del obituario | ![]() |
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León Olivé Morett (1950-2017). in memoriam |
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Matemático egresado de la Facultad de Ciencias
de la UNAM, León Olivé orientó su formación hacia la filosofía de la ciencia, área en la que fue pionero en el país y en donde llegó a ocupar un lugar prominente como miembro del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la unam. Quizá por el ambiente familiar —su padre fue un reconocido antropólogo— y su cercanía con Luis Villoro, León se interesó en la dimensión intercultural que tiene el conocimiento en una sociedad pluricultural como la nuestra e incluso abordó el asunto de la justicia desde tal perspectiva. Su pertenencia a la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (uccs) es muestra de la relevancia que para él tenían todos esos aspectos del quehacer científico, de la indispensable crítica que se debe ejercer desde la academia contra ciertas orientaciones del desarrollo tecnológico. Pero, además, siempre consideró la comunicación de la ciencia como un asunto importante, necesario, por lo que fue un colaborador constante y cercano, un miembro fundamental del Consejo Editorial de Ciencias. Lamentamos profundamente su muerte. Artículos de León Olivé publicados en la revista Ciencias: Qué hace y qué hacer en la Filosofía de la Ciencia revista Ciencias número 19. El progreso científico y el cambio conceptual en las ciencias revista Ciencias número 26. La muerte. Algunos problemas filosóficos revista Ciencias número 38. Razón y sociedad revista Ciencias número 43. La comunicación científica y la filosofía revista Ciencias número 46. Thomas S. Kuhn y el estudio de la ciencia revista Ciencias número 50. Políticas científicas y tecnológicas: guerras, ética y participación pública revista Ciencias número 66. El maíz en México: problemas ético-políticos revista Ciencias número 92-93. |
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Los editores Revista Ciencias, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autómoma de México. |
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cómo citar este artículo
Los editores. 2017. León Olivé (1950-2017), in memoriam. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 78. [En línea].
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de la solapa | ![]() |
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Historias que brotan de las rocas. Experiencias sobre el pedregal de San Ángel y su reserva ecológica.
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Luis Zambrano y Zenón Cano Santana (comps.).
UNAM-CONABIO, México. 2016. |
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La protección de los ecosistemas naturales es una
necesidad que surgió para enfrentar la compleja problemática ambiental del planeta. La destrucción de la naturaleza es inevitable ante el acelerado crecimiento de las poblaciones humanas y el inadecuado modo de consumo de sus recursos naturales. El derrame de lava provocado por la erupción del volcán Xitle y sus conos adyacentes, ocurrido hace alrededor de dos milenios, creó un paisaje particular y fascinante, conocido como Pedregal de San Ángel, precisamente al sur de la hermosa cuenca del Valle de México. Sin embargo, su vecindad con la populosa Ciudad de México provocó que ésta engullera con sus fauces las ecosistemas que este paisaje albergó. Entre las primeras construcciones realizadas sobre las rocas basálticas del Pedregal de San Ángel se encuentran las del campus de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, las cuales crecieron a una velocidad menor que los asentamientos humanos a su alrededor. Esto permitió que los universitarios de la segunda mitad del siglo xx estudiaran y trabajaran en contacto estrecho con el paisaje del Pedregal de San Ángel. En la década de 1980 surgió un conflicto provocado por las necesidades de modernización de los servicios y comunicaciones que tenía la Ciudad Universitaria y el genuino interés de académicos y estudiantes por preservar el paisaje original de este campus. Así, se generó en el país un movimiento ecologista que clamaba por proteger este ecosistema; afortunadamente, este clamor fue escuchado y atendido por las autoridades universitarias.
El propósito de este libro, apreciable lector, es compartir con usted las emociones, los recuerdos y vivencias humanas de quienes han estado en contacto con el Pedregal de San Ángel, así como los complejos problemas de una reserva ecológica durante su creación, crecimiento y mantenimiento. Para esta obra se invitó a pobladores, vecinos de la zona, a sus primeros estudiosos, a académicos que participaron durante su gestión y a quienes eran estudiantes y concurrieron a las movilizaciones y asambleas. Además, se encontrará la perspectiva de las autoridades universitarias, presentes en los tensos momentos de negociación, así como la de todos los académicos responsables de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel de Ciudad Universitaria (repsa), la de quienes actualmente trabajan para la Secretaría Ejecutiva de la repsa y la de los miembros de sus diferentes comités técnicos.
En suma, usted descubrirá en esta obra que las reservas ecológicas no son impersonales, están llenas de experiencias humanas en donde se mezclan el placer, la nostalgia, el valor, la inteligencia y, a veces, la tristeza de los testigos de su destrucción. Este trabajo nos permitió reconocer la trascendencia de las ideas de académicos de distintas áreas del conocimiento, revalorar sus puntos de vista y reeducar la visión limitada que algunas personas tienen por usar únicamente su visión de las cosas. Se reconstruyeron historias para compartirlas y evitar que quedaran archivadas en los recuerdos personales de sus autores. Sacarlas de allí para el conocimiento colectivo ha sido un ejercicio que ha resultado muy interesante y placentero para nosotros, sus compiladores.
La obra está organizada en cuatro unidades. En la primera (“El principio”) se exponen las ideas de quienes visitaron y conocieron el Pedregal en su estado prístino o casi prístino, en las décadas de 1950 y 1960, y el vínculo de la reserva con las culturas prehispánicas. En la segunda unidad se enfatizan las experiencias vividas por distintos actores durante el proceso de elaboración del proyecto de creación de una reserva ecológica en Ciudad Universitaria y las negociaciones realizadas entre estudiantes y autoridades universitarias que culminaron con la creación de la repsa. En la tercera unidad, por su parte, el hincapié está en las vivencias de quienes se enfrentaron a la problemática cotidiana relacionada con una reserva ecológica, quienes tuvieron que lidiar con las necesidades de crecimiento de cu, el impacto de los humanos sobre el ecosistema natural y la necesidad y deseo de los visitantes y universitarios por estar cerca de espacios agradables a los sentidos, lo cual llega a dañar a gran variedad de seres vivos. Finalmente, en la cuarta unidad se encuentran las reflexiones y las historias personales y profesionales de cuatro académicos universitarios que han estado ligados estrechamente a la repsa.
Ojalá, al leer esta obra usted sienta el mismo placer que nosotros experimentamos al realizarla. Estas historias brotadas de las rocas del Pedregal y escritas por sus protagonistas tienen los propósitos de conmover a los lectores y contribuir a que valoren, en su justa dimensión, el papel vital de la protección de todos los ecosistemas naturales del planeta
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(Fragmentos de la Introducción). | ||||||||||||||
Luis Zambrano y Zenón Cano Santana Compiladores |
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cómo citar este artículo
Zambrano, Luis y Zenon Cano Santana. 2017. Historias que brotan de las rocas. Experiencias sobre el pedregal de San Ángel y su reserva ecológica. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 68-69. [En línea].
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de la academia |
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El camino del investigador
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Zorba J. Hernández, Aldo H. Romero y Jorge Serrano
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En este nuevo milenio, cuando la ciencia y la tecnología
generan el desarrollo y crecimiento de los países, y por ende progreso a sus pobladores, son los países del Grupo de los ocho los que más apoyan la investigación científica y tecnológica, creando grandes institutos y centros de investigación, además de ser los que proporcionan más recursos a las universidades. Por otro lado está el esfuerzo de los gobiernos para que los nuevos descubrimientos sean integrados a la producción industrial. Como consecuencia de esto, se tiene la necesidad de formar recursos humanos tanto para la investigación como para la operación y seguimiento de nuevas tecnologías y descubrimientos; y es aquí donde el “principiante de investigador” o estudiante de último año de carrera, maestría o doctorado, tiene que emprender y ceñirse a lo que implica el camino del investigador. Etimológicamente hablando, la palabra investigar proviene del latín in (en) y vestigare (hallar, inquirir, indagar, seguir vestigios), lo que conduce al concepto más elemental de descubrir o averiguar alguna cosa, seguir la huella de algo, explorar. De esta manera se podría considerar que un investigador es aquella persona que se dedica a alguna actividad de búsqueda, independientemente de su metodología, propósito e importancia. Como el ser humano tiene una tendencia natural a buscar el sentido de las cosas, se deduce que existen diversos tipos de investigaciones, desde las más elementales y cotidianas con las cuales se busca ampliar el horizonte de los objetos conocidos, hasta la investigación científica con características propias de eficacia superior.
Para que alguien pueda llegar a ser un buen investigador pensamos que se deben tener las siguientes actitudes: entusiasmo, curiosidad, concentración y disciplina. El entusiasmo lo podemos entender como la capacidad de ilusionarse por los detalles y las imágenes globales de la naturaleza, el gusto por saber, por aprender cosas nuevas todos los días. Sólo las personas entusiastas son capaces de vencer los desafíos de lo cotidiano y pasar a una nueva situación. Una persona entusiasta habla de retos y desconoce lo que son los problemas.
La curiosidad es cuestionar las cosas que uno observa; ¿cómo funcionan las cosas?, ¿qué propicia los eventos? Albert Einstein dijo: “no tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”. Por otro lado, la concentración es enfocarse en un tema hasta hacer de ello una obsesión, lo que nos lleva a crear un gran número de preguntas retóricas; como dijo Théophile Gautier: “para reducir lo infinito a lo finito, lo inasequible a lo humanamente real, no hay más que un camino: la concentración”.
La disciplina nos lleva a construir y a depurar hábitos que nos servirán de mecanismos de protección ante perturbaciones; es el hábito íntimamente asociado al autocontrol. A largo plazo, el trabajo constante nos lleva a conseguir un objetivo, llámese descubrimiento, innovación tecnológica, nueva aplicación, etcétera.
La disciplina es útil para entrar en el estado mental adecuado según la situación y el momento, sirve para poder detectar y moldear nuestro estado de ánimo, contar con ella ayuda a saber cuándo esforzarnos hasta la saciedad o incluso redefinir el rumbo. También es cierto que cuando nos encontramos en situaciones difíciles, continuar trabajando disciplinadamente nos ayuda a salir adelante. Trabajar siempre por objetivos, siguiendo nuestra motivación más profunda, nos conducirá a tener logros constantemente, los cuales nos motivarán a su vez a seguir adelante mejorando la autoestima. La constancia nos lleva a seguir aprendiendo y esto nos ayudará a alcanzar nuestras metas. Además, tener la disciplina de realizar un trabajo ordenado y sistematizado nos permitirá obtener más rápido los resultados deseados o incluso saber que vamos en una dirección equivocada para lo que estamos buscando.
También es importante tener claridad en cuáles son nuestros objetivos, saber qué tema de investigación queremos desarrollar, cuáles son las razones por las que se quiere hacer. Resolver esto nos proporciona motivación.
Algunas preguntas fundamentales para elegir el tema de investigación son: ¿qué vamos hacer?, ¿qué temas vamos a elegir?, ¿por qué escogemos estos temas?, ¿cuál es nuestra motivación en ello?, ¿cuál tema es el más viable con los recursos que tenemos o podemos conseguir?, ¿cómo vamos a estructurar la investigación?, ¿cómo la vamos a llevar a cabo?, ¿cómo obtendremos el financiamiento?, ¿cuándo realizaremos las actividades programadas?, ¿en dónde las vamos a realizar?, ¿dónde vamos a elaborar los materiales?, ¿en dónde vamos a realizar las mediciones y para qué?, ¿cuál es la finalidad práctica de nuestra investigación?, ¿a quien le va a servir?, ¿qué nos va a aportar? Una vez teniendo claro hacia dónde se deben dirigir los esfuerzos, es momento de comenzar.
Elegir supervisor
Es muy importante decidir quién va a dirigir nuestro trabajo, pues debe ayudarnos a escoger el tema y sugerirnos posibles soluciones en situaciones difíciles. Debemos buscar a aquel científico que pueda aportar a nuestra investigación conocimiento, experiencia y recursos materiales. Una manera de evaluar el potencial de dicho investigador para el proyecto que tenemos en mente es conocer su capacidad docente, pues deberá transmitirnos cómo realizar el trabajo, además de dominar el tema en cuestión. Del mismo modo, hay que conocer su capacidad como investigador para establecer colaboraciones y así poder enriquecer el trabajo. Lo más conveniente es que la persona que va dirigir nuestro trabajo tenga reconocimiento en el tema en cuestión.
En nuestro desarrollo como investigadores tenemos que cruzar varias etapas en las que la interacción con nuestro director de tesis es de vital importancia, por lo tanto, somos nosotros los que tenemos que evaluar al investigador antes de tomar la decisión de participar en su proyecto de investigación. Para lo anterior hay diferentes puntos que debemos considerar.
