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Jorge Galindo González |
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Seguramente en algún momento te has preguntado: ¿por qué existen estos fastidiosos mosquitos y las cochinas cucarachas?, ¿de qué sirven las ratas?, ¿para qué hay murciélagos? La respuesta es muy simple: es porque hay alimento disponible y estos animales lo aprovechan. Si no hay qué comer… desaparecen. Aquí hablaremos de los murciélagos, los únicos mamíferos con capacidad de vuelo en total obscuridad, más de 1 300 diferentes especies que habitan en todo el mundo y de las cuales en México se encuentran alrededor de 140 especies. Su dieta es muy variada, algunas especies se alimentan de insectos, otros de artrópodos o de frutos silvestres, de néctar y polen de las flores; también hay carnívoros, que cazan ratones, aves, lagartijas, incluso pequeños murciélagos, o bien ranas y peces; y están los famosos vampiros, los responsables de la mala fama que rodea a los murciélagos, tan solo tres especies que se alimentan exclusivamente de sangre de otros mamíferos y aves, y que habitan únicamente en las zonas tropicales del continente americano. Los murciélagos aparecen en la historia de la Tierra hace más de 53 millones de años, desde entonces han estado evolucionando y adaptándose a sus ambientes para aprovechar todos los recursos disponibles que ofrece la oscuridad de la noche. En México tienen una importancia particular los murciélagos que se alimentan de néctar y polen de las flores, sobre todo aquellos que se relacionan con los agaves, una familia de plantas de gran diversidad en el país, con cerca de 150 especies. A lo largo de millones de años de interacción, murciélagos y plantas han evolucionado juntos de tal manera que ambos se benefician de su relación; a esto se le llama coevolución mutualista, ya que los murciélagos encuentran un rico y energético alimento, mientras que las flores son fertilizadas con polen procedente de plantas lejanas —de hasta treinta o cincuenta kilómetros de distancia. Con capacidad de visitar hasta mil flores por noche, los murciélagos garantizan el flujo de genes entre los agaves, la reproducción sexual cruzada y por tanto la variabilidad genética que mantiene sanas, vigorosas y fuertes a las plantas de las poblaciones. El problema En México, las culturas prehispánicas producían pulque con el agave pulquero (Agave salmiana), y con la llegada de los españoles y la introducción de la destilación aparece el tequila hecho con agave azul (A. tequilana), y el mezcal (A. angustifolia y otras más). El desarrollo moderno de la industria tequilera y el auge mundial de tal bebida espirituosa provocó que la producción masiva de plantas de agave se convirtiera en la piedra angular de la industria. La planta del agave azul vive entre siete y ocho años, se reproduce sexualmente (florece) únicamente una vez en su vida y posteriormente muere. Durante sus años de vida la planta crece constantemente, acumulando azúcares (fructosa) que invertirá por completo en su único evento reproductivo sexual. Para la industria del tequila y del mezcal, este evento reproductivo es contraproducente, ya que el agave consume todas sus reservas de azúcar acumuladas en la producción de flores, néctar, polen y posteriormente en los frutos y semillas; y precisamente los azúcares son el ingrediente básico para la producción de los destilados. Lo que sucede en las plantaciones es que los agaves son cosechados justo antes de la producción de la inflorescencia llamada “quiote” (una estructura columnar con cientos de flores que puede medir de siete a diez metros de altura), por lo que se interrumpe el proceso natural de reproducción sexual; en su lugar, los productores sustituyen las plantas cosechadas por clones o hijuelos producidos por las raíces de los agaves a partir de los cuatro años (uno o dos por planta cada año). Éste es el gran problema en la industria tequilera, pues por más de cien años los cultivadores de A. tequilana han plantado y replantado sus cultivares con clones de las mismas plantas. Para agravar el problema, al parecer todas las plantaciones de tequila provienen de muy pocos individuos a los que no se les ha permitido la reproducción sexual, es decir, todas las plantaciones de agave azul son clones de dos individuos que han sido clonados por decenas de generaciones, perdiendo la diversidad genética. La reproducción sexual es la forma natural de intercambio genético, de enriquecimiento y mantenimiento de la diversidad genética de las poblaciones naturales, lo que se traduce en individuos mejor adaptados, más vigorosos para la reproducción, con capacidad de enfrentar plagas y enfermedades entre otras adversidades. En las plantaciones clonadas, si se enferma una planta, hay un alto riesgo de que se enferme toda la plantación, ya que