revista de cultura científica FACULTAD DE CIENCIAS, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
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            R022B01

Palos de ciego

 
   
   
     
                     

Una reseña, glosa e ilustración del libro de V. Nabokov Laughter in the Dark (New Directions Papperbook Penguin Books Canada, Ltd., 7a. ed., 1978), como si fuera una metáfora del procedimiento científico para comprender la realidad externa a base de cuatro sentidos, instrumentos, raciocinio y azar. Por Carlos Larralde, Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM.

“Había una vez, en Alemania, un hombre llamado Albinus. Era rico, respetable, feliz; un día abandonó a su esposa por una joven amante; amó, no fue amado y su vida terminó en desastre.

“Ésta es toda la historia, y ahí la dejaríamos si no hubiera beneficio y placer en contarla; y aunque hay espacio suficiente en una lápida para contener, envuelta en musgo, la versión resumida de la vida de un hombre, el detalle es siempre bienvenido” (V. Nabokov).

En el proceso Albinus queda ciego y es trasladado a un cottage en las montañas de Suiza. Ahí vive con su bella Margot y una cocinera, quien no puede hablarle ni siquiera verle, del miedo que él le infunde. Rex, el amante de Margot, también vive con ellos —en el piso más amplio y soleado— pero en secreto. La pareja disfruta del dinero de Albinus, y de su ceguera, presentándole a firmar cheques de gastos corrientes por cifras exorbitantes, y amándose en sesiones de tormentosos silencios. Se regocijan realizando ante su presencia acciones cotidianas que la repetición vuelve casi imperceptibles en condiciones normales, pero que el obligatorio silencio subraya y las vuelve deliciosas. Albinus progresa en la definición del mundo que le rodea a través de combinaciones sensoriales insospechadas por los videntes —pausas seguidas de olores, ruidos a deshoras, boca de Margot silenciada a espasmos, cosquilleos de labios y de piel sin el acompañamiento habitual de los zumbidos— hasta que Albinus formula la hipótesis de que con ellos convive otra persona. Cuando su cuñado Paul se lo confirma al visitarlo sin previo aviso, —sorprendiendo a Rex desnudo estimulando con una pajilla la cara del ciego, por divertirse con sus gestos para espantar silenciosos insectos de su delicada piel —Albinus, desolado, grita una solicitud de negación “…Paul do say I am alone… I implore you… I am quite blind”, no del todo diferente al temor reverencia! (“awe”, en Inglés) que siente el científico al descubrir otro más de los designios divinos en el acontecer natural.

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            R022B03

La historia de la vida en la tierra

Héctor Gómez de Silva
   
   
     
                     

La vida en la Tierra tiene una historia de miles de millones de años, lapso de tiempo incomprensible para los efímeros seres humanos. Por ello se justifica que utilicemos, en esta nota, una metáfora basada en un concepto para medir el transcurso del tiempo, más familiar para todos, como lo es el año de 365 días.

Así al calcularse la edad de la Tierra en 4600 millones de años, y al encontrarnos con que los fósiles de seres vivos más antiguos que se conocen, muestran que hace alrededor de 3500 millones de años ya existía una gran diversidad de especies de bacterias, concluimos que la vida debió haberse originado en el planeta hace más de 3500 millones pero no más de 4600 millones de años. Ahora bien, para fines prácticos, vamos a suponer que surgió la vida hace 3650 ¼ millones de años, con el fin de poder comparar su duración con 365 1/4 días, o sea un año.

Por lo tanto, y volviendo a la metáfora, un día equivaldría a 10 millones de años. Así, observamos que la forma mas compleja de vida durante los primeros meses la representaban las bacterias. Ya para lo que vendría a ser fines de julio o principios de agosto, aparece, por primera vez en el registro fósil, un protista, pero más de la mitad del tiempo, la Tierra estuvo habitada sólo por bacterias.

Los primeros animales no aparecieron hasta hace unos 600 o 700 millones de años, o sea ¡a finales de octubre! La Era Paleozoica, en la que la fauna comienza a parecerse a la actual (por lo menos se conocen representantes de varios phyla que aún existen) empieza a principios de noviembre. ¡Los fósiles más estudiados y los phyla actuales tienen menos de dos meses de existir! metafóricamente hablando, claro está.

Aunque los animales y las plantas se originaron en el mar, las primeras plantas y animales terrestres no aparecen hasta el 20 de noviembre o un poco después; pero tanto las primeras plantas como los primeros animales terrestres (artrópodos) eran muy pequeños.

En pocos días, aparecen los primeros anfibios y el 28 de noviembre, el primer reptil. Los continentes se encuentran unidos formando el supercontinente Pangea más o menos del 1° al 12 de diciembre, en el que se empieza a fragmentar. Entre el 7 y el 8 de diciembre (o sea hace 240 millones de años) se produce la mayor extinción de todos los tiempos, en la que se calcula que se extinguió repentinamente el 96% de las especies.

Los dinosaurios y los mamíferos aparecen alrededor del 9 o 10 de diciembre. Ambos surgen como carnívoros o insectívoros pequeños, pero los dinosaurios se expanden y dominan el mundo, hasta que sus últimos representantes se extinguen, aproximadamente al mediodía del 25 de diciembre, junto con un gran porcentaje de otras especies. Habían dominado el mundo medio mes, mas de 160 millones de años. Pero mucho antes de extinguirse, antes del 16 de diciembre, dieron origen a las primeras aves.

Del 25 de diciembre en adelante, los mamíferos han sido los vertebrados dominantes. En los últimos 5 1/2 días del año, surgieron los primates, murciélagos, ballenas, roedores, ungulados, carnívoros y la mayoría de los órdenes de mamíferos que actualmente forman parte de la fauna.

Fue el 31 de diciembre (hoy) cuando los antepasados del hombre se separaron de los antepasados de los gorilas y chimpancés. El género Homo apareció hace 1.8 millones de años, a las 7:30 de la tarde. Ya tenía entonces el doble de la capacidad craneana que la de su antepasado el Australopithecus, lo que equivale a la mitad de la capacidad craneana promedio de nuestra especie. A las 11:15 (casi 30000 años) nuestra especie ya pintaba en los muros de las cuevas. El alfabeto fue inventado en el Medio Oriente hace 6 minutos (hace alrededor de 5000 años). Nuestra era comienza hace 2.86 minutos (hace 1990 años) y Charles Darwin publicó El Origen de las Especies por medio de la selección natural apenas hace 11 segundos (132 años).

Usted esta leyendo este artículo precisamente a las 12 de la noche del “año de la vida”.

Mark Twain, un excelente escritor irónico, escribió, utilizando otra metáfora, “Si la Torre Eiffel representara la edad del Universo, la capa de pintura que tiene en la punta representaría la porción que le correspondería al hombre de este tiempo, y cualquiera se daría cuenta de que la torre se construyó sólo para el lucimiento de esa delgada capa de la punta… ¿o no?” Los seres humanos sólo forman parte de los últimos minutos del año de la vida.

No olvide que, siguiendo la metáfora del año de la vida, si ésta comenzó el año pasado, el ser humano apenas surgió hace pocas horas; su sangre se separó de la de los grandes monos apenas hoy, los primates surgieron hace cinco días y medio, los mamíferos aparecieron hace 21 días y los animales multicelulares sólo hace un mes y pico. Recuerde eso cuando lea que las bacterias han existido en la Tierra más de 3500 millones de años.

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 Referencias Bibliográficas

Gore, Rick, “Extinctions”, National Geographic, 175 (6): 662-699, junio de 1989.
Nance, R. Damian, Thomas R. Worsley y Judith B. Moody, “The Supercontinent Cycle”, Scientific American 259 (1): 44-51, julio de 1988.
Weaver, Kenneth F, “The Search for Our Ancestors”, National Geographic, 168 (5): 560-623, noviembre de 1985.
Smithson, T. R., 1989, “The earliest Known Reptile”, Nature, 342 (6250; 7 de diciembre de 1989): 676-678.

     
       
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Héctor Gómez de Silva                                                                                                  Facultad de Ciencias, UNAM.
 
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                                             R022B04                    

Efraím Hernández Xolocotzi

Manuel Parra
   
   
     
                     

El Doctor Hernández Xolocotzi nació en San Bernabé Amaxac de Guerrero, Tlaxcala, el 23 de enero de 1913. Estudió en la Stuyvesant High School, New York (1928-1932) en el State College of Applied Agriculture, Farmingdale, Long Island, New York (1932-1934). En 1934 ingresó al College of Agriculture, Cornell University, Ithaca, New York, en donde se graduó como Bachelor of Science in Agriculture (1938). Realizó sus estudios de posgrado de 1947 a 1948 en Harvard University, Cambridge, Mass. Obtuvo el grado de Master of Arts in Biology en 1949. Ingeniero Agrónomo especialista en Parasitología (revalidación SEP México). El Colegio de Posgraduados, Chapingo, México, le confirió el grado de Doctor Honoris Causa en 1981. Recibió de la Universidad Autónoma de Chapingo el grado de Doctor Honoris Causa en 1984.

Sus actividades profesionales las inició como Ayudante de Jefe de Zona del Banco Nacional de Crédito Ejidal, S. A. en Tabasco, México (1939-1942). Asesor Técnico para el fomento de la producción de materia prima de aceites vegetales y fomento de la mecanización agrícola, Foreign Economic Administration, Embajada Americana en México (1942-1960). Explorador Botánico para la recolección de Plasma Germinal de las cultivos autóctonos de México de la Oficina de Estudios Especiales, Secretaría de Agricultura (1945-1959). Botánico del Laboratorio Entomológico —ecología de las hospederas silvestres de la mosca prieta de los cítricos en el noreste de México— Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de Norteamérica en México (1949-1950). Asesor Técnico de la Comisión Forestal del estado de Michoacán (1956-1960). Consejero de la Comisión sobre el Estudio Ecológico de las Dioscóreas —estudios sinecológicos de la vegetación de las zonas cálido-húmedas del Golfo de México— INIF (1858-1976). Asesor Técnico del Departamento de Forrajes del INIA (1960-1967) —experimentación e investigación sobre plantas forrajeras en el país. Explorador botánico de plasma germinal de maíz y frijol, en Colombia, Ecuador y Perú. Centro Internacional del Mejoramiento de Maíz y Trigo (1968-1972).

Su participación en docencia e investigación se inició como encargado del departamento de Botánico de la Escuela de Agricultura del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores Monterrey, Monterrey, N.L. impartió las cátedras de Botánica General, Botánica Sistemática, Histología Vegetal, Cultivos industriales, Cultivos Tropicales y Fisiología Vegetal. Además realizó trabajos de experimentación en plantas forrajeras del noreste de México (1950-1952).

En 1953 inició sus actividades en la Escuela Nacional de Agricultura, Chapingo, México. En esta institución impartió las cátedras de Botánica Sistemática, Agrostología, Manejo de Pastizales, Botánica Forestal y Geobotánica. Fue nombrado encargado del Departamento de Bosques, ENA (1959). Jefe del Departamento de Zootecnia, ENA (1963-1965). Jefe del Departamento de Preparatoria Agrícola, ENA (1973-1975). Miembro del Consejo Directivo de lo Escuela Nacional de Agricultura (1960-1967).

En el Colegio de Posgraduados ocupó el cargo de Presidente de la Rama de Botánica (1963-1967). Fue Profesor Investigador en Geobotánica avanzada, Etnobotánica, y Botánica Sistemática Avanzada.

Su labor editorial incluyó unos 150 títulos publicados. Entre éstos se encuentran los siguientes: Maize granaires in Mexico (1949); El género Tripsacum en México (1950); Razas de maíz en México (en colaboración con E. J. Wellhausen, L. M. Roberts y P. C. Mangelsdorf, (1951); Plantas de cultivo con que México ha contribuido al mundo (1953); Las zonas agrícolas de México (1954); Apuntes para una clase de botánica económica (1956); Zacates indígenas (1965); Un método para la investigación botánica ecológica de las regiones tropicales (en colaboración con Faustino Miranda y Arturo Gómez-Pampa, 1967); Estudios interdisciplinarios de los fenómenos de producción de los cultivares (en colaboración con María Luisa Ortega, Josué Kohashi S. y E. Mark Engleman, 1972); Agroecosistema, tecnología agrícola tradicional y fitomejoramiento de maíz en México (1971).

Entre sus actividades profesionales se incluyen la primera reunión de fitomejoradores latinoamericanos, México, D.F. (1947); Reunión anual del American Institute of Biological Sciences, Chicago, Ill. (1947). Tercera Reunión de Fitomejoradores, Edafólogos y Parasitólogos Latinoamericanos, Bogotá, Colombia (1953). IX Congreso Internacional de Botánica, Montreal, Canadá, (1960). Reunión organizadora de la Asociación para los Estudios Biológicos Tropicales, Trinidad, Indias Occidentales (1962). Primera Reunión de la UNESCO para el estudio de los problemas de las Zonas Áridas de América Latina, Buenos Aires, Argentina (1963). Reunión organizadora de la Comisión Pro Flora Neotrópica, Sao Paulo, Brasil (1964). V Congreso Pacific Sciences Association, Canberra, Australia (1972).

 

EL MAESTRO XOLO

A todos nos medía con la misma vara. Ya fueras estudiante, director o gobernador, con su interrogatorio ponía en evidencia tu insuficiente conocimiento del problema discutido, descubrió tus enormes lagunas conceptuales y te hacía dudar de la lógica de tus argumentos. Luego te miraba inquisitivamente por encima de sus anteojos para decir: “Bien… ¿cuál es tu tesis?”.

¿Qué respondes cuando la confianza en tu propuesta se tambalea casi hasta desmoronarse? Impotencia, frustración o indignación, eran las reacciones a la crítica dura y agresiva del maestro Xolo. Pasado el enojo podías reunir nuevos argumentos teóricos y sólidas evidencias empíricas, para enfrentar una nueva escaramuza en defensa de tu propuesta, o bien podías abandonar el campo de batalla. La mortalidad era alta pero quienes reincidían siempre encontraban su puerta abierta, una taza de café y su ánimo dispuesto para una nueva confrontación amistosa.

Como maestro, la enseñanza constituía uno de sus ejes vitales. En su curso de etnobotónica te hacía revisar el origen del hombre y el desarrollo de la civilización. Examinabas con él la relación hombre-planta, desde la época de los recolectores hasta la era de la producción biotecnológica (eje tiempo), del río Bravo a la Patagonia (eje espacio) y desde los Pápago hasta los Incas (eje cultural).

Te convencía de que estas profundas raíces históricas están vivas. En sus viajes de prácticas se colectaba apasionadamente y, a partir de algún detalle de los ejemplares recolectados, reflexionaba sobre la teoría de la evolución. En los mercados te hacía saborear frutas y chiles “raros” y te inquiría acerca del efecto de la dulzura o la pungencia sobre el proceso de evolución bajo domesticación. O bien con el mismo pretexto ponía en entredicho las distintas concepciones de la cultura. En las noches, paseando por el jardín de cualquier pueblo, retomaba los costos de producción, conseguidos en entrevistas a campesinos para incursionar en los terrenos de la economía política.

Sus preguntas de examen te sacaban de onda: Suponga la existencia de una isla cuadrada de 1999 km por lado, atravesada por una sierra de 2000 m de altitud y ubicada entre Australia y América del Sur ¿cuál sería su suelo, clima y vegetación?, ¿por qué lo cree así? Con estas “chupadas” te mostraba el papel de la especulación en el razonamiento científico.

No buscaba entrenar técnicos que sólo supieran hacer bien las cosas. Se esforzaba en formar profesionales independientes, capaces de implementar nuevas alternativas, y conscientes del por qué, el para qué y el para quién de su trabajo.

Como científico, otro de sus ejes vitales era la investigación. Te seducía con la idea de que nuestra cultura está viva y debemos desarrollarla. Si aceptabas el reto, debías leer a Aristóteles, Bacon, Darwin, Marx, Malinowski y muchos más y te empujaba a indagar sobre la esencia del quehacer científico, creando una tensión entre esos modelos y tu propia investigación. Siempre abierto a tus inquietudes, propiciaba la gestación de tu tesis, mediante un exigente e interminable cuestionamiento socrático, que te obligaba a romper esquemas y buscar nuevos horizontes.

