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Víctor M. Ramos González
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Recientemente se empezó a hablar de siembra de
nubes, y de que es posible hacer llover artificialmente, ¿qué hay de cierto en ello?
Los trabajos que se realizan bajo esos nombres, tienen como finalidad incrementar le precipitación natural, pero en ningún momento se hace “llover artificialmente”. El trabajo consiste en depositar dentro de la nube ya formada y en crecimiento, elementos químicos llamados nucleantes, y a eso se le llama “sembrar”, pero no para producir nubes, sino para facilitar la formación de gotas de lluvia dentro de la nube y propiciar la precipitación.
¿Cuándo se iniciaron estos trabajos?
Hace poco tiempo. Se pueda decir que se han desarrollado científicamente a partir de la década de los 40.
Entonces, ¿ye existían antes?
Desde que el hombre dependió de los ciclos de lluvia, ha intentado modificar las condiciones meteorológicas para su beneficio, recurriendo para ello, en primera instancia, a la creación de “Deidades”, a las que asignaron la capacidad de provocar la lluvia, como por ejemplo: Tláloc, Chaac, San Isidro Labrador, entre otros; se debe destacar también, a las danzas de los indios del suroeste de Estados Unidos.
Esas prácticas, ¿se pueden considerar métodos para provocar lluvia?
En su tiempo, y aún en algunas culturas, lo son y siguen practicándose; sin embargo, no son métodos científicos.
¿Cuáles son los métodos actuales?
Hay varios, pero los más conocidos y usados se pueden separar en dos grandes grupos: el dinámico y el estático. Se le llama dinámico, porque después de tratado el sistema nuboso, presenta un marcado incremento en su desarrollo vertical. El método estático sólo aumenta la eficiencia de la nube (eficiencia para producir gotas de lluvia) sin alterar su desarrollo.
El método dinámico se auxilia de un avión, el cual se eleva hasta tener el registro de una temperatura de –4°C; ahí se estabiliza, para buscar algún cúmulo con desarrollo vertical, al cual se penetra, para disparar dentro de el un cartucho de Yoduro de Plata (Agl), que puede ser de 10 o 20 gramos, según la magnitud de la nube. El disparo se efectúa dentro de la corriente ascendente, quien se encarga de esparcirlo en toda la nube (ver fig. 1), generándose millones de cristales de hielo que coadyuvan a la precipitación.
El método estático se lleva a cabo con dos tipos de operación, uno por medio de quemadores fijos en tierra (quemadores de Agl); el otro, con auxilio de un avión, desde donde se “queman bengalas”, las cuales contienen 70 gramos de yoduro de plata.
El sistema de quemadores en tierra se usa preferentemente en las laderas de las montañas (ver fig. 2), donde se instala la red de quemadores, aprovechando las corrientes ascendentes que sirven de vehículo a las plumas de humo de yoduro de plata, para alcanzar las nubes que coronan a la montaña. El otro sistema se lleva a cabo en las espesas capas de estratos, dentro de los cuales el avión vuela en dirección contraria al viento, quemando una bengala, que dura encendida 20 minutos.
Estos métodos, ¿se usan en cualquier tipo de nubes?
A las nubes las dividimos (para el trabajo de estimulación de lluvias) en dos tipos: calientes y frías. Las nubes frías son las que contienen agua y aunque se encuentren a un nivel donde la temperatura es menor a 0°C, el agua no se congela, pero está “super enfriada”, y por lo tanto a la nube se le llama fría o super enfriada. Estas nubes presentan cristales de hielo antes de precipitarse, mientras que las nubes calientes no presentan en ninguna de sus etapas de desarrollo cristales de hielo, o bien, su desarrollo no alcanza el nivel de los 0°C.
Para que el yoduro de plata actué como un nucleante, la temperatura debe ser menor a –2°C. El umbral de temperatura para que el Agl sea efectivo, y la siembra de resultados positivos, es entre –4°C y –10°C, por lo cual se escogen nubes frías para tratarlas con este método.
¿El yoduro de plata es el único nucleante artificial para estimular la lluvia?
No; se usan o han usado otros nucleantes, tales como la sal común, el hielo seco y sales de plomo, entre otros; de éstos, los de mayor uso son el yoduro de plata, del cual ya hablamos. El hielo seco se emplea para sembrar nubes calientes.
¿Qué ventajas presentan entre sí?
Hay varias, entre ellas está el fácil manejo. El Agl, se lleva en cartuchos de 10 ó 20 gramos, o en bengalas de 70 gramos y cada uno de ellos sirve para tratar un sistema. El avión está equipado para transportar hasta veinticuatro de estos elementos en cada vuelo, pudiendo hacerse combinaciones de diferente peso; en cambio, se requieren del orden de toneladas de hielo seco para sembrar un solo sistema nuboso, lo cual hace este método poco versátil y muy costoso.
¿Qué es un nucleante?
Un nucleante es una partícula sólida, cuyos radios miden de 10–8 a 10–2 cm., y se clasifican en: núcleos de Aitken, de radios entre 10–8 y 10–5 cm.; núcleos grandes, de radios entre 10–5 y 10–4 cm., y núcleos gigantes cuyos radios comprenden 10–4 a 10–2 cm., o más y se encuentran flotando dentro de la nube. Se llama nucleante porque en su superficie se agregan gotas de vapor y forman una gota de nube. Se necesitan alrededor de ocho millones de gotitas de nube para formar una gota de lluvia, que puede medir 5 mm.; con este tamaño la fuerza de gravedad actúa sobre ellas y se produce la precipitación. Todo a partir de un núcleo.
Los núcleos naturales pueden ser cristales de sal provenientes de mares u océanos, o bien arcillas finísimas como el caolín, que por su finura es fácilmente arrastrado y transportado por las corrientes ascendentes de aire caliente.
Para que un nucleante sea efectivo, debe ser higroscópico o mojable, condición necesaria para que actué como un nucleante de gotas de lluvia; las cualidades mencionadas se copian para fabricar núcleos artificiales, que se depositan dentro de la nube.
¿Cuál es la reacción cuando se deposita un nucleante en una nube?
El nucleante es un “señuelo” con el que se engaña a la nube. Como dije anteriormente, la nube necesita la presencia de gotas de nube, lo cual no se puede hacer artificialmente, pero la nube al registrar algunos núcleos dentro de ella, no sabe si son naturales o no, y empieza a reproducirlos hasta saturarse, momento en el cual se produce la precipitación. Cuando se trata un cúmulo en sistema, la nube reproduce por sí misma los núcleos (estos son de hielo) rápidamente y su tamaño se incrementa en unos minutos. Para que esto suceda, recoge de sus alrededores la humedad que en condiciones naturales no hubiera requerido, puesto que su desarrollo no sería tan violento, y gracias a ello, la precipitación puede incrementarse hasta un 15%.
¿Puede describir cómo son las operaciones de estimulación dinámica de lluvia?
Para la estimulación dinámica, se requiere primordialmente de una aeronave. En México, usamos aviones Cessna 310 y 421, bimotores de turbohélice, equipados con radar meteorológico, sistema de conectores, disparador de cartuchos y consola de mando de los cartuchos (llamados pirotécnicos). La tripulación se compone de un piloto, un copiloto y dos técnicos en estimulación de lluvia.
Antes de iniciar las operaciones, ya se tiene determinada la zona blanco, es decir, el área sobre la cual se van a tratar las nubes. El área debe estar dentro de parteaguas para aprovechar al máximo los escurrimientos de la precipitación, por lo cual hay que tomar en cuenta los almacenamientos naturales o artificiales donde depositar el agua de lluvia dentro de la zona blanco.
Las operaciones requieren de un gran apoyo meteorológico, debiendo empezar éste con un estudio histórico de la zona. Para la operación en tierra, se cuenta con fotografías de satélite meteorológico, donde se observan los frentes fríos o calientes y la nubosidad. Se cuenta con tres fotografías tomadas en diferente hora, y con ello se aprecia la dirección que estos fenómenos siguen, con lo que se concluye, si afectan o no nuestra área de trabajo; asimismo, se ubican las zonas de baja presión que pueden evolucionar hasta convertirse en un ciclón de mucha importancia por la humedad que transporta. Además, se cuenta con el análisis de las condiciones meteorológicas diarias de todo el país, y en especial de la zona de trabajo, siendo el resumen de éste, el pronóstico de favorabilidad para la siembra, y la hora más propicia para efectuar el vuelo.
Toda la información debe comunicarse a las diferentes bases antes de salir, (normalmente se despega entre las 14:00 y las 14:30 hrs.). Cada base informa sobre las operaciones del día anterior (se reporta a una oficina central en el D.F., que es la que envía los datos meteorológicos), con lo cual se establece una relación de envío y recepción de datos, fotografías de satélite y reportes escritos. Esto se lleva a cabo con el facsimil (también llamado telefacs o nefacs) que es un aparato conectado a la línea telefónica que al comunicarse a otro teléfono con un aparato similar, transforma la señal telefónica en pulsos eléctricos que se imprimen en un papel termosensible. Con ese aparato se puede enviar y recibir información con la agilidad de comunicación que proporciona el teléfono.
Se cuenta también con el auxilio del radar meteorológico, instalado en tierra, el cual opera durante las 24 horas del día y apoya la operación aérea, orientando a la tripulación hacia los ecos de nube. El radar puede seguir mediante sus observaciones, el desarrollo de la nube después de ser tratada.
Los datos que envía el radar a la tripulación antes de penetrar son: las coordenadas del eco; a qué altura se encuentra la base de la nube; el espesor a determinada altura; la altura probable de la cúspide; contenido probable de humedad y las características del núcleo. Con esta información, el sembrador (uno de los técnicos en estimulación) indicará al piloto el rumbo a seguir para localizar el sistema nuboso.