son genéticamente idénticas; si los productores no encuentran cura para esa enfermedad, ¡se puede perder toda la producción tequilera de agave azul! Por su parte, la producción de mezcal todavía mantiene cierto carácter artesanal, y en el campo aún existen plantas silvestres con gran diversidad genética. Pero la demanda está llevando a un crecimiento de las plantaciones, en particular de maguey espadín (A. angustifolia). Existe una solución La idea del Proyecto Tequila Bat friendly, avalado por la unam, es permitir la floración de al menos 5% de los agaves de una plantación con el fin de que los murciélagos polinicen sus flores con polen que proviene de agaves silvestres, enriqueciendo la diversidad genética del cultivar. En cifras, esto significa alrededor de doscientas inflorescencias por cada hectárea de cultivo, lo que puede alimentar a cien murciélagos. En 2016, México contaba con 111 420 hectáreas sembradas con agaves azul y mezcalero. Si se permitiera la reproducción sexual de 5% de los agaves, tendríamos más de diecinueve millones de inflorescencias produciendo néctar y semillas. Lo siguiente, y de crucial importancia, sería recolectar las semillas así producidas, sembrarlas y cuidarlas en un vivero, y posteriormente transplantarlas al campo de producción, sustituyendo poco a poco las plantas de origen clonal con las producidas por semilla. Igualmente enriquecedor sería recolectar semillas de agaves silvestres (sobre todo de aquellas plantas robustas y vigorosas) y llevarlas al vivero para incluirlas en el programa de enriquecimiento genético de la plantación. Esto tiene dos objetivos principales: 1) mantener una sana y amplia diversidad genética de los agaves en producción; y 2) proporcionar alimento seguro a las poblaciones de murciélagos polinizadores. Aparte de beneficiar a los agaves y murciélagos, estas acciones representan para los productores un gran ahorro en agroquímicos (insecticidas, herbicidas y fertilizantes), ya que al mantener plantaciones sanas, vigorosas y con alta diversidad genética, los agaves son naturalmente resistentes a las plagas y enfermedades y están adaptados a las condiciones climáticas y de fertilidad de los suelos. Cuidar cuevas y refugios Otra acción paralela de igual importancia es cuidar las cuevas y refugios de los murciélagos. En las cuevas habitan cientos de miles de murciélagos de diferentes especies y con hábitos alimenticios diversos: los insectívoros, que nos brindan un enorme servicio como depredadores de insectos que son plaga de cultivos como el maíz, chile, calabaza, frijol, algodón y otros; los que se alimentan de frutos silvestres, dispersan semillas y ayudan en la regeneración de las selvas; los nectarívoros, que además de los agaves, polinizan más de 750 especies de plantas en el mundo y en México varias importantes como la pitahaya, el zapote de agua, el saguaro, el cardón, la ceiba y el árbol de la madera balsa, entre otras. En cuanto a los murciélagos que se alimentan de sangre de mamíferos y aves, si en cierta zona existe el problema de que muerden al ganado, es muy importante buscar asesoría de expertos para el control del murciélago vampiro, ya que con el afán de eliminarlos, los ganaderos dañan poblaciones enteras de murciélagos benéficos como los insectívoros o los polinizadores de los agaves. El cuidado y protección de las cuevas y otros refugios de murciélagos es indispensable para su conservación y nuestro beneficio, ya que brindan enormes servicios. Si esta información y acciones se transmiten entre los productores de las zonas tequileras y mezcaleras, se logrará mantener plantaciones sanas, con alta diversidad genética, al igual que preservar las poblaciones de murciélagos. Es necesario difundir que los murciélagos que se alimentan de néctar y polen fertilizan las flores de los agaves del tequila y el mezcal, llevando a cabo la reproducción sexual, la producción de frutos y semillas, y promoviendo la variabilidad genética de la población. Agradecimientos Rodrigo Medellín contribuyó con importante información para este artículo y revisó el manuscrito, Beatriz Ochoa aportó valiosos comentarios. |
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Referencias bibliográficas
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Jorge Galindo González Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada, Universidad Veracruzana. Es investigador en el Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada (inbioteca), Universidad Veracruzana. Doctor en Ciencias, Instituto de Ecología, A.C., Xalapa, Ver. Biólogo, Universidad Autónoma Metropolitana, México D.F. Investigador Nacional SNI Nivel 2; Perfil PRODEP; miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Principal interés: Interacciones ecológicas y conservación de la biodiversidad. |
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