El trabajo institucional era su tercer eje vital. Sensible a las carencias de los campesinos, y consciente de su explotación, luchó por el establecimiento de instituciones nacionales dedicadas a la solución de sus problemas, desde una perspectiva nacionalista:

“Nuestra agricultura todavía presenta muchos aspectos diferenciales con respecto a otros países cercanos, de tal manera que necesitamos revisar nuestra filosofía agrícola con cuidado, para que, tomando los principios que caracterizan nuestra cultura ancestral —tanto en lo que concierne a la investigación, la enseñanza y la investigación—, lleguemos nosotros a formular programas que sean congruentes con nuestra idiosincrasia.”

Sus ideas lo llevaron a apoyar y sostener virilmente diversos enfrentamientos políticos. Si por estas u otras circunstancias te veías en problemas, siempre encontrabas en él el apoyo de un compañero solidario.

Descansa en paz, amigo, compañero y maestro.

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 Referencias Bibliográficas

Biografía tomada del libro Colegio de Posgraduados, las Ciencias agrícolas y sus protagonistas, Vol. 1, Chapingo México, 1984.

     
       
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 Manuel Parra                                                                                                                 Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste (CIES), San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
 
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            R022B05

Olvidar a París

 

José Luis Rodal Arciniega

   
   
     
                     

— Un autre petit cognac, monsieur?
Las palabras de la azafata me devolvieron lentamente al mundo exterior.

— ¿Qué? — alcancé a decir en español.

— On ferme le bar, monsieur, et si vous voulez… — Non, non, merci — comprendí de golpe que aterrizaríamos en unos minutos.

Desde que abordé el avión en la Ciudad de México me sumergí en mis pensamientos: hechos precisos, datos vagos, especulaciones que debían organizarse para construir un esquema explicativo que apaciguase mi nerviosismo, suministrándome hipótesis plausibles con respecto al por qué de esa invitación inesperada para venir a Francia. En eso se me fue el tiempo de vuelo y la breve escala en Houston (ni siquiera le eché un vistazo a la última novela de Dallal que equivocadamente me regaló la China al despedirme en el aeropuerto).

En Roissy, me presté gustoso a cumplir con las formalidades de entrada e incluso disfruté con las actividades banales de recuperar el equipaje y cambiar algunos marchitos pesos por solvente moneda francesa (el enfrentar situaciones concretas, simples e inmediatas me tranquiliza enormemente). Después me dirigí, maletas en mano, al sitio de taxis.

— Vous allez où monsieur? —me preguntó el chofer cuarentón de mejillas sonrosadas.

En un francés impecable (hablarlo bien es una de las mayores vanidades que gozo en permitirme) le dije que me llevara, siguiendo las instrucciones del profesor, a la estación del metro Alésia, de ahí me iría caminando al departamento de la Rue des Plantes donde me alojaría hoy y los próximos días.

Durante el trayecto a la ciudad repasé los antecedentes principales. Henri Devilliers fue, sin sombra de duda, el mejor de todos los profesores que tuve en Francia y con el que llevé una relación más estrecha. Politólogo brillante, especialista en asuntos internacionales, seducía con su erudición y sus modos aristocráticos, lo mismo a sus alumnos en la cátedra que al crédulo ciudadano medio en sus frecuentes intervenciones en la prensa, la radio y la televisión. Ducho en el arte de encantar a los demás, manejaba con soltura la regla y el consentimiento y alternaba sutilmente la complicidad y la provocación. De cada generación de, pongamos veinte estudiantes, sólo se dignaba dirigir las tesis de dos (o tres cuando mucho).

Al aceptar dirigir la mía, y así manifestarme su predilección, me inflamó de orgullo y contribuyó a que fuera aceptado por mis condiscípulos franceses, todos egresados de escuelas prestigiadas, todos de buena familia, todos habitantes de barrio chic. Simón fue otro de los privilegiados. Al mexicano y al chileno siempre se les veía juntos… detrás de su profesor.

Cuando regresé a México parecía aguardarme un vertiginoso desarrollo profesional. Era cuestión, pensaba yo, de recopilar en corto tiempo la información pertinente para elaborar la tesis y retornar a Francia para la redacción final y la presentación del examen doctoral, para luego, de nueva cuenta en México, empezar a convertirme en el Henri Devilliers de por acá. Aun ahora, pasados cinco años, no sé bien por qué no sucedió así. En parte, puedo achacárselo al corte de becas que se produjo apenas hechos oficiales la crisis económica y el cambio de sexenio. Pero no, creo que el mayor mal estuvo en mí. Primero, fue esa condenada vocación apostólica que me llevó a enterrarme en una oscura universidad pública de provincia; después vinieron ese casamiento tonto (esa historia de amor equivocada) y el paulatino abandono de mis ambiciones. Casi sin darme cuenta fui dejándome absorber por actividades menores ajenas a la tesis. Mi reputación en la universidad de candidato al doctorado, se fue desvaneciendo. Harto de las miradas de sorna de mis colegas y abrumado por la imposibilidad de enseñar cualquier cosa a estudiantes mongoloides, dejé la universidad para probar suerte, ayudado por los parientes de mi mujer, en la administración pública. Más cuando me divorcié quedé peor que antes. Durante el último año me gané el pan pinchemente, haciendo traducciones y dando cursitos de francés que me conseguía la directora de la Alianza Francesa en la localidad.

Recibí la carta del profesor cuando atravesaba un periodo de fuerte depresión (¡tanta amargura y frustración acumuladas!). Quién sabe cómo diablos dio conmigo. Hacía varios años que habíamos suspendido todo contacto epistolar. La carta tenía timbres nacionales y sellos de la Ciudad de México. Antes de leerla había imaginado su contenido lleno de reproches y reclamos referentes a la tesis inconclusa. No había nada de eso. Por el contrario, estaba escrita en un tono suave, con múltiples guiños de complicidad alusivos al pasado. En su prosa amanerada (muy siglo diecisiete) me incitaba a volver a París para visitarlo. Sugirió que tenía un trabajo interesante para mí. En la fórmula de despedida me llamaba mon cher ami y lo que me resultó más extraño: adjuntos a la carta me envió un boleto de avión (¡primera clase!) México-París-México, las coordenadas del lugar donde debería alojarme a mi llegada y la recomendación encarecida para que justificara el viaje diciendo a mis conocidos, en México y en París, que iba-venía a presentar la tesis.

Me percaté de que ya recorríamos calles parisinas. Me sentí emocionado. En mi mente se yuxtaponían los recuerdos de los “días de vino y rosas” vividos aquí.

— On arrive au metro Alésia, Monsieur— farfulló el taxista.

Pagué y descendí del auto. Parado en una esquina abrí mi vieja guía y tracé mentalmente la ruta más larga para llegar al departamento prometido. En cours de route me detuve en un bar-tabac y compré de jalón media docena de cajas de puritos Wintermans.

Se trataba de un edificio de medio lujo, con la fachada recientemente renovada. Me presenté ante la conserje (una atildada señora portuguesa, algo encamable y todavía con varios años de buena vida por delante). Ella me dio las llaves del departamento y un sobre cerrado. Subí hasta el cuarto piso por la escalera alfombrada y entré sin mayor dificultad. Un breve recorrido por el sitio y exclamé complacido: —Pas mal du tout la petit baraque! Tenía una sala con muebles de cuero y en las paredes varias fotografías de París tomadas por el gran Edouard Golbin, una recamara como para ahuyentar cualquier asomo de claustrofobia, un cuarto de lectura con un escritorio de marquetería y un par de sólidos libreros, un baño enorme con tina y sauna, una cocina integral llena de gadgets domésticos. Una segunda ojeada al departamento me brindó más sorpresas agradables: en la cocina, una docena de botellas de vino de primera clase, un par de pomos de Calvados Busnel y otro par de Armañac de una marca que no conocía; en la recamara, un equipo danés de sonido y una treintena de discos compactos entre los que sobresalían todas las canciones de Bárbara, el Arte de la Fuga de Bach, las mejores piezas de Satie interpretadas por Aldo Ciccolini y las sonatas para pianoforte de Hayden; en el cuarto que servía de biblioteca, novelas cuyos títulos me evocaron sabrosas discusiones literarias con Devilliers, en su casa de Neuilly… hace no sé cuánto tiempo.

Quien sea que haya puesto aquí estas cosas (Devilliers encabezada la lista de sospechosos), tiene un conocimiento íntimo de mis gustos. ¿A qué venía ese afán por complacerme? Recordé entonces el sobre que me dio la conserje. En el papel, que leí ávidamente, sólo estaban escritas, de manera impersonal, nuevas instrucciones. Debía encontrarme con él dentro de tres días a las diez de la mañana, en la entrada sur del bosque cercano al pueblo de Rambouillet (a unos treinta minutos de tren de la estación de Montparnasse). Mientras tanto, ya ero dueño de mi tiempo. Para mis “gastos menores” podía disponer de diez mil francos, los cuales se encontraban dentro del libro de Mikhaïl Boulgokov Le Roman de Monsieur de Molière, en el cuarto de lectura. Yo quedaba en libertad de decidir si visitaba a viejas amistades o no, pero se me reiteraba lo petición de justificar mi presencia en París “par des raisons académiques”. Adicionalmente por ningún motivo debería de dar a nadie mi dirección actual en la ciudad y mucho menos traer personas (hombres o mujeres) al departamento. Antes de terminar de leer ya estaba yo de veras perplejo y preocupado. En la última línea estaba escrito, como si se hubiera previsto mi estado de ánimo, rassurez vous, le mystère sera devoilé dans trois jours.

¡El boleto de avión, los diez mil francos y todo lo demás! Yo estaba seguro de que el profesor esperaba algo de mí. Pero qué carajos querría, me repetía mentalmente. Yo ya comencé a recibir, más… ¿cuáles serían los otros términos del intercambio? Y, sobre todo: ¿por qué las precauciones? Necesitaba un buen trago de Calvados. Me serví una porción generosa. Puse un disco de Bach y me tendí sobre el sofá de cuero. Seguí dándole vueltas al asunto. El trago se volvió medio botella. Jugando a distinguir las voces de una fuga me fue invadiendo una agradable somnolencia.

Me desperté y miré el reloj. Debí haber dormido por lo menos doce horas. Aparte las cortinas, corrí el cerrojo de la ventana y me asomé al balcón que daba al jardín interior del edificio. Era una fresca pero soleada mañana de principios de otoño. Qué carajos, pensé, estás de nuevo en París y eso es lo que cuenta. Desayuné varios croissants con chocolate en un bar de la Avenue du Maine, luego pasé a la estación para informarme sobre los horarios de los trenes a Rambouillet. El resto de la mañana me transcurrió caminando sin rumbo definido por la ciudad. El hambre hizo acto de presencia cuando vagaba por el Boulevard des Italiens. Caminé unas cuadras hasta Chartier. Como siempre, estaba hasta la madre de gente y tuve que hacer cola veinte minutos hasta que un mesero marroquí me señaló una pequeña mesa para dos personas poblada a la mitad por un gordo trajeado, que despachaba vorazmente un plato de tripes a la mode de Caen. Ni siquiera levantó los ojos del plato para verme. Mejor así, me dije, éste es de los que no hacen platica. Leí con atención la minuta cargada de promesas y me incliné finalmente por una combinación heterodoxa, compuesta de filet d’hareng a l’huile d'olive, blanquette de veau, choux de Bruxelles, fromage Pont l’Evêque y Crème de marrons-chantilly. Para rociar tales platillos seleccione una demi-bouteille de Entre deux-mers y una botelluca de Castillon (los vinos no fueron nada del otro mundo pero me trajeron reminiscencias del viaje en bicicleta con Anne-Marie por los riberas de la Dordogne). Con un Calvados y un café servidos, me puse o hojear la sección de cine del Pariscope. Prendí un purito Wintermans para facilitar la elección de las dos películas que vería eso tarde.

A lo salida del cine me dieron ganas de visitar a una amiga-amante de otros tiempos. Toqué a su puerta sin recibir respuesta. Alertada por los timbrazos salió una vecina y me informó que Gisèle estaba disfrutando unas vacaciones en la nueva Caledonia y no regresaría, así lo había anunciado, hasta el mes de noviembre. Descubrí entonces que más que uno amiga necesitaba al segundo término del binomio y me fui a merodear por ciertos rumbos. Después de una consulta con mis fantasmas del momento contraté los servicios de una blondinette de carita de muñeco y formas adolescentes. Me repugnaba la idea de ocuparme con ella en un cuartucho de la Rue Saint-Denis. Tampoco podía llevarla al departamento de la Rue des Plantes. Me acordé que esta vez tenía yo bastante dinero y opté por una solución hotelera de cuatro estrellas cerco del Palais Royal. Horas más tarde, descargados ya las ganas imperiosas y con sueño a borbotones, me felicité por haber evitado pensar durante toda la jornada en el profesor Devilliers y en la cuenta de gastos que habría de presentarme pasado mañana.

Al día siguiente, mi ánimo se tornó taciturno y decidí quedarme en el departamento. Ya habrá ocasión, me dije, de retozar cuando el asunto que Devilliers se trae entre manos, se vuelvo transparente para mí. Me pasé leyendo el resto de la mañana. Cociné un fajo de capelli d’Angelo con salsa de champiñones, a la par que escuchaba un cassette de Lobo y Melón que me acompañó desde Mexiquito (“fueron tus promesas falsos juramentos, palabras que el viento lejos se llevó”, canté a dúo con Melón). A medio tarde, noté los síntomas del advenimiento de una pequeña depresión. Necesitaba hablar con alguien, me receté. Recurrí al teléfono ¿Quién de mes vieux copines estaría con seguridad al otro lodo de la línea a esta hora? Stéphane, claro, si es que aún trabaja en la galería de arte de la Rue Dauphine. Le atiné. Conversamos de banalidades por espacio de media hora, me felicitó por haber terminado la tesis y quedamos de vernos la próxima semana para ingerir cerveza belga.

Después de colgar me sentí mejor.

Estaba acostado con un libro abierto ante mis ojos. Leía sin leer mientras iba dibujando mis opciones de vida. Si pudiera quedarme aquí… ¿lo haría?…

Qué me esperaba en México: nada que valiera lo pena… tendría que tomar las cosas en serio… proseguir mi carrera… ser más ambicioso para borrar de la cara de la gente la sonrisa gentil hacia el joven talento malogrado (incluso la China me dijo una vez que yo me estaba desperdiciando)… me vería obligado o asumir responsabilidades indeseadas. En París podría ser distinto… aquí siempre sería un métèque, un extranjero al que no le serían solicitadas ni comprobaciones ni explicaciones. I was a free man in Paris, como en la canción de Jani Mitchell… tal vez podría serlo otra vez… y si en verdad Devilliers tuviera un buen trabajo para mí…

Distinguí a lo lejos la figura de Devilliers recargado sobre la verja de la entrada al bosque. Al aproximarme a él sentí la dulce punzadita de la esperanza.

— Mon cher Lino… C’est un plaisir— me soltó Devilliers a manera de saludo, haciendo el inevitable énfasis en lo o al pronunciar mi nombre.

— Moi aussi, professeur, je suis content de vous revoir —respondí, vigilando atentamente mi acento.

Despachamos con rapidez la serie de preguntas y respuestas convencionales sobre la calidad de mi viaje, de mi alojamiento y de mi estancia en París durante los últimos días. Al tomar una veredita que se alejaba del camino principal, Devilliers entró en materia.

— Ecoutez moi bien, Lino, et ne posez aucune question avant que je n’aie fini de vous énoncer ma proposition.

Me tomó por el brazo y habló cadenciosamente. Me había hecho venir de México para que yo matara a alguien por cuento suya. Yo no correría riesgos considerables pues todo estaba planeado escrupulosamente. Yo sólo fungiría como brazo ejecutor. Sería una tarea simple y rápido. La recompensa sería cuantiosa.

Devilliers calló. Luego sonrió para alentar mi intervención.

Le pregunté que por qué quería la muerte de eso persona. Él me respondió que no podía decírmelo pero que tenía razones poderosas para desaparecerla. Yo hice con la cabeza un movimiento de negación. Él agregó que se trataba de un hombre de setenta años, en el ocaso de su vida. Yo seguí negándome. Él volvió a la carga y esta vez sus palabras fueron más persuasivas.

