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La tafonomía una ciencia nueva que estudia el pasado geológico
 
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Catalina Gómez Espinosa y Raúl Gío Argaez
   
               
               
Aunque el término tafonomía (taphos, enterramiento, y nomos,
ley) data de 1940 —cuando el investigador ruso Isaac Efremov realizó estudios en vertebrados—, este campo de estudio tiene una historia de por lo menos 500 años, ya que se considera que las investigaciones tafonómicas se iniciaron con Leonardo da Vinci cuando en el Monferrato, Italia, observó que un depósito de bivalvos era in situ por la buena preservación y articulación de los ejemplares, y concluyó que ese monte en el pasado había estado cubierto por el mar. Los primeros trabajos sobre tafonomía fueron publicados entre 1912 y 1935, pero como se hi­cie­ron en alemán permanecieron ignora­das, por lo que la tafonomía se recono­ció como disciplina fuera de Europa al concluir la segunda Guerra Mundial.
 
Efremov definió la tafonomía como “el estudio de la transición de los restos animales de la biósfera a la litósfera”, y aunque entonces era vista como una subdisciplina de la paleoecología, actualmente se le considera una rama del conocimiento paleontológico con identidad propia. Su definición más adecuada es la elaborada por Behrensmeyer y Kidwell en 1985, esto es, “el estudio de los procesos de preservación y cómo éstos afectan la información del registro fósil”.

Durante las décadas de 1950 y 1960 las investigaciones tafonómicas estaban enfocadas casi exclusivamente a la obtención de información paleoecológica, y aunque reconocían la importancia de los estudios sobre la preservación, no se aludía a ellos como tales. Fue hasta la década de 1980 cuando la investigación tafonómica empezó a tener auge y a recibir la debida importancia en la interpretación del registro fósil; desde entonces, esta disciplina se desarrolló de manera independiente entre las diversas ramas de la paleontología y más recientemente en la arqueología, aunque también existen estudios sobre actuotafonomía y tafonomía forense.

Uno de los principios paleontológicos es el del actualismo biológico, el cual toma como premisa que el presente es la clave del pasado y por tanto una gran cantidad de información tafonómica que se aplica al registro fósil proviene de experimentos con material subfósil o reciente. Es el campo de estudio de la actuotafonomía, cuyo objetivo es aplicar en la comprensión de los yacimientos fósiles los resultados observados directamente con el fin de realizar interpretaciones más precisas sobre los acontecimientos que permitieron la preservación de los restos orgánicos e inferir cuáles fueron las condiciones sedimentológicas y ecológicas que conllevaron a la formación de un yacimiento fósil en particular.
 
Así, se puede decir que la tafonomía estudia el efecto de los procesos posmortem, esto es, el enterramiento y la preservación de los conjuntos fósiles y, en términos generales, se subdivide en dos subdisciplinas: la biostratinomia (de bios, vida, stratum, capa y nomos, ley) se encarga de estudiar los procesos que ocurren entre la muerte del organismo y su enterramiento o incorporación a la litósfera; mientras la fosildiagénesis (del griego fodere, excavar, día, a través, y génesis, formación) estudia los procesos de fosilización que ocurren después del enterramiento.

Procesos biostratinómicos

En condiciones normales la descomposición de un organismo inicia desde el momento en que muere y continúa hasta que se consume totalmente. Es en esta etapa, llamada de la biostratinomía, cuando ocurre la mayor pérdida de información en el registro fósil, ya que los organismos están compuestos entre 50 y 60% de materia blanda que se descompone muy fácilmente y sólo se conserva en condiciones ambientales y sedimentológicas excepcionales, ya sea pormineralización o reemplazamiento por sedimentos. Al morir, un organismo es integrado a la red trófica y por tanto se convierte en alimento para carroñeros que contribuyen a la pérdida de tejido blando, y su consunción final es efectuada por hongos o bacterias, durante lo cual la disponibilidad de oxígeno, la temperatura y el ph ambiental son factores determinantes en la descomposición o preservación de partes blandas.

Así, desde el momento en que un organismo muere hasta que queda enterrado por el sedimento, sus partes duras quedan expuestas a varios factores que son estudiados por la tafonomía con base en los cuatro principales procesos biostratinómicos que ésta considera: la reorientación, la desarticulación, la fragmentación y la corrasión. La reorientación tiene que ver con el transporte, que está determinado por la hidrodinámica, la energía a la que estuvieron sometidos los restos, y por características intrínsecas de los organismos como son la forma y la densidad. Por tanto, un enterramiento rápido evita el transporte y la reorientación de los restos, mientras que su permanencia prolongada en la interfase agua-sedimento lo favorece. La orientación unidireccional de los restos indica la dirección de la corriente a la que estuvieron sometidos, ya sea por quedar orientados en esa dirección o por la superposición de los organismos. Cuando la corriente es muy fuerte pero sin turbulencia o sin olas, entonces los restos adoptan una posi­ción estable. Si los restos no tienen una orientación preferencial se debe recurrir a estudios sedimentológicos para inferir si hubo turbulencia, ausencia de corriente o frecuentes exhumaciones de los restos. La reorientación no sólo es producto de trans­porte y energía, también puede ser provocada por organismos excavadores.