En el caso de una investigación de ciencia básica, uno de los rubros importantes a tomar en cuenta es su número de publicaciones, tanto en el país como en el extranjero. De manera estimativa: si tiene maestría, uno o dos artículos por año; si cuenta con doctorado o postdoctorado, dos o tres artículos cada año. Para evaluar su excelencia investigadora se recomienda conocer su trabajo individual, es decir, el número de publicaciones como primer autor y el número de citas, así como su trabajo colectivo en colaboraciones, su participación en congresos y seminarios.
Otro punto a evaluar es la docencia; se recomienda poner atención en cuántos cursos ha impartido y la calidad de éstos, conocer las tesis que ha dirigido y de qué nivel (licenciatura, maestría y doctorado) así como el éxito de los egresados de su grupo de trabajo.
Finalmente, se debe evaluar su acceso a grandes instalaciones (laboratorios, equipo de computo de gran capacidad, así como equipo especializado, etcétera). Si es posible, conocer cómo hace la gestión de recursos, es decir, cómo administra los apoyos a la investigación; esto nos dará también un buen panorama de su movilidad institucional.
Tipo de profesional
Un profesional en la industria es la persona que aplica los conocimientos existentes a las necesidades prácticas de la sociedad. Si alguien quiere desarrollarse así, necesita tener un sólido fundamento científico y ser capaz de usar la tecnología contemporánea. La industria buscará emplear a quien tenga la mayor cantidad de aportaciones a la ciencia y tecnología, enfatizará en las colaboraciones y en la capacidad de gestión de proyectos del investigador.
Un docente es la persona que se dedica a la formación de recursos humanos y será evaluado por la facilidad que tenga para enseñar, por la cantidad de cursos impartidos, de publicaciones, de congresos, conferencias y seminarios a los que ha sido invitado.
Un científico es la persona que por convicción se dedica a la tarea de crear nuevos conocimientos en su disciplina científica con el fin de aumentar el saber del cual dispone la humanidad, para encontrar soluciones a las demandas de ésta y satisfacer sus necesidades, por decir algo. Para poder trabajar en un centro de investigación se le evaluará por el número de publicaciones y la calidad de éstas, las aportaciones que ha realizado al conocimiento, la colaboración y la gestión de proyectos.
Los tres perfiles a veces tienden a unificarse en la figura de un investigador de excelencia que contribuye al desarrollo de la sociedad, tanto desde la perspectiva de acumular y transmitir conocimientos, como desde un enfoque práctico; esto es, que atiende las necesidades sociales, en la medida de lo posible, en la rama del saber que le ocupa.
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Referencias bibliográficas
Allègre, Claude. 2003. La derrota de Platón o la ciencia en el siglo xx. Fondo de Cultura Económica, México. Zubizarreta, Armando. 1986. La aventura del trabajo intelectual: cómo estudiar e investigar. Addison Wesley, México. |
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Zorba J. Hernández Aldo H. Romero Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados-Querétaro, Instituto Politécnico Nacional. Jorge Serrano Departamento de Física Aplicada, Universidad Politécnica de Cataluña. |
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cómo citar este artículo
Hernández, Zorba J., Aldo H. Romero y Jorge Serrano. 2017. El camino del investigador. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 56-58. [En línea].
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de la escuela |
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Ciencia y saberes comunitarios en la escuela un diálogo simétrico para el cuidado del ambiente
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Rogelio Cayetano Andrés
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“La ciencia en la escuela y los saberes comunitarios,
un diálogo simétrico para el cuidado del medio ambiente”, así se llama uno de nuestros proyectos educativos enmarcados en el contexto de la propuesta “La ciencia en la escuela”, una experiencia que hemos y estamos viviendo en la secundaria técnica número 183 de la comunidad de Encinal Colorado, perteneciente al municipio de San Juan Guichicovi, Oaxaca. Ubicada en la zona norte del istmo de Tehuantepec y parte del territorio que ocupa el pueblo mixe —ayuuk nos llamamos nosotros—, en esta comunidad la mayoría de los habitantes se ocupa en las labores del campo, y las mujeres se dedican también a la elaboración de totopos, que son tortillas tostadas en un horno que se calienta con brasas de encino. Quien llega a Encinal, en su visita se refresca aquí y allá con el verde profundo. A lo lejos se pueden ver las montañas que se extienden cual alfombras verdes, de donde bajan todavía arroyos y ríos. Lamentablemente, en la actualidad los garrapaticidas, herbicidas, abonos y demás químicos que ahora aplican los ganaderos, principalmente, van a desembocar en esas corrientes. La escuela, inserta en este contexto, no puede cerrar sus ojos ante tan evidentes consecuencias. Se pensó entonces que en ella se podía promover una cultura de preservación y cuidado del ambiente, generar conciencia ecológica a partir del estudio científico del mismo y del rescate de los saberes comunitarios y, con estas dos categorías, generar verdaderas experiencias de aprendizaje tanto para los alumnos como para los docentes. Ambiente, comunalidad y experiencias de aprendizaje son los conceptos que cimientan el proyecto educativo con los cuales se han diseñado acciones para diferentes ámbitos. Los elementos para el desarrollo del proyecto son: un jardín botánico, la producción de abono orgánico —composta y lombricomposta—, un huerto biointensivo para el cultivo de hortalizas, la construcción de terrazas, la recuperación de nacederos, una estación meteorológica, la clasificación y el tratamiento de la basura, la identificación de fauna y el establecimiento de un vivero; además de la zona de reserva que hemos establecido en la escuela, en la que estamos generando de manera natural la reforestación con árboles y plantas propias de la zona. De todos estos elementos se desprenden las proyectos didácticos de investigación, que son el medio para concretar el proyecto educativo en el aula. La idea rectora de nuestra metodología es primero generar y vivenciar la experiencia en la escuela con los alumnos para posteriormente divulgar e impulsarla en la comunidad. Así sucedió con el horno ecológico, que se propuso como una alternativa, una solución al uso exagerado de la leña que requiere el horno tradicional, ya que se produce demasiado humo y pérdida de calor en el proceso de elaboración del totopo, además de que gran parte del calor y el humo es absorbida por las personas que elaboran este alimento básico, provocándoles enfermedades pulmonares y respiratorias. En este ciclo escolar hemos elaborado un interesantísimo proyecto didáctico para trabajar una zona de microcuenca que se localiza al lado de la escuela, cuyo propósito central es establecer una estación científica para estudiar el manto acuífero y la biodiversidad que allí existe y, con esto, rescatar y dar vida a ese nacedero para después construir una minipresa que permita abastecer de agua a la escuela en épocas de sequía y regar nuestras plantas y hortalizas. Además de preservar la belleza del lugar pues, como lo han dicho sorprendidas las personas que han visitado la escuela: “¡Es hermoso!”, así exclamó una maestra cuando, desde arriba, vio el arroyito que serpentea bajo los árboles. Todas las asignaturas aportarán su trabajo: español elaborará una monografía, una narración y descripción del proceso de construcción de la minirrepresa; biología hará un inventario de la biodiversidad; química un estudio de las características del agua; matemáticas diseñará la microcuenca y hará cálculos para el volumen de captación; física estudiará las diferentes técnicas de bombeo del agua; en la llamada asignatura estatal se sembrarán plantas nativas y propias de la microcuenca; historia se encargará de la historia oral de los pozos; contabilidad se dedicará a un proyecto comunitario de conservación del agua; geografía estudiará y obtendrá datos del área que cubrirá el centro de investigación; computación sistematizará el proyecto mediante videos; educación artística se concentrará en un diseño estético de la microcuenca; inglés describirá el paisaje lacustre; y formación cívica y ética efectuará censos de los mantos acuíferos en la comunidad. Pero a la par de todo esto, los principales de la comunidad, los que más saben sobre estos temas, así como las autoridades tradicionales de la localidad, participarán con la comunidad escolar para compartir sus conocimientos y experiencias sobre el cuidado y uso que se le debe dar al agua y a la tierra, sin dejar de lado las creencias ni el significado de los ritos que aún se conservan. Es así como la construcción de estos proyectos nos ha permitido integrar contenidos tanto locales como universales, integrar todas las asignaturas en una forma de trabajo interdisciplinario. Es así como la ciencia y los saberes comunitarios se unen en un diálogo simétrico para el cuidado del ambiente. |
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Referencias bibliográficas
Carrillo Trueba, César. 2013. Pluriverso, un ensayo sobre el conocimiento indígena contemporáneo. UNAM, México. Hidalgo Guzmán, Juan Luis. 2011. Una escuela para educar en la vida. Comprender y ayudar a los estudiantes en su situación. Oaxaca-IEEPO, Oaxaca. |
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Rogelio Cayetano Andrés Director de la Escuela Secundaria Técnica 183, San Juan Guichicovi, Oaxaca. |
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cómo citar este artículo
Cayetano Andrés, Rogelio. 2017. Ciencia y saberes comunitarios en la escuela, un diálogo simétrico para el cuidado del ambiente. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 44-46. [En línea].
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Las infinitas maneras
de ensamblar el cosmos |
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César Carrillo Trueba
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La tajante división instaurada en el pensamiento
occidental, y por ende en la ciencia, entre lo que es naturaleza y lo que es cultura, sociedad, es quizá uno de los mayores obstáculos para la comprensión del conocimiento generado en diferentes culturas, de lo que es real y no, de lo que se considera posible, lo verdadero. Las relaciones que las diferentes sociedades —pasadas y presentes— mantienen con los elementos de la naturaleza configuran de una manera particular su cultura, su cosmovisión, y constituyen el universo de lo posible, de lo real, su propia ontología, orientando su pensamiento y la forma como en la vida social cotidiana se relacionan con ellos, así como entre los mismos integrantes de la sociedad y de aquellas que les rodean. Es al interior de este marco conceptual que debemos tratar de comprender las formas de conocimiento desarrolladas en otras culturas, pasadas y presentes. Como bien dice Anthony Aveni: “todos buscamos la unidad, pero la forma como la gente crea orden en el mundo que le rodea parece depender fuertemente de su agenda social —lo que necesitan para funcionar en su día a día—, pues es su cultura la que confiere estructura a la naturaleza. Los lazos ocultos que se establecen entre la manera como sopla el viento, cómo se mueven las estrellas, cómo amanece, difieren claramente a lo ancho del mundo, y este proceso de unir así partes del entorno en que se vive no es compartido por toda la gente, salvo en su nivel más elemental. Lo que sucede por encima de todo es que no existe un conjunto de principios culturales abstractos que sean entendidos de la misma forma por toda la gente en toda época. Somos demasiado diversos para eso”. Las representaciones del cielo elaboradas por las diferentes culturas que aquí presentamos son claro ejemplo de dicha diversidad.
La mirada arrogante que aún prevalece en la ciencia poco puede aportar a la irrecusable necesidad de simetría en las relaciones entre distintas sociedades en el mundo pluricultural en que vivimos; esto sólo pueden ser viable si tales relaciones se hallan cimentadas, desde el punto de vista ontológico, en una igualdad de las diferentes formas de conocimiento que existen, es decir, en el pleno respeto a las diversas realidades que constituyen, en palabras del mismo Aveni, “las infinitas maneras de ensamblar el conjunto del cosmos”. |
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Referencias bibliográficas
Aveni, Anthony. 1992. Conversing whit the Planets: how science and Myth Invented the Cosmos. Times Books, Nueva York. |
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César Carrillo Trueba Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autómoma de México. |
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cómo citar este artículo
Carrillo Trueba, César. 2017. Las infinitas maneras de ensamblar el cosmos. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 36-37. [En línea].
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de la filosofía y la ciencia |
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La dualidad
de la información, clásica versus cuántica |
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Carlos Ortega Laurel,
Shi-Hai Dong, Silvia Viera y Miguel Cruz Irisson |
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Intuitivamente es posible definir la información
como todos los datos de hechos, asuntos y parámetros que, procesados en las mentes, orientan, indican o aportan sobre algo, como las características de las personas, detalles de eventos, resultados, consecuencias, etcétera, de tal modo que estos datos procesados por la percepción permiten saber con cierta certidumbre qué va a pasar con ese algo, es decir, quién y cómo es la persona, sobre qué es el evento y precisar aquello o lo otro. De hecho, ante una mayor cantidad de datos procesados se tendrá una mejor aproximación a la obtención de información inequívoca y, mientras mayor sea la cantidad de información, más se estaría informado sobre algo. Para los científicos, tecnólogos e investigadores existen dos teorías que versan sobre la información, una clásica y otra cuántica. El avance de la física y las ciencias de la información ha dado lugar a formas alternativas para entender esta última. Charles Bennett y Peter Shor definieron en 1998 la teoría de la información cuántica, presentándola como una teoría que entrelaza dos de las grandes ciencias del siglo xx, ya que entrecruza la teoría cuántica establecida entre 1920 y 1930 por Planck, Einstein, Bohr, De Broglie, Born, Heisenberg, Schrödinger, Pauli, Dirac y Von Neumann, con la teoría de la información establecida en 1948 por Claude Elwood. Se ha propuesto que a dicha aproximación se le nombre la segunda revolución cuántica, tal y como apuntara Dowling en 2003: “siendo la primera, por supuesto, la invención de la teoría cuántica”. Hay dos teorías sobre la información: una clásica, que viene desde 1948, a decir de Shannon, y una cuántica, que data del año 1998 según Bennett y Shor.
