revista de cultura científica FACULTAD DE CIENCIAS, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Busca ampliar la cultura científica de la población, difundir información y hacer de la ciencia
un instrumento para el análisis de la realidad, con diversos puntos de vista desde la ciencia.

 


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Dimensión política de la polularización de la ciencia y la tecnología en América Latina. El caso de Brasil
 
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Ana María Navas y Martha Marandino
   
               
               
Las entidades nacionales de ciencia y tecnología (CyT)
de diversos países latinoamericanos se han caracterizado en las últimas décadas por un “discurso emergente” que busca promover nuevas relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, y que se contextualiza en el ámbito de la popularización de la ciencia. Este discurso, como lo han destacado autores como Godin y Gingras, Irwin, Lozano y Navas, ha ido permeando cada vez más los documentos oficiales y ha sido elaborado a partir de construcciones histó­ricas e institucionales que han permitido la formulación de acciones, estrategias, programas nacionales y multinacionales, y propuestas de políticas públicas sobre el tema.
 
La movilización emprendida por los gobiernos y la inclusión de temas como la popularización de la CyT, o divulgación científica, en la agenda política, nos remite a un cambio en el papel del Estado que asume, al legitimar estas áreas, un nuevo contrato social. En este contexto vemos que los argumentos para incluir la popularización de la CyT en la agenda política varían de un país a otro, considerando desde objetivos generales asociados a la educación en CyT, hasta compromisos específicos —como los identificados por Lozano— relacionados con la inclusión social, la comprensión, el uso, la promoción y la valoración de la CyT, la divulgación de resultados de investigaciones desarrolladas localmente y el establecimiento de conexiones con científicos, académicos y otros sectores sociales.
 
En América Latina han sido promovidas diversas iniciativas para articular acciones estratégicas, como la Red de Popularización de la Ciencia y Tecnología de América Latina y el Caribe (Red-pop), creada por la unesco en 1990 con el fin de propiciar el intercambio de experiencias e información relacionadas con la popularización de la CyT. El objetivo general de esta organización, establecido en sus estatutos, es el de “contribuir al fortalecimiento, el intercambio y la cooperación activa entre los centros y programas de popularización de la ciencia y de la tecnología en América Latina y el Caribe”, y contiene objetivos específicos similares a los que han caracterizado también el trabajo de otros organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (oea).
 
Entre las actividades de la Red-pop se encuentran la identificación de programas y proyectos en popularización de la CyT que se desarrollen por medio de la cooperación regional, la divulgación de proyectos existentes en esferas nacionales y regionales para la toma de decisiones conjuntas, la mejoría de la calidad de centros y programas de popularización de CyT, el estudio de problemas identificados y la búsqueda de soluciones que se apoyen en la infraestructura existente en los diversos países. Las iniciativas desarrolladas son financiadas por los centros y programas miembros, organismos nacionales, regionales e internacionales, y entidades públicas y privadas.
 
Sumado a los esfuerzos de la Red-pop, y manteniendo una visión internacional, la oea ha promovido el desarrollo de debates en torno al tema de la popularización de la CyT con el fin de elaborar programas específicos para la integración de estrategias de acción en varios países, como el proyecto Iniciativa Hemisférica sobre Popularización de la Ciencia, en el que participaron todos los países latinoamericanos y que estuvo bajo coordinación del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil. De dicha propuesta surgió el Taller sobre Popularización de la Ciencia y Tecnología, realizado en 2004 en Río de Janeiro, como parte del Proyecto de Cooperación Hemisférica y Desarrollo de Política Científica y Tecnológica implementado por la oea.
 
Entre los objetivos de la mencionada iniciativa hemisférica se encuentran: “conceptualizar modelos para la popularización de la ciencia de acuerdo con las necesidades nacionales y regionales, que permitan la apropiación de la ciencia por la población para mejorar la calidad de vida y conseguir el desarrollo sostenible y equitativo; ampliar la integración y la cooperación científica entre los países de las Américas; capacitar a los profesionales que trabajan en divulgación científica; producir material de apoyo para dichos profesionales y conocer la opinión y la percepción de la población sobre la ciencia y la tecnología”.
 
Otro ejemplo de instituciones articuladoras en América Latina es el Convenio Andrés Bello, una organización que recientemente ha buscado, por medio de procesos deliberativos, la formulación e implementación de una política regional de apropiación de la ciencia, la tecnología y la innovación, propugnando por un cambio en la percepción latinoamericana de las políticas e iniciativas para conformar una política pública regional articulada por los trece países signatarios: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela.
 
En cuanto a los esfuerzos nacionales, las intenciones de los gobiernos se han manifestado por medio de acciones específicas que difieren de un país a otro. Así, por ejemplo, en el Foro de Acción Permanente Sobre Popularización y Enseñanza de la Ciencia y la Tecnología organizado en 2005 por el Convenio Andrés Bello y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela, los representantes de los órganos nacionales de CyT de diferentes países latinoamericanos fueron convocados para dar cuenta de la dimensión que esta área había alcanzado en la agenda política. En dicho evento, Mario Francisco Pavillán, representante del Viceministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de Bolivia, presentó el Programa Horizontal de Difusión y Popularización de la Ciencia y la Tecnología —parte integral del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología 2004-2007—, que proponía entre sus objetivos y directrices de acción el fomento a la divulgación del conocimiento científico y tecnológico en el país.
 
En Venezuela, como lo destacó en dicho evento Marcano, el poder público reconoce en el artículo 110 de la Carta Magna “el interés público de la ciencia y la tecnología como uno de los instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para seguridad y soberanía nacional”. En el ámbito gubernamental, las acciones de popularización de CyT de este país se encuentran articuladas por medio del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología y de las Fundaciones de Ciencia y Tecnología (Fundacites), órganos adscritos a dicho Ministerio. Actualmente, Venezuela cuenta con más de diez Fundacites que tienen como parte de su misión varios objetivos relacionados con la popularización y divulgación de la CyT, asociados a proyectos estratégicos.
 
En cuanto a programas nacionales consolidados, Chile lleva a cabo desde 2005 un Programa Nacional de Divulgación y Valoración de la Ciencia y Tecnología, “Explora”, creado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología con el propósito de contribuir a la creación de una cultura cientí­fica y tecnológica en la comunidad, y presente en todo el país por medio de coordinaciones regionales que articulan diversas acciones, como la Semana Nacional de CyT, las ferias de ciencia y congresos.
 
En el III Foro Conciencia Abierta, realizado en 2008 en la ciudad de Bogotá, el Consejo Nacional de CyT de Colombia presentó el documento oficial Política de Apropiación Social de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, una iniciativa gubernamental que busca “convocar y movilizar a los agentes de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, incluyendo la sociedad colombiana en general, para que participen activamente en los procesos de Apropiación Social”, el cual reúne aspectos teóricos relacionados con el tema de la apropiación social de la CyT, actores relacionados, líneas de acción detalladas e impactos esperados a partir de la implementación de dicha política.
 
Como parte de los esfuerzos nacionales por impulsar actividades de popularización de CyT es importante citar también la iniciativa privada. En el caso de Brasil cabe destacar a Vitae, una entidad que, como lo señala Navas, durante casi dos décadas cumplió el papel de un órgano nacional de CyT, proporcionando apoyo financiero estable a museos y centros de ciencia en el país.
 
Los ejemplos citados reúnen iniciativas de diferente naturaleza que van desde intenciones y objetivos de acción, hasta programas nacionales consolidados que articulan diversos actores sociales y, sumados a las iniciativas de otros países para definir programas nacionales de divulgación científica y de popularización de CyT, ilustran un proceso común de movilización que busca articular, por medio de contratos sociales legitimados, acciones a largo plazo que puedan establecer relaciones sostenibles entre la ciencia y la sociedad.
 
En torno a todas estas iniciativas surgen algunas preguntas interesantes: ¿cómo son construidos los discursos políticos alrededor del tema de la popularización de la CyT?, ¿qué aspectos históricos e institucionales están relacionados?, ¿qué concepciones son privilegiadas en estos discursos?, ¿qué modelos de comunicación pública de CyT sustentan la acciones implementadas?
 
Un estudio de caso
 
Para aproximarnos a estas interrogantes hemos efectuado un estudio de caso en Brasil, que analiza la gestión gubernamental entre 2003 y 2006, en la que el discurso sobre popularización de la CyT emergió en manifestaciones explícitas y acciones implementadas por el gobierno. Este estudio tiene como base una investigación cualitativa elaborada por Navas en 2008 y apoyada en datos descriptivos obtenidos por medio del análisis de documentos oficiales del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil, así como entrevistas con representantes del gobierno.
 
Al igual que en el caso de otros países de América Latina, a la luz de documentos oficiales analizados vemos que la divulgación científica se transformó en Brasil en una dimensión del discurso político, lo cual inició, como lo ha señalado Moreira —director del Departamento de Difusión y Popularización de CyT del gobierno brasileño—, con el desarrollo mismo de las actividades de divulgación cientí­fica en el país, el cual llevó a una legitimación e institucionalización política del área. Esto se aprecia claramente en una entrevista con un miembro del Comité Temático de Divulgación Científica del Conselho Nacional de Pesquisa: “la divulgación científica se enmarca entonces en ese proceso histórico de crecimiento de la ciencia, creció la divulgación científica porque creció la ciencia, y hubo un crecimiento del entendimiento […] de la percepción social en cuanto a la importancia de la ciencia. Y esos tres ejes van a interactuar para propiciar la creación de los instrumentos del gobierno en los distintos ministerios, […] y en la propia sociedad. El Ministerio, al estar convencido de dicha perspectiva en lo que se refiere a la divulgación […] comenzó a institucionalizarla, a tomar iniciativas institucionales y de ahí vino todo […] la creación del Departamento [de Difusión y Popularización de la CyT] el financiamiento de actividades específicas de divulgación científica, la creación de comités y así en adelante”.
 
Este crecimiento del área de divulgación impulsó al gobierno a articular iniciativas existentes y crear al mismo tiempo condiciones propicias para el desarrollo de nuevos programas y proyectos. En ese contexto, la creación de un Departamento de Difusión y Popularización de la CyT, vinculado a la Secretaría de Inclusión Social del Ministerio de CyT, nos muestra cambios en las prácticas del gobierno que se reflejan en una institución específicamente creada para administrar, promover y desarrollar actividades de divulgación científica.
 
Desde su origen, en 2003, y hasta 2006, este departamento impulsó varias acciones de popularización, entre las que se destacan: 1) dos convocatorias para financiamiento de proyectos en al área de popularización de la CyT; 2) el desarrollo de programas nacionales de divulgación cientí­fica, como la Semana Nacional de CyT y el programa de museos itinerantes Ciência Móvel; 3) la creación de un Comité Temático de Divulgación Científica dentro del Conselho Nacional de Pesquisa, vinculado al Ministerio; y 4) la presentación de una primera versión de la Política Pública para Popularización de CyT, realizada por Moreira, director del departamento.
 
El análisis propuesto para el caso brasileño toma como marco los modelos de comunicación pública de la ciencia descritos por Lewenstein en 2003, y por él mismo y Brossard en 2006, aplicables a diferentes dimensiones y objetos de estudio, como las acciones gubernamentales de popularización de CyT. De éstos se tomaron como referencia el modelo de déficit y el modelo participativo, ampliamente descritos en la literatura, que buscan explicar o describir las relaciones que pueden ser establecidas entre la ciencia y la sociedad. El primero, conocido también como modelo top-down, ha caracterizado durante muchas décadas las prácticas de divulgación científica; es un modelo unidireccional de comunicación en el que los científicos, los especialistas, tienen el control de la información que deberá ser divulgada (en este caso, un sinónimo de transmitida), la cual parte de los expertos (top) y tiene como destino final un público pasivo que la recibe (down), del cual no se espera conocer su forma de apropiación o uso.
 
El segundo marca un cambio de paradigma con relación a aquella comunicación pública de la ciencia, y se asocia por tanto a la estructuración de sociedades democráticas en la década de 1980. Es un modelo de comunicación bidireccional por medio del cual se busca establecer un diálogo entre la ciencia y la sociedad, para lo cual las “voces” y percepciones de los diferentes públicos deben ser valorizadas. De acuerdo con él, las actividades de divulgación científica tienen que romper con la idea del top-down y considerar a los especialistas y el publico en un mismo nivel para que se pueda realizar un intercambio de conocimientos y experiencias —foros, debates, conferencias de consenso, actividades de valorización de saberes locales y tradicionales son algunos ejemplos de las actividades desarrolladas en esta línea.
 
El análisis de las actividades de popularización
 
Tomando como base estos modelos de comunicación, y a partir los datos colectados por medio de documentos oficiales y las entrevistas realizadas, así como de la profundización teórica en los temas de referencia de esta investigación —contextualizados en el área de Estudios sociales sobre la ciencia—, fue posible describir dos tipos de actividades de popularización que efectúa el Ministerio de Ciencia y Tecnología del Brasil: a) actividades informativas, las cuales consideran procesos y acciones que: 1) buscan diseminar información sobre CyT en amplios sectores de la sociedad; 2) tienden a considerar la ciencia como un cuerpo de conocimientos dado y un conjunto de eventos neutros que puede ser transmitidos desde los especialistas hasta el público; y 3) consideran al público como lego en asuntos de CyT y, en consecuencia, como actor pasivo y un grupo único con características homogéneas; b) actividades dialógicas, las cuales consideran procesos y acciones que: 1) buscan una negociación de conocimientos entre el público, los científicos y otros agentes relacionados con la CyT; 2) tienden a considerar la ciencia desde una perspectiva dinámica y humana; y 3) consideran al público como actor activo, con características heterogéneas, conocimientos previos sobre CyT otras áreas relevantes para la solución de problemas reales, con derecho y capacidad de ser críticos y de participar en procesos de toma de decisiones.
 
En diferentes documentos gubernamentales analizados, como el Plan Plurianual, las convocatorias para financiamiento de proyectos de popularización de CyT de 2003 y 2006 formuladas por el Conselho Nacional de Pesquisa, y la primera versión de Política Pública para Popularización de la CyT fue posible identificar distintas actividades informativas. Este tipo de prácticas aparece comúnmente asociada a los medios de comunicación masiva —televisión, radio, internet—, a la informatización de ambientes como bibliotecas, laboratorios y acervos, a la producción de material e información sobre ciencia, y a la difusión de la producción nacional en CyT. Algunos ejemplos puntuales pueden ser destacados a partir de las directrices de acción propuestas en la primera versión de la Política Pública para Popularización de la CyT: “buscar una mayor presencia de la CyT brasileña en los medios de comunicación; aumentar la autoestima de los brasileños en este dominio con una justa apreciación de las contribuciones de los individuos, instituciones y empresas nacionales”.
 
