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David Schubert |
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Lic. Enrique Peña Nieto
Presidente de la República Mexicana
Lic. Enrique Martínez y Martínez
Secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
Ing. Juan José Guerra Abud
Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales
Mi nombre es David Schubert. Tengo un doctorado en inmunología y soy profesor del Instituto Salk para Estudios Biológicos en San Diego, California, considerado como uno de los mejores institutos de investigación médica en el mundo. Como miembro de esta institución, trabajo en el desarrollo de fármacos para tratar la enfermedad de Alzheimer y la apoplejía. Por tanto, poseo conocimiento de primera mano sobre genética molecular, toxicología y ensayos de seguridad respecto a nuevas entidades químicas y biológicas.
También estoy consciente de la tecnología de los organismos genéticamente modificados y he publicado textos en destacadas revistas científicas sobre las plantas de este tipo y su efecto en la salud humana. Recientemente, he escrito cartas similares a esta misma, que han contribuido al debate sobre la introducción de berenjena transgénica en países como India y Bangladesh. En ambos casos, el proceso de introducción se detuvo. Como la berenjena es nativa de dichos países, justo como el maíz es un cultivo nativo de México, las situaciones y problemas relacionados con el uso de la tal tecnología en ambas regiones son casi idénticos.
Estoy convencido de la necesidad de que México siga el consejo de los páneles de revisión científicos y gubernamentales de India, Bangladesh, la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y la vasta mayoría de los países libres del mundo, y rechace así la introducción de maíz transgénico. Esta conclusión deriva de múltiples razones, mencionadas a continuación. Los puntos del 1 al 5 son excepcionalmente importantes, pero ya han sido tratados por otras personas; me enfocaré, entonces, en el impacto del maíz transgénico sobre la salud humana, que entra dentro de mi área de experiencia. Con base en mi conocimiento aseguro que las siguientes declaraciones están documentadas en publicaciones científicas y gubernamentales.
1) La falta de necesidad. El maíz no es un cultivo severamente amenazado por ninguna plaga.
2) El riesgo ambiental. El maíz es nativo de México y los transgenes contaminarán y degradarán, de manera incuestionable, sus poblaciones naturales. Además, México es centro de diversidad biológica y un tesoro mundial de variedades vegetales capaces de combatir enfermedades y el cambio climático. Esto no será así si se introducen semillas genéticamente modificadas en su territorio.
3) Más altos costos. La compra anual de semillas, en vez de ser guardadas año tras año, aumentará los costos en todos los niveles de la cadena alimentaria. Los pequeños agricultores y los campesinos, que son los nodos más importantes del sistema de producción agrícola en México, serán los más afectados por los altos costos y los potenciales fracasos de cultivos debido a que algunas variedades de maíz transgénico no serán las más adecuadas en todos los sitios de siembra. Los rasgos genéticamente modificados que se introduzcan finalmente contaminarán a todas las variedades locales.
4) Dependencia social y política. Una vez que las compañías extranjeras controlen el mercado de semillas de cualquier planta, seguirán introduciendo semillas genéticamente modificadas de otras especies y tendrán un poder enorme, tanto sobre los campesinos, que constituyen un segmento importante de la población mexicana, como de los procesos políticos. Esto ya ha ocurrido en Estados Unidos, en donde las compañías que comercian semillas son el principal apoyo financiero de ambos partidos políticos (republicanos y demócratas) y tienen personas designadas en cargos de alto poder para dictar políticas agrícolas nacionales e internacionales.
5) No es reversible. Cuando el maíz transgénico sea introducido en México, aun en una escala modesta, contaminará de manera irreversible a las variedades nativas. Éste es un hecho inequívoco, y la única forma de prevenirlo es no permitir su siembra.
En torno a los transgénicos y la salud
Dado que el maíz transgénico expresa la proteína Bt y es resistente a herbicidas, y las sustancias químicas requeridas para su cultivo colocan en una posición peligrosa la salud de quienes lo consumen, profundizaré en estos temas que son de gran importancia para un país como México, donde el maíz se consume en grandes cantidades y es un alimento poco o nada procesado. Comenzaré por desmentir algunos mitos que son usados por los impulsores del maíz transgénico para alegar su seguridad.
Se afirma que, como no existen enfermedades humanas asociadas al consumo de maíz Bt en Estados Unidos, debe ser un alimento seguro para comer. Esta conclusión es inválida por varias razones. En primer lugar, sólo una pequeña fracción del maíz Bt producido se consume directamente: la gran mayoría es usado como alimento para el ganado y para elaborar aceite, jarabe y etanol, todos ellos productos que no contienen la proteína Bt. El maíz que sí la lleva es consumido, más que nada, como alimento altamente procesado —por ejemplo, en las frituras y otras botanas relacionadas que no son componentes principales en la dieta.
