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Biofísica: integración de una disciplina en desarrollo |
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Jesus Cervantes S. |
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Debido a la incipiente pero activa investigación y nuevos enfoques de los fenómenos físicos cooperativos (lásers, inestabilidades hidrodinámicas, etc.), entre subsistemas y de las mismas interrogantes abiertas con las formulaciones de la mecánica cuántica (recuérdese la polémica —si bien con un carácter especulativo— sobre la idea de la voluntad del electrón y sus proyecciones sobre el libre albedrío y el cerebro propuestas por Eddington, que de alguna forma se concretan con el concepto de vitalidad tan caro a la biología), la física aborda la descripción estocástica de los efectos cooperativos, arrojando nuevas respuestas sobre el carácter determinista de las leyes y parámetros en la naturaleza. En los fenómenos de la biología claramente se reconoce la interacción compleja y cooperativa de distintos agregados, desde el nivel molecular hasta el ecológico, que por una parte, guardan una estrecha relación con los modelos físicos cooperativos y por otra, aportan ideas no únicamente en lo que concierne a su área, sino también al conocimiento de fenómenos de orden social o del individuo; conviene señalar que esta nueva actitud tiende a trasladar, a semejanza de como la física ha hecho con la propia biología, causando deformaciones y excesos a estos aspectos de la naturaleza a través de la llamada socio biología por ejemplo.
Tradicionalmente, la biofísica es considerada como el área donde se pretenden unir ambas disciplinas para llegar a convertirse en una disciplina propia; sin embargo, su difusión, enseñanza y desarrollo usualmente presenta dificultades de precisión con respecto a sus límites y campo de trabajo, en parte debido a la cambiante y polémica relación mencionada arriba. Esta exposición intenta hacer un resumen y clasificación breve de los distintos niveles que abarca el estudio e investigación de la biofísica, con la importante aclaración de que estos niveles guardan una estrecha relación entre sí y su distinción es formal, ya que se entrelazan en el análisis específico de cualquier fenómeno biológico.
El nivel del conocimiento de los parámetros y factores propiamente básicos en los fenómenos biológicos. A partir de los componentes y estructuras físico-químicas que se presentan desde la biología molecular hasta el individuo (en temas como la fisiología general o la físico-química), se investigan los mecanismos específicos que participan y definen el comportamiento biológico. Los aspectos electroquímicos o mecánicos en los cuales las propiedades coloidales y de tensiones eléctrica o mecánicas de la vida juegan un papel central, constituyen una constante referencia básica al funcionamiento y desarrollo de las estructuras biológicas (desde los tejidos más sencillos hasta los más complejos en el cerebro). Sus bases están orientadas principalmente a producir resultados técnicos-experimentales o bien medico-instrumentales. A nivel de la ecología, el desarrollo de nuevos conceptos e ideas a través de una base de mediciones físicas, comienza a adquirir terreno en temas como la geobioquímica o geomicrobiología. A partir de la evolución y de nuevos enfoques de la teoría matemática (sistemas dinámicos, procesos estocásticos, etc.) y las experiencias acumuladas en la conceptualización de la naturaleza por medio de modelos, así como el enfoque ingenieril de la teoría de sistemas, hacen de la simulación de fenómenos biológicos una actividad cada vez más amplia. Así es como el funcionamiento integral del sistema circulatorio, respiratorio, nervioso, etc. y los fenómenos de la morfogénesis, metabolismo, homeostasis se busca representarlos por ecuaciones diferenciales ordinarias y/o parciales acopladas a partir de elementos mecánicos, hidrodinámicos o de reacciones químicas moleculares. Muy ligado a lo anterior, se hallan los fenómenos de oscilaciones biológicas fuera del equilibrio (aunque no son los únicos detectados, pues existen lejos del equilibrio, oscilaciones termoquímicas, electroquímicas de otros tipos, todas ellas susceptibles de representarse por ecuaciones de conservación en términos de las densidades promedio de las concentraciones o energías internas y los flujos de difusión y calor) cuya explicación depende: de la formulación de sistemas dinámicos acoplados en varias posibles formas de variable biomoleculares, nerviosas, de población, etc.; de la existencia y comportamiento de ciertos límites en estos sistemas y de las características de estabilidad que posean; o bien, en una aproximación más compleja y no determinista, de las formulaciones estocásticas que abordan las fluctuaciones para describir las reacciones biomoleculares, interacciones nerviosas o ecológicas. Ambos procedimientos buscan definir la existencia de relojes biológicos, en particular algunos, en forma de una “mecánica estadística” de sistemas cooperativos acoplados y con características oscilatorias. La biotecnología de alimentos, medicinas o materiales depende cada vez más de la modelización de poblaciones en el funcionamiento del biodigestor. Por su parte, la biónica alcanza resultados en el terreno de la ingeniería e incluso del arte o la arquitectura, a través de la simulación de las formas biológicas para las aplicaciones y diseños de estructuras arquitectónicas y/o de maquinarias. La termodinámica de los procesos no lineales irreversibles y de la mecánica estadística estocástica se encuentran en un permanente proceso de investigación y revisión, alrededor de aspectos centrales de la biología como son: la autorregulación, autoreproducción, estabilidad y organización. Las nociones de fluctuación y cambios de orden en las estructuras biológicas se cancelan a la definición de las estructuras disipativas y los fenómenos de bifurcación a partir de la evolución universal (dPx/d≤0), que proporciona y determina la información de la termodinámica fuera del equilibrio, bien para estados estacionarios cerca del equilibrio o de los estados lejos del equilibrio, bajo la suposición del equilibrio local de la función de Gibbs. Este marco que busca constituirse como la base termodinámica de las formulaciones específicas que se desarrollan en el nivel anterior, está sujeto a cuestionamientos teóricos y también a desarrollos y verificaciones experimentales que terminen por descartarlo o bien modificarlo. Por lo tanto, en nuestra época, para avanzar en las tareas de investigación, difusión y enseñanza de las áreas de la biología y la física, la incorporación de un programa permanente en la disciplina de la biofísica, se presenta como una opción importante. |
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Jesus Cervantes S. Profesor del Departamento de Física, Facultad de Ciencias, UNAM. |
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Palabrejas de computación |
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Bit, Bait, But |
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Elisa Viso G. | ||||||||||
Esta es la primera de una serie de notas acerca de un tema muy usual hoy en día: las computadoras. El objetivo de las notas es difundir los conceptos que más comúnmente están siendo utilizados, tanto por expertos como por simples aficionados. El título de estas notas se refiere a tres palabras que continuamente se oyen (escritas fonéticamente). Empecemos por describir lo que es un bit, que casualmente se escribe igual que se pronuncia. Las computadoras, al igual que sus hermanas menores, las calculadoras, consisten de distintos componentes que utilizan para realizar las operaciones que se les piden. El “cerebro” de la computadora (o la parte que controla y emite las órdenes para que se ejecuten las operaciones) es lo que conocemos como procesador central o simplemente procesador (“Central processing Unit", CPU). Además de eso, la computadora cuenta con una “memoria” (como lo sería una hoja de papel) en la que “anota” resultados intermedios de sus operaciones, “recuerda” qué es lo que tiene qué hacer (su programa) a bien acomoda allí la información con la que piense trabajar. El otro componente importante de la computadora es todo aquel equipo que le permite comunicarse con el “exterior”: le permite que el usuario le dé información, le muestra resultados al usuario, escribe información en formas tales que la pueda leer fácilmente después, etc. A este equipo es a lo que se conoce como equipo periférico o periféricos (pues están en la “periferia” de la máquina). Las impresoras, las pantallas, los teclados, los discos, son todos periféricos. Si pensamos en la hoja de papel que mencioné antes y en el uso que podemos darle para anotar allí todo lo que querernos “recordar” de un proceso, al anotar estamos utilizando un cierto “vocabulario” y reglas para combinar a los elementos de ese vocabulario. Por ejemplo, si estarnos utilizando la hoja de papel para escribir números, el vocabulario con el que contamos son los dígitos del cero (“0”) al nueve (“9”), el punto decimal y los signos “1” y “2”. De entre las reglas para combinarlos puedo mencionar, por ejemplo, que un número no puede tener más que un punto decimal o más de un símbolo de signo, pero que puede no tener signo en cuyo caso es positivo el número, que el signo precede al número… Si nuestra hoja de papel es cuadriculada, podemos exigir que no haya más de un símbolo del vocabulario en cada cuadrito. De esta Forma podemos hablar de cuántos símbolos caben en la hoja (la capacidad de la memoria). La computadora tiene una memoria electrónica “cuadriculada”, pero en cada cuadrito sólo puedo poner uno de dos símbolos pues el cuadrito puede estar en uno de dos estados: magnetizado-no magnetizado, prendidoapagado, vivo-muerto. Por ser dos estados posibles se acostumbra hablar de cero-uno. A cada uno de estos “cuadritos” es a lo que se le conoce como un bit (binary digit). Volviendo a la similitud con la escritura de números en la hoja de papel, el dígito (o símbolo) es binario porque al tener sólo dos símbolos posibles se tiene un sistema numérico base 2 o binario (en el caso de la notación decimal, dado que el sistema es base 10, tiene 10 símbolos distintos: 0, 1, 2, … , 9). Para poder representar números, letras o, en general, cualquier cosa, se “codifican” como lo hacíamos en primaria para mandar mensajes secretos: simplemente hacemos una lista en la que anotamos que “1100111” representa a una “a” “0001110” a un punto, etc. El único problema que persiste es que no contamos con el blanco para separar símbolos, por la que es necesario ponerse de acuerdo cuántos bits tomar para decidir a qué símbolo representa esa sucesión particular. Los fabricantes de computadoras tardaron en ponerse de acuerdo (por razones que expondremos en otro momento), IBM decidió agrupar a los bits de ocho en ocho y a estos grupos les llamó bytes (ésta es la ortografía correcta de bait). Al escuchar la palabra “byte” fácilmente la traducimos por “mordida” (aunque no se escriba así en inglés) y éste resulta ser una traducción adecuada: estamos hablando de una “mordida” de bits (esta palabra fue acuñada por IBM). Como mencionamos brevemente arriba, es importante saber cuál es la capacidad de la memoria de una computadora. Esta capacidad se mide, en las microcomputadoras, en bytes. Pero para que el asunto no sea tan sencillo, en lugar de decirse simplemente el numero de bytes que tiene tal o cual computadora, se habla en múltiplos de 1024. A cada grupo de 1024 se le denomina 1k de memoria, por lo que si se dice, entonces, que una computadora tiene 256k de memoria, lo que se está diciendo en realidad es que tiene 256 veces 1024 bytes —se eligió el número 1024 porque todo en la computadora se hace en el sistema binario y 1024 es la potencia de dos más cercana a 1000. Por último quiero, a reserva de extenderlo en ocasiones posteriores, hablar de lo que es el but (en realidad se escribe boot). Cuando la computadora está trabajando realiza determinadas operaciones. Por ejemplo, pide información al teclado o escribe en la pantalla. Sin embargo, para que pueda realizar cualquier serie de acciones, la lista de las operaciones a realizar debe estar en su memoria: todo lo que sabe la máquina es recorrer y obedecer esa lista. Todas las microcomputadoras cuentan hoy en día con un programa muy primitivo, residiendo en la memoria, y que es lo que se ejecuta automáticamente al encenderse la máquina. Este programa consiste, casi siempre, de las instrucciones para que se coloque en memoria un programa un poco más complicado y que se encuentra en un cierto periférico (generalmente un disco). Este segundo programa puede también ser sencillo y que invoque a un tercero un poco más complicado, y así sucesivamente hasta que queda “instalado” en la memoria el administrador (el jefazo) de la computadora, que es quien va a indicarle a la máquina qué hacer y cuándo hacerlo. Este administrador puede ser muy simple o muy complicado y es a lo que se conoce como el Sistema Operativo. Para una misma máquina puede haber distintos Sistemas Operativos, pues cada uno de ellos puede estar enfocado a distintos usos. El término boot viene del más extenso boot strap. Conozco dos versiones del mismo. La primera es que las botas tienen una correa (boot strap) con la que se ayuda uno a ponérselas. Se acomoda la bota en el pie y después, con la correa, se logra colocar exactamente en su sitio para poder caminar con ella. Esto es similar a la forma en que se instala el Sistema Operativo: primero se “medio acomoda” y después se da el tirón para que quede en su lugar. La segunda versión se refiere a la forma en que se colocan las agujetas en una bota. Se coloca la agujeta en el primer juego de orificios. La colocación en el segundo juego “descansa” sobre la colocación en el primero y así sucesivamente. En esta interpretación se enfatiza el hecho de que la instalación final del Sistema Operativo se va haciendo por fases pequeñas y donde cada una de las fases depende de la anterior. Cuando se dice (incorrectamente) que se le va a dar el boot a la máquina (o aún más feo, “bootear”) lo que se quiere decir es que se va a instalar algún Sistema Operativo particular para que la computadora sea administrada por él. |
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Elisa Viso G. Profesor del Departamento de Matemáticas, Facultad de Ciencias, UNAM. | ||||||||||
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Luis de la Peña Aurebach | |||||||
Es necesaria una posición crítica para la búsqueda
1. El marco de referencia Decir que México es un país subdesarrollado suena a verdad De hecho, el término “país subdesarrollado” es un eufemismo para ocultar el origen del problema: la dependencia económica y todo lo que de ella se deriva. México es y ha sido durante siglos un país de economía dependiente, es decir, de economía subordinada a los intereses de los países capitalistas más desarrollados. Aunque la forma específica de dependencia de México ha sufrido cambios con el tiempo, incluso profundos, como el ocurrido con la guerra de Independencia, tal dependencia ha existido ininterrumpidamente a partir de la colonización española. En estas condiciones no es de extrañar que se haya creado una complicadísima urdimbre de relaciones y de intereses económicos —tanto internos como externos— que operan en la dirección de mantener, reproducir y desarrollar las condiciones económicas y políticas que les dan origen y sustento. En resumen, el subdesarrollo es un modo específico de producción capitalista, caracterizado en primer lugar por la dependencia y la deformación de la estructura socioeconómica (una discusión más amplia puede encontrarse en las referencias). El aparato productivo nacional opera así en la dependencia y para la dependencia, permitiendo el desarrollo de una industrialización meramente periférica, caracterizada por la producción para el mercado interno en base a una tecnología refleja, importada del extranjero y frecuentemente deformadora si no aberrante, dado que está adaptada a las necesidades, conveniencias e intereses de las grandes transnacionales que la originan o trasplantan. Producto natural de esta situación es que el país se encuentra organizado para absorber, pero no para crear tecnología. Al establecerse como modo de ser, esta compleja trama de relaciones da lugar a situaciones de dependencia que rebasan el dominio de lo económico y se extienden a todas las actividades sociales, sin excluir el terreno de la educación, la tecnología, la ciencia y la cultura en general. Por ejemplo, el país establece escuelas técnicas que producen el tipo de ingeniero que la industria nacional demanda; pero esta industria dependiente del extranjero tecnológicamente —o aún a través de su capital— reclama en realidad no ingenieros, sino técnicos de operación, instalación y mantenimiento. Al concentrarse nuestras escuelas en la producción de este tipo de técnico, al que llama ingeniero, es decir, al atender pasivamente la demanda, esta inhibiendo la generación de técnicos creativos, capacitados por sus conocimientos y su actitud para crear e impulsar soluciones propias: industria y escuela dependientes se refuerzan así en la tarea de producir técnicos para preservar y reforzar la dependencia. A qué grado la universidad se organiza al servicio de la dependencia, puede fácilmente percibirse recordando que en la ultima década en que supuestamente ha operado una universidad “modernizada”, aproximadamente dos terceras partes de los estudiantes universitarios realizaron estudios dirigidos hacia el sector terciario de la economía (comercio, administración de empresas, etcétera), mientras que el país sigue sin producir geólogos o geofísicos o doctores en metalurgia y el numero relativo de estudiantes de ciencias básicas decrece continuamente. La expresión a nivel cultural e ideológico de la dependencia estructural, la que permea nuestra vida y actitudes cotidianas, configura una cultura de la dependencia (Ianni) que Miró Quezada ha llamado más fuerte, pero quizá más justamente, cultura de la dominación, generadora entre otros fenómenos, de la desnacionalización cultural general, y muy importantemente, de la ciencia