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Los indios en el tercer milenio
 
Luz María Valdés

 
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La población indígena de México ha sido motivo de interés de todos los gobernantes que ha tenido el país desde su época independiente. Conocer el volumen de la población, los lugares en donde habitan, las lenguas que hablan, sus costumbres y tradiciones y sus ritos y creencias han sentado las bases para el desarrollo de la demografía étnica, disciplina que basa sus fundamentos teóricos y metodológicos en la vinculación que existe entre el cambio en los movimientos de la población (fecundidad, mortalidad y migración) y las variables culturales (las tradiciones y costumbres, las creencias y los ritos).

Desde que se levantó el primer censo de población en 1895 la lengua vernácula ha sido el indicador principal para conocer el tamaño de la población indígena mayor de cinco años. En 1921 el censo incluyó una pregunta sobre la autoadscripción. La pregunta pretendía conocer si el censado creía pertenecer a la raza blanca, mestiza o indígena. 25% de la población se autoclasificó indígena, resultado que causó preocupación en el gobierno debido a la demanda social y económica que implicaba reconocer a este amplio sector de la población. Para evitar problemas, el censo de 1930 suprimió esa pregunta, sin embargo, amplió la información sobre los hablantes de lenguas indígenas, al distinguir entre monolingües y bilingües. Con ello se inició una larga tradición que permite conocer la evolución de estos indicadores.

En el cuadro 1 se puede apreciar la evolución que ha tenido la población hablante de lenguas indígenas de 1930 a 2000. También es posible observar que en el censo de 1980 dicha población, a pesar de presentar un descenso continuo entre 1930 y 1970, registró un incremento al pasar de 7.8 a 9.0%. Asimismo, en 1980 dio inicio otra disminución que se frenó en el censo que se llevó a cabo en 2000, en donde el porcentaje de hablantes de lenguas indígenas mayores de cinco años de edad representa 7.3%, mientras que el conteo de población estimó 6.8%. Estos altibajos hablan de la necesidad de buscar otros indicadores más consistentes para conocer a esta población. Sin embargo, nos indican que la población hablante de lenguas indígenas no tiende a desaparecer, sino que se robustece continuamente.

El cuadro 2 se refiere al proceso de castellanización de los hablantes de lenguas indígenas. La disminución de la población monolingüe tiene su origen tanto en el mencionado proceso como en la actividad de alfabetización en sus propias lenguas, lo que se tradujo en un aumento de la población bilingüe. Por ello, los porcentajes de monolingüismo tienden a disminuir como respuesta a los programas de educación dirigidos a estos grupos.

Para comprender la dinámica demográfica de los hablantes de lenguas indígenas con base en la información censal, se estimaron tasas de crecimiento intercensal de 1930 a 2000. Respecto del resto de la población las cifras que dicha estimación arrojó son sumamente bajas, como se muestra en el cuadro 3.

La tasa de crecimiento de los hablantes de lenguas indígenas, si bien muestra las tendencias de la población respecto de que éstos tienden a disminuir, en el censo del año 2000 registró un incremento al pasar de 0.8%, entre 1990 y 1995, a 1.7% en el último decenio. En la década de 1970 a 1980 se registró un avance sustantivo, pues la tasa subió a 5.2%. En el último renglón se presenta la estimación de la tasa de 1970 a 1990, en virtud de que el censo de 1980 presentó considerables inconsistencias. En estos veinte años el crecimiento fue de 2.7%, aunque después mostró una dramática disminución en el periodo de 1990 a 1995 con una tasa de 0.8%, registrándose una vez más la tendencia que define la desaparición de los hablantes de lenguas indígenas. Pero al contar con la información del 2000 podemos asegurar que la población hablante de lenguas indígenas registra un incremento importante.

La siguiente ruta que abordé para buscar la presencia de los indios en el ambiente nacional fue indagar el comportamiento de la natalidad y de la mortalidad según la lengua. Para ello estimé tasas de crecimiento natural de la población que habita en municipios en donde más de 70% habla lenguas indígenas, con lo cual aseguré que fueran municipios eminentemente indígenas.