La parte del trabajo aéreo es la siguiente:
El responsable de la operación es el sembrador; él dispara y selecciona los sistemas a penetrar; el navegante (otro técnico en estimulación) se encarga de llevar el registro de la temperatura durante el ascenso; ubica en un plano de la zona blanco el número de disparos y la hora en que se efectuaron. La función del piloto es mantener el avión en forma horizontal, dentro de la nube, dejando que las corrientes ascendentes y descendentes suban o bajen al aparato; el copiloto está sólo para ayudar al piloto cuando él lo considere necesario.
Cuando el sembrador elige algún sistema, tiene en cuenta lo siguiente: no debe ser pequeño ni aislado, debe presentar un desarrollo vertical vigoroso, base plana (si es que se puede ver), la cúspide no debe tener desgarramientos; hay que penetrarlo perpendicularmente a la dirección del viento.
Ya que se eligió el sistema a tratar, la nave va hacia él, apuntando el haz del radar del avión (para efectos de comunicación con el radar en tierra, al avión se le denomina “radar móvil”), para observar las características y comportamiento al nivel de vuelo y analizar el núcleo de la nube, en lo que respecta a diámetro y energía.
Ante un gran sistema nuboso (pueden extenderse en áreas de más de 50 km2), no pueden verse a simple vista todas las torres que están en desarrollo, y no siempre éstas presentan núcleo, o bien los núcleos son muy grandes y por ello peligrosos si se les penetra. El radar cuenta con seis rangos de alcance, que son 5, 10, 20, 40, 80 y 160 millas náuticas; la operación de escudriñar la ruta la efectúan el piloto y el sembrador de la siguiente manera:
Ubican en la pantalla el primer cúmulo a penetrar, analizando las características del núcleo o de los núcleos, eligiéndose penetrar al menor (un núcleo bien definido en la pantalla, indica que ahí se encuentra granizo, nieve y gotas de lluvia y ya está precipitando o está por precipitar) que es el que se está desarrollando y se puede estimular. Conforme se aproximan al objetivo, reducen la escala del radar, hasta alcanzarlo a 5 millas, después la escala pasa a 20 millas, después la escala se pasa a 20 mn., (millas náuticas) para saber qué hay detrás del sistema a penetrar; posteriormente, la escala se varía a 40 y 80 mn.; en el caso de presentarse varios núcleos, se traza el plan de vuelo para penetrar, salir y penetrar otro sistema (ver fig. 3), sin correr el riesgo de “encerrarse” en los diferentes núcleos y no someter al avión a condiciones de rudeza en forma innecesaria.
La precipitación de la nube se observa a los 35 minutos de depositado el nucleante, pero la evaluación requiere de un período de trabajo continuo en una misma área, que puede comprender de cinco a veinte años. La estadística de los experimentos durante este tiempo indicará su la precipitación se ha incrementado. Algunos países como Israel, que ya lo han hecho, concluyeron que la precipitación se incrementa en un 15%.
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Víctor M. Ramos González
Investigador del Departamento de Estimulación de lluvia, Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. cómo citar este artículo →
Ramos González, Víctor M. y (Entrevista). 1983. Cómo hacer llover. Ciencias 3, enero-marzo, 54-57. [En línea]
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Raúl Alcaraz
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Es un hecho muy conocido que a partir de la revolución
industrial inglesa, se ha dado un desarrollo y fortalecimiento de las fuerzas productivas, basado en la explotación de los recursos naturales y en la explotación del trabajo de una parte de la humanidad. Esto se ha constituido en un sistema que antes que contribuir a la preservación de la especie humana, ha conducido a un estilo de vida que tiende a la autodestrucción.
Esto es de esperarse, ya que el sistema social vi gente no busca la satisfacción de las necesidades humanas, sino más bien, producir y obligar a consumir todo aquello que resulte rentable para los detentores de los medios de producción, que así logran una acumulación constante de capital.
También es un hecho, que en el desarrollo del capitalismo, una vez superada la primera fase, se empieza a dar la sustitución del trabajo humano por el trabajo de maquinaria progresivamente más sofisticada. Sin embargo, esta mecanización implica a altas inversiones, lo que lleva en forma directa a tratar de obtener beneficios crecientes que las amorticen. Así, proporcionalmente, el número de obreros ocupados es cada vez menor. A esto, hay que agregar que la competencia inevitable de las diferentes empresas de una misma rama, implica la necesidad de rentabilizar la maquinaria del modo más rápido posible, para substituirla por otra más eficaz y sofisticada.
Este proceso pasa por etapas criticas cuando el beneficio baja y el sistema es incapaz de reproducir el capital a una velocidad suficiente. Surgen entonces, las llamadas crisis de sobreacumulación que generalmente se contrarrestan con aumentos en el precio de las mercancías, por el aumento de la cantidad de productos vendidos o por ambos.
En estas condiciones, mediante aparatos ideológicos, como la publicidad y otras formas de control social, se puede garantizar el crecimiento capitalista, estimulando el consumo creciente de productos, en particular, de aquellos que generen mayores beneficios, que no necesariamente son los que asegurarán la satisfacción de las necesidades primarias.
Es claro además, que este sistema requiere de cantidades crecientes de materias primas, energéticos, trabajo y capital. Estos requerimientos se incrementan aún más al programar un rápido desgaste de los productos, a fin de aumentar su consumo y por lo tanto su demanda. Cabe señalar que, para asegurar la producción, es también necesario que las compañías multinacionales consigan controlar cierta clase de recursos, regularmente naturales, lo que implica el control político y, en ocasiones, militar, de los países que los detentan.
Por otra parte, hasta cierto punto es inevitable que tal patrón de producción tenga graves efectos ecológicos, debido a la contaminación masiva que provocan, tanto las industrias, como la utilización de sus productos. Tomemos como ejemplo el caso de la industria automovilística. La producción masiva de automóviles estimuló el desarrollo de empresas multinacionales del petróleo y otras empresas afines, que conformaron grandes conglomerados productivos, los cuales utilizan gran cantidad de materias primas y una mano de obra no muy difícil de formar, gracias a la necesaria mecanización de la producción en serie.
El resultado de la expansión de este tipo de empresas ha sido el consumo masivo de recursos para satisfacer una necesidad artificial de transporte, que, por otra parte, puede y debe racionalizarse, pues paulatinamente los problemas de circulación se incrementan, con el consecuente aumento de los índices de contaminación.
Ha sido muy notoria la forma en que la industria automovilística, para incrementar su expansión, comenzó a fabricar coches cada vez menos durables con el fin de acelerar el consumo. Lo mismo, con algunas variantes, se podría decir de diversos productos que la industria actual nos obliga a consumir.
Este absurdo modelo de mantener el crecimiento económico nos es presentado como el único posible, y no solo por economistas y políticos del sistema. El caso mexicano puede ser revelador, ya que el plan nacional de energía concibe el crecimiento económico en términos de un mayor consumo de energéticos y de recursos diversos, además de plantearse como la única salida a la crisis. Dicho plan no considera en ningún momento, que la solución podría estar en cambiar la orientación de la producción esto es, dirigirla a la satisfacción de las necesidades reales, de los sectores más desprotegidos de la economía nacional lo que no necesariamente implica un crecimiento inflacionario del PIB (producto interno bruto).
El aspecto más grave de la crisis actual surge de la imposibilidad de mantener un crecimiento constante de la producción, basado en la utilización de bienes no renovables.
Además, la imposibilidad de seguir produciendo a ritmo creciente no depende exclusivamente de importantes recursos no renovables, sino, también y en forma importante, de la degradación continua del aire, del agua y del suelo, los cuales tendrán que ser renovados, requiriéndose para ello, de inversiones sin crecimiento de la producción ni de las ganancias.
De esta manera la renta del capital encuentra límites “físicos” y la reproducción del sistema tiende al autobloqueo. Frente a esto, nos encontramos con la paradoja de que con los recursos utilizados en la actualidad, e incluso con menos en ciertos campos, la humanidad podría encontrarse en el umbral de una sociedad, en la cual la escasez material habría desaparecido, a condición de no pretender reproducir el “american way of life”, a nivel mundial. Al contrario de lo que pretenden hacernos creer los ideólogos del sistema, lo cierto es que podríamos vivir mejor produciendo menos.
En efecto, la pobreza y marginación de amplias capas de producción en los países desarrollados, no es consecuencia de las insuficiencias en la capacidad productiva, sino del modo de producir y de la naturaleza de los productos. En cuanto a los países llamados pobres, su “pobreza” es determinada por el sistema impuesto por las naciones imperialistas, el cual les impide desarrollarse autónomamente debido, por una parte, a la super explotación constante de sus recursos y, por otra a la forma de consumo suntuario posible, en este caso, sólo para una minoría privilegiada. De esta forma la pobreza se produce y se reproduce como parte del sistema que obliga a un consumo superfluo y a una economía basada en el despilfarro. La salida a la presente crisis no radica en el crecimiento a toda costa, sino en cambiar el modelo que impone la “racionalidad” capitalista.
Las alternativas de tipo ecologista pretenden, precisamente, apuntar a soluciones que tengan en cuenta los factores profundos de la actual crisis. Pero ¡cuidado! La utilización del análisis basado en la Ecología puede llevarnos a consecuencias absolutamente contradictorias. Los problemas que enuncian los ecologistas pueden ser utilizados por la burguesía en el poder —al menos en lo que se refiere a la escasez de recursos y exceso de población y contaminación—, de tal forma que pueda integrarlos en una nueva faceta que le permita subsistir.
En otras palabras, la lucha centrada exclusivamente en problemas como la contaminación, escasez de recursos, medidas de seguridad, etc., es compatible con una política de aumento de precios, reducción de cierto tipo de productos y una mayor concentración del poder económico y político, lo que tiende a agudizar las desigualdades.