Otros ejemplos pueden ser identificados en las líneas de acción financiadas por la convocatoria Edital para Apoio a Projetos de Difusão e Popularização da Ciência e Tecnología de 2006 formulada por el Conselho Nacional de Pesquisa, en donde se menciona la “producción de textos de divulgación científica destinados a los diferentes medios de comunicación como periódicos, revistas, radio, tv e internet; creación de software y sitios para educación y divulgación científica y de redes de comunicación dirigidas a actividades de popularización de la CyT; divulgación en diversos medios de informaciones y resultados de la CyT realizada en el país, así como de la obra de científicos e inventores brasileños, de forma que alcancen al público escolar y a la población general”.
 
Un aspecto central que permea las actividades desarrolladas en la lógica informativa es la necesidad de alcanzar un público amplio. Este elemento, caracterizado por Navas en 2008, es un criterio relevante para dar apoyo financiero a proyectos de divulgación científica presentados al Comitê Temático de Divulgação Científica del Conselho Nacional de Pesquisa. Por otro lado, el análisis realizado nos permitió identificar también indicios de actividades dialó­gicas, como la creación de Centros Vocacionales y Tecnoló­gicos en diferentes estados del país, dentro del programa Difusão e Popularização da Ciência del Plan Estratégico 2004-2007, los cuales podrían remitirnos a un rescate y a la valorización de conocimientos y experiencias locales en tecnología y a una búsqueda por establecer un diálogo entre estos conocimientos y los de los especialistas.
 
Sin embargo, es en la Política Pública para Popularización de la CyT donde encontramos clara evidencia de acciones dialógicas que todavía no han sido implementadas por el gobierno pero que son sugeridas para los próximos años. Para ilustrar esta afirmación vemos que las directrices de acción propuestas en dicha política pretenden: “promover acciones que estimulen el aumento de la participación de jóvenes de todos los segmentos. Estimular que las actividades de Comunicación Pública de la CyT no se restrinjan a las áreas de ciencias exactas y naturales, sino que incorporen también las ciencias sociales y humanas. Promover la interacción de ciencia, cultura y arte con una aproximación mayor entre la CyT y el cotidiano de las personas, valorizando los aspectos culturales y humanísticos de la ciencia. Respeto y reconocimiento de conocimientos populares y tradicionales”. Estas directrices reflejan aspectos clave que caracterizan las actividades que definimos como dialógicas, entre ellas la negociación de conocimientos entre diferentes actores sociales y la concepción de ciencia contextualizada junto a otras manifestaciones culturales.
 
Algunas reflexiones
 
Como hemos visto, el Ministerio de CyT de Brasil ha dado gran peso a actividades informativas de popularización de CyT, privilegiadas en los medios de comunicación masiva, y apoyo financiero a proyectos de investigación y desarrollo. Creemos que para el ministerio este tipo de práctica es prioritaria para lograr que, siguiendo una lógica de “inclusión” de conocimiento, la información y el conocimiento sobre CyT lleguen a amplios sectores de la población.
 
Aunque algunas de estas acciones se enmarcan en la producción nacional de CyT, todas se fundamentan en procesos unidireccionales de difusión de información y en el dominante modelo de déficit de comunicación pública de la ciencia. En este sentido estamos de acuerdo con Trench, quien afirma que las estrategias e iniciativas de varias instituciones, incluyendo las gubernamentales, permanecen todavía en el modelo de déficit y continúan atribuyendo a los científicos el papel de orientar aquello que el público necesita saber y comprender sobre CyT.
 
Con relación a las actividades dialógicas vimos que, aunque aparezcan apenas como indicios, con la propuesta de los Centros Vocacionales y Tecnológicos del Plan Estraté­gico 2004-2007 se encuentran claramente identificadas como una propuesta de acción en la Política Pública para Popularización de la CyT. Este hecho nos lleva a pensar en la relevancia que el tema de la participación ciudadana está adquiriendo en el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la necesidad de legitimarlo por medio de una política pública.
 
Las consideraciones anteriores nos revelan la existencia de tensiones en el discurso de popularización del gobierno brasileño, que se muestra permeado tanto por elementos asociados al modelo de déficit al privilegiar la transmisión de información, como del modelo participativo de comunicación pública de la ciencia que busca la superación de los modelos tecnocráticos. En este punto concordamos con Irwin, quien asocia el surgimiento de tensiones y contracciones en los discursos emergentes de CyT de los gobiernos con: 1) la combinación de una nueva retórica que promueve la participación del público con “lenguajes” antiguos; y 2) la existencia de asuntos todavía no resueltos y relacionados con el estatus epistemológico de la popularización de la CyT.
 
Esas reflexiones suscitan algunos interrogantes que dejaremos abiertas y que podrían ser abordadas en nuevas investigaciones: ¿el gran peso dado a las actividades informativas puede indicar que predomina el modelo de déficit en las actividades de divulgación científica implementadas por el gobierno brasileño?, ¿qué representa para el Ministerio de Ciencia y Tecnología la convivencia entre modelos informativos y dialógicos y, en consecuencia, entre el modelo de déficit y el modelo participativo de comunicación pública da la ciencia?, ¿en qué espacios o por medio de qué acciones podrían llegar a implementarse las acciones participativas propuestas en la política pública de popularización de la CyT?chivichango96
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Referencias bibliográficas
 
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Ana María Navas
Facultad de Educación, Universidad de São Paulo.
 
Es biología por la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia) y maestra en educación por la Universidade de São Paulo (Brasil). Actualmente trabaja como consultora en el área de divulgación científica.
 
 
Martha Marandino
Facultad de Educación, Universidad de São Paulo.
 
Es bióloga y doctora en educación por la Universidade de São Paulo, donde actualmente es profesora en la Facultad de Educación y coordina el grupo de Estudo e Pesquisa em Educação Não Formal e Divulgação em Ciência-geenf (www.geenf.fe.usp.br).
 
como citar este artículo
Navas, Ana María y Marandino, Martha. (2009). Dimensión política de la popularización de la ciencia y la tecnología en América Latina. El caso de Brasil. Ciencias 96, octubre-diciembre, 48-56. [En línea]
     

 

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El concepto de tierra y la diversidad de maíz en una comunidad purhépecha
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Narciso Barrera Bassols, Marta Astier y Quetzalcóatl Ramírez
     
               
               
San Francisco Pichátaro, ubicada en el suroeste de la cuenca
del Lago de Pátzcuaro de Michoacán, es la comunidad indígena más montañosa de un total de 27 que circundan esta cuenca lacustre. Con un territorio de unos 100 kiló­metros cuadrados, un gradiente altitudinal que va de 2 300 a 3 200 metros sobre el nivel del mar, y una amplitud de elevación de 900 metros desplegada a lo largo de 20 kilómetros de longitud, las tierras de este singular pueblo purhépecha se encuentran comprendidas en tres valles intermontanos organizados de manera escalonada y bordeados por montañas volcánicas y una meseta basáltica. El régimen climá­tico es templado subhúmedo con lluvias en verano y parte del otoño e invierno seco, el más frío y húmedo de toda la cuenca. La precipitación promedio anual es de 1 000 milímetros y la temperatura promedio anual es de 15 ºC, sin embargo, ambos factores varían significativamente de acuerdo con la elevación.
La ocupación humana de este territorio data de la época prehispánica, seguramente por sus montañas densamente forestadas, sus suelos volcánicos, fértiles para uso agrícola, y una relativa abundancia de agua. Sus antiguos pobladores desarrollaron allí una compleja estrategia agrosilvícola que les permitió una ocupación permanente desde por lo menos hace 1 200 años, según evidencias arqueológicas y etnohistóricas. Sin embargo, el análisis de polen encontrado en diversos núcleos de sedimento del lago de Pátzcuaro registra abundantes rastros de maíz desde hace unos 3 500 años, por lo que se presume una historia de ocupación regional mucho más antigua y centrada en la agricultura de dicho grano, la pesca y la explotación forestal. Esto resulta significativo para Pichátaro pues gran parte del esfuerzo histórico de sus pobladores se ha centrado en la agricultura maicera, y hoy día es uno de los principales pueblos indios abastecedores de dicha gramínea a nivel regional.
Hasta muy recientemente, Pichátaro fue autosuficiente en maíz y sus agricultores lograban excedentes, que eran intercambiados por productos pesqueros y agrícolas provenientes de las comunidades asentadas en las riberas del lago. A principios de este siglo, los pichatareños cultivaban quince variedades locales de maíz adaptadas a condiciones de montaña, obtenidas a partir de la recombinación genética de seis razas, según su clasificación moderna, y en tan sólo 30 kilómetros cuadrados de tierras agrícolas. Lo notorio es que esto representa 10% de las sesenta razas de maíz que se cultivan en México, centro de origen de dicho cultivo y área de megadiversidad que contiene cerca de 50% del total de las razas de maíz que se cultivan en el mundo (alrededor de 130, aunque no existen datos precisos). Más aún, estudios recientes demuestran que a todo lo largo de la cuenca de Pátzcuaro se cultiva un importante número de variedades locales provenientes de ocho razas de maíz, por lo que en las tierras agrícolas de Pichátaro se cultiva 75% de dichas razas y sus variedades locales representan cerca de 40% del total registrado en un área circundante mayor a 5 000 kilómetros cuadrados (que incluye la Meseta Purhépecha, Pátzcuaro, La Cañada de los once Pueblos y áreas circundantes), la cual es ecogeográficamente compleja y relativamente homogénea culturalmente por ser el territorio amplio del pueblo Purhépecha.
 
