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Conservación
del bosque
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Laura Snook K. | ||||||||||||||
Como autora del artículo sobre la conservación
del bosque de oyamel donde hibernan las mariposas monarca, quisiera responder a las críticas hechas por Jü rgen Hoth (ciencias 37). Hoth cuestiona los lineamientos para conservar las condiciones de hábitat (bosque cerrado) requeridas por las mariposas monarca, centrándose por un lado en la relación entre la mariposa y la vegetación, y por otro, en la relación entre el disturbio y la regeneración de los bosques de oyamel. Me enfocaré en el segundo tema.
Es bien sabido que cualquier bosque se regenera en respuesta a un disturbio, sea este pequeño (la caída de uno o varios árboles) o grande (la destrucción de áreas extensas de bosque como resultado de incendios o huracanes). Esto ocurre porque los árboles jóvenes requieren de luz, agua y nutrientes, recursos controlados por los árboles del dosel en un bosque cerrado. Los bosques de oyamel de México se han regenerado en aberturas pequeñas, lo que crea rodales de varias edades, o por disturbios mayores, que resultan en rodales mayormente coetáneos, con algunos árboles padres sobrevivientes del disturbio (Manzanilla, 1974).
Sin embargo, los bosques de oyamel en México tienen una distribución especial y unas características ecológicas muy distintas de los bosques de Abies en la zona boreal, a los cuales hace referencia Hoth. En los grandes bosques boreales ocurren incendios muy extensos con una periodicidad que corresponde a la acumulación de hojarasca que sirve de combustible. Esto ocurre porque la tasa de descomposición es muy lenta, debido a las condiciones climáticas de alta latitud: temperaturas bajas y una época anual de actividad biológica limitada a unos meses. En los bosques de oyamel de México, la tasa de descomposición es mucho mayor, al igual que la humedad. Por esta razón, y también por su distribución en franjas altitudinales limitadas en cerros aislados uno del otro. La dinámica de incendios en los bosques de oyamel de México sería distinta. Lo más probable es que estos fueron poco comunes, y de limitada extensión, antes de la colonización de estas zonas por el hombre. Además, a diferencia de lo que pasa en los bosques boreales más pobres en especies, se ha observado que el incendio y otras perturbaciones grandes en los bosques de oyamel de México favorecen el remplazo de esta especie por pinares o por áreas cubiertas de arbustos como Baccharis (Madrigal, 1967; Rzedowski et al. 1977).
Hoth menciona la proximidad de la zona arqueológica de San Felipe (Los Alzati) como una señal de que el hombre ha afectado el bosque de oyamel desde tiempos prehispánicos. Este planteamiento no toma en cuenta cómo se vivía en aquella época. Primero, no había asentamientos humanos a las altitudes del bosque de oyamel (de 2700 a 3500 msnm) en épocas anteriores a La Colonia porque no había cultivos que soportaran el clima de esta zona. La papa, el trigo, la cebada, la avena, así como las ovejas, vacas y caballos producidas actualmente en esta zona fueron introducidas por los españoles. De hecho, la zona arqueológica mencionada se encuentra a una altitud de 2100 msnm, muy por debajo de la zona de oyameles. Además, no había industria maderable propiamente dicha en épocas prehispánicas, ni la capacidad de cargar madera como no fuera la del hombre. Por lo tanto, la madera usada para la construcción de casas, muebles, canoas y como leña pudo haberse obtenido de zonas de pinares o de especies latifolias que se encontraban muy cerca de los asentamientos humanos.
Pero más allá de la historia de la dinámica del bosque de oyamel de México, el punto clave en cuanto al mantenimiento de éste (o cualquier) bosque es que la tasa de regeneración y crecimiento sea la adecuada para remplazar los árboles muertos o extraídos. El problema en las reservas de la mariposa monarca es que la tasa de mortandad de árboles sobrepasa por mucho la de regeneración, debido principalmente a la intervención del hombre en estos dos procesos. A pesar de la prohibición de la tala en las zonas núcleo de las reservas, se siguen sacando árboles, tanto jóvenes como añosos, con diversos fines domésticos (Snook, 1993). Aun en las zonas de amortiguamiento estos usos domésticos se suman a la extracción para fines industriales. Como resultado del conjunto de extracciones de árboles el bosque tiene muchos claros, los cuales representan un peligro para la sobrevivencia de la mariposa (Brower, 1985; Calvert en este número), por desgracia, la regeneración no se está llevando a cabo en dichos claros, principalmente porque el pastoreo impide el crecimiento de nuevos árboles, ya que los animales domésticos se comen las plántulas o las pisotean, además de los efectos de la plaga llamada muérdago enano (Snook, 1993), como consecuencia de los efectos combinados de la tasa de extracción de árboles y la poca regeneración, el bosque de oyamel se ha deteriorado en estructura, salud y extensión. Esto se ha podido observar a través de recorridos en la zona en los últimos 12 años.