Es necesario señalar que tomar en cuenta los datos más sobresalientes de la Ecología no implica automáticamente un rechazo del autoritarismo o de la tecnocracia, sino que puede igualmente llevar a su fortalecimiento. En conclusión, la lucha de corte reformista, basada únicamente en la Ecología y no dentro de una alternativa social-revolucionaria, puede servir más para sostener al sistema que para superarlo. Este podría ser el caso en nuestro medio, con asociaciones que empiezan a surgir en algunos Estados de la República, el CODEMICH,** por ejemplo.
Es claro que la combinación habitual de factores de producción para obtener el máximo de beneficio posible, empieza a derrumbarse. La excesiva concentración de la producción, con las consecuentes aglomeraciones humanas y contaminación ambiental, requiere cada vez más, la restauración, por depuración artificial, de las condiciones y los recursos naturales para evitar el bloqueo de la producción. Esto implica, como es lógico, un aumento en la inversión del capital y en los costos de producción. Como consecuencia aumentarán los precios, se irá reduciendo el consumo y, por lo tanto, aumentará la diferencia entre aquellos que puedan pagar esos bienes de lujo y la gran masa del pueblo. Simultáneamente, los grupos más fuertes aprovecharán las limitaciones que impone la Ecología, para eliminar a los más débiles y monopolizar, todavía más, la producción. La opción que dejan entrever los estudios presentados por algunas instituciones ante el Club de Roma, resulta bastante ilustrativa de la tendencia a la monopolización progresiva.
Tras los descalabros económicos a que condujeron las leyes del mercado al operar sin ningún control, la vanguardia patronal del orbe comenzó a estudiar las alternativas para un replanteamiento ordenado de sus bases de dominación. En general, predominó una de esas alternativas, a la cual se le llamó, con entusiasmo, la “salida”.
Esta “salida” de la crisis, contraria al modelo tradicional de libre producción y despilfarro conlleva la eliminación de la competencia, de aquéllos empresarios que no participen en el aumento constante de la producción con base en las continuas innovaciones técnicas. Una política de este tipo exige, paralelamente, la imposición de una planificación estatal, que regule las relaciones entre los “grandes” de cada rama industrial, con el fin de que no entorpezcan unos a otros. El resultado es, entonces, el aumento del control tecnocrático sobre la sociedad, la programación creciente de la vida y la utilización de la represión masiva para asegurar su mantenimiento.
En estas nuevas condiciones se replantearía lo que es necesario y posible producir, ya que el consumo de ciertos bienes —viajes rápidos, automóviles de lujo, casas de fin de semana etc.—, que seguirían exigiendo los grupos privilegiados, implica un modelo similar al actual aunque en forma más limitada. Por otra parte el resto de la producción es decir, los sectores “fuertes” de la economía establecerían la nueva fase de la acumulación de capital; y es de esperar que la producción misma se fuera centrando, más directamente, en lo que atañe a ciertos aspectos de la calidad de la vida. Claro que todo esto implicaría, como primer paso, una nueva división internacional del trabajo.
Ahora bien, el contenido esencial de esta redistribución mundial de la producción, consiste en trasladar a países del tercer mundo las industrias que utilizan la mayor cantidad de energía, materias primas y mano de obra y, consecuentemente, las que más contaminan, como son: la siderurgia, la industria textil y gran parte de las industrias metalúrgicas y metalmecánicas. De este modo les naciones industrializadas resolverían varios problemas. En primer lugar, se reduciría la contaminación en los países más desarrollados, al tiempo que en estos, se estimularía el desarrollo de las industrias más “intelectuales”: nuclear, informática, investigación, etc.
Con todo ello se iría eliminando gran parte de la lucha ciudadana y obrera en los países desarrollados, a la par que se obtendría la misma cantidad de productos a menor costo, dado que, el hecho de producirlos en el tercer mundo no afecta a sus propietarios: las multinacionales norteamericanas, japonesas y europeas.
Los resultados inmediatos son una mayor centralización del poder mundial y un intervencionismo militar creciente para “defender” las inversiones. Por contraparte, la persistencia del hambre en los países menos desarrollados y el aumento del desempleo en los más desarrollados.
Según ciertas previsiones de expertos, antes de fin de siglo, más del 90% de los productos manufacturados por empresas estadounidenses se fabricarán en el exterior de ese país. Los enormes beneficios de estas empresas cubrirán con creces, los costos de importación de lo que sus propias filiales producen.
Esta situación, que ya se está viviendo en algunas partes del mundo, no será más que la preparación de una etapa posterior, en la que, tras el control total de la economía por parte de las multinacionales, se podrá pasar a planificar la producción mundial. En ese momento, y con el agotamiento de un gran número de recursos, se pasará a una creciente recirculación y a la inversión masiva en “nuevas industrias” como medicina, sexo, educación, cultura, etc., que aumentarán en estos últimos años. Como consecuencia, llegaremos, en breve plazo, a pagar el sol, la playa o el disfrute de los paisajes.
El control tecnocrático de la vida o para decirlo en breve, el tecnofascismo, sería, del modo que hemos descrito, una salida que preservaría un cierto equilibrio ecológico, pero a costa del placer mismo de vivir. Debernos, pues, llamar la atención sobre el hecho de que el análisis de problemas ecológicos por parte de los tecnócratas puede conducir al tecnofascismo.
La contrapropuesta, es decir, el análisis de las ecologistas, lleva a una opción incompatible tanto con el capitalismo como con el socialismo de tipo autoritario. Para ellos, el equilibrio ecológico sólo es posible y socialmente útil, si permite a la vida desplegarse en toda su riqueza y no, si se encierra en una cárcel planetaria. En este sentida, la lucha por una sociedad diferente, que no contemple una lucha particular por tecnología alternativas, será en vano.
Una sociedad donde trescientas o cuatrocientas multinacionales impongan su voluntad, que se basa además, en un esquema energético electronuclear, será necesariamente centralizada, represiva y empobrecedora de las mayorías. Sólo una tecnología que permita el control de la producción por parte de sus interesados, y que sea fácilmente utilizable, puede servir de base para una gran autonomía de las colectividades locales y regionales, a partir de la cual se plantee la búsqueda de una sociedad diferente. La toma del poder del Estado puede ser necesaria para destruir el aparato central del control de clase, pero ésta, por sí sola, sin cambios en la forma de vida y sus bases materiales, no servirá más que para una votación por el poder. Sólo un socialismo con autogestión, puede evitar que éste caiga en los vicios del capitalismo y sea capaz de transformarse en la única alternativa de la sociedad frente a la barbarie mecanizada. La construcción del socialismo implica, necesariamente, el desarrollo de la autogestión de unidades económicas lo suficientemente pequeñas como para permitir que les decisiones sean tomadas por la propia comunidad afectada. Esto no implica volver a la Edad Media, sino adaptar la enorme capacidad tecnológica actual, a las necesidades de una saciedad más justa y libre, pero no por ello miserable y extenuante.
Las críticas y las alternativas al actual modelo de vida y producción, tienen que ir unidas a un replanteamiento de los propios objetivos de la producción y de la forma de alcanzarlos. Separar estas dos cuestiones es uno de los grandes errores de la casi totalidad de la izquierda tradicional, que pretende modificar las condiciones de trabajo y de vida sin impugnar sus bases tecnológicas ni el modelo de consumo.
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Notas ** Comité de Defensa del Estado de Michoacán.
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Raúl Alcaraz
Pasante de la carrera de Física, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México. cómo citar este artículo →
Alcaraz, Raúl 1983. Relación tecnológica energética y sus repercusiones ambientales. Ciencias 3, enero-marzo, 48-52. [En línea]
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Levis Pyenson
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Es un aspecto característico de la expansión
imperialista, que científicos y técnicos se trasladen de un centro metropolitano a un punto de avanzada colonial. La mayoría lo hacen por razones prácticas. Los antropólogos llegan pare identificar la estructura local de poder; los geógrafos levanten mapas del nuevo territorio e investigan su riqueza mineral; los meteorólogos y agrónomos establecen los lugares donde mejor se pueden obtener cosechas redituables; los médicos investigan el origen de las enfermedades locales que amenazan a los trabajadores nativos y extranjeros; los ingenieros construyen facilidades portuarias y supervisan la construcción de redes de transporte tierra adentro. No es difícil ver entonces, cómo las colonias pueden, con el tiempo, llegar a albergar investigadores independientes en antropología, geología, meteorología, historia natural, agricultura, fisiología, patología y mecánica aplicada. Ciertamente, cuando uno observe las comunidades científicas nacientes en las colonias o ex colonias, éstas son las ciencias más frecuentemente representadas. En tales casos, resulta una tarea relativamente directa identificar los orígenes prácticos del discurso científico abstracto.
El problema más significativo relacionado con la ciencia colonial es el de la estrategia imperial, o falta de ella, al transferir la práctica científica de las metrópolis a le periferia. Restringir le atención a las ciencias aplicadas en las colonias, sin embargo, implica ciertas limitaciones. Las presiones socioeconómicas sobre las ciencias aplicadas son de diversa naturaleza, por lo que a menudo es difícil distinguir las motivaciones inmediatas de los rasgos característicos del trabajo científico que son determinados por la estrategia imperialista. Esta confusión se debe a que las diversas clases de comodidades que produce la ciencia aplicada, difieren de los productos de las llamadas ciencias puras.
Igualmente, concentrarse en las instituciones de las ciencias aplicadas, obscurece el punto de cómo el conocimiento sirve para conferir prestigio al poder imperial y de esta manera legitimar su control sobre los territorios periféricos.
