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Últimas noticias de la prehistoria ,del ADN de los dinosaurios a las pinturas de Lascaux
Yves Coppens
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Dos investigadoras estadounidenses han publicado en la revista
Nature un artículo sobre su descubrimiento de dientes de chimpancé en Kenia, en África del Éste. Lo aprovechan para repasar la hipótesis de la East Side Story que propuse hace una veintena de años. Según esta hipótesis, prechimpancés y prehumanos se habrían separado por razones de adaptación a entornos que, a su vez, se habrían diferenciado hace entre 8 y 10 millones de años como consecuencia de un acontecimiento tectónico, el hundimiento del valle del Rift y el levantamiento de su borde occidental; el lado este de África, más seco y más descubierto, se habría convertido en el de los prehumanos, y el lado oeste, más húmedo y más cubierto, en el de los Prechimpancés. En realidad, se sabe, sabemos, que, hace entre 8 y 10 millones de años, los ancestros comunes a los chimpancés y los humanos se escinden en dos poblaciones: una conduce a los prehumanos y después a los humanos; la otra, a los prechimpancés y después a los chimpancés. ¡Teníamos que haber estado separados en un momento dado, los chimpancés y nosotros, para que surgieran productos tan diferentes hoy!
Esta hipótesis, que defendí durante varios años, fue puesta en duda, con razón, a raíz de los descubrimientos de Michel Brunet en Chad, es decir en el oeste, descubrimientos de prehumanos de 7 millones de años de antigüedad. Ése es el juego de la ciencia y de la búsqueda de la verdad. Pero que esta hipótesis se ponga en duda por el descubrimiento de dientes de 550 000 años es otro problema y, en este caso, un grave error en la consideración del tiempo. ¿Cómo una hipótesis relativa a lo que ocurrió hace 810 millones de años puede aplicarse a algo que data de 550 000 años? Se trata, como mínimo, de una falta de discernimiento. La East Side Story es un acontecimiento; no es la historia de los diez últimos millones de años. Los habitantes tuvieron muchas ocasiones de cambiar durante este largo episodio. En Francia, por ejemplo, el pequeño jabalí que vive en el bosque amplía su territorio a la vez que se extiende el bosque; no se detiene en el lugar donde el bosque se detuvo el año anterior. Pues bien, lo mismo ocurre con el hábitat del chimpancé: ¡si su bosque se extiende, él también se extiende! Arqueología de chimpancés Los hombres no son los únicos que han dejado huellas de cultura que los arqueólogos explotan; los chimpancés también tienen ahora su arqueología. Y esto es totalmente extraordinario. Por supuesto, sabemos desde hace mucho tiempo que los chimpancés no solamente tienen una cultura, sino culturas. Los pequeños chimpancés de Tanzania, por ejemplo, extraen las termitas con ramas que preparan quitando las hojas que molestan. Los pequeños chimpancés de Senegal, por su parte, cortan con los dientes otras ramas para convertirlas en una especie de picos con los que masacran a los monos más pequeños, los gálagos, para comérselos. Sabemos también desde hace tiempo que los chimpancés de Costa de Marfil cascan las nueces con percutores de piedra e incluso a veces con percutores sobre yunques. Justamente en Costa de Marfil, las excavaciones realizadas en la selva de Tai por Christophe Boestsch, que estudiaba allí a los chimpancés, pusieron al descubierto niveles arqueológicos que parecen datar de hace 4 300 años. Y estos niveles arqueológicos contienen percutores comparables a los percutores de nueces de los chimpancés actuales. La materia prima, el granito, es también la que utilizan los chimpancés de hoy y no la que utilizan los hombres en esta región del mundo. Por otra parte, como estos percutores llevan a la vez marcas de percusión y marcas de almidón dejadas por las nueces que cascaban como llevan los percutores contemporáneos, es extremadamente posible que nos encontremos ante la primera arqueología de otro mamífero diferente al hombre. ¡Se piensa, pues, que no se trata de restos arqueológicos humanos, sino claramente de restos arqueológicos de chimpancés utilizados hace doscientas generaciones! Jane Goodall Jane Goodall estuvo recientemente en París con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública francesa sobre la supervivencia supervivencia de los grandes monos. He participado en todos los festejos reservados a esta gran mujer. Una gran mujer que conozco, porque empezamos los dos, en los años sesenta, bajo la misma autoridad, la de Louis Leakey, el inmenso científico inglés de Kenia. Jane necesitaba selva para estudiar a sus monos, y yo sabanas para buscar mis huesos; Louis Leakey la instaló en Gombe y a mí en Olduvai, los dos en Tanzania. Después no nos encontramos muy a menudo… La idea de Jane era intentar salvar el hábitat de los grandes monos para salvar a la vez a los grandes monos