La eutanasia
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Arnoldo Kraus y Asunción Álvarez
Tercer Milenio, CNCA,
México, 1998
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La idea del bien morir, del morir con dignidad, no es gratuita, las caras de la muerte han mutado. Se muere solo, se fenece mal, se abandona el mundo de los vivos sin despdirse, sin adiós. No existen los espacios para el diálogo sereno y oportuno: todo indica que la muerte silenciosa duele menos.
La transfiguración de la muerte tiene historia: implica menos conciencia de vida. No hay duda de que tales desencuentros resumen las prisas de vivir y ejemplifican la necesidad de redefinir el binomio vida-muerte. Religión, ética, escuela, familia y sociedad deben crear nuevos espacios para debatir. No escapa de tal obligación, por supuesto, la medicina. Hay que recorrer hacia atrás los senderos de la profesión, no es factible un diálogo sano del “cuándo y cómo” morir si no se sembraron los lazos de la relación galeno-paciente. Silenciar las voces de quienes piensan que la autonomía es bien humano y que la elección de “cuándo morir” es legado inherente a la condición humana, implica sabotear la razón. Viajar a través del mundo de la eutanasia fertiliza algunos de los rincones oxidados del alma humana.
La preocupación de la sociedad por la muerte se incrementó a partir de la disquisiciones acerca de la eutanasia en Holanda, la campaña de Kevorkian en favor del suicidio asistido y las discusiones públicas y médicas —sobre todo en Estados Unidos, Australia y Europa— a propósito de los aciertos y desaciertos de estas prácticas. La avidez de conocimientos sobre el tema también ha resurgido como consecuencia —indeseable— de la tecnología que prolonga sufrimientos innecesarios y de la creciente desconfianza hacia la profesión médica.
El auge académico respecto a la eutanasia ha tenido que confrontar los sinsabores de definiciones complejas y en ocasiones imprecisas. Imposible también soslayar que los linderos de la eutanasia pueden ser inalcanzables pues entremezclan, a priori, los conceptos de vida, muerte, autonomía, futilidad y “bien morir”. A lo anterior hay que agregar que las discusiones sobre el tema de marras son complejas pues “abundan” los jueces: religión, sociedad, tecnología médica, el enfermo, los códigos legales, la familia y el médico. En síntesis, vida y muerte pertenecen a todos. Huelga decir que el problema se complica porque no hay reglas universales para aplicar la eutanasia: cada caso, al igual que cada ser, es diferente. Estas interacciones devienen en un panorama complicado que tiene la virtud de estimular el diálogo. Al hablar de eutanasia, nadie queda excluido. O, corrigiéndonos, nadie debería quedar excluido.
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Fragmento de la introducción. _______________________________________________________________
como citar este artículo → Kraus, Arnoldo y Álvarez, Asunción. (1999). La eutanasia. Ciencias 55, julio-diciembre, 84-85. [En línea]
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