En este trabajo considero cómo el conocimiento “desinteresado” de poca importancia práctica, llega a adquirir relevancia en las mentes de los políticos que deambulan por los pasillos de las oficinas de las metrópolis. Procederé haciendo el pasado poco familiar, recobraré circunstancias que al principio parecen marginales y aisladas, y luego extraeré de ellas una nueva imagen de las ciencias exactas al principio del siglo veinte. Actuaré como su cicerón al recorrer territorio virgen en el dominio de la historia de la ciencia.
Permítame armarlo para esta exploración pidiéndole que considere tres preguntas. He aquí la primera: si ud., un físico teórico de Europa Continental en 1913, quisiera visitar el centro más fuerte en su disciplina fuera de Europa, ¿a dónde se iría? Ahora la segunda pregunta: si ud., fuese un geofísico de Europa Continental que aspirara a dirigir el mejor observatorio de su disciplina ¿a dónde buscaría? Aquí tiene la tercer pregunta: si en los primeros años de la década de 1920 ud., fuera un estudiante ansioso de obtener un doctorado en la Universidad Alemana más pequeña, ¿a que ciudad viajaría? La respuesta a estas preguntas no es Inglaterra, Estados Unidos, Japón o siquiera la India. En 1913 el centro más fuerte de física teórica fuera de Europa, y tal vez de los territorios de habla alemana, se encontraba en La Plata, Argentina. En 1913 la estación geofísica más avanzada del mundo fuera de Alemania estaba localizada en Apia, la capital de Samoa Occidental. La universidad más pequeña autorizada por el gobierno alemán para conferir un doctorado durante el período de Weimiar, se encontraba en un suburbio de Shangai, China. Cómo y porqué surgieron estos centros de saber y qué sucedió con ellos, es lo que considero en este trabajo.
Antes de que comience con la historia de las ciencias exactas, permítaseme recordar algo acerca de la situación de estas tres partes del globo. En 1914, Samoa Occidental era una de las pocas colonias alemanas que eran autosuficientes. La armada imperial, así como el ministerio de cultura, apoyaban la ciencia pura ahí, en un intento de arrebatar la hegemonía cultural en el Pacífico a los ingleses y los estadounidenses. Para septiembre de 1914, Samoa Occidental había caído ante una fuerza expedicionaria de Nueva Zelandia. Permítame recordarle también, que a principios del siglo XX, Argentina era una república oligárquica con fuertes nexos económicos con Inglaterra, con fuertes nexos culturales con Francia y con fuertes nexos familiares con España e Italia. Argentina era el foco de un esfuerzo concentrado de parte de Alemania Imperial y el ministerio de cultura prusiano, para establecer una presencia cultural que pudiera ayudar a los intereses militares y económicos de Alemania en Sudamérica. El éxito de la estrategia alemana queda evidenciado por la neutralidad de Argentina durante la primera guerra mundial y su status de país no beligerante durante la segunda guerra mundial.
Finalmente, permítaseme decir que China, aunque técnicamente una nación independiente durante el transcurso del siglo veinte, era realmente un mosaico antes de 1949. En los años antes de la primera guerra mundial, fue derrotada en desastrosas humillantes guerras contra Japón y las potencias europeas. Cuando el imperio se derrumbó en 1911, se declaró la república, que resultó efímera, siendo los siguientes treinta años una sucesión de gobiernos y luchas políticas entre monarquistas, comunistas, republicanos e invasores extranjeros. Entre 1911 y 1949, el poder administrativo fue asunto local de los señores de la guerra y ejércitos individuales. Los enclaves costeros de las potencias imperialistas permanecieron como remansos tranquilos. En 1914, Alemania perdió su concesión de Kiautschou, que pasó a manos del ejército japonés. Sin embargo, Alemania se las arregló para conservar una presencia cultural en Shangai, incluso después de que China se unió a los aliados en 1917. En 1922, militares y académicos alemanes una vez más hicieron sentir su presencia en China.
El identificar las ciencias exactas en estos tres casos, permite la ventaja de no tener que tratar con motivaciones de investigación relacionadas en primera instancia con el bienestar económico. El historiador puede tratar la ideología de la expansión imperial tal como se presenta en la llamada ciencia pura. Uno puede ver la ideología funcionando en Samoa, una situación explícitamente colonial, en Argentina, una localidad que aunque no era colonia, estaba inerme ante la explotación imperial y en China, una área de presencia imperial perdida. En el sentido más amplio, estos ejemplos proporcionan una indicación de la manera en que la ciencia pura cruza fronteras lingüísticas y culturales.
Ahora indicaré cómo la geofísica alemana llegó a Samoa. La historia comenzó en 1901, en el entonces recientemente terminado Instituto de Geofísica de la Universidad de Gottingen. Los observadores y sus asistentes firmaban contratos para permanecer de 18 meses a 4 años en Apia. A partir de 1911, el observatorio albergaba un director, un asistente postdoctorado, un mecánico alemán, dos o más empleados europeos y dos o tres sirvientes chinos. El observatorio se convirtió en visita obligada de cualquier viaje científico alrededor del mundo, tal como los emprendidos por el Departamento de Magnetismo Terrestre de Louis Bauer. En 1914, Gustav Angenheister fue nombrado director. Siendo profesor titular, firmó un contrato de nueve años, especificando que pasaría períodos de 18 meses alternativamente en Samoa y Gottingen. Cuando partió para Samoa con su esposa en junio de 1914, se convirtió en el primer profesor extramuros en la historia de la Universidad de Gottingen. De esta manera llegó a dirigir el mejor observatorio geofísico fuera de Alemania. Antes de dejar Gottingen hizo planes para construir un complicado edificio en los terrenos del observatorio.
Se solía decir que las ciencias, nunca estaban en guerra. Efectivamente, en tiempo de guerra las ciencias puras gozan de un status especial en Samoa Occidental, bajo el dominio de los invasores neozelandeses. Entre 1914 y 1917 Angenheister realizó su investigación con el financiamiento y apoyo oficiales del gobernador militar. Durante estos tres años fue animado a continuar su trabajo, sin fondos gubernamentales. Angenheister no estuvo bajo arresto y hasta 1916 se le permitió tener una pistola en su observatorio. Sus dos hijos, nacidos bajo la ocupación por Nueva Zelandia crecieron en circunstancia materiales mucho más afortunadas que si Angenheister hubiera dirigido durante la guerra el Instituto Geofísico de Gottingen.
Cuando terminó la guerra, los neozelandeses se encontraron con la carga de una investigación científica mas sofisticada que aquellas con las que estaban familiarizados. El protegido de Ernest Rutherford, Ernest Marsden y Louis Bauer de la Canegie lnstitutien, trataron de influir para que Nueva Zelandia continuara la operación del observatorio para que el país no pareciera ridículo ante los ojos del mundo por no valorar las ciencias tanto como los alemanes. Aún así, el gobierno de la posguerra en Wellington, Nueva Zelandia dejó de apoyar una empresa concebida por los alemanes. Era la reacción, como Marsden escribió a Angenheister, de una nación de pastores, cuya única preocupación era el precio de la carne de oveja y la lana. Marsden se las arregló para salvar parte de la empresa científica: con la ayude de Bauer, la investigación en magnetismo terrestre y electricidad atmosférica continuó en Samoa. Angenheister partió en 1922, amargado. Su programa de sismología terminó y el gobierno de Nuevo Zelandia anuló su promesa de pagar unos 100000 marcos de préstamos personales que Angenheister había pedido para el funcionamiento del observatorio después de 1917. Como ínfimo consuelo las autoridades de Wellington le pagaron a Angenheister, durante los años 20, 10000 marcos por elaborar los datos que había acumulado bajo la ocupación militar, Angenheister vivió para ver su observatorio desintegrarse y convertirse en barracas infestadas por ratas durante los años 30, dirigido durante algún tiempo por un científico, Harry Edmonds, anteriormente empleado por el Reglamento de Magnetismo terrestre de Bauer. El hijo de Angenheister, Gustav, nacido en Samoa, con el tiempo pasó a ocupar la plaza Wiechert en Gottingen.
Permítaseme ahora pasar a indicar un segundo foco del imperialismo cultural alemán: Argentina. La ofensiva alemana tuvo lugar en tres etapas.
La primera consistió en consejeros militares prusianos que remodelaron la plana de oficiales del ejército argentino e ingenieros alemanes, que diseñaron y construyeron la red eléctrica principal de Buenos Aires. En la segunda etapa, llegaron a una escueta normal nacional de Buenos Aires (el Instituto Nacional de Profesorado Secundario) maestros prusianos, que después de algunos problemas se convirtieron en algo así como la planta de profesores de educación en la Universidad de Buenos Aires. Dirigida por el historiador Wilhem Keiper, la escuela ofrecía instrucción a un nivel más alto que la universidad local, especialmente en Ciencias naturales y exactas, donde la mayoría de los profesores eran alemanes con doctorado.
En 1909, cinco años después del comienzo de la escuela normal, vino la tercera etapa de la presencia alemana en ciencias exactas. La recién nacionalizada Universidad de la Plata (localizada a unos sesenta kilómetros al sudeste de Buenos Aires) buscaba un nuevo director para la renovada facultad de ciencias exactas. El candidato elegido fue Emil Bose, antiguo estudiante de Walther Nerst y anterior editor de la revista Physikalische Zeitscrift. Bose llegó con su esposa Magrete Heoberg (la primera mujer que obtuvo un doctorado en química en la Universidad de Copenhague) y su joven hijo. Bose se sumergió en la cultura local, adquirió una magnífica colección de instrumentos y los instaló en un templo de inspiración neoclásica: el Instituto de Física. A su alrededor Bose reunió un distinguido grupo de profesores, incluyendo a Konrad Simons, un físico e ingeniero electricista alemán, que había estudiado con Thomas Edison y, como geofísico, al primer colaborador de Einstein, Jakob Johan Laub.
