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Alejandro Ariel Ríos-Chelén
Realmente sólo podemos explicar 
la función presente
y nunca podemos estar seguros sobre los verdaderos

orígenes evolutivos.

Catchpole y Slater
articulos
El canto en las aves es, con excepciones de las que habitan mayoritariamente en los trópicos, una característica de los machos y se ha pensado que cumple principalmente dos funciones: atraer hembras y defender el territorio de los demás machos. Su variedad es enorme y el repertorio, es decir el número de diferentes cantos o elementos que canta un individuo, varía mucho dependiendo de la especie. Hay algunas como el gorrión coroniblanco (Zonorichia leucophrys) que sólo emite un tipo de canto, mientras que otros como el zacatonero de cincorayas (Aimophila quinquestriata) tiene entre 159 y 237, por no mencionar el cuitlacoche rojizo (Toxostoma rufum) que llega a tener 2 000 y todos diferentes. ¿Cómo se ha originado esta variedad de cantos en la naturaleza? y ¿cómo evoluciona dicha diversidad?, son algunas de las preguntas que tratan de responder los ecólogos conductuales que trabajan sobre los cantos de aves.

La función del canto está íntimamente relacionada con la evolución del mismo pues se piensa, y hay evidencia de ello, que pudo haber evolucionado, en gran medida, por medio de selección sexual; en otras palabras, el canto, así como muchas características vistosas en las aves (y en otros animales) puede estar evolucionando (cambiando a lo largo de las generaciones) y mantenerse en una población como resultado de un proceso que incluye la selección sexual, el cual resulta en una reproducción diferencial de los individuos, es decir, que algunos se reproducen más que otros.

La reproducción diferencial puede originarse cuando unos individuos (las hembras usualmente) escogen pareja (selección intersexual) o cuando algunos (u sualmente los machos) compiten por el recurso que en este caso son las hembras (selección intrasexual). Así, por ejemplo, si unos individuos son más “buenos” para conseguir pareja, ellos tendrán más éxito reproductivo que aquellos que no consiguieron pareja. Cualquiera de las dos formas de selección sexual, o una combinación de ambas, puede ocasionar que ciertos individuos se reproduzcan más que otros, lo que da como resultado que algunas de sus características se expresen en la siguiente generación.

Searcy y Andersson, refiriéndose al canto de las aves, propusieron que para dar evidencia contundente de que la selección intersexual ocurre es necesario tomar en cuenta dos criterios: 1) las hembras responden de manera diferencial a ciertos atributos del canto cuando ellas lo escuchan; y 2) el mismo atributo del canto se relaciona con el éxito reproductivo del macho. De la misma manera propusieron que para apoyar fuertemente la idea de que la selección intrasexual ocurre es necesario cumplir dos criterios: 1) demostrar experimentalmente que el canto afecta el éxito en la competencia entre machos; y 2) demostrar que el éxito reproductivo se relaciona directamente con el éxito en la competencia o con el atributo del canto de interés.

El canto y la elección de pareja

En el siglo pasado, durante los ochentas, Eriksson y Wallin hicieron un experimento empleando el playback para ver si el canto de los machos podía atraer hembras, esto es, se reproducía algún tipo de vocalización con una o varias bocinas para estudiar la respuesta del individuo que escucha las vocalizaciones reproducidas. Comenzaron con el canto de dos especies de aves, el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) y el papamoscas con collar (F. albicollis). Pusieron las bocinas en cajasnido con trampas, de manera que si una hembra era atraída por el canto de la bocina entraría a la cajanido y quedaría atrapada en ella. Los resultados obtenidos mostraron que un mayor número de hembras fueron atrapadas en los nidos con grabaciones que en aquellos sin grabaciones, demostrando así que el canto sirve para atraer hembras.
Hay otros estudios que satisfacen el criterio 1 de Searcy y Andersson ya mencionado. Por ejemplo, las hembras de un canario (Serinus canarius) son estimuladas al escuchar los cantos de los machos y construyen más rápido su nido cuando escuchan repertorios amplios. Las especies como los canarios y otras que se alimentan de semillas pueden mantenerse con relativa facilidad en cautiverio, lo que representa una oportunidad para llevar a cabo estudios de selección sexual en condiciones más controladas. Otro ejemplo es un estudio llevado a cabo en un aviario que mostró que los machos dominantes del vaquero cabecicafé (Molothrus ater) obtienen más cópulas que los machos subordinados y, aunque las hembras no responden más a las grabaciones de cantos de machos dominantes que de machos subordinados, sí necesitan que el macho cante para aceptar copular. Parece ser que el éxito reproductivo de los machos dominantes se debe, al menos en parte, a las preferencias de la hembra por ciertas características del canto que distingue a los machos dominantes.
Hay otro tipo de estudios de observación que pueden sugerir que el canto sirve para atraer hembras; por ejemplo, si se observa que los machos cantan antes de tener una pareja y que una vez que la consiguen dejan de cantar, se puede entonces sugerir que el macho cantaba en ese momento para conseguir pareja. Un estudio de este tipo arrojó luz sobre la posible función de los repertorios de cantos en el carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus). En la temporada de reproducción, los machos con repertorios grandes atraen pareja antes que aquellos machos con repertorios reducidos. Estos resultados de campo también son apoyados por resultados de laboratorio, ya que las hembras de esta misma especie responden más con una conducta sexual a grabaciones de grandes repertorios que de pequeños. Ambos resultados apuntan a que los machos de esta especie que cantan una mayor cantidad de tipos de cantos son más efectivos para atraer y estimular a las hembras.No todas las aves cantan. Algunas como los machos de urogallo (Centrocercus urophasianus) hacen sonidos como “silbidos” y “chasquidos”. También aquí las vocalizaciones parecen relacionarse de alguna forma con el éxito reproductivo. Los machos con mayor éxito son los que tienen un periodo más largo de frecuencia ascendente en su vocalización de cortejo. Pero, ¿qué es lo que hace que estos machos sean más exitosos? Lo que se sabe hasta ahora es que estas vocalizaciones sirven para atraer hembras, así podría ser que los machos que cantan con esta característica son mejores para atraer más hembras y por consiguiente tienen más descendencia que aquellos machos que no atraen tantas hembras.
Preferencias sexuales y machos exitosos
 
Pero, ¿qué gana una hembra al preferir a un macho que canta en forma particular? La teoría actual de la ecología conductual dice que cuando una hembra escoge a un macho como su pareja podría obtener beneficios directos (comida para ella y sus hijos, un buen lugar para anidar, etcétera) o indirectos (buenos genes para sus hijos, tal vez para hacerlos más resistentes a parásitos y enfermedades). Otros estudios muestran que las hembras de la abubilla (Upupa epops), un ave abundante en el sur de España, obtienen beneficios directos al preferir machos que utilizan cantos con estrofas más largas; éstos traen más comida a los pollos y tienen un mayor éxito reproductivo. De esta manera, dichos estudios apoyan los dos criterios de Searcy y Andersson para evaluar la selección sexual, lo cual significa que las preferencias de las hembras por ciertos cantos pueden relacionarse con preferencias por machos de alta calidad que aportan beneficios a la hembra.Hay casos donde las hembras tienen preferencias latentes, es decir, por características que no existen en la naturaleza. Se sabe, que las hembras del canario Serinus canaria prefieren cantos que combinan una alta tasa de producción de elementos y una amplia frecuencia (kHz) en la producción de dichos elementos. Estos cantos no existen de forma natural debido probablemente a que hay limitantes físicas y motoras para que un macho los produzca; sin embargo, los ecólogos conductuales pueden fabricarlos utilizando una computadora y un programa para analizar sonidos. El hecho de que las hembras escojan este tipo de cantos puede indicar una preferencia latente por machos que, de producir estos cantos, serían de alta calidad. De igual manera, las hembras del gorrión pantanero (Melospiza georgiana) cortejan más cuando escuchan grabaciones de cantos múltiples que al escuchar grabaciones con un solo tipo de canto, lo que indica que en esta especie varios cantos son mejores para estimular a una hembra que uno solo.
Otros estudios indican que las preferencias de las hembras por ciertos cantos podrían relacionarse con información sobre la identidad del individuo que es
tos cantos podrían transmitir. Las hembras del acentor común (Prunella modularis) responden a grabaciones de los machos pero sólo durante su periodo fértil. Lo interesante aquí es que, si uno les po
ne una grabación de su propio macho pareja y otra de un macho vecino, las hembras se acercan a las grabaciones de su propio macho en preferencia de las grabaciones de sus vecinos.Pero, ¿cómo hacen para conseguir o estimular a una pareja las aves que en vez de producir muchos tipos de cantos diferentes sólo emiten un tipo de canto? En especies que carecen de grandes repertorios, la información en los cantos podría estar contenida en variaciones en la tasa del canto o en la longitud del mismo (por ejemplo si el canto tiene muchas notas). Los machos del gorrión gorjiblanco (Zonotrichia albicolis) sólo son capaces de un tipo de canto y se sabe que sus hembras responden con más despliegues copulatorios ante tasas de canto mayores y cantos de mayor longitud.Es posible que la calidad de un macho tenga que ver con los costos de producir ciertas conductas (por ejemplo cantar) y muy probablemente el cantar puede ser más costoso de lo que hasta la fecha se ha demostrado experimentalmente. Por ejemplo, si un ave canta podría hacerse más evidente para un depredador y aumentar la probabilidad de que se la coman. Algunas teorías dicen que sólo aquellos individuos que tengan una alta calidad podrán “llevar” los costos de producir cierto fenotipo (esto es, algunos cantos). Los costos de cantar también podrían tener que ver con gasto de energía, la cual podría ser utilizada, por ejemplo, para mantenerse caliente durante la noche o el amanecer.