La relevancia de Pichátaro en este sentido se puede apreciar al comparar las cifras locales con los datos sobre la diversidad de maíz en Oaxaca —el estado más diverso bioló­gicamente a nivel nacional—, en donde según Aragón y colaboradores, en una superficie mayor de 3 000 kiló­metros cuadrados, distribuidos en un rango altitudinal que va de 0 a 2 800 metros sobre el nivel del mar, con una gran complejidad ecogeográfica y alta diversidad cultural, se cultiva 58% del total de las razas de México, y en 90% de la superficie cultivada se emplean variedades locales o maí­ces nativos —la relación entre la presencia de dieciséis pueblos indígenas y la diversidad producida en sus territorios es altamente significativa.
En Pichátaro, pueblo purhépecha, se producen variedades locales de maíz que son producto de la recombinación genética de seis razas —16% del total de las razas de Oaxaca—, en una amplitud de elevación menor a un kilómetro cuadrado, en el umbral superior del rango altitudinal de distribución de dicho grano a nivel nacional (de 0 a 3 000 metros sobre el nivel del mar) y el riesgo productivo que conlleva ello, en una superficie sembrada menor a 1% del total de Oaxaca. Bajo este marco excepcional, o al menos altamente significativo en cuanto al esfuerzo de un pequeño pueblo indígena por adaptar y diversificar la producción de maíz en tierras montañosas y altamente riesgosas, uno se pregunta: ¿cuáles son los soportes simbólicos y cognitivos locales que han producido y mantenido dicha diversidad agroecológica?, ¿cómo se ha desplegado en la práctica dicha estrategia agroecológica?, ¿en qué reside la estrategia desde una perspectiva cultural amplia?, y ¿qué deberíamos aprender de ello?
La tierra según los pichatareños
Para los purhépechas de Pichátaro, la tierra conlleva un sentido simbólico fundado en bases sincréticas resultado de su herencia mesoamericana y la práctica ferviente de su catolicismo popular. En este contexto la tierra es percibida como un recurso cuyo comportamiento es el de un ser vivo y el de un sistema biótico fundamental para los humanos. Asimismo, la narrativa local explica las relaciones recíprocas entre la tierra, las plantas, los animales y los humanos que, como cadena trófica, permiten la perpetuación de la vida sobre la Tierra. La tierra es venerada como la Madre de todos los seres vivos y, en este sentido, las prácticas agrícolas y la cosecha son concebidas como las actividades básicas que aseguran la salud y supervivencia humana; por ello requiere buen cuidado y manejo. Dichos valores éticos fundamentan la vida cotidiana y el trabajo de sus habitantes.
Sin embargo, los pichatareños consideran y aceptan que este régimen de verdad —según Foucault— o sistema de creencias, se encuentra expuesto y puede ser alterado por incertidumbres ambientales y económicas, por lo que no es posible controlar totalmente su comportamiento. Así, el humano se encuentra inextricablemente unido a la tierra, por lo que requiere conjurar su benevolencia mediante su respeto, compromiso y tolerancia. Ello se refleja en las interrelaciones del ciclo climático, el ciclo productivo y el calendario ritual (figura 1). Además, localmente se asume que dichas relaciones pueden trascender la esfera de lo comunitario y sufrir los efectos de externalidades, tales como la emigración temporal o las actividades fuera de la parcela, lo cual afecta las relaciones intergeneracionales y entre los individuos. Por ello, su concepción simbó­lica se funda en el trenzado de su cuidado, su ordeña sostenida y su conservación; unidos como elementos insoslayables de la vida. Este complejo de representaciones simbó­licas refleja la manera como la tierra es manejada con el objeto de conseguir la necesidad humana sin atentar contra la vida misma y la de ella. Cabe notar que esta mirada local resulta similar al concepto moderno de tierra promovido por Zonneveld y por la fao, en el que se considera que la tierra constituye un todo que incluye el ciclo hidroló­gico y climático, el relieve y los suelos. En ambos sentidos se estrecha la relación entre el trabajo de la naturaleza y el de los hombres, y por tanto la de su salud, así como la capacidad simbólica y práctica de ambos en su resiliencia.
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Figura 1. Ciclo climático, ciclo productivo y calentamiento ritual.
La palabra echeri, empleada por los pichatareños para designar la cubierta del suelo, es de hecho una noción polisémica que hace referencia tanto al suelo, a la tierra, al paisaje como a las zonas bioclimáticas. De esta manera, los pobladores perciben al suelo-tierra como un componente multidimensional del paisaje sensu latu. Cuando se refieren a un tipo de suelos y sus propiedades, lo conciben como un cuerpo tridimensional, de manera similar a como lo hace el concepto técnico sobre el suelo. Sin embargo, a diferencia de este último, cuando se refiere a las prácticas agrícolas en sus terrenos que requieren un manejo variado de acuerdo con las condiciones bioclimáticas, el campesino pichatareño utiliza dicho término para designar la superficie biodimensional de la tierra. Y más allá de las relaciones prácticas que establece el campesino con sus recursos tierra-suelo, existe una estrecha relación simbólica en donde su cuidado de la tierra le es compensado por ella mediante la provisión de bienes y servicios, incluyendo alimentos, materiales de construcción y alfarería, así como usos médicos, rituales y mágicos. Esta relación poliespecífica se da en función de su valoración como un “sujeto” multivalente y, de hecho, es concebido como un ente cuatridimensional por su valor simbólico, ritual y sagrado.
El manejo de las tierras
Cuatro son los principios que organizan el conocimiento local sobre el manejo de las tierras: 1) su ubicación, 2) su comportamiento, 3) su capacidad de resiliencia, y 4) su calidad.
El principio de ubicación. De acuerdo con la narrativa campesina, las características y la aptitud agrícola de las tierras varían según su posición en el paisaje. De esta manera son reconocidos cinco tipos de tierras: a) las tierras ubicadas en las cimas y sus hombros, b) las localizadas a la mitad de las laderas, c) las de las partes bajas de las laderas, d) las de los valles, y e) las que se encuentran en las mesetas lávicas o malpaíses.
El principio de movimiento y comportamiento. Los campesinos pichatareños reconocen, aceptan y trabajan bajo la idea de que la tierra no es un “sujeto” inmutable sino uno dinámico. Esto se refleja en la expresión “la tierra trabaja y se comporta”, es decir, el comportamiento de la tierra cambia de acuerdo con el ritmo estacional, la variabilidad climá­tica, la ocurrencia de las lluvias y las prácticas de manejo. De la misma manera, el movimiento de la tierra ocurre de acuerdo con su localización en el paisaje. El discurso local sobre el comportamiento y movimiento de la tierra resulta similar al reconocido para otros organismos bioló­gicos, ya que, utilizando un discurso metafórico, los campesinos consideran que el suelo es un organismo vivo, y que al igual que otros seres vivos, la tierra-suelo puede cansarse, estar sedienta, hambrienta, enfermarse e inclusive envejecer. Sin embargo, puede rejuvenecer, recuperarse o rehabilitarse debido a que la tierra tiene la capacidad de volver a desarrollarse. Este argumento discursivo considera que la tierra-suelo es fundamentalmente diferente a otros organismos vivos, los cuales están ineluctablemente condenados a perecer (como los cultivos, la planta de maíz, etcétera).
La lixiviación de las substancias del suelo que genera la depleción de la fertilidad, así como la remoción, transporte y deposición de los sedimentos en la superficie de los terrenos son percibidos como procesos “normales” que afectan a la tierra como un ser vivo. Debido a ello, la estrategia campesina para enfrentar tales procesos consiste en beneficiarse de éstos, en lugar de intentar controlarlos de manera estricta o de enfrentarlos drásticamente.
El principio de resiliencia y restauración. De manera regular, los campesinos realizan prácticas para mejorar la calidad de la tierra pero también lo hacen, de manera excepcional, con el objeto de rehabilitar o restaurar los suelos más degradados. La manera como los campesinos pichatareños se comprometen con la naturaleza al permitir la erosión tierras arriba y aprovecha la depositación de los sedimentos tierras abajo se complementa con un activo manejo de las tierras en las laderas con medidas como el entrampamiento de los sedimentos, la construcción de bordos, cercos vivos, la desviación de las corrientes intermitentes, la nivelación de los terrenos y su estercolación permanente. Una práctica común consiste en mantener en pie las plantas de maíz después de las cosechas, lo cual tiene múltiples efectos, como disminuir la remoción del material superficial de los suelos, adherir residuos orgánicos al suelo y obtener forraje para el ganado que, a su vez, estercola el terreno durante el periodo de descanso.
El principio de calidad de la tierra. La calidad de la tierra es el resultado de la combinación de los tres principios señalados y es localmente referido como el potencial y las limitantes de la tierra en función de su posición en el paisaje, de la intensidad y periodicidad de la erosión y deposición de los sedimentos, así como de las prácticas de manejo aplicadas. La calidad de la tierra es evaluada con base en un conjunto de criterios que incluyen: su posición en el paisaje, sus condiciones microclimáticas, ciertas propiedades del suelo y su fertilidad (“la fuerza de la tierra”, en términos locales). El concepto frío-caliente se utiliza frecuentemente para hacer alusión a las diversas combinaciones de dichos criterios. En la práctica, esta antinomia —frío vs. caliente— es utilizada para evaluar los requerimientos de fertilizantes químicos y, en particular, la adición de sulfato de amonio, que es mayor en los “suelos fríos” (localizados en las laderas) que en los “suelos calientes” (localizados en los fondos de los valles).
En función de los cuatro principios de manejo señalados arriba, y con el objeto de realizar un manejo integrado y diferenciado de las tierras por medio de diversas prácticas, los agricultores pichatareños reconocen tres grandes clases de tierras: 1) las localizadas en laderas pronunciadas o agudas, 2) en los fondos de los valles, y 3) en condiciones especiales, como pedregales o malpaíses, pie de monte, huertos y jardines de traspatio. Cada una de estas clases de tierras requiere un conjunto de medidas para su cuidado.
La agroecología del maíz
El conocimiento de los agricultores pichatareños acerca de la distribución del suelo y su comportamiento y funcionalidad, se encuentra inextricablemente ligado al comportamiento de los cultivos. El discurso de los agricultores acerca de los recursos suelo-tierra se da siempre ligado a las prácticas agrícolas, a la fenología de los cultivos y a la productividad de la tierra. La teoría local acerca de los recursos edá­ficos se centra en la producción de la milpa y del maíz. Este último es reconocido por los lugareños como el alimento básico así como un ente sagrado que les da sentido identitario, de pertenencia a su lugar y a su modo de vida, es por tanto considerado como uno de los símbolos culturales que ordenan su matriz cultural sincrética.
A lo largo de cientos de años, los pichatareños han desarrollado un conocimiento profundo sobre la ecología del maíz y, en particular, respecto de la adaptación de sus variedades locales o maíces nativosos a las heterogéneas características y dinámicas de sus paisajes agrícolas. El conocimiento local sobre la relación suelo-maíz es versátil en términos de su comportamiento como unidad simbiótica (comportamiento del suelo y desarrollo del cultivo), sus hábitats agroecológicos y su distribución territorial. Dicha versatilidad se encuentra moldeada por el conocimiento, las prácticas agrícolas, los modos de consumo familiar y la religiosidad que, en su articulación, han funcionado como un sostén de largo plazo para el mantenimiento y mejoramiento de la productividad de los paisajes agrícolas y la adaptabilidad de los maíces nativos a sus agrohábitats. Este conocimiento abarca aspectos tales como la anatomía del maíz, su fenología, las prácticas agronómicas y los patrones de distribución; todos ellos embebidos en la sobreposición de los calendarios biológico, productivo y religioso, e incluyendo todas las dimensiones operacionales y escalas espaciales y temporales de su práctica y cosmovisión.
En este sentido, los agricultores locales han desarrollado una fina nomenclatura morfológica del maíz que comprende todas las partes constitutivas de dicha planta, las cuales son reconocidas técnicamente. De la misma manera, los lugareños reconocen a profundidad los estados fenológicos del maíz, discriminando finamente diez estadios que varían de acuerdo con la variedad local. Además, los pichatareños clasifican el maíz de acuerdo con sus características morfológicas y fenológicas. La proveniencia del grano es utilizada como un criterio clasificatorio, dividiendo al germoplasma en dos grandes clases: el maíz criollo, considerado como autóctono y reconocido por la fertilización cruzada entre sus diferentes razas, y el maíz mejorado o las variedades mejoradas exóticas, de reciente introducción y adaptación a los paisajes agrícolas locales.
Ambas clases sirven para diferentes propósitos, por lo que son ampliamente aceptadas y mantenidas. De hecho, esta primera clasificación según el origen del germoplasma revela una adopción y adaptación parcial de tipo tecnológico, derivada de la agronomía moderna. Los maíces nativos son mantenidos con el fin de cubrir las necesidades básicas de autosubsistencia y religiosas, en tanto que las variedades exóticas son cultivadas con fines comerciales. Los primeros son cultivados en las laderas de las montañas, tierras especiales y en los huertos familiares, en tanto que las segundas se cultivan en las tierras fértiles de los fondos de los valles.
En un segundo nivel jerárquico de la taxonomía local del maíz, el color del grano y su textura son las principales características morfológicas utilizadas. Más aún, el periodo de crecimiento del grano es otro criterio clasificatorio que agrupa al maíz en dos grandes tipos: 1) las variedades de corto periodo o “violentas”, y 2) las variedades de largo periodo o “tardías”. Dicho criterio clasificatorio se encuentra íntimamente ligado a la diversidad de las condiciones agroecológicas locales. Las variedades tardías son cultivadas en las tierras de laderas frías y húmedas, en tanto que las variedades violentas son cultivadas en los huertos familiares y en las tierras templadas de los fondos bajos de los valles. Además, los criterios de clasificación local incluyen sus usos selectivos, sabores, modos de preparación, incluyendo aquellos de orden ritual. El uso de quince variedades locales de maíz o maíces nativos provenientes de la recombinación genética de seis grandes razas, de acuerdo con la clasificación moderna de dicha planta, nos permite afirmar que los pichatareños son verdaderos y excepcionales genetistas y guardianes de este patrimonio mundial.
Conclusiones
Este ejemplo local demuestra que el mantenimiento de la agricultura tradicional no necesariamente lleva a la degradación de las tierras como lo anuncian sus críticos, sino que, inclusive, mantiene y enriquece una amplia y extraordinaria reserva de germoplasma in situ; siempre en constante dinámica de renovación, adaptación y adopción. Los agricultores pichatareños reconocen claramente el hecho de que la tierra se encuentra expuesta a la erosión, al deterioro estructural de los suelos y a la caída de su fertilidad debido al uso intensivo, por lo que están bien preparados para identificar sus causas, evaluar su severidad y aplicar remedios a dichos procesos; todo ello con el objeto de mantener su agrodiversidad local.
La erosión del suelo no es algo que el agricultor tenga por qué preocuparse cuando dicho proceso es severo, debido a que éste, junto con la caída de su fertilidad, son monitoreados y controlados a lo largo del año y durante largos períodos anuales con el efecto de tomar a tiempo las decisiones y medidas apropiadas para su remediación. La valoración, monitoreo y aplicación de medidas precautorias y correctivas en el manejo de las tierras constituyen elementos integrales de la estrategia agroecológica local para asegurar su uso sostenido y el manejo diversificado de sus cultivares así como el pool genético organizado en un patrón en forma de mosaico (figura 2). La comprensión cabal de los procesos de degradación de las tierras, el manejo de su resiliencia y su aptitud para diferentes cultivares (como las variedades locales de maíz, entre otras), ha permitido que los agricultores locales manejen permanente la recombinación del material genético de sus plantas toleradas, semicultivadas y cultivadas. En síntesis, todo ello representa una teoría social desplegada milenariamente en forma contextualizada y adaptada a las incertidumbres y sorpresas económicas y naturales.
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Figura 2. Procesos de degradación de tierras, manejo de resilencia y
aptitud para diferentes cultivares.
La agricultura pichatareña, basada en el cultivo del maíz, resulta un ejemplo remarcable de cómo los campesinos de tradición agraria mesoamericana adaptaron sus sistemas agrícolas de secano a la heterogeneidad paisajística, a suelos marginales, a la incertidumbre y la sorpresa ambiental, y a las limitantes económicas mediante un detallado y versátil conocimiento agroecológico que les ha permitido el manejo de la diversidad genética de plantas cultivadas a lo largo de miles de años. Dicho manejo adaptativo se basa en el argumento expresado en su narrativa que señala que todos los elementos que constituyen sus agroecosistemas, incluyendo a los humanos, tienen su propia “agencia” o papel deliberado, los cuales se encuentran al mismo tiempo interconectados mediante fuerzas de tensión y distensión.
Debido a ello, cualquier disturbio o modificación creada por la “agencia” de una de sus partes constitutivas (factores meteorológicos, relieve, agua, suelos, plantas, animales y humanos), deberá ser compensado mediante su restauración, o, en caso contrario, la acumulación del disturbio y la desconexión (incluyendo la simbólica), podría crear el colapso de sus agroecosistemas locales. Dicha manipulación cuidadosa de los procesos agroecológicos incluye la supresión temporal de la intervención humana, lo que permite su restauración mediante el activo desenvolvimiento de las otras partes constitutivas de la naturaleza. Este ajuste flexible y regulatorio de las estructuras, procesos y ciclos naturales ha sido el pilar de una estrategia agroecológica sustentada en la capacidad agronómica de sus hacedores para moldear la manera, intensidad y escala de apropiación de acuerdo con los cambios inducidos por los humanos y los no humanos.chivichango96
 
Agradecimientos
 
Agradecemos los apoyos recibidos por los proyectos PAPIIT ni 306806 y CONACYT 090166-2008 y a los agricultores de San Francisco Pichátaro y en particular al agrónomo Heriberto Rodríguez, autoridad de dicha comunidad indígena.
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
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Narciso Barrera Bassols y Marta Astier
Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, Universidad Nacional Autónoma de México.

Es doctor en Ciencias por la Universidad de Gent, Bélgica. Investigador Titular del Centro de Investigaciones de Geografía Ambiental (ciga) de la unam, campus Morelia. Autor de varios libros y artículos. Miembro del Grupo de Expertos sobre Geoparques de la unesco
 

Marta Astier
Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, Universidad Nacional Autónoma de México.

Es investigadora del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, unam, Campus, Morelia. Trabaja los temas de agricultura ecológica, agrodiversidad y sustentabilidad en sistemas campesinos.
 

Quetzalcóatl Ramírez
Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Es investigadora del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, unam, Campus, Morelia. Trabaja los temas de agricultura ecológica, agrodiversidad y sustentabilidad en sistemas campesinos. Quetzalcóatl Orozco Ramírez es maestro en Ciencias Biológicas por la unam e ingeniero en agroecología por la uach. Ha sido consultor y labora en la semarnat.
como citar este artículo
Barrera Bassols, Narciso y Astier Marta, Ramírez Quetzalcóatl. (2009). El concepto de tierra y la diversidad de maíz en una comunidad purhépecha. Ciencias 96, octubre-diciembre, 29-37. [En línea]
     

 

 
       
 
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El observatorio socioambiental de la uccs


Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad

   
   
     
                     
                     
En México, una severa crisis socioambiental está en vías de colapsar las condiciones generales de nuestra vida, y no obedece a causas simples, sino a la convergencia de factores complejos que se entrecruzan y operan en todos los niveles de la cotidianidad.
 
Aunque la devastación ambiental que ha afectado varias regiones del país ya era preocupante durante los años setentas y ochentas del siglo pasado, este problema se ha extendido y profundizado en los últimos sexenios de política económica neoliberal debido al privilegio de intereses particulares de carácter econó­mico, muchas veces incompatibles con la sustentabilidad socioambiental, así como a la falta de protección de los recursos nacionales.
 