Justo después de que sus profesores llegaron a La Plata en 1911, Bose murió de tifo. Su muerte fue una desgracia para la física en Argentina, así como una tragedia personal. El sustituto de Bose tardó en llegar. Este fue Richard Bans, autoridad en fenomagnetismo y electrodinámica y heredero aparente en la Universidad de Estrasburgo de su asesor doctoral, el premio Nóbel Ferdinand Braun. Durante los siguientes 14 años, Braun guió la física argentina hacia la madurez mientras esperaba, como Base antes que él había esperado, recibir una oferta para dirigir un instituto universitario en Prusia. El dirigió las primeras seis tesis doctorales en física que se hicieron en Argentina.
Cuando murió Bose estaba en delicadas negociaciones para traer a La Plata al astrónomo Johannes Hartmann, director del observatorio de Gottingen. Hartman había rechazado ofertas de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Viena, pero parecía que consideraba La Plata más seriamente. Sin conocimiento de la muerte de Bose, Hartmann interpretó el silencio como rechazo de sus condiciones. En consecuencia, la plaza fue otorgada al segundo candidato William Joseph Hussey, astrónomo de la Universidad de Michigan, que se encontraba entonces en La Plata, tratando de obtener dicha plaza. Hussey fue de hecho, de 1911 a 1915, director del observatorio astronómico de La Plata, al mismo tiempo que dirigía el observatorio de Ann Arbor. Era astrónomo autodidacta y talentoso observador, además de constructor de telescopios. Capitaneó un impresionante imperio astronómico en La Plata; un conjunto de edificios a quince minutos a pie del Instituto de física de Bans. Aun así, Hussey no formó estudiantes argentinos y no instaló la mayor parte del equipo en buenas condiciones que encontró en La Plata. Entre sus errores graves está el haber presionado a Jakob Laub para que dejara La Plata, por un puesto en la Escuela Normal en Buenos Aires. Hussey abandonó La Plata después de que su esposa murió en 1915. Su sucesor en 1920 fue nada menos que Johannes Hartmann. De 1920 a 1934, Hartmann, madurado, renovó la astronomía argentina.
Durante los años 20 surgieron dos físicos argentinos de calibre internacional: un teórico, Enrique Loedel Palumbo, puso en aprietos a su superior en una publicación, por lo que nunca obtuvo una plaza acorde con su talento. El otro, el polifacético experimental Enrique Gaviola, tuvo mejor suerte. Ambos estudiaron algún tiempo en Berlín y se formaron de acuerdo con el patrón alemán. Aquí podernos considerar sólo el principio de la carrera de Gaviola.
Habiendo derrochado su padre la fortuna de la familia, Gaviola llegó a La Plata a estudiar ingeniería. Su manifiesto talento lo distinguió ante Gans, quien le sugirió que estudiara física en Alemania. Para ganar dinero para su pasaje a Europa, Gaviola estudió ingeniería civil y trabajó durante un año como topógrafo en las provincias de Gottingen y Berlín. Su progreso fue espectacular. Bajo la dirección de Peter Prisishein publicó cinco trabajos sobre fluorescencia antes de completar su disertación doctoral en 1926 en Berlín. Einstein intervino para que se le diera dinero de la fundación Rockefeller y pudiera pasar un año como ayudante de R. W. Wood, en la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore. Gaviola pasó otro año en los Estados Unidos, en el generador Van de Graff de Marie Tuve en el Departamento de Magnetismo Terrestre en Washington. Enseñó fisicoquímica y física en Buenos Aires y La Plata hasta 1936 en que pasó a dirigir el observatorio astronómico en Córdova, hasta entonces un feudo de astrónomos norteamericanos. Después de tres directores estadounidenses en Córdova —Gould, Thomé y el último y menos competente Perrine— la tradición alemana surgió para guiar las dos ventanas al cielo de Argentina.
Un retrato de Einstein en 1925 durante su gira por Sudamérica, flanqueado por dos físicos argentinos un filósofo y un ingeniero, simboliza el dominio de la tradición alemana en ciencias exactas.
Pasaré ahora a considerar brevemente la actividad alemana en la promoción de las ciencias exactas en China. Alrededor de 1908, años después de que Inglaterra, Estados Unidos e incluso Francia habían establecido instituciones culturales y educativas en China, Alemania hizo una desesperada jugada para afianzar su presencia en el lejano oriente. Como en Argentina, hubo tres centros de influencia alemana. Es conveniente considerarlos uno por uno.
El primer centro alemán de ciencias exactas fue el observatorio naval de Tsingtau, capital de la concesión costera de Kiautschou, que Alemania había arrancado a China en 1898. El observatorio comenzó modestamente haciendo informes meteorológicos, midiendo desviaciones magnéticas del norte verdadero y proporcionando una norma para el tiempo. Fue operado por un oficial naval hasta 1907, cuando la armada decidió transformarlo en el primer observatorio marítimo de Asia. Esta decisión siguió a nueve años de intensa construcción en Tsingtau. La armada, que administraba la colonia, había transformado una somnolienta villa de pescadores en la “Brighton del lejano oriente”, con una estación de radio, agua corriente, alcantarillas y un balneario.
Como director del renovado observatorio, la armada nombró al astrónomo Bruno Meyermann, el estudiante más distinguido del astrofísico Karl Schwarzschid. La primera tarea de Meyermann fue supervisar la construcción de un edificio que costó 300000 marcos y fue financiado por la Liga Naval. El nuevo edificio, una estructura de piedra de tres pisos, fue terminado en 1910. Como la placa conmemorativa indicaba, el observatorio representaba un pedazo de Alemania colocado en playas extranjeras. Entre sus tareas de rutina, el director Meyermann se dio tiempo para observar cometas y coordinar los pronósticos meteorológicos.
El segundo centro de la estrategia imperialista alemana en China se encontraba también en Tsingtau. Este era la Deutsch-Chinesische Hochschule, una institución educativa diseñada para impartir a chinos la sabiduría alemana, desde el Gymnasium hasta la universidad abierta en 1909 en unas antiguas barracas alemanas con vista a la bahía de Tsingtau, tenía facultades de medicina, agricultura e ingeniería, así como un hospital para la enseñanza.
Para 1914 la institución albergaba alrededor de 30 maestros y más de 200 estudiantes, incluyendo entre éstos al hijo del gobernador chino de la provincia de Shantung. Estaba al borde de una expansión mayor.
Medir la calidad de la institución es siempre difícil, pero esta escuela parece haber tenido las normas más altas de Asia en ciencias exactas. En julio de 1914 iba a enseñar física ahí Erich Hupka, un talentoso ex estudiante de Max Planck, Hupka, tenía publicaciones sobre pruebas experimentales de la teoría de la relatividad especial y habla escrito un libro sobre cristalografía de rayos X. Desgraciadamente nunca llegó a Tsingtau. En el camino fue arrestado al estallar la guerra, probablemente a su paso por Hong Kong, y pasó la guerra internado en Australia.
Cuando Tsingtau cayó ante los japoneses, el observatorio y la Hochschule cerraron, aunque algunos docentes y estudiantes chinos pasaron a un tercer centro de aspiraciones culturales alemanas —esta vez un centro de conocimiento aplicado— en Shanghai. Por supuesto Shanghai había gozado por largo tiempo de un status especial entre los puertos. Los establecimientos internacionales y franceses lo habían hecho el centro principal del comercio con China. Con el comercio, llegó la penetración cultural; hacia 1910 Shanghai tenía una gran universidad religiosa americana en Saint John y una Universidad Jesuita francesa, l’Aurore. También tenía facultades alemanas de medicina e ingeniería. La instrucción en la facultad de medicina, dada en alemán, rivalizaba con la impartida en otras escuelas imperialistas de medicina establecidas por la universidad de Yale y por la Rockefeller China Medical Board. La facultad de medicina alemana otorgó su primer doctorado en 1917, la facultad de ingeniería había abierto sus puertas apenas en la víspera de la Primera Guerra Mundial.
China permaneció neutral durante la guerra hasta 1917, en que se declaró partidaria de los aliados. Por supuesto tal decisión era poco más que la voz del imperialismo británico y francés, porque China difícilmente tenía un gobierno central real durante ese período. La declaración tuvo consecuencias inmediatas para la educación alemana en Shanghai. Era una operación particularmente mezquina y negativa. Gendarmes franceses, antes de la declaración oficial de guerra, cerraron las facultades alemanas y enviaron el equipo a la menos dotada Université l’Aurore. Sin embargo, las autoridades chinas de educación llegaron al rescate da la ciencia alemana. Asumieron la responsabilidad de las facultades, a partir de entonces conocidas colectivamente como Tung-Chi Universitat, y las reinstalaron en un suburbio de Shanghai. Los chinos insistieron en que la instrucción continuara siendo dada en alemán. Irritados por esta política, los ingleses y los franceses trataron de enviar a todos los alemanes en China a campos de concentración en Australia, aunque parece que los chinos impidieron que se ejecutaran los planes. Según el diario inédito de la esposa de uno de los profesores de Tung-Chi, en 1918 los británicos y los franceses efectivamente reunieron a los alemanes de Shanghai y los metieron en un campo de concentración. Después de 18 meses, más o menos de vigorosos esfuerzos, los chinos restablecieron la enseñanza en los nuevos terrenos de la Universidad en las afueras de Shanghai.
Después de que Alemania perdió su colonia de Kiautschou, Tung-Chi se convirtió en el centro principal de cultura alemana en China. Aparecieron nuevos y majestuosos salones de clase y dormitorios y legaron nuevos profesores alemanes. El rector de la universidad era un chino que había recibido un doctorado honorario en ingeniería en Alemania. En 1922, la institución (que consistía en una facultad de medicina y otra de ciencias exactas) fue certificada como universidad del Kulturministerium prusiano. Administrada por una autoridad china, la universidad enseñaba en alemán.
