revista de cultura científica FACULTAD DE CIENCIAS, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
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Disarming Cupid:
Love, Sex and Science.
 
Scientific American,
2013 (Kindle Edition).
798 kb, 197 páginas.
 
Patricia Magaña Rueda
   
   
     
                     
Con base en estudios recientes publicados en revistas
de investigación, un grupo de editores de la revista Scientific American produjo un libro electrónico con artículos que abordan el amor y el sexo desde la ciencia. Los autores del libro, en su mayoría periodistas especializados, afirman que: “los científicos, tanto como los poetas, están muy interesados en el tema amoroso”, así que comentan y analizan resultados en un lenguaje accesible para todos, produciendo una obra interesante que incluso podría ser una buena guía para aquellos que desean empezar a entender, con una visión científica, sus “tormentas amorosas” desde la juventud hasta la vida plenamente adulta.

Habrá quien afirme que de este tema se ha dicho demasiado y que es muy difícil explicarlo racionalmente, ya que se trata de un asunto tan emocional y personal que cada caso es único. Sin embargo, en las décadas recientes los investigadores, usando acercamientos metodológicos cuidadosos, han comenzado a encontrar respuestas generales a preguntas antiguas y recientes, mostrando que la forma en que nos relacionamos amorosa y sexualmente tiene que ver más con el cerebro y con nuestra evolución biológica que con el órgano que impulsa la sangre en nuestro cuerpo.

El libro muestra que muchos sicólogos, siquiatras, neurólogos, médicos y sociólogos han echado a andar estudios clínicos de grupos amplios, de larga y corta duración, tanto en el laboratorio como por medio de encuestas o incluso en el salón de clase. Y están encontrando y analizando datos que tienen un amplio poder explicativo y permiten analizar el comportamiento de las personas en este tópico tan crucial en el que las emociones nos desbordan, nos limitan o alientan. Aunque muchas de las actitudes están ligadas a diferentes condicionantes sociales, como el uso actual de los medios electrónicos, otras responden a nuestra evolución, a la herencia y por supuesto a la crianza.

El libro, dividido en seis secciones, explora las diferencias entre hombres y mujeres en los asuntos amorosos, la forma en que se hacen citas en el mundo moderno por medio de sitios en la red, cómo encontrar y mantener el amor con diversas técnicas (muchas experimentadas con grupos de estudiantes), el sexo y el amor en el cerebro; la definición de género, sexualidad y las elecciones que conllevan, para terminar con una sección que analiza lo que los editores llaman el lado oscuro del amor.

Algunos de los artículos más llamativos en esta compilación giran en torno a preguntas como: ¿pueden hombres y mujeres ser sólo amigos? ¿Puede la ciencia ayudar a alguien a enamorarse? ¿Cuál es el impacto neurológico del amor y la obsesión? ¿Qué es el tercer género? ¿Tienen opción los homosexuales? y muchos tópicos más que, con datos y concatenación de reflexiones, buscan encontrar las respuestas.

Un punto interesante en la sección dos de este libro es la discusión sobre cómo se hacen citas entre personas que quieren conocerse por medio de algunas empresas en internet. Podría decirse que tal como suele sucede con los productos milagro, estos sitios electrónicos han sido muy exitosos y alardean de usar pruebas científicas que “acoplan” a las mejores personas para encontrarse, pero debe señalarse que ninguna de esas compañías ha podido presentar algoritmos confiables o sustentar sus resultados en revistas de investigación.

A lo largo del libro se presentan interesantes acercamientos al amor, describiendo algunas de las pruebas que incluyen grupos control y datos de más de una década. Y aunque pudiera cuestionarse algunos de estos trabajos, desde la metodología hasta la extrapolación que se hace de ciertos resultados, se ve que en el medio científico se avanza en afianzar conclusiones con mejores métodos. Y tal como sucede con algunas controversias en las ciencias duras y exactas, pasará probablemente un buen tiempo antes de llegar a afirmaciones más o menos contundentes, ya que siempre puede haber un contraejemplo en las conductas humanas.

La educación sexual y amorosa en cada edad es un asunto crucial, particularmente entre los niños y los jóvenes, porque a lo largo de su vida irán tomando decisiones que incorporarán a su bagaje emocional, con profundas consecuencias para el resto de su vida. Basta revisar en México el creciente número de embarazos tempranos, la transmisión de enfermedades, el respeto entre géneros e incluso la preponderancia de los padecimientos psicológicos y psiquiátricos.