No cabe duda de que existe un conflicto entre la conservación de las condiciones de hábitat que requiere la mariposa monarca para sobrevivir al invierno (Brower, 1985), y las necesidades vitales de los pobladores de la zona quienes obtienen del bosque una serie de bienes de subsistencia y comerciales (Snook, 1993). También es claro que en la década que ha transcurrido desde que se decretaron las reservas, el estado del bosque (y lo que representa como hábitat) se ha deteriorado de manera significativa. Esto indica que los esfuerzos para su conservación no han tenido éxito. Hoth acierta cuando dice que hay que reevaluar la manera de practicar la conservación en estas zonas, donde la población no solamente es densa, sino que también está marginada.
Considero que si se cuantificaran las necesidades de los habitantes de la zona (ver Chapela y Barkin, 1995), tanto de bienes como de ingresos, se encontraría que éstas sobrepasan las posibilidades de producción sustentable de la zona, tanto agrícola como forestal, aún si se incluyera la posibilidad de utilizar productivamente el área de las zonas núcleo de la reserva (4500 ha). Tarde o temprano, si se siguen los patrones actuales de uso del bosque, éste seguirá deteriorándose hasta desaparecer, con efectos no sólo sobre la monarca, sino la propia población.
Para lograr el bienestar del pueblo, al igual que para la conservación del bosque y de la mariposa, hace falta planear una estrategia de conservación y desarrollo basada en una mejor comprensión de los límites productivos del lugar, las necesidades de la gente (tomando en cuenta su crecimiento demográfico) y las opciones para que estas necesidades se satisfagan, tratando de disminuir al mínimo el impacto sobre el bosque (Snook, 1993; Chapela y Barkin, 1995). A pesar de las críticas de Hoth, se comprende bastante bien tanto la biología de la monarca como la ecología del bosque de oyamel (Brower, Calvert, Alonso et al. 1995). Además se cuenta con suficientes evidencias ecológicas para hacer una propuesta que incremente la regeneración y salud del bosque de oyamel (ver Snook, 1993). El esfuerzo se debe concentrar en buscar alternativas económicas y sociales, con el mismo rigor que se ha puesto en el estudio de la biología de la mariposa, para conservar el medio en una zona densamente poblada. Una posibilidad podría ser el desarrollo de un proyecto de turismo ecológico que bien manejado generaría mayores ingresos que la producción agrícola o forestal de la zona.
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Referencias bibliografícas
Brower, L.P. 1985. "New perspectives on the migration biology of the monarch butterfly (Danaus plexippus L.)", en M.A. Rankin (ed), Migration: Mechanisms and Adaptive Significance. Contributions in Marine Science, Supplement 27, University of Texas, pp. 748-785.
Chapela, G. y D. Barkin. 1995. Monarcas y campesinos. Centro de Ecología y Desarrollo, México. Madrigal, X. 1967. Contribución al conocimiento de la ecología de los bosques de oyamel (Abies religiosa,) en el Valle de México. SAG. Manzanilla, H. 1974. Investigaciones epidomótricas y silvícolas en bosques mexicanos de Abies religiosa. SAG. Rzedowski, J. L. Vela y X. Madrigal. 1977. "Algunas consideraciones acerca de la dinámica de los bosques de coníferas en México", en Ciencia Forestal 2(5):1977. Snook, L. 1993. "Conservaron of the monarch butterfly reserves in México: Focus on the forest", en S. Malcolm, y M. Zalucky (eds), Biology and Conservation of the Monarch Butterfly. Science Series No. 38, Natural History Museum of Los Angeles County, pp. 362-375. |
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Laura Snook K.
Departamento de Botánica,
Universidad de Florida.
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como citar este artículo →
Snook K., Laura. 1995. Conservación del bosque. Ciencias, núm. 40, octubre-diciembre, pp. 50-51. [En línea].
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debate |
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Respuestas al artículo
de Jurgen Hoth
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William H. Calvert | ||||||||||||||
Cuando supe que Jurgen Hoth se había propuesto
realizar un estudio en México sobre la mariposa monarca, me alegró mucho saber que por fin alguien solucionaría uno de los principales problemas de la conservación de la monarca: la importancia del néctar para el mantenimiento y sobrevivencia de las mariposas en hibernación. El problema es complicado por dos razones principales: 1) es muy difícil medir la producción de néctar de las flores de la familia Asteraceae, a la que pertenecen la mayor parte de las plantas en la zona de hibernación; 2) monitorear la fenología de las flores y la cantidad de néctar producida durante la época de hibernación requiere de un largo y costoso estudio de campo.