y la tecnología. Las que como ya se ha visto, adquieren y mantienen un carácter imitativo y reflejo. Difícil expresar esta idea más claramente que con las palabras de Sartre (1965): “no hace tanto tiempo, la tierra contaba dos mil millones de habitantes, o sea quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado”. El mecanismo deformante y de dominación cultural vía la dependencia tecnológica es tan grave que incluso organismos intergubernamentales como la UNESCO lo han reconocido al señalar, por ejemplo, que “la difusión de la ciencia y de la tecnología no es un fenómeno neutro sino que tiene, en realidad, un alcance político, ideológico y cultural” (UNESCO, 1976). Sin embargo, los países subdesarrollados se desarrollan en la dirección de preservar las estructuras dominantes, lo que no hace sino profundizar la dependencia, desarrollar el subdesarrollo. De hecho, la importación de tecnología ha pasado a ser el principal vehículo para abrir más las distancias entre los países pobres y los ricos y acrecentar con ello la dependencia y dominación. Por ejemplo, en 1977 los Estados Unidos tuvieron ingresos por sus exportaciones de productos de 3250 millones de dólares, mientras que por venta de tecnología recibieron otros 2660 millones de dólares. Esta sangría de los escasos recursos de los países subdesarrollados productores de materias primas hacia los desarrollados dueños de la tecnología y el conocimiento modernos, no hace sino acrecentar aún más la brecha entre unas y otros. Desde una perspectiva nacional, por desarrollo deberíamos entender un proceso conscientemente dirigido a eliminar las estructuras que generan la dependencia y el subdesarrollo (Tunnerman). Sin embargo, condicionados por la propia cultura de la dependencia, entendemos normalmente por desarrollo un proceso supuestamente encaminado a alcanzar a los países desarrollados. Así, por ejemplo, se afirma que una tarea nacional es “cerrar la brecha tecnológica y científica” que nos separa de los países desarrollados. Que el planteamiento es irreal se ve de inmediato simplemente observando que, como producto de la misma dependencia, los países subdesarrollados están desprovistos, tanto humana como materialmente de la capacidad creativa tecnológica y científica independientes necesarias para embarcarse en una tarea de esta magnitud, sin antes crear las condiciones para ello Pero se hace aún más obvio que no pasa de ser un buen deseo cuando se observa que el 3% del producto interno bruto que los Estados Unidos gastan en investigación y desarrollo corresponde aproximadamente al 20% del PIB de todos los países de América Latina juntos; luego para mantener un ritmo competitivo de inversiones en investigación y desarrollo, América Latina tendría que gastar no menos de la cuarta o quinta parle de su PIB en vez del O.5% que utiliza actualmente. Pero por otra parte el planteamiento es falso pues parte del supuesto de que en efecto queremos llegar a ser lo que hoy son los países desarrollados. Cabría preguntarnos: ¿es ese el mejor modelo y la mejor meta a que podemos aspirar”?, ¿no sería más consecuente y constructivo aspirar a un proyecto de país más justo y equitativo, más humano, más racional y menos dispendioso, con una economía para el hombre y no un hombre para la economía? Parecería lo más natural —si no fuera por el condicionamiento a que hemos estado sometidos— que deberíamos proponernos un tipo de desarrollo propio que no nos haga caer en la trampa de aceptar la competencia tecnológica y científica que imponen (o, al menos, preponen) los países desarrollados. Lo contrario, es decir, aceptarla, es el camino seguro para ahondar la dependencia tecnológica, científica y cultural, pues la incorporación de patrones científicos y tecnológicos avanzados en una sociedad impreparada para asimilarlos eficientemente, por necesidad incrementa la dependencia. 2. Panorama general de la ciencia y la tecnológica en México Aunque bien podría calificarse la situación que guardan la ciencia y la tecnología en el país en términos relativamente parecidos, existen diferencias entre ellas que ameritan alguna consideración, así como también existen disimilitudes entre el estado de la ciencias sociales y él de las ciencias naturales, todas las cuales deben tenerse presentes en cualquier análisis general para no incurrir en graves inexactitudes. Estas diferencias las podemos presentar brevemente como sigue: Hace 40-50 años se inició la implantación en el país de la enseñanza técnica superior, como resultada de las demandas y presiones generadas por la ampliación del mercado interno y el proceso de incipiente industrialización que se dieron como consecuencia del impacto de la revolución y que encontraron su punto culminante en la expropiación petrolera. De hecho, en la creación del IPN a partir de diversas escuelas técnicas de reciente creación o transformación, tenemos el ejemplo más importante de una respuesta efectiva dada en su época a la demanda de técnicos de alto nivel. Sin embargo, en lo que se refiere a las ciencias naturales no se ha dado ningún proceso equivalente y la razón de ello es la misma ya discutida: el aparato productivo mexicano no requiere todavía en lo sustancial de la ciencia para operar y cumplir con los objetivos —esencialmente de lucro— que de él se esperan. Desde este punto de vista, bien podríamos decir que en lo que respecta a las ciencias naturales, el país vive en 1930, independientemente del gran desarrollo en cantidad y calidad que estas actividades han tenido en los últimos cincuenta años. Desde la perspectiva en que nos hemos situado es clara la raíz del problema: nuestra estructura productiva, organizada a partir de modelos externos, posee naturalmente un carácter imitador y copiador que no requiere sino muy colateralmente de la investigación domestica para buscar soluciones o tecnología, las que vienen ya dadas “en paquete” desde el exterior. En estas condiciones, la investigación, científica o tecnológica, resulta innecesaria, superflua, prescindible e incluso disfuncional. Estas mismas consideraciones explican, entre otras muchas cosas, por qué nuestro sistema educativo no otorga a la creación científica o tecnológica la importancia que sí atribuye, por ejemplo, a la creación artística. Es tan profundo, secular y general este rasgo que el modelo estructural mismo de la universidad latinoamericana no prevé lugar para la investigación en ciencia o tecnología, la que ha sido agregada como un parche funcionalmente desincorporado del resto de la estructura. De hecho, no sería demasiado exagerar decir que nuestras universidades han sido concebidas y organizadas para impedir la formación de seres creativos en los campos de la investigación en ciencias naturales y tecnología. Un corolario inescapable es que mientras no exista una política explícita de desarrollo verdadero e independiente del país, que plantee problemas propios que demanden soluciones propias, el aparato de investigación en ciencias naturales y tecnología seguirá siendo prescindible y dependiente, concebido más para el lucimiento y “la modernidad” que para el servicio y el bienestar general, es decir, de uso más ideológico que productivo. Podemos obtener una idea más concreta de la magnitud de la desvinculación entre la actividad científica y el aparato productivo nacionales, recordando que en México alrededor del 90% de la ciencia básica está patrocinado por y se realiza en las universidades y tiene, consecuentemente, un carácter eminentemente académico. Por lo contrario, en un país altamente desarrollado como Japón o los Estados Unidos, es normal que entre el 60 y 75% de la actividad científica tenga origen y soporte industrial. Es claro que este mismo hecho retroalimenta al sistema, propiciando el desarrollo preferencial de la actividad científica académica y especulativa frente a la de interés social directo y propiciando a su vez “el establecimiento de una escala de valores trastocada, en la que la pureza es el valor supremo” (Herrera, 1980). Una característica adicional de la actividad científica académica, debida al hecho de que se nutre de fuentes externas, es que se desarrolla en direcciones de moda impuestas por la ciencia internacional “de punta” en las que se concentra gran parte del esfuerza científico de los países desarrollados. Estas modas normalmente se refieren a problemas que pueden ser muy importantes en el medio que les da origen, pero no necesariamente de alta prioridad visto desde una perspectiva nacional. Las ciencias naturales que se desarrollan en el país tienen un sello que dice “IMPORTED” y las hacemos fundamentalmente “FOR EXPORT”, puesto que no hay consumo nacional, mercado nacional importante para ella. Esto de ninguna manera quiere decir que no hay necesidad hoy de la investigación científica y tecnológica en el país. Piénsese simplemente en nuestras enormes necesidades y carencias en alimentación y salud para tener una idea de lo que una ciencia y una tecnología nacionales —es decir, que miraran hacia el interior y no hacia el exterior y hacia los intereses de los grandes grupos sociales y no hacia el de los pequeños núcleos hegemónicos— podrían ofrecer al país. La inexistencia de esta ciencia nacional es corolario natural de la dependencia. Puesto que el problema tiene un origen estructural, su solución no depende de la poca o mucha dosis de buena voluntad de uno u otro grupo de técnicos o científicos aislados, cuyas preocupaciones sociales lo condujeran a probar fortuna en deshacer entuertos. Biólogos, bioquímicos, químicos, médicos con espíritu solidario los ha habido y los hay, pero una y otra vez se han topada con una realidad que no sólo no absorbe sus esfuerzos, sino que frecuentemente los rechaza: es la respuesta inmune del aparato económico y político establecido para asegurar su preservación. Obviamente, se está aquí frente a un problema de dimensiones sociales, cuya solución final puede implementarse sólo por vías políticas y rebasa la voluntad individual. El que la temática científica esté fuertemente condicionada por la moda internacional, determina que en su conjunto la ciencia nacional esté más vinculada con la extranjera que con la industria o incluso la educación superior nacionales. No seria probablemente ni injusto ni exagerado decir que los medios en que se practican las ciencias naturales son, de entre los intelectuales, de los menos nacionales en su visión política. Existe incluso un mecanismo de retroalimentación que nutre y mantiene este “internacionalismo”: el científico se forma en universidades extranjeras —o, en los casos en que hemos avanzado más, con profesores nacionales formados en el extranjero—, aprende de libros extranjeros, lee revistas extranjeras y escribe deseando ser publicado en ellas, que son las que tienen “influencia” y dan prestigio. Esto demanda publicar lo que a estas revistas interesa y sus lectores extranjeros sancionan como ciencia legítima. Nos estamos asomando, simplemente, al mecanismo de soporte y ampliación de la dependencia cultural, parte del mecanismo más general de colonización intelectual. Es conveniente señalar en este punto que la situación de las ciencias sociales en nuestra país es cualitativamente diferente a la descrita para las ciencias naturales, (ver por ejemplo, Álvarez, et al. 1977), pues en México existe una tradición más que centenaria en ciencias sociales, y actividades como las investigaciones históricas o en economía política siguen lineamientos relativamente sólidos y avanzados, que contribuyen a configurar una ciencia social latinoamericana que ha alcanzado cierta madurez y prestigio. Para evitar errores, quede explícitamente señalado que en este trabajo nos referimos sólo a las llamadas ciencias naturales, sin incluir en nuestro análisis ciencias más humanas, como la antropología física o la psicología. (Y sin que el uso de estos términos —adoptadas por razones prácticas— implique compartir la idea implícita en la clasificación usual, de que estas últimas ciencias no son naturales, o de que las naturales son inhumanas). 3. ¿Qué tipo de ciencia requiere el país? Es fácil convencerse de que la ciencia y la tecnología importadas, si no son adecuadamente filtradas, tienen la más alta probabilidad de no estar adaptadas a los intereses generales de la población. Basta, para ver esto, recordar que entre el 95 y el 98% de toda la actividad en la investigación científica y tecnológica que se realiza en el mundo entero está directamente relacionada con los problemas del mundo industrializado (Pickinson, 1977). En otras palabras, más del 95% de la actividad de investigación que se realiza en el mundo contemporáneo no está dirigida a resolver ninguno de los graves problemas que aquejan a la inmensa mayoría de la población, sino a elevar el nivel de vida y comodidad de la pequeña fracción de la humanidad que vive mejor, se nutre mejor y tiene más salud, es decir, a aumentar la distancia entre pobres y ricos, entre necesitados y desarrollados. Hemos de concluir, pues, que la ciencia y la tecnología que necesitamos son otras y buena parte de ellas las tenemos que hacer en casa. De hecho, si nos planteamos la tarea de la liberación nacional —externa e interna—, necesitaremos una ciencia de otro tipo, adaptada a otras necesidades y dirigida a otros fines: cada tipo de sociedad requiere un estilo de ciencia propio (Varsavsky, 1972). Por mucho que nos desarrollemos dentro de la dependencia, no lograremos hacernos independientes. Luego la ciencia y la tecnología a las que necesitamos dar paso, tienen que desarrollarse hacia una perspectiva diferente; no se trata de que nos esforcemos en hacer más y mejor de lo mismo que hemos venido haciendo, sino, por lo contrario, de que el contenido, los objetivos, la orientación misma de la investigación que practicamos cambien esencialmente, sean sustituidos por otros que correspondan a los de un proyecto nacional encaminado, para decirlo con las palabras del sociólogo Florestán Fernández, a construir “una sociedad que tenga dominio de sus recursos naturales y humanos, que pueda aplicarlos de acuerdo con sus intereses fundamentales y haga del pueblo —y no de los estratos altos y medios de las clases dominantes— el protagonista de su soberanía y el motor de su historia”; las naciones que se contentan con recibir la ciencia por correspondencia no llegan a constituirse en sujeto de su propia historia (Tunnerman, 1978). La autonomía científica es una consecuencia de proponerse un proyecto nacional propio y un requisito para realizar éste con éxito es precisamente lo opuesto a planteamientos como el de “cerrar la brecha”. Si no hay un afán independizador y transformador consciente y explícito, lo más probable es que las mismas condiciones de dependencia actúen en el sentido de hacer que el desarrollo de la ciencia sirva más como instrumento de dominación que de liberación. Para saber qué investigación en ciencia y tecnología necesitamos, tenemos primero que contestarnos cuál es el proyecto nacional que queremos impulsar. El problema rebasa, obviamente, las posibilidades actuales de acción del aparato de investigación e incluso de las universidades, pues mientras subsista el subdesarrollo toda reforma será parcial. Sin embargo, parece posible contribuir a impulsar una investigación de nuevo tipo —que podríamos intentar definir con ayuda del lema: “elegir en vez de aceptar; crear en vez de copiar; hacer en vez de comprar”— orientada hacia nuestras propias demandas, integrando el esfuerzo de investigación científica y tecnológica en torno a un conjunto limitado de problemas, de cuya solución depende el bienestar de grandes capas de la población y el desarrollo industrial independiente. Es claro que la puesta en marcha de un programa de desarrollo de la investigación científica y tecnológica de este tipo no es tarea que pueda realizarse de un día para otro; sin embargo, todo lo que se adelante ahora, aunque sólo sea en su formulación, es tiempo ganado, por lo que vale la pena estimular la discusión de un proyecto de esta naturaleza. Hoy por hoy la dependencia científica nos quita los mejores cuadros, los que por su preparación más y mejor podrían actuar para lograr la independencia tecnológica, al dedicarlos a desarrollar tareas que poco o nada tienen que ver con nuestros problemas prioritarios. Se trata de promover una acción consciente desde el interior del aparato de investigación y de las universidades, tendiente a lograr que estos cuadros —o al menos, una parte significativa de ellos— se integren a un programa científico que, entre otras cosas, permita producir jóvenes investigadores con una nueva visión y preparadas para insertarse en los programas de desarrollo tecnológico que requiere nuestra transformación independiente. El día en que el país haya recobrada su capacidad de decisión autónoma demandará de miles y miles de estos técnicos y científicos para superar el atraso secular en que actividades tan básicas como las industrias agropecuarias o mineras están sumergidas. Comenzar a preparar el camino es ganar tiempo. Un primer paso en esta dirección podría ser la creación de centros o grupos autónomos de investigación y desarrollo que concentran su esfuerzo en una colección reducida de problemas específicos pero de importancia social real y fundamental y los abordaran en forma integral, tanto desde el punto de vista puramente científico y técnico, como económico, social y humano. Para fijar ideas, pensemos por ejemplo en los problemas de la salud y la alimentación secularmente deficitaria de nuestro pueblo, o los problemas asociados al conocimiento y explotación de nuestros recursos naturales, etcétera; es claro que su estudio puede ser fuente inagotable de una variedad de importantes problemas científicos para cuya solución se requerirían grupos amplios y frecuentemente interdisciplinarios de investigadores, problemas que demandarán no sólo lo mejor de su esfuerzo en actividades estrictamente científicas y del más alto nivel, sino que tendrán un premio sustancial adicional: su utilidad social y humana, su poder de transformación social. Las estudios que emergieran de un problema específico de suficiente envergadura e interés social —como podría ser el de encontrar una manera efectiva y económica de transformar