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  del bestiario
 
     
Unicornios al oeste de Java
 
 
 
Héctor T. Arita
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El unicornio es tal vez el animal mítico por excelencia. En los bestiarios de la Edad Media se le reconoce como un animal maravilloso con la habilidad suficiente para derrotar en combate a un elefante y capaz de purificar con su único cuerno las aguas contaminadas para volverlas potables para los demás animales. La primera referencia escrita sobre el unicornio es de Ctesias, historiador griego del siglo V antes de Cristo, quien describe al “monoceros” (unicornio en griego) como un animal silvestre de la India, del tamaño de un caballo pero con el cuerpo albo, la cabeza púrpura y los ojos de color azul intenso. El cuerno de esta prodigiosa bestia, según la descripción de Ctesias, es negro con la punta roja y la base blanca y tiene propiedades medicinales inusitadas, ya que las personas que beben de él pueden encontrar cura para problemas estomacales, epilepsia y envenenamiento.
 
 
Como los relatos de otros historiadores de la antigüedad, las descripciones de Ctesias no pueden interpretarse en forma literal por ser de segunda mano. Ctesias jamás vio a uno de esos seres míticos, y aparentemente oyó sobre los unicornios a través de los relatos de otros viajeros cuando el historiador griego vivía en Persia, sirviendo en la corte de Darío II. Durante la Edad Media los nobles bebían de copas supuestamente fabricadas con cuernos de unicornio para prevenirse de posibles envenenamientos. En realidad, la materia prima para estas milagrosas copas provenía probablemente de los cuernos de algún rinoceronte o del “colmillo” del narval (Monodon monoceros), una pequeña ballena cuyos machos desarrollan tales “colmillos” a partir de uno de los dos únicos dientes que poseen.
 
 
 
Mucho se ha especulado sobre la identidad del animal que pudo haber dado principio a la leyenda del unicornio. La explicación más plausible para el origen del mito es que los informantes de Ctesias trataban de describir con sus fantasiosas historias al rinoceronte de la India (Rhinoceros unicornis), una bestia de hasta cuatro toneladas que efectivamente posee un único cuerno sobre su hocico. Sin embargo, el cuerno de este animal es muy pequeño y difícilmente confundible con los majestuosos apéndices que supuestamente tenían los unicornios.
 
 
 
Una hipótesis más aventurada involucra una especie de rinoceronte ya extinto, el elasmoterio. Además del famoso rinoceronte lanudo que aparece representado en las pinturas rupestres de la cueva de Lascaux, en el Pleistoceno existió otro tipo de rinoceronte ya extinto que poseía una fisonomía distinta a la de los rinocerontes actuales. Se conocen fósiles de elasmoterio (por su nombre científico, Elasmotherium) de entre 500,000 y tres millones de años de antigüedad. Del tamaño del rinoceronte blanco actual, el elasmoterio era considerablemente más esbelto y con las patas más alargadas y elegantes. Asimismo, su cuerno era bastante más largo que el de los rinocerontes actuales, llegando a medir hasta dos metros. Aunque los fósiles más antiguos de este animal tienen al menos medio millón de años, se ha especulado que esta bestia podría haber sobrevivido hasta tiempos históricos, hace unos cuantos de miles de años, tal como lo hicieron varios representantes de la megafauna pleistocénica. (La última población de mamuts lanudos, por ejemplo, aparentemente desapareció de la isla Wrangler al norte de Siberia hace apenas unos 4,000 años, cuando Babilonia era ya una gran ciudad.) Algunos naturalistas, pecando tal vez de un poco de romanticismo, han sugerido que es factible que alguna población humana haya convivido con el elasmoterio y que la idea de un animal como el unicornio derive en realidad de este rinoceronte pleistocénico. Evidentemente, es imposible dilucidar científicamente la validez de esta teoría.
 
 
 
Hoy día existen cinco especies de rinocerontes, dos en África (el blanco y el negro) y tres en el sureste de Asia, supuesta tierra natal del unicornio. Además del ya mencionado rinoceronte de la India, existen el rinoceronte de Sumatra (Didermocerus sumatrensis) y el de Java (Rhinocerus sondaicus). El primero, que con su peso de una tonelada parece una versión miniatura del rinoceronte lanudo del Pleistoceno, subsiste en poblaciones aisladas distribuidas desde Myanmar (la antigua Birmania) hasta la península Malaya, además de otras poblaciones en Sumatra y Borneo. El llamado rinoceronte de Java es una de las especies de mamíferos más amenazadas. Su distribución original abarcaba desde el noroeste de la India hasta la isla de Java, incluyendo partes de Tailandia, Camboya y Vietnam, además de las islas de Sri Lanka (la antigua Ceilán) y Sumatra. Hasta muy recientemente se creía que la única población restante de este animal habitaba en las selvas del extremo oeste de Java, en la reserva de Udjung Kulon, aunque algunos reportes recientes parecen confirmar la existencia de pequeñas poblaciones en el continente. De hecho, la revista Newsweek del 26 de julio de este año presenta una imagen lograda por un fotógrafo de la naturaleza de un rinoceronte de Java en el sur de Vietnam.
 