Aunque hay esfuerzos por tratar estos temas en libros, conferencias, con asesoría de organizaciones no gubernamentales, etcétera, circulan en internet y en las redes sociales infinidad de puntos de vista no siempre atinados y mucho menos adecuadamente presentados. Y es relativamente sencillo percibir en el entorno social la importancia, no siempre reconocida, de la poca educación sexual y sentimental. Por ello, a pesar de que Desarmando a Cupido es un libro muy referido a la cultura estadounidense, presenta atinados juicios que es importante conocer.

En cuanto a la divulgación científica en México, existen pocos productos para públicos amplios que traten este tema; una excepción es la revista para jóvenes ¿Cómo ves? de la unam. Es hasta hace muy poco que los medios de comunicación masiva buscan explicar el amor y el sexo desde la ciencia; tal es el caso de las intervenciones radiofónicas del Dr. Eduardo Calixto, del Instituto Nacional de Psiquiatría, en algunos programas de la conductora Martha Debayle, que incluso introduce términos especializados, explicándolos con gran claridad.

En nuestros distintos ámbitos, ya sea familiares, de estudio o de trabajo, podemos constatar que una vida emocionalmente sana en el amor y el sexo es tan importante como el buen funcionamiento del cuerpo para lograr una adecuada calidad de vida. Además, en la mayoría de los casos, aprender a resolver las decisiones amorosas y sexuales racionalmente permite desempeños escolares adecuados así como mejores futuros personales y profesionales, por lo que urge dar prioridad a estos temas tanto en la educación en casa como en la escuela. Por ello, un libro como éste se convierte en una buena opción para introducir tales temas a la discusión.

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referencias bibliográficas

Scientific American (eds.). 2013. Disarming Cupid: Love, Sex and Science. Versión Kindle.

     
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Patricia Magaña Rueda
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
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de la solapa
       
 
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La historia de las cosas

Annie Leonard
Fondo de Cultura Económica
Buenos Aires, 2010. 390 p.
   
   
     
                     
El viaje por la historia de las cosas me llevó por todo el mundo
−en misiones de investigación y organización comunitaria para organizaciones ambientalistas como Greenpeace, Essential Action y la Alianza Global por Alternativas a la Incineración [Global Alliance for Incinerator Alternatives, gaia]−, no sólo para ver más basurales, sino también para visitar minas, fábricas, hospitales, embajadas, universidades, establecimientos agrícolas, oficinas del Banco Mundial y pasillos gubernamentales. Conviví con familias en aldeas indígenas tan aisladas que a mi llegada corrían a mi encuentro madres y padres desesperados en la creencia de que por fin había arribado la médica internacional −en su visita anual− que venía a curar a su hijo. Conocí a familias enteras que habitaban en basurales de las Filipinas, Guatemala y Bangladesh, alimentándose de las sobras y viviendo de los materiales que extraían de las colinas humeantes y fétidas. Visité paseos de compras en Tokio, Bangkok y Las Vegas... tan grandes, brillantes y plásticos que me hacían sentir como un personaje de Los Supersónicos o Futurama.

En todas partes me hice una y otra vez la misma pregunta: “¿Por qué?”. En todas partes indagué sin pausa, cada vez a mayor profundidad. ¿Por qué los basurales son tan peligrosos? Por las sustancias tóxicas que hay en la basura. Entonces, la primera pregunta es: ¿por qué hay sustancias tóxicas en los productos que llegan a la basura? Para responder a esta pregunta tuve que aprender sobre sustancias tóxicas, química y salud ambiental. ¿Por qué la mayoría de los basurales están situados en comunidades de bajos ingresos, donde vive y trabaja mucha gente de color? Esta pregunta me llevó a aprender sobre racismo ambiental.

Además, ¿por qué es tan rentable trasladar fábricas enteras a otros países? ¿Cómo es posible vender por un par de dólares un producto que recorre distancias tan grandes? De repente me vi en la necesidad de zambullirme en la lectura de los tratados internacionales de comercio y analizar la influencia de las corporaciones en las regularizaciones gubernamentales.

Y aún quedaba otra pregunta: ¿por qué los artículos electrónicos se rompen tan pronto y por qué es más barato reemplazarlos que repararlos? Entonces aprendí sobre obsolescencia planificada, publicidad y otros instrumentos que se usan para promover el consumismo. A primera vista, cada uno de estos temas parecía separado del siguiente, desligado de los demás, a gran distancia de aquellas pilas de basura acumulada en las calles neoyorquinas, y más lejos aún de los bosques de mi infancia. Sin embargo, al indagar se descubre que todo está vinculado.