el medio ambiente en los desiertos de Sonora o Baja California utilizando la energía solar para irrigar con agua extraída del mar y cubrir otros requerimientos energéticos, o la solución de los graves problemas del Lago de Chapala y sus entornos—, podrían fácilmente ser una fuente natural de nuevos problemas científicos y tecnológicos, que en el curso del tiempo configurarían una temática de investigación específica, propia y profundamente adaptada al medio social que les diera origen, sin por ello perder su carácter y su interés científico. Cabría esperar que un proceso de este tipo configurara en el curso de los años una nueva ciencia y un nuevo tipo de investigador, caracterizada más por su creatividad e imaginación que por su apego a normas surgidas en el extranjero y de dudosa aplicabilidad. Es oportuno detenerse un poco más en varias consideraciones. En primer lugar, una proposición como la anterior no implica en forma alguna que se esté proponiendo la desaparición ni el desprecio de las actividades científicas usuales: ellas son válidas y legítimas, aunque no correspondan a nuestras posibilidades, al menos para mantener a un grupo de especialistas informado de los adelantos más importantes que ocurran en el mundo y para mantener una cierta (mesurada) presencia científica internacional; estos cuadros pueden ser muy valiosos en las tareas de completar la formación de técnicas de muy alto nivel, insertando con ella la actividad científica general dentro del contexto de la ciencia nacional. Regresaremos al punto más adelante. La siguiente observación es reiterativa, pero vale la pena ser más explícitos al respecto. Para que una proposición como la aquí defendida tenga éxito, obviamente requiere que el científico que emprende la tarea tenga una actitud diferente a la que tradicionalmente se adquiere durante la permanencia en el sistema educativo nacional o dentro del aparato de investigación. En particular, debe existir en él una disposición a revisar y reevaluar lo aprendido con un sentido crítico que le permita discernir lo que es útil y aplicable, de lo que no corresponde a nuestras necesidades, posibilidades o intereses. Es sabido, por ejemplo, que el desarrollo de la gran tecnología moderna e importada ha hecho a un lado el empleo de tecnologías autóctonas y tradicionales, muchas de ellas admirablemente bien adaptadas al medio y cuyo rescate y perfeccionamiento o desarrollo en ocasiones podría ser una valiosa contribución al bienestar local y al conocimiento general. (Ver, por ejemplo, Leff, 1975). Un comentario análogo debe hacerse respecto al empleo de tecnologías apropiadas llamadas también con frecuencia tecnologías intermedias. Aquí el elemento ideológico que ya hemos discutido es determinante, formados los técnicos e ingenieros en textos y escuelas extranjeras que enseñan y propagan una tecnología de vanguardia, de alta concentración de capital, altamente sofisticada y adaptada —al menos declarativamente— a las necesidades de la sociedad que le da origen, en donde la tecnología de escala es la solución aceptada a priori, es más que natural que de entrada tiendan a soluciones del mismo tipo, pese a que son obvia y totalmente desadaptadas a medios subdesarrollados, carentes de recursos tecnológicos, con grandes excedentes de mano de obra y graves carencias de capital. Independientemente de los beneficios que pudiera proporcionar la tecnología de escala, ella no debe suplantar —cuando sean más convenientes— a las tecnologías locales, de escala local, que aunque pudieran parecer menos eficientes económicamente en un primer análisis, al ser intensivas en mano de obra y adaptadas técnica, social y culturalmente al medio en que se implantan, son socialmente más eficientes y mucho más viables. El desarrollo de tecnologías alternas que aprovechen los recursos naturales y humanos locales, es decir, de tecnologías locales apropiadas, constituye en sí misma una línea de investigación nacional, cuya implementación a escala nacional propondría nuevos, interesantes e inesperados problemas científicos de todo tipo: físicos, químicos, matemáticos, biológicos, médicos, económicos, sociológicos, antropológicos, etcétera. Conviene aquí detenernos en el aspecto ideológico de este problema, es decir, de la convicción ampliamente extendida de que la mejor solución la proporcionan las tecnologías más modernas y de escala. Cuando se piensa en el problema energético del país, se piensa de inmediato, sin asomo de duda alguna, en las grandes —de hecho, inmensas— centrales eléctricas; ante la perspectiva del agotamiento de los hidrocarburos, la respuesta igualmente más extendida sería echar mano de la energía nuclear. La gran mayoría de las expertos y especialistas estarían dispuestos a afirmar que en efecto la mejor alternativa es la nuclear, descartando soluciones como la solar u otras renovables por falta de viabilidad económica o tecnológica. A pesar del hecho muy obvio de que en las últimas 3 o 4 décadas la energía nuclear no ha podido extenderse según las optimistas previsiones de los años 90 —y ella por razones objetivas, tanto técnicas como económicas y sociales, como son su complejidad, alto costo, inexistencia de un método eficaz aceptable para eliminar los desechos radiactivos, etcétera—, se sigue favoreciendo la solución nuclear simplemente “porque ella existe”, mientras que la energía solar, se añade, no permite una solución de escala, al menos en la actualidad. Es claro que esta forma de ver las cosas lo que logra es inhibir el desarrollo de tecnologías alternas y les hace el juego a los grandes intereses económicos que están atrás de la solución nuclear: su única justificación teórica radica en la convicción, de claro origen ideológico y carente de fundamento técnico, científico o económico de que sólo las tecnologías masivas, de escala, son racionales y aceptables. Acostumbrados los técnicos a esta visión, se insiste en pensar en términos de inmensas centrales eléctricas aún cuando se hable de energía solar, siendo ella tan naturalmente adaptada a la solución local. Un fenómeno análogo ha ocurrido en el sistema de salud pública del país. Este sistema, basado en grandes y frecuentemente ultramodernas clínicas y hospitales, ha descuidado lamentablemente la salud de millones de habitantes de las pequeñas comunidades. El resultado es que la mayoría de la población no recibe atención medica suficiente o simplemente ninguna, ni curativa ni mucho menos preventiva, mientras sobran miles de médicos en las grandes urbes e incluso las grandes universidades se ven precisadas a limitar el acceso a sus escuelas de medicina. Análogamente, la industria azucarera del país vive desde hace tiempo una crisis que le ha impedido satisfacer la creciente demanda interna; de exportadores, hemos pasado a importadores de azúcar. Los grandes ingenios, obsoletos muchos de ellos y desorganizados todos, no son suficientes. Aquí cabría preguntarse seriamente sobre la viabilidad de una solución de nuevo tipo, basada en pequeños ingenios, de escala apropiada a la producción local de caña. Sin embargo, este tipo de planteamientos son normalmente inhibidos por la concepción de producción masiva característico de la industria azucarera instalada. Debe ser claro que tecnología apropiada no significa ni primitivismo ni elementaridad. Por lo contrario, frecuentemente crear una tecnología adecuada, económicamente competitiva con otras existentes, puede representar un problema que requiera de mucha imaginación, ingenio y trabajo para su solución satisfactoria. Luego, es un campo fértil y sumamente atractivo para la investigación. Además, una tecnología verdaderamente adaptada al medio, solo se puede hacer en cosa: si nosotros no la hacemos, seguiremos pagando por una tecnología importada, ineficiente e inapropiada. Aunque la tarea de alcanzar la independencia tecnológica está subordinada a la más general de alcanzar la autonomía económica nacional, la dependencia tecnológica puede subsistir —y de hecho subsistirá a pesar de todo en alguna media y por algún tiempo— en la etapa autónoma si no se crea lo antes posible una base tecnológica y científica nacional capaz de asimilar críticamente, pero con eficacia y rapidez, los avances tecnológicos contemporáneos más relevantes para el desarrollo y la transformación del país. Es por lo tanto, legítimo afirmar que la existencia de un amplio grupo de cuadros científicos y técnicos adiestrados en la creación e implementación de tecnologías apropiadas y la solución de problemas derivados de esta tarea permitiría realizar más fácilmente una transición de este tipo. Por otro lado, tampoco deben confundirse las tecnologías apropiadas —confusión a la que el término “tecnologías intermedias” puede dar lugar— con la producción de artículos empelando tecnologías simplificadas pero de mala calidad y a las que, en busca de un incremento de sus utilidades, nos tiene acostumbrados la industria del país, tanto de capital nacional como las trasnacionales. No se trata de seguir trabajando para incrementar las utilidades de las empresas trasnacionales sin adquirir tecnología válida alguna en ocasiones, sino precisamente de lo contrario: crear nuestra tecnología para desarrollar nuestros productos con nuestras materias primas y para cubrir nuestras (reales) necesidades. Una última observación, ésta de carácter político. Los proyectos de desarrollo tecnológico local deben incorporar como parte integral de primera importancia programas apropiados de preparación social y, en su caso, de organización en defensa de los intereses colectivos locales, frecuentemente agredidos por diversas causas, entre las que “el desarrollo nacional” como hoy se entiende, no es la menos frecuente. Sólo con un proyecto integral de esta naturaleza se logrará la coincidencia entre los intereses materiales y de bienestar colectivo o individual, con los políticos y sociales. 4. La ciencia nacional La crónica escasez de cuadros preparados y de recursos materiales, aunada a planteamientos como los anteriores, nos podrían conducir a la idea de que la ciencia nacional de un país subdesarrollado debería contemplar exclusivamente la ciencia aplicada, y que de ésta es de preferirse aquélla que es de más rápida y fácil utilización y produce el mayor y más inmediato beneficio social; en otras palabras, a pensar que la tarea de desarrollar la ciencia, la ciencia “internacional”, debemos dejarla a los países ricos. De entrada, el planteamiento suena a una renuncia que nos imponemos por voluntad propia o por un pragmatismo ciego, transformado indebidamente la imposibilidad definitiva. Una renuncia de este tipo la hemos hecho ya, en la práctica, en mucho de lo que se refiere a la tecnología moderna. Una vez más, conviene insistir en que tampoco se trata de caer en la trampa ideológica de aceptar las sociedades desarrolladas como el modelo a alcanzar. Pero dentro de la línea de crear la ciencia necesaria para realizar nuestro programa científico, no cabe el pragmatismo que tiende a llevarnos a descuidar la ciencia pura, pues a la larga ello terminará por frenar el propio desarrollo independiente del país que supuestamente tiende a estimular, ya que nos dejará a la zaga de los avances importantes que seguramente habrán de darse en el futuro próximo. En el mundo de hoy no hay tecnología sin ciencia empírica y no hay ciencia empírica sin teoría: para ser dueños de la tecnología deberemos llegar a ser dueños de la teoría. “Tenemos que proponernos —dice Darcy Ribeiro (1973)— el dominio del saber científico moderno, como el lenguaje fundamental de la civilización emergente, al cual no se puede desconocer para no marginarse culturalmente del mundo de nuestro tiempo”. Sólo con la actividad científica podemos satisfacer la necesidad profunda, a veces vital, que tiene el hombre de comprender y transformar el mundo. Necesitamos, en resumen, una ciencia nacional, con fuertes caracteres locales, tan autónoma como sea posible, que combine sabiamente la ciencia pura con la aplicada y que estimule el estudio, al lado de la problemática básica de las grandes corrientes del pensamiento científico contemporáneo, de problemas de amplio interés social nacional, los que adopta como sus tópicos centrales y sus objetivos más inmediatos. En este contexto debe distinguirse claramente nacional de nacionalista, local de localista: no se trata de teñir la ciencia importada con un tinte folklórico, sino de realizar una ciencia de valor y utilidad general pero enraizada en nuestra realidad transformadora y liberadora de esta realidad, la que configura lo que bien podemos llamar una Ciencia Nacional. La orientación científica prevaleciente, no ha sido capaz de lograr a la fecha la realización ni siquiera de lo que podemos calificar de ciencia nacional en el sentido más estrecho del término. Es un hecho que sólo una fracción pequeña del territorio nacional ha sido explorado geológicamente; asimismo, la flora y la fauna del país han sido estudiadas sólo muy parcialmente; tampoco hemos aprendido a conocer y aprovechar otros recursos naturales, como el mar y los inmensos litorales del país. Importamos materiales —sin conocer los nuestros— para utilizarlos en la aplicación de tecnologías importadas (¡la actual crisis nos permitió descubrir que la materia prima para fabricar el papel de china de nuestras típicas piñatas mexicanas es importada!) hace ya cien años que instalamos centrales eléctricas —y hemos construido presas de las mayores del mundo— pero jamás hemos construido una central eléctrica nacional, ni se plantea así el problema; los programas de desarrollo eléctrico siempre han previsto sólo la instalación, nunca la construcción, de plantas (actualmente se instala la primera fábrica de turbinas medianas, de tecnología europea, en el estado de Michoacán). Hay quienes proponen hoy seguir una política similar en lo que se refiere a plantas nucleares. Petróleos Mexicanos, a 49 años de la nacionalización, está aún muy lejos de una razonable autosuficiencia tecnológica y carece aún en lo fundamental de la infraestructura adecuada para crear tecnología (García-Colín, 1978), sin que esta afirmación implique desconocer los relativos éxitos alcanzados, especialmente por el IMP. Nuestra población sigue padeciendo todo tipo de enfermedades gastrointestinales endémicas, etcétera, pera las medicinas que usamos siguen siendo importadas (¡hasta los dentífricos resultan depender de la existencia de dólares!). Queda claro de estos ejemplos que no es suficiente la preparación de cuadros técnicos y científicos con una formación crítica respecto de la realidad nacional, pues es un hecho que el científico socialmente revolucionario, con dolorosa frecuencia no es científicamente revolucionario, ni por el tipo de investigación que practica, ni por los valores que adopta en su práctica científica. Es necesario que posea también —y esto es esencial— una formación crítica ante los esquemas tecnológicos y científicos importados, actitud que le permita discernir entre lo que ayuda a independizarnos de lo que profundiza la dependencia, entre la solución que tienen valor y legitimidad social y la que contribuye al trasplante de patrones culturales ajenos. La crítica por sí misma carece de eficacia si no se transforma en vehículo de cambio; si se cuenta con cuadros científicos preparados para actuar en la dirección señalada, la ciencia puede transformarse en un instrumento de liberación (Leff, 1976). La realización plena y consecuente de la tarea científica nacional reclama la transformación a fondo del sistema educativa técnico y científico superior. En ves de concebir a la universidad como una estructura reflejo de la sociedad, que se ajusta pasivamente a la demanda engendrada por un modelo de desarrollo que no se cuestiona, reforzando con ello la dependencia y la deformación, se hace necesario concebirla como un elemento transformador y propiciador del cambio, productora de cuadros de alto nivel con una formación crítica, racional, totalizadora y motivada hacia la búsqueda de soluciones propias y creativas; una universidad productora no de profesionistas con patente de corso como dijera Bassols, sino de profesionales con mentalidad creadora y solidaria, cuya tarea primaria por propia vocación sea el servicio. De la universidad formadora de cuadros para la dependencia y funcionando para inhibir la creatividad, debemos pasar a la universidad generadora de técnicos conscientemente preparados, con un espíritu independiente, inquisitivo y transformador. En nuestra actual sociedad, así como el poder político y la riqueza, el conocimiento es patrimonio de una minoría numéricamente insignificante. Y así como la transformación democrática de nuestra sociedad entraña una profunda redistribución de la capacidad de decisión política y de la riqueza generada por el trabajo, esta misma transformación deberá entrañar también la generalización del conocimiento. Esto demandará s su vez de un cambio social de la universidad, la que cada día habrá de incorporarse más y más a las tareas principales del país. Llegará el día en que en la universidad se pueda “investigar la realidad de la vida y la realidad de la vida concreta de cada país” (F. Castro, 1976). Es claro que llegar a esta meta en nuestro país es una tarea enorme, que no puede realizarse cabalmente si no existe una decisión política nacional explícita y consciente que soporte el esfuerzo. Sin embargo, es correcto demandar hoy una universidad que se plantee objetivos sólo alcanzables tras un cambio de la sociedad toda entera, para contribuir con ello a difundir la conciencia de la necesidad y posibilidad de tal cambio, a educar para él, incluso, para evidenciar a las fuerzas que se oponen al mismo: todo ello contribuye a hacer más viable y próximo tal cambio. Si no se plantea el problema, será más difícil su solución. Difundir y propiciar la polémica sobre la contribución de la ciencia y la universidad a la dependencia y a la deformación cultural es el paso inicial para que el problema pueda ser seriamente estudiado y llegue a encontrar solución. |
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Referencias bibliográficas
1. Álvarez, A., et al., La investigación científica en México, foro universitario (primera época) núm. 8, enero, 1977.