Desafortunadamente, lejos de tomar los datos necesarios para solucionar este problema, Hoth se conformó con hacer algunas observaciones subjetivas de floración en las colonias de hibernación. En ciencias sólo hay un método para desaprobar el "dogma" que según Hoth se ha creado: la obtención de datos con base en el método científico.
Básicamente, Hoth piensa que el néctar es importante para la sobrevivencia de la monarca y que los bosques en donde la mariposa pasa el invierno deben ser manejados para incrementar su producción. Él sostiene que las zonas núcleo que ahora están protegidas contra las explotaciones forestales deberían ser "razonablemente" clareadas para que las plantas que producen néctar sean más abundantes. Menciona, pero prácticamente ignora, los efectos devastadores que el clareamiento del bosque tiene en las mariposas cuando hay masas de aire polar en la zona. Hoth pretende resolver el problema del consumo prematuro de la reserva de lípidos por la radiación adicional que hay en las zonas aclareadas al asumir que no hay limitantes en la producción de néctar durante tres meses del periodo de hibernación y argumentar que más néctar sería beneficioso para las monarcas.
Hoth mantiene, contrario a lo que Brower y otros dicen, que los botánicos han reportado que algunas especies florecen continuamente durante el periodo de hibernación. Yo sin embargo sostengo que hay una disminución del número de flores y por tanto de la cantidad de néctar en la parte media del periodo de hibernación. La mayor parte de la floración ocurre en noviembre, cuando las mariposas llegan a México, y al termino de la temporada, a finales de febrero y marzo, cuando las mariposas se aparean y empiezan a emigrar al norte. Mis declaraciones están basadas en 19 años de observaciones realizadas en los sitios de hibernación, que incluyen más de dos años de campamentos consecutivos en el área.
Nadie niega que las monarcas se alimentan cuando tienen la oportunidad. Entonces la disputa consiste en saber si hay suficiente néctar para reemplazar las reservas de lípidos que se consumen durante el periodo o si las mariposas sobreviven con las reservas de lípidos con las que llegaron, y por lo tanto no se alimentan durante los cinco meses que dura el periodo de hibernación. Hoth no cuantificó la cantidad de néctar disponible ni tampoco estudió la fenología de las plantas con flores. Si lo hubiera hecho, y si hubiera obtenido resultados que apoyaran sus observaciones, entonces tendría elementos suficientes para sostener su tesis. Pero caminar por las colonias de hibernación de la mariposa monarca y observar que algunas de ellas visitan flores y que algunos arbustos dan cierto tipo de flores no contribuye en nada al conocimiento de la monarca y no resuelve el problema.
Hoth mantiene que los bosques de oyamel siempre han sido perturbados por el hombre, y por lo tanto sugiere que se debería promover más perturbación para que haya más flores y que más mariposas las visiten. Hoth no da aquí ni un sólo razonamiento ecológico claro. Los disturbios naturales son ciertamente muy diferentes a las perturbaciones humanas. Los árboles que se caen producen aperturas en el bosque, el fuego quema y destruye la vegetación baja. Siempre existen partes del ecosistema forestal que no son afectadas por el disturbio y que sirven como refugio para muchas especies. Los procesos naturales que suceden durante la caída de un árbol existen en las áreas de hibernación y, excepto cuando el hombre interfiere, el resultado es un ecosistema balanceado con una regeneración constante de hierbas, arbustos y árboles. No es necesario incrementar las perturbaciones para guiar al sistema.
¿Y qué hay de la perturbación humana? Entre 1986 y 1992 el área del lado oeste del Cerro Chivati/Huacal fue talado irracionalmente. En fechas anteriores, las monarcas formaban colonias en promedio de 0.21 ha (n=5 años), después de la tala, ha sido muy difícil encontrarlas. Algunos árboles fueron utilizados por las mariposas en 1991. El mismo Hoth en 1994, en su texto Posicionamiento de los santuarios de la mariposa monarca, reporta solamente ocho árboles en noviembre de 1993 y que éstos fueron abandonados en diciembre del mismo año. En 1995, la colonia sólo medía 0.05 ha. De este modo, si todavía se forman colonias ahora, éstas son sólo una fracción de lo que fueron antes de la perturbación. En 1995, una colonia se formó en la parte noroeste del Cerro San Andrés en una zona que ha sido severamente talada y donde la mayoría de los árboles tenían menos de 10 metros de altura. Por tanto, las mariposas estuvieron poco protegidas contra los elementos ambientales, con lo que se vieron muy afectadas.