El viaje me convirtió en una “pensadora sistemática”; es decir, comencé a creer que todo existe como parte de un sistema más abarcador y debe entenderse en relación con las otras partes. No se trata de un marco singular. ¿Recuerdan los lectores la última vez que tuvieron fiebre? Probablemente se habrán preguntado si el origen de la fiebre era una bacteria o un virus. La fiebre es una respuesta a un elemento extraño que se introduce en el sistema del cuerpo. Si no creyéramos que nuestro cuerpo es un sistema, tendríamos que buscar una fuente de calor bajo la frente recalentada o algún interruptor que se giró accidentalmente y le subió la temperatura. En biología aceptamos con facilidad la idea de sistemas múltiples (como el circulatorio, el digestivo, el nervioso) compuestos de partes (como las células o los órganos), así como el hecho de que esos sistemas interactúan unos con otros en el interior del cuerpo.
Todos aprendimos en la escuela cómo funciona el ciclo del agua, es decir, el sistema que transporta el agua, a través de sus diferentes estados −líquido, vapor y hielo sólido−, por toda la Tierra. Y también aprendimos qué es la cadena alimentaria, es decir, el sistema en el cual, por dar un ejemplo sencillo, el plancton es alimento del pez pequeño, que a su vez es alimento del pez más grande, que a su vez es alimento del ser humano. Entre esos dos sistemas, el del ciclo del agua y el de la cadena alimentaria −aunque uno sea inanimado y el otro esté formado por seres vivos−, se produce una interacción importante, porque los ríos y océanos del primero proporcionan el hábitat para las criaturas del segundo. Esto nos lleva al ecosistema, compuesto de partes y subsistemas físicos inanimados, como la roca y el agua, y partes vivas, como las plantas y los animales. La biósfera de la Tierra −otro nombre del ecosistema entero del planeta− es un sistema que existe dentro de algo mucho más grande, que llamamos sistema solar.

La economía también funciona como un sistema, y es por eso que puede producirse un efecto dominó en su interior, como ocurre cuando muchos se quedan sin trabajo y, por lo tanto, reducen sus gastos, lo cual implica que las fábricas no pueden vender tantas COSAS, y en consecuencia se producen más despidos... que es exactamente lo que ocurrió en 2008 y 2009. El pensamiento sistemático en relación con la economía también explica una teoría como la del “goteo”, según la cual se otorgan diversos beneficios −como la reducción de impuestos− a los ricos para que inviertan más en sus negocios y empresas, lo cual a su vez, hipotéticamente, crea más empleos para las clases medias y bajas. Si esas partes (el dinero, los empleos, las personas de distintas clases sociales) no funcionaran dentro de un sistema, no habría fundamento para la teoría del goteo ni para las creencias sobre la interacción entre la oferta y la demanda. En todos estos ejemplos se presupone un sistema abarcador con partes interrelacionadas.

Otra manera de decir que todo existe como parte de un sistema que lo abarca (incluidos los propios sistemas) es decir que todo está interrelacionado [...] Y así pasé de husmear en bolsas de basura a examinar los sistemas globales de producción y consumo de bienes manufacturados, o bien lo que los académicos llaman economía de los materiales. Comencé a trabajar cruzando la frontera entre dos disciplinas que para el mundo moderno no sólo están nítidamente separadas, sino también mal avenidas: el medio ambiente (o la ecología) y la economía. Pero los lectores ya habrán adivinado: no sólo se trata de dos sistemas interrelacionados, sino que uno es un subsistema del otro, así como el ecosistema terrestre es un subsistema del sistema solar.

El problema es que muchos ecologistas en realidad no quieren ocuparse de la economía. Los ecologistas tradicionales se dedican de lleno al adorable oso que está en peligro de extinción y los lugares prístinos tienen nada que ver con las estructuras de fijación de precios o los subsidios gubernamentales para la minería o los acuerdos de comercio internacional, ¿verdad? (¿Cómo? ¿Qué tienen mucho que ver?) Por otra parte, los economistas clásicos sólo ven en el medio ambiente un conjunto ilimitado de materias primas baratas o gratuitas que sirven para abastecer el crecimiento de la economía. Ah, y también un lugar donde de vez en cuando aparecen latosos activistas que cuestionan la instalación de una nueva fábrica porque se les ocurrió proteger el hábitat de la musaraña del bosque.

Sin embargo, la economía es en realidad un subsistema del ecosistema terrestre, su biosfera. Es sencillo: todos los sistemas económicos −el trueque, la esclavitud, el feudalismo, el socialismo y el capitalismo− son invenciones humanas. Como los seres humanos apenas somos una de las numerosas especies que habitan la Tierra (una especie poderosa, es cierto, dotada de escritura y de armas), cualquier invención nuestra es un subsistema del ecosistema terrestre. Una vez que entendemos esta cuestión (que no es opinión mía, sino un hecho liso y llano), accedemos a nuevas percepciones. Dos investigadoras estadounidenses han publicado en la revista
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Fragmentos del libro
     
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del vuelo
       
 
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Volando vamos,
la migración de rapaces
en el estado de Veracruz
Omar Suárez García y
Fernando González García
   
   
     
                     
A toda la banda que participó en el VRR 2010.
   