Se sabe que algunas aves cantan menos al amanecer si la noche anterior llovió e hizo frío. Estos costos podrían contrarrestarse hasta cierto punto si el ave puede comer abundantemente durante el día, de manera que tiene mucha energía para pasar la noche y todavía le queda bastante para cantar al amanecer siguiente. En Finlandia, un grupo de investigadores encabezados por Alatalo pusieron a prueba estas ideas con el papamoscas cerrojillo. Ellos aumentaron la cantidad de comida en algunos territorios ocupados por machos, mientras que otros fueron dejados intactos. Observaron que los machos que ocupaban territorios con un aumento experimental en la cantidad de comida cantaron más a la mañana siguiente que aquellos a los que no les agregaron comida. Lo interesante también fue que los machos experimentales fueron más exitosos en atraer hembras y esto se debió probablemente al incremento en la tasa de canto.Un problema al tratar de demostrar que las hembras escogen a un macho basándose en cierta característica (como el tamaño del repertorio) es que esa característica podría estar correlacionada con la calidad del territorio y es posible que la hembra se apareé con un macho no porque tiene esa característica sino porque dicho macho se encuentra en un territorio de alta calidad (por ejemplo con mucha comida). Mountjoy y Lemon solucionaron este problema controlando estadísticamente la variable “calidad del territorio” y mostraron que los machos del estornino europeo (Sturnus vulgaris), cuyos cantos son más complejos, adquirieron más rápido pareja. Esta relación se mantuvo aun cuando controlaron estadísticamente la preferencia por territorios. Esto muestra que las hembras de dicha especie se basan en la complejidad del canto más que en la calidad del territorio para escoger pareja. Además, los machos con repertorios grandes se encontraban en mejor estado físico, sugiriendo que las hembras obtienen machos de alta calidad al escogerlos basándose en el canto.

La calidad del macho también puede tener que ver con qué tan sanos o enfermos están. Por ejemplo, se sabe que la presencia de parásitos en la sangre es común en varias especies de aves y dicha condición puede verse reflejada en cómo cantan los machos. El carricerín común varía en el número de tipos de cantos y se ha visto que el repertorio de canto de aquellos machos que tienen parásitos (como Haemoproteus sp., Trypanosoma sp. y Plasmodium sp.) en la sangre es menor al de los machos no parasitados. La calidad de un macho puede llegar a ser tan importante para una hembra que si su macho no “llena sus expectativas” puede buscar cópulas extrapareja. Por ejemplo, las hembras de una especie del mismo género que el carricerín común, el carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus), buscan cópulas extrapareja de vecinos que utilizan repertorios de cantos más grandes que sus parejas. Las hembras de esta especie claramente se benefician al tener cópulas extrapareja porque así a sus hijos les va mejor: los pollos de los padres genéticos con repertorios más grandes tienen una mayor probabilidad de sobrevivir que los de padres con repertorios más pequeños. En conjunto, tales estudios indican que el tamaño de repertorio puede dar información sobre la calidad del macho (por ejemplo sobre el estado de salud) y que las hembras que buscan parejas u otros machos para obtener cópulas extrapareja, los prefieren de repertorios grandes, ya que pueden beneficiarse al incrementar la viabilidad de sus hijos.
¿Cantan los machos para competir?
 
Los primeros experimentos que se hicieron para estudiar el posible efecto del canto en las contiendas entre machos se hicieron a principios de la segunda mitad del siglo XX e inhabilitaban al macho para que no cantara o bien lo sacaban de su territorio. Con estos enfoques se buscaba ver el efecto que la ausencia de canto tenía en el patrón de establecimiento de un territorio o en el éxito de un individuo para defenderlo.De esta forma se vio que si, mediante una operación, a un macho se le quita una porción del nervio hipogloso, ya no podrá cantar. Una vez que se recupera, el macho puede ser reintroducido a su territorio. Este enfoque, usado con el tordo sargento (Agelaius phoeniceus), mostró que los territorios de tales machos fueron invadidos por otros mucho más frecuentemente que los de aquellos que sí podían cantar.

El otro enfoque se utilizó con una especie del género Luscinia (L. luscinia), reemplazando al macho que está en su territorio por una grabación. Este método tiene la ventaja de que cualquier otra variable que pueda tener el macho que afecte la defensa del territorio es controlada al quitar dicho macho y los resultados obtenidos son, con mayor certeza, debidos a un efecto de la variable “canto”. Cuando Göransson y colaboradores usaron este procedimiento mostraron que los territorios sin macho pero con grabaciones tardaban más tiempo en ser ocupados que aquellos sin macho y sin grabaciones. Un resultado similar se puede obtener si, en vez de estudiar la ausencia o presencia de canto, analizamos el efecto del tamaño del repertorio en diferentes territorios. Este enfoque se realizó en Inglaterra con el carbonero común (Parus major) y el experimento de reemplazo mostró que los territorios de dicha especie que estaban “defendidos” por una grabación de un repertorio grande permanecían más tiempo sin ser ocupados que aquellos con grabaciones de repertorios pequeños. Si los machos que tienen un repertorio mayor son más efectivos para defender su territorio, esto podría hacer que sean más exitosos en conseguir pareja ya que, frecuentemente, un requisito para que una hembra haga pareja con un macho es que éste sea “dueño” de un territorio; de ser así, un macho más efectivo para defender un territorio debería dejar más descendencia que menos hábil para defenderlo. De hecho, en un estudio de largo plazo se vio que los machos del gorrión cantor (Melospiza melodia) que tienen repertorios más grandes pueden mantener más tiempo sus territorios y tienen más éxito reproductivo, tanto en el lapso de un año como en el transcurso de toda la vida.

Los estudios sobre vocalizaciones y selección intrasexual en aves no se han limitado a especies que cantan. Las interacciones con vocalizaciones entre machos ocurren también en aves no oscinas (“no cantoras”). Por ejemplo, a finales de los noventas, Slabbekoorn y Ten Cate estudiaron los llamados “coos” emitidos por palomas. Ellos trabajaron con la tórtola turca (Streptopelia decaocto) y encontraron que los “coos” modulados, es decir los que tienen una frecuencia cambiante, originaron una respuesta mayor en machos que los “coos” no modulados y pudieron determinar que el rango de frecuencia modulada que originaba una mayor respuesta en los machos era de 75108 Hz, aun cuando frecuencias mayores todavía se encuentran dentro del rango natural de la especie. Pero, ¿qué significa que un individuo responda de manera diferencial a distintos cantos o llamados? En varias especies de aves es común que dos individuos o vecinos intercambien vocalizaciones, de manera que primero canta uno mientras el otro escucha para después responder. El caso del carbonero garrapinos (Parus ater) no es la excepción. Si uno coloca una bocina dentro de un territorio defendido por un macho y se tocan cantos con esa bocina se puede simular un intruso tratando de desplazar al macho “dueño” del territorio. Así, con este tipo de experimentos se puede estudiar las interacciones de los machos disputando un territorio. Por medio de experimentos de este tipo realizados con la misma especie se ha mostrado que las grabaciones con una tasa de canto que aumenta inhiben los cantos de los machos que responden pero, por otro lado, los incitan a producir más llamados en respuesta. También se ha encontrado que las grabaciones de cantos más largos inducen más llamados en respuesta que los cantos cortos. Al hacer este tipo de experimentos se asume que responder más fuertemente ante tal estímulo (la vocalización) significa que éste representa una señal más amenazante que otra a la que se responde menos. Tales resultados se han interpretado como que los cantos con una ta
sa que aumenta origina una respuesta en los machos como si se tratara de una amenaza más seria que la de aquellos con una tasa que disminuye y, por otro lado, que los más largos producen también una respuesta como si se tratara de una amenaza más seria que los cantos más cortos. Esto apunta a que, en esta especie, posiblemente las tasas mayores de canto y los cantos más largos son señales más efectivas para tener éxito en la disputa por un territorio.


Finalmente, en los estudios anteriormente no se cuestiona la posibilidad de que machos y hembras perciban los cantos de manera diferente ni las implicaciones que esto podría tener en el proceso de selección sexual. Hay evidencia de que machos y hembras pueden percibir los cantos de manera diferente y que los cantos podrían estar sujetos a presiones de selección contrarias, es decir, mientras las hembras prefieren ciertos atributos, los cantos con atributos contrarios podrían ser más efectivos para repeler intrusos; por ejemplo, los cantos del pinzón vulgar (Fringilla coelebs) tienen en su parte final un “adorno” de elementos que varía en longitud. Se sabe que mientras los cantos con “adornos” más cortos parecen ser señales más amenazantes para los machos, los cantos con “adornos” más largos son preferidos por las hembras. De esta manera, parece que no siempre la selección intra e intersexual apuntan a un mismo camino.