Encontramos que había casi 10 cm de alto de mariposas muertas en el suelo en toda la colonia de 0.1 ha. El que las mariposas estén muertas e intactas sugiere que murieron por alguna condición climática, ya que por ejemplo, en la Sierra de Chincua, la mortalidad acumulada de mariposas nunca alcanza tales magnitudes, y la mayoría de las mariposas muertas presentan rastros de que fueron depredadas. Esto sugiere que los aprovechamientos forestales, como son practicados actualmente en estas zonas de México, son devastadores para las monarcas.
Desafortunadamente, Hoth no pasó, en alguno de sus viajes, por Chincua entre el 13 y el 24 de enero de 1981, cuando 2.5 millones de mariposas murieron por congelación. Si hubiera estado allí se habría dado cuenta de la importancia que tiene un bosque cerrado para la sobrevivencia de la monarca, y podría haber sido testigo de los dramáticos acontecimientos que en ocasiones guían la evolución de una especie. Los bosques deben de ser manejados para minimizar los impactos del clima.
Es posible esclarecer estas preguntas acerca de la importancia del néctar y de la relación entre la sobrevivencia de la monarca y la integridad forestal con estudios a largo plazo que pueden llevar a cabo estudiantes mexicanos. El peso es un buen índice del estado general de la mariposa. Un monitoreo riguroso del peso de las mariposas, del número de inflorescencias, del número de mariposas muertas o moribundas, de la densidad del bosque, del área basal y de la cobertura del dosel por 10 años nos puede dar una idea de la relación entre estos parámetros y la sobrevivencia de la monarca. Mientras tanto, los bosques que han sido y que están siendo talados como San Andrés, Chivati/Huacal y Herrada, están lo suficientemente perturbados como para darnos datos comparativos. No hay necesidad de un "programa nacional de perturbación" en los pocos sitios que no han sido tan afectados.
Las zonas núcleo y de amortiguamiento dentro de la reserva de la monarca no son grandes. Representan sólo 10 de 1% del bosque que está disponible para ser aprovechado. Se obtendría más beneficio si se utilizaran algunos de ellos como centros recreativos. ¿Qué sentido tiene clarear estos bosques y poner en peligro de extinción una de las grandes maravillas de la naturaleza? Además, la protección a la monarca sirve para proteger otras especies que viven en el área y que en algunos casos son endémicas de México, como ciertas especies de jilgueros y tragones de montaña. Todas estas especies necesitan protección.
A menudo, la ciencia avanza al analizar críticamente los datos contradictorios. Pero cuando se critica sin ofrecer datos que sustenten dichas opiniones, únicamente se confunden los puntos en un tema que ya de por sí lleva una fuerte carga emocional.
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William H. Calvert
Departamento de Zoología,
Universidad de Florida.
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como citar este artículo →
Calvert H., William. 1995. Respuestas al artículo de Jurgen Hoth. Ciencias, núm. 40, octubre-diciembre, pp. 48-49. [En línea].
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bibliofilia |
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The philosophy
behind physics,
de T.A Brody
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Luis de la Peña
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Afines de 1993 empezó a circular el libro The Philosophy
Behind Physics, de Tomás Brody, editado por la empresa alemana Springer Verlag, de Heidelberg, el cual ha sido recibido con gran interés por el público, como lo prueba el que haya sido propuesto como selección del mes en septiembre de 1994 por el Library of Science (Book Club) de los Estados Unidos, lo que estimuló la aparición de su primera reimpresión, en un volumen de pasta blanda y de precio un poco más accesible.
Si fuera necesario describir esta obra con sólo un par de conceptos, probablemente lo más apropiado sería usar los de riqueza y originalidad. Aunque el autor se circunscribe a su tema, la filosofía de la física, con frecuencia su argumentación rebasa estas fronteras para abarcar al conjunto de las ciencias naturales; pero lo hace en cada caso desde posiciones muy novedosas, con maduras y originales soluciones que abren amplias perspectivas. A la originalidad contribuye el hecho de que la temática escogida por Brody como núcleo de su libro se separa, y por mucho, de la tradicional en este tipo de ensayos.