y, con este objetivo, creó el Instituto Jane Goodall. El primer establecimiento vio la luz en California; fue en 1977. Después, una veintena de fundaciones, en diferentes países del mundo, completaron este primer esfuerzo, entre ellos el Instituto Jane Goodall Francia, creado en 2004, que ella venía a visitar por primera vez. Uno de los grandes descubrimientos de Jane Goodall fue ver, un día, a un chimpancé cortar y preparar la rama de un árbol para ir a pescar termitas en los agujeros de las termiteras. Era la primera vez que nos dábamos cuenta del hecho de que los grandes monos utilizan herramientas Cuando comunicó su observación a Louis Leakey, yo estaba con él y recuerdo que me dijo: “Es extraordinario porque o bien los monos deben integrarse en la categoría de hombres en la clasificación zoológica, o bien hay que revisar por completo la definición de hombre”. Y se puso a reír, porque adoraba este tipo de descubrimientos provocadores que trastornan un poco las formas de pensar. Jane también hizo, por descontado, otras numerosas observaciones. Por ejemplo, describió chimpancés que organizaban patrullas para vigilar su territorio contra la posible irrupción de los chimpancés vecinos. También vio en el momento de las primeras lluvias, chimpancés machos que se entregaban a una especie de danza delante de las hembras espectadoras, como un ritual a la gloria del “dios Agua” —seguramente voy demasiado lejos en la terminología, pero hay algo de este tipo. Este comportamiento, evidentemente, es inquietante y, sin embargo, si se reflexiona bien, ¿debe serlo? Después de todo, somos primos, esto es incontestable, y tenemos ancestros comunes de hace varios millones de años, lo cual es poco, geológicamente hablando; por lo tanto, es normal que nos parezcamos. Ni que decir tiene, el mérito de Jane Goodall fue observar todo esto por primera vez sobre el terreno y durante años. El genoma del chimpancé La revista Nature acaba de publicar la secuencia del genoma del chimpancé; evidentemente, es un acontecimiento de primerísima importancia. De primerísima importancia porque los seres actualmente más cercanos al hombre son los chimpancés. En efecto, compartimos con ellos un ancestro común, que situamos en África hace de 8 a 10 millones de años. Conocer el genoma del chimpancé es, por tanto, poder ver en qué se nos parece nuestro primo más cercano y en qué se diferencia de nosotros. Después del mapa genético del hombre, secuenciado en 2001, nos llega el del chimpancé. Ahora podemos compararlos leyendo los 3 000 millones de nucleótidos de cada uno: la molécula de adn, situada en el centro de cada célula, está formada por una sucesión de 3 000 millones de pequeños elementos. Secuenciar el genoma es conocer el orden con que se encadenan estos nucleótidos. Esta distribución es extremadamente importante, porque basta un nucleótido menos, o diferente, o colocado en otra parte, para que exista una verdadera diferencia, mutación o enfermedad genética. En la actualidad, ya se han observado unos 40 millones de diferencias. Más exactamente 35 millones y 5 millones de inserciones o deleciones. Evidentemente, sólo se trata de una primera lectura, un punto de partida para otras comparaciones. Queda todavía un largo trabajo para comprender mejor la implicación de cada nucleótido en estas diferentes funciones. Bipedismo arborícola Susannah Thorpe, de Birmingham, especialista en orangutanes, ha dado a conocer recientemente una observación que parece haber emocionado un poco a nuestra comunidad. La observación es interesante, pero la emoción me parece excesiva. En efecto, esta investigadora vio a unos orangutanes de Sumatra que se paseaban de pie sobre las ramas. Estos animales, que viven en la selva y que disponen de largos brazos, tienen más bien la costumbre de colgarse de rama en rama. Ella los vio enderezarse y pasearse de pie para poder utilizar las manos y recoger frutos; llama a esto, y es muy hermoso, un bipedismo arborícula asistido por las manos. Los ancestros de los orangutanes, primero arborícolas, habrían descendido después al suelo, antes de reconquistar el mundo de la selva. En realidad, hoy están adaptados a un cómodo arboricolismo. Todos los primeros prehumanos son probablemente bípedo arborícolas, pero, aunque continúan trepando a los árboles, no por ello dejan de ser bípedo y bípedo permanentes. Un bipedismo ocasional precedió al bipedismo de los prehumanos, ¿por qué no? Es posible que el arboricolismo preparara, en cierta manera, para el bipedismo. La observación es interesante; enriquece nuestra cultura sobre la historia del bipedismo, forzosamente más compleja de lo que se cree. Pero no cambia nada de nada. Los prehumanos siguen siendo los únicos primates caracterizados por un bipedismo permanente, a pesar de que, en los primeros millones de años de su historia, este bipedismo se asociaba a cierto arboricolismo (Orrorin Ardipithecus, Lucy).