2. Castro, F., La universalización de la Universidad, foro universitario (primera época), núm. 3, agosto, 1976, p. 15. 3. Dickinson, H. en An Introduction to appropriate Technology, R. J. Congdom, editor, Rodale Press, PA., USA, 1977. 4. García Colón, L., La ciencia y la tecnología del petróleo: situación actual y perspectivas futuras en México, Foto Internacional 38, núm. 4, 678 (1978). Ver del mismo autor el trabajo complementario: “Nuestra autosuficiencia en materia petrolera”. 5. Herrera, I., Uno más Uno, septiembre, 1980. 6. Ianni, O., La dependencia estructural en América Latina: dependencia y subdesarrollo, EDUCA, 1973, p. 132. 7. Leff, E., Universidad y dependencia tecnológica, Deslinde, núm. 73, UNAM, (1975). 8. Leff, E., Universidad y dependencia tecnológica, Deslinde, núm. 73, UNAM, (1976). 9. Leite Lopes, J., Sciencie and development in Latin America, Fundamenta Scientiae 1, 55, (1980). Ver también las contribuciones de este mismo autor en Memorias del 1er. Congreso Latinoamericano de Física, Sociedad Mexicana de Física, México, 1969. 10. Ribeiro, Darcy, La universidad nueva, un proyecto, Ed. Ciencia Nueva, Buenos Aires, 1974, p. 69. 11. Sartre, J. P., en el prólogo del libro de F. Fanon, Los condenados de la tierra, Losada, Buenos Aires, 1965. 12. Schoijet, M., The condition of Mexican science, Minerva 17, núm. 3, (1979). 13. Silva Michelena, H. y M. R. Sonntang, Universidad, dependencia y revolución, Siglo XXI, México, 1970. 14. Tunnerman, C., Ciencia, técnica, sociedad y universidad, Deslinde 105, UNAM, 1978. 15. UNESCO, El mundo en devenir, París, 1976, p. 57. 16. Varsavsky, O., Hacia una política científica nacional, Ediciones Periferia, Buenos Aires, 1972. |
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Luis de la Peña A. Investigador del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México. |
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El árbol de ramón, un recurso desaprovechado
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Jaime Jiménez R. | ||||||||||
El ramón (Brosirmum alicastrum) es un árbol tropical a) El follaje y la semilla sirven como forraje para ganado porcino, caprino, bovino o caballar, incluso en épocas de sequía es el único alimento disponible en muchas regiones tropicales. Por ello se han hecho estudios preliminares del valor nutritivo de la planta, encontrándose que en proteína cruda posee un porcentaje superior al huevo entero, el sorgo, el maíz y la leche entera. En el caso de los aminoácidos esenciales tiene más triptófano que el huevo, la leche, el sorgo, maíz y trigo. Aminoácido deficitario en una población que se alimenta esencialmente de maíz. El INIREB realizó algunas experiencias de conversión animal, y es importante señalar que es un alimento comparable o ligeramente superior a los forrajes tradicionales. Así, teóricamente en el estado de Veracruz sería posible alimentar con semillas de ramón a 96167 novillos durante seis meses, sin eliminar un solo metro de selva tropical. Considerando estos resultados, tal vez entendamos por qué la Academia Nacional de Estados Unidos (1975) tomó al árbol cono una de las especies subexplotadas de mayor potencialidad económica. Aunque pueda pensarse que están descubriendo el hilo negro, ya los mayas lo utilizaron desde hace cientos de años y es posible que haya sido una de las bases productivas de su civilización. Nota |
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Jaime Jiménez R. Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoa de México. |
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El cerebro igualitario |
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Georgina Ferry | ||||||||||
Los neurólogos han pensado durante mucho tiempo que el cerebro está organizado de manera jerárquica. Pero ahora parece que realmente trabaja en forma democrática e interactiva. Para un extraterrestre, un juego de “cricket” o futbol americano resultaría completamente ininteligible sin el conocimiento de ciertas reglas básicas, sobre las cuales están organizados estos juegos. De igual manera, nosotros los humanos quedamos perplejos al analizar nuestros cerebros. Si bien, las acciones del cerebro —como el pensamiento, la conducta o la regulación de las funciones corporales— pueden ser examinadas, las reglas de su organización no están ni con mucho dispuestas de manera comprensible. Los mismos científicos tienen que inferir tales reglas a través de la observación de los efectos de sus incursiones sucesivas dentro del dominio del cerebro, o de los “ataques terroristas” en forma de daño o disfunción neurológicos. La tarea no es nada fácil. Pero la investigación reciente está desplazando la noción de un cerebro organizado en jerarquías por una nueva visión de un cerebro “interactivo”. El primer neurólogo que construyó una teoría comprensible acerca de cómo está organizado el sistema nervioso (SN) fue John Hughlings Jackson (o Hughlings-Jackson, como él prefería que lo llamaran), quién nació en 1835. Fuertemente influenciado por la filosofía evolutiva contemporánea y la sociología, optó por los principios jerárquicos que reflejaban las ideas de evolución de las especies y el desarrollo de la civilización. Sus observaciones clínicas le condujeron a ver el SN como una serie progresiva de unidades de menos a más organizadas, de las más simples a las más complejas de las más automáticas a las más voluntarias. Para cada función del cerebro —movimiento, habla, conciencia, etc.— estableció una jerarquía de tres niveles, cada uno de los cuales controlaban al inferior. Si una unidad de nivel superior estaba inactiva, las funciones del nivel inferior —normalmente controladas— quedarían libres. La evolución —proponía él— agregó progresivamente niveles superiores de control, ya fuese a través de la historia de las especies o durante la vida de un individuo. El proceso opuesto, “disolución”, se manifestaba por la pérdida de los niveles superiores durante la enfermedad. Estas ideas de control y liberación llevaron a Jackson a clasificar los síntomas neurológicos en “positivos” y “negativos”, una distinción que aún se hace en la siquiatría y neurología modernas. Los síntomas negativos, tales como la incapacidad de hablar después de un golpe fuerte, se supo surgían por la ausencia de las unidades que normalmente regulaban la función afectada (el habla, en este ejemplo). Los síntomas positivos, tales como las respuestas reflejas exageradas, se daban por actividad patológica de unidades en los niveles inferiores que perdieron sus influencias reguladoras. Jackson basó completamente sus teorías en sus observaciones de pacientes del London Hospital en Whitechapel y de algunas otros lugares. Consideraban la enfermedad neurológica como un “experimento natural” en el cerebro y nunca realizó ningún experimento en el laboratorio. ¿Qué tanto han permanecido esas ideas hasta los trabajos de los neuro-científicos modernos? La imagen de una jerarquía de tres niveles tiene todavía su atractivo. El cerebro mismo posee tres grandes subdivisiones: cerebro posterior o tallo cerebral, que contiene los sistemas de regulación autónoma como la respiración, la circulación y temperatura corporales; el cerebro anterior, asiento de la consciencia y decisiones voluntarias; y el cerebro medio que inicia el procesamiento de la información sensorial. Superficialmente, las vías del SN que controlan el movimiento también parecen conformarse al ideal Jacksoniano. Podemos hacer movimientos finos sólo si una secuencia de centros neuronales se activa. La médula espinal por sí sola, como Jackson lo sabía, puede dar inició sólo a movimientos reflejos. Hans Kuypers y sus colegas en el Departamento de Anatomía de la Universidad de Cambridge mostraron que las vías descendientes del tallo cerebral a la médula controlan los movimientos relativamente burdos de las extremidades y posibilitan que una persona consiga un blanco. Las vías descendientes de “cerebros superiores” de la corteza motora a la médula espinal, refinan estos movimientos y permiten a una individuo controlar separadamente sus dedos con precisión. El cerebelo, es la estructura profusamente convulsionada que se extiende alrededor del tallo cerebral, media entre los varios niveles. Pero las relaciones entre estos niveles no son jerárquicas, operan en paralelo y no en serie. Algunos tipos de enfermedades cerebrales acarrean la “disociación” del sistema, en el sentido que usó Jackson. El control fino se pierde primero que los movimientos gruesos de las extremidades o el control de la postura. En el Mal de Parkinson, por ejemplo, están dañados centros cerebrales que inician movimientos planeados. Este daño explica la dificultad del paciente para levantarse de una silla o para iniciar la marcha; pero el tremor y la rigidez característicos son más difíciles de explicar. Peter Mathews, del Departamento de Fisiología de la Universidad de Oxford, ha investigado con detalle la rigidez de la gente con Parkinson, identificando un posible mecanismo para ella. Sugiere que algunos cambios en el cerebro alteran la responsividad de las células en los niveles inferiores del sistema, la médula espinal. El resultado es que estas células híper reaccionan a los mensajes de los músculos, los cuales indican el grado de tensión que tienen y envían instrucciones reflejas para que los músculos se contraigan. Esta explicación se ajusta al esquema de Jackson de “liberación” de la actividad patológica en los centros inferiores, cuando los superiores están dañados. Mientras que las descripciones del sistema motor aún contienen elementos jerárquicos, la analogía de una estructura de comando autoritaria comienza a romperse cuando miramos el procesamiento que el SN hace de la información sensorial. Ei problema con una jerarquía es que necesita un ápice, como Jackson lo pensaba, tanto que iniciaba sus conferencias dibujando una pirámide en el pizarrón para representar la jerarquía funcional del cerebro. Quizás en la visión, como en ningún otro caso, tal ápice ha resultado terriblemente evasivo. No hay una región maestra en el cerebro que diga: “Ajá, así que esto es esto” en respuesta a los reportes subordinados de las regiones que analizan características de la imagen visual. Los programes computarizados que se realizaron en los años 50 y 60, se diseñaron para modelar la forma en que el cerebro reconoce patrones, e incluían algo así como un centro maestro de toma de decisiones. El cerebro se ha negado sistemáticamente a mostrar la existencia de un análogo neuronal. Aún en términos sociológicos, tal acción de toma de decisiones existe. Los teóricos computarizados ofrecieron, sin embargo, otros puntos de vista respecto a la organización de la información sensorial que ha resultado más provechosa. Introdujeron el concepto de procesamiento paralelo, por oposición al procesamiento en serie, tanto de los ciclos de retroalimentación positiva y negativa como de los sistemas interactivos. La aplicación de estos conceptos al sistema visual parece compensar las defectos de las nociones jerárquicas. Las técnicas que permiten el registro de células aisladas en las cerebros de animales y el hombre, han hecho posible mapear con detalle la forma en que el cerebro reconstruye su entorno visual. En las años 60 y 70 David Hubel y Torsten Weisel en la Universidad de Harvard, estudiaran las células de la corteza visual que responden progresivamente a patrones visuales más complejos: un punto de luz, una barra, una barra en movimiento, etc. Además, mostraron áreas visuales sucesivas, aparentemente especializadas en el análisis de aspectos particulares de la escena (designados como áreas V1 y V5). Las células en V1 reciben señales de la retina vía una estación de relevo que codifica la posición de los objetos en su espacio visual, y por sí mismas son sensibles a la localización de líneas simples y bordes. Las células V4 son sensibles a la longitud de onda y las V5 al movimiento. La proposición de una jerarquía Jacksoniana de lo simple a lo complejo parecía excelente para áreas visuales que pasan el mismo conjunto de datos de una a otra y determinan el análisis continuado. Pera las nuevas técnicas anatómicas revelan que la supuesta autocracia es al menos democrática y posiblemente anárquica, estrictamente en el sentido de no tener soberano. Nadie sugeriría que la corteza cerebral no está altamente organizada. Haciendo uso de las técnicas de marcaje que permiten trazar conexiones de un área a otra, Semir Zeki, del University College en Londres, ha encontrado que las relaciones de las áreas visuales no siguen una secuencia lineal. Mientras que las células en V1 envían terminales a V2, también las envían en forma paralela a V3, V4 y V5. Lejos de ser un simple analizador de líneas y bordes, V1 actúa como un centro de distribución donde diferentes aspectos del mundo visual: longitud de onda, movimiento, contraste, etc., son segregados antes de pasar a las áreas que se especializan en tales aspectos. ¿Cómo se recombinan estos mensajes segregados para dar una imagen reconocible? Aún es un misterio. Las áreas visuales se comunican entre sí y con otras partes del cerebro donde se han encontrado células que responde sólo a patrones con características complejas. Vernon Mountcastle, de la John Hopkins University, ha registrado células de la corteza parietal que responden a un punto luminoso en movimiento, ya sea hacia dentro del campo visual o alejándose de él (pero no en ambos) y en cualquier dirección. La explicación más plausible para esto se refiere a que las células están menos interesadas en los movimientos de los objetos per se que en su movimiento aparente relativo al observador. Edmundo Rolls de la Universidad de Oxford, registrando las células de la corteza inferotemporal, encontró que algunas responde al estímulo visual sólo si tiene significado para el animal, tal como una asociación con comida, por ejemplo. Estas observaciones demuestran que la información visual entra a redes en las que puede asociarse a información de muchas otras fuentes. Pero no hay, hasta donde podemos decir, una vía final común que reúna todos estos análisis parciales y reconstruya un todo significante. Es muy difícil hablar de “áreas visuales” circunscritas, cuando los aspectos de la visión reciben atención de todo el cerebro. Mientras que los neurólogos de la época de Jackson pensaron encontrar facultades particulares localizadas en regiones específicas del cerebro, los neuro-científicos de hoy están encontrando esas localizaciones más distantes y difíciles de lo que imaginaban. En su lugar, ahora se habla de “sistemas distribuidos” o “conjuntos codificadores”; redes de células actúan en concierto para producir una percepción, sensación o pensamiento. ¿Pero cómo es que la actividad de estos sistemas distribuidos construye nuestra experiencia del mundo? Con esto regresamos al viejo problema de la relación entre mente y cerebro. Para Jackson era obvio que los estados mental y nervioso tenían relación entre sí, pero no pudo explicar la naturaleza de tal relación (como tampoco pueden los neuro-científicos actuales). Se conformaba con proponer su “Doctrina de la Concomitancia”, un conjunto de afirmaciones cuya aparente claridad encubre una idea que es casi imposible de aceptar para el sentido común. Su doctrina afirmaba: primero, que los estados mentales son completamente diferentes de los estados neuronales; y aseveraba también que para el estado mental hay un estado neurológico correlativo sin que nadie conozca la naturaleza de la relación. Concluía que si bien los estados mentales neurológicos ocurren en paralelo, no se interfieren. Esta doctrina parece ser una proposición ambigua de la existencia separada de la mente y el cuerpo, aunque retiene cierta noción de interdependencia. Es raro encontrar en nuestros días un neuro-científico que esté preparado para continuar en la dirección de las nociones dualistas del filósofo francés René Descartes. Aquéllos a los que molesta en absoluto considerar el tema, tales como Pat Wall del University College de Londres, prefieren ver al organismo humano como una unidad global, siendo los eventos mentales simples manifestaciones observables de los eventos neuronales. Sin embargo, hay una notable excepción en la persona de Sir John Eccles, que ganara el premio Nobel en 1963 por sus estudios sobre la comunicación química entre las células nerviosas, quien en compañía del filósofo Karl Popper ha continuado tenazmente por el camino dualista y contra toda duda. Popper y Eccles hablan en términos de tres mundos de los cuales sólo dos nos conciernen aquí: el mundo 1 se refiere a las realidades físicas y el mundo 2, igualmente real, pero inmaterial, a los estados mentales. Mientras Jackson dudaba de que hubiese alguna influencia de los estados mentales sobre los neuronales, Eccles insiste en que tal circunstancia es posible. En su teoría, la mente auto-consciente selecciona información desde la “laison brain” de los eventos en el mundo 1 y provee la continuidad de experiencia en el mundo 2. Pero esto influye en las respuestas del cerebro mismo, según sugiere. Como Popper y Eccles reconocen en su libro “El Yo y su cerebro” (Springer, 1977), esta sugerencia viola las leyes fundamentales de la física. No teniendo materia la mente, no puede influir al cerebro material. Eccles, sin embargo, cree que el problema se resuelve ahora con la mecánica cuántica. Al nivel de lo muy pequeño, los cambios en la probabilidad no implican en sí mismos ninguna transferencia de material a energía. En el SN el sitio ideal para tales mecanismos es la sinapsis, la unión entre dos células, donde pequeños paquetes de transmisor químico son liberados en forma probabilística. La mayor parte del pensamiento neurobiológico corriente identifica la sinapsis como el lugar donde tiene sus bases el aprendizaje y la memoria. La mente, concluye Eccles triunfal, ejerce sus efectos incluyendo la probabilidad de que los paquetes de neurotransmisor sean liberados. Muchos aún están esperando quedar convencidos y, aunque el problema mente-cerebro ha mantenido ocupados a los filósofos durante siglos y probablemente continué haciéndolo, para la mayoría de los neuro-científicos apenas se trata de un punto a discusión. La mente auto-consciente es un concepto intuitivamente atractivo que condiciona la selección e integración de la experiencia sensorial. Al abandonar las jerarquías de Jackson en favor de los sistemas distribuidos se remueve la necesidad de un depositario último, con autoridad dentro y fuera del cerebro. El cerebro se informa sólo así mismo y además se reconstruye a la luz de su existencia. Como una jerarquía sin límites, surge un estado nuevo, igualitario y auto-definido. |
