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  del tintero
 
     
Giordano Bruno. Forastero del Universo
 
 
 
Laura Suzán de Vit
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Hacía varios días que estaba atrapado en el texto de Abulafia, el cabalista, donde narra que fueron los demonios los que le susurraron al oído el nombre secreto e impronunciable de Dios para confundirlo. “Anduve a tientas como un ciego a pleno día, con la compañía de Satán a mi diestra, durante quince años”. Decidí seguir adelante. Leía su explicación para quitar el sello y desatar los nudos que aprisionan el alma, cuando entró Ventura dando voces:
 
—¡Giordano, la tienes que ver!, ¡abre tu ventana, rápido!
 
—¿De qué hablas?, ¿por qué esos gritos? —pregunté enojado por la interrupción.
 
—¡Mírala tú mismo! —dijo alcanzándome el astrolabio—, ¡antes no estaba!, ¡es más brillante que Venus!
 
—Cálmate para que pueda entender lo que dices.
 
Mi impaciencia y su excitación eran semejantes. Tomó aire e hizo un esfuerzo por tranquilizarse.
 
—Estaba oscureciendo cuando me acerqué a cerrar la ventana y entonces la vi. Mira, fíjate bien, allí, en la constelación de Casiopea. Dame un pedazo de papel para que te muestre dónde la tienes que buscar.
 
Con trazos rápidos dibujó una mujer sentada, cerca del pecho dejó caer una gota de tinta.
 
—Búscala aquí, junto a Shedir.
 
—Es una estrella muy pequeña, no la voy a encontrar.
 
—Entonces busca un gran resplandor.
 
Seguí sus instrucciones y en efecto, había una estrella brillantísima que antes no estaba.
 
—¿Qué es eso? —pregunté emocionado.
 
—¡Una estrella nueva!
 
—Las estrellas no aparecen así, de pronto. Siempre mantienen su número, posición y orden —dije apuntando de nuevo el astrolabio en aquella dirección. Volví a encontrar el punto luminoso y dudé de las palabras que se repetían como un eco dentro de mi cabeza … siempre mantienen su número…
 
—¿Entonces qué es?
 
—No lo sé…, espera —dije soltando el instrumento—. Verás…, verás, déjame recordar quién menciona esto… creo que es Plinio el viejo. ¿Crees que podamos entrar a la biblioteca a esta hora?
 
—Está cerrada, pero sé donde guarda las llaves el hermano Marcello.
 
Antes de que yo pudiera decir nada más, salió corriendo. Volví a la ventana y recorrí con la vista el pedazo de firmamento que abarcaba desde allí.
 
—Aquí las tengo. Apresúrate —dijo Ventura al regresar con el llavero.
 
Yo sabía donde encontrar la Historia Natural, lo que no recordaba era el volumen. A tientas recorrimos los estantes hasta la obra de Plinio.
 
—Vamos a tener que llevarnos varios tomos —susurré.
 
Regresamos con nuestro cargamento y empecé a buscar.
 
—Toma, revisa éste —y le pasé el segundo libro.
 
Mientras Ventura buscaba, seguí observando aquello para cerciorarme de que no se trataba de un cometa.
 
—¡Aquí está! Plinio dice que Hiparco en su libro Constelaciones, menciona haber visto aparecer una estrella nueva, igual que en el principio del mundo.
 
—…igual que en el principio del mundo…. ¿Cuando sucedió?
 
—Era el año 129.
 
Ventura más interesado en la observación de la estrella que en lo que decía Hiparco, regresó a la ventana y pasó un buen rato haciendo mediciones.
 
 
—¡Ya está! —dijo al fin—. El nuevo lucero está a 7 grados y 55 minutos de Schedir.
 
 
Pasamos varias horas discutiendo qué podía ser aquel resplandor.
 
 
Concluimos que había que observarla varias noches para ver si su posición cambiaba.
 
—Quisiera quedarme contigo.
 
 
—dijo Ventura mientras guardaba el astrolabio—, pero ya es tarde y debo repasar mi lección de latín.
 
 
—Desde luego, Ventura. Mañana, al oscurecer, volveremos a bus­carla.
 
 
Regresé a la ventana y observé el lejano firmamento. ¿Estás vivo?, ¿tus estrellas nacen y mueren como el hombre o los animales? ¿Aristóteles se equivocó y no todo está fijo y puede cambiar?… cuántos otros filósofos dicen que en el éter nada se genera y nada se corrompe. Pero allí está, brillando. ¿Acaso las estrellas no están fijas e inmutables desde el día de la creación? Sin embargo, no puedo dudar de mis ojos. Sol detente en Gabón. Y tú luna, en el valle de Ajalón, había sido la plegaria de Josué.
 
 
El tiempo de los milagros ha quedado muy lejos, los hombres ya no consiguen que los cielos se muevan según sus deseos. ¿Estamos presenciando el nacimiento de una estrella? ¿Es éste un universo cambiante, eterno e infinito? ¿Cómo interpretar esta revelación?
 
El 11 de noviembre de 1572 apareció un objeto brillante en el firmamento.
 
El astrónomo danés Tycho Brahe concluyó que aquello era el nacimiento de una estrella. Al año siguiente publicó un tratado sobre el hecho al que llamó De nova stella.Chivi50

 

Fragmento de la novela inédita Giordano Bruno.
Forastero del Universo. México, 1998.

Laura Suzán de Vit

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como citar este artículo

Suzán de Vit, Laura. (1998). Giordano Bruno. Forastero del Universo. Ciencias 50, abril-junio, 48-49. [En línea]

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