El cuadro 4 presenta las tasas de las principales lenguas indígenas. Principales porque son habladas por más de cien mil personas. Con el fin de disminuir los errores procedentes de la mala declaración de datos vitales, se promediaron cinco años consecutivos.

Estas estimaciones dan cuenta de que el crecimiento natural es de 4%, para el total de hablantes de lenguas indígenas de los municipios con las características mencionadas en 1995. Lo anterior implica que de mantenerse estos niveles la población hablantes de lenguas indígenas se duplicará cada diecisiete años, mientras que el resto de la población lo haría cada treinta y tres años de mantener 2.1% aunque actualmente la tasa de crecimiento es de 1.8% anual, lo que implica que la duplicación de la población será cada cincuenta y cinco años.

La disminución de la mortalidad es resultado del acceso a la salud, la higiene, la alimentación y la educación. Hay que señalar que en el periodo de los años cuarentas el impacto de nuevos hospitales, centros de investigación médica, clínicas y seguro social sentaron las bases de la disminución de la mortalidad general para toda la población del país. Sin embargo, las comunidades indígenas se beneficiaron de estos adelantos veinte o treinta años más tarde, como lo muestran las cifras. La transición demográfica, es decir, el paso de niveles de mortalidad altos a bajos y de natalidad alta a niveles bajos, va de la mano del proceso de desarrollo económico y social, de ahí que observemos que hay una transición demográfica dispareja: una que sigue la población en su conjunto y otra que siguen los indígenas.

Los indígenas que tienen una tasa de natalidad superior a cuarenta nacimientos por cada mil habitantes están entrando en la segunda etapa de su transición demográfica; en tanto, el nivel de mortalidad muestra una tendencia decreciente, como es el caso de los hablantes de náhuatl, mixteco, tlapaneco, mixe y mazateco. Las tasas de los grupos mencionados pasaron de 11.1 defunciones por cada mil habitantes a 4.0; de 20.7 a 5.0; de 17.7 a 5.5; de 23.0 a 6.7, y de 17.5 a 5.2, respectivamente.

Los hablantes de zapoteco y maya comenzaron a disminuir su fecundidad en el decenio de los setentas, pasando de 43.3 nacimientos por cada mil habitantes en 1970 a 34.6 en 1980, y permaneciendo en estos niveles hasta 1995, con 34.4.

Por su parte, los hablantes de lengua maya sufrieron una disminución espectacular al pasar de una tasa de natalidad de 51.1 a 26.8 nacimientos por cada mil habitantes y una disminución en la mortalidad que expresa su límite biológico (el dato relativo a la mortalidad de 1995 está obtenido del promedio de 1994, 1995 y 1996. Por el nivel tan bajo que alcanza se asume que los datos sufrieron subenumeración).

Puede señalarse que en la actualidad los indios de México están experimentando los niveles de mortalidad y fecundidad por los que transitó la población total de México hace treinta o treinta y cinco años. En tanto la fecundidad, a pesar de mostrar tendencias a disminuir, se ha mantenido en niveles superiores al del total del país.

Como respuesta a todas estas evidencias sobre la necesidad de estimar de mejor manera a los indígenas, el inegi incluyó en el censo de 1990 y en el conteo de población de 1995 las tabulaciones de dos nuevos datos que permitieron un acercamiento a la realidad.

Por un lado, se incluyó el número de niños menores de cinco años que habitan en hogares en donde el jefe de familia habla alguna lengua indígena, lo cual nos lleva a asumir que estos niños son indígenas. Esto determinó que el aumento en el total de la población hablante de lenguas indígenas fuera de cinco a seis millones.

Por otro lado, la información que elevó considerablemente el volumen de la población indígena tiene que ver con el cuadro que se refiere a los ocupantes de viviendas en donde el jefe de familia habla alguna lengua indígena. El conteo de población enriqueció este cuadro al especificar las lenguas indígenas que eran habladas por los ocupantes de dichas viviendas. Así, la cifra de hablantes de lenguas indígena se elevó a nueve millones, es decir, aumentó tres millones. Además faltan de estimar aquellos que no fueron censados por diversas razones, lo que nos permite suponer que el volumen de población indígena va de los doce a los quince millones, más aún si se toma en consideración aquellos que no hablan la lengua pero que sienten pertenecer a alguna etnia indígena, como lo prueba la Encuesta Nacional de Empleo de Zonas Indígenas.