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* Traducción de Hortencia González del artículo original publicado en New Scientist, 9 de enero de 1986. | ||||||||||
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Nota de los editores | |||||||
En busca de las raíces de nuestra educación. A nivel estudiantil y magisterial la Facultad jugó un papel histórico; 1968 orientó muchos de los cambios que se dieron en los años 70 según nos relata Salvador Martínez Della Rocca* en esta segunda entrevista. En la entrevista anterior se hablaba del 16 de septiembre, cuando el movimiento está en auge y comienzan también las señales de represión más agudas. Mencionaste la entrada del ejército a la Universidad. Sería interesante que nos relataras qué sucesos se dan: ¿por qué una represión tan violenta, tan impresionante en contra de los estudiantes?, ¿cuál es la reacción de la Universidad y del propio pueblo? Después de que el ejército toma la ciudad universitaria, se da una ofensiva por parte del Estado a través de la Cámara de Diputados para exigir la renuncia del rector Barros Sierra; lo que es muy interesante resaltar es que quien encabezó esa campaña en aquel entonces era el presidente de la Cámara: Luis M. Farías. Esto es importante porque todavía el año pasado éste hizo algunas declaraciones en contra de Barros Sierra. Era evidentemente como todos los personajes de la política mexicana, que de anunciar Glostora en la televisión, pasó a diputado y a presidente de la Cámara. Esto lo señalo porque, imagínense anunciadores de una brillantina hablando de cuestiones académicas de este país. Como que queda muy claro los pesos que existían entre un personaje de la envergadura de Javier Barros Sierra y un pobre diablo anunciador de brillantinas. Después de la toma de C.U., se vino una ola de protesta impresionante de todos aquellos sectores egresados de la Universidad, que trajo como consecuencia que el hecho de haber tomado la C.U. rápidamente se transformara en una violenta derrota de Díaz Ordaz, porque el movimiento ganó más consenso, más apoyo, más voluntarios. Días después se tomó el Casco de Santo Tomás. En esa época al no existir en la Universidad un espacio donde los estudiantes pudieran reunirse, la protesta se vuelca a las calles. El movimiento no se desorganizó, porque las brigadas se habían transformado en brigadas permanentes; las brigadas ya eran cuerpos de brigadistas constantes, permanentes: por tanto ya no requerían de un lugar para reunirse. En esta época —y no me quedo corto al decirlo— la ciudad de México parecía que estaba en guerra civil. Enfrentamientos de granaderos con estudiantes por todos lados, en todas las calles, que si en Félix Cuevas esquine con Insurgentes, en Avenida Politécnico, en todos lados los granaderos salían perdiendo, eran muchos estudiantes. ¿Cómo se relacionan entre sí las brigadas? ¿Se organiza espontáneamente la gente? Mira, en realidad esa fue una forma automática y espontánea de coordinación, así con detalle no lo podría decir. Lo que sí diría es que lo que se miraba en la ciudad era una coordinación impresionante. Los mismos estudiantes, los coordinadores de brigadas se encontraban en la calle y quedaban de reunirse en ciertos lugares. Existían reuniones de brigadistas en casas de familias, etc. Todas estas cosas son muy importantes porque demuestran le capacidad motinera del pueblo mexicano. Y cuando digo capacidad motinera, no lo digo peyorativamente; es una larga tradición de nuestro pueblo. Después de la toma del Casco de Santo Tomás se aproximaba el día de inauguración de las olimpiadas. Hay un desplegado en donde se nos hace ver que es necesario llegar a un arreglo, porque las olimpiadas se avecinan. Lo que sí es cierto es que el gobierno se percató de que tomando las instituciones de educación superior: el Casco de Santo Tomás y la Universidad, el movimiento no se frenaba, sino que se agudizaban las contradicciones. En esta situación el Consejo Nacional de Huelga (CNH) lanza toda una campaña de apoyo a Barros Sierra, para que la Junta de Gobierno no aceptara la renuncie de éste. ¿La Cámara de Diputados le exige la renuncia a Barros Sierra?, ¿lo presiona? Sí, lo presiona la Cámara de Diputados para que renuncie. Entonces Barros Sierra renuncia con una carta histórica, donde acusa a la Cámara de Diputados de ser “personajes menores” de la alta política mexicana; que en este país todo mundo sabe a quién responden. Fue una denuncia histórica, porque un hombre del sistema político mexicano denunciaba al propio sistema. Fue una denuncia valiente. Barros Sierra lanza su carta, el CNH le pide a la Junta que no acepte la renuncia, y es un triunfo del CNH el que ésta no aceptara la renuncia de Barros, y por lo tanto fue una violenta derrota política de Díaz Ordaz. Lo interesante del asunto es que para el día 1o. de septiembre los militares tienen que desalojar Ciudad Universitaria. Es curioso esto porque a Barros Sierra le piden que venga para que se le entregue la Universidad y él declara que nunca les pidió que entraran y que por lo tanto no tenía por qué venir a recibir la C.U. Más tardó en salir el ejército de C.U. cuando el CNH hace una sesión de inmediato y un mitin impresionante. No obstante que yo para esa fecha ya estaba en la cárcel, me enteraba absolutamente de todo. Había compañeros de Ciencias que permanentemente nos iban a ver y nos informaban de todo. Leíamos la prensa. Teníamos tiempo de sobra para leer, no sólo un diario, sino todos los diarios. Puedo decir que casi lo viví, pues al estar dos años y medio en Lecumberri con Gilberto, con Raúl, con toda la grilliza de la época, podrán imaginar que todos los días le dábamos vuelta y vuelta al asunto, conversando sobre tal y cual acontecimiento. Yo creo que me enteré de más cosas estando en Lecumberri que si hubiera estado afuera, porque en la cárcel “hospedado ahí” uno se enteraba de lo que les había sucedido a todos. Si tú estás afuera, te enteras de lo que te sucedía a ti y de lo que le sucede a algunos, pero estando allí te enteras de lo que les sucedió a los de la ESIME, los del Poli, los de Físico Matemáticas, los de las Prepas, etc. ¿Encarcelan entonces a muchos de los dirigentes y la movilización continúa? Sí, a mi me agarraron el 28 de agosto con diez compañeros de la Facultad de Ciencias y uno del Poli. De los que me acuerdo son: Juan Estrada, actual profesor del CCH Sur, Javier Raggi, un cuate que dicen “el galán” que se apellida Zúñiga, Takajico Kayashaki; Jean Paul Manuel Signoret y otro apellidado Camarillo. El movimiento de 1968 luchaba por la libertad de los presos políticos. Nosotros fuimos la segunda generación en caer presos, la primera fue la del 26 del julio; después cayó Eli de Gortari, entre toda la gente que tomaron presa el 18 de septiembre cuando entró el ejército a Ciudad Universitaria. Lo que es muy lindo de la Facultad es que en todo el período en el que estuvimos en la cárcel, no huno un solo día en que nos dejara de llegar comida. Todos los días nuestra Facultad nos mandaba comida, no para Gilberto y para mi, sino para más de 15 compañeros. Durante 2 años y 6 meses y 3 días en Lecumberri, gracias a la Facultad de Ciencias, no hubo un solo fin de semana que no llegara nuestro dinero que repartíamos a los compañeros más pobres que estaban en nuestra crujía. No hubo un solo día en que no asistieran grupos cada vez más amplios de compañeros a visitarnos, yo quiero concluir diciendo esto: nosotros como representantes de la Facultad de Ciencias, que finalmente quedamos Gilberto y yo en Lecumberri, siempre nos sentimos con todas las espaldas cubiertas y con todas nuestras necesidades cubiertas y no nada más las nuestras sino de otros compañeros pobres o compañeros que sus padres no estaban en el Distrito Federal. Esa es una parte muy bonita de la historia de la Facultad. En la cárcel también me enteré que se hizo un mitin en Ciudad Universitaria, cuando el ejército desalojó las instalaciones. El Estado nombró una comisión de dos individuos: Andrés Caso y Jorge de la Vega Domínguez, y se pidió al CNH que nombrara una comisión para iniciar el diálogo; pasó el día primero de octubre. ¿Jorge de la Vega, el actual presidente del PRI? Sí, él fue uno de los enviados. Barros Sierra propuso por cuestiones de garantía y seguridad que la reunión se hiciera en su casa. Andrés Caso tenía confianza en Barros Sierra porque era su amigo, entonces el CNH nombra tres miembros para esa comisión de enlace: Gilberto Guevara Niebla (FC), Luis González de Alba (Filosofía) y Anselmo Muñoz de la ESIME. Se hizo la reunión —muy rápida— según me contó Gilberto (y me lo contó muchas veces) y me lo dijo Luis González y Anselmo. Ellos llegaron a la casa de Barros Sierra y Jorge de la Vega de inmediato, siguiendo toda una tradición priísta le dijo: “bueno, nosotros aquí somos amigos, venimos para platicar, a ver si nos podemos poner de acuerdo”. Gilberto Le increpó diciéndole: “mire, en primer lugar, no somos amigos, y en segundo lugar no venimos a platicar. O ustedes traen una propuesta concreta de solución al conflicto o aquí se termina la conversación”. De la Vega dijo que no traía ninguna propuesta, a lo que Gilberto contestó: “aquí se rompe la conversación, cuando ustedes traigan una propuesta concreta iniciamos el diálogo”. Puede extrañar la respuesta tan violenta de Gilberto, pero en realidad habían una larga tradición en el sistema político mexicano de arreglar las cosas en conversaciones de alcoba. En el movimiento de 1968 eso no funcionaba, porque aunque estos tres compañeros lo hubieran aceptado, tenían que ir a discutirlo al CNH. Además, es claro que ninguno de los tres hubiera aceptado nada y la prueba histórica está en cómo Gilberto cortó de tajo la conversación. Bueno, se regresaron al CNH e informaron. Al otro día estaba citado un mitin en Tlatelolco, el 2 de octubre. Después del mitin, se suponía que iba a haber una marcha de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás para desalojar a los últimos sardos que quedaban. Como el Estado ya había dado, al menos los primeros pasos hacia la posibilidad de resolver el conflicto, entonces el CNH iba a suspender la manifestación, también como muestra de buena voluntad y predisposición para llegar a un acuerdo. Bueno, lo del mitin ya lo saben ustedes; a las 5:30 p.m., había más de 10000 gentes, surge una luz de bengala de un helicóptero, empieza la masacre harto conocida. El CNH es detenido en masa, los líderes más importantes son detenidos y se inicia la debacle del movimiento. Detienen a más de 10000 gentes en el campo militar, los someten a tormentos muy violentos; simulacros de fusilamiento, simulacros de castración; cosas que a mucha gente le parecen insólitas en un país con la apariencia democrática de México. Días después de la masacre hay una declaración de Perelló en términos de que el ejército había disparado la primera media hora balas de salva. Independientemente de que sea cierto, lo cual ya era muy grave declararlo en aquel entonces, yo me niego a aceptarlo; además Perelló no estaba allí por principio de cuentas, él estaba en la casa de Andrés Caso, escondido, y no lo digo peyorativamente, pues la cosa estaba bastante grave, pero lo que sí fue poco afortunado es que hiciera la declaración a ocho columnas, aprovechando toda la prensa. Declaró que a las balas de salva, el ejército encontró respuesta a balazos y que entonces el responsable no era el ejército, sino los que respondieron a éste, que eran los estudiantes. Esa es la lógica que conlleva ese tipo de declaraciones irresponsables. Después a espaldas de los estudiantes se declara una “tregua olímpica”, la declaró Perelló prácticamente. ¿En ese momento el movimiento está desorganizado?, ¿el CNH está en la cárcel? El CNH está en la cárcel. La represión juega su papel político, se dispersa a la gente, se atemoriza. Pero los mecanismos con que a partir del 2 de octubre en adelante el CNH empezó a tomar resoluciones eran totalmente a espaldas de las masas. Eso fue sentando un precedente que más adelante explicaré. Para la tregua olímpica, el día 4 de noviembre se llama a una mitin en el Parque del Carrillón, en donde se propone también por parte de Perelló el regreso a clases. Se vota, y más de 20000 gentes votan que no; sin embargo, el movimiento iba en total picada. El problema era estar tomando decisiones a espaldas de las masas, que conlleva a que se estén rompiendo, incluso, las condiciones para una retirada organizada. Cuando digo esto me refiero a lo siguiente: los estudiantes en el triunfo o en la derrota debieron haber terminado unidos, porque la unidad y la organización en la retirada es lo que da capacidad de respuesta organizada a futuro. Como estas medidas, no se tomaron, el movimiento levantó le huelga totalmente desorganizado y sin capacidad de respuesta. A esto es a lo que llamo —de alguna manera — una derrota política. Sin embargo, todo lo sucedido tuvo un costo político muy fuerte para el gobierno. ¿Por qué se decide a hacer una matazón tan tremenda que rompe toda una imagen demagógicamente conservada?, ¿por qué una represión en un lugar que está en el centro de la visión de todo el mundo?, ¿por qué se decide a pagar un costo tan alto? Ahora que me preguntan eso, tengo aquí en mis manos el original de un libro que en una hora voy a entregar a la editorial. Precisamente en sus últimas páginas de este libro que se llama “Estado y Universidad, 1920-1968”, dice: “Es claro que el movimiento estudiantil popular de 1968 fue una respuesta de un sector muy importante de la desarticulada sociedad civil mexicana a una crisis de un modelo de hegemonía cuya manifestación más evidente era el uso cada vez más frecuente que el Estado hacía de sus aparatos coercitivos para resolver los conflictos políticos que se presentaban. La lucha de 1968 mostró que el Estado Mexicano había perdido a los sectores medios urbanos como sus tradicionales clases de apoyo, fenómeno éste que se puede observar nítidamente en la revelación de los burócratas que se suscitó en el Zócalo, en el acto de desagravio a la bandera. Esta pérdida de consenso y legitimidad del Estado Mexicano, aunado a la incapacidad de éste para ofrecer condiciones políticas favorables a demandas planteadas desde fuera de su sistema político de dominación por sectores sociales independientes, es lo que explica en parte que la solución estatal al conflicto de 1968 haya sido el terror y la violencia. Un movimiento cuyas demandas no eran propiamente académicas sino que trascendiendo el marco corporativo fue capaz de sintetizar en un pliego petitorio y de articular en torno a él a amplios sectores de la población, cuyas exigencias de un mínimo de democracia para nuestro país, siguen siendo hasta la fecha un reclamo nacional. ”Un movimiento cuyas formas de organización y participación política rompía con todos los vicios tradicionales de un caduco, corrupto y deteriorado sistema político mexicano, no pudo hallar otro desenlace que el de aquella triste tarde del 2 de octubre de 1968, en donde el Estado autoritario impuso sus soluciones. ”Sin embargo, como todas las grandes derrotas históricas, aunque no tuvo la capacidad de reorganización y de respuesta a la violencia estatal, y no obstante que no encontró la forma de darse continuidad orgánica, el movimiento estudiantil popular de 1968, ha dejado una huella imborrable en el desarrollo de la configuración de nuestra nación.” Ahora bien, como esto es muy largo, les puedo leer algo sobre la importancia que tuvo el movimiento a futuro, que es finalmente lo que me preguntan. "Prácticamente aterrizando en el aeropuerto “Benito Juárez” después de un autoexilio de 17 años, un conocido ex dirigente estudiantil, Marcelino Perelló declaró a la prensa que el movimiento de 1968 no había creado ideología. Si por ideología entendemos un conjunto de ideas y creencias, representaciones, omisiones, juicios y prejuicios a través de los cuales los hombres adquieren consciencia de sus problemas y los resuelven; el movimiento de 1968 no sólo creó ideología, sino toda una nueva concepción de fondo y sentó las bases para el desarrollo, de amplios sectores de la sociedad, de un largo proceso de reforma intelectual y moral. A partir de l968, el marxismo y sus diversas corrientes pasan a formar parte constitutiva de los currículos universitarios. Cosa que antes no existía ni de relajo. A partir de entonces los jóvenes ya no sólo cuestionan, sino que modifican cada una estructura de valores, incluyendo las más tradicionales y difíciles de cambiar como son las concepciones sobre la vida sexual. A partir de ese histórico año, se produce toda una generación de intelectuales mexicanos que han incidido en diferentes áreas de conocimiento, de manera significativa, planteando nuevos problemas o replanteando viejas temáticas con distintas perspectivas. Así, la obra de Arnaldo Córdova, de José Ma. Calderón, de Juan Felipe Leal, de Salvador Hernández y muchas otros más como Carlos Pereira, Rolando Cordera, Carlos Monsiváis, Héctor Aguilar Camín, Sergio Sermeño y desde luego Pablo González Casanova no pueden desvincularse de aquellos acontecimientos. Tampoco nos explicamos a Elena Poniatowska, Luis González de Alba, José Ma. Pérez Gay, al propio Gilberto Guevara fuera de aquellos trágicos sucesos”. De esta manera, el 68 ha dejado huella en el arte, en el cine, en la ciencia, en la literatura, en la política. Los cuestionamientos a la Universidad, el surgimiento, la proliferación de nuevos partidos, la permanente búsqueda de nuevas alternativas son una consecuencia directa del movimiento estudiantil popular de 1968, y luego narro una serie de acontecimientos que nos sucedieran en la cárcel. “Durante el mes de noviembre de 1968, un joven locutor de una conocida estación de radio, dedicaba todas las noches a ‘sus cuatachos, los estudiantes que están presos en Lecumberri, la canción Born Free (Nací Libre)’, y efectivamente las rebeliones estudiantiles de los años 60, la masacre del 10 de junio, los movimientos políticos en la UNAM contra los intentos de modificaciones al Estatuto; los proyectos educativos alternativos en Guerrero, Puebla, Zacatecas y Sinaloa. Las luchas de los estudiantes y profesores de las Universidades de Nayarit. Chihuahua, Baja California, Yucarán, Nuevo León, etc.; así como el autogobierno de Arquitectura, cogobierno de Economía, los Consejos Departamentales en Ciencias, las luchas contra los rechazados; el sindicalismo universitario e incluso la guerrilla urbana, que durante la década de los 70 se desarrolló en varias regiones del país. Todos los movimientos políticos contestatarios, responde, sin lugar a dudas a una permanente búsqueda de democracia y libertad. A pesar de sus limitaciones, aciertos, errores