El Sol ya está alto en el azulado cielo del pequeño pueblo
de Chichicaxtle —municipio de Puente Nacional— cuando nos disponemos a tomar el autobús. La humedad se siente en el ambiente y el calor empieza a elevarse a cada minuto que pasa, a pesar de ser un día de los últimos de septiembre. Después de unos quince minutos de viaje, llegamos a la central camionera de Cardel. Cruzamos la calle y entramos al hotel Bienvenido, que se encuentra ubicado a un costado de la plaza principal.
 
Subimos al ascensor, que nos lleva hasta el último nivel, restringido sólo a personal autorizado, y de ahí subimos de nuevo, esta vez por unas pequeñas escalinatas, hasta llegar a la azotea del edificio. Este lugar inverosímil es el sitio ideal para ser testigo de uno de los fenómenos más impresionantes de todo el reino animal: la migración de millones de aves rapaces que viajan de Norteamérica —de sus sitios de reproducción— a Centro y Sudamérica —a sus sitios de invernación.

¿A qué se debe que Veracruz sea un lugar importante para la migración de aves rapaces? Por México pasan más de veinte de éstas en su búsqueda de sitios para pasar el invierno. Esto es así debido al hecho singular de que en esta zona —el centro de Veracruz— la concurrencia de la Sierra Madre Oriental, el Eje Volcánico Transversal y el Golfo de México forma una especie de embudo natural que desvía a las aves que vienen del norte del continente y las obliga a pasar por esa estrecha franja geográfica —la planicie costera. También es un lugar importante porque durante el día el aire de la planicie se calienta con la radiación solar y empieza a subir en forma de remolinos —termales; este factor es aprovechado perfectamente por las aves que utilizan tales corrientes para elevarse y avanzar con muy poco esfuerzo, a manera de veleros impulsados por el viento en mar abierto.

Dicho fenómeno fue descubierto durante los años noventas por un grupo de jóvenes biólogos que, posteriormente, junto con PRONATURA Veracruz, desarrollaron el proyecto Veracruz Río de Rapaces (VRR) con el fin de generar conocimiento acerca de la migración de estas aves así como de sus poblaciones y tendencias demográficas. Cada año, el proyecto es llevado a cabo por biólogos y naturalistas de distintas nacionalidades y financiado por organizaciones públicas y privadas tanto nacionales como extranjeras.
 
Conteo en Cardel
 
La panorámica es perfecta: se alcanza a ver, hacia el norte, las enormes dunas de arena y la sierra Manuel Díaz; al este, el inmenso Golfo de México y, al oeste, la planicie que se extiende hasta chocar con la Sierra Madre Oriental. Pasadas las diez de la mañana, uno de nuestros compañeros alcanza a ver a simple vista un grupo de aves rapaces que se aproxima a nuestra ubicación.

Lo confirmamos cuando a través de nuestros binoculares las observamos también. Es como un enjambre de insectos que se mueve en forma de remolino —llamado vórtex o vórtice por los especialistas—, girando alrededor de un eje común que avanza mientras se eleva.

A medida que se aproximan, cuando ya han alcanzado cierta altura, las aves aprovechan la fuerza adquirida en el vórtice para lanzarse hacia el frente formando una línea que asemeja un pequeño arroyo o río y, sólo entonces, cada uno de los tres contadores —los chicos encargados de contar a las aves— toman en sus manos un “clickeador” —pequeño aparato manual que sirve para llevar la cuenta de las aves— y empiezan a tratar de contar —a estimar— el número de individuos de cada especie que identifican tan sólo viendo la silueta de cada ave, ¡son verdaderos expertos en identificarlas a distancia! Las aves vuelan bajísimo: son miles de ellas, en su mayoría aguilillas de ala ancha, aunque en el mismo grupo pueden verse zopilote cabeza roja y aguilillas de Swainson.

Los contadores dividen la cúpula celeste en tres partes equivalentes de manera arbitraria —parte izquierda, parte central y parte derecha— y cada uno de ellos se concentra en su parte. Aparecen más grupos de aves, se acercan de manera rápida y en pocos minutos el cielo se encuentra tapizado: es un verdadero río de rapaces que obliga a los chicos a contar las aves en grupos de diez o más individuos. Varios observadores de aves de distintas nacionalidades —incluyendo mexicanos, por supuesto—, armados con telescopios, binoculares y cámaras fotográficas, llegan al lugar y observan maravillados el espectáculo.