En contraste, la proteína Bt del maíz transgénico que se cultive en México será consumida directamente en grandes cantidades porque el maíz es el alimento básico y, por tanto, un elemento importante en la dieta del mexicano. Adicionalmente, y de acuerdo con la riqueza de la comida tradicional, dicho cereal será preparado en un número infinito de formas, conduciendo a cambios químicos potenciales de la proteína Bt y causando una toxicidad e inmunogenicidad desconocidas. Al respecto, aun si se han realizado algunos estudios de seguridad alimenticia con maíz transgénico, no se han analizado los efectos a la salud con distintos métodos de preparación de alimentos.
En segundo lugar, es lógicamente falso asegurar que, como no hay evidencia de enfermedades relacionadas con la introducción de productos transgénicos, éstos son seguros para la salud. Afirmar esto requiere de un experimento bien diseñado con controles adecuados. Además, el problema es más grave porque los alimentos derivados de cultivos transgénicos no serán etiquetados como tales.
Por esto, quizá la mayor preocupación en cuanto a la introducción de cualquier producto transgénico en el mercado debería ser que si efectivamente causara algún daño a la salud humana, sería imposible detectarlo debido a la falta de estudios epidemiológicos y a las limitaciones técnicas. Por ejemplo, para detectar la epidemia de una enfermedad se requiere una incidencia de al menos dos veces mayor a la tasa normal. Si el maíz transgénico fuera dañino y causara una enfermedad como el Parkinson, que tiene una incidencia de casi veinte casos nuevos al año por cada 100 000 personas, entonces en México unos 25 000 casos nuevos anuales tendrían que ser diagnosticados y tabulados para poder identificar un aumento significativo, y aun así no habría manera de asociar la enfermedad directamente con el consumo de algún cultivo transgénico.
Por otro lado, los síntomas de muchos padecimientos relacionados con factores ambientales tardan décadas en aparecer. Claramente, una vez que el maíz transgénico sea liberado de manera comercial, no habrá forma de monitorear efectos adversos en la salud causados por el producto mismo. Las compañías biotecnológicas están conscientes de que, por esta razón, nunca tendrán que rendir cuentas por el daño a la salud humana que sus productos pudiesen causar.
La mayoría de las variedades de maíz transgénico están modificadas para ser resistentes contra insectos (variedades Bt) y herbicidas (como el glifosato). Tanto la proteína Bt como el glifosato han sido asociados a daños a la salud humana, por lo que serán discutidos de manera individual.
El maíz Bt y la salud humana
La Agencia de Protección Ambiental (epa) de Estados Unidos recomendó ensayos de seguridad exhaustiva de los cultivos Bt, pero debido a la carencia de leyes federales que requieren pruebas de seguridad rigurosas para los alimentos transgénicos, esto nunca se hizo. Estados Unidos no impone la demostración de que cualquier alimento de este tipo sea seguro para consumo humano.
Hay al menos cuatro mecanismos mediante los cuales la introducción del gen de la toxina Bt en el genoma del maíz puede causar daño. Estos incluyen: 1) la inserción aleatoria de los transgenes en el adn vegetal y las consecuencias resultantes no intencionadas; 2) alteraciones en el metabolismo de la planta a causa de la proteína insertada que deriva en nuevos productos igualmente tóxicos; 3) la toxicidad directa de las proteínas Bt; y 4) una respuesta inmune obtenida por la proteína Bt. Existen casos científicamente documentados acerca de estos mecanismos.
Un ejemplo del primero es el descubrimiento de alteraciones no intencionadas, como la síntesis de nueve carcinógenos conocidos en plantas de tabaco transgénico. En cuanto al segundo mecanismo, se han documentado niveles anormales de producción de una molécula llamada lignina en el maíz Bt; este rasgo fue descubierto gracias a los cambios dramáticos que se comenzaron a observar en la dureza del tallo de esta planta. Muchas variedades de maíz Bt expresan este rasgo, por lo que es probable que el aumento en la producción de lignina esté relacionado con la expresión de la proteína Bt y no tanto con las mutaciones causadas por el proceso mismo de modificación genética. Es probable que existan más cambios no previstos en los cultivos genéticamente modificados, y muchos de ellos ya han sido registrados.