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Fragmentos del libro
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como citar este artículo →
Coppens, Yves. (2013). Últimas noticias de la prehistoria, del ADN de los dinosaurios a las pinturas de Lascaux. Ciencias 107-108, julio 2012-febrero 2013, 156-158. [En línea]
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la dvdeteca |
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Hacer ciudad
Amanda de la Garza Mata
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La ciudad de México es una de las ciudades más complejas en términos de su tamaño y densidad poblacional, pero también en lo que se refiere a la actividad cultural y las interacciones sociales que en ella ocurren. Es en ese sentido que la pregunta acerca del fenómeno urbano sigue siendo vigente, aun cuando es necesario plantear nuevos enfoques o perspectivas al cuestionamiento sobre qué es la ciudad, cuáles son sus límites, quiénes son los actores que ayudan a conformar su entramado social, visual, vivencial. Habitamos una ciudad en donde el espacio es un territorio en constante disputa, sujeto a apropiaciones múltiples, y en donde la planificación estatal no ha logrado producir, en décadas, políticas urbanas que permitan la integración y el desarrollo social de la ciudad. Ahora bien, en el centro de la pregunta sobre quiénes intervienen en la construcción y edificación de las ciudades aparece la arquitectura. Así, nos planteamos en este proyecto producir un cruce que a primera vista parece relegado a otras épocas en la historia del país y de la ciudad de México e incluso en el pasado de la historia de la arquitectura en el siglo xx: las relaciones entre arquitectura y ciudad. Nos preguntamos lo siguiente: ¿cómo se construye y se “hace ciudad” desde la arquitectura actual? ¿Cuáles son las perspectivas que sostienen los arquitectos mexicanos, de diferentes generaciones pero en activo, sobre esta temática? En este documental conformado por entrevistas y recorridos con especialistas de diferentes ramos —arquitectos, investigadores en arquitectura y urbanistas— pretendemos dar cuenta de la manera en que se han tejido históricamente las relaciones entre arquitectura y espacio urbano, entre arquitectura y urbanismo, en el caso específico de la ciudad de México. Las cuatro preguntas que guiaron este proyecto son: ¿cómo se propuso esta relación (en el siglo xx, en particular bajo los preceptos de la arquitectura moderna en nuestro país)? ¿Cuáles fueron sus efectos sobre el espacio urbano y cuáles sus obras representativas? ¿Cómo se ha transformado dicha visión y cómo se plantea actualmente la problemática? ¿Cuáles son los retos actuales de la arquitectura y de los arquitectos frente al tema? Ciertamente, la visión de la arquitectura como proyecto social cayó en desuso ante el advenimiento de nuevas condiciones socio-históricas, tales como el debilitamiento del Estado y, en el ámbito arquitectónico, las teorías posmodernas en arquitectura. No obstante, consideramos que existe un resurgimiento en el medio arquitectónico local de una reflexión sobre el papel de la arquitectura en la construcción de las ciudades contemporáneas y, en particular de las ciudades latinoamericanas, la cual se da tanto en el nivel teórico como en el práctico. En el primero hay un replanteamiento del papel de los arquitectos en el espacio social, así como una distancia crítica frente a la historia de la arquitectura en México y a su estado actual, por ejemplo en temas tan relevantes como el de la vivienda urbana. En el segundo nos interesa explorar, tomando proyectos específicos, cómo se está reinterpretado la relación entre arquitectura y ciudad, y el concepto de “hacer ciudad” bajo diferentes modalidades: propuestas y proyectos que en su formulación den cuenta de tales reflexiones, obra específica que se haya desarrollado en los últimos años relacionada con las temáticas abordadas y obras que representen la antítesis de dichas aspiraciones. Pensamos la ciudad como una megalópolis cuyos límites son difusos, pero cuyo espacio se encuentra sumamente segmentado y segregado, lo cual da cuenta de la forma en que las dinámicas sociales tienen correlatos claros en el espacio urbano. Nos propusimos así establecer un recorrido narrativo y visual que comienza en los bordes de la ciudad, es decir, en las periferias, a fin de acercar al espectador a la lógica espacial de la ciudad y la constitución del espacio urbano, de tal suerte que pueda entender las múltiples redes, ramificaciones y entramados urbanos que conforman la ciudad de México. Esto es la base y el punto de partida desde el cual el espectador puede entender y contextualizar las reflexiones, perspectivas y proyectos específicos desarrollados en el ámbito arquitectónico. Al interrogarnos sobre la construcción y el hacer de la ciudad buscamos entender, difundir y dar conocer la manera como se conforma la identidad de la ciudad de México mediante tales gestos arquitectónicos y urbanísticos. ¿Qué es “hacer ciudad” hoy? ¿Quiénes están operando en la ciudad, en qué lugares, desde qué ideas y visiones? El documental Hacer ciudad parte de estas preguntas para efectuar una aproximación a una serie de proyectos desarrollados desde distintos planteamientos por arquitectos mexicanos, los cuales abordan el papel de la arquitectura frente a la ciudad de México, en tanto que espacio diverso y complejo, poniendo el acento en lo posible y en la utopía, en la búsqueda por mejorar las condiciones de vida de quienes habitan y se enfrentan a los problemas propios de esta megalópolis. Entrevistas, proyectos, recorridos por diferentes sitios van conformando una narrativa sobre la ciudad, como una forma de interrogarla, repensando también la arquitectura que la construye y conforma. Ciudad ilusoria Es una plataforma de investigación, producción y exhibición de proyectos audiovisuales relacionados con la ciudad de México que, desde diferentes perspectivas, propone una toma de postura frente a la ciudad, entendida como un amasijo de materializaciones, de espacio producido a partir de los anhelos, deseos e intereses de quienes colectiva e individualmente actúan desde diversas coordenadas en su construcción. La vía de acercamiento a estas subjetividades urbanas la constituyen conceptos tales como: recorrido, trayecto, memoria, historia oral, entrevista y observación. Todo ello desde una aproximación a la experiencia de la ciudad, a expensas del flujo y la plasticidad que permiten el registro, la documentación y creación audiovisual.