¿Espiando conversaciones ajenas?

Otro aspecto que ha adquirido gran interés en los últimos años se relaciona con la posibilidad de que la comunicación no ocurra únicamente entre el ave que canta y aquella a la que está dirigido el canto. Hay evidencia de que las hembras del carbonero de capucha negra (Poecile atricapilla) “espían” los cantos durante las interacciones agresivas de los machos para decidir con qué macho aparearse. De esta forma, una hembra podría basar su preferencia sexual en términos del resultado de una interacción entre machos, y escoger al “ganador” de la contienda.
También hay evidencia de que los machos del petirrojo (Erithacus rubecula) “espían” las vocalizaciones entre parejas para obtener información sobre la localidad y estado fértil de la hembra y así lograr cópulas extrapareja. Por último, se sabe que los machos de carbonero común, al escuchar las contiendas entre otros machos pueden obtener información sobre quién es “ganador” y quién “perdedor” y así responder a un futuro intruso de acuerdo con qué tan “débil” o “fuerte” fue percibido en el pasado.
Interacciones de diferentes especies
 
Los estudios mencionados han tratado de entender cómo interactúan los machos ante cantos de su misma especie, pero las disputas entre machos de diferentes especies también ocurren y se ha sugerido que tales interacciones también pueden influir en la evolución de los cantos y en la distribución de las especies. Dos de las estrategias por las que pueden “optar” dos especies que compiten entre sí son: 1) ocupar diferentes lugares para disminuir la competencia; y 2) cambiar algún aspecto del fenotipo (como el canto) para también así disminuir el nivel de competencia. Con respecto de la primera idea se estudiaron dos especies del mismo género, el agateador común (Certhia brachydactyla) y el agateador norteño (C. familiaris) que, dentro de un rango altitudinal, viven tanto en simpatría (las dos especies habitan en la misma zona) como en alopatría (en zonas diferentes). Por medio de experimentos que emplean playback se ha encontrado que los machos de agateador común en simpatría muestran una respuesta más agresiva hacia el canto del agateador norteño que aquellos en alopatría. Aunque no se ha encontrado territorialidad interespecífica (entre las dos especies diferentes), los datos sugieren que el patrón de distribución altitudinal de ambas puede ser consecuencia de una competencia interespecífica agresiva. En cuanto al segundo punto, un estudio con el herrerillo común (Parus caeruleus eruleus) mostró que la estructura del canto en esta especie podría haber evolucionado para disminuir las interacciones agresivas con un competidor cercano, el carbonero común. El herrerillo común es una especie físicamente más pequeña que el carbonero común y a menudo le va mal en la competencia por recursos contra este último, en particular, la producción de ciertas notas al final de los cantos del herrerillo común parece disminuir la probabilidad de que esta especie sea considerada como competidora por el carbonero común. La respuesta del carbonero común ante las grabaciones de estos cantos es menor que cuando los cantos no tienen estos elementos finales.

Otros estudios se relacionan con dos fenómenos conocidos como ajuste de canto (song matching) y ajuste de repertorio (repertoire matching). El primero se refiere a que cuando un individuo canta, otro le responde utilizando el mismo canto, mientras el segundo a cuando un individuo canta y otro le responde usando un canto que ambos comparten en su repertorio. Al responder al canto de un vecino, el gorrión cantor selecciona uno de los cantos que comparte con ese vecino para responder, es decir que responde con ajuste de repertorio. Un gorrión no responde a un vecino con el mismo canto de éste, aun cuando tenga en su repertorio dicho canto. Sin embargo, se ha visto que cuando se trata del canto de un extraño (no vecino), sí responde con el mismo canto (ajuste de canto). Esto se ha interpretado como que el macho que responde percibe el canto de un extraño como más amenazante que el canto de un vecino que, por otro lado, representa un competidor más familiar. Para apoyar esta hipótesis y examinar la posibilidad de que el ajuste de canto es una respuesta más fuerte y amenazante que el ajuste de repertorio, se han hecho otros estudios y se ha encontrado que en la época en que se están estableciendo los territorios, los machos responden a una grabación con ajuste de canto, mientras que responden a esta misma grabación con ajuste de repertorio cuando la temporada de establecimiento de territorio ya ha pasado. De manera que se piensa que responder al canto de un individuo con el mismo canto es una forma particularmente efectiva de desanimar a un intruso.

Concluyendo

Hay evidencia inequívoca de que el canto atrae hembras y de que puede producir en ellas conductas relacionadas con la reproducción. Igualmente se sabe que el canto sirve para repeler machos del territorio y que puede producir en machos vecinos conductas asociadas a la competencia por un territorio. Esto es importante porque, en muchas especies, el tener un territorio es un requisito para poder acceder a una hembra. La mayoría de los estudios se han enfocado a uno u otro aspecto de la selección sexual, es decir al efecto que tienen las vocalizaciones de los machos en las hembras o al efecto que tienen sobre otros machos. Es importante hacer estudios relacionados con ambos aspectos para vislumbrar la importancia relativa que cada uno de ellos tiene sobre la evolución del canto.El panorama propuesto originalmente sobre la evolución del canto por medio de la selección intra e intersexual se hace más complejo con los nuevos estudios que muestran que una interacción de dos individuos puede influir en la futura conducta de un tercer individuo (macho o hembra) que estaba “espiando” dicha interacción.

En general, se piensa que los cantos complejos podrían haber evolucionado principalmente por medio de selección intersexual, mientras que los cantos más simples y estereotipados podrían ser resultado de selección intrasexual. Aunque este modelo, expuesto por Catchpole en 1982, es algo controvertido, ha sido apoyado por un estudio hecho con pinzones cebra (Taeniopygia guttata), el cual sugiere que las preferencias de las hembras podrían haber resultado en la evolución de vocalizaciones complejas (cantos) a partir de otras más sencillas (llamados).Sin duda queda mucho por descubrir y hay otros fenómenos relacionados con el canto que son de gran interés y que, aunque han sido estudiados, nuestra compresión de ellos es pequeña; por ejemplo, ¿por qué en algunas especies (sobre todo tropicales) tanto la hembra como el macho cantan en duetos?, ¿es esto una manera conjunta para proteger el territorio? Y si esto es así, ¿por qué no ha evolucionado dicha conducta en más especies?, ¿por qué en otras existen coros de varios individuos, hembras y machos?, ¿las diferentes personalidades de los individuos se reflejan en cómo canta cada uno?
Referencias bibliográficas
Catchpole, Clive K. 1982. “The evolution of bird sounds in relation to mating and spacing behavior”, en Kroodsma, Donald E., Edward Miller y Henri Ouellet (eds.), Acoustic Communication in Birds, vol. 1. Academic Press, Nueva York.
_____. y Peter J. B. Slater. 1995. Bird song. Biological themes and variations. Cambridge University Press, Cambridge.
Searcy, W. A. y M. Andersson. 1986. “Sexual selection and the evolution of song”, en Annual Review of Ecology and Systematics, vol. 17, pp. 507-533.
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Alejandro Ariel Ríos-Chelén
Instituto de Ecología,
Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Alejandro Ríos Chelén hizo su postdoctorado con el Dr. Constantino Macías Garcia y el Dr. Diego Gil del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Se interesa de manera general por la ecología de la conducta y particularmente por la comunicación acústica animal y la selección sexual. Durante su postdoctorado estudió el efecto del ruido urbano en los cantos de diversas especies de aves.
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como citar este artículo

 

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Raúl Daniel Sánchez Fierro      
               
               
En el derrotero estupefacto

y sin objeto de mi vida.

Desdeñando caminos ya despejados, 

demasiado largos.

He atravesado ásperos montes, 

vallejos insidiosos.

Nadie seguirá mi rastro antes

de que pase mucho tiempo.

 
Charles Cros, le coffret de santal 

 
     
El aroma a café impregna el ambiente, el bullicio del lugar
se debe a las nuevas corrientes artísticas y al reciente invento de Edison: el fonógrafo; se sirven ensaladas de pollo al hambriento comensal que viene a disfrutar un rato en Le chat noir (El gato negro), uno de los lugares favoritos de los intelectuales franceses de finales del siglo XIX.

En el fondo de este café parisino se encuentran dos míseros vagabundos a quienes se les paga con licor de ajenjo por desplumar pollos, por limpiar letrinas y apilar el carbón. Uno de ellos cae, se queja de mucho dolor, pues su hígado está destrozado a causa del ajenjo. Lo internan y muere el 10 de agosto de 1888. En el acta de defunción aparece el nombre de Charles Cros, que en realidad era el otro vagabundo que aún se encontraba trabajando en Le chat noir. El que murió era un excampeón de lucha del que sólo se sabía su apodo: el Vándalo. Pero, ¿qué importaba quien fuera el muerto?, solamente eran vagabundos trabajando por ajenjo y comida. Diez días más tarde, el verdadero Charles Cros, inventor del paleófono, la fotografía a colores y una máquina para cambiar el carácter de las mujeres, es internado en el hospital Hôtel Dieu por problemas mentales; ahí permaneció hasta su muerte, el 4 de julio de 1899.
 
