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El insecto |
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Jules Michelet
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En El insecto la naturaleza es un espejo de la sociedad. Este juego de reflejos nos permite apreciar la visión que se tenía en aquél entonces tanto de la naturaleza como de la sociedad, y percibir la manera en que las distintas concepciones del mundo existentes en la sociedad imprimían en la naturaleza su propio sello, proyectándose en ella, para luego mostrar esta imagen como un ejemplo a seguir por la humanidad. Es uno de los rasgos más interesantes de esta obra. La aparición de la teoría de Darwin acallará muchas de estas interpretaciones al imponerse la lucha por la existencia y la sobrevivencia del más apto como el mecanismo de la evolución —idea que tomó de Malthus para llevarla a la naturaleza. La ideología siempre ha estado presente en la ciencia.
A diferencia de la gran mayoría de los escritores de temas científicos, Michelet no hace de lado “lo subjetivo”, es transparente en sus pasiones e ideales, y construye un relato que lleva al lector en un impulso vital a alcanzar tales alturas. Conocimiento y pasión son los ingredientes de su escritura, y fue siempre su preocupación al emprenderla, tal y como se lo manifestó a Sainte Beuve en una carta escrita en 1835, en donde hace patente su inquietud por lograr la unión de los distintos ámbitos que maneja —“religión, derecho, geografía, literatura, arte, etcétera”—, en una misma narración, así como la manera de proporcionar “un movimiento vital” a todos esos elementos para lograr “la unidad del relato”. Fue lo que hizo del gran historiador también un reconocido escritor. “En el orden del saber —escribió Roland Barthes tomando como ejemplo a Michelet—, para que las cosas se conviertan en lo que son, lo que han sido, hace falta este ingrediente: la sal de las palabras. Este gusto de las palabras es lo que torna profundo y fecundo el saber”.
Es justo esta conjunción lo que hace de El insecto un texto fascinante, en donde el lirismo propio del romanticismo de la época coexiste con sus inevitables prejuicios sociales —de género, raza, etcétera—, las observaciones científicas con ríspidos debates teóricos permeados por los conflictos políticos e ideológicos del momento, la precisión de los textos de célebres naturalistas con la fantasía de los relatos de viajeros, la historia humana con la historia natural, lo llamado objetivo con lo supuestamente subjetivo.
Así, a pesar de los innumerables conocimientos que se han generado desde entonces en el campo de la entomología, de los cambios en la misma clasificación de los insectos, esta obra conserva el impulso vital que le imprimió su autor. Bien lo dice Roland Barthes: aunque la ciencia contemporánea refute algunas de las afirmaciones que contienen las obras de Michelet, siempre “encontraremos en él pura y llanamente una escritura”.
Fragmento del prólogo
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El insecto,
Jules Michelet
Prólogo y traducción de César Carrillo Trueba
Cien del mundo, CNCA, México, 2000. 217 p.
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como citar este artículo → Michelet, Jules. (2004). El insecto. Ciencias 75, julio-septiembre, 79. [En línea]
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