a la Isla de Lemnos en donde Hefaesto tenía su forja. Hefaesto tuvo lástima del ciego y le ofreció a uno de sus asistentes como lazarillo: Cedalión. Portando al joven sobre los hombros, Orión marchó hacia el oriente, ya que un oráculo le predijo que allí recobraría la vista. Cuando los rayos del amanecer cayeron sobre las órbitas del ciego, milagrosamente recobró la vista.

Orión está involucrado en un mito estelar con el cúmulo estelar de las Pléyades del Toro. Las Pléyades eran siete hermanas, hijas de Atlas y de Pleione. Orión se enamoró de las Pléyades y las persiguió con deseo desmedido. Cabe notar que, de acuerdo con la versión de Hyginus, en realidad Orión trataba de seducir a la madre, Pleione. Zeus (Júpiter) levantó al grupo de hermanas y lo colocó entre las estrellas, desde donde Orión las sigue persiguiendo todas las noches.

Las historias sobre la muerte de Orión son variadas y conflictivas. Los mitógrafos astronómicos, como Aratus, Eratóstenes e Hyginus, piensan que tuvo que ver con un escorpión. En una de las versiones, Orión presumía de que era el mejor de todos los cazadores. Le dijo a Artemisa (Diana), la diosa de la cacería, y a su madre Leto, que podía matar a cualquier animal de la Tierra. La Tierra tembló de cólera y de una grieta emergió un escorpión que mató con su ponzoña al gigante vanidoso.

Otra versión dice que Orión trató de violar a la virgen Artemisa y fue ella quien hizo que se agrietara la Tierra permitiendo la salida del alacrán. Ovidio presenta otra variante, en la que Orión fue muerto tratando de salvar a Leto de la picadura del alacrán.

Existe otra historia bien distinta sobre la muerte de Orión. Artemisa, enamorada de Orión, consideraba seriamente renunciar a sus votos de castidad para desposarlo. Puesto que eran los cazadores hembra y macho más poderosos, hubieran hecho una pareja formidable. Pero Apolo, hermano gemelo de Artemisa, estaba en contra del matrimonio. Un día, mientras Orión nadaba, Apolo hizo una apuesta con Artemisa sobre su puntería con el arco y la invito a atinarle a un punto oscuro que sobresalla de las olas. Artemisa le atinó a la primera; inconsolable al averiguar que había dado muerte a su amor, lo colocó en los cielos.

La historia sobre el nacimiento de Orión o Urión, su nombre griego más antiguo, viene de los sumerios. En Tebas vivía un campesino viejo llamado Hirieus. Un día ofreció hospitalidad a tres viajeros extranjeros que resultaron ser Zeus, Neptuno y Hermes (Mercurio). Una vez que hubieron comido, los visitantes le preguntaron a Hirieus que si tenía algún deseo, éste dijo que hubiera querido tener un hijo y los dioses decidieron concedérselo. Paradas junto a la piel del buey que acababan de comerse, los dioses le orinaron encima y le pidieron a Hirieus que la enterrara. Después de cierto tiempo, de ahí nació un bebe al que Hirieus llamó Orión debido a su modo de concepción.

Orión es una de las pocas constelaciones en la que la estrella llamada Alfa no es más brillante. La estrella más brillante es Beta Orionis, conocida como Rigel, del árabe rijil, que significa pie, Ptolomeo lo describe como el pie izquierdo del cazador. Rigel es una estrella supergigante azul.

 Alfa Orionis se llama Betelgeuse, es una estrella roja supergigante, cuyo diámetro es varios cientos de veces el del Sol, marca el hombro derecho del cazador. El hombro izquierdo corresponde a Gama Orionis o Belatrix, que en latín significa guerrera.

 

El corrimiento del Zodiaco

Varios siglos antes de nuestra era los astrónomos babilonios definieron las Constelaciones del Zodiaco, la gran mayoría de las cuales llevan nombres de animales, de allí su nombre. Las Constelaciones del Zodiaco corresponden a los grupos de estrellas delante de las cuales pasa el Sol durante el año.

Los babilonios, al igual que varias civilizaciones de la antigüedad, se dieron cuenta de que algunos eventos terrestres corresponden a ciertas posiciones de los astros en el cielos: las estaciones, los eclipses, etc. Extrapolando las observaciones concluyeron que el destino de los hombres también estaba regido por los astros. Pensaban que la posición del Sol con respecto de las estrellas el día del nacimiento de una persona. tendría que ver con la vida de esa persona, o sea, inventaron la Astrología. En esos tiempos, en los que el hombre buscaba explicar la naturaleza, el surgimiento de la Astrología parece un paso normal en la historia del conocimiento.

En la época de los babilonios, cuando una persona nada entre junio 21 y julio 22 el Sol atravesaba la Constelación de Cáncer y se pensaba que las estrellas de esta constelación tenían algo que ver con la vida de los de ese signo. Ahora basta comparar las vidas de los cientos de personas que nacen en el mismo momento de darse cuenta que estadísticamente suelen llevar vidas muy diferentes.

En el presente, cuando una persona nace entre junio 21 y julio 22, el Sol pasa por delante de la Constelación de Géminis y no de Cáncer como en la antigüedad. Eso se debe a que la Tierra tiene un movimiento de precesión, parecido al cabeceo de un trompo, por lo que la posición del Sol respecto de las estrellas, cambia lentamente a lo largo de los años con un periodo de 25700 años. Por consiguiente todas las Constelaciones del Zodiaco están corregidas: las personas que nacieron entre el 20 de enero y el 19 de febrero en realidad son Piscis y no Acuario, las que nacieron entre el 19 de febrero y el 21 de marzo son Aries y en lugar de Piscis, etc.

La persona común no logra darse cuenta, por ejemplo, de que a principios de agosto el Sol pasa por delante de Leo y no de la constelación de Cáncer, debido a que su brillo inmenso opaca la luz de las estrellas y no impide verlas.

El astrónomo aficionado Ben Mayer, del estado de California, está haciendo un esfuerzo porque las personas miren al cielo el 11 de julio de 1991, durante el Eclipse total de Sol que será visible en gran parte de la República Mexicana. La duración de este eclipse será de hasta casi 7 minutos (el siguiente igualmente largo ocurrirá en el años 2132) y permitirá ver las estrellas cercanas al Sol. Se espera que los interesados puedan comprobar que el Sol pasará por delante de Géminis y no por Cáncer como pregonan los astrólogos, quienes siguen utilizando las tabla astrológicas inventadas por los babilonios (o por ellos mismos) y no se han tomado la molestia de actualizarlas.

Ben Mayer ofrece una recompensa de 10000 dólares a quien logre sacar una fotografía, sin trampa, del Sol delante de Cáncer, durante el eclipse del 11 de julio. Desde luego, como buen científico, sabe que el Sol estará a más de diez grados de esta última constelación.

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Julieta Fierro
 
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