El libro está dividido en cuatro partes. Las dos primeras se dedican al estudio de algunos temas neurálgicos de la adquisición del nuevo conocimiento. Pese a su obvia importancia, este problema está lejos de haber sido resuelto por la filosofía de la ciencia tradicional, por lo que Brody le presta una especial atención; específicamente, propone y desarrolla su teoría de los ciclos epistémicos, la que parte de reconocer que el nuevo conocimiento se obtiene fundamentalmente con base en una actitud activa por parte del interesado, y no a la mera percepción pasiva que contemplan las filosofía empiristas. Apoyándose en esta teoría el autor discute otros temas complejos, como el del papel del experimento en la construcción de la física, el de la inducción, la naturaleza de la noción de la probabilidad, etc. Merece mención especial el concepto de alcance de una teoría científica que Brody introduce y discute con detenimiento, para terminar demostrando que el problema de la validación de las teorías científicas —otra de las cuestiones centrales de la filosofía convencional que permanece sin solución convincente— se reduce al de la determinación de su alcance. Esta parece ser una aportación especialmente importante de la obra.
La tercera parte se dedica a los problemas filosóficos enraizados en la mecánica cuántica, lo que hace de esta sección la más especializada del libro. En particular, se discuten con detalle varios de los problemas más candentes de esta rama fundamental de la física contemporánea, especialmente los relacionados con la contradicción entre el teorema de Bell y el realismo local, tema en que el autor ofrece perspectivas y soluciones por demás propias. La última sección es de naturaleza un tanto diferente, pues en ella se recogen materiales diversos de filosofía de la física que Brody elaboró a lo largo de su vida como físico, y que van desde la epistemología de la inteligencia artificial hasta comentarios sobre la pretendida axiomatización de la física, la noción de indeterminismo, etc. Estas dos últimas partes han sido elaboradas a partir de artículos y ensayos sueltos del autor, unos que permanecían inéditos y otros ya publicados. La razón es que Brody no tuvo tiempo para llevar a buen término este libro: cuando murió trágicamente en noviembre de 1988 había logrado elaborar casi todo el material que constituye la dos primeras partes, pero nada más, con excepción del índice detallado de su proyecto y algunas notas sueltas sobre diversos temas. Dicha información permitió a los editores completar el manuscrito usando materiales anteriores del autor. Este trabajo de recopilación, selección y edición de escritos y notas dispersos fue hecho por Peter E. Hodgson y Luis de la Peña. Ambos coeditores tuvieron oportunidad de discutir de viva voz con Tomas Brody los temas desarrollados en el libro, Hodgson durante las dos estancias sabáticas que Brody pasó como investigador invitado en la Universidad de Oxford, y de la Peña durante los treinta años que convivieron como colegas cercanos en el Instituto de Física de la unam.
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Luis de la Peña
Instituto de Física,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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como citar este artículo →
De la Peña, Luis. 1995. The philosophy behind physics, de T.A. Brody. Ciencias, núm. 40, octubre-diciembre, pp. 62-63. [En línea].
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de la solapa |
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Ciencia mexicana | |||||||||||||
Elias Trabulse |
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Si algo caracteriza al desarrollo de la ciencia mexicana
es su evidente continuidad. Desde los siglos del México antiguo hasta hoy siempre han existido comunidades más o menos numerosas de hombres de ciencia interesados en el cultivo de alguna rama del conocimiento, desde la medicina hasta la astronomía. Sin embargo, este proceso rara vez ha sido incluido dentro del desarrollo general de la historia de México, lo que ha significado una omisión grave para la comprensión de la evolución cultural, ideológica y social del país.
Los estudios de historia de la ciencia en México en Ciencia Mexicana tienen como propósito revalorar algunos de los aportes de nuestros hombres de ciencia desde la época prehispánica hasta el siglo actual. Ello permitirá comprender cuál ha sido la génesis —en realidad una eclosión— de la ciencia mexicana contemporánea y su lugar dentro de la historia general de México. Asimismo nos ayudará a entender que la historia de la ciencia no pretende resolver los problemas actuales de la investigación científica sino sólo señalar que ella constituye una valiosa reserva de experiencia que nos indica que la ciencia de hoy no es la única que ha existido en nuestro país, ni mucho menos es la única posible.
Al explorar el pasado y señalar algunos de sus momentos más relevantes como los que aquí se incluyen, estaremos en posibilidad de captar los vínculos que en otras épocas acercaron las ciencias a las humanidades; asimismo nos permitirá recorrer los siglos de la ciencia mexicana a través de algunos de sus mejores exponentes.
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Elias Trabulse
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como citar este artículo →
Trabulse, Elías. 1995. Ciencia mexicana. Ciencias, núm. 40, octubre-diciembre, pp. 63. [En línea].