En términos temáticos, los proyectos específicos cruzan diversos ejes: la ciudad, la arquitectura mexicana y sus arquitectos (historia, pensamiento y emoción; urbanistas y arquitectos en su papel de constructores de la ciudad); la vida urbana y las formas de habitar. Estos proyectos logran dar cauce a una inquietud vivencial, subjetiva, que surge de la pregunta sobre el espacio urbano, de un extrañamiento ante la vida diaria, una duda que se posa sobre la manera como las relaciones sociales toman forma en el hecho arquitectónico.
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Amanda de la Garza Mata
Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Universidad Nacional Autónoma de México.
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como citar este artículo →
De la Garza Mata, Amanda . (2013). Hacer ciudad. Ciencias 107-108, julio 2012-febrero 2013, 154-155. [En línea]
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del mar |
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La investigación
a la orilla del mar,
la UNAM llega
a SISAL
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Xavier Chiappa Carrara
y Patricia Guadarrama Chávez
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Sisal es un pueblo costero que fue habitado por poblaciones prehispánicas mayas según consta en el códice de Calkiní; a partir de la conquista comienza su actividad portuaria, la cual alcanza reconocimiento importante por la cantidad de barcos internacionales y gente importante que transitaban por su puerto, como lo describe Sabina Berman: “lo primero en Sisal es su muelle. El que recibió a la emperatriz Carlota cuando arribó a México en 1865. Un muelle digno del arribo de una emperatriz y su cortejo: una calzada de diez metros de ancho flanqueada de columnas dóricas blancas que se adentra en un mar de siete tonos de azul”. Pero en 1870 se abre el puerto de Progreso y, dada su cercanía a la ciudad de Mérida, con ello comienza el olvido y la decadencia de Sisal. En ese sitio, en 2004 se fundó la primera de una serie de sedes foráneas con las que ahora cuenta la Facultad de Ciencias y que se denominan como unidades multidisciplinarias de docencia e investigación (UMDI). La visión que se tuvo para el desarrollo de la umdiSisal partía de la idea central de que el uso adecuado de los recursos naturales debe estar basado en un aprovechamiento sostenible en el tiempo. Sin esta consideración, la explotación de los recursos bióticos puede generar utilidades económicas y sociales, pero carece de verosimilitud biológica. En este proyecto se considera que las necesidades de un grupo social y la cantidad de recursos que puede ser extraída del ambiente son dos elementos clave que deben de ser considerados para aprovechar los recursos en el marco del desarrollo sostenible. Esta idea también implica aprovechar, preservar y restaurar los recursos naturales de manera tal, que dichas acciones sean compatibles con la obtención de beneficios económicos mediante un esquema que involucre a la sociedad en la conservación de los ecosistemas. En el año 2007, la diversificación de temas de investigación constituía un atractor importante para que estudiantes de posgrado buscaran en Sisal opciones de formación especializada, puesto que se generaban nuevos conocimientos desde la perspectiva de las disciplinas de la física, química, biología y ecología. En aquel momento, las instalaciones, el equipamiento de los laboratorios y áreas experimentales, así como las posibilidades de realizar trabajo de campo en distintos ambientes costeros y el creciente número y calidad del personal académico adscrito a las unidades de la unam en Yucatán, fueron factores que permitieron que dicho campus fuese considerado una de las sedes foráneas del programa de posgrado en Ciencias del Mar y Limnología. Innovaciones como los sistemas sustentables de cultivo de camarones (Farfantepenaeus duorarum, Litopenaeus vannamei y F. brasiliensis) mediante biofloc para engorda directa, los sistemas cerrados de circulación para la maduración de camarones peneidos (F. duorarum y L. vannamei), así como los estudios fisiológicos y nutricionales que acompañan la engorda del camarón blanco en agua dulce y los trabajos sobre la condición inmunológica de otros modelos de estudio, como los peces y los moluscos, han permitido la creación de un plan de estudios de especialización en acuacultura que se impartirá en colaboración con la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la misma UNAM. El ámbito de los estudios oceanográficos que se realizan en la UMDISisal abarca desde el límite que impone la tierra a la penetración del agua marina hasta el borde de la extensa plataforma continental de Yucatán, sobre la cual fluye una corriente costera que sólo recientemente ha podido ser descrita. Su origen está en las aguas subsuperficiales de la corriente de Yucatán y, de mayo a julio, lleva aguas frías y poco saladas hasta los límites con el estado de Campeche. Otra corriente, que se origina frente a las costas de Sisal, fluye por gravedad hacia la plataforma continental. Ambas crean un sistema que genera un ambiente con características particulares y distintivas tanto de la columna de agua como del sustrato que, a su vez, determinan los parámetros