Es pasado mediodía y el número de aves va disminuyendo, algunos grupos vuelan dispersos pero lo hacen tan cerca de nosotros que podemos verlos e identificarlos sin ayuda de binoculares. Hacia las dos de la tarde, no se observan aves en vuelo, sin embargo, los contadores, con toda su experiencia, nos recomiendan que regresemos al pueblo de Chichicaxtle —palabra náhuatl que significa “ortiga”, una planta urticante que abunda en ese lugar—, ya que por la tarde será posible ver más aves allá. Esto es, según explican, debido a que los vientos empiezan a soplar hacia el oeste a medida que avanza el día, empujando las aves en esa dirección, la misma donde se encuentra “Chichi” —como de cariño le decimos a Chichicaxtle.
 
 
Conteo en Chichicaxtle
 
 
Después de tomar el autobús de regreso a “Chichi”, llegamos y nos dirigimos apuradamente a la torre de observación de PRONATURA, que se encuentra ubicada entre un campo de fútbol y uno de beisbol —los cuales, en los fines de semana de la temporada de migración, se llenan de deportistas y fanáticos formado un cuadro singular: emocionantes tardes futboleras y beisboleras en las canchas y espectaculares vuelos de rapaces en el cielo. La torre cuenta con un salón multiusos y tienda de “souvenirs” en su planta baja y en la planta alta con una gran plataforma cubierta con una lona —para proteger a los observadores del inclemente Sol—, en donde la visibilidad es perfecta en 360 grados. Efectivamente, los contadores que ahí se encuentran empiezan a ver grupos de aves aproximándose desde el este, y pronto las tenemos muy cerca de nosotros.

Nuevamente somos privilegiados al tener miles de aves rapaces sobrevolándonos, algo que difícilmente olvidaremos porque nos sensibiliza acerca de lo que la naturaleza aún tiene por enseñarnos.
Además de rapaces, también vemos grupos grandes de pelícanos blancos, cigüeñas y anhingas americanas que se encuentran en ruta de migración. Al momento de ponerse el Sol, vemos grupos de rapaces descendiendo a las sierras cercanas —provistas de bosques— para descansar durante la noche; estas aves proseguirán al día siguiente su travesía hacia el sur. Al final de la jornada los contadores harán la suma final de aves observadas en los dos sitios de conteo; el resultado obtenido será de más de 450 mil individuos, una cantidad realmente impresionante.
 
Cansaburro
 
Al otro día, muy temprano en la mañana, salimos de Chichicaxtle a Cardel y posteriormente de ahí al pequeño pueblo de San Isidro —municipio de Actopan, Veracruz—, en donde viven nuestros compañeros anilladores. De ahí nos dirigimos a la estación de anillado de Cansaburro. Otro de los componentes fundamentales del proyecto VRR es la captura y anillamiento de distintas especies de aves de presa —esto con fines estrictamente científicos—, lo que ayudará a rastrear sus movimientos —si estas aves son capturadas más al sur— y conocer datos acerca de sus condiciones físicas para de esta manera entender mejor el fenómeno de la migración.

Vamos en la camioneta por la carretera costera y tomamos una desviación que nos lleva por un camino de terracería —bueno para observar iguanas, codornices y aves acuáticas entre los humedales—, que después de unos diez minutos desemboca en la entrada de la pequeña zona de conservación privada de Cansaburro. A propósito de esto, uno de los chicos comenta que el cerro debe su nombre a que, en tiempos pasados, la única manera de llegar a ese lugar era montando en burro y  el camino era tan pesado que incluso el burro se cansaba al subir. De allí caminamos cuesta arriba otros diez minutos por una gran duna de arena y llegamos a una pequeña casita hecha de palma y bejuco que funcionaría como nuestro escondite durante un día completo. El paisaje es bellísimo: a un lado está la playa y el mar, al frente la laguna de La Mancha con sus manglares, y al otro lado la sierra.

Los anilladores —los chicos que se encargan de armar y operar las trampas, capturar a las aves y anillarlas— son gente con bastante experiencia a pesar de su juventud, ya que se involucraron en el proyecto desde que eran unos niños. Gran parte de la mañana se va entre broma y broma, hasta que alguno de nosotros divisa a lo lejos una rapaz solitaria, entonces los chicos empiezan a jalar un par de tensores que van enganchados a un arnés, el cual a su vez está sujeto a una paloma común.
 
La paloma sube y se mueve erráticamente —simulando estar herida— a medida que uno de los atrapadores jala los hilos—los tensores— y de esta manera atrae a la rapaz, un gavilán pechirrufo hambriento; en cuanto éste se posa sobre la paloma y la atrapa justo en medio de la trampa, el anillador acciona la misma y se cierra, capturando al ave que, en su afán de escapar, libera a la paloma, la cual sale indemne gracias a su arnés protector. Es un momento de emoción muy grande y, mientras uno de nosotros la mide y la anilla, van cayendo en las trampas de arco decenas de otras rapaces, principalmente gavilanes pechirrufos y estriados.

