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¿Qué son los “colmillos” que encontramos en la arena de las playas? |
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Rosa Laura Silva Aguilar y Guillermina Alcaraz Zubeldian |
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Si has tenido la fortuna de visitar alguna playa
durante las vacaciones y has caminado por la arena, observarás las conchas que arrastran las olas hasta la orilla. Probablemente alguna vez también te habrás topado con unos pequeños colmillos; sin embargo, no se trata de los dientes de tiburones o cuernos de un pequeño animal, sino de las conchas de escafópodos, que por su forma cónica se les conoce como conchas colmillo o colmillos de elefante. Estos animales pertenecen al grupo de los moluscos, como los caracoles, las ostras y los pulpos, pero a diferencia de éstos, viven enterrados en el sedimento de los suelos marinos donde se alimentan y se esconden de sus depredadores. Son animales relativamente pequeños pues, aunque se han encontrado individuos de 25 centímetros de longitud, en su mayoría miden entre 2 y 5; carecen de ojos y branquias, y respiran a través del manto y su sistema circulatorio se reduce a un pequeño saco. Habitan en los mares de todo el mundo, desde el Ártico hasta la Antártida y de las zonas aledañas a la costa hasta 7 000 metros de profundidad. Aunque es común encontrar sus conchas vacías en la orilla del mar, es uno de los grupos del orden de los moluscos más pequeño en cuanto al número de especies descritas y éstas han sido poco estudiadas por lo que se consideran como un grupo altamente enigmático. Su origen La concha mineralizada en los escafópodos ha facilitado el estudio de su evolución a partir del registro fósil. Su aparición es relativamente reciente en comparación con otras clases de moluscos. Los registros confiables ubican su origen a finales de la era Paleozoica, y aunque éste es controvertido, datos recientes sugieren que son evolutivamente cercanos a pulpos y caracoles marinos. Desde su aparición, hace aproximadamente trescientos millones de años, los escafópodos han sido poco abundantes, tanto en cantidad como en número de especies. Han experimentado pocos cambios a lo largo de su evolución, de manera que las especies actuales conservan la morfología de sus antepasados más antiguos: es por esto que se consideran como “fósiles vivientes”. De las casi mil especies registradas, la mitad (aproximadamente 520) existe en la actualidad, y todas ellas muestran notable similitud con la forma de sus antepasados, la cual se destaca por ser una concha tubular ligeramente curvada abierta en ambas extremidades (figura 1). Estos moluscos no fueron los únicos que desarrollaron una concha alargada. A inicios del Paleozoico aparecieron varios grupos que convergieron en el desarrollo de una concha relativamente alargada como una adaptación que les permitió vivir enterrados en el sedimento marino. Entre éstos se destacan los bivalvos (como las almejas), los gasterópodos (caracoles) y los escafópodos. A la adquisición evolutiva de esta morfología se denominó escafopodización. Como sucede con la mayoría de los moluscos, la clasificación de los escafópodos se basa principalmente en la forma de su concha. Se dividen en dos órdenes bien reconocidos: los dentaliidos y los gadiliidos; los primeros poseen conchas moderadamente grandes, con costillas o estrías marcadas a lo largo de su eje más largo (longitudinal) y abertura anterior amplia; mientras los segundos poseen conchas de tamaño regularmente pequeño, de apariencia lisa y más amplias en su parte media, dándole un aspecto globoso. Por tanto, distinguir entre los dos órdenes es razonablemente sencillo, con algunas excepciones. Sin embargo, los géneros y las especies se identifican por medio de características de sus conchas que son difíciles de observar, incluso para los expertos. La madriguera radiante La forma alargada de la concha de los escafópodos facilita la excavación y el enterramiento. El pie es la estructura encargada, en gran parte, del proceso de excavación; es una estructura que sirve a la mayoría de los moluscos para desplazarse y fijarse en algún sustrato. Sin embargo, el poderoso pie de los escafópodos permite a estos animales excavar en el sedimento y formar pequeñas cavidades y túneles bajo los suelos marinos. La vida de los escafópodos depende de su habilidad para excavar y enterrarse; es un proceso que se desarrolla en una serie de pasos y se denomina “ciclo de excavación”. La primera fase consiste en un movimiento de exploración en forma rítmica que permite al organismo reconocer el sedimento aledaño a la concha; durante ésta, la concha se mantiene completamente inmóvil y es la punta del pie la que realiza los movimientos. La segunda consiste en la extensión del pie, el cual se adentra en el sedimento; los bordes del pie (collar o lóbulos epipodiales) se dilatan y forman un reborde circular invertido (convexo) que funciona como ancla, facilitando que la concha se desplace hacia el interior de la arena a medida que el pie se retrae dentro de la concha. La repetición de este ciclo resulta en el enterramiento del animal en el sedimento (figura 