— Yo lo conozco muy bien a usted, Lino —comencé yo a traducir mentalmente— Todas esas horas que pasamos juntos no fueron en vano. Además, me he informado sobre su pasado reciente en México… no, no se asombre… tengo buenos amigos en la Alianza Francesa. Lino, yo necesito su ayuda y a cambio de ella puedo hacer mucho por usted. —Lino —machacó—, yo le ofrezco una nueva vida. Le ofrezco dinero: quinientos mil francos, la mitad ahora, el resto cuando me entregue resultados. También le ofrezco una tesis de doctorado, muy útil si usted quiere volver a México, una tesis brillante que obtendrá los más altos honores universitarios. Y además, Lino, le ofrezco una oportunidad para que usted ejerza sus verdaderas capacidades profesionales… sé de qué estoy hablando: obtener lo mejor y lo peor de la gente es una parte esencial de mi verdadero trabajo.

Al día siguiente recogí el sobre y la pistola en el lugar indicado por Devilliers. La precisión de las instrucciones revelaba un profundo conocimiento de todas las variables. Obedientemente, memoricé cada detalle y luego quemé el papel. Ese mismo día me mudé a un departamento que el profesor me había dispuesto en Asnières, en los suburbios de París. Mi nuevo alojamiento distaba bastante del anterior: los muebles indispensables, no había tina y mucho menos sauna, ni libros, ni discos. Me instalé lo mejor que pude para pasar la noche. No pude concentrarme en la lectura, aunque esta vez me preocupaban otras cosas. ¿Sabría usar el arma? (el profesor me dijo que sólo era cuestión de mover la palanquita del seguro, apuntar con cuidado y jalar el gatillo) ¿Qué motivos tenía el profesor para hacerme este “encarguito”?

¿Quién diablos era ese anciano setentón? Y, sobre todo: ¿Quiénes estaba detrás de todo esta? (la información sobre mí y sobre el viejo, los departamentos, el dinero, todo esto parecía trascender al profesor). Me sentí un personaje de Patricia Highsmith.

Diecisiete horas después, el asunto estaba concluido. En el tren que me llevaba a Tours seguía asombrándome la perfecta correspondencia entre teoría y realidad. Devilliers estuvo en lo cierto: mi acción fue eficaz y mi conciencia una cómplice ideal, como si yo hubiera nacido para ser un verdugo impersonal.

El tren entró en gare. Tenía escasos diez minutos para trasladarme a la vecina estación de autobuses, donde debería abordar el camión de pasajeros con destino al pueblo de Saint-Cyr-sur-Loire.

Me bajé antes de llegar al pueblo y caminé un par de kilómetros, por un camino de terracería de subidas y baladas (¡qué bueno que se le ocurrió al profesor decirme que dejara mi equipaje en el departamento de Asnières!). Desde una lomita divisé la casa. Al acercarme, toda duda quedó disipada: ahí estaban los dos pisos, la mesa blanca bajo los dos arboles y la camioneta azul. No parecía haber nadie (anochecía y las luces estaban apagadas). Extraje la llave de la maceta situada a la izquierda de la entrada y abrí la pesada puerta de madera. Me esperaban doscientos cincuenta mil francos (la otra mitad estaba segura en mi chaqueta), la tesis y quizá (¡por qué no!) una nueva oferta de trabajo. Al encender la luz de la sala vi a Simón. Su presencia aquí fue para mí un monumento a la sorpresa: mis instrucciones no decían nada al respecto. A Simón no lo veía desde la fiesta para despedirme, en casa de Viviane, hace varios años.

— Simón, ¿qué haces por acá? —inquirí estúpidamente.
— ¿Qué tal Lino? Para mi también es algo inesperado que seas tú.
— ¿Veniste a visitar al profesor? —me recuperé rápidamente.
— No exactamente —dijo él— Esperaba a cualquiera, menos a ti… ¿no estabas en México?
— Vine a Francia a presentar la tesis —repuse yo con algo más de aplomo.
— Toma asiento —y me señaló un sillón frente al suyo.
— ¿No sabes si va a tardar el profesor? —le pregunté con tono desenvuelto.
Sin contestar, Simón se paró y se dirigió hacia un armario.
— ¿Quieres beber algo?
— Sí, claro —le dije— ¿Hay Pastis?
Por toda respuesta sacó una botella y se entretuvo un corto rato dándome la espalda. Cuando lo vi de frente no tenía la esperada copa en la mano, tenía una pistola con silenciador.
— ¿Qué sucede Simón? —le dije, tratando de conservar la calma. Simón me dio una respuesta retrasada: —Sucede que el profesor no va a venir.
— ¿Por qué “eso” Simón? —y le señale con un dedo la pistola. —¿Tú también estas dentro del juego?
— Lino, nunca dejarás de ser un tonto. Esta pistola es para dispararla sobre ti.
Creí comprender de golpe: —Es… es Devilliers el que…
— No, él no te traicionó, Lino. Él cometió también un gran error… el último. Lo usaron como te usaron a ti y me usan a ml, sólo que en mi caso he tomado precauciones. He aprendido a sobrevivir en este mundo.
— ¿Por qué tiene que ser así, Simón?
— Mataste al grand patron de la Direction Générale de Surveillance du Territoire, el contraespionaje francés… te van a buscar por cielo, mar y tierra… tarde o temprano te encontrarían… luego descubrirían a Devilliers y luego llegarían hasta… y es por eso, Lino, sólo por eso.
— Simón, no puedes… déjame ir… tomaría un avión para México y… en recuerdo de los viejos tiempos… fuimos amigos.
— No puedo, Lino. Lo lamento.
Debiste haberte quedado en México. Debiste haberte olvidado de París.

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José Luis Rodal Arciniega                                                                                                 Santa Catarina Mártir, Puebla, julio de 1987.

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Espeleofilatelia

José G. Palacios Vargas

   
   
     
                     

Para algunos autores (Pas, 1989) la Espeleofilatelia consiste no solamente en la acumulación de timbres postales, con diversos temas referentes a la Espeleología, puestos en un álbum. Para ellos, el simple hecho de coleccionar timbres, convierte a las personas en coleccionistas y no en de especialistas.

La Espeleofilatelia considera además la obtención de timbres, tarjetas postales y sobres con motivos espeleológicos, así como el arreglo y el estudio de los mismos.  

Hasta la fecha, se han realizado mas de 400000 distintos tipos de estampillas postales en todo el mundo. Dentro de esa enorme cantidad, tan solo 771 tienen motivos espeleológicos. Es decir, que solamente el 0.2% de los timbres existentes contienen algún tema de alguna manera relacionado con cuevas. México no ha sobresalido en el ámbito internacional, en el desarrollo de la filatelia con temas espeleológicos ya que únicamente se han impreso dos timbres postales con aspectos claramente espeleológicos, a pesar de la enorme riqueza que tiene el país en cuanto a sus cuevas, grutas, cavernas y su interesante fauna. Nuestro país es uno de los más famosos por sus cuevas; existen mas de 1200 en distintas partes de su territorio y en ellas se han encontrado más de 2100 especies de fauna.    

Curiosamente existe una mayor cantidad de tarjetas postales con temas espeleológicos, donde se presentan las bellas formaciones de grutas famosas, como las de Cacahuamilpa en Gro., o las Grutas de García en el Estado de Nuevo León. Desafortunadamente estas postales por lo general sólo pueden conseguirse en las grandes ciudades cercanas a aquellas cuevas que tengan importancia turística.    

Estoy convencido de que la Espeleología es uno de los temas que se podrían desarrollar en la Filatelia mexicana, ya que los tópicos particulares son múltiples: diversas formaciones estalagmíticas, grandes abismos, pinturas rupestres, restos arqueológicos, diversidad de fauna cavernícola (murciélagos, arañas, ácaros, insectos, ciempiés, milpiés, crustáceos), espeleólogos famosos, grandes exploradores de cuevas e, incluso, cuadros de pintores famosos que tengan que ver con este asunto.

La clasificación de los temas que se han plasmado en timbres postales en todo el mundo, hasta la fecha, según Lénárt (1989), es la siguiente:

1. Cuevas con elementos ornamentales.
1.1 Estalactitas y estalagmitas.*
1.2 Cuevas de hielo.
1.3 Formaciones.
2. Actividades efectuadas fuera de las cuevas.
3. Esculturas y pinturas rupestres.
4. Fauna cavernícola.
4.1 Murciélagos.
4.2 Osos de cuevas.
4.3 Anfibios de cuevas.
4.4 Peces cavernícolas.
4.5 Las aves de cuevas.
5. Personajes espeleológicos y exploradores de cuevas.
6. Cuevas alteradas y puentes de piedra.
6.1 Formaciones costeras.
6.2 Formaciones terrestres.
7. Entradas de cuevas como motivo principal o secundario.
8. Asentamientos humanos situados en cuevas o en sus entradas.
9. Pinturas con motivos de cuevas.
10. Murciélagos en elementos decorativos.*
11. Equipo utilizado en exploraciones de cuevas.
12. Travertinos expuestos en paisajes.
13. Mapas y secciones verticales de cuevas.

A pesar de que México cuenta con varias grutas famosas por sus pinturas rupestres (v. gr. Las Grutas de Juxtlahuaca), no conozco ningún timbre postal mexicano (ni de ningún otro país) que haga referencia a ellas. Ni siquiera existe alguno de los tan conocidos cenotes de Yucatán.

Los únicos timbres postales mexicanos que conozco sobre el tema son tres: Monumento Humboldt, las Grutas de García, de la serie “México Turístico” y la Máscara del Dios Murciélago, de la serie “Herencia Recuperada”. Los temas en los que se pueden incluir están marcados con un asterisco.

Con referencia al tema 5, cabe destacar la emisión de un timbre que se hizo en marzo de 1960 con motivo de la conmemoración que se llevó a cabo en 1959, del aniversario del fallecimiento del Barón Alexander Von Humboldt.

Respecto al timbre de Las Grutas de García, cabe señalar que se imprimió el 19 de octubre de 1987 y que se le puede considerar dentro del tema 1.1, según la clasificación de Lénárt (1989).

La máscara del Dios Murciélago, es un tema que fue utilizado en la campaña contra la tuberculosis 1971-1972 con un valor facial de 10 centésimas y en 1979-1980 (las mismas estampillas fueron reutilizadas en la campaña de 1982-1983), con un valor facial de 20 centésimas. Recientemente (28 de noviembre de 1989) el tema fue retomado, con motivo de la recuperación de la joya original robada poco tiempo atrás. Estas estampillas quedan dentro del tema 10, de acuerdo con Lénárt (op cit.).

Cabe señalar que el reciente timbre “Máscara del Dios Murciélago”, tiene las siguientes características: los diseñadores fueron M. Meurerhg y R. Mercado, el motivo es la composición fotográfica de dicha máscara; las tintas utilizadas: verde, rojo y negro. Tipo de impresión; huecograbado rotativo. Tamaño 40 3 48 mm. Formato vertical. El tiraje fue de un millón, para servicio aéreo y superficie. Valor facial 450 pesos.

La mascara que da pie a este timbre, representa la deidad del inframundo y de las cuevas; es una pieza arqueológica compuesta por 32 segmentos de mosaicos de jade, con incrustaciones de concha en los ojos y los colmillos; proviene de la cultura zapoteca, época Protoclásica (200-300 a.C.) y mide 28 cms. de alto por 17.2 de ancho. Fue localizada en las excavaciones arqueológicas de Monte Albán, Oaxaca, en un altar de la plaza central, denominado Adoratorio del Montículo H.

 

“Te declaramos nuestro odio, magnífica ciudad”

Las ciudades siempre han despertado más encontrados sentimientos. En la edad media, las ciudades burguesas fueron uno de los blancos predilectos del clero que habitaba los monasterios. Condenaban y desaprobaban el tipo de vida que se llevaba en ellas y prevenían a sus fieles del peligro de la posible perdición de sus almas si sucumbían a la muy frecuente tentación de abandonar su terruño. Desde entonces las ciudades han sido los “lugares de perdición” por excelencia, para las sanas y saludables almas del campo.

La ciudad de México es más que representativa en cuanto a la ambivalencia que provoca. Asfixiante, cruel, inabarcable, violenta, deshuesadero de ilusiones que nos arranca una declaración de odio en cada resoplo, en cada esfuerzo que nos impone, en cada descarga de adrenalina. Pero, así y todo, con la misma facilidad que la detestamos, le declaramos nuestro profundo amor: ciudad intensa, lúdica e impredecible. No importa que cambiemos de parecer en la siguiente cuadra o al tomar el metro.

Producto de un mal desarrollo del campo, de la inexistencia de cualquier planeación urbana, de un excesivo centralismo y demás taras políticas, económicas e históricas, la ciudad de México sigue atrayendo a miles de personas de todo el país, que llegan en busca de algo, y, lo encuentren o no, casi siempre terminan por quedarse.

La maraña de intereses que se ha formado a lo largo de su historia está asfixiando a la ciudad. Industriales que no quieren mejorar sus instalaciones y menos aún trasladadas, mafias en el transporte público, corrupción de funcionarios y policías, gobiernos cuya demagogia se desparrama sobre un par de acciones ineficientes, etc. Esta maraña pues, de no ser cortada de tajo, terminará por convertir a la ciudad de México en un lugar inhabitable. La catástrofe ecológica no es una invención apocalíptica.

Para quienes deseamos seguir viviendo aquí, el deterioro ambiental constituye uno de los problemas fundamentales a resolver. Para ello es necesario que se nos proporcione información veraz de la magnitud que ha alcanzado la contaminación del aire que respiramos, de la misma forma que urge exigir al gobierno planee y lleve a cabo las acciones eficaces que realmente solucionen este problema.

Ítalo Calvino dice que las ciudades se pueden dividir en dos especies: “las que a través de las años y las mutaciones siguen dando forma a los deseos y aquellas en las que los deseos o bien logran borrar a la ciudad o son borrados por ella”. ¿Hacia donde irá nuestra querida y odiado ciudad de México?

EFRAÍN HUERTA

  articulos
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Referencias Bibliográficas

Lénárt, L., 1989. Types of Postage-Stamps and Picture-Postcards containing cave motives. Proceedings of the International Congress of Speleology, 10, Tomo I:312-315.
Pas, van der J. P., 1989, Speleophilately, Proceedings of the International Congress of Speleology, 10, Tomo II:512-513.

     
       
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José G. Palacios-Vargas                                                                                                Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, UNAM.

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Vicente Fuentes Gea
     
               
               

Debido al rápido crecimiento de la Ciudad de México durante los últimos 20 años y al rezago en la implantación de medidas técnicas para controlar la contaminación del aire, se han incrementado notablemente las concentraciones de varios contaminantes en la zona y, consecuentemente, diferentes sectores de la población han tomado conciencia de la magnitud del problema, de manera que actualmente es factible contar con su participación entusiasta en acciones especificas tendientes a su solución.

La gravedad de la situación que padece el Valle de México y la necesidad de implantar a corto y mediano plazo soluciones viables —tanto desde el punto de vista técnico como del económico—, que reduzcan los actuales niveles de contaminación, hacen necesario un conocimiento cuantitativo e integral del problema, de forma tal que permita a las autoridades competentes plantear y aplicar las medidas de control más adecuadas y, al público en general, responder eficientemente a dichas medidas.  

Por otra parte, la escasa información actualmente disponible y su ineficiente difusión, hacen más difícil la participación de otros sectores de la población, que, como por ejemplo, el sector industrial, podrían contribuir de una manera más significativa a reducir los niveles de contaminación que prevalecen en el valle.   

Uno de los aspectos escasamente difundidos sobre el tema, es el que se refiere a las altas concentraciones de partículas suspendidas que actualmente persisten en la zona y su tendencia creciente, particularmente en los últimos 10 años.    

Los efectos nocivos de las partículas suspendidas se manifiestan, por una parte, en la reducción de la visibilidad, lo cual es un fenómeno sumamente notorio en el Valle de México, y por la otra, en los daños que ocasionan a la salud, y que posiblemente a largo plazo sean más graves, que los que ocasiona el ozono y sus precursores, ya que una fracción importante de las partículas suspendidas, integrada por una gran variedad de compuestos tóxicos, entre los que se incluyen a los metales pesados y las sustancias orgánicas sintéticas, son retenidas por el aparato respiratorio, y por lo tanto, tienen la oportunidad de actuar de manera acumulativa y crónica en la salud de los habitantes del Valle de México.   