Esta forma alternativa de entender la información hace uso de los principios fundamentales de la teoría cuántica, los cuales rigen los fenómenos en la escala subatómica. Para Peskin y Schroeder, el concepto de incertidumbre, que está en el corazón de la teoría cuántica no se debe a la falta o pérdida de información o a la imprecisión en la capacidad de medición, es más bien una incertidumbre inherente a la naturaleza propia de los fenómenos a escala subatómica; es una característica intrínseca al mundo subatómico.
Dos teorías
En la década de los cuarentas, en el contexto del envío de información por un canal —como puede ser el cable telefónico o el telegráfico—, el ingeniero Claude Shannon tuvo el acierto de proponer y modelar la información, no como intuitivamente la percibimos, sino como eventos o datos que se producen con ciertas probabilidades. Esta visión ha permitido desde entonces revolucionar la ciencia de las comunicaciones y lo hace aún en la actualidad.
Para entender más a fondo el concepto de información en la teoría clásica debe considerarse el siguiente ejemplo. Una moneda es lanzada al aire, es claro que existe una probabilidad de 50% de que caiga águila y 50% de que caiga sol; éstos son los datos del sistema. Si la moneda no está cargada —trucada—, intuitivamente todos pueden decir que la probabilidad de que salga sol es de 50%, al igual de que sea águila; la probabilidad de que caiga águila o sol es la suma de ambas, lo que por supuesto da 100% de ésta.
Ahora, si se piensa cuantitativamente, lo que en realidad reflejan las probabilidades es lo mucho o lo poco que se sabe acerca del lanzamiento de la moneda. Las probabilidades en realidad cuantifican el desconocimiento más a fondo que se tiene de los datos del sistema, ya que desde la óptica de la física determinista, pensar y decir que hay una posibilidad de 50% y 50% significa que no se tiene datos suficientes del sistema para determinar cómo caerá la moneda al efectuar el lanzamiento. Sin duda esto es válido en el uso intuitivo y cotidiano de la información, y se le conoce como incertidumbre clásica pues, si se estudiara y entendiera con detalle las causas y datos del sistema físico, sería posible determinar de qué lado caerá la moneda y también se lograría conocer con suficiente precisión todos los parámetros relevantes del sistema físico, como la fuerza conferida a la moneda por el lanzador, la altura desde la cual se lanza, la que alcanzará antes de caer, la resistencia del aire, la velocidad del viento y todos los demás parámetros medibles que fuesen de utilidad, por lo que se podría predecir el resultado con una certeza de 100%. Es por esto que para los científicos no hay incertidumbre real sobre el sistema, sino únicamente ignorancia acerca de él.
El volado es un sistema binario en el que es posible tener dos estados: águila: 0 y sol:1; de éstos resultará la cantidad de información que será posible manejar y por tanto a considerar desde la teoría de la información: en este caso la cantidad es un bit de información.
Si se contrasta el significado que en forma natural e intuitiva se asocia a la palabra información con la ya referida en la teoría de la información clásica, se encontrará que la teoría de Shannon no trata de la información en el sentido coloquial de la palabra, sino sobre la determinación de la información en forma cuantitativa en el contexto de una cuantificación métrica de los datos. Este argumento permite sumarle, operarle, almacenarle y transmitirla, lo cual, en el planteamiento original de Shannon fue llevado a la práctica dentro de los sistemas de comunicaciones, por considerarla como información en términos de la probabilidad de ocurrencia de los símbolos usados para su representación.
Fue en tales términos que se determinó su incertidumbre con el fin de establecer los fundamentos y la cantidad de símbolos idóneos, y no de información como intuitivamente se le conoce en el mundo cotidiano, en donde se trasmiten mensajes de manera coloquial. Esta gran diferencia de conceptos es lo que permite distinguir y resaltar el quehacer científico y de investigación del contexto de lo cotidiano.
Nuevas preguntas
Con el surgimiento de la teoría cuántica se han trasladado las preguntas básicas de la teoría de la información clásica a la nueva teoría de la información cuántica, de tal manera que las primeras —que ya tienen respuestas clásicas— encuentren ahora respuestas cuánticas en los sistemas tecnológicos cuánticos, que serán la tecnología de última generación. La primera pregunta que se formula de manera natural es saber si existe una medida análoga de información cuántica. El fundamento de la teoría de la información cuántica fue asentado por Von Neumann en 1932, quien formuló una rigurosa base matemática para la mecánica cuántica, en la que plantea una incertidumbre basada en los estados cuánticos y su descripción de acuerdo con los conceptos de la mecánica cuántica.
Imaginemos una moneda dentro de una caja, es un experimento mental; se lanza o se agita la moneda dentro de la caja y, si describimos el experimento con las leyes fundamentales de la mecánica cuántica, la moneda puede caer en cualquier dirección, esto es, en términos del espín se tendría el águila arriba, águila abajo, esto es sol abajo, sol arriba, y experimentalmente podría caer en cualquier dirección, ya que el espín del átomo puede tener orientación hacia arriba, hacia abajo, a un lado o al otro, prácticamente en cualquier dirección de forma indistinta. El asunto es que no es posible predecir el resultado con 100% de certeza, sino que sólo se puede determinar la probabilidad de que ocurra cierto resultado. Esto es consecuencia de la incertidumbre cuántica y no debido a la falta o pérdida de información o a la imprecisión en la capacidad de medición; es algo inherente a la naturaleza propia de los fenómenos a escala subatómica, pues la incertidumbre es intrínseca a su naturaleza. Por lo tanto, la descripción del sistema se hace mediante las llamadas funciones de onda, que representan toda la información que se tiene del sistema en forma genérica, ya sea en el ejemplo sobre la moneda o en un sistema cuántico generalizado.
Así, análogamente a los dos estados (águila:0 y sol:1) medidos en bits y que describen el lanzamiento de la moneda, al interior de la caja existen qubits, en los que la gama de posibilidades varía continuamente del 0 al 1; resulta práctico por ello imaginar el qubit como una aguja que gira y puede apuntar en una esfera en cualquier dirección, lo que significa que puede estar en cualquier estado. Es esto último lo que diferencia y da potencial al qubit sobre el bit clásico, el cual sólo puede apuntar en dos direcciones: arriba y abajo, 0 o 1.
Para clarificar aún más esto, imaginémonos los estados cuánticos de un qubit representados como las bolas de un juego de billar —quince numeradas y una blanca del pool. Éstas serían justamente la representación de todos los estados de un qubit de información. Al pensar en cualquiera de estas bolas como estados cuánticos del qubit, se estaría hablando de una posibilidad de entre las dieciséis alternativas observables, mismas que son representables en cuatro bits clásicos. En este sentido, se está hablando ya no de un bit máximo de información —como en la moneda—, sino de cuatro bits de información simultáneos, o sea, la representación de los dieciséis estados del qubit hipotético, lo que innegablemente les da a los qubit un potencial magnífico; es claro que, para efectos prácticos, una función de onda contiene toda la información sobre un sistema —representando todos los estados cuánticos posibles—, por lo que para describir cualquiera de los estados posibles, únicamente se puede hacer por medio de probabilidades, esto es, mediante la probabilidad de captar uno de los estados-valores u otros parámetros de tales estados como variables u observables.
Así, de la analogía planteada con las bolas de billar de un juego de pool es posible inferir que se llama información cuántica a la información física contenida en uno de los estados posibles de un sistema cuántico de entre un conjunto de estados posibles.
Finalmente
La teoría de la información cuántica es el estudio de la capacidad máxima que tienen los sistemas físicos subatómicos, la cual se rige por las leyes de la mecánica cuántica para preservar la información y sus correlaciones. La información en la teoría cuántica de éste es aquella que es cuantitativa, es medible y busca ser transportada por sistemas cuánticos, mismos que, en forma similar al caso clásico, pueden abarcar desde la representación de los símbolos en uso, hasta la fuente de generación de información, el dispositivo transmisor que prepara la señal a ser transmitida, la señal transmitida o recibida, el canal subyacente, las fuentes de ruido, el receptor, el destino y los símbolos recibidos –todos ellos ahora desde la perspectiva de la tecnología cuántica.
Finalmente, es posible decir que cualitativamente no hay información clásica y cuántica, sólo hay un tipo de información que depende de los términos de los mensajes que se desea comunicar. La tecnología cuántica promete ser revolucionaria en el progreso de la ciencia y la tecnología en el de los sistemas de comunicación.
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Carlos Ortega Laurel Miguel Cruz Irisson Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica-Culhuacan, Instituto Politécnico Nacional. Shi-Hai Dong Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico en Cómputo, Instituto Politécnico Nacional. Silvia Viera Unidad de Gestión Educativa Local, Tambogrande, Piura, Perú. |
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cómo citar este artículo
Ortega Laurel, Carlos; Shi-Hai Dong, Silvia Viera y Miguel Cruz Irisson. 2017. La dualidad de la información, clásica versus cuántica. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 22-24. [En línea].
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de la soluble y lo insoluble |
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Echar volados
no es razonable: decisión en los límites del conocimiento |
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Andrés García Barrios
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Hace algunos años fui invitado a participar como
jurado en una selección de libros infantiles sobre ciencia para un proyecto de bibliotecas escolares. Los organizadores te daban varios textos para leer, los calificabas y luego te reunías con los demás jurados para debatir. Al final de la última reunión, quedaban sobre la mesa dos libros; no conseguíamos decidir cuál debía incluirse en el proyecto. Habíamos discutido mucho y no llegábamos a un veredicto, parecía que el diálogo razonado nos había llevado a los límites del conocimiento. Entonces comenté a media voz que podíamos echar un volado. Mi compañero de al lado volteó y con sereno desprecio me dejó ver que este tipo de cosas no podían resolverse así. Después, uno de los presentes propuso dejarle la decisión al director del área. Todos estuvimos de acuerdo, nos pusimos de pie y a mí no me volvieron a invitar. Desde entonces la anécdota me ha dado vueltas en la cabeza y siempre acabo pensando que yo tenía razón, teníamos que lanzar una moneda al aire, al menos si en verdad el silencio de aquel jurado era por estar ante los límites del conocimiento. “De lo que no se puede decir nada es mejor no hablar” afirma Ludwig Wittgenstein, pero no menciona nada sobre no echar volados.
La visión de la ciencia clásica
¿De verdad había llegado aquel jurado a los límites del conocimiento? Según la visión clásica de la ciencia, no. Sólo estaba ante los límites de su propio conocimiento y lo que había más allá era su ignorancia. Un jurado con verdadero conocimiento habría cumplido la misión sin tropiezos.
Aunque también es probable lo siguiente: imaginemos que el avión de ese verdadero conocimiento se avería antes de partir y los que saben no acuden a la cita. Al mismo tiempo, miembros de la asociación de cómicos de carpa que están de visita se ven por error sentados en la mesa del jurado con la misión de elegir entre aquellos libros. Los improvisados maestros llegan al resultado en diez minutos, después de una tremenda alharaca y sin haber dudado nunca. La ciencia exige que se dominen todas las variables, nada de cómicos haciéndose pasar por sabios, sin embargo, ¿existirá un criterio invariable que, llegado el momento, garantice que ya se dominan todas? ¿Algún día podremos estar seguros de que detrás de la verdad no hay un payaso disfrazado?
El director del área
Las decisiones que no se pueden tomar con la razón y que no se quieren dejar al azar han encontrado desde tiempos inmemoriales una solución infalible: que las tome el jefe. Por lo general, el jefe es una persona que goza de enormes privilegios a cambio de aceptar que la incógnita caiga con su infinito peso sobre él, lo cual significa saber disimular que el asunto no tiene una solución razonable y fingir que está seguro de lo que hace. Hubo un tiempo en que los monarcas encubrían la carga de la decisión respaldándose en la doctrina del derecho divino, según la cual dios mismo los designaba e inspiraba sus resoluciones. Era algo en lo que todos creían, así que el ocultamiento se hacía a plena luz. Pero llegó un día en que la Ilustración tomó la palabra para afirmar que no hay verdades fuera de nuestro alcance y que las decisiones surgen de la cabeza de la gente, incluidos el monarca y sus partidarios —tal vez por eso la guillotina se convirtió en el símbolo de toda una época.