Durante el día entero es posible ver en migración legiones de libélulas y mariposas que pasan sin cesar, además de grupos inmensos de palomas de ala blanca, tiranos tijereta, colibríes y arroceros que vuelan muy cerca de la costa. Vemos algunos halcones solitarios volando; uno de los anilladores mueve un señuelo —paloma— y atrae a un pequeño halcón esmerejón que se enreda en una red niebla, quedando capturado en ella.
 
Al final del día, un hermoso ejemplar de halcón peregrino surca el cielo; esta especie es muy difícil de atrapar, pero nada es imposible para nuestros experimentados, tenaces y pacientes atrapadores, ya que después de veinte minutos —durante los cuales el ave se acerca y se aleja en busca de su presa—, para beneplácito de todos, el halcón es capturado. A su vez, las fotos capturan la magia del momento y la belleza de un depredador perfecto.
 
Temporada de rapaces
 
Cada año, desde finales de agosto hasta mediados de noviembre —es decir, durante el otoño—, el estado de Veracruz es sede de la migración de millones de aves rapaces. Por la cantidad de individuos, este lugar es el número uno a nivel mundial, con un promedio de cinco millones de aves en cada temporada. Vale la pena conocer el proyecto Veracruz Río de Rapaces de PRONATURA y ver con ojos propios un auténtico milagro natural. Recuérdalo, el próximo otoño 2013, tenemos una cita ornitológica en la zona central del estado de Veracruz.
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Omar Suárez García
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.


Fernando González García
Red de Biología y Conservación de Vertebrados,
Instituto de Ecología A. C.
     
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del herbario
       
 
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La relación
entre amarantos,
cactus y plantas carnívoras
Ivonne Sánchez del Pino Coppens
   
   
     
                     
La extrema variación morfológica de algunos grupos de
plantas nos cuenta una historia de relación o parentesco tan intrincada que tal vez nos sería difícil sospechar lo cercanamente relacionadas que se encuentran algunos de ellos. Por ejemplo, una hierba de amaranto (Amaranthus), mejor conocida como alegría, huauhtli o bledo, con flores diminutas de alrededor de siete milímetros de largo es a primera vista contrastante si se compara con los cactus de tallos planos como los nopales (Opuntia) o cilíndricos como las biznagas (Echinocactus, Ferocactus o Melocactus) de frutos y flores atractivas, que a su vez también son muy diferentes de las plantas carnívoras, las cuales presentan modificaciones morfológicas asociadas a la atracción, retención, captura, muerte y digestión de animales (principalmente insectos) para la absorción de sus nutrimentos.

En las plantas carnívoras las variaciones incluyen hojas extremadamente modificadas, en forma de jarra, en donde se localizan nectarios para atraer a los insectos y glándulas que secretan, entre otras sustancias y moléculas, enzimas digestivas, como es el caso de las plantas jarro o copas de mono (Nephentes) o bien con hojas tentaculares que tienen glándulas de dos tipos: unas que secretan sustancias viscosas para atrapar insectos y otras digestivas (Drosera), todas ellas pertenecientes a un grupo de plantas llamadas Caryophyllales, anteriormente conocidas como Centrospermales.

Dicho grupo conforma un orden con algunos miembros que presentan fascinantes modificaciones evolutivas que les permite su supervivencia en ambientes hostiles, como las adaptaciones morfológicas que han ido generando al desarrollarse en ambientes áridos, de temperaturas elevadas y suelos con alta concentración en sales. Tales adaptaciones incluyen suculencia de hojas y tallos, tipo de fotosíntesis (C4, CAM o ambos), presencia de espinas y sistema de raíces largas, entre otros rasgos.

Las Caryophyllales incluyen 29 familias, según la publicación más reciente propuesta por un grupo de botánicos que se nombra el Grupo para la filogenia de las angiospermas (en inglés The Angiosperm Phylogeny Group, APG), que se ha unido para un fin común: proponer una clasificación o agrupación de las plantas vasculares conforme a un sistema natural (es decir, reconocer grupos monofiléticos o grupos en los que todos los descendientes comparten un mismo ancestro) fundamentado en bases filogenéticas en vez de autoritarismos como había ocurrido en el pasado. Las propuestas del APG datan de 1998, luego de 2003, hasta llegar a la más reciente, en 2009. De hecho, existe un sitio en internet conocido como APweb, hospedado por el Jardín Botánico de Missouri, donde regularmente se actualizan los datos obtenidos por las más recientes investigaciones que se apegan al enfoque del APG, y que reportan una diversidad de 35 familias para las Caryophyllales, con 811 géneros y 11 510 especies (tabla 1).
 