En la Ciudad de México, las fuentes principales de partículas suspendidas provienen de: procesos de combustión, de algunos procesos industriales como la fabricación de cemento, de la formación fotoquímica de aerosoles con contenidos de nitratos y sulfatos y, durante la época de estiaje, de las tolvaneras. Estas últimas a su vez, se forman gracias a la acción de los vientos sobre las superficies erosionadas, desprovistas de vegetación, que cada vez se hacen más notorias en los alrededores rurales y suburbanos de la zona metropolitana.   

La tabla 1 resume los valores reportados de partículas suspendidas totales (PST) en las principales zonas urbanas de la Tierra. Como se verá, es notorio el valor tan alto que tiene la zona norte de la Ciudad de México (300 µg/m3) sobre todo en comparación con las otras ciudades ahí referidas. Es importante destacar que este valor representa un promedio que abarca 8 años de datos lo que constituye una estimación con un alto grado de confiabilidad. También llama la atención el que nunca se mencione a este contaminante como uno de los que más contribuyen a degradar el aire de nuestra ciudad, como puede apreciarse en los reportes que de la calidad del aire hacen las autoridades a través del Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA).

 
Figura 1. Distribución acumulativa de concentraciones PST. Estación Secretaría de Hacienda.

Con el objeto de evaluar los niveles de contaminación existentes en la atmósfera del Valle de México en lo referente a PST, se presenta a continuación un análisis de las concentraciones de este contaminante, el cual incluye las tendencias que ha seguido en los últimos años, su distribución espacial en la zona y las frecuencias de violaciones a la norma mexicana de la calidad del aire.

Utilizando la información que durante los últimos 10 años ha capturado la SEDUE por medio de cada una de las estaciones integradas a su red manual de monitoreo, se elaboraron curvas de distribución de frecuencias como la que se presenta en la figura 1, mostrando, la mayoría ellas, un comportamiento log-normal, lo cual permitió otorgarle un grado de confiabilidad aceptable a los datos generados por dicha red de monitoreo, en virtud de que este tipo de distribución es el que normalmente siguen los valores determinados en otras zonas urbanas.   

Con base en estas curvas se obtuvo la frecuencia con que se excedió la norma mexicana de PST (275 µg/m3 en un periodo de 24 horas) en las diferentes estaciones de la red de monitoreo. Es importante destacar que esta frecuencia alcanzó un valor mínimo de 5%, en la estación Las Lomas, ubicada en la colonia del mismo nombre, hacia la región occidental del Valle de México, y un valor máximo de 90%, en la estación Xalostoc, situada al noreste. El valor tan exagerado que se obtuvo en esta última estación, y que indica que el 90% de los días del año se rebasó la norma de la calidad del aire referida, posiblemente esta señalando la influencia de algún efecto local que no es representativo de la totalidad de la zona urbana. Sin embargo, como se aprecia en la figuras 2 y 3, las cuales muestran los resultados correspondientes a la distribución espacial de las concentraciones de PST en la zona de estudio, tanto las línea de isoconcentración de los promedios geométricos anuales, como las líneas de isofrecuencias con que se excedió la norma mexicana, se puede apreciar que la frecuencia de violaciones a dicha norma es extremadamente alta en prácticamente toda la zona, particularmente en regiones situadas al norte y noreste del Valle de México.

   
Figura 2. Curvas de isoconcentración de PST (µg/m3) promedio geométrico anual. Figura 3. Curvas de isofrocuencia (%), con que se excede la norma mexicana de PST. 

En estas figura se puede observar también que hacia el suroeste, donde existen altas concentraciones de ozono y oxidantes, es donde los niveles de partículas suspendida tienen su mínimo impacto y por ello es donde en promedio durante el año, se cuenta con una calidad del aire menos deteriorada La distribución de las isolíneas se ajusta de acuerdo al patrón de los vientos predominantes en el valle y permiten identificar que los sitios más contaminados corresponden a los lugares que en los últimos años han tenido un crecimiento acelerado y anárquico. Es notorio que el contraste entre los niveles de contaminación por partículas que se observa en Las Lomas y en Ciudad Nezahualcóyotl, coincide por ejemplo, con las grandes diferencias socio-económicas y de dotación de servicios de la población que las habita.

En México, no existe una norma de calidad del aire de PST referida a periodos anuales que permita comparar los valores que aparecen en la figura 2 con cantidades de referencia. Por tal motivo, se decidió contrastar dichos valores con la norma norteamericana de calidad del aire referida a este periodo; es decir 75 µg/m3. Esto permitió concluir que, en la totalidad de la zona estudiada, la calidad del aire es inaceptable, y que alcanza niveles de contaminación promedio anuales, muy superiores a dicha norma, aún en la región occidental del Valle de México.

Con el objeto de mostrar las tendencias que han seguido la concentraciones de PST en el Valle de México, se presentan en las figuras 4 y 5, las curvas que muestran la evolución que han tenido dichas concentraciones a partir de 1977 en las estaciones La Loma y el Aeropuerto. En esta figuras se puede notar que en ambas estaciones, situada al oeste y noreste de la zona, respectivamente, la calidad del aire se ha deteriorado paulatinamente en el periodo de 7 años considerado. En otros sitios de la ciudad es dudosa cualquier conclusión que se extraiga a partir de las series de datos, debido a que en general presentan un comportamiento errático.

   
Figura 4. Tendencias de los niveles de contaminación de PST. Figura 5. Tendencia de los niveles de contaminación PSI‘.

Otro aspecto importante que debemos destacar, es el de que se carece de datos precisos con respecto a la fracción respirable de las partícula suspendidas en la región, tanto en lo referente a su distribución y tendencia, así como a su composición química. Por ello es conveniente recomendar que, a fin de posibilitar, de manera más directa la evaluación de los efectos que tienen las partículas sobre la salud de los habitantes del Valle de México, las futuras ampliaciones que se efectúen a la red automática de monitoreo de la SEDUE, incluyan la adquisición de equipos que permitan conocer dicha fracción y algunos compuestos tóxicos contenida en ella. Por supuesto, será necesario, adicionalmente a lo anterior, que en México se promulguen normas de calidad del aire que hagan posible efectuar este tipo de evaluaciones utilizando criterios semejantes a lo que se denomina PM10 en Estados Unidos; es decir, la fracción de la partícula suspendidas con menos de 10 µm de diámetro.

CONCLUSIONES

1. De acuerdo a los resultados mostrados en el presente trabajo, se desprende que la Ciudad de México, y su zona metropolitana, presenta niveles de contaminación por partícula suspendida que rebasan, la mayor parte del año las normas mexicana y norteamericanas de la calidad del aire, niveles que, en los últimos años muestran una clara tendencia a incrementarse. Por lo tanto, es necesario establecer un programa de abatimiento de la contaminación que, en el corto plazo, logre invertir dicha tendencia y permita, en el mediano plazo, reducir la niveles de contaminación actuales a los valores que establecen la norma mexicanas de la calidad del aire.

2. El problema de las altas concentraciones de partícula suspendidas, y su tendencia a crecer, no ha sido difundido ampliamente por la autoridades como lo hacen con los informes de la calidad del aire que regularmente se proporcionan mediante el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA), a pesar de ser un problema que debe ser atendido con la misma prioridad que el del ozono y los oxidantes fotoquímicos, debido en primer lugar a la propiedades tóxicas de la gran cantidad de compuestos que contienen; en segundo término al potencial que tienen de ser acumulados en el organismo y, por último a los efectos crónicos que tienen sobre la salud.

3. El programa de abatimiento de la contaminación del aire del Valle de México deberá dar prioridad a los siguientes aspectos:

a. Aplicar extensivamente los reglamentos vigentes en materia de contaminación atmosférica. Particularmente esto debe hacerse en cuanto a la industria paraestatal y a la gran industria nacional, por la magnitud relativa que representan sus emisiones contaminantes en el Valle, la tecnología mas avanzada que emplean en sus procesos de producción y los mayores recursos económicos disponibles.

Estas industria deben instalar y operar equipos que controlen sus emisiones hasta alcanzar una eficiencia igual a la que se le exige al mismo tipo de industria, en la países desarrollados.

b. Como parte de los programa de reconversión industrial del gobierno federal, será necesario promover, mediante diversos incentivos y como una política prioritaria el reemplazo de procesos de producción obsoletos que emplea una gran parte de la pequeña y mediana industria localizada en el Valle de México, por procesos diseñados para que simultáneamente se evite la generación de contaminantes y se incremente la eficiencia de producción. 

c. Será necesario producir y distribuir combustibles de mejor calidad, en particular combustóleos y diesel, con bajos contenidos de azufre y ceniza, así como gasolina con menores niveles de hidrocarburos volátiles. 

d. Conviene promulgar normas técnicas adicionales a las ya existentes, que reglamenten la emisiones de compuestos específicos tales como hidrocarburos en sitios de almacenamiento de combustibles, solventes orgánicos utilizados por la industria química y en la aplicación de pinturas y barnices, así como sustancias tóxica de alto riesgo, tales como el asbesto, pesticida, metales pesados e hidrocarburos aromáticos policíclicos.   

e. Es necesario desarrollar e implementar un plan integral de transporte colectivo que haga eficiente y suficiente la transportación masiva, de manera que ésta resulte ser una alternativa real al transporte individualizado.  

f. También es importante que se aceleren los planes de reubicación de las industrias de alto riesgo existentes en el Valle de México e iniciar una política de descentralización de aquella gran industria, instituciones y servicios pública, que por sus características resultaría más conveniente que se ubicaran en el interior del país.  

g. Por último es urgente que las zona boscosas, situadas en los alrededores del Valle de México se incrementen y protejan, de manera que se acabe con amplia áreas que son fuentes significativa de contaminación por tolvaneras.

Tabla 1. Niveles de contaminación atmosférica por partículas suspendidas totales (PST) en diferentes ciudades.
 SITIO     PERIODO  CONCENTRACIÓN µg/m3  REFERENCIA
MÉXICO, D. F. (Z. NORTE)  Anual '76-86  300  1
MÉXICO, D. F. (Z. SUR O.)  Anual ’76-86     130  1
Nueva York  Anual ’60  176  8
Nueva York  Anual ’62  200  8
Nueva York  Anual ’64  214  8
Nueva York  Anual ’66  266  8
Nueva York  Anual ’68  222  8
Nueva York  Anual ’70  190  8
Nueva York  Anual ’72  182  8
Nueva York  Anual ’74  160  8
Nueva York  Anual ’76  155  8
Nueva York  Anual ’78  150  8
Nueva York  Anual ’80  148  8
Atlanta, Georgia     Anual ’75  52 11
Berkeley, Cal.  Anual ’75     42 11
Boston, Mass.  Anual ’75  61 11
Burbank, Calif.  Anual ’75  132 11
Cheyenne, Wyoming  Anual ’75     37 11
Chicago  Anual ’75  125 11
Dallas, Texas   Anual ’75  120 11
Denver, Colorado  Anual’ 75  108 11
Helena, Montana  Anual ’75  30 11
Houston, Texas  Anual ’75  87 11
Los Ángeles, Cal.  Anual ’75  116 11
Los Ángeles, Cal.  Anual ’80  166 2
Miami, Florida  Anual ’75  52 11
Phoenix, Ariz.  Anual ’75 129 11
San Bernardino, Cal.  Anual ’75 135 11
Prom. Urbano, EUA  Anual '75 79 11
Prom. Rural, EUA  Anual ’75 31 11
Spokane, Ore.  Anual ’82 232 4
Seattle, Wash.  Anual ’82 72 4
Tacoma, Wash.  Anual ’ 82 159 4
Portland, Ore.  Anual ’82 62 4
Yakina, Wash.  Anual ’82 222 4
Boise, Ore.  Anual ’82 149 4
Ámsterdam, Holanda  Anual ’85 91 12
Phoenix, Ariz.  Anual ’80 61 7
Londres  Anual ’75 93 3
Nagoya, Japón  Anual ’75 100 5
Jaipur, India  Anual ’86 176 9
Toronto, Canadá  Anual ’75 83 4
Karachi, Pakistán  Anual ’85 244 10
 articulos
       

 Referencias Bibliográficas

1. Fuentes Gea, Vicente y A. García, Evaluación de localidad de aire del Valle de México, DEPFI, UNAM, Elaborado para Seguros América (Septiembre de 1989).
2. Avol, E. L., et al., 1983, “Acute Respiratory Effects of Los Angeles Smog in Continuously Exercising Adults”, Journal Air Pollution Control Association, Vol. 33, No. 11, pp. 1055-1060.
3. Ball, D. J., y R. Hume, 1977, “The Relative Importance of Vehicular and Domestic Emissions of Dark Smoke in Greater London in the Mid-1970’s”, Atmospheric Environment, Vol. 11, No. 9, pp. 1065-1073.
4. Crocker, J. E., y H. G., Applegate, 1983, “Ozone Concentrations in El Paso, Texas”, Journal Air Pollution Control Association, Vol. 33, No. 2, pp. 129, 130.
5. Kadowacki, S., 1977, “Size Distribution and Chemical Composition of Atmospheric Particulate Nitrate in the Nagoya Area”, Atmospheric Environment, Vol. 11, No. 8, pp. 671-675.
6. Katz, M., et al., 1978, “Chromatographic and Spectral Analysis of PAH Quantitative Distribution in Air of Ontario Cities”, Environmental Science and Technology, Vol. 12, No 8, pp. 909-915.
7. Lebowitz, M. D., et al., 1984, “Indoor-Outdoor Air Pollution, Allergen and Meteorological Monitoring in an Acid Southwest Area”, Journal Air Pollution Control Association, Vol. 34, No 10, pp. 1035.
8. Miller, E. A. y R. Avon, 1978, “Oxidant Trends in the Detroit Metropolitan Area”, Journal Air Pollution Control Association, Vol. 28, No. 10, pp. 1042, 1043.
9. Negi, B. S., et al., 1987, “Aerosol Composition and Sources in Urban Areas in India”, Ambient Ambient, Vol. 21, No. 6, pp. 1759-1266.
10. Parekit, P. P., et al., 1987, “The Use of Chemical and Statistical Methods to Identify Sources of Selected Elements in Ambient Air Aerosols in Karachi, Pakistan”, Atmospheric Environment, Vol. 21, No. 6, pp. 1267-1274.
11. Shah, J. J., et al., 1986, “Carbonaceous Aerosol at Urban and Rural Sites in the United Stats”, Journal Air Pollution Control Association, Vol. 36, No. 3, pp. 254-257.
12. Van den Meulen, et al., 1987, “PM-10: Results of One-Year Monitoring Survey in the Netherlands”, Journal Air Pollution Control Association, Vol. 37, No. 7, pp. 812-818.

     
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Vicente Fuentes Gea
División de Estudios de Posgrado, Facultad de Ingeniería, UNAM.

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Jorge Legorreta
     
               
               

La ciudad de México concentra las más   importantes actividades económicas, políticas y culturales del país, pero por ser el producto de una expansión urbana sin planeación, alberga la quinta parte de la población total de la República. La política de acelerado crecimiento industrial, fomentada a partir de la década de los cuarenta, no consideró los costos sociales que implicaría su ejecución. El crecimiento demográfico y físico, la concentración industrial y el incremento de vehículos, provocaron varios desequilibrios; entre otros, un deterioro ambiental de considerable magnitud.

La ciudad reúne la mayor cantidad de fuentes naturales y artificiales de contaminación: áreas erosionadas, basura y defecación a cielo abierto, filtraciones al subsuelo de aguas no tratadas, fábricas, talleres, termoeléctricas, refinerías, industrias químicas, del cemento y de fertilizantes, fundidoras, baños públicos, incineradores industriales y domésticos, millones de vehículos automotores de combustión interna y aviones, para mencionar algunas. En 1989 se emitieron a la atmósfera alrededor de 14000 toneladas de contaminantes al día, mundialmente la mayor cantidad de emisiones en una ciudad.   