ecológicos y pesqueros gracias a los cuales ha sido posible identificar tanto regiones prioritarias de conservación como la zonación de las dos áreas naturales protegidas que se ubican en los límites del terreno que ocupa la unam en Sisal. El ámbito geográfico del pulpo rojo (Octopus maya) parece estar limitado por las bajas temperaturas estivales que caracterizan la presencia de estas corrientes litorales. Los mecanismos adaptativos que despliega para enfrentar tal conjunto particular de condiciones esta especie sujeta a una intensa explotación pesquera, la convierten en un indicador del cambio en la temperatura del mar. La corriente litoral arrastra consigo grandes masas de agua desde la zona de la surgencia, en las cercanías de Cabo Catoche, hasta el Golfo de México; son aguas ricas en nutrimentos, mismos que se añaden a las del acuífero de Yucatán, el segundo más importante del país, conforme éste entra en contacto con el mar en la costa norte de la península y aporta compuestos que provienen de las actividades agrícolas, pecuarias, urbanas e industriales que se filtran a través de la roca calcárea hasta el manto de agua. Dadas ciertas condiciones climatológicas y oceanográficas, algunas algas tóxicas o nocivas encuentran el medio propicio para florecer generando las mareas rojas que, en los últimos años, se suceden con creciente frecuencia. Para describir la interacción del mar con sus fronteras se requiere entender el conjunto de procesos físicos que ocurren en tales zonas de transición, medir sus impactos relativos y modelar sus relaciones para predecir efectos como los del cambio climático global. En 2010 se concretó la posibilidad de integrar a la visión de trabajo multidisciplinario con el que se originó la UMDISisal a un grupo de trabajo del Instituto de Ingeniería de la unam, cuyos intereses académicos abarcan temas relacionados con la hidrodinámica y morfodinámica de la costa, así como su vulnerabilidad ante fenómenos hidrometeorológicos que ocurren con más intensidad y frecuencia temporal, el transporte de sedimentos y la caracterización del clima oceánico. Los estudios de la interacción tierramar se han planteado a diferentes escalas en el espacio y en el tiempo, lo que permite combinar observaciones realizadas en el campo con rigurosos experimentos de laboratorio que podrán llevarse a cabo en un canal de oleaje. Gracias a tales estudios será posible tener propuestas de solución al desequilibrio físico presente en algunas secciones de la costa yucateca que provocan intensos eventos de erosión. Los programas de monitoreo ambiental y ecológico han permitido describir el uso que decenas de especies de peces arrecifales hacen del complejo sistema de rías, lagunas y humedales que utilizan como zona de refugio ante eventos catastróficos como las mareas rojas. Dichos estudios aportan información para actualizar el inventario de la biodiversidad del sureste, generando además bancos de adn y colecciones regionales de referencia tanto de especímenes como de fotografías tomadas en fresco que han permitido incursionar en temas como el de la generación de modelos en tres dimensiones de algunos organismos y el desarrollo de claves dicotómicas interactivas en línea. En estos ambientes extremos se están caracterizando genéticamente los consorcios microbianos productores de exopolisacáridos que habitan en sitios hipersalinos. El futuro de una comunidad académica comprometida con el desarrollo sostenible tendrá que tener un carácter multidisciplinario y multiinstitucional. Temas como el acoplamiento de los procesos físicos, químicos, biológicos y sociales que ocurren en la costa son los que permiten obtener resultados con el impacto que buscamos para consolidar el proyecto académico del campus Sisal y, para lograrlo, es indispensable que los esfuerzos sean concurrentes. La participación en redes temáticas de colaboración ha resultado ser una manera de articular los esfuerzos de distintas personas e instituciones para abordar problemas específicos, aglutinando los expertos con los que cuenta el país, y generar así proyectos de gran envergadura para favorecer el desarrollo sustentable. |
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Referencias bibliográficas http://www.sisal.unam.mx |
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Xavier Chiappa Carrara y
Patricia Guadarrama Chávez Facultad de Ciencias, Unidad Multidisciplinaria de Docencia
e Investigación SISAL,
Universidad Nacional Autónoma de México. |
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como citar este artículo →
Chiappa Carrara, Xavier y Patricia Guadarrama Chávez. La investigación a la orilla del mar, la UNAM llega a Sisal. Ciencias 107-108, julio 2012-febrero 2013, 132-135. [En línea] |
bibliofilia |
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Illustrated Dictionary
of Mycology
(Second Edition)
Miguel Ulloa
y Richard T. Hanlin
The American Phytopathological
Society Press, Minesota,
2012, 782 p.
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Una larga historia de trabajo académico va del Diccionario
ilustrado de micología de Miguel Ulloa, publicado en 1991, al recientemente aparecido Illustrated Dictionary of Mycology, escrito por el mismo autor en colaboración con Richard T. Hanlin.