y desviaciones, estos conflictos han incidido en el proceso de conformación nacional; modificaciones al modelo hegemónico tales como apertura democrática y la reforma política no se explican al margen de estas luchas, parecería ser pues que nuestro amigo locutor tenía más visión política que Marcelino”. Lo que es importante señalar es lo que pasó después del 68. Todo lo que es 69, 70 y parte del 71 son años donde prácticamente ser estudiante era un delito. La forma en que se desarticula el movimiento estudiantil trae como consecuencia dos elementos importantes de destacar: por un lado, la masa aterrorizada y por otra lado, la radicalización de algunas vanguardias, que hacen de los Comités de Lucha su forma de organización, que los legitima a pesar de que no están legitimados por las masas. Entonces ellos acusan a la masa de reformista. Esto es muy delicado, porque de aquí se da un salto al desarrollo de una guerrilla urbana en México. Si se fijan, así como la guerrilla rural está encabezada por puros maestros normalistas: Lucio Cabañas, los Gamiz, Genaro Vázquez (egresado de la Normal Superior), la guerrilla urbana surge después de la violenta represión al Instituto Politécnico Nacional en 1956 y la persecución a los maestros normalistas rurales que encabezaban luchas campesinas. De esta forma los maestros normalistas se suben a la sierra, de la misma forma, si se observa bien, toda la guerrilla urbana que se desarrolla en el D.F., en Monterrey, en Guadalajara, son puros estudiantes y profesores, que asumen la guerrilla como forma de lucha argumentando que con la masacre del 68 y después con la masacre del 10 de junio, las formas legales de lucha estaban cerradas. En realidad es totalmente explicable el surgimiento de la guerrilla, incluso en términos morales es justificable, tal vez en términos políticos podríamos discutir si es o no una línea viable. Aunque yo me niego a discutir las políticas en abstracto; y me niego a discutir un línea política, porque en un país tan heterogéneo como el nuestro, económica y políticamente, formas de lucha que son válidas en Guerrero, no necesariamente son válidas en Jalisco o en el D.F. Pero en lo que quiero centrar la atención es en cómo la historia, incluso la historia de la guerrilla en nuestro país no está desvinculada de la historia de los movimientos estudiantiles. La historia de los movimientos estudiantiles es, en última instancia, donde encontramos la explicación. Cuando hablo de historia del movimiento estudiantil, me refiero a cómo el Estado lo resuelve: con permanentes y violentas represiones. El movimiento estudiantil, en toda esa época entra en una debate, aparentemente simplista. Por un lado, los que dicen que hay que quitarse la corbata y el saco e irse a la guerrilla, con el argumento de que las formas legales estaban clausuradas. Y por el otro, compañeros de la Facultad de Ciencias, algunos compañeros de Economía y de otras escuelas que pugnaban por crear una organización nacional de estudiantes y sacar adelante un programa de lucha. Cuando nosotros salimos de la cárcel algunos compañeros salen exiliados a Chile. En realidad primero al Perú y después a Chile, y de nuevo la Facultad de Ciencias tuvo un papel histórico: el apoyo permanente en centrar la lucha por la liberación de los presos políticos durante dos años y medio y después, el centrar la lucha en la demanda de los expulsados del país conllevó a que hubiera un auge del movimiento estudiantil. En esta debacle, hubo —como en las crisis— un ciclo largo y una onda corta de auge, pero lo que sí es verdad es que el acto que hicimos cuando Gilberto, Raúl y el Búho regresaron de Chile fue verdaderamente impresionante. Miles y miles de estudiantes y profesores fuimos al aeropuerto a recibirlos y hubo un mitin de bienvenida en el auditorio “Che” Guevara, que bueno, hasta me emociono cuando lo recuerdo. Hubo una reunión de prácticamente todos los compañeros que habíamos participado en el 68; Roberto Escudero regresó de Chile con ellos, él era de Filosofía, sólo que no fue detenido el 2 de octubre, sino meses después salió para Chile exiliado. Cuando Gilberto, el Búho y Raúl llegaron a Chile se lo encontraron allá y anduvieron con él y se lo trajeron de regreso y desde entonces el “Roberto” anda circulando en este país. Pues esa es parte de la historia. La otra fase es la participación de la Facultad de Ciencias en la expulsión de Castro Bustos y Falcón. ¿Qué fue lo que sucedió en esa lucha? Cuando González Casanova llegó a la Rectoría —que fue un triunfo del movimiento del 68— por allá por junio o julio de 1972, un policía que se llamaba Castro Bustos y un loco político que se llama Falcón se apoderan de la Rectoría. Es toda una historia que tiene que ver con el deterioro de los comités de lucha y las formas de radicalización de que yo te hablaba. El comité de lucha de Derecho se transforma en un comité de provocadores, en donde andaba Falcón, el “Ferrín”, un traficante de drogas y un conjunto de compañeros que creían que esa era la línea. Nosotros los llamábamos “guerrilleros con autonomía”, porque andaban armados por toda C.U. atemorizando a la gente. Iban a la Facultad de Ciencias a buscarme con metralleta en mano. Hubo una vez una asamblea impresionante en la Faculta de Ciencias, que la pueden narrar Luis de la Peña y Manuel Peimbert. Estaban también allí Miguel Brezeda, Emilio Reza, Roberto Escudero y Ángel Heredia. Llegó el grupo de Falcón, metralleta en mano, cuando estaba yo hablando, y se me pararon a un lado apuntándome. Recuerdo esto muy emocionado porque Luis de la Peña se quitó los lentes y Manuel Peimbert se quito los lentes y el saco, los dos vinieron y se pusieron entre mi y el cañón de la metralleta; cosas lindas de la Facultad que son de mucha solidaridad, que independientemente de discrepancias políticas, en los grandes momentos, la gente de la Facultad tiene claro lo que hay que hacer. Finalmente, expulsamos a esos vándalos que habían tomado la Rectoría. Cuando esto sucedió, González Casanova tuvo que irse a la Preparatoria 1 a trabajar. La Facultad de Ciencias fue la que encabezó la lucha contra el vandalismo, con apoyo de Economía y de muchas escuelas. Compañeros como Miguel Brezeda y Alejandro Álvarez, entre otros, se concentraban con nosotros en Ciencias. La gente del Partido Comunista no hallaba cómo desligarse de ese grupo vandálico porque miembros del Partido como Pedro del Castillo encabezaban ese grupo que era comandado por Chón Pérez, viejo dirigente del Partido Comunista. Finalmente, empezamos a lanzar una campaña en toda la Universidad para expulsar el porrismo de izquierda de ella, porque ya miembros de un viejo grupo porril, que se llamaba “Pancho Villa”, andaban metidos en el Comité de Derecho. Nosotros habíamos organizado a la Facultad contra los ataques de los porros, reconectando las chicharras y poniendo 50 palos en cada salón. Cuando los porros llegaban, nosotros sonábamos las chicharras y salían 2000 estudiantes de la Facultad con palos; nunca lograron entrar. Esto es parte del proceso de deterioro de los comités de lucha como formas de organización, que en Ciencias nunca se dio. En esta escuela siempre se buscó que los organismos de dirección política estuvieran respaldados por las bases. El final de estos breves acontecimientos porriles coincide con la huelga del STEUNAM. González Casanova, renunció, pero ello fue posterior a la expulsión de los porros de izquierda de la Universidad; esto último se dio en Ciencias Políticas. Hicimos un mitin en el que habló el viejo Ludlov de Ciencias Químicas y Venadero, un compañero de Políticas al que llegó Falcón a decirle: “el miércoles a las 6 de la tarde vamos a matarte en Ciencias Políticas”. Entonces dijimos “ya basta de discusión política”, llamamos a las masas y los esperamos en el auditorio de Ciencias Políticas en donde se dio un debate. En esa ocasión, yo hablé acusándolos de policías y la mejor demostración fue que Primo F. Flores, secretario particular de Rubén Figueroa acababa de sacar a Castro Bustos a Panamá. Los hicimos añicos políticamente; ellos quisieron hacer uso de la violencia, sólo que en esta ocasión les fue muy mal. Para hablar en plata, les pusimos una madriza de antonomasia y hasta la fecha no han vuelto a resurgir esos grupos en la Universidad. Como parte de este proceso, la Facultad de Ciencias, llamó a la constitución de Comités de Defensa de la Universidad esencialmente formados por profesores. Estos comités se empiezan a reunir y como resultado de esto surge el Consejo Sindical. Todas las reuniones del Consejo se hacen en la sala de proyecciones de la Faculta de Ciencias y de ese Consejo surge el SPAUNAM, en donde la Facultad jugó un papel importante. Ya para terminar, en agosto de 1973 la policía entró a buscar porros en la Universidad, convocada por Soberón. Fue el primer Rector que en 400 años de historia de la Universidad llamó a la policía. A los que detienen no son a los porros, sino a Hugo Gutiérrez Vega, Manuel Márquez y a Gerardo Estrada. Entonces, viene la protesta de nuevo y esto coincide con el cambio de director de la Faculta de Ciencias. Nosotros establecimos un procedimiento democrático en el que tres candidatos se presentaban en una Asamblea General y se comprometían a llevar a cabo un proyecto de transformación de la Facultad. Participó el maestro Cifuentes, Vinicio Serment y otro, Los tres firmaron el documento ante la Asamblea que presentamos los estudiantes. Se da así origen a los Consejos Departamentales, que son la forma actual de gobierno. Es nombrado director el maestro Cifuentes. A partir de ese momento yo dejé de hacer política estudiantil para hacer política sindical. La historia de la Facultad de Ciencias es muy linda, de mucha combatividad, unidad y claridad, y estoy totalmente convencido de que en los sucesos que se avecinan una vez jugará un papel histórico. |
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Salvador Martínez Della Roca Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. |
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Rodolfo Martínez y Romero | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Las teorías contemporáneas de unificación de fuerzas han sido construidas usando simetrías abstractas. Los avances teóricos han predicho la existencia de partículas elementales hasta hoy desconocidas.
Introducción La supersimetría ha atraído una enorme atención por parte Durante mucho tiempo se dijo que la supersimetría era una teoría interesante, pero que tenía que ver muy poco o tal vez nada con la realidad. Sin embargo, los últimos desarrollos de esta teoría han cambiado por completo el panorama, basta citar como ejemplo la cuerda heterótica (algunos malignamente le dicen autoerótica) que da como límite de bajas energías a las representaciones no lineales de las teorías supersimétricas, resultados compatibles con la física ya conocidas3 que se ajustan perfectamente a las partículas e interacciones sin predecir nada descabellado (sólo duplican el sector de Higgs)4, etc. Más aún, la supersimetría empieza a incidir en otras zonas de la física, como por ejemplo la mecánica estadística. Así, hoy se sabe que una mecánica cuántica supersimétrica es equivalente a un proceso estocástico.5 ¿Pero qué es supersimetría o susy, nombre femenino que atrae a los físicos. Para entender a la supersimetría conviene discutir primero qué es una simetría. Todo el tiempo estamos en contacto con ella y algunas nos son muy familiares, tenemos como ejemplo las geométricas. Un balón de fútbol que es redondo por todos lados y no cambia cuando lo rotamos, o un cuerpo humano que tiene 2 ojos, 2 brazos, 2 piernas, etc. (bueno, al menos la mayoría) son casos de simetrías geométricas. Existen también simetrías dinámicas relacionadas con el tiempo, como puede ser el ritmo de una sinfonía o el ciclo día y noche. Estas simetrías las podemos observar directamente y podríamos llamarlas —abusando del lenguaje— “concretas”. Pero existen otras simetrías no relacionadas directamente con nuestra experiencia diaria y que podríamos llamar “abstractas”, como son las simetrías de espín isotópico y las simetrías de norma. Las simetrías han jugado en la física un papel verdaderamente fundamental. Una de las razones de esto, radica en un resultado encontrado por la matemática Emmy Noether, ella dice que a cierto tipo de simetrías le corresponde una —o varias— cantidades conservadas. Así, si uno tiene una teoría física simétrica con respecto al origen del tiempo, o dicho de otra manera, que sea invariante bajo traslaciones en el tiempo, entonces la energía del sistema se conserva. Si es invariante bajo traslaciones, entonces lo que se conserva es el impulso.6 Pero no es la existencia de cantidades conservadas asociadas a la simetría lo único que hace a éstas interesantes. Hay muchas propiedades que se pueden deducir de la teoría de grupos, que es el lenguaje matemático de las simetrías. Por ejemplo, en el caso del espín isotópico ya citado, la teoría física se construye de tal forma que tenga la simetría abstracta del grupo que los físicos llaman SU(2). Este grupo se puede visualizar en algún sentido como un grupo de rotaciones en tres dimensiones. Tomemos el caso de las partículas p1, p2 y p0 (mesones p), que se encontraron por primera vez en la radiación proveniente del espacio, llamada radiación cósmica. El modelo matemático, simétrico bajo las rotaciones de SU(2), coloca a los tres mesones en un triplete como en el de la figura: figura la simetría dada por SU(2) pide que las masas de los tres mesones sean iguales. Los datos experimentales revelan que la masa de p2 es de 139 Mev, la de p1 139 Mev y la de p0 135 Mev. Lo cual es una buena aproximación.7 La razón de que el resultado no sea exacto radica en la presencia de objetos cargados eléctricamente en todo el universo. Esta simetría no es exacta, sino que se encuentra parcialmente rota. Otro ejemplo interesante de simetría abstracta son las teorías de norma.8, 9 Aquí la simetría está íntimamente relacionada con la teoría, al grado tal que le de forma. La idea consiste en establecer la simetría pero localmente, es decir, pedir que las transformaciones de simetría sean diferentes en cada punto del espacio y del tiempo. Las teorías de norma se pueden ilustrar con el ejemplo del globo. Si tomamos un globo donde el espesor del hule es siempre el mismo, al inflarlo lo que obtenemos es una esfera, y es por supuesto invariante bajo rotaciones “globales” (pero no globales de globo sino que el ángulo de rotación no depende ni del espacio ni del tiempo, sino que es constante). Además, el campo de fuerza que mantiene su forma al globo, tiene también una simetría esférica. Si ahora suponemos que el globo está formado por un hule cuyo grosor cambia en cada punto de éste, entonces al inflarlo no obtendremos más una esfera, podemos obtener por ejemplo una salchicha y el campo de fuerza no tiene la simetría esférica. Algo análogo sucede con las teorías de norma. Al pasar de una teoría invariante bajo una simetría global a una simetría local, es necesario introducir nuevos “campos de fuerza”, que los físicos llamamos campos de norma, para poder mantener la simetría. Lo interesante en este asunto es que de paso entendemos las características y estructuras de los campos de norma. Así, conocer la simetría de una teoría (simetría del tipo de norma, o sea simetría local) nos permite conocer el campo o los campos de fuerza asociadas a éstas y por lo tanto, conocer a la teoría misma. Este procedimiento es además relativamente sencillo porque en lugar de tratar de cubrir los intrincados aspectos de una teoría física, basta con conocer su simetría, para tener toda la información. Conviene señalar que estas simetrías de norma incluyen al electromagnetismo invariante bajo rotaciones en un plano (denotadas por U(1)), y a la interacción débil, responsable de ciertos aspectos de la radioactividad que hoy se sabe que junto con el electromagnetismo forma parte de una teoría más general llamada electrodébil, y en cuya simetría aparece de nuevo el grupo SU(2) del espín isotópico ya mencionado anteriormente (parece ser que SU(2) es un grupo bastante popular entre los físicos). Dentro de las teorías de norma también hay que incluir a la cromodinámica cuántica que es la teoría del núcleo del átomo. Tal vez hasta sea posible unificar al electromagnetismo, a las interacciones débiles y a la cromodinámica cuántica en una sola teoría como ya se hizo con el electromagnetismo y las interacciones débiles, para esto bastaría conocer la simetría unificadora. La idea central de la unificación es que exista un grupo que describa las simetrías de las tres interacciones. Así, cuando el universo se formó y aún estaba muy caliente, las tres interacciones eran en realidad una sola, pero a medida que el universo se fue enfriando, cada interacción se “separó” de las otras actuando por su cuenta y actualmente se presentan independientes una de otras. Para probar las teorías unificadoras se están construyendo nuevas generaciones de aceleradores como el SLC (Stanford Linear Collider) en los E.U., o el LEP (Anillos de Colisión Gigantes) en el CERN en Suiza. Estos aceleradores permitirán crear las condiciones que prevalecían en el universo cuando éste sólo era un bebé.10 Finalmente, es necesario señalar que la gravitación también es una teoría de norma, aunque de un tipo muy distinto a las señaladas anteriormente.
En todas estas simetrías hay, sin embargo, un punto que ha molestado a los físicos durante muchos años; se trata del espín. El espín es una de las características de las partículas que los físicos llaman números cuánticos. El espín en sistemas macroscópicos clásicos es en realidad un giro. Así las cosas, el espín es un giro pero para el mundo microscópico. En ciertas unidades el espín de las partículas resulta en un caso ser un número entero como el 0, 1, 2, etc., o en el otro caso resulta ser un número semientero como el 1/2, 3/2, etc. Cuando una partícula tiene un espín entero se le llama bosón, y cuando el espín es semientero se le llama fermión. Ahora bien, los bosones y los fermiones son muy diferentes entre sí; los bosones son más bien “democráticos”. Uno puede tener cuantos bosones desee con las mismas características de energía, espín, momento angular, etc., en un sistema dado. El fermión en cambio, no permite otro igual en el mismo sistema, es un “aristocrático” que obedece el famoso “principio de exclusión” de Pauli, el cual sostiene precisamente que dos fermiones con iguales características no pueden existir en el mismo sistema. Este principio de exclusión es en realidad el equivalente microscópico de que dos objetos no pueden ocupar el mismo lugar en el espacio.