La industria contribuye con el 12.6% anual de los contaminantes atmosféricos. Las cuatro principales fuentes son:

a. Las plantas de cemento Tolteca y Anáhuac.
b. La refinería de PEMEX en Azcapotzalco.
c. Las termoeléctrica Jorge Luque y Valle de México; y la refinería de PEMEX, lanzan a la atmósfera el 30% de bióxido de azufre monitoreado.
d. Más de 60 industrias de papel, siderúrgicas y químicas, entre otras.       

Cabe destacar que 600 de las industrias asentadas en la ciudad son altamente contaminantes, de las cuales sólo una cuarta parte cuenta con equipo anticontaminante, que en muchos casos es insuficiente o imperante.    

Otra fuente de deterioro ecológico son los vehículos de combustión interna, principalmente los automóviles, que en menos de dos décadas se convirtieron en el principal contaminante. En los años setenta se consideraba que no emitían más del 50%, pero a partir de los ochenta pasaron a ocupar el primer lugar. Diagnósticos de diversas dependencias públicas realizados entre 1982 y 1988 les asignan del 75 al 85% del total de emisiones contaminantes.    

La contaminación por vehículos automotores actualmente se ha convertido en un problema crítico, debido a que su origen es particularmente complejo, pues no es sólo producto de las técnicas de fabricación, sino que también debe considerarse su proliferación, la cantidad de combustible utilizado, la lentitud de la circulación vial, el tipo y antigüedad de los autos y las condiciones geográficas de la ciudad de México. Entre 1950 y 1988 el número de vehículos en el DF aumentó más de 24 veces, mientras que la población apenas 3.4; si en 1940 existía un vehículo por cada 36 habitantes, en 1989 la proporción era de 1 a 6. En ese año circulaban en toda la ciudad alrededor de 3 millones de vehículos; de ellos casi la totalidad carecían de los aditamentos anticontaminantes más eficaces: el convertidor catalítico y el turbocargador.

El uso creciente del automóvil tiene su efecto correlativo en la contaminación atmosférica: el 95% se emplea para usos privados o individuales, transporta el 19% de los viajes-persona-día (VPD), ocupa el 70% de la vialidad y consume 15 veces más combustible por persona que el sistema colectivo. La cantidad de combustible que utilizan es muy elevada: entre 1970 y 1988 su consumo en la ciudad se incrementó a más del doble y representó un tercio del total nacional. En 1980 los automóviles particulares y taxis consumieron 4903 millones de litros de gasolina (alrededor de 13.4 millones diarios) y los autobuses y camiones 1102 millones de diesel (aproximadamente 3 millones diarios). Para 1988 se demandaron 16.2 millones de litros de gasolina al día: casi un litro por habitante; y más de 5 millones de diesel.

Una estimación comparativa entre 1970 y 1988 sobre el número de vehículos y combustible consumido, indica un crecimiento directamente proporcional de éstos con el de los contaminantes emitidos, a pesar de que el uso del combustible mejorado data de 1984. También está comprobada la relación directa entre la emisión de contaminantes, la velocidad, el flujo y la concentración de vehículos.   

Otro agravante de la creciente contaminación del aire son las condiciones geográficas de la ciudad. Por estar situada en un valle, cuando se reduce la intensidad de los vientos, la difusión de los contaminantes en la atmósfera es mínima. Durante casi 7 meses al año, la zona mantiene en promedio vientos de baja velocidad (menos de 1.5 m/seg.), que generalmente circulan de norte a sur y actúan como una verdadera escoba que dispersa los contaminantes hacia el centro, el sureste y el suroeste de la ciudad. También influye la altitud, pues el bajo contenido de oxígeno provoca deficiencias en los procesos de combustión interna de los motores; aquí, un metro cúbico de aire contiene 212 gramos de oxígeno, mientras que al nivel del mar, 275. La eficiencia de combustión de un automóvil bien afinado es de 92%, y en el DF de 69%. Debido a la altura, 3 millones de vehículos producen una emisión equivalente a 6.3.

El ruido es otra forma importante de contaminación del aire. En los últimos 15 años, la tecnología y las grandes aglomeraciones, han propiciado su notable incremento en las ciudades. La OMS considera que el límite recomendable para no afectar el oído, es de 85 decibeles (dB). Sin embargo, desde los años setenta, en el primer cuadro de la ciudad y en algunas de sus arterias principales, existían niveles superiores a los 95 dB. Las zonas de mayor contaminación sónica son la cabecera de aterrizaje del aeropuerto, la colonia Industrial Vallejo y las delegaciones Azcapotzalco, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero.

En la década de los ochenta, la ciudad de México se volvió altamente vulnerable a las catástrofes; esta situación se debe, en gran medida, a la flexibilidad y falta de rigor con que se cumplen y aplican las normas públicas, situación de la que no se excluye la creciente contaminación atmosférica, sobre la que se dice y escribe mucho, pero poco se hace. El problema es complejo si tomamos en cuenta la dimensión de la urbe y su proceso concentrador, sin embargo la falta de una política previsora para evitar su acelerada expansión y la proliferación de las patrones modernistas de consumo, han incrementado notoriamente la generación de residuos tóxicos, principalmente aquellos que emite el transporte automotor. La capacidad política y financiera del Estado y la sociedad, es todavía insuficiente para evitar dicha contaminación. A pesar de todo lo anunciado, el discurso prevalece sobre las acciones para controlar las fuentes emisoras.

Desde hace casi dos décadas existen abundantes planteamientos oficiales para enfrentar el asunto; ello indica que el gobierno sabe qué hacer, pero ha faltado el cómo. La voluntad política para ejercer las medidas, limitada e interrumpida por los cambios sexenales, es todavía muy débil frente a los intereses de las fuentes contaminantes. Cada administración parece tener una visión muy propia del problema y no siempre hay coincidencias y continuidad en los proyectos.

Los planes y programas al respecto, presentan sólidos y abundantes lineamientos y políticas a seguir. Pero no se han cumplido en su totalidad por su discontinuidad, complejidad técnica, elevado costo financiero y un entramado de relaciones burocráticas y de corrupción, que es urgente erradicar.

No es tarea fácil conocer con certeza los niveles de la contaminación en los últimos 20 años, particularmente la que provocan los automotores. Esta dificultad se debe no solo a la dispersión de datos básicos y a la diversidad de fuentes, sino principalmente a la publicación incompleta de cifras oficiales sobre las emisiones.    

Por otra parte los límites tolerables de algunos contaminantes son demasiado débiles, comparados a los de otros países, a pesar de que incluso, deberían ser más estrictos, debido a la mayor altitud de la ciudad, y a que esta ubicada en una cuenca cerrada. Dentro de esta debilidad destacan los casos de: el bióxido de azufre, que aquí es 1.3 veces más tolerable que en Checoslovaquia e Italia; las partículas sostenidas totales (PST), 1.8 veces más que en Italia y 0.8 más que en Checoslovaquia; y el monóxido de carbono, 0.5 veces más tolerable que en Estados Unidos. Además, hay aspectos criticables en la forma en que SEDUE realiza las mediciones, como por ejemplo, las cantidades precisas (como microgramos por metro cúbico y partes por millón) son traducidas a IMECA, indicador incomprensible para la mayoría de la población. Otro caso criticable, es el relativo a los valores promedio de concentraciones, que pueden disminuir cuando se integran con cifras de monitores ubicados lejos de las áreas industriales o en las periferias urbanas. Pero el problema más significativo lo constituyen la incongruencia y la insuficiencia de algunos datos.

Conocer con precisión, y en forma global, la tendencia de la contaminación en los últimos años para toda la ciudad, así como el grado que alcanza respecto a los límites permisibles, no es del todo posible, debido básicamente a dos razones: una, el que la SEDUE no proporciona promedios para toda la ciudad, sino por zonas y por estación de monitoreo; y dos, en México no se han establecido ni reglamentado las normas límite anuales (media aritmética y/o geométrica). De ahí que, para tener una idea aproximada de la contaminación que caracteriza a la ciudad, la información disponible se agrupó en promedios aritméticos anuales, comparándose con las normas de otros países.         

La información proporcionada por la SEDUE indica, desde 1978, tendencias crecientes de bióxido de azufre, plomo y PST. Durante 1983 y 1985, los promedios anuales de bióxido de azufre registraron disminuciones relativas, seguramente debido a que el gobierno federal y el DDF realizaron acciones más enérgicas. Baste citar por ejemplo, la sustitución de combustóleo por gas natural, en una de las dos termoeléctricas y el cierre de algunas industrias. Sin embargo, en 1987 se incrementó casi al doble con respecto al año anterior. Dicha concentración de 121 microgramos/m3, rebasó ampliamente el límite permisible de 80, adoptado en Estados Unidos. No hay que olvidar que el bióxido de azufre es uno de los más peligrosos contaminantes de la atmósfera. En la misma situación se encontraban las concentraciones del bióxido de nitrógeno durante 1986 y 1987: rebasaban los límites establecidos en Estados Unidos y Japón.

En el caso del plomo, los años más críticos fueron 1980 y 1982, luego disminuyeron temporalmente sus concentraciones. En 1986 se registró su nivel más bajo (0.8 microgramos/m3), probablemente debido al cambio en la composición química de la gasolina, que tuvo lugar a mediados de ese año; pero sin embargo, en 1987 registró un aumento a 1.3 microgramos/m3, cifra superior a los límites impuestos en Checoslovaquia, de 0.7. La tendencia de concentraciones de PST disminuyó en 1985 y 1986; pero a partir de entonces, al igual que los otros contaminantes, volvió a incrementarse. No existe información disponible sobre normas promedio anual de PST por lo tanto no es posible su comparación. Sólo indicaremos que, en 1987, su nivel alcanzó los 299.2 microgramos/m3 en promedio anual, cifra superior a la norma límite mexicana, que es de 275, a la de Estados Unidos de 260 e, incluso, a las de Checoslovaquia y Japón; pero todas ellas son en 24 horas. En la misma situación se encuentra el ozono, contaminante que predomina en la atmosfera de la ciudad desde hace años.

Como ha sido reconocido recientemente por la SEDUE, los niveles de contaminación rebasan las normas límite la mayor parte del año, lo que ha generado ya una situación preocupante por los daños provocados en la salud de la población. De continuar con la tendencia ascendente de las emisiones contaminantes registradas en los últimos años, y que está asociada al incumplimiento de las medidas, se prevé que, a más tardar, en 15 años tendremos una catástrofe similar a las de otras ciudades. Sin embargo para ello se necesita que aparezcan tres condiciones simultaneas, a saber, que se eleven las concentraciones de contaminantes, a cifras superiores a los 300 IMECAS (650 microgramos/m3 de PST, o 1500 de bióxido de azufre en 24 horas); que se estanquen estos contaminantes a poca altura, debido a la escasez de vientos; y, por último, que se produzca un periodo prolongado de inversión térmica de entre 3 o 4 días consecutivos.

Es necesario insistir en la importancia que tiene el hecho de que los criterios con los que se han fijado las normas y los límites permisibles, tienen márgenes de tolerancia mayores que los de otros países. Además, debemos subrayar que los peligros inminentes para la salud no solo dependen de la concentración de un contaminante, sino de su combinación con otros, del tiempo de exposición y de unas condiciones geográficas particulares. Ante esta situación, tan diversa y sujeta a cambios, es indispensable hacer entonces mayores esfuerzos para impulsar políticas y acciones más estrictas y preventivas.

EL PROGRAMA GUBERNAMENTAL CONTRA LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA

Este programa contra la contaminación atmosférica, presentado por la actual administración, viene a sumarse a otros muchos presentados anteriormente. En 1978 durante la administración del Lic. López Portillo, se propuso quizá el más ambicioso y completo programa denominado “Para mejorar la calidad del aire del Valle de México”; y en la del Lic. De la Madrid, dos más en 1986 “Las Medidas Contra la Contaminación en la ZMCM” y en 1987 “las 100 Acciones Necesarias”. Los tres fueron, en general, programas completos, con certeros diagnósticos y atinadas propuestas, pero desafortunadamente no del todo cumplidas. Por lo tanto, no sería recomendable adoptar ahora el tono, en cierto sentido triunfalista y de excesiva confianza en las propuestas, que se desprende de la lectura del programa, hasta no ver resultados concretos y metas cumplidas, algunas de las más importantes con plazos hasta de 5 años.

Veamos los aspectos centrales del nuevo programa. Según los datos presentados, la contaminación disminuyó en los últimos tres años, remitiéndonos, claro esta, al inicio de la administración sexenal. En 1987 se emitían en la ciudad alrededor de 13470 toneladas al día; según el programa para 1990 disminuyeron a 11935. Sin embargo, la comparación de concentraciones entre los dos últimos periodos invernales, pone en duda tal aseveración. A partir de finales de 1989 los niveles de contaminación detuvieron el ritmo ascendente que traían desde 1984, pero no redujeron su cuantía, excepto en el caso del monóxido de carbono, que se mantuvo estable en 1990 con respecto a 1989, seguramente debido al impacto del programa “Un día sin auto”. Por lo demás, el ozono, el bióxido de azufre, el bióxido de nitrógeno, los hidrocarburos y el plomo, siguen elevando su presencia cuantitativa, aunque, como dijimos anteriormente, a ritmo menor.1

Un aspecto central a destacar del programa, es la disminución relativa de la contaminación industrial con respecto a las otras fuentes. Prácticamente todos los estudios de centros de investigación y diagnósticos oficiales, asignan a la industria de un 20 a 25% de la contaminación, pero según el programa, actualmente se ha reducido a sólo el 8.4%, aumentando la de fuentes naturales (tolvaneras, áreas erosionadas y fecalismo al aire libre), del tradicional 5 al 15%. El cuestionamiento principal sobre la supuesta disminución, surge al comprobar que la presencia del principal contaminante emitido por las fuentes industriales (bióxido de azufre), no ha disminuido significativamente y las emisiones de fuentes naturales (partículas totales suspendidas), se han mantenido casi estables en los últimos años. Reducir la responsabilidad de las industrias en las emisiones contaminantes, podría explicarse en el marco de la actual política económica de fortalecer el sector privado; pero, sobre todo, justificaría el poder seguir asignando la mayor responsabilidad a los ciudadanos, sus autos y la desforestada naturaleza. Hay que recordar que las estrategias contra la contaminación emprendidas por esta administración, se han centrado básicamente en los ambiciosos y vistosos programas de reforestación y los obligatorios controles del ciudadano con respecto a su automóvil; sólo recientemente, se han tomado medidas en lo tocante al mejoramiento de la gasolina y la obligatoriedad del uso del convertidor catalítico en los autos nuevos.          

Esta última obligatoriedad de la industria automotriz contenida en el programa, es uno de los avances más significativos del gobierno; los ciudadanos tuvimos que esperar 15 años de infructuosos acuerdos y concertaciones entre esa industria punta de nuestro país y las autoridades, pero al fin coincide el uso de ese aditamento con la producción de gasolina sin plomo, con la que ahora contamos, gracia a los japoneses. Bienvenido sea este endeudamiento externo si con él se logra consolidar una tecnología nacional que nos permita, a futuro, no tener que importar gasolina sin plomo, como se hace actualmente al comprar 5 mil barriles de gasolina normal a los Estados Unidos.

Otro importante esfuerzo que se emprendió desde pasadas administraciones, es la complicada y costosa sustitución del combustóleo (principal emisor del bióxido de azufre) por gas en las termoeléctricas y en miles de negocios que lo usan, como son los baños públicos, panaderías, restaurantes, etc., incluyendo parte del autotransporte. Los propósitos y metas fijadas no son nuevas, se han planteado en otros programas anteriores y los limitados resultados muestran, en general, poca disposición de los propietarios a cumplirlas, pues no están dispuestos a cubrir los costos que les provoca tal medida; aseguran que es más viable mejorar aún los combustibles utilizados, pensando incluso en la posibilidad de mayores riesgos con el uso del gas.

Respecto al transporte automotor, principal emisor de contaminación atmosférica, los resultados que se obtendrán, según el programa, al hacer obligatorio en autos nuevos el uso del convertidor catalítico y de la gasolina sin plomo, sólo podrán evaluarse a mediano plazo, quizá en 4 o 5 años más; esto se logrará, en gran medida, si también se produce un mejoramiento económico de los sectores medios, principales compradores de autos. Su efectividad dependerá de que para 1995, por lo menos el 60% de los autos que circulen por la ciudad, sean modelos posteriores a 1991, lo cual será difícil de lograr si no se cuenta también con un mayor y más fuerte subsidio a la fabricación y comercialización de los automóviles.

