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Desinformación nutrimental percepción de lo que es bueno y malo para la salud en niños de la Riviera maya
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Christian G. Gómez Mosqueda y Amaury G. Trujillo Abraján  
                     
Debido a que se ha perdido el estilo de dieta saludable,
la alimentación se ha vuelto un problema de salud pública por las complicaciones que provoca, como el sobrepeso y la diabetes, incluso en la población infantil, fuertemente influenciada por el consumo de productos de marcas de compañías extranjeras. En España, por ejemplo, se efectuó un estudio en el cual se hizo énfasis en las marcas más publicitadas y se encontró que hay un predominio de anuncios de alimentos poco saludables, atrayendo a los menores por estar más expuestos a dicha publicidad engañosa, una verdadera desinformación nutrimental que tiene como objetivo a la comunidad más vulnerable: los niños. 
 
Es cierto que ha habido esfuerzos, sobre todo por parte de organizaciones sociales, para combatir el consumo de refrescos y sus derivados en la población escolar cuyos índices de sobrepeso y diabetes se han elevado a alturas preocupantes, pero no han tenido gran éxito. A pesar de dar a conocer lo peligroso que puede ser para la salud de este grupo vulnerable el consumirlos, los programas enfocados en disminuir y prevenir el alto consumo de estas bebidas se han quedado en intentos para resolver el problema.
 
¿Comida saludable?
 
¿Por qué han fallado? Gracias a una encuesta que realizamos en las comunidades de Cobá y Akumal, localizados en el estado de Quintana Roo, pudimos obtener una posible respuesta: existe en esa población un concepto de una alimentación saludable que es erróneo, el cual se debe a la abundante publicidad engañosa, en la que las empresas dicen que los productos que venden ”te hacen crecer”, “te dan energía”, “son bajas en grasa”, son “light”, “son naturales”, “tienen vitaminas”, “nutren a los huesos”, en suma que no afectan tu salud. Cuando muchos estudios han mostrado que tales productos son dañinos a la salud y que la publicidad se vale de mentiras para que los niños los consuman.
 
El estudio fue efectuado en Quintana Roo, uno de los estados que más crecimiento poblacional ha tenido en los últimos años, en la Riviera maya, que abarca desde el municipio de Cancún hasta la localidad de Tulum, aproximadamente 120 km de longitud, y ocupa de los primeros sitios turísticos en el país, lo que ha hecho que la introducción de productos tanto nacionales como extranjeros hayan tenido un gran apogeo logrando que la alimentación tradicional y saludable se fuera perdiendo. Se seleccionaron dos escuelas públicas de esta zona ubicadas en Cobá y Akumal, con niños de siete a doce años de edad originarios del estado; un total de cuarenta estudiantes de cada escuela, que constituye 18% en ambas escuelas, cuya selección fue por muestreo aleatorio simple.
 
El cuestionario contenía las siguientes preguntas: ¿qué es una dieta saludable?, ¿cómo es una dieta saludable?, ¿realizas una dieta saludable?, ¿por qué? y otras más. Las respuestas obtenidas tienen en común el ser incorrectas de acuerdo con lo establecido por la Secretaría de Salud, que define la alimentación saludable como la ingesta de alimentos con base en las necesidades dietéticas del organismo. Al analizarlas se pudo observar claramente una conceptualización errónea de lo que es una dieta saludable. Un claro ejemplo de esto son los jugos en caja o embotellados; para 85% de los niños encuestados es un alimento esencial y muy nutritivo que debe estar presente en el lunch de todos los niños por estar hechos de fruta, cuando sabemos que la mayoría del contenido de un jugo son productos químicos y conservadores así como una gran cantidad de azúcar —entre tres y siete cucharadas de azúcar en las presentaciones de 500 ml, dependiendo la marca—, lo cual es evidentemente perjudicial, sobre todo si el consumo es recurrente y en altas cantidades. 
 