Esta última se basó en una muestra de tres millones setecientos mil personas que habitan en municipios en donde 30% de la población habla lenguas indígenas, y resulta que 80% de las personas mayores de cinco años que habitan en estos municipios se identificaron como indígenas. Ello nos indica que hay una gran cantidad de indígenas que como tales no son captados por el censo.

Conclusiones

En torno a los censos de población todavía falta mucho por lograr. Por ejemplo, es indispensable conocer el perfil educativo de la población indígena, sobre todo el impacto que ha causado la educación bilingüe y bicultural que se inició en los años setentas y que ha seguido instruyendo a los indígenas en sus propias lenguas. Es también fundamental saber qué ha pasado con el proceso de alfabetización de la población indígena para poder evaluar y planear nuevas rutas, programas y estrategias educativas. El censo del año 2000 repitió la información de los censos anteriores, con la salvedad de que conjuntamente se levantó una muestra que incluyó información sobre la autoadscripción a una etnia indígena.

Los tabulados de la muestra censal de 2000 señalan que hay seis millones doscientos setenta y cuatro mil cuatrocientos dieciocho hablantes de lenguas indígenas y que 66.17% de éstos se consideran indígenas. Las localidades en donde hay un mayor porcentaje de hablantes de lenguas indígenas (75%) que se consideran indígenas está en las localidades menores de dos mil quinientos habitantes. Los anteriores son datos preliminares; esperamos que el recuento censal amplíe aún más esta información.

Pasando al tema de las lenguas indígenas es importante señalar que algunos expertos distinguen en México cincuenta y seis lenguas indígenas, sin embargo, los censos de población reportan números diferentes de lenguas según el censo de que se trate. Por ejemplo, en 1910 se captaron cincuenta lenguas, y en 1950 solamente veintinueve, siendo el censo que registró menos lenguas. En 1990 se reconocieron noventa y dos lenguas y dialectos, y en el conteo de 1995 sólo ochenta. Por otro lado, entre 1990 y 1995 se establecieron los dialectos pertenecientes a diferentes lenguas; por ejemplo, hay siete dialectos del zapoteco y cinco del mixteco. Para efectos de este trabajo seleccioné las lenguas indígenas que son habladas por más de cien mil personas.

La última columna del cuadro 5 se refiere a una muestra de cuatrocientos cincuenta y tres municipios en donde 70% de la población habla lenguas indígenas y que están ubicados en entidades en donde más de 10% habla lenguas indígenas.

Finalmente debemos señalar que la población indígena de México, lejos de disminuir mantendrá altas tasas de crecimiento de población los siguientes cinco a diez años, como resultado de la dinámica demográfica que está viviendo actualmente. Solamente su incorporación a un proyecto de desarrollo que contemple las especificidades étnicas de cada grupo tendrá impacto en la dinámica de población. Por lo pronto, cada grupo con su propio ritmo se ha sumado o está sumándose a la transición demográfica. Siempre es mejor tener salud que enfermedad; siempre es mejor vivir muchos años que morir joven; siempre es mejor que los hijos sobrevivan a los padres… Pero todavía no existe esta relación entre la fecundidad y la bonanza, y todavía, entre otras cosas, se necesitan hijos que trabajen el campo. De tal manera que la población indígena seguirá creciendo esperando que el tercer milenio la ubique no sólo en los censos sino en la exigencia de que los próximos gobernantes le proporcionen oportunidades para su autorrealización.

Referencias bibliográficas
Conapo. 1985. Proyecciones de la Población de México y Entidades Federativas 1980-2010. México.
Valdés, Luz María. 1988. El perfil demográfico de los indios mexicanos. Siglo xxi, México.
Luz María Valdés
Coordinación de Humanidades,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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como citar este artículo

Valdés, Luz María. (2001). Los indios en el tercer milenio. Ciencias 60-61, octubre-marzo, 128-132. [En línea]
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