El primer libro de micología a color, escrito en español, con un índice-glosario de 543 términos micológicos analizados etimológicamente, que contiene algunos términos ilustrados pero con las imágenes repartidas a todo lo largo del texto fue El Reino de los Hongos, publicado por Teófilo Herrera y Miguel Ulloa en 1990. En 1994 los mismos autores publicaron Etimología e iconografía de géneros de hongos, obra que analiza el verdadero significado de los 807 géneros que trata El Reino de los hongos, con la intención de que las dos obras se complementaran. Su principal aporte fue reunir la etimología comentada de cada nombre genérico, incluyendo el autor o autores del mismo, la cita bibliográfica original correspondiente a la descripción del género, las raíces griegas o latinas de las que haya derivado el nombre del género (en la mayoría de los casos ambas o, excepcionalmente, de otro lenguaje) y un breve comentario acerca de la etimología o verdadero significado del nombre, ya que puede estar relacionado con alguna característica biológica del organismo, sea morfológica, fisiológica o ecológica, con su modo de vida, su hábitat o alguna otra peculiaridad que lo distinga. Algunos nombres genéricos están dedicados a una persona o derivan del lugar de procedencia del hongo descrito; además, se incluyen ciertos datos descriptivos o sobre otros aspectos de la biología en la diagnosis de cada género. La obra tiene las ilustraciones en blanco y negro (fotografías y dibujos) de todos los géneros. En 2000, Miguel Ulloa y Richard T. Hanlin publicaron el Illustrated Dictionary of Mycology (aps press), y en febrero de 2006 salió publicado el Nuevo diccionario ilustrado de micología, de 672 páginas, con el análisis de casi 5 000 términos técnicos y 1 766 ilustraciones en blanco y negro. El primero, al igual que la edicion en español de 1991, tiene el equivalente inglés en cada término más un vocabulario españolinglés extenso y una lista de 1 100 especies fúngicas ilustradas con fotografías y dibujos. Enseguida se buscó elaborar un nuevo diccionario actualizado y ampliado en su texto, que se llamaría como el anterior, Illustrated Dictionary of Mycology Second Edition. Con el fin de ayudar a los usuarios de este diccionario se ubicaron los taxa de hongos utilizando el esquema de la clasificación de Alexopoulos y colaboradores publicado en 1996 en un libro de texto empleado en la enseñanza de la micología, pero tal y como fue modificado por Miguel Ulloa y Richard T. Hanlin en su obra anterior, usando los referentes de Hawksworth y colaboradores de 1999 y de Kirk y colaboradores de 2001. En el proceso de escritura aparecieron dos nuevos libros micológicos que tuvieron una fuerte influencia en la sistemática de los hongos: Fungal Families of the World, de Cannon y Kirk (2007), que es un compañero visual del diccionario de los hongos, y la décima edición del Dictionary of the Fungi, de Kirk y colaboradores (2008). Ambas tienen como base las nuevas investigaciones sobre la estructura y la ultraestructura de los hongos, además de los caracteres moleculares a partir de los cuales se considera que los previos sistemas de clasificación son obsoletos (incluyendo el esquema de Alexopoulos y colaboradores modificado por Ulloa y Hanlin). Dichas obras contenían varios grupos en una clasificación artificial con sus especies arregladas en taxa no naturales y heterogéneos como, por ejemplo, los Blastomycetes, Hyphomycetes, Coelomycetes (Deuteromycetes), Plectomycetes, Pyrenomycetes, Discomycetes, Loculoascomycetes (Ascomycota), Hymenomycetes y Gasteromycetes (Basidiomycota). Tomando todo esto en cuenta, y para que la clasificación de los hongos estuviera más actualizada, Ulloa y Hanlin elaboraron más de cincuenta entradas nuevas, así como varias correcciones taxonómicas que tuvieran que ver con los nombres de los taxa fúngicos y con los microorganismos parecidos a los hongos que sufrieron cambios en su posición, integrando los nombres para presentar sus etimologías, sus definiciones y los usos en micología. Pueden verse así los principales cambios en órdenes, clases y phyla de tres reinos: Fungi, Stramenopila y Protista, que mudaron a Chromista y Protozoa con los concurrentes cambios de los nombres de los taxa. En Protozoa los nombres de los taxa tienen las terminaciones usadas en la taxonomía zoológica, por ejemplo, Acrasida (Acrasiales), Protostelida (Protosteliales) y Physarida (Physarales). El Illustrated Dictionary of Mycology, Second Edition está más y mejor ilustrado, con 2 708 imágenes a color de términos técnicos —que es el mismo número de los nombres científicos de hongos de la lista que contiene el libro—, de las cuales 2 036 son fotografías (909 de Ulloa y 237 de Hanlin) y 672 dibujos, todos hechos por el primero. Muchos de los conceptos y de las ilustraciones incorporadas en el libro derivaron de variados proyectos en la ciencia micológica, por lo que representa más de cuatro décadas de enseñanza e investigación de ambos autores. Si bien en el periodo de 1991 a 2011 éstos se dedicaron a realizar otras actividades de enseñanza e investigación, el plan de hacer un diccionario de esta naturaleza no dejó de ser lo más importante desde el punto de vista académico. Los nombres de los términos seguidos por un asterisco representan las nuevas ilustraciones (1 001), en comparación con su edición en español de 2006. Esta segunda edición tiene, por lo tanto, 1 386 ilustraciones adicionales, más del doble en comparación con la primera edición en inglés, que tiene 1 322 en blanco