“En el derrotero [...] sin objeto de mi vida...”
 
El Sol calienta la corriente del río Orbieu; sus aguas cálidas empiezan a ser pobladas por niños que salpican las tierras de la localidad de Fabrezan, ubicada en Aude, Francia. En ese lugar, donde el río Orbieu empieza su camino entre las montañas, nace el 1º de octubre de 1842 el hijo menor de Simon-Charles-Henri Cros y Joséphine Thore. El 13 de octubre de 1842 lo bautizan con el nombre de Hortensius-Émile-Charles Cros.

Durante los primeros dos años de vida de Charles Cros su familia se muda en varias ocasiones hasta que se establece en París. En la capital francesa su padre consigue trabajo de profesor en el colegio de Joigny; su ferviente republicanismo, en un tiempo en el que Francia era un gobierno imperial, lo hace ser excluido de las universidades.

Todo lo que aprende durante su infancia y adolescencia es bajo la tutela de su padre. A la edad de ocho años empieza sus estudios de griego, latín, sánscrito, hebreo, alemán e italiano, que concluye a los diecisiete años.
A los dieciocho años, después de terminar sus estudios en matemáticas y en música, Charles Cros encuentra trabajo de repetidor en la Institution des sourdsmuets (un centro para sordomudos). Su trabajo consistía en comunicar, por medio de señas, lo que el expositor quería transmitir a los sordomudos. Tres años después lo despiden a causa de que no se tomaba su trabajo demasiado en serio, además de que fue padrino en un duelo en el que participó su hermano Henry Cros, quien sería uno de los escultores que influenciaría las artes plásticas de principios del siglo XX.

Posteriormente se queda un tiempo en Aude; allí escribe un libro de biografías eclesiásticas que nunca será publicado. A mediados del mes de octubre de 1865 acontece una epidemia de cólera en París. Charles ayuda a su hermano, el doctor Antoine Cros, futuro rey de Araucanía y la Patagonia, a frenar la enfermedad.

Influenciado por un padre que escribió una teoría sobre el hombre intelectual y moral, un hermano escultor que inventó una técnica para crear una pasta de vidrio y el otro con el título de duque de Niacalel, ¿cómo no pensar en Charles como alguien con los más altos designios viniendo de un medio familiar tan insólito y desmesurado?
 
“Desdeñando caminos ya despejados...
 
Dentro de la casa número 14 de la rue de Rennes, propiedad del doctor Antoine Cros, Charles lee ávidamente sobre física, química, matemáticas y literatura; afuera, la luz del día empieza a confundirse con las de la noche, una tardenoche que empieza a fraguar un tiempo de licores y de conversaciones. El poeta escribe algunas notas en su cuaderno: “experiencias mecánicas por hacer: 1) estudiar las acciones recíprocas de las esferas que flotan en el agua, asumiendo una compresión vibratoria; 2) la aplicación de la integral del epiciclo a una batería con barómetros metálicos”.

Mientras tanto, en el salón de la casa, Antoine recibe a Paul Verlaine y Charles se une al grupo para empezar la tertulia Verlaine es parte de los llamados “poetas malditos”, un grupo de figuras importantes en la historia de la poesía compuesto por personas de convicción que, según Max Weber, filósofo alemán de principios del siglo XX, son seres que “dicen lo que piensan y hacen aquello en lo que creen sin detenerse a medir las consecuencias, porque para ellos la autenticidad y la verdad debe prevalecer siempre y están por encima de consideraciones de actualidad o circunstancias”.

Así, en los tiempos de un París donde las conversaciones de café y los personajes con visiones atrevidas del mundo convivían, la ciudad bohemia de finales del siglo XIX, Charles Cros, en búsqueda de la autenticidad, publica sus versos en las revistas de poesía más importantes de su época: L’Artiste, La Parodie y Le Parnasse contemporain; y como hombre que busca la verdad, en 1869 consigue publicar sus primeras obras científicas: Solución general del problema de la fotografía a color y Estudio sobre los medios de comunicación con los planetas.
En el primero muestra su creatividad científica y su inventiva: “los colores son de las esencias que, por la misma figura, tienen tres dimensiones, y por consecuencia exigen tres variables independientes a través de sus fórmulas representativas”.

De esta hipótesis, Cros llegó a la siguiente conclusión: “en una prueba fotográfica jamás habrá los elementos necesarios para la integración de una tabla de colores representativa. De ahí viene la idea de tener tres pruebas diferentes, dando a cada una la intensidad de uno de los tres colores elementales”. Estos colores elementales son el amarillo, el rojo y el azul. A partir de lo anterior, Charles utiliza sus conocimientos en química para obtenerlos y producir una fotografía a color.

Respecto de la segunda obra, Estudio sobre los medios de comunicación con los planetas, “por encima de consideraciones de actualidad o circunstancias”, Cros justifica a este proyecto de la siguiente manera: “sin ninguna duda, una vez los demás obstáculos desplazados, no hay sobre este globo seres equivalentes al hombre en el nivel intelectual; el proyecto por tanto no promete más que un resultado negativo. Pero como sólo su realización puede zanjar esta cuestión [si hay vida en Marte o en Venus], este proyecto toma un alto interés científico y es razonable”.

La ciencia, para Cros, es algo que puede zanjar preguntas sin importar qué tan absurdas sean. Para abordar esta idea absurda, científica y razonable, se propone construir: “una potente lámpara eléctrica colocada en el foco [que es el lugar donde toda la luz reflejada de un espejo se une] de un reflector parabólico donde el eje principal está dirigido hacia el astro”.

Por medio de las señales luminosas, Cros esperaba lo siguiente: “imaginemos que los hombres han realizado el proyecto. Los habitantes del planeta Venus o de Marte tienen espejos, telescopios u otros instrumentos que amplifiquen los astros, por lo que pueden percibir sobre el borde oscuro del disco de la Tierra un punto luminoso. Ésta es la señal que les dirigiremos los hombres”.

¿Pero qué tan intensa debía ser esta luz para ser observada desde Venus o Marte? Al final de la publicación hay una nota donde calcula la intensidad de la luz proveniente de Neptuno vista desde la Tierra. El resultado de este cálculo le proporciona a Cros una estimación de la potencia de su lámpara eléctrica.

Cros no obtuvo los recursos económicos para construir su lámpara y, en consecuencia, no fue posible en el siglo XIX saber si había vida en Venus o Marte. En el siglo xxi se sabe que no hay ningún tipo de vida en Venus. Respecto de Marte, la NASA realizó un proyecto llamado Phoenix con el propósito de estudiar la composición de su suelo. La sonda que lanzaron en agosto de 2007 para realizar encontró indicios de vida microbiana. En un futuro próximo se lanzará otra sonda para zanjar esta cuestión científica y razonable.

Ambas publicaciones son muestra de ideas científicas osadas, combinadas con un espíritu poético desmesurado; espíritu e ideas que le deberían haber abierto las puertas de la inmortalidad, pero el destino le jugaría una mala partida.

“He atravesado ásperos montes ...”
 
Verlaine y Cros recorren las calles de París, se dirigen a la estación de trenes del Este, y en ese lugar encuentran a otro de los poetas malditos, al joven Arthur Rimbaud.

Cros hospeda a Rimbaud en una casa que compartía con otro artista, entonces ya tenía cuatro años de no vivir con su hermano. Durante quince días, él esconde al amante de Verlaine. Un año después, ésta y Rimabud huyen. Enfadado por ser amigo del cuñado de Verlaine, Cros rompe relaciones con ambos poetas. Este evento trágico vaticinaría una serie de fracasos en su vida.

En 1874 crea la Revue du Monde Nouveau (Revista del Mundo Nuevo), la cual sólo tuvo tres números publicados en los meses de febrero, abril y mayo. En el primer número, Cros busca una combinación científica-poética; ésta aparece en uno de los artículos escritos por él en la sección de ciencias de la misma revista y que lleva por título “La alquimia moderna”: “cada metal pasa hoy día, con toda razón probablemente, por ser un átomo de tamaño y de figura completamente especiales. Cambiar este tamaño y esta figura parece una obra que sobrepasa los poderes del químico: los sueños de El Dorado han debido enfilar hacia otro costado sus baterías [sic]”.

La alquimia, tanto en la época de Cros como en el siglo XXI, es considerada una pseudociencia, ya que busca transmutar cualquier material en otro con diferentes características a partir de la idea aristotélica de que el mundo está conformado por cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, teoría que ha sido desechada por no encontrarse evidencias que la comprueben. La química utiliza la teoría de que todo material que existe en el Universo está hecho de átomos; a partir de la cual, al igual que la alquimia, investiga cómo se transforman los materiales en otros con diferentes características.