Si la razón podía resolver nuestros más grandes enigmas, todos debíamos ponernos a pensar; así florecieron la educación y la ciencia. Mientras tanto, en espera de la verdad última para tomar decisiones se recurrió a una solución cuantitativa: como dos cabezas piensan más que una, tres más que dos y así sucesivamente, nació la democracia. Por lo pronto, la mayoría tendría más razón que la minoría y lo que pensaran cincuenta y uno de cada cien cabezas sería considerado “la verdad”. No faltaron quienes —por respeto a esta nueva forma de pensar— resolvieron que incluso la existencia de dios quedara en veremos hasta ponerla a votación: asi, en 1936, en el insigne Ateneo de Madrid, el creador estuvo a punto de dejar de existir por un solo voto.
El retorno de los brujos
Pero pasó el tiempo, la razón y la ciencia tardaban en resolver los más grandes enigmas, mientras la sensatez democrática fue flaqueando y empezó a revelar un fondo de cosas impensables. Al congreso llegó una cierta renovada sinrazón que un día no pudo ocultar: con frecuencia, al votar sobre decisiones cruciales se contaban más votos en la urna que votantes en la tribuna.
Para vencer la angustia, la población recurrió entonces a la vieja práctica de “taparle el ojo al macho” y así limitar el propio campo visual y la necesidad de respuestas. Pero las intervenciones mágicas acabaron por invadir prácticamente toda la realidad. Desde entonces los jefes han seguido buscando la manera de contener a la gente, pero lo cierto es que hasta hoy no han hallado la forma de hacernos transitar de la fe en la razón a la fe en la ilusión como método de conocimiento.
El mundo entero se encuentra nuevamente temblando en las fronteras de la incertidumbre. La mayoría enmudece y unos cuantos anuncian la vuelta de dios, otros insisten en que hay que tener paciencia, que muy pronto —cosa de cinco o diez mil años— la ciencia será capaz de descifrar todas las leyes del Universo.
¡Suerte!
Imagino que soy el jefe. Me han nombrado juez final en el asunto de decidir cuál de los dos libros de ciencia para niños irá a todas las bibliotecas escolares del país. Se ha hecho de noche y estoy en mi casa, solo, mirando atónito ambos textos. La llamada de un amigo me interrumpe.
“Vete a dormir —me dice—. Tal vez mañana, ya descansado, puedas decidir. Claro, considera desde ahora que si al despertar llegas a una conclusión, deberás aferrarte a ella pues es posible que muchas otras variables a tu alrededor atenten contra la nueva certidumbre. En ello consiste la decisión cuando la verdad no es evidente. También acuérdate de que, si quieres ser un verdadero líder, deberás reconocer ante todos que tomaste la decisión sin estar seguro y decir: corro el riesgo, me hago cargo de lo que ocurra. Ahora bien, si no estás dispuesto a sostener esta posición (sin duda heroica), pero tampoco a fingir que sabes la verdad, aún te quedan algunas opciones; por ejemplo, la religión taoísta afirma que ante lo inefable es mejor no actuar y el budismo explica que lo que nos pasma es el empeño mismo en tomar decisiones”.
Me despido de mi amigo y cuelgo. Yo, que aspiro a ser honesto pero no tengo madera de líder y no profeso ninguna religión por ahora, decido seguir otro camino. Actúo como creo que lo habría hecho el más sublime y humano maestro que conozco, aquel sabio gobernador de la ínsula Barataria en quien se unían lo angelical y el olor a cebolla: echo un volado.
Seguramente el gran Sancho Panza encomendaría el azar a dios. Yo, huérfano de divinidad, al ver la moneda volar sólo puedo pensar en una cosa: cuando quede resuelto el asunto exhortaré al ganador a ser modesto por haber tenido suerte; después convenceré al perdedor de que la decisión ha sido tomada por un juez de verdad imparcial, el único que siempre actúa con igual equidad exista o no una verdad eterna.
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Andrés García Barrios Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. |
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cómo citar este artículo
García Barrios, Andrés. 2017. Echar volados no es razonable, decisión en los límites del conocimiento. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 10-12. [En línea].
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Silvia Andreli Díaz Navarro y Luis Gabriel Mateo Mejía |
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En el discurso postmoderno existen diversas variable que son
tomadas en cuenta para abordar lo que se ha denominado filosofía de la historia o pensamiento modernista; entre éstas encontramos la figura del hombre que trabaja, es decir, el Homo laboris, con la subjetividad que lo circunscribe en tanto persona que ejerce la actividad laboral en forma consciente, una subjetividad que a menudo fluye con una velocidad mayor a la que posiblemente es dada a la razón humana. Algunos pensadores como Erich Fromm han reflexionado sobre la condición del ser humano contemporáneo, especialmente la moderna, en donde los seres humanos son altamente productivos en medio de una sociedad cada vez más demandante de necesidades y servicios. A dicha condición humana, denominada también como Homo faber, es a la que se refiere tanto el planteamiento de Fromm como el concepto de Homo laboris. En ambos términos encontramos ciertas analogías y semejanzas; una es la afección que nos aqueja hoy día: el estrés. Pero encontramos otra todavía más profunda, que daña directamente el corazón del ser humano, la enfermedad del vació y la nada: el “sin sentido de la vida”. En esto se enfoca este breve ensayo, principalmente en la relación causal que existe entre la condición de Homo laboris y la de Homo faber, ambos constructores y realizadores del trabajo, con el “sin sentido” que puede tener nuestra sociedad actual, altamente modernizada y desarrollada por medio de la constante tecnológica que termina por dominar todas las esferas de la vida. Cabe señalar que esta crítica ha sido explicada por la Escuela de Fráncfort en su teoría crítica de la sociedad y del pensamiento moderno.
Para analizar la relación entre un profundo “sin sentido” y el ser humano contemporáneo se necesita dimensionar su importancia, la cual se ve reflejada en la realidad —basta con ver las noticias en la televisión, escuchar la radio, navegar por la red o leer los periódicos para darse cuenta de los hechos caóticos que externan y acontecen a millones en el planeta. Es preciso considerar un enfoque teórico y metodológico basado en la filosofía para analizar dicha realidad desde una perspectiva de criticidad racional hacía la configuración del pensamiento, tal como se concebía en el siglo xx; en otras palabras, la historia de la filosofía no puede ser ajena al entendimiento de nuestra realidad ni indiferente, y debe dar una palabra —aunque sea de arrebato y malestar— contra los enormes estragos que ocasionan las enfermedades del pensamiento modernista, como la esquizofrenia y la paranoia, el “sin sentido” de las cosas, el estrés y otros efectos negativos de la vivencia cotidiana de nuestra civilización occidental.
El “sin sentido” de la vida
Se afirma que el hombre moderno se ve a sí mismo como demarcado, delimitado, circunscrito por su necesidad de trabajo, debido a que en nuestro sistema económico y político el trabajo es el medio por excelencia para la subsistencia, el desarrollo humano y el crecimiento profesional, aunque no siempre las tres cosas vayan de la mano y en el mismo carril.
Desde la perspectiva de Zygmunt Bauman, existe una gran paradoja entre la vida moderna y el sentido de modernidad, de ahí el término postmodernidad. El miedo en la modernidad fluye con la misma velocidad que lo hace el desarrollo tecnológico, impregnando las distintas áreas de la existencia humana, de la vida moderna. Vivimos así un miedo real por el inexorable paso del tiempo y los cambios globales; al mismo tiempo, seguimos estancados en los límites y determinaciones que implican un esfuerzo para ser felices ante las contradicciones y amenazas que se nos presentan en el diario vivir.
Fromm señala que el ser humano moderno tiene miedo a ser autentico y libre; no obstante, hoy en día encontramos que en las grandes ciudades —en donde prácticamente se puede comprar de todo— las personas están fuertemente inclinadas a vivir la libertad a tope, es decir, sin restricciones; pero existe también una inmensa contradicción, puesto que el sujeto se ha perdido en su propia inconmensurable libertad.
El ser humano postmoderno se ve completamente delimitado y determinado a trabajar, pese a lo que quiera, le guste o no, por aquello que —a falta de un mejor término— se denomina retribución, paga o salario. Todo parece indicar que el trabajo y su desarrollo especializado, altamente profesionalizado, va por un sendero; mientras la vida de los hombres y mujeres, seres humanos de carne y hueso, puede ir por otro y hasta en sentido contrario. Esta es una de las principales causas del “sin sentido” de la vida, la pérdida de significado como enfermedad que plaga toda la vida hoy día. En términos de Viktor Frankl: el ser humano necesita un sentido y significado para la vida, así como un sentido y significado último para la muerte.
Perspectivas de la condición humana
Conductismo. Para explicar cabalmente la condición del hombre laboral en relación con la enfermedad de nuestro tiempo se necesita demostrar la manera en que la psicología laboral ha demostrado la existencia de ciertos fenómenos en la conducta, que termina siendo una postura reflexiva. Se tiene así el reflejo condicionado, fruto de la investigación y conocimientos desarrollados por el conductismo, cuyos mejores expositores fueron Pavlov y Watson. En el conductismo se genera una conducta reforzada por los estímulos y las respuestas, elementos permanentes de condicionamiento, que permiten de manera automática realizar la actividad esperada en la forma adecuada. La especialización de la conducta se obtiene con base en la repetición y al desarrollo de la habilidad para ejecutarla de forma eficiente y eficaz.
Por su parte, Watson entiende la psique como un sistema del ser humano en el cual se desarrollan las habilidades tanto conductuales como cognitivas mediante el reforzamiento, mismo que encara la particularidad del proceso cíclico que obtiene el resultado esperado. En suma, el proyecto de conducta esperado se planea mediante la previsión de los estímulos adecuados. Esta base es usada y explotada de forma racional en todos los ambientes laborales, en los cuales cada sujeto es parte de un engranaje que se espera obtendrá y realizará las actividades señaladas en los manuales de procedimiento y tablas de trabajo, los cuales se formulan en función del perfil académico-educativo. La condición del ser humano desde el punto de vista del conductismo permite equipararlo con una máquina de vida laboral y productiva; casi se podría asumir la proposición: “la totalidad del trabajo es la totalidad de la vida”.
Gestalt. Esta perspectiva encierra la suma conductual y psicológica del sujeto. El fundamento o principio racional de esta propuesta psicológica y filosófica es que el quehacer mismo de la vida es mayor que cada una de sus partes conductuales y humanas. Para la gestalt, la sensación y la visión son las claves de su holismo científico, el cual niega rotundamente las esencias que nacen de los elementos que configuran la complejidad de la conducta debido a que lo premonitorio en la vida humana es su estructura y ésta, a su vez, es la esencia que permanece en la actividad humana y, por ende, en la actividad laboral de todos los sujetos. Hoy en día, dicha estructura está cargada de una totalidad racional e instrumental, inclinada hacia la parte izquierda del cerebro, que impide la meditación de la conducta desde planos más profundos de la contemplación y la atenuación considerable del ser.
Laboralmente hablando, esta forma de pensar se acerca a la posibilidad de vivir enajenado o alineado, evitando los extremos para dar funcionalidad al simple hecho de ser y existir. Sin embargo, una dura crítica a una postura tan radical como ésta se halla en el hecho de considerar las necesidades materiales de la vida como partes fundamentales de la existencia, es decir, de forma consciente no se puede renunciar a tener y dar paso a la simplicidad del ser.
En otras palabras, el ser humano no puede hoy día realizar la potencialidad de su vida sin una carga contundente de cosas materiales que le permitan indicar aquello que sí es, desde el horizonte de la legitimidad del poder y la posesión. La vida de los ideales no es divergente de la vivencia plena de la realidad, es decir, las realidades humanas son tanto materiales como mentales, por lo que el sujeto moderno requiere en su trabajo el logro y el éxito de su profesión en el sentido material y profesional.
Cognitivismo. Si el conductismo hace del humano una máquina al estilo del ciclo de Carnot, el cognitivismo sigue el estilo de las computadoras, lo cual viene a reforzar la conducta automática y mecánica del Homo laboris en sociedad. El investigador y psicólogo U. Neisser planteó en 1967 un análisis de la mente que buscaba el centro entre el holismo y el localizacionismo; encontró un hecho singular: la mente puede autoajustarse y autorregularse, es un sistema de elaboración y no uno meramente pasivo. Por lo que, a manera de una matemática integrada con una filosofía de la conducta, el sujeto puede buscar el conocimiento y encontrarlo de forma objetiva en la realidad.
Ello viene a demostrar que el sujeto, nacido para la competencia laboral, puede muy bien desarrollarse profesionalmente y a la par puede integrar todas sus facultades volitivas y conductuales. Nada más obvio que generar un paralelismo con una máquina cibernética, que recibe la automatización del exterior y que es capaz de automatizarse a sí misma. Esto lo vemos reflejado en la conducta del hombre moderno, quien apuesta por un modelo económico, altamente racionalizado, además de mantener la creencia en su desarrollo humano y personal. La paradoja que encierra el cognitivismo es un claro ejemplo de la crisis de valores debida al exceso de uso de la racionalidad instrumental que vive nuestra sociedad industrial y postmoderna en su exacerbada aplicación de las ciencias exactas y la tecnología. En consecuencia, el Homo laboris vive dentro, sumergido, circunscrito en un mundo de dilemas, contradicciones y paradojas.