Nos extenderemos en cuanto a los peligros tóxicos e inmunológicos de la proteína Bt. Las alergias son respuestas complejas del sistema inmune ante sustancias extrañas y sus síntomas pueden variar de manera impredecible entre un individuo y otro. Las toxinas Bt, por su parte, han sido usadas desde hace tiempo como insecticidas en aerosol para muchos cultivos distintos, pero pueden lavarse de la planta y contienen una forma menos tóxica de la proteína que aquella que producen los vegetales genéticamente modificados, en los que la toxina se encuentra dentro de todas las partes consumibles de la planta.
El spray consiste en esporas de la toxina Bt que deben activarse en el tracto digestivo de los insectos. En contraste, la toxina Bt en el maíz es una forma activada de esta proteína que no requiere ninguna modificación para volverse tóxica. Por lo tanto, es mucho más potente que la variedad usada en los aerosoles.
Por otro lado, existe evidencia sólida de que las proteínas Bt han provocado reacciones inmunológicas fuertes en algunos trabajadores del campo, probablemente porque están compuestas de secuencias de aminoácidos homólogas a ciertos alergenos bien conocidos. Más aún, la concentración y cantidad de toxinas Bt activas que la gente estaría consumiendo con el maíz Bt es mucho más alta que los niveles de exposición a los que se someten los campesinos.
En apoyo a los datos en humanos, cuando los animales se exponen a toxinas Bt, éstas también actúan como un inmunógeno potente, provocando respuestas de los sistemas inmunes presentes en la sangre y el intestino. Más recientemente, en Estados Unidos se condujo un estudio de alimentación de largo plazo en cerdos, que tienen un sistema digestivo parecido al del ser humano. Los cerdos fueron alimentados con una dieta mixta que incluía proteínas Bt de maíz transgénico. Después de cinco meses se encontraron niveles drásticos de inflamación estomacal en los cerdos y las hembras tuvieron úteros más pesados que aquellas a las que no se les administró dieta transgénica.
Estudios adicionales con animales han demostrado que las toxinas Bt causan daño directo en el tejido; por ejemplo, Fares y ElSayed probaron que los ratones alimentados con papa Bt tenían células intestinales con estructura anormal. Otros estudios reportan cambios histopatológicos en ratas que consumieron maíz Bt —tanto en hígado como en riñón—, y cambios en los niveles de urea y proteínas de la orina de ratas alimentadas con arroz Bt.
Las investigaciones citadas previamente muestran que la familia de proteínas Bt puede actuar como alergenos y como toxinas en animales y en algunos humanos. Esto es de gran importancia para la salud de la población mexicana si la introducción de maíz Bt se llega a aprobar, ya que un enorme número de individuos consumirán cantidades de toxina Bt miles de veces más altas que nunca en la corta historia de la tecnología de la modificación genética de organismos.
Debido a que la genética y el estado de salud de un individuo determina su respuesta a proteínas extrañas, como lo es la toxina Bt, y los mexicanos representan una población heterogénea con distinta composición genética, edad y salud, las consecuencias del consumo de maíz Bt serán imprevisibles. Las personas más enfermas serán, sin duda, las más vulnerables ante las reacciones tóxicas e inmunológicas. Y como la habilidad de la toxina Bt para causar respuestas alérgicas en algunos individuos es ambigua, es virtualmente certero que, al interior de la población mexicana, un gran número de personas que consuman maíz transgénico desarrollarán este tipo de alergias e incluso respuestas inmunes más severas que deriven en anafilaxis y posibles muertes.
El número de afectados, sin embargo, no puede predecirse y, como no existe un sistema para rastrear este tipo de reacciones adversas a una población, si el maíz Bt es cultivado de manera comercial, su presencia genética en una porción importante de México será irreversible. La introducción de este cultivo transgénico, por tanto, debe prevenirse.
Los herbicidas
Además de sus altos niveles de toxinas Bt, la mayoría de las variedades de maíz transgénico también se modifica para que sea resistente a herbicidas. Si bien un alto número de herbicidas están en uso, el mejor estudiado es el glifosato por ser el ingrediente activo en muchos productos. Si el maíz o la soya transgénicos son introducidos en México habrá un enorme aumento en el uso de este pesticida en su territorio. En Estados Unidos, después de la introducción de cultivos transgénicos, su uso incrementó diez veces entre 1996 (27 millones de libras) y 2009 (250 millones de libras). En Argentina ocurrió un aumento similar.