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del herbario |
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El jardín etnobotánico
de Cuernavaca:
conservar y mejorar
la sabiduría tradicional
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Juan Marcial | ||||||||||||||
La humanidad ha evolucionado ligada a las plantas.
A pesar de ello, aún no descubrimos todos sus secretos.
Están en todos lados. Lo mismo las nombran en la Biblia, el libro sagrado, que en el Ring-Veda, La Iliada, La Odisea o en las historias de Herodoto.
Cuando los jeroglíficos descriptivos fueron sustituidos por fonogramas, algunos indicadores de sonidos se escogieron a partir de nombres dados a elementos vegetales. Las ruinas de Orgon contienen aproximadamente 25 signos que corresponden a los nombres de 25 árboles, de los que la primera letra es el valor fonético de una runa (letra del antiguo alfabeto escandinavo). El papel utilizado para la escritura se fabricó a partir de una pasta de fibras vegetales. La palabra hoja (de papel) deriva de folium (hoja de árbol) y libro viene de liber (hoja de la corteza de ciertos árboles).
La utilización de las plantas para prevenir enfermedades o recobrar la salud se remonta a la antigüedad. Desde 1500 años antes de nuestra era en los muros del templo de Karnak, en Egipto, y en monumentos asirios, sumerios y persas, se registran dibujos, esculturas y adornos que reproducen plantas medicinales utilizadas para curar ciertas enfermedades. Así, no hay país que no deba grandes beneficios a la investigación sobre las plantas y a la interrelación del hombre con éstas. Basta conocer las investigaciones desarrolladas, por ejemplo, en el campo de la tecnología agrícola tradicional, como las del trigo, maíz y arroz, alimentos que sirvieron de base a las civilizaciones mediterráneas, amerindias y asiáticas, respectivamente.
Por su diversidad vegetal, que aún no acaba de clasificarse, México ocupa el cuarto lugar en el mundo. No obstante, el deterioro del medio ambiente, junto con la degradación y destrucción acelerada de los hábitats, han provocado que algunas especies se hayan extinguido sin siquiera conocer el lugar que ocuparían en la taxonomía vegetal; de otras tantas sus poblaciones se han reducido a niveles que las colocan en peligro de extinción. La sociedad industrializada está sometida a cambios rápidos que nos han habituado a la noción de desgaste. Todos los artículos utilitarios caducan y son remplazados por otros. Sin embargo, es poco probable que las plantas caigan en el olvido, ya que los hombres respiraremos y comeremos por siempre. Las plantas son un recurso mundial, cuyos valores medicinales, alimenticios y ornamentales, necesitan ser conocidos para conservarlos y, en su caso, explotarlos de manera racional. De acuerdo con algunos estudios, para dos terceras partes de la población de los países en desarrollo la medicina tradicional es un recurso fundamental en la atención de problemas de salud. En nuestro país se han reportado de dos mil a 15 mil especies de plantas medicinales que utilizan millones de mexicanos. En el estado de Morelos se han encontrado 550 especies.
Un museo vivo
A la tarea de conocer sus usos tradicionales y medicinales por parte de la comunidad local, clasificar, conservar y reproducir algunas plantas, se aboca, desde hace 19 años, el Jardín Etnobotánico y de Medicina Tradicional de Cuernavaca, Morelos, que se encuentra en la vieja casona que fue propiedad del emperador Maximiliano de Habsburgo, conocida como El Olvido o "la casa de la india bonita".
En este jardín, único en su género en nuestro país y que por su importancia próximamente albergará la Colección Nacional de Plantas Medicinales, separan investigan, cultivan y conservan, en promedio, dos mil 500 plantas, introducidas y nativas, pertenecientes a 114 familias, 358 géneros y 630 especies, dividas por su uso en medicinales, condimentos (sobre todo de la comida mexicana), ornamentales, así como 90 especies de cactáceas y orquídeas, que también tienen usos múltiples. De las 550 encontradas en este estado, el Jardín Etnobotánico ha manejado 400; actualmente cultiva 330.
En el Jardín Etnobotánico, cuyas especies han sido recolectadas con base en trabajos de campo y entrevistas con curanderos, parteras, hueseros, vendedores de plantas medicinales de los mercados o ferias regionales, campesinos o amas de casa, son objeto de investigación, lo mismo plantas nativas o introducidas que silvestres o cultivadas, las cuales se han adaptado —no sin sortear pequeños problemas como la dureza del suelo, que es franco arenoso— al clima de Cuernavaca de manera extraordinaria, al grado de que muchas especies introducidas ya se han reproducido y dado frutos y semillas. Pero también encontramos plantas que plantean un reto por sus muchos usos, como el cuachalalate, el palo dulce o el palo Brasil.