Insight o intuición. El concepto de insight fue desarrollado por el psicólogo Wolfgang Köhler en 1967. El modo de pensar ocasionado por el insight es otra clara reflexión sobre la condición del hombre que labora, cargado de una enfermedad postmodernista altamente desarrollada, que remite el valor de lo humano a la inanidad. En el siglo xx, los fenómenos intuitivos o de iluminación demostraron que las ideas repentinas e inesperadas reajustaban el campo de fuerzas de la conducta, al cual alude la gestalt con su elaborada reconstrucción intuitiva que coloca de vuelta la sensación en el primer plano de la investigación científica.
La sensación es un hecho que fue considerado como secundario por la tradición filosófica, por lo que a raíz de estos estudios tuvo una reevaluación entre las causas de la conducta humana. Surgieron así pensadores como Thomas Kuhn, quien reconstituye la visión de la ciencia con paradigmas que pueden ser cambiantes.
En la actualidad, el ser humano —completamente diferenciado y seccionado por el campo laboral— se enfrenta a dichos paradigmas en forma exacerbada debido a que en el pensamiento de Occidente la razón culmina en una esfera social tecnologizada y altamente racionalizada, exageradamente influyente, cambiante, con un alto grado de licuefacción y pocos niveles de viscosidad, como lo explica Bauman. Nuestra sociedad es el lugar en donde la función primaria es la acumulación del capital, la generación de la posesión y la riqueza.
En este sentido, el intuicionismo es la teoría del isomorfismo de dos partes de la realidad: la psíquica y la fisiológica, cuyo principio fundamental es que toda realidad psíquica tiene su correlato fisiológico, lo que permite ubicar una conducta adecuada para la solución de un problema. Es por ello que el sujeto puede posicionar el paradigma de producción como la pieza clave de su desarrollo humano. Laboralmente hablando, la conducta productiva y la exagerada pauta de exigencia laboral pueden contribuir a la generación de enfermedades, alienaciones y pautas de comportamiento.
Mentalismo. La mente demostró ser más que una simple caja negra y pasó a ser un verdadero procesador de información. El enfoque interdisciplinario de la neurología y la cibernética integró el filtro de la mente como un sistema de entradas (input) para ser procesadas por operaciones psíquicas y obtener así conductas (output). En 1956, el psicólogo G. A. Miller estudió la mente como un canal de capacidad limitada, memoria de corto y largo plazo, encontrando en la conducta automatizada una adaptación a la forma de las máquinas. La gestalt respalda la conducta de la mente compuesta por unidades informativas, bloques unitarios o cifras individuales, que son capaces de integrarse en forma local y estructurada en la conformación del todo inteligible del sujeto. Como consecuencia de ello, la mente es educada, reforzada y encauzada —tanto desde el conductismo como desde la psicología laboral— a la instrumentalidad del desarrollo científico, tecnológico e industrial, que estructura la conducta en función de la productividad económica y la eficiencia comercial, aun a expensas de otros esquemas conductuales que implican una reflexión ética y profesional.
El mentalismo es una aplicación de la psicología cognitiva que contribuye a la determinación de la vida humana como un instrumento, un medio, alejándose de la finalidad teleológica del sujeto: que es ser un fin en sí mismo. De ahí que el hombre laboral no podrá autoliberarse para ser un elemento de la sociedad en evolución si primero no deja de ser un elemento de producción masiva. Esto lleva a replantear los objetivos de todo campo laboral y económico, los cuales deben de contar con ejes de crecimiento tanto humano como profesional.
Test de Turing. Expuesta en 1950 por el matemático y filósofo británico Alan Turing con el fin de demostrar la existencia de la inteligencia en una máquina, esta prueba corrobora el pensamiento postmoderno y el problema de la enfermedad que acosa a la sociedad postindustrial de nuestra época. En el test de Turing se ve claramente cómo la “inteligencia artificial” ha rebasado en gran medida la necesidad de interactuar de los humanos pues, en cierto modo, bastan las máquinas. En la actualidad, nuestra sociedad occidental vive el paradigma de la “inteligencia artificial”, en donde la vida laboral y personal se encuentran conectadas en sintonía con la red. Quedan relegadas a segundo plano las pasiones y conductas volitivas. Hoy en día se puede vivir muy bien hablando económicamente y con ironía en la segunda vida del ciberespacio.
Esto permite corroborar la psicología laboral planteada en el mentalismo: el Homo laboris va dejando de ser un fin para ser un medio o instrumento de trasformación de la materia. En cuanto a lo laboral, los seres humanos empleamos una cantidad de horas productivas en el trabajo con las computadoras, equiparables a las horas dedicadas al trabajo agrícola en el siglo pasado. En todo caso, el aumento de la faena laboral deberá equipararse con el aumento en la vivencia familiar; esto hace reflexionar sobre el sentido de la vida laboral y la forma de lograr los objetivos económicos que se propone un profesionista a corto, mediano y largo plazo.
Sentido común. La economía y las ciencias dictan precisamente lo contrario al sentido común: la sobreexplotación de la racionalidad instrumental. ¿Qué es realmente el sentido común? En 1989, Hyman Minsky señaló que el sentido común no ofrece certezas absolutas, pero contiene elementos para adecuar la conducta a aquello que hace plausible sus motivaciones.
En la actualidad, vivimos un futuro que nos ha sobrepasado por mucho, una “inteligencia artificial” que nos sobrepuja a un humanismo materializado de forma exorbitante. Basta jugar ajedrez con una computadora para darnos cuenta de que no podremos ganar, así tengamos experiencia en el juego; en este sentido, las máquinas son capaces de dictarnos conductas precisas, mismas que sobrepasan el horizonte de la lógica del pensamiento singular de los sujetos.
Ante esta situación, nos vemos impelidos a tener un sentido común que contenga características como la ductilidad, la sensatez e incluso la ironía, a fin de que nuestra conducta pueda mantener un sentido y significado. Sin embargo, las máquinas o la “inteligencia artificial” no pueden emular del todo ciertas formas del pensamiento como la ostensión, la metáfora, la metonimia y la analogía debido a que nuestro cerebro puede trabajar con base en observaciones inductivas y no solamente por medio de una lógica lineal absoluta.
A pesar de ello, las ciencias de la computación han desarrollado programas para tomar decisiones bajo esquemas de lógica borrosa o estados de incertidumbre, atendiendo redes de conexión de datos, pero dichos programas no rebasan el mismo sentido común de la vida cotidiana de los sujetos, por lo que, en sentido estricto, éste es una forma de equilibrio y búsqueda de significado en la existencia humana. En Occidente, donde la economía y la política se rigen bajo estrictas normas de vigilancia, se requiere que el verdadero sentido común sea una base para el desarrollo humano y no una herramienta más de adaptación, lo cual favorecería la vivencia de los sujetos, desde planos menos materializados o menos ambiciosos, como consecuencia de esquemas de identidad configurados bajo la certeza de la posesión de las cosas. El hombre laboral requiere una integración del sentido común y la existencia humana, es decir, una visión de conjunto de la vida artificial y tecnológica a la par de la vivencia de hechos significativos para la vida.
El pensamiento postmoderno
En 2010 Zygmunt Bauman y Bolívar Echeverría describieron con lujo de detalle la condición del humano en del pensamiento contemporáneo, mejor conocido como postmoderno. El término postmodernidad, nacido en la arquitectura y llevado a la literatura, nos ha enseñado lo inestable que puede ser la razón al endiosarla como herramienta e instrumento máximo en la construcción de nuestra civilización occidental. La razón se torna contraria a sí misma en la frontera de sus límites, dirige la vida en dirección contraria a la plenitud, acercándola a la catástrofe nuclear.
Es por eso que pensadores como Bolívar Echeverría analizan la educación de la ciudadanía en su dimensión política, desde una visión que sitúa la generación de riqueza en un punto de equilibrio ante la creciente demanda de capital a nivel global. Sin llevar estos principios a una izquierda política, se precisa rescatar el método de análisis social para entender la enorme necesidad de dialogar con las realidades más complejas de nuestro sistema económico y político.
El pensamiento postmoderno es una reflexión sobre la historia y su sentido en la búsqueda de nuevos pasos, razón por la cual el análisis crítico es indispensable en la continuidad de la vida de todos los seres humanos. En forma particular, el México contemporáneo demuestra ser un campo fértil para entender los distintos escenarios como si fueran distintos países. Se requiere analizar el perfil de la cultura en aquellos escenarios del México profundo, como el de la pobreza y la inseguridad, en donde hace acto de presencia el desarrollo internacional a niveles macroeconómicos. La condición laboral del hombre y de la mujer mexicana es un claro ejemplo de la discrepancia y paradojas existentes en el pensamiento postmoderno.
En todos estos espacios o dimensiones dialógicas se aprecia la enfermedad del hombre laboral. Inclinado a la explotación racional de todas sus capacidades y de todas sus habilidades; aplastado por una falta de plenitud en el desarrollo de las potencialidades de la vida; circunscrito por demarcaciones y límites que impiden lograr objetivos a largo plazo en la vida. La planeación, la misión y la vocación de la vida son elementos que “casi, casi” deben ser pensados en la cuna, más que en los años de desarrollo humano y crecimiento personal.
Como lo explica Bauman, la vida ahora se torna un arte y un juego, lo cual implica un enorme reto para lograr la felicidad, ya que pasamos de estados de adaptación, eliminación, afirmación, comienzo y finitud en forma infinitamente rápida.
Conclusiones
En la actualidad se vive innegablemente la enfermedad de una condición humana ambigua, confusa, enclenque, desde el naciente conductismo hasta la pérdida del sentido común. El Homo laboris es la expresión de un humanismo arcaico que deja al sujeto fuera del camino, alejado de la vereda de la verdadera humanización, pues su principal exigencia es equipararse o igualarse con una máquina. No obstante, los sujetos nunca seremos máquinas, nunca podremos ser una simple tarjeta de circuitos; nuestra existencia demanda autenticidad e individualidad, es decir, personalismo. Se requiere pensar en la construcción de una civilización que no pretenda deshumanizar al humano para lograr su supervivencia y se debe pensar en profundidad la manera de plantear dichos derechos.
La condición de Homo laboris es una forma de trauma o neurosis que termina en una psicosis colectiva. Estamos enfermos de trabajo puesto que éste, además de requerir un análisis de la distribución de la riqueza social desde una perspectiva más equitativa, necesita una integración de las facultades mentales y el potencial afectivo de los seres humanos. Solamente desde una perspectiva de esta índole podemos hablar de un tipo de humanismo contemporáneo, ajustado a las demandas del pensamiento postmoderno.
En cuanto al hombre laboral como condición de sujeto frente al entorno social o ante aquello que denominamos mundo, se hace evidente la necesidad de un medio reformado por el instrumentalismo racional de las ciencias. Se ha orquestado toda una maquinaría para hacer del ser humano un sujeto dependiente, más que libre y espontáneo. Hoy día los hombres y las mujeres tenemos que buscar la forma de canjear nuestra libertad por esclavitud y viceversa pues, al parecer, ambas polaridades se implican en el horizonte del pensamiento y en la civilización occidental.
Muy a pesar de las investigaciones realizadas para entender la mente —sus límites y capacidades— se han desarrollado numerosas ciencias interdisciplinarias que enfatizan los límites de la riqueza y la grandeza del cuerpo humano. Por tanto, las grandes crisis de Occidente (de valores éticos, políticos y económicos) no determinan el humanismo ni su afán por hallar un horizonte de significados. Se hace inminente, en consecuencia, la búsqueda de significados y sentidos que permitan la realización de los seres humanos.
Es evidente la presencia de enormes vacíos ocasionados por los problemas sociales y económicos, y nos muestra la urgencia con la que debemos cambiar el cauce del río denominado modernidad, por un caudal que contenga los elementos necesarios para la pesca del futuro, un devenir para los seres humanos civilizados, hombres y mujeres que deberán continuar manteniendo la vida sobre la Tierra.