La relevancia de esto es que, contrario a lo que afirman sus fabricantes, el glifosato y su formulación activa son dañinos para la salud humana. Al igual que muchas toxinas ambientales, han pasado años antes de poder identificar los problemas que ocasiona, pero actualmente éstos se están documentando en distintas publicaciones científicas de dominio público. Algunos riesgos importantes se discuten enseguida junto con otros hechos que rara vez se incluyen en el debate.
a) El glifosato en aerosol no contiene sólo el pesticida, sino que es una mezcla de compuestos que ayudan al glifosato a entrar en todos los tejidos de la planta, incluyendo aquellos que nosotros comemos. Los compuestos adicionales, llamados surfactantes o tensoactivos, no son revelados (permanecen como secretos comerciales) y, por tanto, no se someten a ensayos de seguridad ni son monitoreados en las plantas, agua potable o humanos, muy a pesar de que son mucho más abundantes en la formulación del herbicida que el mismo glifosato. Son sustancias químicas no evaluadas, cuyo consumo humano y animal aumentará dramáticamente una vez que se introduzca el maíz transgénico en México. En los Estados Unidos, la epa no realiza con frecuencia ensayos de detección de glifosato en el agua potable y subterránea, pero sí ha aumentado varias veces los límites de residuos que se permiten en los alimentos a petición de los productores.
b) El herbicida aplicado en aerosol y todos sus componentes se quedan dentro de la planta y son consumidos. ¡No son lavados!
c) En unos diez o quince años, las malezas serán más resistentes al glifosato, de manera que se requerirán herbicidas aún más tóxicos para la producción de maíz transgénico. El siguiente herbicida en línea es el 2,4d, un reconocido carcinógeno.
d) En ciertas áreas se ha encontrado evidencia de glifosato en la orina de varias personas.
e) Parte del aumento en los niveles de glifosato en el agua potable, comida y alimento animal se debe al hecho de que actualmente se usa como un agente de secado, es decir, se aplica en las plantas directamente antes de la cosecha.
f) Algunas de las toxicidades del glifosato ya publicadas se enlistan enseguida, y todas ellas pueden o han sido extrapoladas como un riesgo serio para la salud humana: 1) cuando se ingiere en la comida o el agua, el glifosato elimina bacterias que forman parte de la microbiota intestinal benéfica, provocando la proliferación de microbios patógenos; 2) en apoyo a este primer punto, cuando por nueve meses se alimentaron cerdos con comida transgénica tratada con glifosato, se observó un aumento en la inflamación intestinal en comparación a los animales control; 3) se ha documentado un gran aumento de formación de tumores en ratas alimentadas durante dos años con maíz transgénico resistente a herbicidas; 4) cada vez existen más casos de enfermedades humanas relacionadas con la exposición a glifosato en países como Argentina; 5) aun los bajos niveles de glifosato provocan defectos en el desarrollo embrionario de anfibios y pollos, defectos similares a los que se observan en el estudio con humanos de poblaciones argentinas; y 6) el glifosato tiene efectos profundos en la producción de testosterona en ratas y promueve el crecimiento de células humanas cancerosas aun a niveles que están por debajo de los que se encuentran en la sangre y la orina de algunos individuos.
Los estudios aquí citados representan sólo una fracción de la extensa evidencia que demuestra conjuntamente los efectos identificados y proyectados del glifosato en la salud de los seres humanos. Los niveles de glifosato incrementarán de manera rápida en los alimentos y el ambiente si se llega a introducir el maíz transgénico en México. De nada habrá servido su uso si dentro de diez a quince años el glifosato deja de ser un herbicida efectivo por la resistencia que desarrollarán distintas malezas, tal y como ha ocurrido en distintas regiones del planeta. ¿Vale la pena, entonces, este tipo de riesgo en un país como México?
Mi conclusión es, por tanto, que el maíz transgénico no representa ningún beneficio para su país, sino más bien un enorme peligro para la salud de los mexicanos. Sería un profundo error que el maíz transgénico entrara al suministro alimentario de México.
Respetuosamente,
Dr. David Schubert
Instituto Salk para Estudios Biológicos
La Jolla, California
14 de octubre de 2013
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David Schubert
Instituto Salk para Estudios Biológicos,
San Diego, California.
David Schubert estudió química en la Universidad de Indiana Bloomington. Es doctor en biología celular por la Universidad de California en San Diego. Su posdoctorado lo hizo en el Instituto Pasteur en París. Actualmente trabaja en el Instituto Salk, en Estados Unidos.
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cómo citar este artículo →
Schubert, David. 2016. El maíz transgénico: un enorme peligro para la salud de los mexicanos. Ciencias, núm. 118-119, noviembre 2015-abril, pp. 80-88. [En línea].
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