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Hacia nuevos modelos
educación popular
en América Latina
Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad
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Es bien sabido que América Latina es una de las regiones
más desiguales del planeta. Según cifras del Banco Mundial, el 20% de la población más rica recibe 57% de los ingresos de la región, mientras que el 20% más pobre recibe sólo 3% de tales ingresos. Esta inequidad se refleja en todos los ámbitos de la vida social latinoamericana. Según datos del mismo organismo, la región ha tenido avances sustantivos en materia educativa en los últimos años: como parte de las Metas de Desarrollo del Milenio, Latinoamérica está cerca de cumplir el objetivo de proveer educación primaria universal para el año 2015. Al mismo tiempo, ha reducido la brecha en el acceso a la educación entre niños y niñas.
A pesar de estos avances, es claro que los retos en materia educativa que enfrenta la región son todavía muy grandes. En particular, la desigualdad en el acceso a la educación entre diferentes clases sociales y distintas regiones es mayúscula, al igual que el tipo y la calidad de la misma. No obstante la importancia de la educación para el futuro de cualquier sociedad, los gobiernos de la región no parecen decididos a erradicar esta inequidad. La meta de educación primaria universal, aunque encomiable, es insuficiente para corregir los profundos rezagos que enfrenta el subcontinente. Más aún, no existe un debate público y abierto sobre el tipo de educación que debe cultivarse en la región. ¿Qué educación necesita América Latina? La respuesta depende, entre otras cosas, del tipo de ideales que la región decida adoptar como suyos, y del tipo de futuro que imagine para sí misma.
Una respuesta satisfactoria a esta pregunta requiere un proceso de reflexión colectiva. En primer lugar, América Latina requiere modelos educativos que, a fin de contribuir a superar los alarmantes niveles de desigualdad social antes mencionados, hagan accesibles las promesas de educación no sólo a las élites sino a la población en su conjunto. En segundo lugar, se requieren modelos educativos que, de manera creativa, aspiren no sólo a proveer lo mínimo (educación primaria), sino que integren las manifestaciones canónicas de la cultura contemporánea con la vida diaria de todos los individuos y comunidades. Más aún: modelos que promuevan no sólo el consumo crítico de productos culturales como la ciencia, sino también la creación y la innovación mismas. El recientemente formado Instituto Internacional de Neurociencias de Natal Edmond e Lily Safra (iinnels) y el Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela son modelos de educación popular, integración comunitaria y creación científica y artística en América Latina que apuntan a lo que puede (¿o debe?) ser la educación en la región.
Ciencias del cerebro en Natal
Probablemente no muchas personas han oído hablar de Natal, capital de Rio Grande do Norte, una de las regiones más pobres y con mayor grado de analfabetismo de Brasil (34%). Sin embargo, desde el año 2003 esta región es sede de un experimento social que ambiciona transformar la ciencia y la educación allí. Junto con Macaíba, Natal es sede de un Instituto de Neurociencias (iinnels) que pretende ser un centro de investigación científica de excelencia al mismo tiempo que un centro de educación comunitaria. A largo plazo, este proyecto tiene como objetivo contribuir a eliminar la desigualdad económica y social que prevalece entre las regiones noreste y sur de Brasil.
Dicho centro fue idea de tres científicos brasileños, Miguel Nicolelis, Cláudio Mello y Sidarta Ribeiro, cuyo trabajo en las neurociencias tiene reconocimiento internacional. Para su lanzamiento, el centro ha contado con el apoyo del gobierno brasileño, empresarios locales tornados filántropos, y numerosos miembros de la comunidad científica internacional. Además de laboratorios de investigación avanzada, el centro incluye un museo, una clínica especializada en salud maternoinfantil y una escuela comunitaria de educación científica para enseñanza básica que atiende actualmente a 600 niños y jóvenes de entre 11 y 15 años.
La idea es hacer que Natal sea el primer eslabón en una cadena de ciudades de la ciencia en Brasil, las cuales fungirán como polos de desarrollo social y económico en las regiones más marginadas del país. Dos objetivos sobresalen aquí: el primero es liberar el potencial para la creación científica de los sectores más excluidos de la población brasileña, es decir, abrir caminos que permitan desarrollar a los jóvenes su potencial científico sin tener que migrar. El segundo objetivo es detonar el crecimiento económico regional mediante la vinculación virtuosa de la innovación científica y la creación de empresas, una estrategia a la que, como es sabido, se le está apostando con grandes recursos en varios países de Asia.
Las empresas planteadas por quienes iniciaron este proyecto pueden parecer titánicas. No en balde se le ha dado a la fundación detrás de este proyecto el nombre del primer piloto brasileño, Alberto Santos Dumond, quien desafió las expectativas de su tiempo y logró volar. Sin embargo, la rapidez con que esta iniciativa pasó de ser una mera idea a una realidad da pie al optimismo. Hasta ahora, este instituto ha favorecido la descentralización de la producción y apropiación del conocimiento científico (un problema a lo largo y ancho de Latinoamérica) y ha puesto en marcha programas que permiten el acceso a ciencia de alta calidad a los niños que forman parte del sistema de educación pública en Rio Grande do Norte. Además, el elsiinn sí ha aportado descubrimientos importantes en el área de neurociencias, mismos que se han publicado en las revistas científicas más leídas en el campo.