Entre los principales objetivos del Jardín Etnobotánico, que registra algunas especies reportadas en códices y fuentes históricas que lo hacen un museo vivo y fiel reflejo de nuestro patrimonio cultural, se encuentran el investigar científicamente los valores medicinales atribuidos a las plantas, rescatar y conservar el acervo florístico de nuestro país y salvaguardar aquellas especies en peligro de extinción; revalorizar la sabiduría tradicional en cuanto al uso y manejo adecuado de los vegetales, y preservar y difundir la cultura morelense en esta materia. En este proceso, tanto el curandero como el vendedor de yerbas juegan un papel importante.
De las investigaciones realizadas en el Jardín Etnobotánico, destaca la de Margarita Avilés sobre medicina tradicional, que trata sobre las plantas empleadas por las parteras del estado de Morelos, quienes utilizan 91 especies provenientes de 39 familias botánicas relacionadas con los procesos reproductivos, como propiciar la concepción, las de uso anticonceptivo, las que se emplean en el embarazo, en el momento del parto, como el cacao (Theobroma cacao L.) en forma de chocolate; en los postpartos, como la capitaneja (Verbesina crocata Ness) y la jarilla (Senecio salignus D.C.); las que ayudan a la lactancia, como el cacahuate (Arachis hypogaea L), y las que se usan para provocar o evitar el aborto. Así, las leguminosas, las compuestas y las labiadas son utilizadas con mayor frecuencia por las parteras.
El estudio realizado por Margarita Guevara versa sobre las plantas medicinales que emplean las amas de casa en la ciudad de Cuernavaca. Sus resultados muestran que utilizan 65 especies de plantas medicinales. La familia botánica más representada fue la Compositae, de la cual la manzanilla (Matricara recutita) fue la más común, que lo mismo sirve para atender problemas del aparato digestivo que infecciones en los ojos.
Otra investigación realizada es la del estudio etnobotánico de la chaya (Cnidoscolus chayamana) en 17 municipios del estado de Morelos, de Lizandra Salazar, cuyo objetivo fue, entre otros, conocer su uso popular en el estado, ya que la chaya es originaria de Yucatán, donde tiene una amplia tradición como planta alimenticia y medicinal. Se encontró que en Morelos la chaya sirve para atender 21 tipos de padecimientos, entre los cuales destacan las enfermedades del riñón y la diabetes.
Existen otras investigaciones en proceso sobre la medicina tradicional usada por las parteras, cuyo objetivo es conocer sus tradiciones, creencias, terapias y los recursos que emplean; las plantas que se comercializan al representar una fuente de ingresos para campesinos y agricultores, y sobre las especies del género Tagetes, como el pericón (Tagetes lucida) o el cempasúchil (Tagetes erecta), las cuales tienen antecedentes de usos ceremoniales prehispánicos, que se conservan hasta ahora, pero también medicinales, forrajeros, colorantes, como condimentos u ornamentales.
Antecedentes del jardín
La idea de fundar el Jardín Etnobotánico, afirma la bióloga Lizandra Salazar, responsable del mismo, surgió de un antropólogo chileno, Bernardo Baytelman, quien se propuso rescatar la sabiduría de la población y las comunidades en donde no existía la atención médica. Una de sus primeras metas, con la finalidad de difundir esa sabiduría y conservarla, fue la creación de un museo de medicina tradicional y un jardín botánico, que después se convirtió en etnobotánico. A partir de 1982 se empezó a trabajar en investigaciones que enriquecieran al jardín.
La bióloga Salazar refiere que a partir de los proyectos de las costumbres, ritos, tradiciones y técnicas empleadas por los curanderos de Morelos y del estudio etnobotánico de la herbolaria y de otros usos de las plantas en el estado de Morelos, Baytelman buscó estudiar y conocer la medicina precortesiana de México, analizar científicamente las técnicas de curación y la efectividad de las recetas, hierbas y preparados; retomar los conocimientos de la herbolaria y la medicina tradicional y de otros usos en el estado, actualizarlos y mejorarlos por medio de todas las posibilidades que hoy permite la ciencia en cuanto a experimentación de tipo químico y biológico, con la finalidad de regresarlos, de integrarlos de nuevo —y en condiciones superiores— a su auténtico origen: el conocimiento popular y tradicional.