2). El pie de los escafópodos participa activamente en la alimentación. Mediante su extensión y sus fuertes movimientos transversales, estos moluscos forman una cavidad en el sedimento que recibe el nombre de “madriguera radiante” (figura 3). Una vez que el pie se retrae dentro de la concha, extienden más allá del borde de la concha sus tentáculos, llamados captáculos, explorando en busca de alimento. Los captáculos son extensiones sensoriales que terminan en un ganglio o cabeza captacular, provisto de una sustancia pegajosa que hace que los microorganismos se adhieran a ellos. Después de que las pequeñas presas son capturadas, los escafópodos retraen sus captáculos, por medio de la contracción muscular, hacia la boca para alimentarse. Sin embargo, las partículas alimentarias más pequeñas pueden también ser transportadas a la boca por tractos ciliados que se extienden a lo largo de los tentáculos. Los captáculos también pueden penetrar a través de las paredes de la madriguera radiante y adentrarse en el sedimento debido a sus características elásticas y flexibles. Los suelos compuestos por partículas pequeñas, como arena y lodo, facilitan la excavación, y con ello la alimentación de los escafópodos y otros animales enterradores; no es sorprendente que la abundancia de tales organismos sea mayor en suelos compuestos por partículas de tamaño reducido. Los escafópodos son animales depredadores que se alimentan principalmente de organismos unicelulares que viven enterrados en la arena, en especial de foraminíferos, pequeños animales que por su tamaño y color se confunden con ella fácilmente, y cuyo esqueleto o concha dura formada por minerales pueden triturar con su rádula. Presente en algunos moluscos, la rádula es una estructura que les permite raspar o perforar su alimento; en los escafópodos es un órgano triturador que participa en el transporte de alimento a la cavidad bucal (boca). La disposición y tamaño de los órganos internos de los escafópodos, en especial el sistema digestivo y las gónadas, están limitados por la estrechez de la concha que los encierra, por lo cual tanto la boca como el ano están orientados hacia la abertura más amplia de concha que normalmente está enterrada en el sedimento. La disposición del intestino, como un tubo con forma de U, es similar a la que presentan caracoles y pulpos. Al igual que sucede con otros grupos de moluscos, el largo del intestino de los escafópodos que habitan en aguas profundas (con suelos poco nutritivos) suele ser más largo que el de las especies de aguas templadas y tropicales, lo que facilita la absorción y optimización de los nutrimentos. Su reproducción Aunque la mayoría de las especies animales tiene sexos separados (hembras y machos), esto es son dioicos, algunas de escafópodos son hermafroditas, es decir, el mismo individuo reúne los dos sexos. Así, la mayor parte de su cuerpo cuando son adultos es ocupada por las gónadas (testículo u ovario), que se sitúan sobre la masa visceral en la parte de la concha que se dirige hacia la columna de agua, y cuyo color varía de una especie a otra; sin embargo, los testículos y ovarios presentan una coloración diferente, lo cual permite conocer el sexo de los individuos sin hacer disecciones. Su fecundación es externa. Aun cuando se conoce muy poco acerca de su ecología reproductiva, se han descrito algunas especies con ciclos reproductivos estacionales. Hogar de otras especies En la concha de los escafópodos suelen habitar otros organismos, como bacterias, anémonas y percebes, que aprovechan los desechos que éstos excretan en forma regular a través del ápice de su concha. Los organismos que allí habitan favorecen al individuo huésped protegiéndolo de los depredadores al aumentar la resistencia de su concha. Por otro lado, cuando los escafópodos mueren y su concha queda vacía, ciertos animales pueden aprovecharla como protección, como los cangrejos ermitaños que pueden habitar las conchas vacías para proteger su delicado abdomen blando; similar a lo que sucede con algunos gusanos marinos que se introducen en las conchas vacías de éstos para protegerse de los depredadores. En resumen Los escafópodos son animales que pasan la mayor parte de su vida enterrados y muchas especies habitan exclusivamente en aguas muy profundas, lo cual dificulta en gran medida su estudio. Además, aunque estos moluscos se distribuyen por todo el mundo y es relativamente fácil encontrar sus conchas vacías, en la mayoría de los casos, son componentes menores de las comunidades bentónicas. Considerados como fósiles vivientes, el poco conocimiento que se tiene de ellos y sus hábitos de vida los hace un grupo enigmático. Sin embargo, al igual que los demás animales que excavan y construyen madrigueras, los escafópodos pueden ser particularmente sensibles a los cambios en la composición de los sedimentos y a las perturbaciones humanas; por lo que podrían encontrarse en peligro si aumentara la temperatura del océano. |
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Rosa Laura Silva Aguilar y Guillermina Alcaraz Zubeldia Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México. |
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