Las principales ciudades de nuestro país —y muy particularmente la megalópolis de la ciudad de México, considerada desde hace décadas la segunda más grande del mundo— expanden sus diná­micas y con ello degradan y afectan la disponibilidad de recursos naturales a causa de un crecimiento sin control de la mancha urbana.
 
Esta dinámica de urbanización amenaza cada vez más los espacios de los que depende la conservación del equilibrio ambiental de amplias regiones de México, al impulsar megaproyectos carreteros, minas, instalaciones petroleras, presas hidroeléctricas, proyectos de desarrollo y equipamiento urbano, enclaves agroindustriales o incluso proyectos de comercialización de la propia biodiversidad.
 
Hasta ahora, ni la conciencia pública ni la preocupación científica han sido suficientes para investigar el alcance real de la crisis socioambiental y de la salud. Menos aún existe la voluntad política entre los principales medios de comunicación para hablar con veracidad sobre la devastación ambiental, los agravios y la merma en las condiciones de reproducción de la naturaleza y de la sociedad mexicana.
 
La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), organización no lucrativa que integra a un amplio grupo de científicos, investigadores y estudiantes de ciencias naturales, sociales y las humanidades preocupados por las repercusiones sociales y ambientales de la actividad científica y el desarrollo tecnológico, celebró en diciembre de 2008 su segundo aniversario y presentó el Observatorio socioambiental, el cual, por medio de herramientas de monitoreo, vinculación y análisis de diversos tipos de información disponible públicamente se propone ser un espacio de difusión, diálogo y debate en torno a los principales conflictos sociales derivados de la destrucción ambiental. El Observatorio se enfoca a los espacios nacionales más gravemente afectados por la crisis ambiental, así como las principales experiencias autogestivas de manejo sustentable de los recursos naturales, y tiene como propósito integrar y difundir información sobre la afectación social y ambiental del país, documentando los casos particulares, desde un punto de vista económico, social, técnico, jurídico y cientí­fico, con el fin de propiciar el análisis, el debate y la discusión científica para contribuir al conocimiento público y la solución de estos problemas.
 
La principal herramienta de divulgación del trabajo del Observatorio es la página electrónica (www.unionccs.net), que presenta una serie de mapas temáticos con la información de lo que de manera paulatina habrá de conformar un expediente nacional sobre el alcance de la crisis ambiental, la creciente injusticia ambiental y la emergencia de experiencias comunitarias y sociales para combatirla.
 
Todos los conflictos, problemas o alternativas presentados en el expediente electrónico incluirán, en su etapa final, una ficha con su descripción general y enlaces a la información documental más relevante que sustenta cada caso: evaluaciones técnicas, procedimientos jurídicos y administrativos, leyes y normas oficiales, estudios epidemiológicos o de salud colectiva, manifestaciones de impacto ambiental, planes de ordenamiento, etcé­tera. De la misma manera, la información estará vinculada con los materiales testimoniales (en formato de texto, audio o video) que los afectados o los actores involucrados hayan aportado o que los propios investigadores y público en general recaben y remitan a la página.
 
Nuestros objetivos
 
El Observatorio busca catalizar un proceso de discusión y debate entre la comunidad científica para evaluar y, en su caso, fundamentar técnica, jurídica y científicamente el trabajo local y las demandas de las organizaciones y comunidades involucradas en este complejo proceso de crisis socioambiental. De este modo, el Observatorio pretende también ser un referente para la articulación entre las luchas comunitarias por un medio ambiente digno y el trabajo de asesoría multidisciplinaria de la comunidad académica y científica vinculada con la uccs.
 
Uno de los ejes de nuestra labor es identificar los espacios de mayor conflictividad según la confluencia de procesos de destrucción ambiental e injusticia social, así como la difusión de los casos más consolidados en el manejo autogestivo y sustentable de los recursos naturales en comunidades indígenas y campesinas. Todo esto con la finalidad de construir una herramienta de consulta que pueda difundirse a nivel nacional e internacional, y así avanzar en la constitución de un frente de defensa de la soberanía ambiental de México.
 
De este modo, el Observatorio se constituirá como un espacio para señalar las responsabilidades de las instituciones públicas y científicas en la toma de decisiones que afectan directamente la política ambiental. Uno de los productos derivados de esta labor será la construcción de un diagnóstico general sobre el proceso de devastación socioambiental en México, el cual servirá como plataforma de reflexión colectiva sobre el perfil, las causas y las consecuencias de esta crisis, así como de las alternativas y acciones comunes necesarias para enfrentarla.
 
La labor del Observatorio comenzó con un recuento de los principales casos de organización autogestiva en defensa del entorno que esta grave crisis socioambiental ha desatado por la explotación de recursos naturales (agua, bosques y selvas), el desarrollo de redes de infraestructura urbano-industrial (carreteras, presas hidroeléctricas, rellenos sanitarios, instalaciones mineras y petroleras) y el uso de otras aplicaciones tecnológicas que amenazan la integridad de nuestro ambiente (por ejemplo, la contaminación genética del maíz nativo). Actualmente ya existe una plataforma con cientos de casos documentados disponibles en lí­nea y en constante actualización.
 
La base general de este expediente nacional contará con varias fuentes de información: 1) testimonios de la gente afectada por conflictos ambientales o comprometida con experiencias autogestivas; 2) investigaciones realizadas por instituciones científico-académicas y de gobierno, y por la propia uccs y 3) información documental de organizaciones diversas.
 
Esto implica un intenso trabajo de coordinación, visitas a comunidades, reuniones, investigación y reflexión con los actores involucrados, todo lo cual se concretará en una base electrónica cartografiada que articule la información testimonial con el material documental proveniente de instituciones técnico-científicas y de gobierno, consultoras, organismos no gubernamentales, etcétera.
 
Entre las principales fuentes cartográficas utilizadas e integradas en el Observatorio socioambiental se encuentran aquellas provistas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Sistema de Información Geográfica del Agua (SIGA), la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) y la National Geophysical Data Center (NGDC).
 
Así pues, el Observatorio socioambiental pretende integrar el trabajo y la información de investigadores de diferentes disciplinas para ser un espacio de difusión de la problemática social y de las diversas demandas de comunidades afectadas. Por ello son importantes todas las contribuciones que propicien el crecimiento de este proyecto. La uccs invita a investigadores, sociedad civil y público en general a conocer el Observatorio y a aportar comentarios, datos adicionales, nuevos casos de conflictos o experiencias de manejo ambiental, documentos técnicos, jurídicos o científicos que fundamenten o contradigan los datos presentados, así como todo tipo de sugerencias para enriquecerlo. chivichango96
 
El observatorio sociambiental puede consultarse en la página web de la uccs: www.unionccs.net, y si desea compartir información o comentarios, envíe un correo electrónico a Este endereço de email está sendo protegido de spambots. Você precisa do JavaScript ativado para vê-lo.
 
Las diversas formas de contribuir al trabajo de la uccs se pueden consultar en la misma página web.
 
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Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad

como citar este artículo

Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS). (2009). El observatorio socioambiental de la UCCS. Ciencias 96, octubre-diciembre, 58-61. [En línea]
     

 

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El razonamiento matemático de Mendel
 
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Conrado Ruiz Hernández
   
               
               
El hallazgo y redescubrimiento al inicio del siglo XX de los
principios que rigen la transmisión de los caracteres hereditarios que realizó brillantemente Gregor Johann Mendel entre 1857 y 1865 constituye un momento estelar en el desarrollo de la biología moderna. Desde que las denominadas “leyes de Mendel” fueron reconocidas por la gran mayoría de la comunidad cientí­fica internacional, no han faltado crí­ticos que pongan en duda la pulcritud de la información, en particular de los datos de campo sobre los especimenes observados (chícharos domésticos), que el abad de Brüenn, Austria (localidad que en el presente, con el nombre de Brno, pertenece a la República Checa) reportó en su célebre artículo de 1865, “Experimentos sobre la hibridación de plantas”, en un boletín naturalista local.
 
El primero en mencionar posibles errores tanto en las observaciones como en los registros que reportó Mendel, fue Ronald A. Fisher —inventor del análisis de variancia y el promotor más importante del diseño experimental moderno. En 1936, cuando apareció su libro The design of experiments obra sumamente influyente en biología experimental, publicó un artículo en donde critica con gran agudeza los datos reportados por el padre de la genética. Sus objeciones se centran en las variancias mínimas que aparecen en la descendencia de las plantas híbridas, ya que, de acuerdo con otros estudios realizados a principios del siglo xx, éstas deberían mostrar una variación de al menos cinco por ciento. Fisher duda de la gran perfección matemática de los resultados originales, pues para casos de descendencia cuya proporción es 1:2:1 (que es la síntesis numérica teórica para las proporciones de la descendencia de las plantas híbridas establecida en la segunda ley de Mendel), más bien debería ser de 0.95:1.9:1.
 
Recordemos que las llamadas leyes de Mendel no fueron consideradas como tales por su autor; fueron los entusiastas del mendelismo quienes durante la década de los veintes del siglo pasado las denominaron así, y sin que se formulara al respecto ninguna objeción seria. La primera de ellas, conocida como ley de la uniformidad, establece que si se cruzan dos razas puras para un determinado carácter, los descendientes de la primera generación son todos iguales entre sí —igual fenotipo e igual genotipo— e iguales en fenotipo a uno de los progenitores. La estabilidad genética aparente sólo podrá alterarse debido a la aparición de una mutación.
 
La segunda ley, de la segregación, establece que los caracteres recesivos, al cruzarse dos razas puras diferentes, quedan ocultos en la primera generación —en donde toda la descendencia pareciera ser igual— y reaparecen en la segunda —si hay autofertilización— en proporción de uno a tres respecto de los caracteres dominantes. Los individuos de la segunda generación que resultan de los híbridos de la primera generación son diferentes en fenotipo —aunque éste puede enmascararse por el carácter dominante, lo que debe verificarse en otra autocruza de prueba— en la proporción siguiente: 1 (individuos “puros” con el carácter dominante) : 2 (individuos híbridos, en donde puede expresarse el carácter dominante u otra característica diferente a la de los “puros”) : 1 (individuos “puros” con el carácter recesivo).
El aná­lisis matemático de esta ley constituye el tema de este artículo.
 
La tercera ley, de la independencia de los caracteres, establece que los caracteres son independientes y se combinan al azar; es decir, que en la transmisión de dos o más caracteres, cada uno de ellos se transmite de manera independiente y se pueden combinar de todos los modos posibles.
 
El contexto de las leyes
 
El planteamiento altamente eficaz de los diseños que aplicó Mendel dejan ver su gran experiencia en el manejo práctico de las plantas. Hijo de campesinos, creció entre las labores del campo, ayudando a sus padres, por lo que sabía del manejo de plantas y animales de interés agropecuario. A diferencia de otros científicos influyentes de la misma época, como por ejemplo el ortogenista Karl Nägeli —al parecer un académico pedante y de pensamiento proclive al engorro, quien creía que la evolución se orientaba siempre hacia lo correcto, a quien el monje genetista mandó sus manuscritos preliminares con el objeto de conocer la opinión de un experto y sin obtener respuesta satisfactoria—. Mendel no evitaba ensuciarse las manos con tierra y estiércol, pero además, gracias a su formación religiosa, era una persona erudita en teología, pedagogía, matemáticas y botánica.
 
Sin embargo, Mendel no era un cientí­fico profesional, y su condición de clérigo le impedía asumir una postura más aguerrida para difundir y defender sus hallazgos. Sus experimentos debieron realizarse seguramente con discreción extrema y evitando al máximo contravenir las ideas de sus hermanos de hábito, agustinos —una orden religiosa dedicada principalmente a la enseñanza— y, por supuesto, a sus superiores. Hay indicios de que tanto el emperador de Austria (en ese entonces Brno pertenecía a ese país) como el Vaticano, lo mantenían bajo una vigilancia moderada. Cabe preguntarse lo que pudo haber pasado si Mendel hubiera tenido un papel más protagónico y decidido para enarbolar sus ideas, y el impacto que hubiera tenido en las de Carlos Darwin —no olvidemos que las leyes de la herencia constituyen el eslabón que le hacía falta a la teoría de la evolución.
 
 
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Se sabe que Mendel difundió separatas de su trabajo publicado, así como algunos datos de sus avances posteriores, manteniendo intercambio epistolar —aunque con una mínima respuesta por parte de sus destinatarios— con botánicos y naturalistas importantes en esa época. ¿Le habrá enviado a Darwin su trabajo? En 1959, Elizabeth Gasking realizó una indagación sumamente interesante sobre si realmente Mendel pasó inadvertido entre los años 1866 y 1899. Se tiene confirmación de que durante ese periodo se le citó al menos seis veces en trabajos importantes de científicos acreditados (aunque de manera tangencial y sin concederle la importancia debida). En esta contabilidad tenemos que descontarle una autocita de su primer artículo, que él incluyó en el segundo, titulado “Híbridos de Hieracium obtenidos por fertilización artificial” y publicado en 1869, en donde menciona con mucha prudencia los trabajos de Darwin, citándolo. Cabe preguntarse si verdaderamente pasó inadvertido o, más propiamente, incomprendido.
 
Los datos y el modelo matemático
 
En sus artículos, Mendel realiza descripciones de los procedimientos que empleó y de las dificultades que debió sortear, en particular para asegurarse de que las cruzas controladas por él no se contaminaran con el polen de otras plantas. No obstante, a pesar de que estos experimentos se hicieron en los terrenos de un monasterio, el autor no hace mención a problemas de plagas o a contingencias debidas a factores climáticos —por ejemplo, la mortalidad de los especímenes—, lo cual despertó la sospecha de algunos genetistas, como el mismo Fisher.
 
En uno de los experimentos de Mendel se menciona que de 1 060 semillas provenientes de plantas híbridas —es decir que compartían las características de tallo largo y corto, pero con dominancia de la primera, esto es, de tallo largo—, de las cuales tendría que haberse seleccionado al azar alrededor de una semilla por planta del conjunto progenitor, se obtuvieron 277 de tallo corto y 783 de tallo largo, lo que da la proporción 1 a 2.83, cuando la predicción es de 1 a 3. Debe tomarse en cuenta que de las 783 plantas con tallo largo sólo del orden de 1/3 serían “puras” (lo que tendría que comprobarse al autopolinizarlas nuevamente) y los otros 2/3 serían híbridas. Para conservar la proporción idealizada de 1 (largas puras) : 2 (híbridas) : 1 (cortas puras), que es lo que procura demostrar Mendel, se requerirían los siguientes valores: 277 (con tallo largo y puras) : 506 (híbridas con tallo largo) : 277 (con tallo corto y puras). La proporción queda así: 1:1.83:1. Obviamente, la coincidencia exacta de las cantidades colocadas en los extremos es estadísticamente inadmisible. En efecto, sí parece haber algunas inconsistencias en los datos reportados, pero a mi modo de ver, Mendel buscaba determinar empíricamente la tendencia que mostraban las respectivas descendencias quizás persiguiendo un modelo teórico preconcebido (lo cual no es criticable).
 