 
 TablaB011109
Tabla 1. Nombres de las familias incluidas en el orden Caryophyllales por autores recientes. En gris se indican los nombres de las familias que han sido consideradas como núcleo de las Caryophyllales.
 

En las Caryophyllales se ubican la familia del amaranto (Amaranthaceae), la de la bugambilia (Bougainvillea; Nyctaginaceae), algunas de plantas carnívoras (Droseraceae, Drosophyllaceae y Nepenthaceae), la de los nopales y cactus (Cactaceae), la de las verdolagas (Portulacaceae), la de las plantas piedra (Aizoaceae), la de la jojoba (Simmondsiaceae) e incluso la del clavel (Cariophyllaceae) por citar algunas de las más conocidas.

En diez de las 35 familias que las integran se han encontrado betalainas, que son un grupo de pigmentos naturales fácilmente observables en colores rojizos, púrpuras o amarillentos que caracterizan a algunas hojas, brácteas, flores y tallos de estos grupos. Para tener una idea de la importancia de dicho colorante cabe mencionar el uso que se le ha dado en algunos lugares y culturas a ciertas plantas de amaranto de tonos rojos para ritos ceremoniales, mágicos y ornamentales.

La mayoría de las características que permiten distinguir a las Caryophyllales son únicamente perceptibles con ayuda de un microscopio y derivadas de diferentes áreas de estudio. Curiosamente, los caracteres diminutos son los más importantes, ya que a partir de ellos se logran establecer las relaciones que hay al interior de toda esta gran diversidad de plantas y, en gran parte, son de tipo embriológico (tapete glandular, granos de polen trinucleados, óvulos campilotropos, presencia de perispermo, saco embrionario con ocho núcleos, embrión largo y curvado, etcétera), anatómico (plástidos tipo P, crecimiento secundario anómalo del tallo) y palinológico (polen pantoporado o colpado). El carácter embriológico del tipo de placentación libre central o basal que presentan algunos miembros es la característica más importante de este grupo, razón por la que se les denominaba Centrospermales (semillas que crecen de una columna central). Si bien varios de estos caracteres empleados para su descripción han cambiado en importancia para definirlas, los actuales hallazgos moleculares en el cloroplasto (atpB, matK, rbcL) y el núcleo (18S rADN) han corroborado que el grupo es natural y que dentro de él se encuentran dos grupos que, dependiendo del autor y el año de publicación de los trabajos, varía el número de familias. Actualmente, un grupo es llamado “el núcleo de las Caryophyllales” (en inglés Core Caryophyllaes) o Centrospermales, cuya diversidad biológica es de quince a veinte familias, y el otro, con once o trece familias, como “el no núcleo de las Caryophyllales” (NonCore Cariophyllales).

El poder notar cómo grupos que jamás hubiéramos sospechado relacionados resulten serlo se debe al trabajo de varios taxónomos y la forma empleada para describir la diversidad biológica, de obtener y organizar la información, pasando de los enfoques intuitivos que se usaban en un principio, al desarrollo de métodos y filosofías mejor fundamentados.

El punto primordial en la actualidad es que todas las relaciones de parentesco entre diversos organismos son hipótesis, por lo tanto están sujetas a cambios. Antes se consideraba la opinión de ciertas autoridades para clasificar los grupos de acuerdo con lo que consideraban evolucionado o primitivo; por ejemplo, se creía que aquellas plantas con grandes hojas y muchas estructuras florales eran primitivas mientras que aquellas con hojas reducidas y tamaños pequeños eran avanzadas.

Actualmente, la forma de organizar y clasificar a los organismos (sistemática o taxonomía) se ha modernizado gracias a tres grandes avances: 1) el uso de computadoras cada vez más veloces en su capacidad de procesamiento y manejo masivo de gran cantidad de datos así como la elaboración de software especializado; 2) la obtención y desarrollo de nuevos datos específicamente derivados de varias formas de análisis del ADN; y 3) el uso de filogenias, que son hipótesis integrales para responder preguntas evolutivas y hacer posible la biología comparada por medio de un método reproducible y refutable. Con ello, las hipótesis de relación se han puesto a prueba para confirmar aquellas hipótesis generadas en el pasado. El resultado ha sido lo que ahora conocemos como un sistema de clasificación según APG que ha usado estos tres elementos para brindarnos un sistema novedoso de la clasificación de las plantas vasculares.

Con este ejemplo se pretende indicar la importancia de la utilización de herramientas novedosas para pasar de una taxonomía puramente descriptiva, considerada falta de un método y no científica, a una fundamentación de las hipótesis con métodos explícitos, alejadas de ideas a priori. El caso de las Caryophyllales, un grupo con grados de diversidad tan considerables y, sin embargo, monofilético, y reconocido como un orden en las plantas con flores, nos muestra el potencial que encierran estas herramientas formuladas.
     