Beethoven en los barrios
El segundo proyecto educativo es la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela. Fundado en 1975 por el economista, político y músico José Antonio Abreu, el Sistema —como se le conoce— ha formado músicos profesionales que hoy son de sobra conocidos por los melómanos del mundo (el director de orquesta Gustavo Dudamel es quizá el ejemplo más notorio). Sin embargo, el objetivo principal de este proyecto es y ha sido siempre el “rescate de la juventud”. Desde sus inicios, el Sistema se ha propuesto dar a los jóvenes venezolanos, sobre todo a los marginados, la oportunidad de desarrollarse personalmente y de contribuir al desarrollo de sus comunidades mediante el quehacer musical.
Cuando empezó el programa, Venezuela tenía dos orquestas, compuestas en su mayoría por músicos extranjeros, que hacían música para una audiencia reducida. Más de treinta años después de su fundación, el Sistema cuenta hoy con más de cien orquestas juveniles, medio centenar de orquestas infantiles y más de 250 centros en los que participa alrededor de un cuarto de millón de niños y jóvenes. De estos, una gran parte proviene de familias pobres y marginadas de la sociedad venezolana. Desde los dos años de edad, niños y jóvenes pueden ser incorporados a grupos donde los miembros más avanzados instruyen a los novicios y se hace música colectivamente. Las orquestas y los coros que de aquí surgen se tornan en “modelos de vida” para los individuos, sus familias y sus comunidades, como comenta Abreu: “el desarrollo de un niño en un ámbito musical contribuye al desarrollo intelectual y afectivo de los niños, del sentido de compromiso de responsabilidad, de aporte individual al quehacer colectivo, a la construcción de un sentido de pertenencia, de identidad comunitaria y de autoestima. En la esfera familiar, el niño se descubre importante en su familia y aspira a que su familia y él mismo conquisten mejoras, generando una dinámica social constructiva. La familia entera se enriquece. En la esfera comunitaria la vivencia de la música se vuelve natural, la música deja de ser un lujo y se convierte en patrimonio común de la sociedad. La comunidad entera contribuye al mantenimiento de espacios colectivos y vence la pobreza material y espiritual […] El arte y los valores asociados a ella han dejado de ser un privilegio de élites en Venezuela, para formar parte del acervo cultural del pueblo y han sido parte fundamental de un proceso de integración comunitaria y trasformación social en todas las provincias de Venezuela”.
Además de cumplir su objetivo principal como programa social, el Sistema ha creado y crea músicos cuya calidad ha sido reconocida en las más altas esferas de la música clásica. El éxito del programa le ha valido numerosos premios y reconocimientos, y ha llevado a más de veinte países a tratar de adoptarlo.
Hacia nuevos modelos
Tanto el Centro de Natal como el Sistema ofrecen lecciones y puntos de reflexión para pensar en nuevas formas de transformar para bien los sistemas educativos, de creación científica y artística en América Latina. A pesar de que parecen distintas, estas dos iniciativas tienen elementos en común: ambas buscan hacer accesibles a los sectores más marginados de la población dos elementos culturales que hasta hace poco eran solamente el privilegio de pequeñas élites, a saber: la ciencia y la música clásica. Asimismo, comparten la idea de que el aprendizaje de estos elementos culturales contribuye a reducir la desigualdad educativa y a mejorar aspectos de la vida personal y comunitaria de niños y jóvenes.
Tales objetivos pueden sonar descabellados en contextos de desigualdad social tan marcada como los que privan en Latinoamérica, pero ello no ha desanimado a los fundadores de estas empresas, quienes han logrado elaborar respuestas creativas a los retos impuestos por la realidad de las sociedades venezolana y brasileña.
Iniciativas como éstas nos recuerdan que, si bien las estructuras sociales de América Latina pueden parecer inamovibles, las posibilidades de la actividad humana para transformar la realidad de manera creativa son vastas. Natal nos muestra la posibilidad de establecer centros de creación científica de vanguardia que al mismo tiempo contribuyan a la educación de los sectores más marginales de nuestras sociedades. El Sistema, por su parte, revela la posibilidad de usar la música (clásica, pero también popular) para atraer la atención, la imaginación y la pasión de los jóvenes a fin de canalizar su energía hacia metas creativas. Otro elemento que comparten estas dos iniciativas es su enfoque decididamente humanista. El objetivo de Natal no es convertir a los niños en científicos, y el Sistema no busca hacer de cada estudiante un músico profesional. Más bien, su objetivo es usar a la ciencia y a la música como instrumentos de transformación social. Ante todo, ambos proyectos comparten el objetivo de permitir a la juventud de Venezuela y Brasil desarrollar su potencial humano y, con ello, impulsar el desarrollo comunitario y social.
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Referencias bibliográficas
Banco Mundial. 2008. Regional Fact Sheet from the World Development Indicators, Latin America and the Caribbean.
_____. “Objetivos de desarrollo del milenio”. http://www. bancomundial.org.
L. Triunfol, Marca y Mervis, Jeffrey. 2004. “Brazil Institute Charts a New Hemisphere for Neuroscience”, en Science, núm. 5661, vol. 303, pp. 1131-1132.
Soares, C. 2008. “Building a Future On Science”, en Scientific American, núm. 2, vol. 298, pp. 80-86.
Nicolelis, M. A. L. 2008. “Building the Knowledge Archipelago”, en Scientific American, núm. 2, vol. 298.
Discurso pronunciado por José Antonio Abreu al recibir el premio ted. Febrero de 2009. www.ted.org.
McManus, D. 2005. “The Future Of Classical Music Is In Venezuela”, en The Partial Observer. Partes 14. http://www.partialobserver.com.
Wallerstein, I. 2008. “La depresión, una visión a largo plazo”, en La Jornada, 19 de octubre de 2008, México.
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Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad
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como citar este artículo → Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS). (2011). Hacia nuevos modelos de educación popular en América Latina. Ciencias 101, enero-marzo, 44-47. [En línea]
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