La política de fomentar el uso del transporte colectivo sobre el particular y la de lograr significativos avances en cuanto a contar con un transporte público no contaminante, es otra de las debilidades del programa. Con tal política se fortalece aún más el crecimiento y predominio de los microbuses, las combis, los autobuses de Ruta-100 y hasta nuevas rutas de autobuses particulares de lujo; todos ellos automotores, que, a pesar de la obligación del uso de aditamentos anticontaminantes, serán en pocos años fuentes de contaminación. Mientras los planes de crecimiento del METRO, los trolebuses y el tren ligero, son notoriamente reducidos. La cantidad de trolebuses ha disminuido en los últimos 10 años; los nuevos tramos del tren ligero están suspendidos; se han reducido también los planes de expansión de las líneas del METRO anunciadas a finales de sexenio anterior. Los tranvías de plano fueron retirados definitivamente de la circulación y el proyecto del tren suburbano, anunciado en el pasado, no está considerado ya en los planes de la actual administración.

Por último, con respecto a los acuerdos a tomar con los industriales sobre el control de emisiones, las clausuras y las reubicaciones obligatorias de sus instalaciones, principalmente con 125 fundidoras y acereras, las autoridades del DF muestran, en general, una mejor disposición y una actitud más enérgica, pero no sucede lo mismo con las de SEDUE y las del estado de México, en donde las grandes industrias continúan instalándose o ampliándose con tecnología obsoleta, sin controles efectivos de parte del gobierno. Por lo demás, los acuerdos son producto de un nuevo trato político, pero que requiere todavía de una legislación más estricta y de un personal suficiente, eficiente y honesto, que suprima los intrincados marcos de corrupción con que opera la industria contaminante.

Las otras decenas de acciones contenidas en el programa son de menor significación por sus alcances y no aportan ninguna novedad al respecto, ya que se centran en acciones como la instalación de equipos en la Refinería 18 de Marzo, tanques de almacenamiento de combustibles y lugares de descarga; adecuaciones del sistema de medición de la contaminación, programas de reforestación, planes educativos, capacitación técnica de personal, estudios técnicos y vinculaciones con centros de enseñanza superior.

El programa contra la contaminación representa un nuevo esfuerzo de concertación del gobierno con los intereses de las fuentes contaminantes y con el principal reto a vencer: transformar la tecnología que sustenta la producción y la vida cotidiana de la ciudad. La lucha que emprende hoy el ejecutivo es todavía débil respecto a las poderosas fuerzas privadas de la contaminación. Para que todas estas propuestas puedan llevarse a la práctica efectivamente, hace falta quizá, explorar nuevos caminos. Ya son casi 30 años de esfuerzo que lo reclaman. Entre tales caminos destacar una participación más decidida de las cámaras legislativas, incluyendo la Asamblea de Representantes del DF, que son representaciones populares, hasta ahora, limitadas por un poder ejecutivo que no ha tenido la fuerza suficiente de resolver a fondo el problema; así como una actitud más enérgica que obligue al gran sector industrial a asumir la responsabilidad que le corresponde en el problema; pero, sobre todo, ensanchar los canales democráticos en las relaciones del gobierno con los ciudadanos, de tal manera que se incentive y fortalezca su mayor participación organizada en los quehaceres políticos, únicos que pueden resolver la grave contaminación que padecemos.

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

(Ciudades invisibles, Ítalo Calvino, Ed. Minotauro)

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 Referencias Bibliográficas

1. Véase “Emisiones comparativas de contaminación atmosféricas entre los dos últimos inviernos”, Jorge Legorreta y Ángeles Flores, con la colaboración de Nicolás Flores, Centro de Ecodesarrollo, octubre 1990, (mimeo).

     
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Jorge Legorreta
Centro de Ecodesarrollo.

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Todos hemos oído hablar del riesgo que  representan las inversiones térmicas en la ciudad de México. Pocas personas, sin embargo, tienen una idea clara de cómo ocurren. Con frecuencia, los habitantes de la ciudad parecen creer que las inversiones térmicas son causadas por la contaminación. En realidad, las inversiones térmicas ocurren normalmente en invierno en muchas partes del mundo, tanto en las ciudades como en el campo, sin ninguna consecuencia. El problema en la cuenca de México es que los altos niveles de contaminación ambiental pueden alcanzar durante eventos de inversión térmica niveles severamente dañinos para la salud humana. El riesgo, entonces, no es la inversión, que ocurre normalmente en muchas partes, sino la inversión en un área donde las concentraciones de contaminantes son muy elevadas. Veamos esto con más detalle.

En condiciones normales, el aire se hace más frío a medida que asciende en altura. La razón de este fenómeno se debe a que a mayores alturas la capa atmosférica sobre el observador es menor y, por lo tanto, la presión atmosférica se hace más baja. Recordemos ahora un principio sencillo del comportamiento de los gases: el aire se calienta al comprimirse y al descomprimirse se enfría (cualquiera que haya tocado el extremo del inyector de aire de una bicicleta conoce el fenómeno perfectamente). La explicación de los cambios de temperatura del aire con la altura es entonces relativamente sencilla: a nivel del mar el aire tiene más presión y, por lo tanto, es más caliente. O sea que a mayor altura, menor temperatura del aire.

La velocidad a la cual una masa de aire se enfría cuando se descomprime, se conoce como el “gradiente adiabático” del aire. El valor del gradiente adiabático varia según la humedad de la atmósfera, con valores cercanos a 1°C cada 100 metros, en atmósferas muy secas, hasta valores de 0.6°C a 0.3°C cada 100 metros en atmósferas saturadas de humedad. Se conoce como “perfil térmico” del aire a los valores reales que tiene la temperatura del aire a distintas alturas sobre el suelo, a una cierta hora del día. En mediodías soleados de verano, los rayos del sol calientan tanto el suelo como la capa de aire cercana al mismo. Esta capa de aire caliente a nivel del suelo (responsable, entre otras cosas, de los “espejismos” que vemos en las carreteras), se encuentra en situación inestable desde el punto de vista físico. A medida que nos acercamos al suelo, el perfil térmico se calienta más rápidamente de lo que predice el gradiente adiabático (figura 1). Si una pequeña masa de esta capa sube, se enfriara según el gradiente adiabático (cerca de 1°C cada 100 metros), pero como estaba sobrecalentada originalmente, tendrá más temperatura que el aire que la rodea. Al estar más caliente estará más expandida, será más liviana y tenderá a subir como un globo aerostático. En días así hay propensión a formarse torbellinos y la atmósfera en general es turbulenta. Sobre las partes de suelo más caliente tienden a formarse corrientes de aire ascendente, conocidas como “corrientes térmicas”. Estas corrientes térmicas son, en días soleados, las responsables de dispersar los contaminantes sobre la ciudad de México. El calor del sol sobre el concreto y el asfalto de la ciudad, genera corrientes ascendentes que se llevan los contaminantes hacia arriba, donde se dispersan gracias a la circulación general de la atmosfera.

En las noches frías, en cambio, la situación se invierte, ya que la Tierra no recibe radiación solar, pero emite calor (radiación infrarroja) hacia las capas superiores de la atmósfera y hacia el espacio exterior. Como consecuencia, el suelo se enfría, y se enfrían también las capas de aire más cercanas a la tierra. El perfil térmico, al revés que en días soleados, se invierte y las capas más frías se encuentran ahora cercanas al suelo. Por esa razón, el fenómeno ha sido descrito como “inversión térmica”. La capa de aire frio a nivel del suelo se encuentra ahora en una situación estable, desde el punto de vista físico. Si una pequeña masa de esta capa sube, se enfriará según el gradiente adiabático, pero como estaba fría originalmente, tendrá menos temperatura que el aire que la rodea. Al estar más fría estará menos expandida, será más densa, y tenderá a bajar nuevamente. En noches de inversión térmica la atmósfera se mantiene quieta, desaparecen la turbulencia y los movimientos verticales del aire. Los contaminantes no se dispersan hacia las capas superiores de la atmósfera, sino que se acumulan sobre la ciudad. Durante la mañana siguiente, el sol calentará nuevamente el suelo y con él, las capas de aire más bajas. En algún momento se invertirá el perfil térmico y el aire volverá a mezclarse por movimiento turbulento. El Sol habrá iniciado su diaria rutina de elevación de los contaminantes hacia arriba y la ciudad podrá respirar nuevamente. A las 11 de la mañana, aproximadamente, en los días de inversión térmica los servicios de información ambiental avisan que se ha “roto la inversión”.

 
Figura 1. Dinámica de una inversión térmica. a. Durante el día la atmósfera se calienta más intensamente cerca del suelo de lo que predice el gradiente adiabático. Las capas inferiores de aire se encuentran en una situación termodinámicamente inestable, y tenderán a elevarse verticalmente. b. Durante la noche, la atmósfera se enfría cerca del suelo y las capas inferiores de aire se encuentran más frías de lo que predice el gradiente adiabático. Las capas de aire cercanas al suelo se encuentran termodinámicamente estables y no tenderán a mezclarse por ascenso vertical.

El requisito físico principal para que se presente una inversión, es una atmósfera clara y libre de humedad, que permita la disipación de calor —y el consecuente enfriamiento— de la superficie del suelo. La Tierra emite radiaciones dentro del rango infrarrojo, pero el agua de las nubes es opaca a este tipo de radiación. Por lo tanto, las capas inferiores de aire se enfrían más fácilmente en noches despejadas de invierno y aún en las de primavera (abril-mayo). La llegada de las lluvias a la ciudad de México genera una atmósfera saturada de humedad, y la frecuencia de inversiones disminuye sensiblemente (figura 2). Los meses con más frecuencia de inversiones son, obviamente, los meses de invierno, donde se conjugan las bajas temperaturas con la temporada de secas. La altura a la que comienza a invertirse el perfil térmico es también importante. Cuanto más baja sea la inversión, más fácilmente se romperá durante el día. En los eventos de inversión más severos, ésta comienza a más de 400 metros sobre el suelo de la ciudad. La mayor parte de las inversiones, sin embargo, comienzan a cerca de 200 metros sobre el suelo, y algunas inversiones leves lo hacen a menos de 100.

Por supuesto, el fenómeno de inversión del perfil térmico ocurre en todas partes, no solo en las ciudades, pero se conviene en serio motivo de preocupación y de estudio, en zonas como la ciudad de México, donde, para eliminar los contaminantes del aire, es crucial la turbulencia atmosférica. Un factor adicional que hace que el fenómeno sea crítico en la cuenca de México, lo son las montañas que rodean a la ciudad, porque impiden el movimiento lateral del aire, que es el segundo mecanismo de eliminación de contaminantes atmosféricos. La presencia de cadenas montañosas periféricas dificulta el desplazamiento horizontal de las masas de aire y, en consecuencia, en la cuenca de México los vientos son muy leves y no actúan como dispersores alternativos, cuando la turbulencia atmosférica vertical deja de operar. Así, en las noches de invierno el aire sobre la ciudad funciona de manera similar a los congeladores abiertos que hay en algunas tiendas y supermercados. El aire frío, adiabáticamente estable, no tiende a subir ni a mezclarse con el aire caliente de arriba y se mantiene dentro del recipiente horizontal que lo contiene. Dicho de otra manera, el aire frío funciona casi como un líquido: es más denso y pesado que el aire caliente, y se mantiene en forma estable dentro de su recipiente. En días de inversión térmica, la cuenca de México, rodeada de montañas, funciona como un recipiente que contiene al aire frío sobre la ciudad.

 
Figura 2. Frecuencia de inversiones térmicas sobre la Ciudad de México. Las barras indican el número de noches al mes en las que se observan inversiones del perfil térmico de la atmósfera. Aún en primavera (abril y mayo) el fenómeno ocurre con mucha frecuencia. El incremento de nubosidad asociado a las lluvias de verano (junio-octubre), impide el enfriamiento nocturno y disminuye sensiblemente la frecuencia de inversiones térmicas. (Fuente: Servicio Meteorológico Nacional, años 1953-1960, y SEDUE años 1978-1985.)

Muchos citadinos viven con preocupación por el hecho de que tenga que ser el Sol matutino, el que rompa la inversión y disperse los contaminantes acumulados. ¿Qué pasaría si en un invierno particularmente frío el Sol no alcanzara a romper la inversión durante la mañana y se acumularan contaminantes sobre la cuenca durante varios días? La perspectiva es aterradora. Sabemos que en Londres ocurrió algo semejante en 1957, y el trágico saldo final fue de miles de muertos.

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El índice de calidad del aire es la medida que se  usa en la ciudad de México para informar a la población acerca de los niveles de contaminación atmosférica; conocido como IMEQA (Índice Metropolitano de Calidad del Aire; SEDUE, 1985), está basado en una metodología sencilla de cálculo, a partir de dos “puntos de quiebre”. Los puntos de quiebre son valores estadísticamente conocidos, por encima de los cuales ocurren alteraciones significativas en la fisiología de las poblaciones humanas. Las rectas que unen los puntos de quiebre sirven para convertir valores de concentración de contaminantes en el aire en valores de una escala arbitraria que va de 0 a 500 puntos IMECA, la cual da una idea subjetiva del grado de peligrosidad asociado a los niveles de contaminación del aire. Los índices obtenidos de estas rectas (conocidas por SEDUE como “funciones linealmente segmentadas”) son seis en total, y miden la calidad del aire respecto de:

1. Partículas sólidas en suspensión.
2. Bióxido de azufre.
3. Ozono.
4. Monóxido de carbono.
5. Óxidos de nitrógeno, y
6. Un término que mide la acción sinergística del bióxido de azufre con las partícula sólidas en suspensión.

La escala del IMECA está basada fundamentalmente en la definición de dos puntos de quiebre: el umbral crítico que define el valor IMECA 100 y el que define el valor IMECA 500. Como puede verse en los cuadros 1 y 2, los puntos de quiebre de la escala del IMECA corresponden de manera muy cercana (en algunos casos exacta) con los niveles “primario” y de “daño significativo” de la norma federal de calidad del aire de los Estados Unidos de América (NAAQS National Ambient Air Quality Standards; Thom y Ott, 1975). De hecho, el IMECA reconoce haber sido adaptado del índice de Ott y Thom (1975) para los Estados Unidos, que esta a su vez basado en las normas federales. Sin embargo, los umbrales del IMECA 100 son algo más permisivas que los aceptados en otros países, como Japón, o en algunas regiones particulares de los Estados Unidos. Este problema es particularmente notable en el caso del ozono: mientras que la norma mexicana reconoce valores inferiores a 0.11 ppm como tolerables, la norma NAAQS para California establece que valores superiores a 0.08 ppm no deberían presentarse más que en una sola vez al año y con duración menor a una hora. La diferencia es crítica: si el IMECA adoptara la norma californiana, la mayor parte del tiempo la atmósfera de la ciudad de México debería considerarse como dentro del nivel de alerta poblacional.

Cuadro 1. Puntos de quiebre de la escala IMECA, para los valores 100 y 200, comparados con la escala NAAQS (National Ambient Air Quality Standards) de los Estados Unidos.
Contaminantes Tiempo de medición IMECA 100 NAAQS (nivel primario)
 PST (µg/m3)     24 h  275 260 
SO2 (ppm)   24 h 0.13   0.14
CO (ppm) 8 h 13.0 9.0
O3 (ppm) 1 h 0.11 0.11 (California 0.08)
Contaminante Tiempo de medición IMECA 200 NAAQS (nivel de alerta)
NOX (ppm) 1 h 0.66 0.60
PST x SO2 24 h 24.5 25.0

Sin embargo la diferencia más notable entre el IMECA y la escala de Ott y Thom, radica en la definición de los niveles de peligrosidad de los índices. En el cuadro 3 se resumen las descripciones del IMECA, de Ott y Thom, y de la norma NAAQS para niveles similares de contaminación. Por ejemplo para el nivel 101-200, el IMECA describe “Aumento de molestias en personas sensibles”, mientras que, el índice de Ott y Thom lo define como definitivamente “malo para la salud”. Los niveles siguientes, descritos por el IMECA como de incidencia fundamentalmente sobre la población sensible, son descritos por Ott y Thom como “peligrosos” para la salud humana, y son definidos por la norma NAAQS como niveles de “alerta”, de “aviso”, y de “emergencia”. En el último nivel la diferencia de definiciones es aún más marcada: mientras que el IMECA describe este nivel como de “aparición de diversos síntomas e intolerancia al ejercicio en la población sana”, el índice de Ott y Thom lo describe como “peligroso” y la norma NAAQS como de “emergencia” poblacional.