La diferencia entre la alquimia y la química es su teoría de cómo está construido el Universo. La teoría atómica en el siglo XIX tuvo mucho éxito entre los químicos pues permitía explicar las reacciones químicas que se hacían en los laboratorios, de ahí el desuso de la alquimia.
Charles Cros sabía esta diferencia, pero como poeta eligió usar las semejanzas entre la alquimia y la química para darle un sentido poético a lo que escribía y trataba de mostrar al mundo, por medio de ese texto, el primer método para crear piedras preciosas falsas o, como se conocen en México, piedras de fantasía.

Los siguientes dos números de la Revue du Monde Nouveau, aparte de tener artículos científicos del estilo de “La alquimia moderna”, contó con la colaboración de Manet y Zolá, artistas muy importantes del siglo XIX. A pesar de ello, la revista no triunfó y Cros empezó entonces a tener problemas económicos.

Para empeorar la situación, el 11 de marzo de 1878 Edison presenta ante la Académie des Sciences (Academia de ciencias) el fonógrafo o, como se le conocía en esa época, una máquina parlante, con respecto a lo cual Charles escribe lo siguiente: “yo he descrito en una carta cerrada, dirigida a la Academia el 30 de abril de 1877, y abierta en sesión pública el 3 de diciembre siguiente, un aparato con el mismo objetivo y muy cercano a los medios del fonógrafo”.

Antes que Edison, Cros ya había concebido una idea para construir un aparato que grabara y reprodujera el sonido, pero sus carencias económicas no le permitieron construir esta máquina parlante que Edison llamó fonógrafo y que para él era paleófono.

A Charles no le quedó más remedio que felicitar a Edison y proponer mejoras al dispositivo: “M. Edison ha podido construir su aparato; él es el primero que ha reproducido la voz humana; ha hecho un trabajo admirable […] No tengo más por lo tanto que proponer las siguientes perfecciones […] Yo propongo más bien la grabación por trazas sinusoidales transversales (por medio de una palanca angulada) y el grabado de estos trazos sobre una sustancia resistente. Este es el procedimiento que yo pienso emplear, si encuentro los medios”.

Ya en ese tiempo, cuando empezaba a ser olvidado, decidió refugiarse en el ajenjo, y su obra poética se convirtió en lo que él llamaría sus “horas verdes”:  “Como mecido en una hamaca / El pensamiento oscila y se arremolina / En esta hora en la que todo estómago / En una oleada de ajenjo se ahoga”.

Deja a su amante Nina de Villard y sostiene una relación con Sidonie, a quien le dedica uno de sus poemas en Le coffret de santal. Tiempo después se casa con Mary Hjardemaal, con quien tuvo dos hijos: René Cros y GuyCharles Cros. Este último recopilaría los poemas inéditos de su padre en una obra póstuma: Le collier de griffes (El collar de garras).
Tiempo después se divorció y dio inicio una tórrida relación con Solange de Ladevignère, quien murió joven. En sus alucinaciones provocadas por el ajenjo, Solange se le aparece frecuentemente; por ello, sus últimos poemas están dedicados a ella en la segunda edición de Le coffret de santal.

El único gusto recibido durante esa época de las horas verdes, así llamadas por Cros a causa del consumo del licor de ajenjo que provocaba sus alucinaciones, fue el premio Juglar que le otorgó la Académie des Sciences, y que consistía en un reconocimiento monetario de doscientos francos, el cual le fue otorgado gracias a la influencia de uno de sus amigos y no por sus inventos. El premio en la actualidad ya no existe, en realidad Cros fue el único que lo recibió.
 
 
“Nadie seguirá mi rastro ...”
 
El poeta Alphonse Allais, amigo de Cros, escribe lo siguiente: “nuestro pobre amigo Charles Cros se murió. Lo conocí bien, me agrado mucho y, aunque conociéndolo enfermo y débil durante mucho tiempo, yo me he azorado dolorosamente por su muerte tan abrupta […] Charles Cros era un ser milagrosamente dotado desde todos los puntos de vista; poeta extrañamente personal y encantador, verdaderamente desconcertante, genial científico, además de amigo fehaciente y bondadoso […] tenía las ideas científicas más inteligentes; inventó el fonógrafo, la fotografía a colores y el fotófono”.

No hay forma de clasificar a Cros, su obra poética de vanguardia y sus ideas sobre la ciencia, que no serían vistas con rigor hasta principios del siglo XX, lo colocan en dos mundos diferentes pero a la vez ligados: el arte y la ciencia. Por medio de su obra, Cros trató de mantenerlos siempre juntos, a pesar de que en su época ya empezaba a verse esa separación que se caracteriza por cómo definimos, en el siglo XXI, la ciencia y el arte.

A los ojos de Francia Cros es el inventor del paleófono (fonógrafo) y el creador de los monólogos. En 1947 se le honró con la fundación de la Academie Charles Cros, instituto que otorga premios a lo mejor de la música francesa y que también actúa como intermediario del gobierno y la industria discográfica.

Su vida llevada al límite, incomplaciente, con una obra científica desvalorizada, así como una notable personalidad de hombre de convicción artística y científica lo colocan en la historia, junto con los grandes poetas franceses del siglo XIX, como un científico maldito.
Referencias bibliográficas
 
Cros, Charles. 1869. Solution générale du problème de la photographie des couleurs. Gauthier-Villars, París.
_____. 1873a. Le Coffret de santal. Alphonse Lemerre, París.
_____.1873b. «Communication avec les habitants de Ve-
nus», en Séances de l’Académie des Sciences, vol. lxxvii.
_____.1874. Revue du Monde Nouveau: littéraire, artistique, scientifique, vol. 1, núm. 1. Librairie des bibliophiles,
París.
Forestier, Louis. 1969. Charles Cros. L’homme et l’œuvre. Minard, París.
Juin, H. 2009. «Prólogo a Le Coffret de santal, de Charles Cros», en Biblioteca de México, núm. 109-110, pp. 40-49.
Vargas Llosa, Mario. 2002. “La moral de los cínicos”, en El lenguaje de la pasión. Punto de lectura, México

     
En la red

blog.bnf.fr/voix/index.php/2009/04/30/linvention-du-phonographe-charles-cros/trackback/
lanacion.com.ar/144

     
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Raúl Daniel Sánchez Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca

Estudió la carrera de física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Cursó un diplomado en divulgación de la ciencia en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM. Ha publicado artículos en el blog del periódico Milenio y es columnista de ciencia y tecnología en el periódico Noticias Voz e Imagen de Oaxaca. Es miembro de la Casa de las Ciencias de Oaxaca y del comité editorial de la revista de crítica literaria Avispero.Urbano Delfín Montañana
     
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Un infinito
mundo sonoro
César Carrillo Trueba
   
   
     
                     
Su arquitectura no es muy compleja. Un esqueleto externo
hecho de quitina, un cuerpo dividido en segmentos, tres pares de patas y, por lo general, dos pares de alas. Su relación con el medio es controlada por un sistema nervioso formado por un cerebro y un par de ganglios en cada segmento del cuerpo. Antenas, patas y abdomen poseen numerosos receptores capaces de captar las vibraciones sonoras emitidas por sus afines y enemigos. La manera en que los insectos producen sonidos es infinitamente variada. Un grupo de cerca de 800 000 especies distintas no podía pensarse homogéneo.

Sus sensores perciben los cambios de temperatura, luz, humedad y radiación solar, el llamado de algún miembro de su especie, la cercanía de un depredador, un rival o el contacto con otro animal. Al ser procesada la información se desata la emisión sonora, aunque nunca de manera unívoca —hay grillos que cantan al aumentar la radiación solar mientras otros lo hacen al ponerse el Sol. Pero no bastan los estímulos exteriores, la maduración sexual, regulada por la producción de hormonas, es un factor determinante en la manifestación sonora. Una hembra aún inmadura es incapaz de responder al llamado de un macho y hay especies en las que éstos dejan de estridular durante un lapso después de la cópula.

El cerebro de los insectos recibe los estímulos del exterior, los procesa y transmite la señal a otras estructuras del sistema nervioso, encargadas de enviar los impulsos para activar el movimiento de los instrumentos sonoros, cuya ubicación varía de un grupo a otro, de una especie a otra. Así, al percibir un llamado, las membranas que tiene una chicharra adulta en una cavidad del abdomen —mejor conocidas como timbales—, vibran hasta 1 000 veces por segundo debido a la rápida contracción y relajación de los músculos laterales que las mueven. La vibración produce sonidos que son amplificados en el interior de la cavidad por otra membrana y que salen como chirridos cuando los opérculos que la cubren se abren.