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Referencias Bibliográficas
Bauman, Zygmunt. 2004. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. _____. 2009. El arte de la vida. Paidós Ibérica, Barcelona. Echeverría, Bolívar. 1997. Las ilusiones de la modernidad. unam-El Equilibrista, México. _____. 2011. Bolívar Echeverría, ensayos políticos. Ministerio de Coordinación de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados, Quito. Frankl, Viktor. 1991. El hombre en busca de sentido. Herder, Barcelona. Fromm, Erich. 1942. El miedo a la libertad. Paidós Ibérica, Barcelona. 2004. |
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Silvia Andreli Díaz Navarro Instituto Tecnológico Superior P'urhépecha. Silvia Andreli Díaz Navarro es licenciada en educación preescolar y maestra en tecnología educativa. También es enlace docente en el Instituto Tecnológico Superior P'urhépecha y docente en línea de Ciencias y Humanidades. Luis Gabriel Mateo Mejía Instituto Tecnológico Superior P'urhépecha. Luis Gabriel Mateo Mejía es maestro en tecnología para el aprendizaje y docente del Instituto de Filosofía en línea. También es profesor de apoyo de Ciencias y Humanidades en el Instituto Tecnológico Superior P'urhépecha. |
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cómo citar este artículo →
Díaz Navarro, Silvia Andreli y Luis Gabriel Mateo Mejía. 2017. El humano ¿un ser laboral?, Homo laboris y el pensamiento postmoderno. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 70-77. [En línea].
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Martín Gonzalo Zapico y Marcos Gabriel Zapico |
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Las matemáticas y la lengua son, a nivel nacional y en muchos
otros países, las dos grandes disciplinas sobre las que se fundamenta la educación primaria y secundaria. No obstante, en la opinión pública, el alumnado, los padres y entre los mismos docentes, se suele ver como excluyente el estudio de ambas, puesto que son consideradas completamente diferentes entre sí. Al profundizar en el estudio del lenguaje se llega a un punto en el cual surge una gran cantidad de similitudes con las matemáticas, y la curiosidad no puede sino tratar de establecer una relación entre ambas que explique eso que es tan intuitivo. Si se observan ambas disciplinas bajo la luz del concepto de sistema de símbolos, todo lo que en primera instancia parecía diferente se torna próximo y de repente tanto una como otra se puede analizar como un sistema que los sujetos usan para realizar una interpretación de lo real y delinear la realidad. Incluso se podrían plantear preguntas como: ¿los números y las operaciones algebraicas básicas son parte de nuestra lengua?, ¿son parte de todas las lenguas?, ¿el hecho de pensar con el sistema numérico que poseemos incide sobre la manera en que percibimos y construimos la realidad?, ¿se puede pensar mediante otro sistema numérico?
A partir de preguntas como éstas surgió la investigación que aquí presentamos, en la cual se trata de manera descriptiva las relaciones de dependencia que existen entre la forma de interpretar el mundo y las matemáticas, dependencia ampliamente estudiada y confirmada por muchos lingüistas.
Estado del arte
La bibliografía en torno a la reflexión sobre las matemáticas como lenguaje y sus consecuencias en la comunicación y comprensión del mundo es amplia pero para nada precisa. Así, encontramos numerosos libros y artículos donde se busca mostrar la relación que se puede establecer entre las matemáticas y la vida cotidiana, estudios enfocados a partir de la didáctica y la necesidad de hacer significativo el aprendizaje, así como otros dirigidos a las relaciones entre el lenguaje y su necesidad para la comprensión del análisis matemático.
En el campo de la semiótica y las matemáticas, en 1994, a partir de textos fundamentales de Ludwig Wittgenstein y clásicos de la semiótica como Umberto Eco y Roland Barthes, Luis Puig pone de relieve las profundas relaciones que existen entre los símbolos empleados en las matemáticas y la realidad que nos circunda. Con base en esto reflexiona sobre la fenomenología didáctica de Hans Freudenthal para explicar el carácter autorreferencial de las matemáticas, enmarcándolas en una semiosis que tiene como carácter referencial, no la realidad, sino el sistema mismo.
Por otra parte, el siglo pasado vio florecer y extinguirse un debate sobre si las matemáticas son o no un lenguaje. En su conocido libro ¿Es la matemática un lenguaje?, Daniel Quesada resume de manera concisa la polémica existente entre los partidarios del sí (generalmente filósofos y físicos, es decir, miembros de aquellas disciplinas de carácter más reflexivo) y los del no (los matemáticos más puros), en la cual el autor toma partido por la segunda, sosteniendo que las matemáticas no son un lenguaje sino una teoría que está formulada en el lenguaje de la lógica.
Nosotros no ignoramos dicho debate y su complejidad, la cual Quesada destaca como difícil de clarificar, pero al hablar de matemáticas y lenguaje no afirmamos que las matemáticas sean un lenguaje, sino que destacamos las consecuencias de tratar las matemáticas como tal y, a partir de dicho tratamiento, intentamos explicar los fenómenos de interpretación que surgen en el uso de la lengua natural como consecuencia de la incorporación de principios lingüísticos a las matemáticas. En una línea similar, aunque con otros matices, está la propuesta elaborada en el año 2000 por Pearla Nesher, quien señala que más allá de la afirmación taxativa sobre si son o no las matemáticas un lenguaje, hay similitudes que son interesantes.
Las matemáticas como lenguaje
Todos nos relacionamos con las matemáticas de una u otra manera. Desde el estudiante de las ciencias exactas que encuentra en ellas el sistema de símbolos que describe procesos físicos, químicos, etcétera, hasta el lector de textos de ciencias humanas, pasando por todos los intermedios y llegando incluso al señor o señora de la casa que va a comprar a sitios donde se emplean sistemas de medidas basados en números y escalas o proporciones.
Lo principal es observar cómo las matemáticas pueden ser definidas de forma sencilla en tanto que conjunto de símbolos dotado de un sistema de referencia autárquico. Los símbolos, por su carácter arbitrario y generalmente no motivado, siempre tienen como referencia el sistema mismo. Esto sucede también con las lenguas que conocemos y utilizamos, es una propiedad de la lengua que fue enunciada por el famoso lingüista Ferdinand de Saussure y había sido ya referida como una propiedad de todos los sistemas de signos y símbolos por el fundador de la pragmática, Charles Sanders Peirce, a finales del siglo xix. No obstante, no hay que confundir la referencia de valor que puede tener un símbolo en un conjunto con la referencia a la realidad que existe entre un símbolo y aquello a lo que refiere. Esta distinción ha sido bien marcada por otro gran lingüista, el francés Émile Benveniste, quien explicó que la relación entre el componente material (sonido, escritura) y mental (representación del símbolo, imagen mental) del símbolo no es lo mismo que la relación entre el símbolo como unidad y la realidad con la cual establece una relación de referencia —una consideración que causó gran polémica en su momento.
El lenguaje, por lo tanto, no puede dar cuenta de manera total de la realidad, no seamos ingenuos. Hay mares de textos que, con distintos matices, comparten esta idea. Para resumir, el argumento fuerte estipula: es imposible que un símbolo tenga una relación de identidad con un elemento no simbólico porque la relación entre lo material y lo simbólico es construida por el ser humano. Creer que el lenguaje puede describir la realidad de manera plena implica que el lenguaje es de por sí perfecto y acabado, estático —además de las consecuencias filosóficas acerca de la realidad que tiene dicha implicación.
La posibilidad de que el lenguaje tuviera una relación de correspondencia con la realidad fue tomada como hipótesis de partida por una gran cantidad de filósofos lógicos (muchos de los cuales eran matemáticos) quienes trataron de establecer un conjunto de proposiciones basadas en la lógica simbólica que pudieran describir y dar cuenta de las relaciones de verdad de cualquier enunciado en una lengua natural. Desde los estudios de teoría de conjuntos y lenguaje del famoso Gottlob Frege, que serían retomados y discutidos por el fundador de la teoría moderna de conjuntos Bertrand Russell, así como por todos los discípulos y estudiosos que siguieron tales ideas a lo largo del siglo xx: Ajdukiewicz, Lewis, Whitehead y el prominente Quine. Si bien esta línea parece estar llegando al punto en el cual se reconoce ya que no puede haber una relación directa entre el lenguaje y la lógica formal debido al carácter eminentemente contextual del significado, desde un punto de vista teórico y reflexivo resulta muy productivo revisar los textos de dichos pensadores, quienes se han cuestionado sobre los conceptos mismos de significado, sinonimia, realidad y verdad.
Aclarado esto, tampoco vamos a ser testarudos y no reconocer que la gente se comunica, que el lenguaje funciona generalmente muy bien y que es la base sobre la cual se construye la sociedad misma. El ya citado Benveniste explica que para los usuarios no lingüistas hay un fenómeno de correspondencia entre la lengua y el mundo, parece que ésta describe a aquél con suma eficiencia. Claro está, el lenguaje funciona bien porque hay un acuerdo para que funcione, y esto no implica que el lenguaje pueda tener una identidad con la realidad. No obstante, podríase decir que la realidad misma está modelada por medio del lenguaje y que por ende no es erróneo igualar ambos elementos. Pero esto es otro error metodológico grave: no se puede describir algo a partir de sí mismo, porque si algo es igual a sí mismo, entonces no es diferente. La realidad existió, existe y existirá más allá de que el ser humano y su lenguaje la describa de tal o cual manera. El lenguaje que se emplee para describir la realidad, indudablemente le dará forma, pero nunca abarcará su totalidad; es una imposibilidad ontológica.
Todo esto viene a cuento de que la característica principal de las matemáticas y su particularidad es que —de los sistemas de símbolos conocidos— es el único cuyos elementos tienen una referencia absoluta con sí mismos. Los números, ángulos, senos, cosenos, tangentes, las operaciones del álgebra y demás, sólo adquieren sentido cuando se las referencia entre sí. Uno no puede ir al mundo exterior y encontrarse con un número dos ni con una multiplicación como concepto. Ante la idea intuitiva de que uno puede observar ángulos o contar objetos, la contraargumentación es que se cae en un error de referencias, consecuencia de lo internalizada que están las matemáticas como constitutivas de la cosmovisión.
La construcción del mundo
Lo primero que hay que aclarar y hacer notar es que las matemáticas son como cualquier otro lenguaje: un conjunto de símbolos. Sí, es mucho más universal que el español, el inglés, el francés... las matemáticas que empleamos nosotros y la mayor parte del mundo trasciende por mucho los usos lingüísticos en cantidad. Pero vamos a lo importante: si las matemáticas son un lenguaje, de alguna manera determinan la manera en que se piensa y se construye la realidad. Muchos estudios muestran la relación lenguaje-pensamiento-realidad y sus determinaciones mutuas, sin embargo, no se debe creer que este último enunciado es incompatible con lo planteado antes: un lenguaje limita la interpretación y la lectura de la realidad que un sujeto puede efectuar por las propiedades mismas del sistema-lengua, pero eso refuerza la noción de que el lenguaje no describe la realidad de manera lineal, identitaria, sino completamente parcial.
Normalmente se olvida que las matemáticas también son un lenguaje y como tal funcionan de la misma manera, dando forma a las interpretaciones que realizamos del mundo. Muchas veces los estudiosos de las ciencias exactas quedan fascinados al observar cómo las matemáticas parecen tener el signo mágico de la proporción y descripción del Universo. Parece que las matemáticas pudiesen describir todo y que siempre tienen una operación a la mano para describir los fenómenos de las ciencias naturales.
Lo que se debe entender es que las matemáticas van a ser siempre suficientes para describir la realidad porque no están describiendo la realidad, lo que hacen es describir, mediante su sistema, los discursos que las ciencias naturales tienen sobre aquello que es la realidad. Ahora, a su vez, las ciencias naturales han construido tales discursos con supuestos matemáticos, razón por la cual las matemáticas siempre tendrán la capacidad, como un sistema axiomático, de describir lo que sea porque ellas mismas construyeron aquello que van a describir. Si no procedieran así, las matemáticas no tendrían una historia ancestral, plena de numerosos casos de refutaciones, postulados nuevos, correcciones, ni cambiarían a medida que cambia el resto de las ciencias.
No es que en la unión del suelo y la pared haya un ángulo de noventa grados, es que las matemáticas eligen describir esa intersección como “ángulo de noventa grados”; es algo que tenemos tan internalizado, que terminamos confundiendo el lenguaje matemático con la realidad.
Cabe aclarar que esto de ninguna manera es una crítica a las matemáticas como sistema; las consideramos un sistema increíble y seguramente uno de los inventos más importantes en toda la historia de la humanidad, esto es, existen después del mundo y no antes. Si fuera que las matemáticas pueden ser “descubiertas” eso significaría que ya están escritas de antemano. Aquí entra el aspecto pedagógico de las matemáticas. Se nos enseña desde niños a pensar en términos de matemáticas incluso antes de aprenderlas de manera formal. La mayoría de nosotros pasa la vida y usa matemáticas sin realizar reflexiones sobre su carácter de sistema axiomático y por eso se habla de ellas como algo asumido y universal. Es más difícil de verlo en ellas que en un lenguaje, puesto que no hay tres o cuatro o cinco o cientos de matemáticas como sí hay lenguajes diversos.
Un experimento
A partir de tales consideraciones, decidimos poner a prueba la hipótesis de que las matemáticas modelan la manera de pensar en la misma manera como lo hace el lenguaje, al punto de que los sujetos no son conscientes de la diferencia entre lo que se describe y el sistema que se utiliza para ello.