Referencias bibliográficas

Chase, Mark y James L. Reveal. 2009. “A phylogenetic classification of the land plants to accompany apg iii”, en Botanical Journal of the Linnean Society, vol. 161, núm. 2, pp. 122-127.
Cronquist, Arthur. 1988. The evolution and classification of flowering plants. Allen Press, Nueva York.
Cuénoud, Philippe, et al. 2002. “Molecular phylogenetics of Caryophyllales based on nuclear 18S rdna and plastid rbcL, atpB, and matK dna sequences”, en American Journal of Botany, vol. 89, núm. 1, pp. 132-144.
Sauer, Jonathan D. 1967. “The grain amaranths and their relatives: a revised taxonomic and geographic survey”, en Annals of the Missouri Botanical Garden, vol. 54, pp. 103-137
Simpson, Michael G. 2006. Plant Systematics. Elsevier Academic Press, Burlington.
Stevens, Peter F. 2000. “Botanical systematics 1950-2000: change, progress, or both?”, en Taxon, vol. 49, núm. 4, pp. 635-658.

     
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Ivonne Sánchez del Pino
Centro de Investigación Científica de Yucatán, A. C.
     
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Manifiesto
Nicanor Parra
   
   
     
                     
Señoras y señores
Esta es nuestra última palabra.
—Nuestra primera y última palabra—:
Los poetas bajaron del Olimpo.
 
Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.
 
A diferencia de nuestros mayores
—Y esto lo digo con todo respeto—
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.
 
Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.
 
Además una cosa:
El poeta está ahí
Para que el árbol no crezca torcido.
Éste es nuestro mensaje.

Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
Al poeta Barata
Al poeta Ratón de Biblioteca.
 
Todos estos señores
—Y esto lo digo con mucho respeto—
Deben ser procesados y juzgados
Por construir castillos en el aire
Por malgastar el espacio y el tiempo
Redactando sonetos a la luna
Por agrupar palabras al azar
A la última moda de París.

Para nosotros no:
El pensamiento no nace en la boca
Nace en el corazón del corazón.
 
Nosotros repudiamos
La poesía de gafas oscuras
La poesía de capa y espada
La poesía de sombrero alón.

Propiciamos en cambio
La poesía a ojo desnudo
La poesía a pecho descubierto
La poesía a cabeza desnuda.
 
No creemos en ninfas ni tritones.
La poesía tiene que ser esto:
Una muchacha rodeada de espigas
O no ser absolutamente nada.
 
Ahora bien, en el plano político
Ellos, nuestros abuelos inmediatos
¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!
Se refractaron y se dispersaron
Al pasar por el prisma de cristal.
Unos pocos se hicieron comunistas.
Yo no sé si lo fueron realmente.
Supongamos que fueron comunistas,
Lo que sé es otra cosa:
Que no fueron poetas populares,
Fueron unos reverendos poetas burgueses.
 
Hay que decir las cosas como son:
Sólo uno que otro
Supo llegar al corazón del pueblo.
Cada vez que pudieron
Se declararon de palabra y de hecho
Contra la poesía dirigida
Contra la poesía del presente
Contra la poesía proletaria.
 
Aceptemos que fueron comunistas
Pero la poesía fue un desastre
Surrealismo de segunda mano
Decadentismo de tercera mano
Tablas viejas devueltas por el mar.
Poesía adjetiva
Poesía nasal y gutural
Poesía arbitraria
Poesía copiada de los libros
Poesía basada
En la revolución de la palabra
En circunstancias de que debe fundarse
En la revolución de las ideas.
Poesía de círculo vicioso
Para media docena de elegidos:
«Libertad absoluta de expresión».
 
Hoy nos hacemos cruces preguntando
Para qué escribían esas cosas
¿Para asustar al pequeño burgués?
¡Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
Sino cuando se trata del estómago.
 
¡Qué lo van a asustar con poesías!
La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Éste es nuestro mensaje
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.
 
Nada más, compañeros
Nosotros condenamos
—Y esto sí que lo digo con respeto—
La poesía de pequeño dios
La poesía de vaca sagrada
La poesía de toro furioso.
 
Contra la poesía de las nubes
Nosotros oponemos
La poesía de la tierra firme
—Cabeza fría, corazón caliente
Somos tierrafirmistas decididos—
Contra la poesía de café
La poesía de la naturaleza
Contra la poesía de salón
La poesía de la plaza pública
La poesía de protesta social.

Los poetas bajaron del Olimpo.

  articulos

(1963)

     
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Nicanor Parra
Físico y poeta chileno.
     
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