La segunda característica importante del IMECA es la combinación de los distintos indicadores de la calidad del aire en un índice global, a través del procedimiento denominado “función de operador máximo”. Este procedimiento consiste en informar sólo acerca del índice que tuvo mayor puntaje en la escala del IMECA, haciendo caso omiso de los demás valores. El operador máximo tiene, por un lado, la virtud de no promediar los valores de los índices, dándonos así una medida exacta del nivel de la peligrosidad que encierra el contaminante principal. La idea detrás de este procedimiento es informar acerca del “peor de los casos”, es decir, el cálculo del IMECA asume que si se presenta al público la información acerca del contaminante con niveles más elevados, se le informa de maneta insesgada acerca de los niveles más críticos para la salud humana en el total de los contaminantes atmosféricos. El procedimiento, sin embargo, tiene un inconveniente. Al informar acerca solamente del contaminante principal, el operador máximo oculta si los demás contaminantes presentan también valores potencialmente dañinos para la salud humana, o si, por el contrario, se encuentran dentro de umbrales aceptables. Una buena información acerca de la calidad del aire debería describir los niveles de contaminación de todos aquellos contaminantes que se encuentren por encima del umbral del IMECA 100.

El indudable deterioro de la calidad del aire en la ciudad de México ha motivado que la población esté atenta y preocupada. Muchos citadinos quieren y desean ser informados acerca de los niveles reales de peligrosidad a los que se enfrentan, sobre todo durante el invierno cuando la atmósfera sobre la ciudad se estabiliza. Los niveles de tolerancia y los umbrales establecidos en el IMECA para el nivel 100, son en general más elevados que los aceptados internacionalmente, sobre todo en los casos del ozono y del monóxido de carbono. Sería conveniente revisar estos puntos de quiebre de manera periódica, según las nuevas evidencias que se van acumulando en diferentes laboratorios y organismos internacionales. 

Cuadro 2. Puntos de quiebre de la escala IMECA, para el valor 500, comparados con la escala NAAQS (National Ambient Air Quality Standards) de los Estados Unidos, para el nivel de “daño significativo”.
Contaminante Tiempo de medición IMECA 500 NAAQS
PST (µg/m3) 24 h 1000 1000
SO2 (ppm)   24 h 1.0 1.0
CO (ppm) 8 h  50 50
O3 (ppm) 1 h  0.6  0.7
NOX (ppm) 1 h  2.0  2.0
PST x SO   24 h  187.1  187.5

La descripción de los niveles de daño a la salud humana, asociados a los diferentes puntajes del IMECA, es por un lado demasiado larga y compleja, y por el otro parece restarle importancia a los verdaderos riesgos asociados con situaciones prolongadas de acumulación de contaminantes sobre la atmósfera de la ciudad. En distintos organismos internacionales existe el consenso de que cualquier nivel por encima del IMECA 100 es muy dañino para la salud humana en general, sobre todo si se prolonga por varias horas o días, y que a largo plazo ocasiona algo más que simples “molestias menores en personas sensibles”. El IMECA, tal como se informa actualmente a la población, no marca diferencia alguna entre un nivel 100 que se prolonga sólo una hora, y niveles similares que se prolonguen por varias horas o aun días.

En el futuro, será necesario informar a la población de los niveles reales de contaminación atmosférica que se detectan sobre la ciudad Para ello, se debería informar de todos los contaminantes que superen el nivel 100 del IMECA, y no solo del “operador máximo”. Por otro lado, sería conveniente anexar a la información que se distribuye a los medios de difusión, las concentraciones equivalentes en partes por millón (ppm) o en µg/m3, de los niveles indicados para cada contaminante. Muchos habitantes de la ciudad, con educación técnica o con formación en ciencia ambientales desean conocer, además del índice, los valores reales de contaminación que se registran.

Me recriminas porque cada relato mío te transporta justo en medio de una ciudad sin hablarte del espacio que se extiende entre una ciudad y la otra: si lo cubren mares, campos de centeno, bosques de alerces, pantanos. Te contestaré con un cuento. En las calles de Cecilia, ciudad ilustre, encontré una vez a un cabrero que empujaba rozando las paredes un rebaño tintineante.

— Hombre bendecido por el cielo —se detuvo a preguntarme—, ¿sabes decirme el nombre de la ciudad donde nos encontramos?
— ¡Que los dioses te acompañen! —exclamé—. ¿Cómo puedes no reconocer la muy ilustre ciudad de Cecilia?
— Compadéceme —repuso—, soy un pastor trashumante. Nos toca a veces a mi y a las cabras atravesar ciudades; pero no sabemos distinguirlas. Pregúntame el nombre de los pastizales: los conozco todos, el Prado entre las Rocas, la Cuesta Verde, lo Hierba a la Sombra. Las ciudades para mi no tienen nombre; son lugares sin hojas que separan un pastizal de otro, y donde las cabras se espantan de los cruces y se desbandan. Yo y el perro corremos para mantener junto el rebaño.

— Al contrario que tú —afirmé—, yo reconozco sólo las ciudades y no distingo lo que esta afuera. En los lugares deshabitados toda piedra y toda hierba se confunde a mis ojos con toda piedra y hierba.
Muchos años pasaron desde entonces; he conocido muchas ciudades mas y he recorrido continentes. Un día caminaba entre ángulos de casas todos iguales: me había perdido. Pregunte a un transeúnte: —Que los inmortales te protejan, ¿sabes decirme dónde nos encontramos? 

— ¡En Cecilia, y así no fuera! —me respondió—. Hace tanto que caminamos por sus calles, yo y los cabras, y no conseguimos salir…
Lo reconocí, a pesar de la larga barba blanca: era el pastor de aquella vez. Lo seguían unas pocas cabras peladas, que ya ni siquiera hedían, tan reducidas estaban a la piel y los huesos. Mascaban papeles sucios en los cubos de desperdicios.
— ¡No puede ser! —grité—. También yo, no sé cuando, entré en una ciudad y desde entonces sigo metido en sus calles. ¿Pero cómo he hecho para llegar donde tú dices, si me encontraba en otra ciudad, alejadísima de Cecilia, y todavía no he salido de ella?
— Los lugares se han mezclado —dijo el cabrero—, Cecilia esta en todas partes; aquí en un tiempo no de haberse encontrado el Prado de la Salvia Baja. Mis cabras reconocen las hierbas de la plazoleta.

(Ciudades invisibles, Ítalo Calvino, Ed. Minotauro)

 
Cuadro 3. Comparación entre la descripción del IMECA, la del índice de Ott y Thom y la de norma NAAQS, para distintos niveles de contaminación del aire.
Índice Descripción IMECA

 Ott y Thom

NAAQS
0-50 Situación muy favorable para la realización de todo tipo de actividades físicas Bueno Bajo la norma
51-100 Situación favorable para la realización de todo tipo de actividades    satisfactorio Bajo la norma
101-200 Aumento de molestias en personas sensibles Malo para la salud    Sobre la norma
201-300 Aumento de molestias e intolerancia relativa al ejercicio en personas con padecimientos respiratorios y cardiovasculares. Aparición de ligeras molestias en la población en general Peligroso    Alerta
301-400 Aparición de diversos síntomas e intolerancia al ejercicio en la población sana Peligroso Aviso
401-500 Aparición de diversos síntomas e intolerancia al ejercicio en la población sana Peligroso Emergencia
501 o + (No se describe) Daño significativo para la salud humana.  
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 Referencias Bibliográficas

Ott, G. C., and W. R. Thom, 1975, Air Pollution Indices, U.S. Environmental Protection Agency, Washington, 164 pp.
SEDUE (Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecología), 1985, Índice Metropolitano de Calidad de Aire, Corporación internacional TECNOCONSULT, México.

     
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Humberto Bravo A., Rodolfo Sosa E. y Ricardo Torres J.
     
               
               

La Ciudad de México conurbada en extensión con algunos municipios del estado de México, constituye la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), la cual se localiza en la parte suroeste de una cuenca cerrada a 19°35’ de latitud norte, 99°40’ de longitud oeste, y a una altitud de 2240 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra rodeada de montañas, lo que propicia una circulación de vientos provenientes del noroeste-noreste (figura 1). Tiene una alta incidencia de calmas e inversiones térmicas todo el año.1 El número de días despejados está entre los 100 y los 200 al año y la incidencia de radiación solar es entre 450 y 475 cal/cm2/días.2 Además de las condiciones geográficas, se conjuntan emisiones de contaminantes atmosféricos, producidos por las actividades propias de una población urbana de 18 millares de habitantes, situada en una zona en la que circulan más de 2.3 millones de vehículos y en la que se concentra el 25% de las industrias de todo el país, con su correspondiente cantidad de emisiones de contaminantes atmosféricos.

 
Figura 1. Cuenca del Valle de México y el patrón regular del flujo de viento dominante. 

Su situación geográfica y las emisiones de contaminantes atmosféricos (tabla 1), conforman los elementos de un gran contenedor natural, en el que ocurren complejas reacciones fotoquímicas que dan lugar a compuestos oxidantes como el ozono, PAN y otros,3 así como la formación de ácido sulfúrico y ácido nítrico que constituyen el fenómeno de lluvia ácida.

MECANISMOS DE FORMACIÓN DE LOS CONTAMINANTES

Contaminantes fotoquímicos

La contaminación atmosférica fotoquímica, conocida comúnmente como smog, es una mezcla de varios compuestos químicos: óxidos de nitrógeno (NO), hidrocarburos reactivos (NMHC) y ozono (O3), principalmente. El ozono es un contaminante secundario formado en la atmósfera a través de una compleja serie de reacciones químicas de los contaminantes primarios, conocidos como precursores. De estos últimos, los más importantes son los NOX y los NMHC.

Las fuentes de emisión de precursores antropogénicos son, en primer lugar, los automóviles (NOX, NMHC); industria ligera y pesada (NOX, NMHC), y expendios de gasolina (NMHC), así como todas las actividades en las que se emplean solventes orgánicos: pintura, limpieza, etcétera.

La situación geográfica contribuye a agravar el problema, dado que la formación del ozono depende en gran parte de la radiación solar. Cuanto más cerca se está del Ecuador mayor es el potencial energético que se recibe. Uno de los precursores, el dióxido de nitrógeno (NO2), es un absorbedor muy eficiente de la energía ultravioleta solar que llega a la superficie de la Tierra. Esta interacción genera lo que se conoce como reacción fotolítica; la molécula NO2 se rompe en dos: NO y O, con la cual se inicia el mecanismo de formación del ozono4 (figura 2). El ciclo descrito explica la formación inicial de ozono en las atmósferas contaminadas, pero no aclara el por qué de niveles tan altos en algunos ambientes urbanos. De acuerdo al ciclo fotolítico el O2 y el NO deberían destruirse en las mismas cantidades, pero no sucede así debido a que intervienen ciertos hidrocarburos que provocan una serie de reacciones mucho más extensas5 (figura 3).

Tabla 1. Emisiones de contaminantes estimados para la ZMCM (1985)
 Contaminante  Fuentes fijas ton/año  Fuentes móviles ton/año Total ton/año 
Partículas 141000  12800  153800
Monóxido de carbono 120000  3600000  3720000
Hidrocarburos 140000 385000 525000
Dióxido de azufre 400000 11000 411000
Óxidos de nitrógeno 93000 39000    132000
Total 894000 4047800 4942800
 
 
Figura 2. Ciclo fotolítico del dióxido de nitrógeno. (Tomado del Air Quality Criteria for Photochemical Oxidants, NAPCA, 1970).
 
 
Figura 3. Interacción de los hidrocarburos con el ciclo fotolítico del dióxido de nitrógeno. (Tomado del Air Quality Criteria for Photochemical Oxidants, NAPCA, 1970).

Lluvia ácida

Se ha asignado el nombre de “lluvia ácida” a aquello que presenta valores de pH menores a 5.6, tomando en cuenta que este valor corresponde al agua que esta en equilibrio con el CO2 de la atmósfera, lo que provoca que se cree un ácido débil, carbónico.6 Cuando se tiene un pH menor a 5.6, esta acidez se debe a la presencia de ácidos fuertes, como el sulfúrico y el ácido nítrico que tienen como principales precursores, óxidos de azufre (SOX) y óxidos de nitrógeno (NOX) respectivamente junto con la humedad de la atmósfera (H2O). Lo anterior se explica en forma general por las siguientes reacciones:7

2SO2 + O3 → 2SO3
SO3 + H2O → H2SO4
2NO + O2 → 2NO2
3NO2 + H2O → 2HNO3 + NO
4NO2 + 2H2O + O2 → 4HNO3

Las causas a las que se le han atribuido el origen de este fenómeno, son las emisiones atmosféricas por el uso de combustibles fósiles en las operaciones industriales, transporte, agricultura y calefacción domestica; la utilización de fertilizantes y otros productos químicos en la agricultura, y la combustión de desechos industriales, urbanos y agrícolas. La lluvia ácida puede causar daños en diversos materiales, así como alteraciones, tanto del crecimiento y desarrollo de la vegetación terrestre, como alteraciones químicas y biológicas en los sistemas acuáticos.7, 8

Esta descripción se puede aplicar también al fenómeno de deposición ácida,9 que incluye deposición seca y deposición húmeda (lluvia), en el cual interaccionan diferentes compuestos como nitratos y sulfatos principalmente (figura 4).

 
Figura 4. Adaptación de la figura aparecida en “The Acid Precipitation Problem” (Llorvalis, Oregon U.S. EPA Environmental Research Laboratory, 1979).
 
 
Figura 5. Promedio trimestral (noviembre-diciembre-enero) del contenido de plomo en PST para las estaciones “Museo" y “La Villa” de la SEDUE.

NIVELES DE CONTAMINACIÓN

Del plomo al ozono

En el decreto del ejecutivo federal publicado el 14 de febrero de 1986 en el Diario Oficial de la Federación, se dan a conocer 21 medidas, cuya aplicación tiene como finalidad el mejorar la calidad del ambiente en la Ciudad de México. La medida 17 tiene como objetivo el que se abastezca gasolina con bajo contenido de plomo a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y la medida 18, en el mismo contexto, contempla incluir aditivos premezclados en las gasolinas. La fecha que se marca para cumplir con estas medidas, fue del mes de junio de 1986, y la dependencia responsable de llevar a cabo tales acciones fue la Secretaria de Energía, Minas e Industria Paraestatal (SEMIP) a través de Petróleos Mexicanos. Para el 31 de agosto de 1986 el avance en estas acciones fue del 100% (SEDUE 1986).    

La nueva gasolina producida (nova-plus) tiene un contenido promedio de 0.64 ml de tetraetilo de plomo por galón (IMP 1987). La reducción del contenido de tetraetilo de plomo en las gasolinas nacionales ha sido progresiva, ya que la gasolina nova, que se produjo entre 1973 y 1980 contenía 3.5 ml/galón; en 1981 se redujo a 3.0, en 1982 a 2.19, en 1983 a 2.0, de 1984-1985 a 1.0 (PEMEX 1981), hasta que en 1986, se logró que, la reducción llegara hasta el 0.64 ml/galón.     

Del plomo total emitido en la República Mexicana aproximadamente el 30% se emite en la ZMCM, lo que arroja una cantidad aproximada de 28424 toneladas de plomo emitidas en 16 años (1970-1985) (PEMEX 1986) o sea, un equivalente a 1776 ton/año promedio; esto, lógicamente, ha sido causa de gran preocupación en el medio académico.    

Diversos programas de monitoreo de plomo en la atmósfera realizada por instituciones como el Centro de Ciencias de la Atmósfera (UNAM), la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (IPN), la Universidad Autónoma Metropolitana, el Instituto de Geofísica (UNAM) y la propia SEDUE, demostraron, que en años anteriores la problemática de la contaminación atmosférica por plomo, se había incrementado notablemente (Bravo et al. 1970, Espinoza 1978, Bravo y Rodríguez 1981, Salazar et al., 1991, Grana 1983, López 1985, Velázquez 1986, Saborío 1986, Díaz 1986 y SEDUE 1987). Este incremento se le atribuyó a la emisión de los vehículos automotores.