Con este fin se realizó un experimento con una muestra de setenta alumnos de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, jóvenes de dieciocho a veinticinco años cursando su primer o segundo año de una carrera universitaria de al menos cuatro años de duración. Se buscó intencionalmente la misma cantidad de hombres y mujeres y se les agrupó en dos: el grupo uno (G1) con 35 estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas, y el grupo 2 (G2), con 35 estudiantes de la Facultad de Humanidades. El objetivo de separar estudiantes de humanidades y de ciencias exactas resulta de que se tenía la hipótesis de que el contacto y la predisposición al estudio de carreras cuya base son las matemáticas darían un mayor de grado de conciencia sobre el carácter de lenguaje de las matemáticas como elemento separado e independiente de aquello que describen, es decir, que habría un menor grado de asimilación de este precepto en los alumnos de humanidades.
Se suministró una planilla a cada sujeto para que la llenase, sin límites de tiempo, poniendo énfasis en que no se hiciera un análisis excesivo de las preguntas. La planilla contenía dos preguntas a las cuales había que responder simplemente con un “sí” o un “no”, a saber: Pregunta 1 (P1): “¿Existen los números en el mundo real?”; y Pregunta 2 (P2): “¿El enunciado hay tres macetas es siempre verdadero si hay una maceta al lado de otra maceta y otra al lado de ésta última?”.
El propósito era poner en juego la variable “conciencia de la diferencia entre la realidad y el instrumento de descripción de la misma” en dos grados de dificultad: la primera pregunta corresponde a un grado de acceso fácil, la segunda a uno difícil, pero con un grado de complejidad aumentado; es la pregunta crucial. Lo “correcto” sería responder a ella que no, de otra manera implicaría que el número tres existe en la realidad en forma independiente, que es lo que se plantea en la pregunta uno.
Para fines estadísticos se redujo la dicotomía “sí” o “no” a los datos numéricos 1 y 0, es decir, que en la medida en que el resultado tiende a 0 significa “no” y a medida que tiende a 1 significa “sí”. Para todos los casos se realizó el cálculo de la media, que permite identificar en qué lugar del espectro entre 0 y 1 se encuentra la concepción en torno a las matemáticas y la realidad, tanto en la totalidad de la muestra, como en cada grupo por separado, y para cada pregunta en cada grupo y cada pregunta en ambos grupos. Además, como método de validación de la prueba deberá suceder que la media en la segunda pregunta para todos los casos siempre sea igual o mayor a la media de la primera pregunta, puesto que es una pregunta de mayor complejidad. Dado que el carácter de esta investigación es mayormente descriptivo y se realiza con un grado de inferencia mínimo, no se recurrirá a pruebas más elaboradas.
Se citó a los voluntarios en un aula vacía y apartada y se les pidió que llenaran la planilla con sus datos a fin de comprobar que no había errores en la preselección (edad, sexo, facultad, carrera, año que cursa) y luego respondieran las preguntas. Los evaluadores no contestaron preguntas más allá de las aclaratorias para no incidir en el resultado de la prueba. El tiempo estimado para cada sujeto nunca fue mayor a minutos, no obstante que no hubo límite de tiempo para que los sujetos respondieran.
Los resultados fueron los siguientes: mientras el valor se aproxima más a 0 se corresponde con una mayor conciencia epistemológica, es decir que diferencía entre la realidad per se y las descripciones matemáticas, en tanto un valor que se aproxima a 1 indica una menor conciencia y mayor mezcla entre ambas.
Lo primero que se observa en el cuadro 1 es que en la media total de la muestra no parece haber una tendencia definida, más allá de que la moda sea 1 e indique que ha habido una mayor cantidad de respuestas “sí” la diferencia es despreciable. No obstante, al observar las medias de los grupos por separado observamos una mayor tendencia de los alumnos de ciencias exactas a establecer una diferencia entre la realidad y su descripción matemática; mientras que en los alumnos de humanidades la tendencia parece ser hacia la no distinción, con un valor de 0.62. Esta diferencia creemos que puede ser explicada por el trato más cercano y profundo que tienen los alumnos de ciencias exactas con las matemáticas (el experimento se hizo al final del curso, cuando los alumnos de exactas ya habían cursado Algebra I y Análisis I).
Un análisis pormenorizado nos muestra cómo en el grupo de los alumnos de ciencias exactas hay un claro conocimiento del carácter abstracto y autorreferencial de las matemáticas —obtuvieron un puntaje de 0.17 en la pregunta uno (cuadro 2). Esto contrasta de manera muy notoria con el grupo de humanidades que obtuvo 0.48. Hay que mencionar que esta diferencia se ve algo disminuida en lo que respecta a la segunda pregunta, donde tanto el grupo de exactas como el de humanidades registraron valores más altos. Sumado al dato que proviene de la media total con un valor de 0.51, esto nos permite concluir que el estudio de las matemáticas conlleva una mayor conciencia sobre el funcionamiento de las mismas en un nivel no sólo operacional sino también de índole filosófico.
Por último, si observamos la comparación entre las medias obtenidas en las preguntas por separado en el total de la muestra, resulta que la relación es curiosamente del doble, lo cual pone de manifiesto que se han empleado apropiadamente los dos niveles de dificultad para el reconocimiento del carácter de descriptor de la realidad que poseen las matemáticas (cuadro 3).
Hay que reflexionar también en torno al hecho de que la pregunta sencilla es de un alcance general, por lo que una baja media en ella sólo estaría indicando lo obvio: que hay un mínimo grado de conciencia sobre la distinción entre la realidad y las matemáticas como descriptoras. No obstante, apenas se enmascara lo obvio en una pregunta con un grado de complejidad mayor pero que está midiendo lo mismo, ese mínimo grado no basta para distinguir entre la realidad formal que proponen las matemáticas y las propiedades intrínsecas del mundo que son descritas por el lenguaje natural. El hecho de que los estudiantes no específicos de las exactas hayan tendido a realizar una homologación entre la realidad y los elementos de las matemáticas que la describen lleva a creer que hay un grado de confusión generalizado en dicha homologación (aunque para la confirmación de dicha sospecha se deberá trabajar sobre muestras más amplias, que serán objeto de análisis en futuros trabajos).
Conclusiones
Ya sea mediante una reflexión filosófica de las matemáticas a temprana edad en la primaria o tomándola como lenguaje a la hora de estudiarlas en la secundaria e incluso desde la casa y hablando con las personas que uno trata, tenemos la intención de promover la concientización sobre el carácter (en algunos aspectos) lingüístico de las matemáticas con el fin de mostrar lo mismo que se puede evidenciar en una lengua materna: que la manera en la cual nos referimos al mundo no es más que un acuerdo, útil y necesario, pero de ninguna manera suficiente para describir grados de verdad del mismo.
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Referencias Bibliográficas
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Martín Gonzalo Zapico Universidad Nacional Mar del Plata, Argentina. Martín Gonzalo Zapico es profesor y licenciado en letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Actualmente es docente-investigador del IFDC en la materia Lengua y Literatura y su Didáctica, área en la que está realizando su doctorado. Ha escrito un libro sobre la problemática del significado, asimismo ha publicado capítulos de libros y artículos en revistas con referato en las áreas de lingüística, filosofía y educación. Marcos Gabriel Zapico Universidad Nacional Mar del Plata, Argentina. Marcos Zapico es estudiante avanzado de la carrera de bioquímica en la Universidad Mar del Plata. |
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cómo citar este artículo →
Gonzalo Zapico, Martín y Marcos Gabriel Zapico. 2017. Reflexiones sobre las matemáticas y su condición de lenguaje: un enfoque experimental. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 60-67. [En línea].
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Jorge Galindo González y Diana Pérez Staples |
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Desde nuestros orígenes hemos buscado ansiosamente
el conocimiento, intentando catalogarlo y definirlo mediante conceptos claros y diferenciables entre sí. La historia de la civilización se puede resumir en una serie de esfuerzos por conservar, transmitir y utilizar cada vez más información. Antes de la escritura, el ser humano sólo contaba con sus tradiciones y su memoria para preservar lo que sabía. Cerca del año 30000 a.C. los seres humanos empezaron a dibujar y pintar en las paredes de las cuevas, creemos que con el objeto de recordar y transmitir más información, organizar cacerías, ritos y ceremonias. Sin embargo, no es sino hasta principios del Neolítico, con el nacimiento de la agricultura y la ganadería (alrededor de 85008000 a.C.) que aparecen los primeros sistemas que se pueden describir como protoescritura (símbolos ideográficos), aunque los primeros registros de escritura cuneiforme aparecen hasta el año 3300 a.C. en Mesopotamia —una invención del pueblo Sumerio. El paso de la cultura oral a la escrita se considera como el tránsito de la prehistoria a la historia. Con la escritura, la humanidad ha logrado almacenar y transmitir incalculables cantidades de información, su cultura y sus conocimientos.
La ciencia
Es una rama de estudio en la que los hechos son observados y clasificados, en algunas se formulan y verifican leyes cuantitativas; involucra la aplicación de razonamientos matemáticos y análisis de datos sobre fenómenos naturales y sociales. Así, la ciencia es el conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados obtenidos mediante la observación, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales, conceptos y esquemas metódicamente organizados. En resumen, la ciencia es el conjunto de técnicas y métodos que se utilizan para construir el conocimiento. Con ella se encuentran alternativas de solución a preguntas o problemas planteados.
Los científicos, somos escépticos por naturaleza, todo lo dudamos; al escuchar algo lo primero que averiguamos es la fuente de información (¿dónde lo leíste?, ¿quién dijo eso?, ¿y ése quién es?, etcétera) y muchas veces nos quedamos con serias dudas al respecto. Además, esencialmente nos dedicamos a la investigación, es decir a la generación de conocimiento. Pero ¿cómo se puede reconocer el verdadero conocimiento del infundado, espurio y falso; y cómo se valida éste?
Es muy importante describir y analizar la forma en que este gremio genera conocimiento, la manera en que interactúan con una comunidad científica para asegurar la fiabilidad de los saberes generados y cómo todos estos elementos se relacionan con la sociedad para diseñar alternativas que mejoren tanto la acción social de la ciencia como su función en la sociedad en favor del ejercicio y potenciación de la razón.
El avance de la ciencia depende básicamente de la comunicación entre colegas y, particularmente, de dar a conocer los resultados de sus investigaciones. La objetividad en la ciencia se logra mediante la evaluación por diversas opiniones de expertos. El mecanismo más aceptado por los científicos para hacer públicos los resultados de una investigación es la publicación de artículos científicos en revistas especializadas con arbitraje científico y la presentación en foros especializados. La sociedad acepta el nuevo conocimiento al saber que ésta ha sido obtenida por medio del método científico.
El método científico
Constituye la metodología que define y diferencia el conocimiento de la ciencia de otros tipos de conocimiento. El gremio de científicos del siglo xvii creó el método científico con el objeto de reconocer y excluir todo aquello de naturaleza subjetiva que, por lo tanto, no es susceptible de formar parte del conocimiento científico. Éste consiste en la observación sistemática, medición, experimentación y formulación, análisis y modificación de las hipótesis. Para ser llamado científico, un método de investigación debe sujetarse a los principios específicos de las pruebas de razonamiento.
Por lo general, una investigación parte de una observación sistemática de fenómenos naturales o de un conocimiento previo. Se plantea una pregunta de investigación o hipótesis, se desarrolla un diseño y metodología para responderla, se lleva a cabo la experimentación, la toma de datos y el análisis estadístico, con lo que se acepta o rechaza la hipótesis. Finalmente se plantea una nueva pregunta o hipótesis de investigación.
El método científico está sustentado en dos principios fundamentales: 1) la reproducibilidad, ya que todo experimento debe tener la capacidad de repetirse, en cualquier lugar y por cualquier persona; este principio se basa, esencialmente, en la comunicación y publicación de los resultados obtenidos, que también deben ser repetibles y; 2) la refutabilidad, esto es, que toda proposición científica debe ser susceptible de ser rebatida, que debe ser posible diseñar experimentos que, en el caso de dar resultados distintos a los predichos, negarían la hipótesis puesta a prueba. Toda teoría debe ser resistente a ser rebatida, una teoría que no puede ser refutada por ningún hecho concebible, no es científica —la imposibilidad de refutación no es una virtud sino un defecto. Siendo esto así, ¿cómo se valida el conocimiento?
Referirse al método científico es referirse a un conjunto de tácticas empleadas para construir el conocimiento que, sujetas al devenir histórico, en el futuro podrían ser otras. Se dice que “en la ciencia las verdades de hoy son las mentiras del mañana”. Una vez generado el conocimiento mediante el método científico, se somete a la crítica y evaluación, por lo general en forma de artículo o como una conferencia en un foro especializado.