Estructura y posible ampliación
El Jardín Etnobotánico, que depende del Instituto Nacional de Antropología e Historia, está conformado, en hectárea y media, por dos espacios: el introductorio y el de las colecciones vivas, que se dividen en áreas de propagación y semillero, el herbario, el laboratorio y el banco de datos.
La sala introductoria ocupa seis módulos. El primero presenta algunos antecedentes de la medicina tradicional en México, especialmente en Morelos; en el segundo y tercero se exhiben plantas montadas en resina y divididas según su información botánica y las aplicaciones medicinales en el Estado; el cuarto es para exposiciones temporales, en el quinto está montada una representación de "la limpia", un tianguis de plantas medicinales, un baño de temazcal, el parto y un merolico. En el último se da un panorama general de los tipos de medicina, terapias y de la investigación científica sobre las plantas medicinales.
La función del área de propagación es conservar e incrementar las especies que integran las colecciones. Como parte de los resultados de .un trabajo de investigación, hasta hoy se han mantenido y propagado por medio de semillas y de diferentes técnicas de reproducción, sexual y asexual, 100 especies medicinales y 110 entre medicinales y de otros usos (toronjil blanco y morado, achiote, canela, árnica, ajenjo, cedrón, cola de caballo, añil, hierba del cáncer, orégano, pasiflora, chia, cazahuate, hoja santa, entre otras). El acervo del semillero está compuesto por 350 especies de las cuales 150 son medicinales.
Finalmente, la bióloga Salazar señaló que en poco tiempo el jardín se ampliará y se tendrán colecciones de plantas acuáticas, insecticidas y colorantes; se instalará un baño de temazcal como el de los aztecas y se construirá una vivienda tradicional, ya que mucha gente del Estado aún conserva ese modo de vida.
Para llevar a cabo esos planes y recaudar fondos para la manutención de este jardín, entre otras medidas, se piensa pedir donativos por la entrada, las visitas guiadas, los talleres, conferencias y exposiciones.
Conservación y estado de los recursos naturales
La etnobotánica estudia las culturas tradicionales de los pueblos respecto al uso y aprovechamiento de las plantas y constituye un marco completo para el análisis de las complejas relaciones hombre-planta en sus dimensiones antropológicas, ecológicas y botánicas.
El estudio etnobotánico de numerosas especies, sus condiciones de cultivo, medio ambiente, propiedades, uso y efectos en el consumo humano, es una herramienta para revalorizar y reconstruir procesos de interacción entre dos niveles de organización de la materia: el biológico y el social.
Para lograr la conservación de los recursos fitogenéticos de nuestro país, se requiere una estrategia multidisciplinaria que vincule las diferentes líneas de investigación con los intereses y conocimiento de la población. En ese tenor, los jardines botánicos, con todos sus problemas de organización y mantenimiento económico y técnico, son cada vez más necesarios como centros de recursos botánicos multifuncionales para el estudio y conservación de la biodiversidad, por lo que sus funciones de investigación, conservación y difusión deben ser apoyadas y consolidadas.
La Asociación Mexicana de Jardines Botánicos reporta 36 jardines afiliados, de los cuales 12 están establecidos, 10 se encuentran en consolidación, 13 en formación y uno de reserva. Un jardín establecido, como el Jardín Etnobotánico de Morelos, es aquel que cuenta, entre otras cosas, con bases científicas y colecciones debidamente documentadas de plantas vivas, y que realice investigaciones con fines educativos, de difusión y conservación de sus especies. El jardín de reserva, para que sea tal, debe ubicarse en un área biológica y cuyo objeto principal sea la conservación in situ.
El Jardín Etnobotánico de Morelos es un jardín establecido depositario ex situ de plantas de Interés etnobotánico, único en su género y en el país porque, además de apoyar la investigación, busca registrar el conocimiento tradicional, transmitido oralmente de generación en generación, a fin de enriquecerlo científicamente y regresarlo a su origen popular.
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Referencias Bibliográficas
Aviles, M., M. Fuentes y L. Salazar (s/f). Inicio y desarrollo del Jardín Etnobotánico y su proyección hacia la comunidad. En prensa.
Aviles, M. y G. Suárez, 1994. Catálogo de plantas medicinales Jardín Botánico. Centro INAH, Morelos. Laguerenne, Alicia, 1972. Cómo hacer un herbario. CECSA. México.
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Juan Marcial
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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como citar este artículo →
Marcial, Juan. 1995. El jardín etnobotánico de Cuernavaca: conservar y mejorar la sabiduría tradicional. Ciencias, núm. 40, octubre-diciembre, pp. 52-55. [En línea].
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