Petróleos Mexicanos ha establecido programas de reducción gradual del contenido de tetraetilo de plomo en las gasolinas, como medida para mejorar la calidad del aire (tabla 2) (PEMEX 1986). En cuanto al plomo, la calidad del aire en la ZMCM, ha mejorado considerablemente, ya que se observan concentraciones por abajo de la norma recomendada de calidad del aire y que es de 1.5 µg/m3 promedio trimestral. La figura 5 presenta el contenido de plomo en partículas suspendidas totales para las estaciones de monitoreo “Museo” y “La Villa” de la SEDUE (SEDUE 1987). El uso de gasolinas con un menor contenido de tetraetileno de plomo, como la magna sin, traerá como consecuencia una disminución del plomo en el aire, sin embargo estas medidas deberán ser respaldada por estudios científicos con el fin de poder detectar los efectos colaterales negativos.

Tabla 2. Contenido de tetraetilo de plomo en gasolinas mexicanas.
   1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985
 M  3.0 3.0  3.0  3.0  3.0  3.0  3.0                  
 S  2.7 2.7 2.7 2.7                        
 G  2.8 2.8 2.8 2.8                        
 P  3.9 3.9 3.9 3.9                        
 E       3.5 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5 0.083  0.083  0.083  0.083  0.083  0.083  0.05
 N       3.5 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5  3.0  2.19  2.0  1.0  1.0
 T  2.0 2.0 2.0 2.0 2.0 2.0 2.0  2.0  2.0  2.0  2.0  2.0  0.5 0.5 0.5 0.5
M: Mexolina     N:Nova
  
Supermexolina
T: Tractogás   
G: Gasolmex      P: PEMEX 100     E: Extra    
Fuente: PEMEX (1986), Aspectos generales del plomo y su comportamiento en el Medio Ambiente. GPTA-E-003.

Sin embargo, al mismo tiempo, las continuas medidas que se han efectuado en la estación de monitoreo del Centro de Ciencias de la Atmósfera (OCA), indican que, a partir del mes de septiembre de 1986, las concentraciones de O3 se incrementaron con respecto a los años anteriores (Bravo et al. 1987, 1988).    

El valor más alto de las concentraciones máximas de O3, detectadas en el OCA antes de septiembre de 1986, fue de 0.15 ppm y el promedio de tales concentraciones, fue de 0.063, mientras que después se tuvieron valores de 0.355 y 0.147 respectivamente. Como era de esperarse las concentraciones de sus precursores NMHC y NOX también se incrementaron (tabla 3). 

Las figuras 6, 7 y 8 presentan, respectivamente, los promedios mensuales de las concentraciones máximas de O3, el número de días al mes en los que se rebasa su norma nacional de calidad del aire (0.11 ppm promedio horario máximo), y el número de violaciones por mes a dicha norma. El periodo de tiempo que se analiza abarca de enero de 1984 hasta mayo de 1988.   

Tabla 4. Número de violaciones a la norma mexicana de calidad del aire para ozono durante 1987. Estación Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM
Horas del día
Mes 1 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 Total
Enero                    3  8  9 10  9  8  7  0 2    56
Febrero                    4  6  8  4  4  4  2  1      33
Marzo                  3  6  8  8  4  4  4  2  1      35
Abril                  1  4  6  5  2  2  1          21
Mayo                1  3  12  14  13  5              48
Junio                    2  6  13  14  8  3          46
Julio                      4  8  11  6  2          31
Agosto                    3  13  23  22  14  9  3  1      88
Septiembre                    1  14  21  21  18  13  8  2  1    99
Octubre                    3  16  24  23  20  14  10  5  1    116
Noviembre                    1  8  14  17  16  10  4  1      71
Diciembre                      6 15  18  16  16  14  9      96
Total                  1  17  96  106  169  124  84  54  28  5  2  740

En la actualidad el ozono es un problema grave de contaminación atmosférica en la ZMCM. Las tablas 4, 5 y 6 confirman esta aseveración, ya que, y esto es importante hacerlo notar, la norma de calidad del aire en los Estados Unidos de América señala 0.12 ppm. (promedio horario máximo), no más de una vez al año y en la estación de monitoreo del CCA de la UNAM, se registraron en 1987, 740 horas arriba de la norma mexicana de calidad del aire, cifra que se incrementó en 1988 a 959 violaciones (horas), y a 1224 en 1989.   

 
Tabla 5. Número de violaciones a la norma mexicana de calidad del aire para ozono durante 1988. Estación Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM  
Horas del día  
Mes 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20  Total
Enero               1 2 7 9 11 9 5 3 1     48
Febrero               2 10 17 16 17 13 10 6 1     92
Marzo               1 6 9 8 6 4 3 1 0 1   39
Abril               8 15 13 9 7 6 3 2 1     64
Mayo               5 14 19 13 13 8 3 2 0     77
Junio               6 12 13 11 6 3           51
Julio               5 15 21 23 18 9 2         93
Agosto               5 15 16 13 8 6 3         66
Septiembre               5 15 21 22 20 13 6 2       104
Octubre               4 12 21 23 21 16 9 4 1     111
Noviembre               1 8 16 22 22 15 12 7       104
Diciembre               1 9 18 20 20  8 14 8 2     110
Total               44 133  192 189 169 120 70 35 6 1   959
 
Tabla 6. Número de horas en las que la concentración de ozono rebasó la norma mexicana de calidad del aire en la estación del CCA UNAM durante 1989
Horas del día
Mes 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 18 Total
Enero       1 14 16 16 13 9 7 1   77
Febrero       5 11 12 11 10 4 3 1   57
Marzo       10 14 10 10 8 6 3 3 1 65
Abril     12 22 26 23 16 8 4 2     113
Mayo     18 26 31 28 17 13 8 3     144
Junio   1 17 24 24 21 16 14 10 6     133
Julio     3 18 23 21 16 8 4       93
Agosto     1 17 23 24 20 12 3       100
Septiembre       5 13 13 13 7 3       54
Octubre     8 22 25 25 24 19 11 3     139
Noviembre     3 19 25 24 24 22 18 10     145
Diciembre     1 10 18 19 16 17 10 9 3 1 104
Total   1  63 179 247 236 199 151 90 48 8 2 1224
 
 
Figura 9. Representación esquemática teórica de isolíneas de concentración máxima de O3 en ppm en la ZMCM, 29/70/86 (de acuerdo con datos de monitoreo del Centro de Ciencias de la Atmósfera y SEDUE).

Como consecuencia del transporte de contaminantes emitidos en la parte norte y centro de la ZMCM, por la acción de los vientre, y por la radiación solar que pudieran recibir, se registran altos niveles de ozono en la parte sur y, por ende, mala calidad del aire en esta zona. En la figura 9 se presenta un ejemplo de esta situación, basado en la información de valores máximos horarios registrados por el CCA y la SEDUE.

 
Figura 6. Promedios mensuales de concentraciones máximas de O3 en la estación del OCA de 1984 a 1988.
 
 
Tabla 3. Concentraciones de O3, NMHC y NOX en la estación del CCA
Concentración ppm Antes del cambio de gasolina Después del cambio de gasolina
NMHC (Promedio 6-9 horas) 1.80 2.0
NOX (Promedio 6-9 horas) 0.08 0.20
NMHC/NOX 22.5 10.0
03 Máxima detectada 0.15 (6/diciembre/1985) 0.35 (30/enero/1987) 0.355 (26/febrero/1988)
03 Promedio de los máximos 0.063 0.147

 

 
Figura 7. Número de días al mes en que se rebasa la norma de calidad del aire para O3 en la estación del CCA de 1984 a 1988.
 
Figura 8. Número de violaciones al mes a la norma de calidad del aire para O3 en la estación del CCA de 1984 a 1988.

LLUVIA ÁCIDA

En la tabla 7, se presentan los valores de pH, sulfatos (S054), nitratos (NO3) y conductividad para 15 sitios de muestreo en la ZMCM. Estas medidas fueron realizadas, casi en su totalidad, colectando en la misma muestra tanto precipitación húmeda como seca y, por ser el suelo alcalino, esto trae como consecuencia cierta neutralización. La metodología se fue afinando y, desde 1984, en la estación Ciudad Universitaria se lleva a cabo la colección de deposición húmeda y seca por separado.13, 14, 1

CONCLUSIONES

Los niveles de ozono a los cuales nos enfrentamos en la actualidad en la ZMCM (1000 violaciones/año 1988) demuestran que es prioritario tomar medida inmediatas para resolver este problema, ya que lo que esta en juego es la salud de sus habitantes, salud que ya ha sido afectada.    

Al definir claramente que los niveles de ozono se incrementaron, a partir del cambio de gasolina realizado por PEMEX, en el segundo semestre de 1986, y que esta afirmación no se basa solamente en la simple coincidencia, sino en estudios y experiencias de otros países al realizar una disminución del contenido de plomo en las gasolinas, así como en conocimientos de química atmosférica y en un análisis de las tendencias de ozono desde 1984, en forma continua, es necesario, como medida inmediata para reducir la contaminación atmosférica por ozono:

– Cambiar la formulación de la gasolina.
– Programar la reducción del contenido de tetraetilo de plomo en las gasolinas, vigilando la calidad del aire con interés especial en plomo, precursores de ozono, y ozono.
– Proporcionar gasolina sin plomo en una fase compatible con el uso de sistemas de conversión catalítica en vehículos.
– Implementar estrategias a mediano y largo plazo como: control de fugas de hidrocarburos en tanques de almacenamiento, válvulas y ductos; control de emisiones de hidrocarburos en el transporte, almacenamiento y servicio de gasolina; regulación del contenido de hidrocarburos en pinturas y otras fuentes misceláneas, así como inspección-mantenimiento de vehículos.

En la Ciudad de México, por tenerse grandes emisiones de precursores (SO, y NOX) existe el llamado fenómeno de lluvia ácida y aunque no se ha demostrado que afecte directamente a la salud, sí tiene efectos negativos sobre materiales, vegetación y ecosistemas acuáticos, además de ser un buen indicador del grado de contaminación existente de sus precursores.

Para mejorar la calidad del aire en la ZMCM es necesario unir esfuerzos entre las distintas dependencias gubernamentales encargadas del problema ambiental, instituciones de investigación y el sector industrial.

Tabla 7. Valores ponderados de pH, S0=4, NO-3, y conductividad
Estaciones de muestreo  Ao  pH  S0=4 mg/lt N0-3 mg/lt     Conductividad
Cuautepec (1)   80 6.4 12.52 4.23  
   81        
  82 6.78  9.44 4.38  
  83 6.16  16.86  2.64  
  84 6.74  13.79  2.71  
  85 6.44  12.07  2.46 62.74
           
Tacuba (2) 80 5.9 10.30 2.74  
  81        
  82 5.44 6.84  1.00  
  83 5.47 8.03  1.01  
  84 4.89 10.17  3.30  
  85 4.33 9.13  7.83 41.70
           
Chapultepec (3) 80        
  81        
  82        
  83 6.66 9.02 2.79  
  84  6.16  12.54  4.36  
  85  6.22  10.95  4.50 60.75
           
Moctezuma (4) 80  5.71 12.63 1.43  
   81        
   82 6.74 13.80  2.41  
   83  4.92  10.82  2.72  
   84  5.20  8.77  2.20  
  85  5.55  9.65  2.94  45.07
           
Aeropuerto (5) 80  5.95 12.27 1.17  
   81  5.86  9.10  2.13  
   82  5.56  0.10  6.09  
   83  5.24  5.06  2.91  
   84  6.42  18.00  2.45  
  85 6.44 10.25 3.01 75.04
           
Tacubaya (6) 80 5.78  11.78 2.57  
  81 5.47  10.25  2.01  
  82 5.64  7.33  2.42  
  83 5.14  9.59  3.01  
  84 5.16  7.42  3.14  
  85 5.12  7.66  2.67 47.48
           
Cincel (7) 80 5.20 14.19 1.91  
  81        
  82 5.44 7.29 1.99  
  83 5.32 8.67 2.41  
  84 5.00 9.14 2.41  
  85 6.15 9.45 2.76 43.01
           
La Venta (8) 80        
  81        
  82 5.07 5.99 2.24  
  83 6.88 7.39 2.07  
  84 6.82 6.62 2.04  
  85 5.93 7.43 2.73 39.74

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen al personal de apoyo de la Sección de Contaminación Ambiental: Biol. Rosaura Camacho C. Fís. François Penin G., Quím. Ma. I. Saavedra, Biol. Guillermo Torres J., Srita. Leticia Valdez B. y Sr, Calixto Cuevas S., por su colaboración en la realización de este estudio.

 

 articulos
 
     

 Referencias Bibliográficas

1. Bravo, A. H., R. Tones J., Ozone monitoring and night concentration events at the campus of the University of Mexico, Paper 85/59.B.4 Annual Meeting of the Air pollution Control Association, Detroit, Michigan, June 16-21, 1985.
2. SAHOP, Programa Nacional de Ecología Urbana, anexo gráfico, Dirección General de Ecología Urbana, México, febrero 1981.
3. Bravo, A. H, Contaminación atmosférica, Reporte técnico, Sección de Contaminación Ambiental, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM, México 1981.
4. USA, 1970, Department of Health, Education and Welfare, Air quality criteria for photochemical oxidants, National Air Pollution Control Administration, AP-63, Washington, D.C.
5. Seinfeld, V. H., 1980, Air pollution chemistry-Gas Phase, Lectures Atmospheric Chemistry, American Institute of Chemical Engineers, Monograph Series, No. 12, vol. 76.
6. EPA, 1979, Acid Rain, Research Summary, Office of Research and Development, EPA-600/8-79, October, USA.
7. Krupa, S. U., 1977, Impact of Air Pollutants on Terrestrial Vegetation, Course notes, Department of Plant Pathology, University of Minnesota.
8. Galloway, J. N., Cowling, E. B., 1978, The effects of precipitation on aquatic and terrestrial ecosystems: a proposed precipitation Chemistry network, JAPCA, 28:229-35.
9. Niemann, B. L., Ruot J., Zwalenburg N. V., Mahan L. A., 1979, An integrated monitoring network for acid deposition: a proposed strategy, R-02322-EPA-79.
10. Bravo, A. H., F. Perrin G., R. Sosa E., R. Tones J., Incremento de la contaminación atmosférica por ozono en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Ingeniería Ambiental, año 1, no. 1:8-14, 40, enero-febrero 1988.
11. Bravo, A. H., F. Penin G., R. Sosa E., R. Tones J., Efecto del cambio en la formulación de la gasolina sobre los niveles en la atmósfera de plomo y ozono en la Ciudad de México, Memoria del VI Congreso Nacional de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, Querétaro, Qro., 10-13 agosto, 1988.
12. Bravo, A. H., F. Perrin G., R. Sosa E., R. Torres J., Gasoline’s Lead Reduction in Mexico City-It's Effects in the Air Quality, SAE Technical Paper Series 890584, International Congress and Deposition, Detroit, Michigan, February 27-March 3, 1989.
13. Aguilar, A. S., H. Bravo A., R. Magaña Z., M. L. Saavedra R., R. Tones J., Estudio preliminar de la lluvia ácida en la Cuenca del Valle de México, Unión Geofísica Mexicana, Manzanillo, Col., mayo 1981.
14. Aguilar, A. S., H. Bravo A., M. L. Saavedra R., R. Tones J., Acid precipitation in the Mexico City Basin, Conferencia técnica sobre climatología urbana y sus aplicaciones con especial referencia a las zonas tropicales, México, D. F., 26-30 noviembre, 1984.
15. Bravo, A. H., R. Camacho C., F. Perrin G., M. I. Saavedra R., R. Sosa E., R. Tones J., Contaminación atmosférica en la Ciudad de México, Tercer Encuentro Nacional de Conservadores del Patrimonio Cultural, México, D. F., 19-23 octubre, 1987.

     
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Humberto Bravo A., Rodolfo Sosa E, Ricardo Torres J.
Sección de Contaminación Ambiental, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM.

como citar este artículo

     
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