Validación del conocimiento
Lo que se denomina como “la academia” es un grupo de profesionistas especializados (en todas las ramas del conocimiento) dedicados a la investigación y la docencia; generalmente incorporados a universidades, institutos de investigación, algunas dependencias del gobierno, organizaciones no gubernamentales o grandes compañías. “La academia” somos los encargados de hacer válido un nuevo conocimiento en cada área de especialidad.
La validación del conocimiento comienza con la preparación del proyecto de investigación, luego las pláticas y discusiones con colegas abonan en la generación del nuevo conocimiento y finalmente se escribe un artículo científico. Las varias revisiones de estas primeras versiones del manuscrito representan el primer filtro de la información y de su calidad.
El proceso de someter a la opinión de otros científicos inicia desde el planteamiento de la pregunta de investigación, los métodos, el diseño experimental y los análisis estadísticos; como resultado de tales interacciones con los colegas, el trabajo de investigación y el manuscrito se mejoran sustancialmente. El manuscrito sometido a una editorial para su posible publicación debe cumplir con una serie de características bastante rigurosas de calidad y formato. Cada revista tiene sus propias reglas, temas de especialización e instrucciones para los autores, que hay que seguir con mucha precisión y cuidado. La selección de la revista adecuada debe estar acorde con el tema de la investigación, el contexto del manuscrito, el tipo de audiencia a la que el científico se quiere dirigir y la orientación temática de la propia revista.
Luego el manuscrito es enviado a los editores de una revista; como garantía de la calidad de la información, la revista debe ser indexada y publicada por una institución de prestigio científico. Publicar en una revista así es valorado de manera muy positiva en las políticas de evaluación científica. El editor o el comité editorial de la revista representan otro filtro, pues ellos decidirán si el artículo merece ser enviado a arbitraje, pero si el manuscrito no los convence, el artículo será rechazado.
El espacio de páginas impresas en las revistas es muy competido y bastante limitado, por ejemplo, en Oikos Journal 30% de los manuscritos recibidos son rechazados por el editor sin siquiera pasar por un arbitraje, 70% son enviados para su revisión externa y sólo hay espacio de impresión para 30% de los textos que llegan. En la revista Nature sólo se publica 20% de los manuscritos recibidos. La decisión de los editores de enviar el manuscrito a un arbitraje se basa en varios criterios, incluyendo la novedad, el área de interés de los lectores de la revista, la conexión con los temas que figuran en la misión de la propia revista, etcétera.
Si el manuscrito convence al comité editorial, lo enviarán por lo menos a dos o tres científicos reconocidos en el tema de la investigación. Así comienza el proceso de arbitraje, que consideraríamos un tercer filtro.
El arbitraje es el proceso de revisión por pares, el cual está diseñado para filtrar y seleccionar aquella investigación técnicamente válida y de gran interés, de las que presentan deficiencias. El arbitraje es la base de la ciencia moderna, se utiliza para decidir qué investigación se financia y qué resultados se publican. El arbitraje pretende asegurar la precisión e incrementar la calidad de la literatura publicada mediante la crítica constructiva por expertos; también mejora el proceso científico, ya que el revisor reflexiona sobre lo que constituye la ciencia de alta calidad y actualizada e incorpora las lecciones aprendidas de los artículos leídos en su propia especialidad y experiencia. Un aspecto importante de ética profesional es que el revisor o árbitro no debe divulgar ni utilizar resultados de los manuscritos leídos antes de su publicación.
La función principal de los revisores es proporcionar información necesaria para que los editores puedan tomar una decisión sobre el manuscrito; comentan sobre la contundencia o fuerza de las pruebas presentadas, el nivel de innovación y la pertinencia para abordar preguntas científicas importantes. Por último, los revisores ofrecen sugerencias sobre cómo fortalecer el manuscrito. Cada revista tiene formatos que orientan al revisor sobre los puntos más importantes que debe discutir y comentar en su revisión, por lo general el revisor queda en el anonimato para los autores. En algunas revistas se tiene la opción del arbitraje doble ciego, donde tanto los árbitros como los autores son anónimos.
Los arbitrajes, una labor no remunerada, mejoran la mayoría de los artículos, algunos de manera dramática. Las editoriales pueden agradecer la labor de los revisores dándoles acceso temporal a bases de datos, como Scopus. La revisión por pares ha logrado exponer fraudes científicos (aunque por desgracia no siempre), aclarar resultados e impulsar nuevas ideas. Los editores toman una decisión basada en los comentarios y recomendaciones de los revisores.
Cuando un manuscrito recibe como respuesta la posibilidad de ser reenviado a la revista de manera condicionada, se deben hacer los cambios necesarios y detallar en una carta al editor cómo han sido contestadas cada una de las críticas de los revisores. Si el manuscrito es rechazado categóricamente se deben igualmente revisar las críticas, tratar de resolverlas y, si los problemas se pueden arreglar, se debe intentar mandar a otra revista. Aun cuando se vuelva a mandar el artículo con correcciones a la misma revista, el editor puede decidir someterlo nuevamente al arbitraje y existe la posibilidad de que sea rechazado definitivamente. Finalmente, cuando el artículo es aceptado, comienza la labor de edición. El autor recibirá por correspondencia las pruebas de su texto para una última revisión con cambios generalmente menores. El artículo será entonces publicado en una revista científica especializada (indexada) de reconocido prestigio. El artículo, el “nuevo conocimiento”, estará al alcance de toda la comunidad científica y la sociedad civil (aunque por lo general la sociedad civil no lee estos artículos), y comenzará la fase de apropiación y validación del conocimiento.
Pueden presentarse entonces varios escenarios: aceptación y entusiasmo, tolerancia, discusión, refutación, polémica, ataque, rechazo u olvido. El artículo publicado ahora puede ser validado cuantitativamente.
Los instrumentos de validación
Una manera de validar la calidad de la información publicada es la cantidad de veces que el artículo es citado en otros artículos de investigación; pero esto no es tan simple, hay que observar en qué contexto se cita el artículo: por su aportación al conocimiento o metodología, por los resultados a favor o en contra de otras publicaciones o como ejemplo de una mala ejecución o desarrollo. Ser citado no necesariamente refleja la buena calidad de la información publicada, generalmente sólo se hace referencia a una fracción del artículo y no necesariamente se refiere a sus hallazgos o aportación principal. Por eso es importante el contexto en el que el artículo se cita, pero desgraciadamente esto no se cuantifica de ninguna manera; por lo mismo tampoco el número de citas es un reflejo de una buena aportación al conocimiento; aunque sí es real que un artículo multicitado es el resultado de un aporte importante y poco a poco se convierte en un clásico o en una cita obligada para contextualizar determinado tema o definir algún concepto o proceso.
Cuando nos referimos a un artículo indexado quiere decir que la revista donde se publicó ha pasado por un proceso de selección y análisis por parte de instituciones o empresas editoriales que realizan ese trabajo. Al producto de estos procesos se le denomina información secundaria y se vende en el mercado de la información a precios muy altos; generalmente se hace como producto del trabajo cooperativo. Algunos índices reconocidos son: Biosis, Biological Abstracts, cab Abstracts, conacyt, Crossrefdoi, Current Contents, Biobase, Eigenfactor, Google Scholar, Ingenta Connect, Latindex, Institute of Scientific Information Web of Knowledge, Online Computer Library Center, Science Citation Index, Scimago Journal and Country Rank, Scopus, entre otros. En ellos se analizan las revistas pero no los artículos que publican, la frecuencia de publicación, la conformación de un comité editorial, la revisión por pares, etcétera.
El Journal Citation Reports es una publicación anual que realiza el Institute of Scientific Information, de la empresa ThomsonReuters Scientific, proporciona una serie de métricas y herramientas cuantitativas para la clasificación, evaluación, categorización y comparación de las revistas científicas del campo de las ciencias aplicadas y sociales. Una de las cifras más mencionadas de una revista es el llamado factor de impacto.
El polémico factor de impacto
El factor de impacto de una revista es una medida de la frecuencia con la que un artículo promedio ha sido citado en otro artículo de otro medio en un determinado año. El factor de impacto se calcula dividiendo el número de citas en el año reportadas por el Journal Citation Reports entre el número total de artículos publicados en los dos años anteriores. Así, un factor de impacto de 5.0 significa que, en promedio, los artículos publicados en esa revista se han citado cinco veces durante los últimos tres años.
El factor de impacto ha sido ampliamente adoptado como indicador de calidad de las revistas, sin embargo, también ha sido muy criticado por las siguientes razones: 1) la distribución de citas de una revista no precisamente refleja la calidad de sus artículos; 2) el factor de impacto es un dato estadístico, solamente informa sobre el número de citas recibidas, no sobre la calidad de sus artículos publicados; 3) el factor de impacto se refiere sólo a las citas en un lapso de dos años después de la publicación y esto se valora como una grave deficiencia ya que se sabe que alrededor de 90% de las citas a un artículo se producen después de dos años; 4) la base de datos es defectuosa, contiene errores e incluye una selección sesgada de revistas; 5) hay muchos factores de confusión y se ignora, por ejemplo, el tipo de artículo (editoriales, revisiones y cartas, frente a los verdaderos artículos de investigación), las autorías múltiples, las autocitas, el idioma de publicación, etcétera.
A pesar de las críticas, el factor de impacto se sigue utilizando como un indicador para saber dentro del área específica del científico qué tanto impacto pueden tener sus publicaciones. Debido a que el factor de impacto depende de la cantidad de citas que tienen las revistas y de la cantidad de investigadores dedicados a esa área, éstos se deben comparar entre revistas de las mismas áreas. No tiene sentido comparar un factor de impacto de una revista de medicina con una de entomología.
Dadas las numerosas críticas al factor de impacto se han propuesto varios métodos alternos para mejorar los conteos de las citas y así cuantificar la influencia de las revistas académicas; por ejemplo, Eigenfactor usa análisis de redes para catalogar la estructura de la investigación académica, r factor cuantifica la eficacia de la revista e incorpora datos históricos en vez de sólo los recientes, e y factor a esta propuesta de Google Page Rank. Ahora se cuenta con otras medidas como el índice h, que mide la productividad y el impacto de las publicaciones del científico mes a mes o semana a semana, lo que es más dinámico. Sin embargo, hasta que no se cuente con un mejor sistema, el factor de impacto se seguirá utilizando como una medida de la calidad de la revista y, muchas veces, también de la calidad de la investigación del académico.
El final
Volviendo al proceso, el artículo ya está publicado y la última palabra la tienen nuevamente la academia y la sociedad. Muy aparte del factor de impacto de la revista donde se publicó, de los revisores o los editores, la comunidad científica leerá y criticará el artículo, lo citarán en subsecuentes investigaciones, ya sea como una investigación pionera, novedosa y de importancia o un ejemplo más de lo que está mal ejecutado o simplemente quedará en el olvido sin ser citado.
Como hemos visto, todo este proceso de validación del conocimiento no es infalible, tiene sus fallas —muchas— y varias dependen de la ética profesional de los autores, revisores y editores. La publicación de artículos científicos en revistas con arbitraje es, hasta el momento, la única manera que tenemos para saber si lo que estamos leyendo ha pasado por un proceso de revisión rigurosa y hasta cierto punto podemos confiar en los resultados. Hoy en día se han abierto nuevos paradigmas en revistas publicadas exclusivamente en la red que, además de conllevar un arbitraje estricto, están abiertas a comentarios de otros científicos una vez publicada en línea. Esto muchas veces abre la posibilidad a que mejore todo el proceso de retroalimentación entre los autores y el resto de la sociedad científica.
El conocimiento lo generamos los humanos, pero también lo evaluamos y lo probamos; lo que no sirve se descarta, lo útil permanece y el progreso en ciencia y tecnología es más que evidente en nuestros días.
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En la red
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Jorge Galindo González Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada, Universidad Veracruzana. Jorge Galindo González es investigador en el Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada de la Universidad Veracruzana. Es biólogo por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y doctor en ciencias por el Instituto de Ecología A. C., cuenta con nivel I en el SNI. Trabaja con interacciones ecológicas, dispersión y depredación de semillas en paisajes fragmentados, conservación de la biodiversidad y con comunidades de murciélagos, mamíferos y aves. Diana Pérez Staples Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada, Universidad Veracruzana. Diana Pérez Staples es investigadora del Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada de la Universidad Veracruzana. Es bióloga por Reed College de Portland en Oregón. Su maestría la hizo en el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, su doctorado lo hizo en el Instituto de Ecología A. C. y su postdoctorado en Macquarie University, Sydney, Australia. Es SNI nivel II. Trabaja con el comportamiento sexual, insectos plaga, inhibición del apareamiento y técnica del insecto estéril. |
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cómo citar este artículo →
Galindo González, Jorge y Diana Pérez Staples. 2017. Publicaciones en revistas arbitradas, un instrumento para la validación de la ciencia. Ciencias, núm. 124, abril-junio, pp. 48-55. [En línea].
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