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Geomanía
 
 
Susana Biro
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Si la efectividad de un proceso de enseñanza se mide por la cantidad de información que se recuerda a largo plazo y la capacidad para relacionar ésta con un contexto más amplio, entonces mi experiencia con la geografía en la primaria fue un fracaso. De mi ya distante paso por las aulas recuerdo solamente dos cosas: mucha presión antes de los exámenes, pues era indispensable memorizar y eso no era mi fuerte; y tener que dibujar sobre un mapa en blanco unos puntos rojos para indicar las capitales, rayas azules para los ríos, y sucesiones de piquitos cafés para las cordilleras de montañas. Mediante un breve son­deo entre amigos y estudiantes encuentro que sus experiencias no son muy distintas a las mías. Pocos de ellos recuerdan el tema con gusto y menos todavía se quedaron con la idea de que la geografía pudiera estar relacionada con política, economía o biología.

Puesto que ahora hay tantos recursos adicionales para estimular una apropiación crítica y placentera de los temas, quisiera pensar que los chicos que están siendo sometidos a la educación primaria en la actualidad viven una experiencia bien distinta a la mía. Recientemente me topé con Google Earth (earth.google.com) y pasé un par de días tratando de imaginar cómo sería aprender geografía así. Se trata de un programa que se puede descargar sin costo a la computadora y que nos permite visualizar increíbles mapas de la Tierra en dos y tres dimensiones.

Con unos cuantos botones, el programa nos permite viajar a lo largo y ancho de todo el planeta. Nos podemos acercar o alejar a gusto, y controlar el án­gu­lo y la orientación de modo que se llega a sentir como una de esas películas de tres dimensiones en formato imax. Así, además de ­escuchar una descripción de las cordilleras o las costas de nuestro país, podemos volar por encima de ellas y ver, por ejemplo, cuánto del territorio está poblado o desértico. Pero además, este programa está conectado a herramientas complementarias como la enciclopedia gratuita en línea Wikipedia, en la cual obte­ne­mos descripciones de los sitios, o el programa ­Panoramio, que nos permite ver más fotos.
 
Como con muchos de estos nuevos espacios de acceso irrestricto a la información, Google Earth ha desatado controversias. Mandatarios de varios países han expresado su incomodidad con el hecho de que se maneje tanta información sobre sus territorios. Por un lado, las noticias reportan que los miembros de la guerrilla de Palestina utilizan este programa para planear sus ataques a Israel. Pero al mismo tiempo el Museo del Holocausto utiliza esta gran base de datos para informar acerca del genocidio que se está dando en Darfur, Sudan, y así evitar que se siga destruyendo el país y a sus habitantes.

Otro punto que es discutible se refiere a la ventaja de que cualquiera puede poner marcas sobre los mapas. Un ejemplo de un uso desinteresado son cápsulas de la wwf (World Wildlife Fund) que difunden sus proyectos para proteger especies en peligro de extinción. Pero de igual modo es posible anunciar cualquier producto y no hay nada que impida que pronto encontremos los mapas llenos de letreros de “pollos baratos” o “se vende este lote”.

Me parece que con esta vasta cantidad de información, tanto bella como interesante, debe ser posible entender mucho mejor las relaciones que hay, por ejemplo, entre territorio y población, ambiente y economía. No hay que perder de vista, claro está, que para hacer estos paseos se necesita tener una computadora que esté conectada a internet y que la velocidad de conexión sea buena. Y claro, como para cualquier viaje, hace falta un buen guía. En este caso le corresponde a los profesores encontrar maneras de integrar un programa como Google Earth a sus clases.
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Susana Biro
Dirección General de Divulgación de la Ciencia,
Universidad Nacional Autónoma de México.
 
como citar este artículo
Biro, Susana. (2008). Geomanía. Ciencias 89, enero-marzo, 14-15. [En línea]
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