Bosones y fermiones son entonces muy diferentes, y los sistemas compuestos de bosones se van a comportar muy diferentemente a sistemas de fermiones. ¿Pero, existen a pesar de las diferencias semejanzas entre bosones y fermiones? ¿Es posible crear una teoría que sólo tome en cuenta las semejanzas entre bosones y fermiones? ¿Y cómo sería esta teoría? Esta teoría existe y se llama supersimetría. Las teorías usuales no pueden tratar a los fermiones y bosones en el mismo pie de igualdad, la razón radica en el famoso teorema de Coleman-Mandula11 que lo prohíbe. ¿Cómo se las arregla entonces la supersimetría? Para entender lo que hacen las teorías supersimétricas necesitamos invocar la noción del vacío. En física el vacío no es exactamente “nada”, sino aquel estado físico donde no hay materia. Aunque parezca raro, para los físicos el vacío tiene una estructura. Los físicos emplean el siguiente signo para el vacío: Entra fórmula 01 El estado de una partícula se denota como Z 1 .. Ahora bien, para tener un estado de una partícula a partir del vacío, los físicos emplean un objeto matemático que tiene el bíblico nombre de operador de “creación”, que al multiplicarlo por el vacío da como resultado el estado de una partícula. Denotemos como a1 el operador de creación: Entra fórmula 02 Evidentemente, como los fermiones y bosones son distintos, los operadores de creación de partículas fermiónicas tienen propiedades diferentes a los operadores de creación o bosónicos. En particular, si a1 y b1 son operadores fermiónicos, los físicos piden que el estado de dos partículas, obtenidas al multiplicar los operadores por el vacío Entra fórmula 03 sea asimétrico, es decir Entra fórmula 04 o sea aquí, como en la cocina, el orden de los factores sí altera el producto. Más aún, debido al principio de exclusión de Pauli no se pueden tener dos fermiones iguales en el mismo sistema, por lo que: Entra fórmula 05 Es decir, tenemos una estructura matemática de objetos que anticonmutan, incluso consigo mismo. Es esta la manera de darle la vuelta al famoso teorema de Coleman-Mandula. En efecto, los grupos que se emplean en la demostración del teorema son del tipo “álgebras de Lie”, que se conocen si sabemos cómo conmutan las diferentes cantidades del grupo en cuestión. Pero si extendemos las álgebras de Lie para incluir cantidades que anticonmutan, el teorema deja de ser válido. Así nacen las llamadas “Superálgebras”,9 que emplean en su estructura matemática conmutadores y anticonmutadores a la vez, las cuales son el lenguaje matemático apropiado para tratar las propiedades de simetría de los bosones y fermiones. Cuando se estudian a las superálgebras se encuentran que éstas se pueden construir si uno inventa “números” que anticonmuten, llamados de Grassman. Los denotaremos por Q. Las teorías físicas dependen entonces de estos números de Grassmann y se hacen supersimétricas al pedir invariancia bajo traslaciones.12, 13 Entra fórmula 06 donde ∊ es una constante también de Grassmann. Al imponer invariancia bajo traslaciones, los físicos pueden construir teorías que toman en cuenta las semejanzas y no las diferencias que hay entre bosones y fermiones. Más aún, como en el caso de las teorías de norma, al conocer la simetría se conoce la forma de la teoría, uno no puede poner cualquier teoría y hacerla invariante bajo traslaciones, es decir, hacerla supersimétrica. Sólo si la teoría es de cierta forma se puede trabajar con éxito. Un punto interesante de las traslaciones en Grassmann es que si se hacen dos traslaciones, una seguida de la otra, se obtiene una traslación en el espacio-tiempo usual. Cuando el parámetro ∊ se hace local, o sea, que su valor depende del punto del espacio y del tiempo, entonces dos traslaciones supersimétricas locales dan una traslación en el espacio-tiempo local. Como la teoría que es invariante bajo traslaciones locales es la teoría de la gravitación de Einstein, a la teoría invariante bajo traslaciones de Grassmann locales, se le llama supergravedad y es la “raíz cuadrada” de la gravitación, en el sentido de que se necesitan dos supertraslaciones locales para obtener una traslación local “usual” en el espacio-tiempo. Una de las predicciones de la supergravedad es la existencia de una nueva partícula, aún no descubierta y cuyo espín es de 3/2 llamada gravitino, la cual es responsable de la supergravedad en el mismo sentido en que los campos de norma son responsables de las interacciones de norma. La supersimetría usual le asocia a cada bosón conocido un compañero fermiónico y viceversa, pero de la misma masa. Se trata de su compañero supersimétrico. Para una masa dada hay además tantos bosones como fermiones. Así, por ejemplo, al bosón W, responsable de la interacción débil, se le asocia su compañero supersimétrico hipotético, el “Wino”, a la partícula Z el “Zino”, etc. (ver tabla 1).15 Esta característica de la supersimetría es en principio un defecto. Es poco probable que haya tantas partículas. De hecho las supersimetrías están caracterizadas por un número N que permite encontrar el número de partículas de una teoría supersimétrica y que se encuentra relacionado con el espín. Por diversos motivos la supersimetría con N = 8 es una de las más viables. Sin embargo, esta teoría tiene 28 = 256 partículas. Teorías más realistas que emplean propiedades no lineales de la supersimetría no tienen más partículas que las usuales.14
Otra de las teorías supersimétricas realistas es la de las supercuerdas. Estas teorías son una curiosa mezcla de modelos de cuerdas como las de un violín con supersimetrías, y cuyo propósito último es explicar la estructura de la materia. Los primeros modelos de cuerdas era muy extraños, por ejemplo, ¡sólo tenían sentido en 26 dimensiones!, y además estaban plagadas de cosas como partículas más veloces que la luz (taquiones). Muchos de los científicos que trabajaron en los inicios de las teorías de las cuerdas no eran, por supuesto, muy bien vistos, pues sus resultados eran absurdos. Históricamente el origen de los modelos de cuerdas aparecen antes de la supersimetría, hacia los años 60 con los modelos duales que se emplearon para explicar ciertas propiedades de la materia formada por los cuarks o materia hadrónica cuando chocan entre sí bajo la influencia de las interacciones fuertes. El contenido de las interacciones fuertes es explicado precisamente por la cromodinámica cuántica, una de las teorías de norma ya mencionadas. Posteriormente, aparece el modelo de Veneziano que esencialmente establece una fórmula sin base teórica alguna, pero que explica muchas cosas de las interacciones entre hadrones. Entonces Y. Nambu en Chicago, junto con T. Hoto, H. B. Nielsen en Copenhague y L. Susskind en Stanford, mostraron que la fórmula de Veneziano se podría obtener de un modelo de cuerda si se supone que los armónicos de las vibraciones de la cuerda corresponden a los adrones conocidos. Algo realmente notable. Pero lo que finalmente le dio un gran impulso a las teorías de cuerdas fue la supersimetría, debido a que una teoría de cuerdas supersimétrica contiene a la gravitación.
Incluir a la gravedad ha sido siempre un problema en las teorías cuánticas, que son la teoría de lo muy pequeño en física. Toda teoría si quiere explicar al mundo de lo pequeño debe ser entonces cuántica, así sea una teoría de norma, o una teoría supersimétrica o cualquier otra teoría. Pero en cuántica existe el famoso principio de incertidumbre de Heisenberg, el cual establece que entre más pequeña sea una medida (por ejemplo, el diámetro de una partícula) mayor incertidumbre en el momento o la energía del sistema donde se realiza la medida. Si queremos describir cosas del orden 1015 cm (distancia de Fermi) la incertidumbre en la energía es tan grande que se pueden crear fluctuaciones en el vacío capaces de formar inclusive hoyos negros.
Puede parecer extraño que del vació aparezcan hoyos negros, pero como ya se dijo, en física el vacío tiene una cierta estructura formada esencialmente por partículas “virtuales”. Partículas que están en el vacío y no se pueden detectar. Cuando la energía es suficientemente grande, entonces se pueden materializar (como fantasmas que vienen de otro mundo y se materializan en el nuestro) y después volver a desaparecer. La energía se conserva porque después de aparecer vuelven a desaparecer y sólo se materializan durante el corto tiempo que dura la fluctuación. Estas fluctuaciones deben tener una energía de alrededor de 109 Mev. A este valor se le llama energía de Planck. En tales condiciones una teoría cuántica simplemente no funciona. Cualquier cálculo da resultados infinitos.
Las cuerdas no tienen el problema anterior porque una cuerda supersimétrica modifica los resultados de la gravitación a muy corta distancia. La idea del espacio curvo, central en la teoría de gravitación de Einstein, debe ser sustituida por un espacio mucho más rico formado por todas las configuraciones de la cuerda. Las cuerdas supersimétricas, además de incluir a la gravedad, incluyen a las teorías de norma como límite de bajas energías. Pero lo más importante es que el grupo no es arbitrario, como en el caso de las teorías de norma donde uno tiene la libertad de elegir el grupo de simetrías sin tener prácticamente ninguna restricción teórica. En teorías de cuerdas, el grupo queda fijo al pedir la coherencia matemática de la teoría. Los grupos obtenidos hasta ahora en las teorías de “supercuerdas” son compatibles con los grupos de norma viables para hacer una teoría de unificación. Otro punto interesante de las supercuerdas es que sólo se pueden hacer compatibles con la relatividad en once dimensiones, una dimensión temporal y 10 espaciales. Sin embargo, hasta donde nos hemos podido dar cuenta vivimos en un espacio de cuatro dimensiones, donde tres son espaciales. ¿Qué sucede entonces? Aparentemente siete dimensiones han quedado “enrolladas” desde que se inició el universo y sólo las otras cuatro se extendieron hasta formar el espacio tradicional en que vivimos. Así, no observamos a las otras siete dimensiones esencialmente por ser muy pequeñas. El estudio de las propiedades geométricas (topológicas) de los espacios de 11 dimensiones asociadas a las supercuerdas han dado resultados sorprendentes. Como por ejemplo: el número de letpones que deben existir en la naturaleza. Todas estas predicciones y muchas más son consecuencia solamente de pedir una teoría supersimétrica de cuerdas coherente matemáticamente, sin necesidad de introducir hipótesis apropiadas o tener conocimientos previos sobre la estructura de la materia. Es más bien al revés, es decir, establecida la coherencia matemática de la teoría de las predicciones física sobre la naturaleza íntima de la materia, aparecen. Con la capacidad de predecir el comportamiento sobre cosas a las que actualmente no tenemos acceso, como son las condiciones prevalecientes durante el origen del universo.
Modelo usual La materia está formada por Cuarks, Bosones de norma y Leptones. Así, por ejemplo, un protón está formado por dos Cuarks u y un Cuark d. Hay además tres “colores” de Cuarks y seis “sabores” como los helados. La denominación del color es convencional, los cuarks no puede tener color real, pero como cada cuark puede existir en tres versiones distintas con las mismas características de mas, carga, etc., se inventó el color para distinguirlos. Los sabores corresponden a los distintos tipos de cuarks (u, d, s, c, t y b). Los bosones de norma son los responsables de las fuerzas entre partículas. Si dos partículas intercambian entre sí un bosón de norma, entonces interactúan. Como dos amantes que se intercambian una carta de amor, pueden pasar varias cosas. Pueden, por ejemplo, atraerse o rechazarse. Si la partícula es un gravitón, se dice que interactúan gravitacionalmente atrayéndose mutuamente. Si se intercambian un fotón, entonces se pueden atraer o rechazar eléctricamente. Si lo que se intercambian es un W+, W– o Ƶ0, entonces interaccionan débilmente y el resultado puede ser su desintegración. Finalmente, los protones del núcleo del átomo se mantienen pegados entre sí porque se intercambian gluones (¿pegamentones?, ¿resistolones?. ¿kolalocones?). Los Higgs (ver Tabla 1) son partículas hipotéticas muy raras. La materia no tiene mas pero al interaccionar con los Higgs como dios, están en todas partes. Como además el valor de la masa de una partícula no cambia en ningún lugar, entonces el número de Higgs es siempre el mismo en cualquier parte del espacio. En física el vacío es ausencia de partículas y es además el estado físico con menos energía o estado base, pero los Higgs contrariamente al resto de la materia tiene un valor no nulo en le vacío, o sea hacerlos desaparecer ¡requiere energía en lugar de darla! La situación es tal que, como Veltmann,16 no entendemos cómo hacemos para ver las estrellas a través del vacío. Finalmente, están los leptones, como por ejemplo el electrón. Los leptones tienen la extraña característica de no poder intercambiar glucones entre sí, o dicho de otra forma, no pueden interaccionar fuertemente. El modelo estándar sostiene además, que la materia es puntual, en el sentido de no ocupar volumen, no de llegar a tiempo a las citas (cuarks, leptones, etc.) o sea que no ocupa volumen en el espacio. Además, como la materia no tiene masa si no es por los Higgs, el autor empieza a preguntarse si de veras existen.