De igual manera, en muchas especies de grillos, cuando los machos adultos se encuentran en época de apareamiento, friccionan una parte del cuerpo con otra para producir su peculiar canto, sus estridulaciones. En algunos de ellos el primer par de alas tiene una serie de rugosidades que raspan los engrosamientos de las venas del segundo par que se encuentra debajo; en otros, el fémur del último par de patas posee en su cara interna una hilera de dientecillos que raspa una serie de “costillitas”, como si se tocara un güiro con un peine; y los hay que raspan con el fémur sobre las venas de las alas. El crepitar de las alas de algunos grillos al encontrarse frente a un rival, asemeja una danza de guerra en la que la intensidad del revoloteo parece decidir el vencedor. Este despliegue sonoro contrasta con la discreción de los chapulines que carecen de estructuras sonoras y se comunican golpeando fuertemente con sus patas en el suelo,
algo común en las hembras de muchos ortópteros que, al igual que las de otros grupos, generalmente no estridulan.

La diversidad de formas en que los insectos producen sonido es tan amplia que resulta imposible agotarla. Son clásicos, asimismo, casos como el de los escarabajos que envían sus mensajes golpeando desenfrenadamente con la cabeza en el suelo o el tronco de los árboles, el de las mariposas que emiten una especie de silbido con su espiritrompa por medio de una corriente de aire que se crea al vibrar parte de la faringe y la emisión de ondas sonoras de los escarabajos acuáticos que forman círculos concéntricos en la superficie del agua –sin olvidar el conocido zumbido que abejas, moscas y mosquitos producen al volar, ni el revoloteo que los escarabajos arman al agitar sus duras y quitinosas alas, en donde se encuentran los élitros que producen sus características estridulaciones.
 
¿Un lenguaje?
 
¿De qué está hecho un lenguaje? Sonidos que componen palabras, frases, oraciones que se agrupan en medio de silencios y el ritmo de la respiración. Un emisor y un receptor. Una acción que resulta de la transmisión de un mensaje —la estrepitosa huida de un grupo ante la presencia de un depredador, la atracción de un miembro del sexo opuesto— o quizá la manifestación del gusto que produce un día soleado. ¿Poseen los insectos un lenguaje? Si dejamos de creer que sólo los conceptos pueden constituirlo o que los sonidos que emiten los animales no son más que resultado de una programación genética, la respuesta podría ser afirmativa. Los ejemplos no escasean.

El caso de los ortópteros, grupo al que pertenecen los grillos, famosos por su sonoridad, es ilustrativo. Muchos de ellos emiten sonidos específicos en diferentes situaciones. El llamado de los machos para cortejar a una hembra es sutil y cadencioso, con frases cortas y espaciadas. En algunas especies la hembra responde a este llamado y las sucesivas estridulaciones de ambos permiten que se localicen mutuamente, mientras en aquellas en que la hembra carece de estructuras para emitir sonidos, es ella la que sigue el sonido del macho hasta encontrarlo. Ya juntos, el sonido se torna más suave, con frases cortas y silencios prolongados y, si el cortejo se logra, los sonidos se vuelven esporádicos y las frases extremadamente breves. En estos momentos, la presencia de otro macho de
sata una serie de sonidos de gran volumen que son lanzados al rival, uno tras otro, como si la fuerza de éstos fuera capaz de alejarlo. Un combate de imprecaciones sonoras se entabla hasta que uno de ellos resulta vencedor (figura 1).
 
 figura1109B01
 Figura 1. Sonogramas de grillos
 

¿Qué hace un grupo de hormigas sepultado por un alud de tierra? Golpear repetidamente en el piso con las patas esperando que el sonido se propague lo suficientemente lejos para que sus congéneres acudan al rescate. ¿Qué sucede cuando una abeja encuentra una fuente de néctar abundante? Emitir al interior de la colmena una serie de sonidos cuya frecuencia indica la distancia a que se halla ésta, al tiempo que se mueve en una suerte de danza que señala la orientación del sitio. ¿Cómo responde una colonia de termitas que enfrenta algún peligro? Cada una de ellas percute en el piso para prevenir a las demás mientras se refugian en el fondo del termitero. ¿Cuál es la reacción de una mariposa nocturna que percibe el vuelo de un murciélago insectívoro? Produce ultrasonidos que confunden el poderoso sistema de sonar de su enemigo, haciéndole percibir un alimento poco atractivo.

Todos estos llamados y mensajes no tienen más orden que el del azar, responsable de encuentros y desencuentros en cualquier hábitat. Pero también los hay que ordenan la vida de especies muy cercanas, que en cautiverio incluso llegan a reproducirse y viven de recursos similares. Tal es el caso de algunos homópteros, como las chicharras, cuyo llamado para agruparse tiene lugar a cierta hora del día, de manera que el canto de una especie nunca se sobrelapa al de otra, lo que les permite ocupar espacios distintos en un mismo sitio.

Orden y azar se encuentran también en la frecuencia y regularidad de cada mensaje. Mientras que hay especies cuyo canto parece seguir las oscilaciones de un metrónomo, otras lo producen bajo las invencibles leyes del azar, sin patrón posible de establecer. Finalmente, hay muchos sonidos que se cree carecen de mensaje, de receptor y de función, esto es, que son emitidos gratuitamente, rompiendo con la lógica predominante en las últimas décadas, que busca una “razón eficiente”, “adaptación” o “utilidad” a toda estructura o comportamiento existente. Como si el gusto de revolotear sonoramente no se pudiera concebir para un insecto, cuya compleja vida aún nos sorprende y escapa, obligándonos a cuestionar constantemente nuestros patrones de pensamiento y valor que han contribuido a generar un desdén por otras manifestaciones de vida que nos rodean.

La manera como se comunican los insectos ha cambiado a lo largo del tiempo. Los procesos evolutivos incluyen la conducta, y el lenguaje es parte de ella. Lo lamentable sería que estos cambios sean causados por la devastación de su hábitat, por la acción de los seres humanos. El caso de un escarabajo rinoceronte que vive en las selvas de América es ilustrativo. Debido a la creciente deforestación, este coleóptero casi ha dejado de estridular, modificando su comunicación, haciéndola cada vez más percutiva, golpeando con los pies en el suelo, tal vez en un intento por pasar desapercibido a sus depredadores. Este empobrecimiento en la sonoridad de las selvas húmedas es parte de un ocaso que parece anunciar el fin de una bella partitura que, de no tomarse las medidas de conservación necesarias, podría callar para siempre.
articulos
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César Carrillo Trueba
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
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del mar
       
 
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Voces en el mar,
el canto de las ballenas

Elisa T Hernández Acosta
   
   
     
                     
Como si fueran trovadores del mar, las ballenas jorobadas
han recitado historias que hasta ahora parecían ininteligibles para los oídos humanos. En otros tiempos, sus vocalizaciones largas, elaboradas y potentes probablemente acrecentaron los mitos sobre el canto de las sirenas, pero en la actualidad, desde una visión científica se vislumbran los primeros indicios para comprender el cifrado de sus versos.

Aunque potentes, los himnos cetáceos no habían sido divulgados hacia el interior de los continentes hasta antes de 1970 y las notas de los gigantes gibosos eran apenas audibles para algunos privilegiados marinos.
En la década de los sesentas la marina de los Estados Unidos de América registró los cantos de las ballenas jorobadas y diez años después el zoólogo británico Roger Payne y el experto en ballenas Scott McVay difundieron la grabación para el público en general. Esta reproducción de los sonidos de la naturaleza tuvo tanto éxito entre la gente que se editó en varios países y superó los diez millones de discos vendidos. Parte de este mérito de difusión fue gracias a que se distribuyó una copia del material en la revista National Geographic.

En esa época, las coplas yubartas pasaron de ser el susurro del mar a ser el himno de conservación de las ballenas en tierra, y en 1974 los cantos se elevaron hasta los confines del Universo, cuando Carl Sagan puso estas canciones en el disco de oro Sound of Earth −sonidos de la Tierra− que transportaban las Voyager I y II.
 
El solfeo marino
 
Payne y McVay escribieron en 1971 un artículo titulado Songs of Humpback Whales 
−cantos de las ballenas jorobadas− en la revista Science. En él muestran un sonograma para comprender la estructura de las vocalizaciones, esto es, una representación visual del sonido en dos dimensiones: 
la frecuencia medida en hertz (Hz) se grafica en el eje vertical y el tiempo medido en segundos (s) en el eje horizontal (ver figura 1).
 
 figura1109b03
Figura 1. Sonograma propuesto por Payne y McVay en 1971 para especificar la terminología de los sonidos de las ballenas jorobadas. Las áreas circulares son subestructuras de los sonidos que no son detectadas por el oído humano.

 

Este primer paso científico para comprender el solfeo de las Megaptera novaeangliae define la terminología que usaron para describir los sonidos grabados. Este artículo dio las pautas para comprender la música de las ballenas, pues se distinguieron sonidos unidad, frase, tema y canción; además mostró un pequeño catálogo de sonogramas y un intento por comprender estos armónicos arpegios.

Desde entonces, las canciones de estos jorobados cetáceos se han estudiado ampliamente; en la actualidad se sabe que pueden llegar a emitir sonidos de hasta 170 decibeles, lo que equivale a la potencia de una explosión de fuegos artificiales o el despegue de un jet. También se conoce que debido a que pueden emitir sonidos de baja frecuencia, a veces inaudibles para el oído humano, las ondas de comunicación viajan más lejos, así que pueden tener intercambios sonoros con otro miembro de su manada a miles de kilómetros de distancia.

