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La información acerca de la contaminación o la eterna búsqueda de la claridad |
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César Carrillo Trueba |
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Que en el Valle de México los niveles de contaminación han alcanzado proporciones alarmantes, lo sabemos todos los habitantes de esta ciudad por medio de la protesta organizada de los órganos. Encabezados por nuestros ojos lagrimeantes “los rojos”, avanzan nariz y garganta desalojando a los intrusos que suben por los ondulantes epitelios. El grito del pulmón sube sacudiendo tórax y cabeza. A las extremidades inferiores, como su nombre lo indica, sólo les queda soportar. La vanguardia neuronal reclama información y supresión de este estado de cosas. Recientemente, apenas iniciada esta década Homero Aridjis, quien trabaja por cien, haciendo eco a estas protestas que se han multiplicado enormemente manifestó que: “pese a los niveles de contaminación alcanzados en los últimos tres días en la ciudad de México, las autoridades de la Secretaria de Desarrollo Urbano y Enología (SEDUE), no cumplen con dar información precisa ni con la promoción de medidas de emergencia. Aridjis aseguró que durante el mes de enero los niveles de contaminación se han elevado de manera alarmante, como ocurrió el sábado 20, fecha en que el ozono estuvo durante 7 horas por encima de la norma máxima mexicana, en la zona de El Pedregal. Situaciones similares se presentaron los días 15, 17 y 18. Existe en el Distrito Federal una epidemia de enfermedades de vías respiratorias “sin que el Estado tome medidas de emergencia”. “No es posible que para impulsar los planes de contingencia ambiental, SEDUE maneje como norma el que se alcancen los 500 puntos de concentración de contaminantes si en realidad nadie puede resistir esos niveles”. Lamentablemente esto no es novedad. En nuestro país escasea la información precisa, y las peticiones de información pueden terminar mal. Hay lugares donde preguntar sobre el número de votos obtenidos por la oposición llega a costar la vida. Además no sólo escasea, sino que cuando llega a ser proporcionada, aparece envuelta en algodones que pretenden “confortar” al ciudadano y no informarlo. ¿Qué tan confiables son los datos proporcionados por la SEDUE acerca de la situación real de la contaminación en la ciudad de México? Tal parece que no mucho, o al menos eso afirman algunos especialistas. En una mesa redonda llevada a cabo en el mes de octubre de 1989, se reunieron tanto investigadores mexicanos como de organismos norteamericanos. “Ahí se abordaron los temas más acuciantes de la contaminación, principalmente en el área metropolitana, y los especialistas mexicanos, incluidos algunos miembros del público, también de instituciones especializadas, coincidieron en señalar en que a pesar de las investigaciones que hacen con un buen equipo de los representantes de la SEDUE y el monitoreo de la calidad del aire por distintas zonas de la ciudad, el reporte que se hace público es muy limitado, pues generalmente se destaca el ozono. Además se hacen promedios generales en lugar de precisar las áreas más afectadas para protegerlas específicamente. Tampoco se mencionan, señalaron, otros factores que afectan esa calidad y que es necesario conocer, como son la cantidad de partículas suspendidas en el aire, o el bióxido de azufre, principalmente en la zona noreste de la ciudad y que generalmente esta por encima de los límites permitidos y tolerados internacionalmente. Existe una política, se dijo, en donde se evita dar información sobre niveles altos ‘para no alarmar’, lo cual es contraproducente, pues es importante resolver y prevenir”. Si considerables el incremento en el número de personas que padecen asma bronquial que la misma SSA ha reconocido, el problema es grave. ¿Qué hará el afectado en caso de querer salir a la calle cuando se le ha recomendado no hacerlo en caso de haber una gran concentración de partículas de ozono? ¿Consultar los datos del monitoreo? Mejor consultar su horóscopo y encomendarse a la virgencita de Guadalupe. La Jornada,29 de octubre de 1989, 27 y 29 de enero de 1990. |
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César Carrillo Trueba
Facultad de Ciencias, UNAM. como citar este artículo →
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