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Referencias bibliográficas
1. Deser, S., y B. Zumino, Consisttent Supergravity.
2. European Journal of Physics 6 (4):218, 1985. 3. Green, M. S., Superstrings, Scientific American, Septiembre, 1986. 4. Cooper, L., y B. Freedman, Aspects of Supersimetric Quantum Mechanics, Annals of Physics, 146. pp. 262-268, 1983. 5. Idem. 6. Ver Martínez, R., Notas del curso Mecánica Cuántica Relativista, también en Itzykson y Zuber, Quantum Field Theory, McGraw Hill, New York, 1981. 7. Close, F. E., An Introduction to Quarks and Partons, Academic Press, New York, 1979. 8. Abers, E. A., y B. W. Lee, Gauge Theories, Reports 9C, 1973. 9. Martínez, R., Simetrías e Interacciones en Física, Ciencias 2, julioagosto de 1982. 10. SLC el rival norteamericano de los anillos del CERN, Mundo Científico 31, 1983. 11. Van Nieuewnhuisen, P. Supergravity, Physics Report 68 (4), 1981. 12. Porter, E., y R. Martínez, Supersimetría, Preprint, F.C., UNAM, 1986. 13. Wess, F., e I. Bagger, Supersimetry and Supergravity, Princeton Series on Physics, 1983. 14. Samuel, S., Secrest Supersimetry in Nature, Physics 15D, 1985, pp. 173-180. 15. Haber, H. E., y G. L. Kane, Is Nature Supersimetric?, Scientific American 256, (6), Junio de 1986. 16. Veltmann, M. J. G., El Bosón de Higgs, Scientific American 255 (5), noviembre de 1986. |
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Rodolfo Martínez y Romero Profesor del Departamento de Física, Facultad de Ciencias, UNAM. |
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La mujer, Biología y Sociedad (1a. parte) |
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Eréndira Álvarez y Ma. Cristina Hernández |
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Mucho se ha hablado del papel que ha tenido la mujer* a Es comúnmente aceptado que son las diferencias constitutivas del hombre y la mujer las que explican y hacen irremediable el establecimiento de los roles sexuales que conllevan a una desigual condición de los sexos en la sociedad. Esta idea es reforzada por las explicaciones de algunos biólogos como Charles Darwin, E. O. Wilson, D. Morris y D. Barash que con el título de “cientificidad” formulan planteamientos sexistas. Dichas explicaciones dan por hecho la existencia de conductas “naturales”, del hombre (como la poligamia, por ejemplo), y “naturales” de la mujer (como la monogamia y la mayor inversión de su tiempo destinado al cuidado de los hijos y el hogar). Estas ideas son manejadas a nivel popular, y cuando aparecen “teorías científicas” que las refuerzan, tienen la posibilidad de ser aceptadas como una verdad que explica perfectamente la estructura familiar y la sociedad patriarcal en su conjunto. Dado que existe la arraigada creencia de que el conocimiento científico es objetivo y válido en todo momento, estas propuestas se convierten en una “justificación científica” de la jerarquización de los sexos en la sociedad. Parece razonable aceptar que existe un “orden natural” de las cosas que decreta los roles y las tareas femeninas y masculinas, y que existen procesos biológicos que lo explican. Pero, ¿son las características biológicas o es más bien el significado que socialmente se les ha dado a éstas las que han confinado a la mujer y al hombre a sus papeles tradicionales? Particularmente, la condición social de la mujer ¿responde a procesos biológicos? ¿Es parte de sus características constitutivas? Para tratar estas preguntas y discutir las explicaciones que han dado al respecto distintos biólogos es necesario considerar muchos aspectos, tantos que no ha sido tarea fácil tratar de contemplarlos en su mayoría, y explicar la relación que entre ellos guardan. Al hacerlo es necesario relacionarse con distintas disciplinas y encontrar los nexos entre sí. A lo largo de tres artículos que se publicarán en esta misma revista, se discutirán las explicaciones que han dado Darwin, Wilson, Morris y Barash acerca del papel social de los sexos. Se pretende mostrar que no hay fundamento científico asentado en la Biología para llegar a afirmar la existencia de una base biológica, que haga necesario adjudicar ciertas tareas y conductas a uno y otro sexo. No negamos la influencia de la Biología en la determinación de los papeles socialmente asignados a la mujer y al hombre, pero consideramos que este elemento debe ubicarse dentro de los que conforman y condicionan el papel social de los sexos. La discusión que nos ocupa es de tal complejidad que ninguna de las disciplinas (Biología, Psicología, Sociología, etc.) puede explicar desde sus propios métodos ya análisis toda la problemática. Pero las explicaciones que éstas pueden ofrecernos tampoco tienen por qué ser antagónicas y excluyentes. Desde nuestra perspectiva, en el individuo en particular y en la sociedad en general, existen interconexiones e interacciones de elementos biológicos y sociales que se encuentran en movimiento, se desarrollan y cambian. Cada uno de estos elementos tiene un carácter particular, los dominios de las diferentes ciencias (a las que nos referimos) se delimitan entendiendo esa particularidad. Es necesario tener presente dos cuestiones fundamentales: a) Ambos aspectos “lo biológico” y “lo social” tienen sus propias características, por tanto, no pueden ser tratados de la misma manera. Son elementos cualitativamente diferentes, sus métodos y análisis son también diferentes y nos ofrecen explicaciones de fenómenos distintos. b) La condición social de la mujer es un fenómeno muy complejo que comprende aspectos biológicos y sociales, por tanto, para poder abrir y profundizar la discusión es necesario considerar estos dos elementos en su conjunto y no aisladamente, es decir, analizando los vínculos y la jerarquización que ellos tienen y reconociendo la reacción que estos elementos han tenido y tienen en ambos sentidos. La contra-argumentación que presentaremos evidentemente parte de una concepción filosófica que se evidencia siempre que pretendemos explicar la organización social y los rasgos conductuales de nuestra especie. Esto es innegable, pero la discusión pretende ir más allá de un mero discurso ideológico. Es claro que muchos de los principios que enunciamos como válidos no encuentran su demostración en la Biología. Por ello es necesario recurrir a la historia, la sociología, etc. Sin embargo, como se dijo anteriormente, estas disciplinas tampoco agotan la discusión, la cual debe ser vista desde una perspectiva de análisis los suficientemente amplia como para entender tanto los marcos generales, económicos, políticos, ideológicos, que la condición social de la mujer comparte con otras problemáticas como las particularidades que le han dado forma y desarrollo.*** El alcance de este trabajo es señalar cómo la caracterización que han dado sobre los sexos los distintos autores que se tratarán posteriormente, parten de un planteamiento inadecuado del problema, no tienen las bases reales que la comprueben e involucran una serie de prejuicios por lo que sus aportes impiden un conocimiento global de esta cuestión. La discusión en torno a la condición social de la mujer requiere análisis que rebasen explicaciones parciales, las cuales, si bien pueden no ser falsas, son insuficientes. Si contemplamos los diferentes aspectos y advertimos los niveles en que se encuentran, “lo biológico” deja de ser irremediable, deja de ser la limitante insalvable, se transforma en un elemento, entre otros, que conforman una realidad transformable. |
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Notas ** Cabe aclarar que aunque aquí se considera principalmente a la mujer, resulta insuficiente hablar sólo de ella. Una propuesta abierta que se desprende de este trabajo es continuar la discusión contemplando la problemática de ambos sexos. *** Somos conscientes de que aunque existen aspectos unificadores, las mujeres no somos un grupo homogéneo, la problemática de la mujer depende de la clase social a la que pertenece y el momento histórico en que se encuentre. Cada vez que hablemos de la mujer debemos tener presente esto. |
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Eréndira Alvárez y Ma. Cristina Hernández | ||||||||||
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La piña | ||||||||||
Patricia Magaña Rueda | ||||||||||
La historia de la piña se inicia en 1493 cuando Cristóbal La primera pintura de la piña fue hecha por Oviedo y apareció en su libro La Historia General de las Indias en 1535, pero no fue sino hasta 200 años después que se hizo una descripción teórica mas completa de la misma. La planta rápidamente se extendió en su cultivo en varias áreas del trópico en El mundo. En 1549 ya estaba cultivándose en la India y hacia 1700 fue introducida a Inglaterra. Cuando la primera piña se cosechó en ese país y fue presentada al rey Carlos, el hecho se consideró de tal importancia que se hizo una pintura que actualmente se exhibe en un museo de Londres. Hacia 1730, el fruto se encontraba “en casi todo jardín curioso”, de acuerdo a un miembro de la Sociedad de Horticultura inglesa, cuyo libro Los modos distintos de cultivar la piña fue publicado en Londres en 1822. Las evidencias indican que la piña del siglo XIII había sido domesticada y su lugar en la agricultura precolombina estaba bien establecido. Para la época en que Colón llegó a las Antillas, ya se había hecho una selección de plantas bastante superiores a la Ananas silvestre que crece en las selvas sudamericanas hoy. Probablemente las primeras variedades cultivadas no tenían semillas y entonces, como ahora, requerían de propagación por cortes. Ananas comosus (L.) Merril (la piña), se cree que sea un híbrido natural, pero si este evento se llevó a cabo antes o después de su primer uso por el hombre, esto no se sabe. “Comosus” significa penacho de hojas, que en este caso describe la pequeña roseta que crece encima del fruto, y que es una miniatura de la planta madre y puede ser cortado y sembrado para obtener una nueva planta. Por cierto, además del delicioso fruto que produce, de la piña se obtiene un producto llamado bromelaína, que es una mezcla de poderosas enzimas digestivas que han sido usadas como ablandadoras de carne y son la causa de tener cuidado al usar la piña en ensaladas o postres con gelatina, ya que la destruyen y pueden causar un desastre culinario. |
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Padilla, V., 1986, Bromeliads, Crown Publishes Inc., New York, pp. 4-5, 30-32. Benzing, D. H., 1980, The Biology of Bromeliads, Mad River Press Inc., pp. 1-3, 9-10. |
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Patricia Magaña Rueda Facultad de Ciencias, |
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La revolución roja |
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J. García Ramos |
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(Cualquier semejanza que quisiera encontrarse con sujetes o sucesos reales, será puramente coincidencia).
La acción principia en un campo cualquiera del sistema vascular. —¡Hola, Espiridión! ¿Cómo te ha ido? Hacía tiempo que no te veía. Digo hace mucho que no estábamos tan próximos como para cambiar algunas palabras. A veces, te había visto pasar raudo, probablemente en una comisión importante. Siempre, desde luego, obligado por los latigazos del “patrón”. Quien así hablaba era un glóbulo rojo que, cruzando suavemente por la vena porta, se dirigía a uno de sus compañeros con el que había tenido un origen común en alguna parte de la médula ósea. A quien se refería como patrón era el corazón, a quien muchos de ellos consideraban como el causante de todos sus males, por la presteza con la que los hacía mover cuando regresaban plácidamente de los capilares del pulmón en donde tomaban, para llevar, su carga de oxígeno. —Bernabé, me alegro de verte, dijo el interpelado, con estas prisas que uno trae a toda hora, es un descanso encontrar a un amigo con quien conversar un rato. Acércate y vámonos juntos hasta la aurícula derecha. Por ahí te iré contando de mis aventuras. —¿Quieres decir que te ha ido mal? replicó Bernabé. No basta con estar trabaja y trabaja sin descanso, sin parar un momento, llevando nuestra carga de oxígeno a todas partes. A los músculos, que dizque trabajan mucho, y sobre todo a esas que les dicen “las neuronas” a quienes uno ve nomás de pasada, al parecer cómodamente sentadas en su oficina, con los pies soba la mesa y con esa su descansada vida sólo recibiendo y enviando mensajes. ¡Qué diferencia con nuestros leucocitos, que se mueven afanosamente por todos lados! He oído decir que a esas neuronas hasta la comida les llevan. —Calla, interrumpió Espiridión, precisamente de eso te iba a contar. Hace poco pasé por el hipotálamo, parece que tienen ahí un gran laboratorio. No sé, creo que es algo relacionado con las catecolaminas. El caso es que se traían allí un gran barullo. No supe qué era exactamente, y en mi largo camino de regreso al pulmón ya hasta se me estaba olvidando el asunto. Recogí mi carga como habitualmente, pero al llegar al corazón me di cuenta que algo grave ocurría. El corazón, digo, el patrón, estaba rete-enojado. Sacudía latigazos a diestra y siniestra. Todo el mundo obedecía apurado. Me llevé un gran susto cuando me empujó, con otros muchos camaradas, por la aorta. En un segundo fuimos a parara las suprarrenales. Allí supe que es ese el lugar donde fabrican la adrenalina. Tienen unos hornos imponentes. Todo el mundo estaba como enloquecido. Que las neuronas del hipotálamo no sé que órdenes les habían enviado y tenían que trabajar casi al máximo. Luego luego, mis simpatías se inclinaron por las células de las suprarrenales, esas pobres desgraciadas, como nosotros. Para los que mandan, no significa nada el momento, la situación, ni el estado de ánimo en que uno se encuentra. —Tienes mucha razón, Espiridión, dijo Bernabé. Por eso no puede uno más que prestar atención a esa propaganda que anda por ahí. Las fábricas deben ser de quien las trabaja, y los privilegiados, como esas neuronas que tú dices, deben ser exterminadas. Pero sigue, sigue con tu relato. —Pues bien, salí de la fábrica, continuó Espiridión. Iban junto a mí unas moléculas de adrenalina. Hicimos el viaje juntos hasta el pulmón. Ellas me contaron que sólo eran mensajeras, pero no logré sacarles más. Al recoger mi carga de oxígeno, temblé al pensar que ya iba a llegar donde el patrón. El trayecto me había parecido, en esta vez, más corto que en otras ocasiones, y me parecía que todo el mundo marchaba más de prisa. Llegué a la aurícula, las moléculas de adrenalina se fueron al patrón, y no sé qué le dijeron. Este se puso furioso. Seguía dando latigazos cada vez más fuertes y más seguidos. Yo recibí un empujón, tan fuerte, que por poco me quedo embarrado en una de las semilunares aórticas. ¡Que impresión tan fuerte! Peto tú, ¿dónde andabas en todo esto? —Pues mira, respondió Bernabé, yo me pasé una temporada de descenso en el bazo. Algo había oído hablar de esas situaciones a la gente madura. Precisamente, se dice que un tal Pepe Lenox, anda tratando de crear conciencia en todos nosotros de que somos iguales a los demás, y que sólo debemos luchar por nuestros derechos, sino que somos nosotros los que debemos gobernar este territorio en el que laboramos. A mí me llenan de ilusión esos conceptos. —Precisamente en esos momentos pasaba un grupo repartiendo unos volantes en los que se citaba a una “Asamblea General” para decidir la fecha en que se produciría el inicio de la Revolución. Unos días más tarde nos encontramos con nuestros amigos en una gran “concentración de masas” en algún sitio del bazo. Un compañera, pequeñín, arengaba a la multitud. Camaradas, decía, ha llegada el momento de implantar la dictadura del proletariado. Estamos hartos de seguir siendo las víctimas de los que todo la tienen y sólo dejan para nosotros el trabajo incesante y los malos tratos. Si todos hemos nacido iguales, es natural que todos tengamos los mismos derechos. No hay razón para que existan privilegiados que gozan de toda clase de comodidades. Nuestro primer movimiento será en contra del patrón. ¡Abajo el Patrón! Gritaron muchos ¡Abajo todos los patrones del mundo! Añadieron los más exaltados. ¡Abajoooo! Gritaron todos a coro. Pues bien, siguió diciendo el líder, el plan es el siguiente. Vamos a privar al patrón de su oxígeno, y la forma de realizar este tipo de huelga es así: tengo noticias que en la coronaría descendente anterior, esa avenida que ustedes bien conocen, un grupo de moléculas de colesterol ha empezado a cavar unas trincheras. La idea es que nuestros carros con fibrina pueden descargar allí muy fácilmente y bastarán unos millares de nosotros para ayudar a la formación de un trombo que ocluya la avenida. Cómo vamos a reír cuando, al cortar el aprovisionamiento de oxígeno, el patrón se esté muriendo. Entonces comprenderá que nosotros también tenemos importancia. Después de acabar con el patrón, haremos algo semejante con las neuronas. ¡Que viva el glóbulo rojo universal! ¡Que viva! Corearan todos, a quienes se les veía brillar los ojos ante el gran desquite próximo. Una vez terminados nuestros opresores, habremos de luchar por obtener las conquistas a que tenemos derecho. Gozar del producto integro de nuestro trabajo. Disponer de los periodos de descansa que nos han escatimado y tal vez hasta logremos conseguir que nos vuelvan a dar el núcleo que nos quitaron. Los acontecimientos que siguieron no pudieron ser realizados exactamente conforme al plan trazado. La oclusión de la coronaria fue sólo parcial. Al parecer, intervino cierta ayuda externa. Los rumores señalaban a “las grandes potencias”. El caso es que de repente flotaba en el ambiente una cosa que alguien identificó como ouabaina y que alguna interferencia tenía con la adenosintrifosfatasa de sus membranas. Aparte de eso, aunque el acarreo de oxígeno de los pulmones estaba reducido, de repente alguien ponía en disposición un oxígeno que parecía más “fuerte” y al que no costaba gran trabajo recoger. El líder andaba un poco descorazonado y triste al ver que ya empezaban a lanzarle miradas de desconfianza. Entonces se le ocurrió, para aliviar el desencanto que ya había empezado a ser presa de muchos, que iniciaran la carga contra las neuronas. El plan era semejante al anterior, aunque ahora se realizarla por la oclusión de la meníngea media. No tardaron en ponerlo en marcha y, felizmente, el éxito fue completo. Muchas neuronas murieron luego ¡Y parecían tan resistes las malditas! Además, la actividad de los músculos y de muchas glándulas parecía paralizada. El patrón sufría el golpe de manera especial cada vez incitaba al trabajo con menos fuerza. Lo grave es que los alimentos empezaron a escasear. Decidieron que seguramente por ahí existía algún acaparador. La situación se hacía insostenible por momentos. Las buenas noticias eran, cada vez, de menor consuelo. Se decía que el patrón estaba muriendo y, eso sí, la noticia en algo endulzaba la falta de “pan”. Cuando la carencia de alimentos se exageró, ya nada servía de consuelo a los glóbulos rojos. Al poco tiempo, el patrón dejó de latir, y entonces comenzó una agonía lenta para los glóbulos rojos. Inmóviles y amontonados iban perdiendo sus fuerzas. Por fortuna (mala fortuna desde luego) empezó a hacer frío, eso reducía el hambre, pero hacía más largo y prolongado el fin que ya todos esperaban. La revolución roja había vencido, pero había tenido que pagar un precia tan alto que nadie había podido gozar de ese triunfo. Este cuento tiene una moraleja. Todos los componentes de un grupo organizado son importantes. En toda sociedad organizada, con funciones múltiples, la división del trabajo entre todos sus integrantes tiene que ser lógico y natural. Cada uno desempeña un papel en la compleja maquinaria, según las necesidades del conjunto. Es posible establecer jerarquías entre los distintos grupos de individuos componentes, pero los criterios para ejecutarlo han de ser muy subjetivos. Lo cierta es que todos los grupos integrantes de la sociedad deben considerarse importantes y en conjunto sentir que su labor, cuando es bien hecha, se traducirá en mejoría y bienestar común. Esta reflexión, al ser tenida en cuenta, origina la satisfacción del deber cumplido. EI trabajo no es degradante, y no es una carga cuando pierde su carácter de obligatorio para ser visto como la personal contribución al beneficia colectivo. Se podría argüir que las clases que dirigen la marcha de la sociedad pueden equivocarse. De hecho se equivocan a menudo, pero constituye un error la creación de grupos opositores que no se limitan a externar su opinión, sino a oponerse con hechos violentos ante una situación actual determinada, por la decisión de las mayorías. Una sociedad en la que los distintos grupos tiran por su lado porque consideran que cada uno de ellos tiene la razón, sólo puede provocar el retraso o el desquiciamiento y aniquilamiento de esa sociedad. Todo mundo tiene derecho a disentir y eso es bueno; pera las libertades individuales deben tener un límite, y éste surge cuando el ejercicio de los derechos del individuo interfiere con el progreso y el bienestar del grupo. Los derechos de la sociedad deben estar por encima de los de derechos individuales, porque el progreso de esta sociedad asegura en mayor grado el beneficio de todos y cada uno de sus miembros. |
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J. García Ramos Investigador del CINVESTAV. |
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