Los sonidos unidad que producen las ballenas es vasto, por lo que para catalogarlos los científicos le piden prestado a otros animales sus onomatopeyas, de modo que no es extraño leer en un tratado sobre yubartas que emitieron ronroneos, graznidos, gruñidos, ladridos, incluso hasta crujidos, gemidos, llantos o gritos.

Ahora se sabe que las polifonías son casi exclusivas de los machos y son prolongadas, pueden durar de diez minutos hasta veinte o treinta horas y se permiten llevar la misma tonada durante seis meses. Aunque cada ballena tiene su propia voz, las jorobadas de la misma área a menudo cantan la misma canción, esto se conoce porque cantan frases iguales en el orden exacto. Se podría decir que año con año los machos de un grupo específico emiten los mismos cantos, pero existen pequeñas variaciones que a lo largo de muchos años la transforman en otra canción completamente diferente.

El instrumento de viento con el que emiten su música es tan grande como su cráneo, pues producen el sonido circulando aire por la cabeza. Para hacerlo, salen a la superficie a respirar, controlan su aliento, se sumergen, se inclinan hacia abajo y cantan a quince o treinta metros bajo el mar. Existen complicaciones para estudiar más sobre cómo es que circula el aire dentro de sus cabezas y producen los sonidos, pues no es común encontrar cráneos de estos mamíferos. Así que muchos científicos extrapolan sus conocimientos sobre la forma en la que los delfines emiten sonidos e infieren cómo es que lo hacen las ballenas.

Para quien nunca ha presenciado el concierto de estos mamíferos, la red brinda la oportunidad de escucharlos, de conocer algunas vocalizaciones de las ballenas jorobadas (www.dosits.org/audio/marinemammals/baleenwhales/humpbackwhale).
 
Cantos para la manada
 
Actualmente, además de comprender la estructura de los cantos, los investigadores están interesados en conocer el significado específico del mensaje que los cetáceos se transmiten entre congéneres, pues desde hace algunos años se sabe que las ballenas se comunican con cantos y llamados, unidades de comunicación de diferente duración y que al parecer tienen distinta finalidad. En recientes investigaciones científicas se reporta que mientras que los cantos los emiten principalmente los machos (son largos, complejos y al perecer tienen fines reproductivos), los llamados son cortos y los emiten las hembras (más sencillos y utilizados principalmente para comunicarse con sus crías).

El repertorio sonoro es extenso, pero recientemente algunos investigadores han puesto especial atención en los nombrados “sonidos sociales” que hasta ahora habían sido soslayados. Durante tres años científicos de la Universidad de Queensland, Australia, se dedicaron a grabar los sonidos que emitían 61 grupos de estos cetáceos mientras viajaban por las costas australianas. Obtuvieron miles de horas de grabación y en el año 2013 lograron compilar un catálogo de 660 sonidos diferentes y tipificaron los sonidos sociales.

En dicho trabajo, basado en las grabaciones sonoras, pero también en observaciones de comportamiento, el grupo de científicos encabezado por Rebecca Dunlop relacionó la conducta más obvia que acompañaba los sonidos, y así vinculó el actuar de los machos “con lo que decían”. Por ejemplo, cuando los machos solteros se unen a un grupo cambian sus vocalizaciones, pasan de emitir sonidos de baja frecuencia a una de mayor frecuencia. También observaron que con sonidos anuncian que están en posibilidad de aparearse y atraen a las hembras. Por otro lado notaron que las hembras emiten llamados cuando están alimentando a la crías.
Conocer el repertorio acústico de una especie es el primer paso para conocer su función biológica, pero es hasta ahora, con investigaciones de la Universidad de Queenslan, que se está recopilando el catálogo de los sonidos de las ballenas jorobadas y se comienzan a clasificar.

Categorizar el repertorio sonoro de estos mamíferos marinos es una tarea complicada y se hace de tres maneras: por un lado se usan las propiedades físicas cuantitativas de los sonidos que producen (frecuencia, amplitud, duración, intensidad); por otro lado se clasifican y se da nombre a las unidades sonoras (como lo hicieron Payne y McVay en 1971) −aunque esta manera de estudiar los sonidos tiene un dejo de subjetividad, pues un sonido puede formar una estructura continua y el investigador arbitrariamente podría dividirlo en sonidos diferentes, lo cual podría resultar en una interpretación errónea del sistema de comunicación del animal; y por último, se asocian estos sonidos a su conducta observable.
 
Voces mesuradas
 
Los titulares de las noticias periodísticas que se desprendieron del artículo de Dunlop de 2007 desbordaban de imaginación, pues anunciaban el desciframiento del canto de las ballenas como si sólo se necesitara una máquina transcriptora en la que entraran voces yubartas y salieran palabras humanas. Hubo casos más amarillistas que divulgaban los posibles reclamos ambientalistas que los cetáceos tenían que comunicarnos desde las profundidades del mar.
 
A decir verdad, esta investigación no sugiere que las ballenas estén tratando de comunicarse con los seres humanos, simplemente es evidencia de que se comunican entre ellas y todavía hace falta conocer la letra de las canciones que se cantan entre sí.

Lo que sí plantea el estudio es la posibilidad de grabar a las ballenas en diferentes puntos de sus rutas migratorias o a otras poblaciones en diferentes condiciones de temperatura e iluminación para así conocer cómo afectan estas variables la comunicación. Otra vía de trabajo del equipo australiano se centra en profundizar el posible efecto de los sonidos de los barcos y sonares en la migración de las ballenas jorobadas.
Finalmente, los argumentos contundentes para descifrar el canto de las ballenas jorobadas se darán cuando la comunidad científica logre entretejer las diversas investigaciones sobre ellas, es decir, se tienen que comprender perfectamente sus estructuras anatómicas (aparatos receptores y emisores de sonido) y su función biológica se tendría que relacionar con argumentos evolutivos y sociales de las ballenas.

Mientras tanto, los cantos de las yubartas se registran, se estudian, se almacenan y hasta se mandan al espacio exterior como inmemoriales partituras que esperan ser traducidas para comprender el contenido de las coplas.
articulos

referencias bibliográficas


Dunlop, Rebecca, Michael J. Noad, Douglas H. Cato y Dale Stokes. 2007. “The social vocalization repertoire of east Australian migrating humpback whales (Megaptera novaeangliae)”, en Journal of the Acoustical Society of America, vol. 122, núm. 5, pp. 2893-2905.
Payne, Roger y Scott McVay. 1971. “Songs of Humpback Whales”, en Science, vol. 173, núm. 3997, pp. 585-597.

 

En la red

lareserva.com/home/descifrar_lenguaje_ballenasthousandmilesong.com
factsanddetails.com/world.php?itemid=1244&catid=53 subcatid=341#8711
     
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Elisa T Hernández Acosta
Escuela Superior de Física y Matemáticas,
Instituto Politécnico Nacional.
     
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del vuelo
       
 
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Volando vamos,
la migración de rapaces
en el estado de Veracruz
Omar Suárez García y
Fernando González García
   
   
     
                     
A toda la banda que participó en el VRR 2010.
   
El Sol ya está alto en el azulado cielo del pequeño pueblo
de Chichicaxtle —municipio de Puente Nacional— cuando nos disponemos a tomar el autobús. La humedad se siente en el ambiente y el calor empieza a elevarse a cada minuto que pasa, a pesar de ser un día de los últimos de septiembre. Después de unos quince minutos de viaje, llegamos a la central camionera de Cardel. Cruzamos la calle y entramos al hotel Bienvenido, que se encuentra ubicado a un costado de la plaza principal.
 
Subimos al ascensor, que nos lleva hasta el último nivel, restringido sólo a personal autorizado, y de ahí subimos de nuevo, esta vez por unas pequeñas escalinatas, hasta llegar a la azotea del edificio. Este lugar inverosímil es el sitio ideal para ser testigo de uno de los fenómenos más impresionantes de todo el reino animal: la migración de millones de aves rapaces que viajan de Norteamérica —de sus sitios de reproducción— a Centro y Sudamérica —a sus sitios de invernación.

¿A qué se debe que Veracruz sea un lugar importante para la migración de aves rapaces? Por México pasan más de veinte de éstas en su búsqueda de sitios para pasar el invierno. Esto es así debido al hecho singular de que en esta zona —el centro de Veracruz— la concurrencia de la Sierra Madre Oriental, el Eje Volcánico Transversal y el Golfo de México forma una especie de embudo natural que desvía a las aves que vienen del norte del continente y las obliga a pasar por esa estrecha franja geográfica —la planicie costera. También es un lugar importante porque durante el día el aire de la planicie se calienta con la radiación solar y empieza a subir en forma de remolinos —termales; este factor es aprovechado perfectamente por las aves que utilizan tales corrientes para elevarse y avanzar con muy poco esfuerzo, a manera de veleros impulsados por el viento en mar abierto.