Ahora bien, el logro con datos de campo reales de la proporción exacta 1:2:1 es propiamente una imposibilidad matemática (el equivalente genético de la cuadratura del círculo). Si se obtuvieran datos reales —en condiciones de laboratorio y con organismos más controlables— que fueran cercanos a 0.95:1.9:1, sería espléndido. El linaje representado por la unidad (1), sólo puede corresponder a las plantas con tallo corto y puras (o el equivalente que corresponda si se trabaja con otras especies), y es esto lo que sirve de patrón para el cálculo de las otras dos proporciones.
 
Las matemáticas utilizadas por Mendel hacen ver que sí poseía un dominio notable sobre las mismas, por lo que no es descabellado suponer que era capaz de aprovecharlas del mismo modo como ocurre en la física o las matemá­ticas puras. Jacob Bronowsky, quien realizó una revisión muy detallada de la obra de Mendel, incluyendo la visita a los lugares en que vivió, en donde pudo encontrar documentos iné­ditos sumamente interesantes —gran parte de sus documentos personales fueron quemados tras su muerte en 1884—, señala que está sorprendido por la visión matemática tan precisa (o quizás exacta) de lo que él pretendía comprobar. Es casi seguro que contaba con una idea matemática de lo que pretendía encontrar —lo que explicaría una deducción a priori de las tendencias esperadas en la descendencia de los chícharos—, por lo que el trabajo de campo y experimental (que inició con mucha anticipación a 1857) sólo poseía un papel confirmatorio.
 
La vinculación con el binomio de Newton
 
Partiendo de lo anterior y tomando en cuenta los simbolismos que utilizaba Mendel para referirse a los caracteres dominantes (T) y recesivos (t), el problema era encontrar un objeto matemá­tico, modelo o algoritmo que contuviera las relaciones 1:2:1. Debía entenderse, en primer lugar, el carácter algebraico de las combinaciones TT, Tt, tT y tt, que esquemáticamente indican las mezclas de caracteres resultantes de las cruzas, en donde uno de los atributos (tallo largo o tallo corto) domina sobre el otro. Los híbridos podían ser indistintamente las combinaciones Tt o tT. ¿Representan un producto o un factor? No, en realidad algebraicamente representan la conjunción o la integración de dos caracteres. Por lo que Tt es más propiamente T + t o t + T (considerando la permutación de las literales). No es difícil, haciendo una conjetura bien fundamentada (hasta ahora no considerada formalmente por ningún autor, por lo que constituye una contribución original), que Mendel haya multiplicado los dos binomios siguientes: (T + t) × (t + T) = TT + 2Tt + tt, lo cual constituye el binomio de Newton, cuyo resultado se comporta con base en la proporción 1:2:1. El término 2Tt está compuesto por las permutaciones Tt y tT, que para efectos genéticos da lugar al mismo tipo de descendencia. En este caso el signo de multiplicación es algebraico y no esquemá­tico (lo cual indica que se trata de una cruza o combinación de caracteres).
 
¿Acaso fue así como Mendel dedujo el modelo teórico de la transmisión de los caracteres hereditarios? Es posible que así haya sido en cuanto al planteamiento general, pero no con respecto a la expresión fenotípica de los organismos contenidos en cada término del trinomio. Para saber cuáles serían los caracteres dominantes o recesivos era indispensable la experimentación. Esto muestra que el planteamiento de los principios formulados por Mendel se obtuvo deduciendo por abstracción matemática, pero su comprobación (si bien no exacta, pero sí con precisión suficiente) tuvo que ser empírica. Tenemos que reconocer que este personaje, además de ser inobjetablemente el fundador de la genética, también era un genio.
 
Entre el vitalismo y el mecanicismo
 
En el artículo “Experimentos sobre la hibridación de plantas”, Mendel menciona la siguiente expresión, relacionándola con las proporciones previstas para la descendencia de híbridos:
 
Ecuacion1
 
Por ser unidades las “fracciones” T / T y t / t, los híbridos T / t y t / T lo son también por extensión, por lo que el trinomio que resulta es correcto. Mendel hace una demostración verdaderamente sesuda, en la cual es posible que tuviera una motivación ideológica. Lo laborioso del desarrollo matemático (sobre todo para comprenderlo) y la abstracción requerida podrían ser una manera de sugerir que “los asuntos de la vida” son mucho más difíciles de explicar que los hechos físicos, lo cual fue quizá una estratagema en apoyo del vitalismo, la postura filosófica dominante entre los biólogos de esa época y que permitía cierta afinidad con las creencias religiosas.
 
Otro camino a seguir podría haber sido la factorización de los binomios, con los caracteres dominante y recesivo que tiene cada uno de los híbridos, con lo cual se obtiene otro resultado, sumamente parecido y quizás completamente equivalente al anterior:
 
 
(T + t) × (t + T) = TT + 2Tt + tt.
 
 
De haberse apoyado Mendel de manera explícita en esta demostración, quizás hubiera sido señalado como un mecanicista, una postura más propiamente materialista, ya que ello implicaría reconocer que los seres vivos —al igual que todos los objetos del Universo— se someten a principios y leyes comunes.chivichango96
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
Asimov, I. 1975. Breve historia de la biología. eudeba, Buenos Aires.
Bronowsky, J. 1979. El ascenso del hombre. Fondo Editorial Interamericano, Bogotá.
Corcos, A. y F. Monaghan. 1993. Gregor Mendel’s experiments on plant hybrids: a guided study. Rutgers University Press, New Brunswick.
Fisher, R. 1936. “Has Mendel’s work been rediscovered?”, en Annals of Science, núm. 1, pp. 115-137.
Gasking, E. 1959. “Why was Mendel’s work ignored?”, en Journal of the History of Ideas, vol. 20, núm. 1, pp. 60-84.
Hull, L. 1981. Historia y filosofía de la ciencia. Ariel Barcelona.
Wood, R. y O. Vitezlav. 2001. Genetic prehistory in selective breeding: a prelude to Mendel. Oxford University Press, Oxford.
     
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Conrado Ruiz Hernández
Facultad de Estudios Superiores-Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Es profesor de carrera titular en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM. Realiza investigación sobre las alfabetizaciones matemática y ambiental.
 
como citar este artículo
Ruiz Hernández, Conrado. (2009). El razonamiento matemático de Mendel. Ciencias 96, octubre-diciembre, 42-47. [En línea]
     

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Futuro en los plásticos
 
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Emmanuel T. Carballo Gutiérrez
   
               
               
Uno de los mayores desafíos que enfrentamos los arquitectos e ingenieros hoy día es alcanzar un equilibrio entre las necesidades de construcción de una población global creciente y la protección del ambiente y la salud humana. Los materiales plásticos, que forman parte de los polímeros, no sólo hacen posible dicho equilibrio, sino que son además el material idóneo para alcanzar un equilibrio económico y ambiental, y cumplir al mismo tiempo con las necesidades de diseño funcional y planeamiento creativo.
 
Los polímeros (del griego poly, muchos, y meros, parte, segmento) se producen por la unión de cientos de miles de moléculas pequeñas denominadas monómeros que forman enormes cadenas de las formas más diversas. Existen polímeros naturales como el algodón, formado por fibras de celulosas, material que se encuentra en la madera y en los tallos de muchas plantas, y se emplean para hacer telas y papel. La seda y la lana son también polímeros, al igual que el hule de los árboles del caucho y los arbustos de guayule.
 
Sin embargo, la mayor parte de los polímeros que usamos en nuestra vida diaria son materiales sintéticos con propiedades y aplicaciones variadas. Lo que distingue a los polímeros de los materiales constituídos por moléculas de tamaño normal son sus propiedades mecánicas, ya que en general tienen una excelente resistencia mecá­nica debido a que las grandes cadenas poliméricas se atraen —su fuerza de atracción intermolecular depende de la composición química del polí­mero, por lo que puede ser de varias clases.
 
Las moléculas de los polímeros son, por lo menos aproximadamente, múltiplos de unidades de bajo peso molecular llamadas monómeros. Si el polímero es rigurosamente uniforme en peso molecular y estructura molecular, su grado de polimerización es entonces indicado por un numeral griego, que depende del número de unidades de monómero que contiene —así, hablamos de dímeros, trímeros, tetrá­mero, pentámero y sucesivos, con polímero se designa una combinación de un número no especificado de unidades, y si el número de unidades es muy grande, se usa la expresión de “gran polí­mero”. Las moléculas individuales de un polímero pueden ser distintas en peso molecular, composición química y estructura molecular. Ciertamente, hay polímeros naturales como ciertas proteínas globulares y policarbohidratos, cuyas moléculas individuales tienen el mismo peso molecular y la misma estructura molecular, pero la gran mayoría de los polímeros sintéticos y naturales importantes son mezcla de componentes poliméricos homólogos. La pequeña variabilidad en la composición química y en la estructura molecular es el resultado de la presencia de grupos finales, ramas ocasionales, variaciones en la orientación de los monómeros y la irregularidad en el orden en que se suceden los diferentes tipos de esas unidades en los copolímeros. Estas variedades en general no suelen afectar las propiedades del producto final, aunque se ha descubierto que en ciertos casos hay variaciones en copolímeros y en polímeros cristalinos.
 
El comportamiento mecánico de los materiales poliméricos depende en forma muy especial de la temperatura y la duración de los esfuerzos está­ticos o la frecuencia de los dinámicos. En la teoría del comportamiento viscoelástico se describen los procesos de modificación de las materias polimé­ricas en donde participan las deformaciones forzadas de las macromoléculas y su deslizamiento mutuo, como una superposición de las modificaciones de cuerpos de Hooke que actúan como resortes y de la fluidez viscosa del lí­quido newtoniano que actúa como amortiguador. Así, resortes y amortiguadores actúan conjuntamente, como si estuvieran conectados.
 
Es por esto que al aumentar la temperatura, los resortes se hacen menos rígidos y los líquidos amortiguadores menos viscosos, al igual que ocurre cuando aumenta el tiempo de actuación de una tensión —aunque hay polí­meros de alta flexibilidad, como el pvc, y plásticos rígidos armados mediante insertos reforzantes que presentan altos valores de resistencia sobre un intervalo de temperaturas considerables. Actualmente, para todos los plásticos que se utilizan en construcción se dispone de diagramas de líneas de alargamiento y de tensión en función del tiempo y del intervalo de temperaturas de aplicación.
 
Pasado y presente
 
En la década de los setentas se produce una transformación vertiginosa en la aplicación del plástico, en la cual se pasa de las iniciales connotaciones limitantes del plástico al trabajo de exploración para el futuro de las jóvenes generaciones, que desemboca en el comienzo del desarrollo efectivo de las aplicaciones reales del plástico en la construcción, y se cierra de forma repentina con la crisis del petróleo de principios de esta década. El alza sú­bita de los precios del crudo provocó la crisis completa de los valores que habían impulsado el optimismo de la dé­cada anterior, y la responsabilidad en el gasto energético, la eficiencia de los sistemas y la necesidad de pensar a largo plazo provocaron que la escasa durabilidad del plástico, su origen en los combustibles fósiles y su relación con el mundo del consumo, lo carguen de connotaciones negativas. La gráfica se invierte, el plástico deja de ser un material positivo y optimista que parece acercar el futuro a nuestras vidas, y su utilización se percibe como irresponsable. Sin embargo, su desarrollo industrial no cesa, y paralelamente a su desaparición como material de elementos vitales, los sistemas constructivos renuevan sus elementos auxiliares utilizando fundamentalmente polímeros.
 
Su utilización se hace frecuente e incluso comienza a competir con materiales tradicionales, en conducción, aligeramientos, adhesivos, pinturas, pavimentos e impermeabilizantes entre otros. Pero donde su utilización se hace casi universal, gracias a la colaboración estatal indirecta bajo la forma de la normatividad, es en el campo de los aislantes. Como consecuencia de la crisis energética, en buena parte de los países occidentales se regula por ley el coeficiente de transmisión térmica de los aislantes, y los plásticos encuentran un campo fértil a sus propiedades.
 
Treinta años después, la época oscura parece haber concluido; la ciencia sigue produciendo nuevos materiales de síntesis cada vez más especializados y de mayores prestaciones, a la vez que el aura negativa del plástico parece haberse disipado, al mismo tiempo que se incrementa el interés por su reciclabilidad. La determinación tridimensional digital de la forma y los sistemas de control numérico han abierto nuevas perspectivas en los últimos años en el análisis estático, la fabricación de moldes y la compatibilidad entre la seriación de las piezas y la construcción de formas complejas. Si en los setentas la responsabilidad en el uso de los recursos disponibles llevó a la desaparición de los plásticos de la escena, ahora los arquitectos desvían su mirada hacia campos marginales en donde la utilización de polímeros es frecuente para llevar a cabo una arquitectura económica, inmediata y libre de toda sofisticación innecesaria.
 
El mundo de la producción agrícola intensiva se ha convertido en un campo al cual recurrir en pos de la incorporación de las técnicas e imagen del plástico. La llamada Casa Latapie, construida en Francia en 1993, utiliza directamente una piel de plástico ondulado y transparente, originalmente de pvc y que se sustituiría posteriormente por policarbonato, para acondicionar climáticamente y ampliar un nú­cleo revestido de contrachapado. La Casa Barak, de 2001, o la Casa Coutras, de 2000, también en Francia, emplean la imagen y los sistemas materiales de los invernaderos para proponer una arquitectura positivamente efímera que acepta la escasa durabilidad del material como equilibrio añadido a su costo y propiedades.
 
Por otra parte, el desarrollo del pet como material transparente de alta reciclabilidad —realizado en 1973 entre Pepsi Cola y DuPont— abrió la puerta al de plásticos que incorporan su propia reciclabilidad como condición de diseño y, por extensión, al diseño de materiales de reciclado que pudieran utilizar el desperdicio de los residuos plásticos como material de base.
 
En este paisaje cada vez mas amplio y plural de las aplicaciones de los materiales de síntesis y sus implicaciones arquitectónicas, también tiene lugar la “nostalgia del futuro” y la recuperación de ciertos beneficios de la arquitectura de la década de los setentas. Acompañados en algunos casos del desarrollo de las familias de los fluorados —que ya había permitido anteriormente la popularización de las cubiertas de grandes claros, ligeras y translucidas con revestimientos de teflón—, así como de geometrías complejas que han hecho posibles las técnicas de modelado digital.
 