Se debe mencionar que para los años 20, la educación científica en China había pasado a la dominación del capital norteamericano. Con dinero de la fundación Rockefeller y varias iglesias se creó la primera generación de científicos chinos según el patrón norteamericano, pero algunos estudios han demostrado cómo consejeros militares, armas y comercio alemanes se filtraron por China antes y durante la guerra civil que estalló en 1927. Shanghai permaneció aislada de las guerras chinas hasta fines de los años 30. La presencia alemana en la Tung-Chi Universitat persistió por lo menos hasta que los japoneses fueron expulsados de Shanghai.
Concluiré mencionando los seis puntos más importantes que surgen de la anterior exposición.
Primero, las historias aquí narradas, muestran que el mundo de las ciencias exactas es más amplio de lo que podría haberse imaginado. A comienzos del siglo veinte se trasplantaron ciencias exactas a lugares exóticos y lejanos y la investigación realizada ahí, en algunos casos, fue de mayor calidad que la de centros educativos de Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Las ciencias exactas, sin duda, son de origen centro europeo, pero también se extendieron para llenar vacíos fuera de Europa. Esta tendencia imperialista está generalmente asociada, se sospecha, con la dinámica de ciencias vigorosas.
En segundo lugar, las tres historias muestran cómo la difusión de las ciencias exactas fue utilizada por la Alemania Imperial como parte de una estrategia de hegemonía cultural. Ciertamente, lo que Alemania sabía que no podría lograr por la fuerza de las armas, trató de conseguirlo mediante iniciativas culturales. El estar consciente de esto lo lleva a uno a reinterpretar la manera en que la cultura alemana se ha difundido por el mundo. En los primeros años del siglo veinte, Alemania albergó los mejores centros de física y ciencias exactas, pero incluso una lectura somera de la historia de las ciencias indica que la actividad científica exitosa no es llevada a nuevos lugares meramente porque es buena, en un sentido abstracto. En los casos de Samoa, Argentina y China, podemos ver la estrategia alemana para difundir las ciencias exactas. Es difícil imaginar que no se haya aplicado la misma estrategia en otras áreas, donde los intereses alemanes estaban directamente en grupo: la Prusia oriental de habla polaca, Alsacia, Flandes, el norte de Suiza, Austria y Turquía.
En tercer lugar, vemos que mantener una empresa productiva de investigación en física en lugares alejados de la metrópoli no es asunto trivial: la crema de los físicos neozelandeses, apoyados por el conocimiento y dinero americanos, no pudieron mantener un programa convincente de sismología en Samoa. Trataron de reproducir de manera mecánica lo que los físicos de Gottingen habían exitosamente emprendido, pero carecían de una clara estrategia de investigación. En Argentina, la física fracasó porque los imperialistas alemanes no aseguraron suficientemente el reclutamiento de estudiantes, y el gobierno argentino no abrió suficientes plazas para la investigación en física; esto lo podemos ver claramente en la carrera de Enrique Gaviola. En China, la física alemana fue desmantelada varias veces por la política de las armas.
En cuarto lugar, han surgido ciertos componentes, llamados ideológicos, de la investigación en física. Las comunidades dependientes tienden a imitar la práctica de investigación de la metrópoli, resultando a veces casi una caricatura. Este remedio no está limitado al idioma. En el caso de Argentina, de ninguna manera habla resistencia de parte de los alemanes para publicar en español. En realidad casi abusaron, ya que además de investigación seria y excelentes libros de texto, publicaron material sin interés, destinado en parte para justificar su presencia ante los administradores gubernamentales. Sólo lentamente los investigadores llegaron a estudiar problemas de ciencia pura para los que estaban bien dotados.
En quinto lugar, la ciencia colonial no resulta universalmente perniciosa. El observatorio geofísico de Samoa y el observatorio de Tsingtau no explotaron de manera particular a las poblaciones locales. Todos perdimos con su extinción debido a las intervenciones británica, norteamericana y japonesa.
Permítaseme abordar el sexto y último punto indicando que el grado de interés de parte de las autoridades imperiales alemanas para apoyar las ciencias exactas en Samoa, Argentina y China, no tiene paralelo con respecto a otras disciplinas científicas u otras esferas culturales. Las autoridades alemanas no estimularon de manera especial a químicos orgánicos o fisiólogos para que fueran a Apia o Buenos Aires, ni dedicaron igual esfuerzo para mandar músicos y pintores alemanes con aspiraciones a Samoa y Buenos Aires, como hicieron para mandar físicos y astrónomos. Ningún pequeño ejército de novelistas y poetas alemanes llegó a China o Argentina como enviados de la Alemania Imperial.
A la luz de esta observación, pienso que es claro que la empresa científica no es realmente “una institución social, no diferente de manera fundamental de otras instituciones económicas, culturales o políticas”, para citar la polémica reciente de un historiador de la ciencia norteamericana. Entre más profundamente se analiza el soporte sociopolítico de los discursos y actividades científicas, más se persuade uno del grado en que la ciencia está dividida en celdas razonablemente distintas. También se persuade uno de las demarcaciones casi tangibles que distinguen la actividad de muchas disciplinas científicas de las empresas en otros campos de la actividad cultural, música, pintura y literatura. En saber cómo precisamente las dimensiones sociopolíticas de la actividad científica difieren de las otras instituciones culturales, se encuentran algunos de los problemas más excitantes que esperan a esta generación de historiadores de la ciencia. Una manera de considerar estos problemas, sería enfocar el conocimiento científico en lugares previamente ignorados por los autores de nuestro campo.
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Levis Pyenson
Este trabajo de la Universidad de Montreal, Canadá, fue presentado en el Congreso: “La reestructuración de la ciencia entre las dos guerras mundiales”, celebrado en 1981 en Florencia, Italia. cómo citar este artículo →
Pyenson, Levis 1983. Imperialismo y ciencias exactas. Ciencias 3, enero-marzo, 32-39. [En línea]
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Raquel Gutiérrez Aguilar y Octavio Miramontes Vidal
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En el año de 1966 se reunieron, a solicitud de Robert
MacNamara (Secretario de Defensa de los E. U.) y a la sombra de la división Jason, 47 de los más sobresalientes científicos estadounidenses con el objeto de discutir, evaluar e implementar el desarrollo de nuevas técnicas destructivas que pudieran ser aplicadas en la guerra de Vietnam.
La división Jason era parte del Instituto de Análisis de Defensa (IDA)** que describe a Jason como: “…un grupo de investigación formado por científicos de élite que ponen una parte importante de su tiempo, a disposición del IDA. Cada verano los miembros de Jason estudian, en el curso de una sesión de trabajo, problemas técnicos vinculados a cuestiones de interés nacional”.
A partir de 1966, las cuestiones de interés nacional a las que se avocarían los miembros de Jason eran los problemas técnicos derivados de la guerra intervencionista y criminal que estaban llevando a cabo los E.U. en Vietnam.
Durante la sesión de 1966, los miembros de Jason se reunieron y escucharon durante 10 días a funcionarios de la CIA y el Pentágono; asimismo trabajaron junto con MacNamara durante dos meses, en la elaboración de una serie de reportes, en los que proponían la construcción de una complicada barrera electrónica que utilizaría masivamente, equipas tecnológicos muy sofisticados, sistemas de visión nocturna, detectores sísmicos, acústicos, emisores-receptores conectados a computadoras, sistemas que provocan bombardeos automáticamente, bombas guiadas por Laser, televisión, etc.
La lista de científicos involucrados en Jason es impresionante, con la participación de los más destacados en la ciencia moderna. Más de las tres cuartas partes de los miembros de Jason son físicos entre los que se encuentran cinco premios Nobel: Charles Townes, Luis Álvarez, Murray Gell-Mann, Donald Glaser y Eugene Wigner.
En 1970 un grupo de militantes pacifistas en E.U. dio a conocer la lista de los miembros de los comités de trabajo del IDA y algunos de los temas tratados en sus reuniones, contenidos en varios documentos. A partir de entonces, la opinión pública y una buena parte de la comunidad científica de los E.U., Europa y otros países, se vieron envueltos en la discusión de un tema que tradicionalmente se olvida: el mito de la neutralidad de la ciencia. Había quedado en evidencia ante los ojos del mundo, que una serie de científicos de reconocido prestigio académico, estaban envueltos en uno de los proyectos más reprobables de la historia: la devastación y genocidio de un pueblo a través de la agresión imperialista de los Estados Unidos.
Este grupo había trasladado el método científico de sus aulas y laboratorios universitarios, a un laboratorio enorme: 750000 Km.2 en el Sudeste Asiático, donde tendrían la tarea de experimentar con la vida de millones de seres humanos.
Entre las acciones que llevaron a cabo los científicos que reprobaron la aplicación militar de la ciencia y la participación de los miembros de Jason en la guerra de Vietnam, estuvieron: la denuncia y la confrontación pública de estos últimos. Quizá, el caso mis sonado sea el de Gell-Mann, coautor de la teoría de los quarks, asesor científico de Nixon y miembro de Jason de 1961 a 1970.
En junio de 1972, el Colegio de Francia había invitado a Gell-Mann a dar dos cursos de física teórica. Los investigadores y estudiantes del Colegio, de la Facultad de Ciencias de Orsay y de la de París, se opusieron a esta invitación, cuestionaron a Gell-Mann acerca de su participación como miembro de Jason en la guerra de Vietnam, y finalmente lo expulsaron del Colegio.
En julio del mismo año la presencia de Wheeler y la de Gell-Mann en Erice (Sicilia), provocaron enfrentamientos entre estudiantes, investigadores y autoridades. En Roma, también fue cuestionada la invitación a Sydney S. Drell (colega de Gell-Mann en física teórica y en Jason) al Instituto de Física, donde el público asistente no le permitió hablar. A menos de un año de todo esto, Gell-Mann se vio en la necesidad de suspender dos conferencias en el CERN*** de Ginebra.
