del obituario |
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Carlos Larralde Rangel, in memoriam
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Nota de los editores |
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Reconocido investigador, profundo humanista,
afable y sonriente, Carlos Larralde se interesó siempre por la difusión de la ciencia. Miembro de nuestro Consejo de Colaboradores, pulsó su pluma en repetidas ocasiones, con gran entusiasmo, convencido de la necesidad de una cultura científica en la sociedad. En nuestras páginas queda testimonio de tal preocupación, así como de su faceta de artista, excelente dibujante. Valga como sentido homenaje a su entrañable persona la publicación de su sor Juana y un fragmento del texto con que la acompañara en el número 27 de Ciencias de 1992.
Así luce desde lejos, mi retrato de sor Juana en la “Librería Madero” de Enrique Fuentes (antes de Tomás Expresate), la “que es nave de argonautas extraviados” (L. De Tavira): hecho a pura raya, de 100 × 75 cm, kilómetros de rayitas, las que dibujé apasionado por los descubrimientos de Américo Larralde en Primero sueño y por lo que leía en Las trampas de la fe. En el plano cartesiano de la ventana, lo intelectual de sor Juana se reúne arriba, abajo lo sensual, la discreción de lo conventual a su derecha, en contraposición a lo mundano. Dibujándola recordé lo que sor Filotea relata de Apeles en su carta: “copiando el retrato de Campaspe cuántas líneas corría con el pincel por el lienzo, tantas heridas hacía en su corazón la saeta del amor…”
Intenté que apareciera la sensualidad de sor Juana en un poco menos de su mitad, la que si bien ella reconoce: “En dos partes dividida / tengo el alma en confusión: / una esclava a la pasión, / y otra a la razón rendida”, otros retratistas le han concedido tan mínima parte, y sólo —tal vez—en la boca. Torcí su cuerpo en una espléndida cadera, descubrí un ápice la cara interna de su muslo derecho, cambié las piadosas imágenes en su medallón de monja jerónima por un macho cabrío tentando a una discreta doncella, “Guerra civil, encendida, / aflije el pecho importuna: / quiere vencer cada una, / y entre fortunas tan varias, / morirán ambas contrarias / pero vencerá ninguna” y puse a jugar sus pies entre las piernas de un o de los sátiros de madera del brazo del sillón que sostiene su cuerpo entero. Por desgracia, la rigidez de mi trazo no pudo resolver plenamente la languidez propia de la sensualidad femenina.
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Los editores
Revista Ciencias. |
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cómo citar este artículo →
Nota de los editores. 2015. Carlos Larralde Rangel, in memoriam. Ciencias, núm. 115-116, enero-junio, pp. 158. [En línea].
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