y negro. Este aporte visual resultó muy importante porque todas las imágenes se vivificaron. El Appendix, que tiene un cuadro comparativo de los sistemas de clasificación de los hongos, tomó en cuenta que el propósito general del diccionario no es taxonómico. Con fines didácticos se hizo una comparación, hasta el nivel de orden, entre los sistemas de clasificación de los hongos (reino Fungi) y de los microorganismos parecidos a hongos (reinos Chromista y Protozoa) y el sistema de Kirk y colaboradores, la cual no está completamente actualizada debido a los frecuentes cambios taxonómicos que ocurren en la sistemática de los hongos, basados principalmente en caracteres moleculares; aun así puede ser útil para ubicar los taxa incluidos en el nuevo libro. La meta en micología es llegar a una clasificación filogenética de los hongos, tal y como se está haciendo en otras especialidades de las ciencias biológicas. Con 782 páginas y 83 referencias bibliográficas que abarcan diccionarios y otros libros de consulta, así como libros de texto y artículos de investigación, el diccionario es un tratado de referencia del inmenso mundo macro y microscópico de los hongos. Prepararlo y editarlo llevó alrededor de seis años de trabajo, y se puede decir que es más que un diccionario de hongos, ya que tiene una riqueza enorme en el cuerpo de las ilustraciones que complementan las definiciones de los términos. Su finalidad es que sea útil para micólogos, fitopatólogos, microbiólogos, médicos y biotecnólogos, al igual que para investigadores, profesores y estudiantes de nivel superior de cualquier área. Con los adelantos tecnológicos que estamos viviendo, y por los requisitos que exigen las editoriales modernas, la elaboración y publicación de un nuevo libro como éste es una tarea grande y complicada, que consume mucho tiempo por las tantas dificultades que ello entraña e implicó un esfuerzo de ambos autores y también, parcialmente, de los editores de la misma. En este sentido es importante mencionar la valiosa ayuda de Samuel Aguilar, quien tiene la experiencia y las aptitudes necesarias para este trabajo técnico, los cambios necesarios para las varias formaciones de todo el libro, al igual que la ayuda de Elvira Aguirre Acosta. Al apreciar los frutos obtenidos, los autores se sienten orgullosos por el alto nivel alcanzado con la publicación de esta obra. Nuestra mayor satisfacción es que la parte del texto esté indisolublemente ligada con el cuerpo de las ilustraciones (palabra-imagen), que es la dualidad del lenguaje científico, ya que cada entrada y cada imagen tienen una historia que contar. En suma, fue una experiencia sobresaliente, grande y ardua, que requirió un trabajo particularmente minucioso y lleno de numerosos detalles exigidos por la preparación del texto y las imágenes.
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Miguel Ulloa
Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México. |
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como citar este artículo →
Ulloa, Miguel y Richard T. Hanlin. (2013). lllustrated Dictonary of Mycology Second Edition. Ciencias 107-108, julio 2012-febrero 2013, 146-147. [En línea]
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de flujos y reflujos |
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Del calor y el frío
Ramón Peralta y Fabi
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El frío que “se mete” por la ventana o el que “se sale” del
refrigerador, el calor “que hace” y aquel desafortunado que “se pierde” reflejan parte de nuestra forma de hablar, de nuestra intuición y del folclor científico cotidiano.
Sobresalen el uso de términos de manera suelta y poco precisa, las experiencias y apariencias de lo que percibimos y las “enseñanzas” familiares. Esto ocurre con múltiples términos, como energía, número y vida; lo que es cada una de éstas es tema de la reflexión y debate de los profesionales, pero también son palabras que hemos hecho nuestras y con el uso les hemos cambiado el significado o simplemente representan ideas poco claras. ¿Es la luz un átomo o un virus?, son preguntas sencillas cuyas respuestas pueden dar los expertos, con salvedades, aclaraciones y precisiones varias. Dos aspectos sobre el calor son esenciales. Primero, es una forma de “energía”. Segundo, es energía en tránsito debido, “exclusivamente”, a una diferencia de temperaturas. De hecho, no hay nada más; sólo que ahora es necesario precisar tres conceptos: energía, su transferencia y su temperatura. Comencemos por esta última. Se dice que la temperatura es la que miden los termómetros; aclaremos. A un objeto o sistema que aislamos por completo —cosa imposible, salvo en forma aproximada— le pasan una de dos cosas: se queda como estaba al aislarlo, cual si estuviera congelado, o evoluciona hacia un nuevo estado y se queda en él. En el primer caso decimos que estaba en equilibrio y etiquetamos a ese estado con un número, al que llamamos temperatura. Para comparar el estado de equilibrio de una galleta con el de una piedra volcánica, los acercamos y vemos si hay cambios. Si no los hay, tienen la misma temperatura. Si los hay, ambos cambian a un nuevo estado, igualando su temperatura. El más frío se calienta y el caliente se enfría, siempre y sin excepción, alcanzando una temperatura que estará entre las dos originales y dependerá del tamaño de cada objeto, entre otras cosas. Pareciera que algo tiene el caliente y lo cede al otro, conservándose ese algo. No en balde, hasta el primer cuarto del siglo xix, se