En Trieste (Italia) se había programado, en el Centro Internacional de Física Teórica, el coloquio “El Desarrollo de la Concepción Física de la Naturaleza” (financiado por la OTAN) que reuniría a lo más selecto de la física internacional, entre ellos a Eugene Wigner y a J. A. Wheeler. El día de la sesión inaugural, el auditorio fue tomado por estudiantes e investigadores que cuestionaban la participación de estos científicos en el coloquio. La inauguración se llevó a cabo en otra sala bajo la protección de policías armados.
En 1975, Gell-Mann fue expulsado por miembros de la Facultad de Ciencias de la UNAM, el día en que daría una conferencia; los organizadores del evento, lo sacaron de la Universidad y lo trasladaron al edificio del CONACYT, donde finalmente habló de física “pura”. Hablaremos ahora en forma más detallada de las actividades de la división Jason y la guerra de Vietnam. Al contrario de la Segunda Guerra Mundial, donde los objetivos militares eran fundamentalmente fábricas, puertos, ferrocarriles, etc., los objetivos militares en Vietnam eran las selvas y bosques1 debido a que estos, deban cubierta a los combatientes vietnamitas. De igual modo el desarrollo de la guerra fue distinto, los vietnamitas evitaban en lo posible, las batalles en forma, aprovechaban los escondites naturales y llevaban a cabo ataques rápidos e inesperados; por tanto, resultaba difícil para el ejército imperialista controlar grandes territorios, ya que era necesario desplegar una gran cantidad de hombres que generalmente no conocían bien el terreno, lo que los colocaba en “desventaja” con respecto a los vietnamitas, quienes además contaban con el apoyo de la población civil.
Las primeras técnicas usadas en Vietnam fueron la defoliación y la deforestación que pretendían despojar a los vietnamitas de sus lugares de escondite, facilitando así los bombardeos yanquis sobre blanco seguro. El daño ecológico y las alteraciones a la naturaleza fueron gravísimos;2 biólogos y químicos trabajaron arduamente para encontrar las sustancias más tóxicas, las fórmulas más dañinas y de mayor alcance tanto en tiempo como en lugar.
Esto, aunque indignante, no es aún lo más grave, pues al volverse evidente que estas acciones no eran suficientes para vencer, MacNamara crea un grupo encargado de llevar adelante la propuesta de los científicos de Jason: la barrera electrónica, que comenzó a construirse en 1967 estando terminada para 1969.
El ejército de los E. U. con la moral decaída, enfrentando a una opinión pública que quiere paz y a un enemigo cuya decisión es vencer, se ve obligado a recurrir a las máquinas en sustitución de hombres, dando así, la ilusión de paz mientras la guerra continuaba y continuaba en forma aún más brutal. Así conforme las tropas vuelven a su país, las computadoras y los armamentos sofisticados las sustituyen. Estas fueron las palabras del Gral. Westmoreland:3 “En el campo de batalla del futuro, los ejércitos se localizarán y atacarán casi al instante, a través del uso de bancos de datos, evaluaciones de inteligencia por computadora y fuego automático, que harán innecesaria la participación de grandes ejércitos”.
El campo de batalla electrónico en Vietnam operaba a tres niveles: primero, existía toda una red de detectores que denunciaban la presencia de combatientes en alguna región, estos detectores estaban distribuidos en tierra o sobre árboles, o montados en aviones y helicópteros; segundo, un centro de computadoras que recibe la información de los detectores y tercero, todo un arsenal de armas, bombas, cohetes, minas, etc., diseñadas especialmente. Las señales de los detectores las recibían aviones tripulados (aunque posteriormente se utilizaron aviones sin tripulación). Estas señales eran enviadas a una base (Nakhom Phanom) en Tailandia, donde dos computadoras IBM 360-65 procesaban los datos, que finalmente eran enviados a los aviones encargados del bombardeo.4 Esta base estaba ligada directamente con el Pentágono por medio de satélite; también desde este centro se controlaban los satélites que espiaban la zona de Indochina, haciendo observaciones en el infrarrojo e interceptando señales de radio.
Los detectores empleados eran de diversos tipos: COMMIKE es un micrófono que transmite voces y sonidos; ACOUSID es un detector acústico-sísmico, MINISID es un detector sísmico miniatura.5 ADSID, detector sísmico que se dejaba caer desde aviones, quedaba esparcido en una superficie muy grande y se enterraba en el suelo quedando al aire únicamente la antena, la cual era una copia exacta de una planta tropical. Los micrófonos ACOUBUOY eran dispositivos que, dejados caer en paracaídas, quedaban atrapados en los árboles, posteriormente el paracaídas se desintegraba quedando únicamente el micrófono camuflageado. Existían detectores de “aromas” sensibles a cantidades muy bajas de amonio y que podían detectar la transpiración de una persona a una distancia considerable (los vietnamitas aprendieron a burlar estos detectores, colocando frascos con orines en los árboles). Variaciones mínimas en el campo magnético terrestre producidas por una persona cargando un arma, un cuchillo o incluso las producidas por un botón de metal, se detectaban con un instrumento llamado MAGID. Se utilizaron detectores de rayos infrarrojos que permiten localizar objetos de noche, en neblina o incluso en el día, por medio de la diferencia de temperatura de objetos.
Otro tipo de sistema de detección utiliza un radar montado en un avión, el cual inspecciona el terreno y transmite esta información a un centro de computadoras, donde la información del terreno se compara con una fotografía aérea previa, si existe algo que no checa entre la información del radar y la fotografía, se le considera como un objetivo militar; de inmediato la computadora dirige los aviones e inicia el bombardeo. Algunas veces cuando un detector es activado, un helicóptero artillado equipado con receptores infrarrojos para visión nocturna se envía al lugar. Según los analistas militares, este método da resultados “excelentes”, “matamos 103 vietnamitas en un mes utilizando esta técnica, sin ningún costo personal para nosotros, ni una sola baja”. Se utilizaron aviones equipados con aparatos de televisión capaces de localizar objetivos; la tripulación del avión inspecciona el terreno, tan pronto localizan un objetivo, el avión queda bajo el mando de una computadora que guía el aparato y dispara las armas.
Las bombas utilizadas en la guerra electrónica incluían bombas de 115 kg. a 6800 kg.; bombas antipersonales6 diseñadas para usarse contra personas desprotegidas, bombas incendiarias, etc. Una arma básica fue la bomba de racimo (closter bomb unit, CBU) donde una bomba madre contenía un cierto número de bombas más pequeñas llamadas bombas vivas (bomb live unit, BLU); después de que las bombas madre eran lanzadas desde un avión, se abrían en el aire a una altura de unos 800 a 1200 metros, diseminando en una superficie muy amplia las bombas BLU. Las primeras bombas BLU se llamaron bombas “piña”, y contenían de 250 a 300 esquirlas de acero de unos 6 mm. de diámetro, que se proyectaban horizontalmente, tras la explosión, a una velocidad de 1000 m/s. Debido a que los vietnamitas se refugiaban en el suelo, en hoyos, fueron diseñadas otras bombas BLU, llamadas bombas guayaba, las cuales dispersaban sus esquirlas diagonalmente; las bombas BLU pueden explotar en el aire a una altura prefijada, o estallar al impacto con el suelo. Un solo avión es capaz de transportar de 400000 a 500000 esquirlas.
La eficiencia de estas bombas está basada en sus esquirlas de fragmentación que mutilan a sus victimas. Precisamente la lógica criminal de quienes diseñaron estos artefactos, era mutilar y destrozar, antes que matar. De esa manera las personas que resultaban heridas no podían participar en las tareas productivas o de defensa, requerían de atención médica y de alimentación y contribuían a lesionar la moral de sus compañeros.
La bomba “hamburguesa” (BLU 82/B) explota justo antes de tocar el piso generalmente no produce cráteres y la zona que queda tras la explosión puede ser utilizada de inmediato para el aterrizaje de helicópteros; se utilizó principalmente para limpiar zonas de selva y donde se sospechara le presencia de combatientes vietnamitas; aunque también se utilizó contra objetivos civiles, contiene 5700 kg. de un material que es sobrepasado en poder explosivo solo por las bombas nucleares; arranca de raíz los árboles y mata todo tipo de vida en una zona de 3 km2.
Otro tipo de bomba utilizaba clavos de acero de unos 2 cm de largo, cada bomba con unos 600 clavos, éstos también podían ser disparados con fusiles m-19 o por fuego de artillería. A partir de 1970, se utilizaron las llamadas bombas astutas, éstas tenían métodos de guiado que las volvían sumamente precisas. Un tipo de estas bombas, utilizaba sistemas de televisión. También había un tipo de bomba que hacía correcciones en su trayectoria al dirigirse a su blanco mediante un rayo Laser; se sabe que una sesión de Jason fue dedicada únicamente al problema de la aplicación militar del Laser (Charles Townes, premio Nobel por la invención del lásser, era miembro entonces de la división Jason). Las bombas astutas tenían una precisión de unos 2 m. en 6.5 km., lo que prácticamente permitía a los agresores yanquis “meterlas por la puerta”; de este manera resultaba fácil poder dar en el blanco contra los refugios antiaéreos, las escuelas y los hospitales.
La mina araña, tenía el tamaño de una pelota de ping-pong, al tocar el suelo dispersaba ocho hilos de nylon de unos ocho metros de largo en todas direcciones; bastaba con pisar una de estas cuerdas para provocar la explosión de la mina. Otro tipo de bomba, se disparaba con cañones de 155 mm. o 203 mm.; cuando éstas explotaban, dispersaban 104 esferitas de metal de unos 3 cm de diámetro, las esferitas al rebotar en el piso explotaban a una altura de un metro y medio, proyectando 600 fragmentos hacia el cuello, la cabeza y el pecho; la altura de la explosión fue escogida teniendo en cuenta la altura promedio de los vietnamitas.