La creciente amplitud en la aplicación de estos materiales ha hecho que entren en la paleta de todo un grupo de arquitectos preocupados por cualidades visuales y perceptivas de los materiales más que de desarrollos tecnoló­gicos específicos o de una utilización comprometida o ejemplar. La utilización de páneles de policarbonato celular machihembrados en el almacén Ricola en Mulhouse en 1993 por Herzog & de Meuron, que en su momento supuso la apertura a este material de un buen número de prácticas en Europa, los más recientes cerramientos de etfe del Allianz Arena en Munich en 2005, también con la pareja suiza, y la incorporación de páneles moldeados y serigrafiados del cerramiento de la tienda de Christian Dior en Omotesando, en Tokio en 2003, efectuados por sanaa, abren la puerta a la amplia aceptación de las cualidades de los materiales poliméricos de síntesis artificial.
 
Su futuro
 
Actualmente se apunta a los polímeros como una de las áreas prioritarias de desarrollo mundial. Entre las líneas de investigación más destacadas se hallan las siguientes: 1) diseños en la estructura molecular para que puedan elegirse y combinarse propiedades y funciones diversas; 2) materiales biocompatibles en el ámbito de la traumatología, odontología, cirugía, etcétera; 3) procesos de reciclado de plásticos que reduzcan su impacto ambiental; 4) materiales reforzados con una alta resistencia mecánica combinada con otras propiedades y funciones como los nanotubos de carbono —elementos de dimensiones extraordinariamente pequeñas cuya resistencia es cien veces superior a la del acero; 5) control de la degradación al ser sometidos a condiciones ambientales severas de humedad, temperatura o resistencia al fuego; 6) los plásticos, por ser materiales maleables y de baja densidad, se emplean en campos muy diversos, como aeronáutica (convenientemente reforzados con fibras de vidrio o de carbono), automoción, telecomunicaciones (fibras ópticas), etcétera. En el campo de la medicina las aplicaciones son también enormes: implantes, ortopedia, fármacos, fabricación de plasma artificial e incluso hay proteínas necesarias para el cuerpo humano que también se pueden sintetizar artificialmente.

Según su uso, se pueden distinguir tres clases,: a) polímeros de uso general, como pvc, ps, poliacrilatos y metacrilatos, resinas epoxi, etcétera; b) polímeros técnicos o de ingeniería, que preservan sus propiedades por debajo de 0 ºC y a más de 100 ºC, como policarbonatos, poliamidas, polisulfonas, etcétera; c) polímeros especiales, de elevado precio, con altas prestaciones en cuanto a sus propiedades térmicas y mecánicas, normalmente con aplicaciones muy específicas. Es aquí donde se están realizando los avances más sobresalientes: polímeros fluorados como el teflón, muy resistentes incluso a altas temperaturas, cristales lí­quidos empleados en las pantallas planas e cualquier pantalla o televisor, polí­meros electroactivos que conducen electricidad en lugar de servir como aislantes, polímeros fotosensibles o biopolímeros, cada vez más empleados en cirugía y prótesis.
 
Buscando una solución a los problemas que conlleva el uso de los plásticos, científicos e ingenieros vienen desarrollando plásticos biodegradables obtenidos a partir de fuentes renovables, como las plantas. Un material es biodegradable cuando puede ser degradado a sustancias más simples por la acción de organismos vivos, y de esta manera ser eliminado del ambiente. La razón por la cual los plásticos tradicionales no son biodegradables es porque son polímeros demasiado largos y compactos como para ser atacados y degradados por los organismos descomponedores. Pero los plásticos basados en polímeros de plantas tienen una estructura que puede ser destruida por los microorganismos.
 
El almidón es un polímero natural, un gran hidrato de carbono que la planta sintetiza durante la fotosíntesis y le sirve como reserva de energía. Los cereales, como el maíz, contienen gran cantidad de almidón. El almidón puede ser procesado y convertido en plástico, pero como es soluble en agua, se ablanda y deforma cuando entra en contacto con la humedad, limitando su uso. Este problema puede ser solucionado modificando el almidón. Primero, el almidón se extrae del maíz, luego los microorganismos los transforman en una molécula más pequeña (un monómero), el ácido láctico. Después, este ácido láctico es tratado quí­micamente de manera que forme cadenas o polímeros con una estructura molecular parecida a la de los de origen petroquímico, que se unen entre sí para formar el plástico llamado ácido poliláctico (pla por sus siglas en inglés). Otra manera de hacer polímeros biodegradables es empleando bacterias que fabrican gránulos de un plástico llamado polihidroxialcanoato (pha). Las bacterias pueden crecer en cultivo y el plástico ser extraído fácilmente.
 
En Japón buscan independizarse del petróleo, y la respuesta está en el maíz. Los principales avances con los motores de hidrógeno tienen el sello nipón, y la energía solar ha conocido sus mayores avances en aquél país. Fueron los primeros en eliminar los metales pesados en la fabricación de las computadoras, y en estos avances ha pesado mucho la ecología. No en vano el gobierno de Tokio cuenta con la legislación medioambiental más exigente y predica con el ejemplo. Para participar en cualquier concurso de suministros informáticos para el Estado, las computadoras deben cumplir una serie de requisitos que minimicen su impacto contra el medio ambiente. A este escenario se le sumó el alza del petróleo.
 
Preservar los escasos recursos petrolíferos y prevenir el calentamiento global de la Tierra son los argumentos que alegan Nec, Fujitsu, Sanyo, Pioneer y Sony para sus ensayos con plásticos obtenidos de los vegetales. Pero es el maíz el candidato mejor situado para quitarle a los ordenadores su olor a petróleo. Sanyo, uno de los impulsores del pla, estimó en su momento que se necesitaban 85 granos de maíz para hacer un disco compacto, una mazorca para diez discos, y el año pasado fue de los primeros en anunciar la fabricación un de cd a base de maíz, MildDisc, aunque postergó su lanzamiento hasta tener más pruebas de resistencia térmica.
 
NEC, que ya usa al pla en algunas placas madre, pretende que, para 2010, 10% del material que lleven sus ordenadores proceda del maíz. Fujitsu ya comercializa pc hechos con bioplásticos. Se trata de los portátiles fmv Biblo y Lifebook, y el ordenador de sobremesa Deskpower. Ambos equipos sólo se venden en Japón y en la franja oriental de Asia. Pioneer anunció este año el primer disco óptico Blu-Ray, la próxima generación de discos dvd hechos de maíz. El disco, sin fecha para su comercialización, tiene 87% de polímero de ácido poliláctico (pla), es biodegradable, puede ser destruido con facilidad sin emitir gases tóxicos, y su capacidad es de 25 Gigas. Las empresas Sony y DoCoMo de Japón crearon conjuntamente el primer teléfono celular hecho de plástico vegetal. En Estados Unidos, las empresas químicas y agrícolas tejen alianzas para hacer desde envases hasta ropa con materiales derivados del maíz y otras plantas. En una planta de Nebraska, una alianza entre Cargill Inc. y la química Dow está fabricando un material plástico extraído del maíz, llamado Ingeo. Con el material y la fibra se hacen frazadas y envases de alimentos.
 
A modo de conclusión
 
Además de los plásticos existen muchos otros materiales que en un futuro no muy lejano revolucionarán el diseño de las nuevas construcciones, tanto por sus aplicaciones como porque lograrán un mejor empleo de los recursos energéticos y tendrán un impacto ambiental menor. Científicos y tecnólogos se afanan en crear nuevos materiales y en descubrir nuevas posibilidades para los antiguos. Diseñar y construir implica un conocimiento de los materiales. Sus características tecnológicas son la llave para un nuevo y más eficiente uso de los mismos. Su comprensión es la clave de la diferenciación, y su aplicación la realidad palpable del mundo que habitamos.chivichango96
 
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
Warren, A. James. Architectural Design, vol. 76, núm. 2, pp. 88–95.
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http://www.asades.org.ar/ideasynoticias/plasticosbiodegradables.htm
http://www.foroalfa.com/A.php/Teoria__practica_e_innovacion/24
http://www.arquitectura.com.ar/monografias-de-arquitectura/el-plastico/
     
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Manuel Tzontemoc Carballo Gutiérrez
Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Es arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura de la unam, donde actualmente está realizando una maestría en Arquitectura en el campo de Tecnología, con el tema de los Polímeros en Arquitectura.
 
como citar este artículo
Carballo Gutiérrez, Emmanuel T. (2009). Futuro en los plásticos. Ciencias 96, octubre-diciembre, 62-69. [En línea]
     

 

       
 
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1
 
Kukulcán y
los anacronismos ecológicos
 
Héctor T. Arita
   
   
     
                     
                     
Y la primavera misma,
al despertar al amanecer,
apenas y notará
que habremos partido.

Sara Teasdal
 
El viernes 20 de marzo de 1209, como lo había hecho desde hacía cientos de años, Kukulcán descendió del cielo. En la tarde de ese día, coincidiendo con el equinoccio de primavera, los rayos del sol se filtraron por las estructuras de la escalinata del edificio principal de Chichén Itzá y las sombras formaron un listón de triángulos en rápida sucesión hasta alcanzar la escultura de la cabeza de serpiente al pie de la pirámide. En conjunto, el juego de luz y sombra y la cabeza pétrea formaron, como cada equinoccio, una imagen espectral de Kukulcán, el dios serpiente con plumas. A diferencia de años atrás, sin embargo, no hubo esta vez ser humano que presenciara el hermoso espectáculo. Aunque existe mucha controversia respecto de la fecha en que Chichén Itzá fue abandonada, la historia tradicional apunta a que a finales del siglo xii, debido a pugnas entre los integrantes de la Liga de Mayapán, el sitio quedó completamente desierto. Para el equinoccio de hace ochocientos años no quedaba nadie que hiciera ofrendas al dios que, fiel a la tradición y matemáticamente obligado por la posición del Sol y la Tierra, regresaba a su cita anual con los mayas de Chichén Itzá.
 
Esta historia es reminiscencia del cuento de Ray Bradbury Vendrán lluvias suaves, incluido en sus Crónicas Marcianas. En él Bradbury relata un día en la existencia de una casa en Allendale, California —el 4 de agosto de 2057—, que ha quedado desierta por la muerte de la familia McClellan en un estallido nuclear. La casa robotizada, programada para dar servicio a una familia de cuatro personas, sigue realizando sus funciones a pesar de que sus ocupantes humanos han desaparecido. El desayuno se prepara todos los días, el reloj avisa puntualmente cada hora importante y, exactamente a las nueve con cinco minutos de la noche, una voz amable lee el poema Vendrán lluvias suaves, en el que la poetisa Sara Teasdale anticipó un mundo en el que la naturaleza sigue su marcha a pesar de la desaparición del ser humano.
 
Así como Kukulcán siguió descendiendo del cielo cada año y la casa de los McClellan continuó funcionando después de la muerte de sus ocupantes, hay patrones en la naturaleza que sólo pueden explicarse como reminiscencias de tiempos geológicos pasados. El berrendo (Antilocapra americana), habitante de las praderas de Norteamérica, es un ejemplo de un animal finamente adaptado para escapar de los depredadores: su morfología y fisiología le permiten alcanzar velocidades de más de 90 kilómetros por hora e incluso su vida social y su patrón reproductivo parecen responder a la necesidad de correr velozmente. Lo curioso es que en Norteamérica no existe ningún depredador que pueda siquiera acercarse a la velocidad que alcanza el berrendo. Entonces, ¿para qué le sirve al berrendo ser tan veloz?
 
La única manera de contestar la pregunta es considerando el pasado. John Byers, zoó­logo de la Universidad de Idaho, ha propuesto que los atributos ecológicos del berrendo actual son respuesta a la presión de depredadores que se extinguieron hace miles de años. En particular, se especula que durante gran parte del Plioceno, es decir, en los últimos dos millones de años, se dio un proceso de coevolución de los berrendos con el cheetah americano (género Miracinonyx), similar al que tuvo lugar entre el cheetah del Viejo Mundo y los antílopes de Asia y África. Miracinonyx se extinguió al final del Pleistoceno, hace unos 11 000 años. Aún así, ya sin la presencia de su depredador, el berrendo sigue maravillándonos con su elegante porte y veloz correr en las praderas americanas.
 
El término “anacronismos ecológicos” fue acuñado por Daniel Janzen y Paul Martin en 1982 para describir patrones actuales en la historia natural de los organismos que só­lo pueden explicarse como respuestas ecológicas a ambientes que ya no existen. Janzen y Martin pusieron como ejemplo los frutos de plantas como el guanacaste (Enterolobium cyclocarpum) y el cuatecomate (Crescentia alata) que son tan grandes y duros que ningún animal actual de Centroamérica puede partirlos, consumirlos y dispersar sus semillas. Esa función la desempeñaban animales como los caballos pleistocénicos, los perezosos gigantes y los gonfoterios (parientes de los elefantes), todos ellos extintos al final del Pleistoceno. Aunque los dispersores de sus semillas se extinguieron hace miles de años, las plantas continúan produciendo sus duros frutos de acuerdo con un programa genético que fue moldeado por un proceso ancestral.
 
En un momento de la historia del planeta en que un gran número de especies se están perdiendo a una tasa sin precedentes, el número de ejemplos de anacronismos ecológicos aumenta también a pasos agigantados. Tal como lo han discutido investigadores como Rodolfo Dirzo y Kent Redford, algunas selvas actuales corren el riesgo de convertirse en bosques vacíos, ambientes que tienen la apariencia de sitios naturales sanos, pero que han perdido gran parte de las especies animales que las habitaban. No necesitamos esperar hasta el año 2057 para ver una casa como la de los McClellan, en pie y realizando funciones que carecen de sentido ante la ausencia de sus ocupantes.
 
En años recientes ha habido propuestas serias de revertir el proceso de extinción de la llamada megafauna (animales de gran talla) en América del Norte. En 2006, en la prestigiosa revista American Naturalist, un grupo de investigadores encabezados por Josh Donlan, y que incluía al propio Paul Martin, propuso la introducción a lugares selectos de los Estados Unidos de especies actuales que pudieran restituir algunas de las funciones perdidas debido a las extinciones pleistocénicas. El artículo propone en un principio extender la distribución de las poblaciones de caballos cimarrones y posteriormente considerar la introducción de leones y elefantes como sustitutos de las especies que no hace mucho tiempo existían en América del Norte.
 