Se les preguntó asimismo acerca de la frecuencia con que consumen alimentos clasificados como carnes, embutidos, huevos, pescado, leche, derivados lácteos, cereales, verduras, frutas, bebidas azucaradas, etcétera; de sus respuestas se obtuvo que los cereales, la leche y las bebidas azucaradas conforman más de 65% del consumo principal de los niños. Sin embargo, al referirse a éstos siempre mencionan alguna marca en particular, con una predominancia de CocaCola, Jugos del Valle y Choco Krispis, a los cuales atribuyen además lo que han escuchado en los comerciales —sea en internet o televisión— su fuente de convencimiento de que en efecto llevan una dieta saludable, es decir, creen que lo que se dice en las campañas publicitarias es verdadero y, dado que los productos comerciales se proclaman a sí mismos como saludables, entonces ellos creen que comen saludable.
 
Sin embargo, si analizamos las propiedades nutricionales que contiene cada uno de estos productos, resulta que son altos en carbohidratos y sodio, y de muy bajo aporte de proteínas y grasas. Esto contrasta con el contenido de la nom043ssa22012, en donde se establece la manera de clasificar los alimentos en grupos de acuerdo con su composición: grupo 1) verduras y frutas; grupo 2) cereales; y  grupo 3) leguminosas y alimentos de origen animal. La lógica es que dentro de un mismo grupo los alimentos son equivalentes en su aporte de nutrientes y por lo tanto intercambiables, mientras que los alimentos de grupos diferentes son complementarios. Asimismo, se debe promover el consumo de frutas y verduras de la región y la temporada, en lo posible crudas y con cáscara, pues al incorporarlas a la alimentación diaria ayuda a reducir la densidad energética de la dieta y son fuente de carotenos, vitaminas A y C, ácido fólico y fibra dietética, además de dar color y textura a los platillos y proporcionar otras vitaminas y nutrimentos inorgánicos; en cuanto al consumo de cereales, se recomienda que sean de grano entero, sin azúcar ni tubérculos, privilegiando aquellos con fibra dietética y proteínas.
 
Conclusión
 
El concepto de dieta saludable generalmente está relacionado con comer frutas y verduras, sin embargo, la verdadera definición, de acuerdo con la nom043, está asociada al conjunto de alimentos y platillos que se consumen
 
cada día y constituye la unidad de la alimentación. Como se puede apreciar, no necesariamente el consumir alimentos sanos quiere decir que estemos en dieta, una dieta saludable o correcta es aquella que incluye y cumple con las siguientes características: completa, equilibrada, inocua, suficiente, variada y adecuada.
 
El problema es que la mayoría de los productos industrializados van dirigidos a la población más vulnerable, a los niños, lo cual ha repercutido en el estilo de alimentación de aquellos en edad escolar en la Riviera maya. Los resultados obtenidos por la encuesta realizada sirven para mostrar la frecuencia y el tipo de alimento que consumen, y que los productos industrializados son los preferidos. Pero pone sobre todo en evidencia un hecho lamentable: que para la comunidad infantil éstos son los más saludables. Sus respuestas son contundentes: la gran mayoría afirma que en la televisión vieron que estos productos aportan muchos nutrientes y los hacen crecer grandes y fuertes; además, acostumbrados ya a consumirlos, los prefieren por tener un “mejor sabor” que un producto natural. 
 
De poco sirve que el sistema mexicano de alimentos equivalentes afirme que una taza (240 ml) de leche semidescremada contiene más nutrientes que un refresco de 500 ml, y que este último contiene más calorías que la taza de leche, esto es, que es más sano tomar leche que refresco debido a que la primera es más equilibrada y acorde con una dieta saludable. Mientras la publicidad pueda, con total impunidad, seguir afirmando cosas que no son verdaderas, que las campañas llenen de información errónea la cabeza de los niños, fácilmente vulnerables a eso, de poco sirven las diversas estrategias que se han desarrollado en el sector salud para difundir los beneficios de una dieta saludable. Es necesario un replanteamiento de las políticas de salud pública del gobierno para que logren tener un verdadero impacto en el país, incluida la Riviera maya.
     

     

     
Christian G. Gómez Mosqueda y Amaury G. Trujillo Abraján
División Ciencias de la Salud,
Universidad de Quintana Roo.
     

     
 
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