El proyectil AGM45-A, se utilizaba en zonas densamente pobladas, explotaba cerca del suelo dispersando 10000 cubos de metal de unos 4 mm., que penetraban profundamente en el tejido y que eran muy difíciles de detectar con rayos X; prácticamente era imposible localizar y retirar todos los fragmentos del cuerpo de una víctima. En muchas ocasiones, las esquirlas y fragmentos de acero se remplazaban con partículas de plástico; el plástico es transparente a los rayos X, por lo cual, la detección de estas partículas era imposible. El plástico se detecta con equipos de ultrasonido, sin embargo, los médicos vietnamitas carecían de estos equipos. Un médico inglés que visitó Hanoi, reportó haber visto el cuerpo de una mujer herida con esquirlas de plástico; éstas habían penetrado el cuerpo a tal velocidad, que producían suficiente calor como para evaporar el tejido en el que se incrustaban.
En Vietnam se pusieron en práctica métodos de modificación del clima con fines militares, la aviación yanqui sembraba nubes para provocar lluvias y ciclones; las presas eran bombardeadas y destruidas, causando que cientos de personas perecieran ahogadas.
Existe una gran cantidad de métodos y técnicas genocidas que se utilizaron, que fracasaron o que quedaron en proyecto y que se desconocen. Se sabe por ejemplo, del proyecto “tormenta de fuego” que consistía en provocar el incendio de grandes extensiones de bosques y selvas utilizando masivamente materiales incendiarios (napalm, fósforo, etc.); este proyecto se intentó en 1965, 1966 y 1967 hasta que fue desechado ya que no se obtuvieron los resultados que los militares yanquis deseaban.
El desarrollo tan absurdamente rápido de innumerables técnicas militares, es un ejemplo tan claro como indignante de la ciencia utilizada como instrumento de dominación. Es legítimo y necesario en consecuencia, que se asuma la denuncia de la falacia de la neutralidad de la ciencia y del papel que ésta juega en la sociedad. El caso de la guerra electrónica y los científicos de Jason, no es el caso de 47 individuos aislados que se reúnen a concebir y planear máquinas de muerte, son con toda seguridad miles los trabajadores de la ciencia, algunos conocidos, algunos no tanto, quienes están ligados a proyectos de investigación con fines militares. El problema que subyace en el fondo, es el problema de la organización del aparato científico, en particular para el imperialismo yanqui, cuya única garantía para mantener el orden establecido y sus posiciones de poder en el mundo es el uso de la fuerza. Organizará el trabajo de sus científicos de tal manera que le permitan consolidar y refinar su maquinaria bélica; así, a los pueblos que resistan los embates del imperialismo, se opondrán los métodos de la ciencia. El problema “científico” de optimizar la muerte y la destrucción de los pueblos, será tratado entonces como cualquier otro problema a ser visto en los microscopios y simulada en las computadoras de los campus universitarios.
Finalmente querernos mencionar que al igual que el proyecto Jason para Vietnam, existió uno para América Latina conocido como “Plan Camelot”,7 donde los miembros de dicho plan, trataron de dar soluciones al “problema” de la insurrección en América Latina. Esto cobra importancia en los momentos en los que el gobierno fascista de Ronald Reagan repite los pasos de sus antecesores en Vietnam, al amenazar con el uso de la fuerza y la intervención militar a los pueblos de Centroamérica y el Caribe, que luchan por su liberación.
Notas
** Instituto de investigaciones científicas con fines militares, dependiente del Pentágono.
*** Centro Europeo de Investigaciones Nucleares.
1. Aunque esto no quiere decir que no se hayan arrasado ciudades y aldeas.
2. Ver “Ecological Effects of the War in Vietnam”, G. Orians y E. Pfeiffer, Science 168, No. 3931, p. 554, mayo de 1970.
3. Ex jefe del Estado Mayor de los E. U. en Vietnam.
4. Las computadoras eran capaces de dirigir los aviones hasta sus objetivos y disparar las armas en el momento adecuado.
5. Los detectores sísmicos eran instrumentos que detectaban las pisadas de una persona, el paso de un animal e incluso las gotas de lluvia.
6. Las bombas antipersona son bombas que no son efectivas contra construcciones, tanques, vehículos, ni siquiera son capaces de ponchar las llantas de un camión, pero sí son efectivas en matar y mutilar gente.
7. Wschebor, M., Imperialismo y Universidad en América Latina, México, 1973, Edit. Diógenes.
Referencias Bibliográficas
— J. M. Levy Leblon, Alain Jaubert, Autocrítica de la Ciencia, p. 156-169, Editorial Nueva Imagen, México, 1980.
— Alain Jaubert, Zapping the Vietcong by Computers, New Scientist, pp. 685-688. — Eugenia Keller, The Electronic Battlefield, Chemistry, Vol. 45, No, 48, pp. 8-12, septiembre de 1972. — Sience For the People, Vol. VI, No. 6, noviembre de 1972. — A. H, Westing, E. W. Pfeiffer, The Cratering of Indochina, Scientific American, Vol. 226, No. 5, pp. 20-29, mayo de 1972. — Deborah Shapley, Technology in Vietnam: Fire Storm Project Fizzled Out, Science, Vol. 177, No. 4045, pp. 239-241, 21 de julio de 1972. |
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Raquel Gutiérrez Aguilar
Estudiante de la carrera de Física de la Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
Octavio Miramontes VidalEstudiante de la carrera de Física de la Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
cómo citar este artículo →
Gutiérrez Aguilar, Raquel y Miramontes Vidal, Octavio. 1983. El proyecto "Jason". Ciencias 3, enero-marzo, 40-45. [En línea]
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Nota de los editores
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1. Si jalamos el extremo de la cuerda hacia abajo ¿por dónde
se romperá? ¿Por arriba de la pesa de 10 kgr., o por debajo de ella?
2. Al trasladar una vela encendida de un sitio a otro de una habitación notamos que, al empezar a moverla, la llama se desvía hacia atrás. ¿Hacia donde se desviaría si la vela está dentro de un tubo de vidrio o bombilla?
3. Cruza los 17 puentes sin recorrer ninguno de ellos dos veces.
4. Un biólogo reunió en una caja arañas y escarabajos. En total 8; si se cuentan todas las patas de los bichos que hay en la caja, resultan 54? Cuántas arañas y cuántos escarabajos hay en la caja?
5. En una botella hay un litro de vino, y en otra, un litro de agua. De la primera a la segunda se pasa una cucharada de vino, y después, de la segunda a la primera, una cucharada de la mezcla obtenida. ¿Qué hay ahora?, ¿más agua en la primera botella o vino en la segunda?
Pregunta sorpresa:
Una mercancía encareció un 10% y luego se abatió en 10%. ¿Cuándo era más barata, antes de encarecerla o después de abaratarla? Respuestas al número anterior
1. “Si se tira de sus extremos la tira de papel…”
Este experimento puede repetirse tantas veces como se quiera, tomando tiras de distintos tamaños y haciendo rasgaduras de diferente profundidad, pero nunca se conseguirá obtener más de dos trozos. La tira se rompe por donde es más débil y una vez que empieza a romperse, se romperá hasta el fin, ya que cada vez se debilita más. 2. “Un barco de 21000 toneladas viaja…”
La diferencia en el peso se debe a las variaciones de la fuerza de gravedad (g) con la latitud. Anchorage se encuentra un poco más arriba de los 60° latitud norte y, la gravedad toma un valor de 9.81918 m/seg2. Pero la gravedad diferente no es la causa de la elevación de la línea de flotación original, pues la porción sumergida de un objeto, depende exclusivamente del volumen y densidad del objeto y del agua desplazada. La salinidad y la temperatura del mar en ambos puertos es diferente. Existe una mayor densidad en el agua del mar cerca del ecuador, que en los polos, como en el caso de Malasia y “Alaska. 3. “La figura muestra 36 casillas…”
Como no hay restricción en cuanto a qué número de estrellas dejar por columna podemos quitar desde cinco hasta una por columna. Algunas maneras de hacerlo son las siguientes: 4. “La copia a máquina de un discurso…”
En primer lugar hay que preguntarse: ¿cómo debe repartirse el trabajo para terminar al mismo tiempo?, (sólo así se cumple la condición de que ninguna mecanógrafa se quede sin trabajo). Llamemos a la mecanógrafa más rápida A y a la otra B. A escribe 1 1/2 veces mayor que la parte que le toque a B, para poder terminar al mismo tiempo. De esto se deduce que A deberá escribir 3/5 partes del discurso y B 2/5 partes. Como A puede hacer todo el trabajo en dos horas, 3/5 partes lo hará en 2 X 3/5 = 1 1/5 horas. En ese mismo tiempo deberá escribir B su parte. Así pues, el tiempo mínimo en que puede ser copiado el discurso por las dos mecanógrafas es igual a 1 hora y 12 minutos. 5. “Los gobiernos de dos países vecinos…”
Es conveniente convertir pesos del norte y del sur en plumas y frascos de tinta que a final de cuentas valen lo mismo. El comerciante del norte tenía antes de hacer la transacción una pluma y un peso del sur, pero por ese peso en el sur le hubieran dado diez plumas. Entonces tiene en total once plumas. Con un razonamiento equivalente el comerciante del sur tiene once frascos de tinta. Después de la transacción con el joven, el comerciante del norte tendrá un peso del norte y el del sur un peso del sur. Si ese dinero se convierte en especie, a lo más obtendrán diez plumas o diez frascos de tinta pero no los once originales, de manera que cada uno perdió diez centavos o un artículo, como se quiera ver. |
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cómo citar este artículo →
Nota de los editores 1983. Problemas y acertijos. Ciencias 3, enero-marzo, 62-63. [En línea]
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