Se trata, por supuesto, de una idea muy controvertida. Por un lado, resulta interesante considerar la posibilidad de volver a tener en América del Norte una fauna tan rica en mamí­feros de gran tamaño como la que existió cuando el ser humano llegó al Nuevo Mundo. Por otro lado, la propuesta se enfrenta con serios problemas logísticos y por supuesto con la reticencia de un número considerable de científicos. ¿Realmente una manada de elefantes africanos o asiá­ticos podría restituir las funciones ecológicas de los mamuts?, ¿podrá aceptar el pú­blico la idea de tener en América del Norte grandes depredadores como los leones?
 
Un paso aún más extremo en una posible recuperación de los ecosistemas pleistocénicos sería el recrear las especies ya extintas a través de material genético fósil. A principios de este año se especuló mucho sobre la posibilidad de clonar mamuts lanudos a partir de adn recuperado de individuos congelados en Siberia. Realistamente, la tecnología actual dista mucho de poder ofrecer esta opción, pero en teoría no existe ningún obstáculo para poder desarrollar en las próximas décadas las técnicas necesarias. En ese caso no sería descabellado pensar en un auténtico “parque pleistocénico” con auténticos animales de la época: mamuts, felinos dientes de sable, osos de hocico corto, perezosos gigantes, etcétera.
 
Algunos anacronismos pueden recuperar, aunque sea parcialmente, su función. En Chichén Itzá, por ejemplo, después de varios siglos se redescubrió el fenómeno del descenso anual de Kukulcán, lo que constató una vez más lo profundo del conocimiento que los antiguos mayas tenían sobre la astronomía, las matemá­ticas y la arquitectura. La función original, recrear el descenso de un dios desde las alturas, no es ya relevante, pero el fenó­meno es hoy en día un imán irresistible para miles de turistas ávidos de presenciar en vivo la constancia de la sabiduría maya. En otros casos, como en el de la casa de los McClellan, la pérdida es irreversible. ¿Será posible restituir la riqueza pleistocénica de Norteamérica?, ¿vendrán lluvias suaves al Nuevo Mundo.chivichango96
 
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
 
Janzen, D. H. y P. S. Martin. 1982. “Neotropical anach­ronisms: The fruits the gomphoteres ate”, en Science, núm. 215, pp. 19-27.
La fecha del equinoccio en 1209 corresponde al calendario gregoriano extrapolado y fue obtenida a través de Wolfram Alpha (www.wolframalpha.com).
Información sobre el proyecto de repoblar América del Norte con fauna pleistocénica http://www.rewilding.org/pleistocene_rewilding.html
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Héctor T. Arita
Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de México

 

como citar este artículo
Arita, Héctor T. (2009). Kukulcán y los anacronismos ecológicos. Ciencias 96, octubre-diciembre, 12-14. [En línea]
     
       
 
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La dispersión de frutos y semillas y la dinámica de comunidades
 
Yuriana Martínez Orea, Silvia Castillo Arguëro y
Patricia Guadarrama Chávez
   
   
     
                     
                     
Los frutos y semillas (denominadas en su conjunto diásporas) son
estructuras que resultan de la reproducción sexual de las angiospermas y gimnospermas, y confieren resistencia ante condiciones impredecibles del medio ambiente e involucran en su origen características genéticas únicas. Una diáspora puede estar formada por la semilla y el embrión, dentro de un fruto o no, y puede incluir también algunas partes modificadas del perianto. Existen varios casos en los que los frutos y semillas se depositan muy cerca de la planta progenitora, sin embargo muchas son las especies que por sus estructuras accesorias, o sin ellas, son dispersadas a grandes distancias de su progenitor por factores bióticos o abióticos.
 
Desde tiempos remotos los naturalistas han destacado la importancia de la dispersión de las plantas en largas distancias. En la década de los treintas se reportaba que algunas semillas podían viajar en el agua de 12 a 40 kilómetros. En años más recientes se incluyen distancias mayores a 600 kilómetros, tanto por agua como por animales, como es el caso del trébol (Trifolium angustifolium) y el llantén (Plantago lagopus). Un estudio reveló que una población de treinta individuos por km2 de primates dispersa en un día más de 25 000 semillas de más de 112 especies en dicha área. Se determinó además que la distancia a la que estas semillas son dispersadas, en la mayoría de los casos, está entre 100 y los 500 metros, llegando hasta 1.5 kilómetros de distancia con respecto a la planta madre.
 
La dispersión trae consigo beneficios que van más allá de la colonización de nuevos sitios y hay varias teorías o hipótesis que las explican (ver cuadro 1). Las implicaciones de los mecanismos de dispersión incluyen además de los beneficios a nivel de especie el mantenimiento de la diversidad de una comunidad. Cabe destacar que en el ciclo de vida de las plantas, las etapas de semilla (dispersión y su almacén en un banco) y plántula son reconocidas como las más importantes en la regeneración natural de las comunidades, además de las más críticas porque en ellas tiene lugar la mortalidad más alta para la mayoría de las especies. Debido a esto, se debe abordar como un tema central en la biología de la conservación y en el manejo de las especies, sobre todo ante la seria limitante que representa la escasa lluvia de semillas en hábitats degradados.
 

Cuadro 1. Teorías que explican las ventajas ecológica.

a) Hipótesis de escape: debido a que hay animales que se alimentan de los frutos de algunas especies —aquellas de frutos carnosos como Sideroxylon (Sapotaceae), Paullinia (Sapindaceae) ricos en carbohidratos—tienden a estar más agregados en las cercanías de estas plantas, de esta manera las diásporas que caen cerca de la planta madre tendrán un mayor riesgo de mortalidad por depredación que aquellas dispersadas lejos de ésta, también existen factores de mortalidad denso-dependientes que actúan en las cercanías de las plantas madre (como la competencia por recursos como luz y nutrientes entre las plántulas de la misma y de diferentes especies), de los cuales se está escapando si es que la dispersión ocurre lejos de los con-específicos.
 
 
b) Hipótesis de colonización: en este caso se asume que los sitios que poseen condiciones óptimas para el establecimiento de las especies (humedad, luz, nutrientes, temperatura) están en una dinámica de cambio constante tanto en espacio como en tiempo, estas condiciones pueden cambiar, por ejemplo en un bosque o selva las condiciones se modifican por la apertura de claros que abren huecos en el dosel y aumenta la incidencia lumínica y la temperatura. Entre mayor sea el número de sitios donde se depositen las semillas, la probabilidad de que las mismas encuentren sitios propicios para su establecimiento será mayor.
 
 
c) Hipótesis de la dispersión dirigida: existen especies cuya adecuación se incrementa porque una alta proporción de sus semillas son dispersadas a sitios donde tendrán una alta y predecible probabilidad de supervivencia (como ocurre en especies generalmente dispersadas por aves y mamíferos, como algunas de la familia Lauraceae), en comparación con los sitios de dispersión al azar. Lo anterior supone la existencia de un vector biótico o abiótico predecible para la especie en cuestión. Por ejemplo, el género Capsicum incluye especies con frutos de sabor picante, lo que evita selectivamente a ciertos depredadores, sin disuadir a dispersores efectivos. Otros ejemplos son los de especies que producen bellotas que son dispersadas a grandes distancias por aves o especies dispersadas por hormigas, como varias del género Grevillea y Thysanotus; en Australia se sabe que hasta una tercera parte de las plantas son dispersadas por hormigas.
 
 
Estructuras y síndromes
 
Existe gran variación en las estructuras asociadas a un tipo de dispersión, la cual puede ser a veces detectable a nivel de familia, por ejemplo, la familia Asclepiadaceae típicamente posee diásporas con apéndices plumosos o una estructura conocida como “coma” y son dispersadas por el viento, al igual que algunas especies de la familia Asteraceae. Otras diásporas pueden poseer alas, síndrome llamado pterocoria, tal es el caso de algunas especies de la familia Asteraceae y Bignoniaceae. Lo mismo ocurre con las diásporas pequeñas y ligeras (esporocoras) como las de Orchidaceae —del orden de los 10-6 g—, Loganiaceae y Polygonaceae, y las diásporas pterocoras y pogonocoras, que son típicamente dispersadas por el viento, y se les denomina anemocoria.
 
Las diásporas diminutas contrastan con otras especies como el coco, frutos del orden de más de 106 g, por lo que podemos percibir que tan importante es el tamaño de los frutos y semillas como factor decisivo en la dispersión de las plantas con flores. Las diásporas pesadas y grandes, tendrán como síndrome de dispersión la barocoria, que por definición es la dispersión de frutos y semillas por medio de la gravedad.
 
Además de la gran variabilidad de estructuras accesorias de las diásporas entre las especies de una comunidad, en una familia existen también especies con diversos síndromes de dispersión. En la familia Asteraceae, aunque el vilano suele ser común en los frutos (aquenios), en géneros como Bidens, esta estructura puede estar conformada por pelos rígidos y con ganchos que se adhieren al pelaje o plumaje de los animales, en este caso el síndrome es conocido como acantocoria y el vector suele ser la exozoocoria.
 
Esta diversidad en síndromes de dispersión también se hace evidente a nivel de género, como ejemplo podemos citar al género Acacia, el cual está ampliamente distribuido en América. Varias de sus especies son dispersadas por aves, mamíferos, viento y hormigas. Las especies dispersadas por aves y mamíferos tienen frutos suculentos, en ocasiones de colores llamativos. Las semillas dispersadas por hormigas, tienen una estructura llamada “eliosoma” la cual es rica en lípidos y está adherida a la testa, las semillas son llevadas a los hormigueros, donde los eliosomas son consumidos y las semillas son desechadas intactas.
 
Otro caso interesante se encuentra en la familia Malpighiaceae, donde la mayoría de las lianas son dispersadas por viento teniendo en particular especies pterocoras, sin embargo las formas arbóreas poseen frutos drupáceos muy probablemente dispersados por animales (sarcocoria-endozoocoria).
 
Patrones de dispersión
 
En las diferentes comunidades se pueden observar algunos patrones comunes de dispersión ya sea con apéndices especializados o simplemente con características morfológicas particulares que las asocian con un tipo de dispersión.
 
Por ejemplo, en ambientes áridos, los efectos de la dispersión y latencia de diásporas en la dinámica de poblaciones han sido explorados muy recientemente. En matorrales o desiertos es común encontrar especies con diásporas muy pequeñas, por lo general ligeras y cuyo vector de dispersión es el viento, tal puede ser el caso de las cariopsis de los pastos o aquenios diminutos de especies de la familia Cyperaceae. Por otra parte, las cactáceas pueden producir frutos carnosos con muchas semillas, este es el caso del género Opuntia. La dispersión de estas semillas es llevada a cabo por coyotes, venados y diferentes especies de aves como los cuervos, los cuales se alimentan de estos frutos y regurgitan o defecan las semillas en diferentes sitios alejados de la planta progenitora, este tipo de dispersión se conoce como sarcocora, propia de las diásporas con cubiertas carnosas que son consumidas y dispersadas por aves o mamíferos (endozoocoria). Pero en general, la dispersión por viento es la dominante en estos ambientes. Por citar algunos ejemplos, en algunas savanas hasta 42% de las especies pueden poseer diásporas que se dispersan por viento, ya sea por la presencia de alas, comas o vilanos.
 
El estudio de la ecología de la dispersión de semillas por animales ha sido y continua siendo enfocada a los sitios tropicales, sin embargo, los estudios recientes abarcan también las zonas templadas y áridas; los cuales han permitido asentar las bases de diversas teorías de la evolución de dependencias mutualistas entre plantas y animales.
 
Muchas especies de bosques tropicales tienen frutos con pericarpos comestibles (familias Myrtaceae, Sapotaceae, entre otras), usualmente son consumidos por aves (ornitocoria) y por mamíferos (mamalocoria) que dispersan estas diásporas por la recompensa que ofrecen sus partes comestibles. La mayoría de las especies tienen moras de vivos colores, drupas o semillas rodeadas de arilos carnosos, las cuales son características típicas de las especies dispersadas por aves. Algunos estudios han citado que casi 70% de las especies leñosas y epífitas de bosques tropicales tiene propágulos ornitocoros, con los porcentajes más altos en el dosel y subdosel. Entre los arbustos y enredaderas la ornitocoria tiende a disminuir e incrementan la anemocoria y otros síndromes. A pesar de que la sarcocoria (tipo de dispersión de diásporas con partes carnosas) sea extremadamente importante en bosques tropicales, algunos autores han señalado también la importancia en estos sitios de algunos agentes abióticos para la dispersión, en particular de la anemocoria. En otros casos, como en la familia Viscaceae, las diásporas se adhieren al pelaje de los animales por medio de sustancias viscosas. Este último tipo de dispersión, también llamado ixocoria o epizoocoria, parece ser también importante en bosques tropicales. Estas variantes suponen una gran diversidad de formas y se debe tomar en cuenta que en muchas ocasiones existe más de un vector o síndrome de dispersión de las especies, por ejemplo, el hecho que la mayoría de las orquídeas en ambientes tropicales posean diásporas diminutas, no supone que el vector de dispersión sea únicamente la anemocória sino que también sus diásporas pueden adherirse al pelaje y plumaje de los animales (exozoocoras), se sabe también que en bosques tropicales existen orquídeas de diásporas sarcocoras o endozoocoras, como es el caso de la conocida “Vainilla”. Se ha planteado que entre más hú­meda sea una selva, mayor será la importancia de la sarcocoria (o endozoocoria) y menor la de la acantocoria. Es de notar, por lo anterior que este último síndrome disminuye de lugares abiertos (como savanas y pastizales) a hábitats de vegetación más cerrada. Se han señalado también algunos patrones como el que las especies acantocoras pertenecen principalmente al sotobosque y que es un síndrome que ocurre menos frecuentemente a medida que la estatura y longevidad de las plantas en la comunidad incrementan. Por esto se sabe que las especies acantocoras se encuentran a menudo en sitios abiertos o perturbados con caminos, donde habitualmente se encuentran especies malezoides, o especies cuyo origen es ambiguo.
 
Conclusiones
 
La dispersión es un aspecto funcional de una comunidad, su estudio aporta elementos esenciales para entender la composición, distribución y abundancia de especies, así como su variación espacio-temporal. Por esto, es primordial profundizar en las investigaciones que aclaren las bases ecológicas de las diferencias en el espectro de dispersión en términos de disponibilidad de agentes de dispersión, tamaño de la diáspora, así como limitantes ecológicas. Asimismo, resulta elemental entender los patrones de dispersión y sus variantes en gradientes de humedad, de fertilidad de suelo, estructura de la vegetación, entre otros; y comparar datos de diferentes estudios incluyendo variantes geográficas y climáticas. Para lo anterior, se han priorizado dos puntos cruciales: realizar un estudio de dispersión en una comunidad abarcando el mayor número de especies así como un lapso de tiempo suficiente para incluir las etapas de fructificación, y la necesidad de la existencia de un sistema unificado de clasificación de los tipos de dispersión, para facilitar la comparación de las características de dispersión entre comunidades, determinar especies en riesgo y el grado de alteración de las comunidades, así como plantear estrategias de restauración.chivichango96
 
Agradecimientos
 
A la M. en C. Irene Sánchez Gallén por sus valiosos comentarios, que enriquecieron este trabajo.
 