imaginaba al calor como un fluido indestructible que pasaba de unos cuerpos a otros, aumentando o bajando las temperaturas; se le llamaba “calórico”. Este fluido hipotético explicaba muchas cosas. Unos cuerpos cedían calórico fácilmente —conductores— y otros se resistían a cederlo, los aislantes. Sólo había que llevar las cuentas de cuánto circulaba. Al igual que el agua en vasos comunicantes, se equilibraba impecablemente. Todos contentos. Para comparar temperaturas se construyeron instrumentos que asociaran números a distintos estados de equilibrio; al cambiar la temperatura, el aparato debía exhibirlo claramente, por ejemplo, expandiéndose, cambiando de color o diciendo “esto quema” o “está muy frío”. Como las personas haciendo esto último son poco confiables en su repetibilidad y pueden dañarse innecesariamente, se han inventado los más variados métodos. Uno muy conocido está basado en que el mercurio, que es un metal líquido a temperatura ambiente, se dilata mucho y fácilmente al subir su temperatura; metido en un capilar, se puede apreciar cómo se “alarga” al calentarlo (miden la calentura en las personas). Luego, se definen “patrones”, como el minuto para el tiempo o las leguas para la distancia. Se asignó el número 100 al estado en el que el vapor del agua se condensa, al nivel del mar, y 0 al que corresponde al hielo en equilibrio con aire saturado; el intervalo se dividió en cien unidades y se les llamó grados Celsius o centígrados: °C. En realidad las cosas son más elaboradas y profundas. Existe una escala universal, científica, que asigna a la temperatura más baja posible en la naturaleza, el cero “absoluto” (cero grados Kelvin o 0°, sin más decoración). En esta escala el agua entra en ebullición a 373.16 °K y, por supuesto, no puede haber temperaturas negativas. Salvo por necedad, ya no se usan las otras escalas, como Fahrenheit, Réaumur, Rømer o Rankine. Volviendo al calórico, había que averiguar cuánto podía absorber cada cuerpo y qué características tenía; ¿es transparente, ligero, viscoso o tóxico?, ¿de qué está hecho?, y más preguntas simples. Y se empezó a buscar respuestas con experimentos y modelos sobre lo que podía o no hacer este escurridizo fluido. Aunque parecía explicar las observaciones del fenómeno térmico, amplias y diversas, el huidizo material eludió todo intento por ser caracterizado. Su antecesor fue el “flogisto” y su sucesor el “éter”, todos ellos difuntos ahora, como sus autores; si no se le puede medir nada es porque tal vez no existe. Al avanzar el siglo xix, la existencia del calórico fue paulatinamente sustituida por una teoría ondulatoria, en la que el éter, que parecía llenar y permear todo, era excitado y generaba (o compartía) el movimiento de las partículas que formaban a cada material. Calor y movimiento se vincularon estrechamente y, más tarde, se reconocería que eran formas distintas de la energía. El huidizo material pudo así ser olvidado. Y ¿qué es la energía? Pues… es “algo” que se conserva. Si un objeto se mueve, tiene energía de movimiento, llamada cinética. Si el objeto está a cierta distancia de otro objeto, por ejemplo, a una altura sobre la superficie terrestre, tiene energía potencial gravitacional. Si el objeto se suelta, empieza a caer y a moverse cada vez más rápido, adquiriendo energía cinética y perdiendo potencial, pero de modo tal que la suma se conserva. Si hay fricción, un objeto en movimiento eventualmente se detiene, pero se calienta, lo que se verifica al medir su nueva temperatura. La energía cinética se convirtió en energía interna. Un objeto cae sobre un resorte y lo comprime, deteniéndose momentáneamente. La energía cinética se ha convertido en energía potencial elástica; luego el resorte se estira, lanzando al objeto, que sale con la velocidad que llegó (casi), pero no del todo, porque algo queda como energía interna en el resorte y el objeto al haberse disipado una pequeña fracción de la energía cinética inicial. Cada forma de la energía tiene una expresión específica que permite cuantificarla; el reto ha sido hallar expresiones. Por ejemplo: la energía cinética de un objeto es el producto de su velocidad (4.0 km/hr, digamos) por su masa (supongamos 3.0 kg) y dividido entre 2: 4.0 × 3.0/2 = 6.0 lo cual, en unidades adecuadas, serían kilojulios (kJ). Hasta ahora, siempre se ha podido contabilizar la energía, dando pie al principio más sólido de toda la física: la “conservación de la energía”, ¡aunque ese “algo” no se sepa qué es! A veces es calor, es movimiento, y otras es potencial químico o elástico, entre muchas otras formas. Resumiendo, cuando dos objetos están a temperaturas diferentes y se permite el “contacto”, entendido como la posibilidad de intercambiar energía, lo harán hasta alcanzar un estado común de temperatura intermedia. El flujo de energía del Sol a la Tierra, el calor en forma de radiación que llega, se debe a que el primero tiene una temperatura de cerca de 5 900 °K en su superficie, muchísimo mayor que la de la Tierra, que también emite calor. La Luna en cambio, a veces está más fría y a veces más caliente que la Tierra, por lo que el calor a veces va y a veces viene. |
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Ramón Peralta y Fabi
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México
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como citar este artículo →
Peralta y Fabi, Ramón. (2013). Del calor y el frío. Ciencias 107-108, julio 2012-febrero 2013, 116-118. [En línea]
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