Dicho fenómeno fue descubierto durante los años noventas por un grupo de jóvenes biólogos que, posteriormente, junto con PRONATURA Veracruz, desarrollaron el proyecto Veracruz Río de Rapaces (VRR) con el fin de generar conocimiento acerca de la migración de estas aves así como de sus poblaciones y tendencias demográficas. Cada año, el proyecto es llevado a cabo por biólogos y naturalistas de distintas nacionalidades y financiado por organizaciones públicas y privadas tanto nacionales como extranjeras.
 
Conteo en Cardel
 
La panorámica es perfecta: se alcanza a ver, hacia el norte, las enormes dunas de arena y la sierra Manuel Díaz; al este, el inmenso Golfo de México y, al oeste, la planicie que se extiende hasta chocar con la Sierra Madre Oriental. Pasadas las diez de la mañana, uno de nuestros compañeros alcanza a ver a simple vista un grupo de aves rapaces que se aproxima a nuestra ubicación.

Lo confirmamos cuando a través de nuestros binoculares las observamos también. Es como un enjambre de insectos que se mueve en forma de remolino —llamado vórtex o vórtice por los especialistas—, girando alrededor de un eje común que avanza mientras se eleva.

A medida que se aproximan, cuando ya han alcanzado cierta altura, las aves aprovechan la fuerza adquirida en el vórtice para lanzarse hacia el frente formando una línea que asemeja un pequeño arroyo o río y, sólo entonces, cada uno de los tres contadores —los chicos encargados de contar a las aves— toman en sus manos un “clickeador” —pequeño aparato manual que sirve para llevar la cuenta de las aves— y empiezan a tratar de contar —a estimar— el número de individuos de cada especie que identifican tan sólo viendo la silueta de cada ave, ¡son verdaderos expertos en identificarlas a distancia! Las aves vuelan bajísimo: son miles de ellas, en su mayoría aguilillas de ala ancha, aunque en el mismo grupo pueden verse zopilote cabeza roja y aguilillas de Swainson.

Los contadores dividen la cúpula celeste en tres partes equivalentes de manera arbitraria —parte izquierda, parte central y parte derecha— y cada uno de ellos se concentra en su parte. Aparecen más grupos de aves, se acercan de manera rápida y en pocos minutos el cielo se encuentra tapizado: es un verdadero río de rapaces que obliga a los chicos a contar las aves en grupos de diez o más individuos. Varios observadores de aves de distintas nacionalidades —incluyendo mexicanos, por supuesto—, armados con telescopios, binoculares y cámaras fotográficas, llegan al lugar y observan maravillados el espectáculo.

Es pasado mediodía y el número de aves va disminuyendo, algunos grupos vuelan dispersos pero lo hacen tan cerca de nosotros que podemos verlos e identificarlos sin ayuda de binoculares. Hacia las dos de la tarde, no se observan aves en vuelo, sin embargo, los contadores, con toda su experiencia, nos recomiendan que regresemos al pueblo de Chichicaxtle —palabra náhuatl que significa “ortiga”, una planta urticante que abunda en ese lugar—, ya que por la tarde será posible ver más aves allá. Esto es, según explican, debido a que los vientos empiezan a soplar hacia el oeste a medida que avanza el día, empujando las aves en esa dirección, la misma donde se encuentra “Chichi” —como de cariño le decimos a Chichicaxtle.
 
 
Conteo en Chichicaxtle
 
 
Después de tomar el autobús de regreso a “Chichi”, llegamos y nos dirigimos apuradamente a la torre de observación de PRONATURA, que se encuentra ubicada entre un campo de fútbol y uno de beisbol —los cuales, en los fines de semana de la temporada de migración, se llenan de deportistas y fanáticos formado un cuadro singular: emocionantes tardes futboleras y beisboleras en las canchas y espectaculares vuelos de rapaces en el cielo. La torre cuenta con un salón multiusos y tienda de “souvenirs” en su planta baja y en la planta alta con una gran plataforma cubierta con una lona —para proteger a los observadores del inclemente Sol—, en donde la visibilidad es perfecta en 360 grados. Efectivamente, los contadores que ahí se encuentran empiezan a ver grupos de aves aproximándose desde el este, y pronto las tenemos muy cerca de nosotros.

Nuevamente somos privilegiados al tener miles de aves rapaces sobrevolándonos, algo que difícilmente olvidaremos porque nos sensibiliza acerca de lo que la naturaleza aún tiene por enseñarnos.
Además de rapaces, también vemos grupos grandes de pelícanos blancos, cigüeñas y anhingas americanas que se encuentran en ruta de migración. Al momento de ponerse el Sol, vemos grupos de rapaces descendiendo a las sierras cercanas —provistas de bosques— para descansar durante la noche; estas aves proseguirán al día siguiente su travesía hacia el sur. Al final de la jornada los contadores harán la suma final de aves observadas en los dos sitios de conteo; el resultado obtenido será de más de 450 mil individuos, una cantidad realmente impresionante.
 
Cansaburro
 
Al otro día, muy temprano en la mañana, salimos de Chichicaxtle a Cardel y posteriormente de ahí al pequeño pueblo de San Isidro —municipio de Actopan, Veracruz—, en donde viven nuestros compañeros anilladores. De ahí nos dirigimos a la estación de anillado de Cansaburro. Otro de los componentes fundamentales del proyecto VRR es la captura y anillamiento de distintas especies de aves de presa —esto con fines estrictamente científicos—, lo que ayudará a rastrear sus movimientos —si estas aves son capturadas más al sur— y conocer datos acerca de sus condiciones físicas para de esta manera entender mejor el fenómeno de la migración.

Vamos en la camioneta por la carretera costera y tomamos una desviación que nos lleva por un camino de terracería —bueno para observar iguanas, codornices y aves acuáticas entre los humedales—, que después de unos diez minutos desemboca en la entrada de la pequeña zona de conservación privada de Cansaburro. A propósito de esto, uno de los chicos comenta que el cerro debe su nombre a que, en tiempos pasados, la única manera de llegar a ese lugar era montando en burro y  el camino era tan pesado que incluso el burro se cansaba al subir. De allí caminamos cuesta arriba otros diez minutos por una gran duna de arena y llegamos a una pequeña casita hecha de palma y bejuco que funcionaría como nuestro escondite durante un día completo. El paisaje es bellísimo: a un lado está la playa y el mar, al frente la laguna de La Mancha con sus manglares, y al otro lado la sierra.

Los anilladores —los chicos que se encargan de armar y operar las trampas, capturar a las aves y anillarlas— son gente con bastante experiencia a pesar de su juventud, ya que se involucraron en el proyecto desde que eran unos niños. Gran parte de la mañana se va entre broma y broma, hasta que alguno de nosotros divisa a lo lejos una rapaz solitaria, entonces los chicos empiezan a jalar un par de tensores que van enganchados a un arnés, el cual a su vez está sujeto a una paloma común.
 
La paloma sube y se mueve erráticamente —simulando estar herida— a medida que uno de los atrapadores jala los hilos—los tensores— y de esta manera atrae a la rapaz, un gavilán pechirrufo hambriento; en cuanto éste se posa sobre la paloma y la atrapa justo en medio de la trampa, el anillador acciona la misma y se cierra, capturando al ave que, en su afán de escapar, libera a la paloma, la cual sale indemne gracias a su arnés protector. Es un momento de emoción muy grande y, mientras uno de nosotros la mide y la anilla, van cayendo en las trampas de arco decenas de otras rapaces, principalmente gavilanes pechirrufos y estriados.

Durante el día entero es posible ver en migración legiones de libélulas y mariposas que pasan sin cesar, además de grupos inmensos de palomas de ala blanca, tiranos tijereta, colibríes y arroceros que vuelan muy cerca de la costa. Vemos algunos halcones solitarios volando; uno de los anilladores mueve un señuelo —paloma— y atrae a un pequeño halcón esmerejón que se enreda en una red niebla, quedando capturado en ella.
 
Al final del día, un hermoso ejemplar de halcón peregrino surca el cielo; esta especie es muy difícil de atrapar, pero nada es imposible para nuestros experimentados, tenaces y pacientes atrapadores, ya que después de veinte minutos —durante los cuales el ave se acerca y se aleja en busca de su presa—, para beneplácito de todos, el halcón es capturado. A su vez, las fotos capturan la magia del momento y la belleza de un depredador perfecto.
 
Temporada de rapaces
 
Cada año, desde finales de agosto hasta mediados de noviembre —es decir, durante el otoño—, el estado de Veracruz es sede de la migración de millones de aves rapaces. Por la cantidad de individuos, este lugar es el número uno a nivel mundial, con un promedio de cinco millones de aves en cada temporada. Vale la pena conocer el proyecto Veracruz Río de Rapaces de PRONATURA y ver con ojos propios un auténtico milagro natural. Recuérdalo, el próximo otoño 2013, tenemos una cita ornitológica en la zona central del estado de Veracruz.
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Omar Suárez García
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.


Fernando González García
Red de Biología y Conservación de Vertebrados,
Instituto de Ecología A. C.
     
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