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Referencias bibliográficas
 
Dansereau P. y K. Lems. 1957. “The grading of dispersal types in plant communities and their ecological significance”, en Contributions de l’Institute Botanique de l’Uni­versité de Montreal, núm. 71, pp. 1-52.
Pijil L. van der. 1982. Principles of dispersal in higher plants. Springer-Verlag, Berlín.
Howe H. F. y J. Smallwood. 1982. “Ecology of Seed Dispersal”, en Annual Review of Ecology and Systematics, núm. 13, pp. 201-228.
Hughes J. W. y T. J. Fahey. 1988. “Seed dispersal and colonization in a disturbed northern hardwood forest”, en Bulletin of the Torrey Botanical Club, núm. 115, pp. 89-99.
Willson M. F, A. K Irvine y G. Neville. 1989. “Vertebrate Dispersal Syndromes in Some Australian and New Zea­land Plant Communities, with Geographic Comparisons”, en Biotropic, núm. 21, pp. 133-147.
Levey D. J., R. W Silva y M. Galeotti. 2002. Seed dispersal and Frugivory: Ecology, Evolution and Conservation. CAB International. Reino Unido.
Fenner M. y K. Thompson. 2004. The ecology of seeds. Cambridge University Press. Cambridge, Mass.
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Yuriana Martínez Orea
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Silvia Castillo Argüero
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Patricia Guadarrama Chávez
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
 

como citar este artículo

Martínez Orea, Yuriana, Castillo Argüero Silvia y Guadarrama Chávez Patricia. (2009). La dispersión de frutos y semillas y la dinámica de comunidades. Ciencias 96, octubre-diciembre, 38-41. [En línea]
     

 

       
 
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La memoria biocultural.
La importancia ecológica
de las sabidurías tradicionales
 
Víctor Toledo y Narciso Barrera Bassols
 
Junta de Andalucia/
Icaria Editorial
Barcelona. 230 p.
   
   
     
                     
                     
La memoria permite a los individuos recordar los eventos del
pasado. Como los individuos, las sociedades poseen también una memoria colectiva, una memoria social. En ambos casos, esta capacidad de recordar resulta crucial porque ayuda a comprender el presente y en consecuencia da elementos para la planeación del porvenir y para remontar eventos similares ocurridos anteriormente. La especie humana también tiene memoria, y ésta permite develar las relaciones que la humanidad ha establecido con la naturaleza a lo largo de la historia. Aunque todas las especies tienen en teoría una memoria que les permite mantenerse y sobrevivir en el cambiante concierto de la historia natural, la especie humana es la única que puede ser consciente de ésta, que es por lo menos, triple: genética, lingüística y cognitiva. Se expresa en la variedad o diversidad de genes, lenguas y conocimientos o sabidurías. Las dos primeras expresiones de heterogeneidad de lo humano, que han sido lo suficientemente documentadas mediante la investigación genética y lingüística, permiten trazar la historia de la humanidad ubicándola en sus diferentes contextos espaciales, ecológicos y geográficos.
La tercera, mucho menos explorada, sintetiza y explica esa historia al revelar las maneras en que los diferentes segmentos de la población humana se fueron adaptando a la amplia gama de condiciones de la Tierra.

Las dos primeras dimensiones certifican una historia entre la humanidad y la naturaleza, y la tercera ofrece todos los elementos para comprender, evaluar y valorar esa experiencia histórica. En conjunto conforman un archivo histórico, es decir, una memoria. La búsqueda de esta memoria de especie termina por reconocer que, en la actualidad, se encuentra alojada en las llamadas sociedades tradicionales y, más específicamente, en los pueblos indígenas del mundo.
 
Como sucede con muchos otros aspectos, la memoria de la especie —que resulta del encuentro entre lo biológico y lo cultural—, se encuentra seriamente amenazada por los fenómenos de la modernidad: procesos técnicos y económicos, sociales y políticos.

Este libro está dedicado a desentrañar la esencia, estructura y dinámica de la memoria (biocultural) de la especie humana, a ponderar sus fortalezas y debilidades, a revelar su importancia o trascendencia para el futuro del género humano, y a identificar las distintas amenazas que se ciernen sobre ella. Éste aná­lisis se realiza teniendo como referente la perspectiva agroecológica, que demanda un cambio radical en la manera como los seres humanos se apropian los bienes y servicios de la naturaleza, y que postula modos alternativos de producir, circular, transformar y consumir las materias requeridas por la sociedad.

Intentando remontar la amnesia de los sistemas agroindustriales, la agroecología reconoce en esos lenguajes de larga historia que todavía sobreviven en las mentes y en las manos de los miembros de las culturas rurales, un arsenal nemotécnico de valor inconmensurable. En última instancia, es en esas sabidurías milenarias, largamente ignoradas, desvalorizadas o mal interpretadas, donde se encuentran las claves para remontar la actual crisis ecológica y social desencadenada por la revolución industrial, la obsesión mercantil y el pensamiento racionalista.
 
La memoria biocultural de la especie humana permite entonces adquirir una perspectiva histórica de largo trazo, develar los límites y sesgos epistemológicos, técnicos y económicos de la modernidad, y visualizar soluciones de escala civilizatoria a los problemas actuales.chivichango96
 
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Fragmento de la introducción.
 

como citar este artículo

Toledo, Víctor Manuel y Barrera Bassols, Narciso. (2009). La memoria biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Ciencias 96, octubre-diciembre, 76. [En línea]
     
       
 
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La persistencia de la memoria V


Carlos Aguilar Gutiérrez y Aline Aurora Maya Paredes

 
 
   
   
     
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Carlos Aguilar Gutiérrez y Aline Aurora Maya Paredes
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 

como citar este artículo

Aguilar Gutiérrez, Carlos y Maya Paredes, Aline Aurora. (2009). Copérnico. La persistencia de la memoria. Ciencias 96, octubre-diciembre, 78-79. [En línea]
     


 
       
 
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La problemática de las áreas protegidas en Oaxaca
 
Nallely Martínez Sánchez, Víctor Adrián Pérez Crespo y Sadoth Vázquez Mendoza
   
   
     
                     
                     
La necesidad de conservar nuestros recursos bióticos llevó a la creación de áreas naturales protegidas que inicialmente proponían ser áreas sin intromisión antropogénica. Actualmente, las estrategias se han modificado no sólo para conservar, sino para hacer un manejo adecuado de los recursos existentes.
 
Las áreas naturales protegidas son porciones terrestres o acuáticas del territorio nacional representativas de los diversos ecosistemas, donde el ambiente original no ha sido alterado significativamente y cuya función es la conservación y protección de los recursos naturales y la biodiversidad. Pueden ser federales, decretadas por el gobierno central, y estatales, donde el gobierno estatal es el principal autor del decreto.
 
En Oaxaca han sido decretadas por el gobierno federal seis áreas que son administradas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, la primera de las cuales, el “Parque Nacional Benito Juárez”, fue decretada en 1937 y se localiza al norte de la capital del estado. Por su parte, el gobierno estatal ha emitido decretos de protección para tres áreas más. Sin embargo, la función que deberían realizar estas áreas no siempre se cumple, debido principalmente a la mala delimitación que ocasiona discusiones e incluso enfrentamientos entre comunidades o municipios por el control del territorio que reclaman como suyo. En otros casos, las áreas se delimitaron sin consultar a las comunidades por lo que éstas no las reconocen como tal o están en desacuerdo con el manejo de las mismas, lo cual nos lleva a otro problema: la inexistencia en la mayoría de los casos de planes de manejo adecuados.
 
En el caso de existir dichos planes, el problema es que ocurren violaciones a los mismos, como lo muestra lo que sucede en el Parque Nacional Bahías de Huatulco, donde aun cuando el reglamento señala que no es permitido el turismo en gran escala al interior del parque, las compañías hoteleras y turísticas han establecido instalaciones dentro de los lí­mites del área protegida. Aunado a este tipo de problemas, en la mayoría de los parques hay actividades clandestinas como la caza de especies enlistadas dentro de la nom-059-ecol-2001 y la extracción de flora nativa.
 
Desde la perspectiva de la conservación, sin duda el mayor problema es la insuficiente superficie cubierta por estas áreas. En todo el estado la superficie sujeta a programas de protección y conservación decretada representa sólo 3.5% del total, a pesar de que Oaxaca es el estado del país con mayor biodiversidad.
 
Como resultado del pequeño tamaño de las reservas naturales así como del aislamiento en que se encuentran, las poblaciones tanto animales como vegetales que se busca conservar difícilmente pueden realizar migraciones y por ende intercambio genético con otras poblaciones. Esto puede incrementar la endogamia en las poblaciones poniéndolas en riesgo incluso de desaparición. Esta problemática es reflejo de los criterios poco científicos con los que fueron decretadas las áreas existentes, ya que en muchos casos sólo se consideró la belleza estética y el potencial recreativo, obviando su función ecológica.
 
Muchas instituciones tanto gubernamentales como sociales han fijado su vista en estos problemas y proponen nuevas alternativas para solucionarlos. Principalmente, se busca incrementar la superficie bajo protección al tiempo que se construyen “corredores biológicos” que permitan el libre tránsito de especies y la adecuada protección de ecosistemas primordiales como los bosques mesófilos y las selvas tropicales.
 
Una de las primeras propuestas fue realizada en cooperación entre el Instituto Estatal de Ecología de Oaxaca y serbo a. c., y se proponen 31 nuevas áreas protegidas con base en el buen estado de conservación de la vegetación y una alta diversidad. Además, se busca cubrir zonas del estado que actualmente carecen de áreas protegidas como sucede en la Sierra Norte de Oaxaca o la región del Papaloapan. Esta iniciativa incrementaría la superficie protegida en casi 31%, lo que se traduce en poco más de tres millones de hectáreas bajo protección.
 
Por su parte, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (conabio), con base en la información recopilada en inventarios y colecciones científicas, aunado al trabajo conjunto de científicos nacionales, ha propuesto la protección de siete zonas.
 
Independientemente del estado actual de conservación de las mismas, éstas son importantes por aspectos biológicos además de ser consideradas “regiones terrestres prioritarias”. Es necesario recalcar que, de acuerdo con la misma institución, su propuesta no es concluyente y debe ser actualizada.
 
Las instituciones educativas también han mostrado interés en la conservación y con base en sus propios estudios han lanzado nuevas propuestas. El ciidir-Oaxaca publicó en 1993 el Estudio para el Establecimiento de un Sistema Estatal de Áreas Naturales Protegidas en Oaxaca, México, donde proponía mantener tres de las áreas protegidas existentes en esa época (Parque Nacional Benito Juárez, Lagunas de Chacahua y Playa Escobilla) y agregar tres más: Chimalapas, Sierra Norte y Cañada.
 
Las áreas comunales
 
Aun cuando todas las propuestas ven como prioridad el crecimiento de la superficie a proteger, pocas de ellas resuelven los problemas de funcionamiento antes mencionados. Es notable que las propuestas no consideren la opinión de los habitantes de las regiones donde se pretende establecer las nuevas áreas protegidas. Tal vez una alternativa para la conservación sea que las mismas comunidades propongan, delimiten y administren sus propias zonas a conservar.
 
Un ejemplo de la importancia de la participación comunitaria es La Piedad Nuevo San José Río Manso, en el municipio de Santiago Jocotepec, mejor conocido como Cerro Chango, en donde los habitantes decidieron conservar 700 hectáreas de selva alta perennifolia, hábitat del mono araña (Ateles geoffroyi), en donde se realiza ecoturismo a baja escala y se manejan sustentablemente los recursos de la región. Actualmente, otras comunidades cercanas han impulsado iniciativas similares, intentando crear un corredor biológico al que denominarán Veinte Cerros.
 
A lo largo del territorio oaxaqueño surgen estas propuestas que en su mayoría no reciben apoyo gubernamental directo y que sufragan gastos por medio del sistema de pago por servicios ambientales o bien mediante proyectos avalados por fundaciones nacionales o extranjeras. Sin embargo, estas propuestas también presentan desventajas como es el hecho de que dependen de lo bien constituida que esté la comunidad, del partido político en el poder, del presidente municipal o comisariado en turno, de la variabilidad de los intereses de la comunidad e incluso de los cambios económicos nacionales (migración, globalización, etcétera).
 
A pesar de las desventajas que presentan las áreas protegidas comunales, creemos que pueden convertirse en una buena opción para la conservación, ya que son ellas en primera instancia las que muestran interés por proteger sus recursos naturales. Si a ese esfuerzo le añadimos el conocimiento científico que representan las instituciones educativas, y la coordinación que sólo pueden ofrecer instancias gubernamentales como conanp y conabio, tendremos áreas óptimas, funcionales, que realmente permitan la protección de los recursos.
 
En conservación no se trata sólo de crecer, sino de hacerlo con responsabilidad; si queremos conservar los ecosistemas para las futuras generaciones debemos mejorar el manejo de las áreas existentes y hacer respetar los reglamentos internos, así como hacer participes a las comunidades.chivichango96
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Referencias bibliográficas
 
Acosta Castellanos, S., R. Aguilar, C. Bonilla y E. Cisneros. 1993. Estudio para el Establecimiento de un Sistema Estatal de Áreas Naturales Protegidas en Oaxaca, México. ipn–conacyt, México.
Arriaga, L., J. M. Espinoza, C. Aguilar, E. Martínez, L. Gómez y E. Loa (coord.). 2000. Regiones terrestres prioritarias de México. conabio, México.
Torres Bahena, E., S. Salas y L. Schibli. 2000. “Áreas Prioritarias para la Conservación en Oaxaca”, en El Tecolote, año vii, 3ª época, núm. 9, pp. 80-84.
 
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Nallely Martínez Sánchez
Instituto Carlos Gracida, A. C.
 
Víctor Adrián Pérez Crespo
Estudiante de posgrado en Ciencias Biológicas, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Sadoth Vázquez Mendoza
Estudiante de doctorado en el CIIDIR-Oaxaca-IPN.
 

como citar este artículo

Martínez Sánchez, Nallely, Pérez Crespo Víctor Adrián y Vázquez Mendoza Sadoth. (2009). Problemática de las áreas protegidas en Oaxaca. Ciencias 96, octubre-diciembre, 24-27. [En línea]
     
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