 
 
La distribución pasada y actual de los rinocerontes del sureste de Asia plantea algunas preguntas biogeográficas interesantes. En particular, ¿cómo es posible que especies como los rinocerontes de Java y Sumatra, que no son particularmente ágiles nadadores, hayan llegado a colonizar estas islas? Esta incógnita fue planteada y parcialmente despejada hace casi un siglo y medio por Alfred Russell Wallace, el codescubridor junto con Charles Darwin del proceso de evolución por selección natural. Wallace notó que en gran parte de la cadena de islas de la Sonda en el sureste de Asia (Sumatra, Java, Bali e islas menores adyacentes) la fauna de aves, si bien pobre en especies, incluye casi todas las familias presentes en la parte continental de Asia.
 
 
Sin embargo, en las islas de la Sonda más allá de Bali (Lombok, Sumbawa, Flores, Wetar, Timor, etcétera) la mayor parte de estas familias están ausentes. Aparentemente, algún mecanismo ha hecho difícil que las aves del mundo asiático crucen de Bali a Lombok. Entre los mamíferos sucede algo parecido. Por ejemplo, el tigre se encontraba originalmente en la mayoría de las islas de la cadena de la Sonda, y su límite de distribución era precisamente Bali, donde hasta hace unos pocos años existía el llamado tigre de Bali (Panthera tigris balica). La distancia entre Bali y Lombok es de unos treinta y cinco kilómetros. De hecho, en los días claros, la sombra gris de Lombok se puede divisar en el horizonte desde la costa oriental de Bali. ¿Por qué las aves y los tigres pudieron llegar hasta Bali pero no pudieron cruzar el estrecho canal hasta Lombok?
 
 
La línea que Wallace dibujó para separar la región biogeográfica oriental (correspondiente a Asia) de la región australiana pasa precisamente entre Bali y Lombok. Wallace intuyó que lo que hace infranqueable el estrecho entre estas dos islas es la profundidad del mar. Mientras que los estrechos que separan Sumatra, Java, Borneo y Bali entre sí son relativamente someros (de menos de doscientos metros de profundidad), el estrecho de Lombok es mucho más profundo. Hoy día sabemos que durante el Pleistoceno, debido a los cíclicos cambios en el clima global, el nivel medio del mar fluctuó varios cientos de metros. En repetidas ocasiones, las islas de la Sonda hasta Bali, así como Borneo, estuvieron conectadas por tierra firme. Durante esos episodios la actual isla de Bali era simplemente un promontorio en el extremo oriental de una gran península conectada con el continente. Durante estos periodos Lombok era una isla situada enfrente de esa gran península malaya extendida.
 
 
 
Tanto las aves como los mamíferos no tuvieron problemas para extender sus áreas de distribución desde el continente hasta el extremo de esa península pleistocénica. De hecho, hay evidencia fósil y subfósil de la presencia de leopardos, orangutanes, elefantes y, por supuesto, tigres en la mayoría de las islas de la Sonda hasta Bali. Las aves que Wallace observó, así como el tigre de Bali, representan poblaciones que quedaron atrapadas en esa isla cuando el nivel del mar se elevó por última vez hace unos 15,000 años. La fauna de Lombok, por el contrario, es mucho más pobre tanto en mamíferos como en aves, ya que esa tierra nunca estuvo conectada con el continente.
 
 
 
Ya con esta información no resulta difícil explicar la presencia de los rinocerontes en Sumatra y Java. Como los otros grandes mamíferos del sureste de Asia, estos poderosos unicornios simplemente respondieron a las fluctuaciones geológicas y climáticas del Pleistoceno, haciendo que sus poblaciones se extendieran a gran -parte de la península malaya pleistocénica. Al elevarse el nivel de los mares quedaron poblaciones aisladas en cada isla de lo que ahora es el archipiélago de la Sonda. Bali probablemente resultó muy pequeño para mantener poblaciones viables de rinocerontes, pero Java, Sumatra y Borneo siguieron proveyendo de hábitat adecuado para los rinocerontes hasta nuestros días.
 
 
Ya en tiempos históricos, la pérdida de hábitat por la intrusión humana y la cacería desmedida han llevado a los rinocerontes de Java y Sumatra al borde de la extinción. El rinoceronte de Java en particular ha sido llamado el mamífero más raro (en el sentido de escaso) del mundo. La extinción de los rinocerontes del sureste de Asia representaría mucho más que simplemente la pérdida de dos o tres especies de mamíferos. La existencia del tigre de Bali, del orangután en Borneo y de los rinocerontes en Java y Sumatra es algo que debería maravillarnos dada la asombrosa historia geológica que explica sus patrones de distribución. La extinción del tigre en Bali y el estado actual de las poblaciones de los rinocerontes insulares debe hacernos reflexionar sobre las consecuencias no sólo biológicas sino culturales de las extinciones. Este mundo definitivamente no sería el mismo sin los maravillosos unicornios de Java y Sumatra.Chivi55
Lectura adicional
Quammen, D. 1997. The song of the Dodo, island biogeography in an age of extinctions. Touchstone, Nueva York.
Héctor T. Arita
Instituto de Ecología,
Universidad Nacional Autómoma de México.
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como citar este artículo

Arita, Héctor T. (1999). Unicornios al oeste de Java. Ciencias 55, julio-diciembre, 14-16. [En línea]

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