El criterio de desarticulación sólo puede aplicarse a organismos que tienen un esqueleto conformado por varios elementos, como los bivalvos, braquiópodos, artrópodos, algunos equinodermos y vertebrados, y ésta dependerá del tipo de articulación de los organismos. Si la articulación está dada por partes blandas (como ligamentos o músculos) un mayor grado de desarticulación va a indicar la descomposición de los restos antes de su incorporación a la litósfera debido a un enterramiento lento, y las condiciones anaeróbicas van a retardar la desarticulación por los músculos o ligamentos al hacer más lenta la descomposición debido a la inhibición de la acción bacteriana.

Por el contrario, si la articulación del organismo es de tipo mecánico, entonces la desarticulación será indicio de que el esqueleto estuvo sometido a fuertes corrientes y a transporte. Al establecer esta característica hay que tomar en cuenta la naturaleza de los organismos, ya que, por ejemplo, cuando los crinoideos permanecen sobre el fondo oceánico empiezan a desarticularse en un periodo de 3 a 5 días, en tanto que los braquiópodos resisten altas energías y transporte, y aun cuando estos procesos hayan tenido lugar, las valvas pueden permanecer articuladas o unidas.

La fragmentación es la rotura de pie­zas individuales en otras más pequeñas. La fractura de los ejemplares será mayor en aquellos que poseen un esqueleto más frágil, y menor en los que tienen un esqueleto más resistente. Los ejemplares frágiles intactos son indicadores de la ausencia de disturbio de tipo físico y un enterramiento rápido, mientras que su fractura indi­ca perturbación física, aunque sea muy ligera.

La fractura de esqueletos más resistentes indica fuerte disturbio y alta energía hidráulica, ya sea por un prolongado transporte o por un frecuente retrabajo de los restos in situ debido a frecuentes exhumaciones. Al analizar la fragmentación de los restos se debe tener cuidado de interpretar si ésta fue antes de que el organismo muriera o no —ya que esto sólo puede saberse si en la fractura se observan muestras de infección o regeneración del esqueleto—, o si fue ocasionada por depreda­do­res que hayan dejado marca de sus dientes, o bien si la fractura fue pos-mortem debido al impacto contra obje­tos sólidos por haber sido transportada o sometida a fuertes corrientes.

El último de los procesos bioestratinómicos a considerar es la corrasión, que abarca los efectos ocasionados por la abrasión física, la erosión biológica y la disolución química, ya que en la práctica resulta difícil identificar cuál de estos tres fenómenos fue el causante del daño a los ejemplares —es por ello que de manera general se habla de grado de corrasión. Este proceso tiene lugar en la interfase agua-sedimento, antes que los restos sean enterrados; es un mecanismo destructivo que daña los ejemplares y origina la pérdida de información. Un alto grado de corrasión indica un largo tiempo de permanencia de los restos sobre el sustrato, para lo cual también es un buen indicador la presencia de epibiontes que pudieron haber utilizado los restos de esqueletos de otros organismos como sustrato duro para colonizar; no obstante, al interpretar la presencia de epibiontes también hay que considerar la posibilidad de que la colonización haya podido ocurrir en vida, lo que indicaría relaciones paleoecológicas —la diferencia entre uno y otro caso puede discernirse por la posición del epibionte sobre el hospedero.

Procesos fosildiagenéticos

Una vez que los restos orgánicos están enterrados se ven afectados por procesos diagenéticos, muchos de los cuales pueden ser también destructivos. La fosildiagénesis, que comprende la diagénesis primaria, permite la preservación de los organismos hasta llegar al registro fósil. Sus procesos están limitados a una temperatura máxima de 200 ºC, ya que las mayores a ésta son mecanismos destructivos porque metamorfizan la roca, y comprenden la disolución, la permineralización y la compactación cuando los restos aún no están completamente litificados.

La diagénesis primaria es aquella que ocurre antes de la compactación del sedimento en los primeros metros de sedimento sin consolidar. Para el proceso fosildiagenético la determinante principal es la composición mineralógica del esqueleto. Los minerales formadores de esqueletos más comunes son: la calcita alta o baja en magnesio, la aragonita, el sílice, el fosfato y la apatita.

Dependerá de la estabilidad del mineral la dirección que el cambio va a seguir, es decir la disolución o preservación del esqueleto, al permitir o facilitar que los restos orgánicos puedan conservarse como evidencia directa o indirecta.

El proceso de mineralización implica la migración de fluidos y la difusión de sustancias, lo cual provoca un cambio en la composición mineralógica original del esqueleto, ya sea por adición de nuevos minerales o reemplazo de minerales preexistentes. Lo más común es que el calcio y sílice presentes en el medio se precipiten y conserven los restos enterrados, aunque dependiendo de las condiciones ambientales puede haber formación de pirita, fosfato o pedernal.

La mineralización puede ocurrir por medio de varios procesos, como la cementación, la permineralización, la concresión, el neomorfismo, la recristalización y el reemplazamiento. La cementación tiene lugar por la adición de nuevos minerales e implica un relleno de las cavidades del esqueleto por un cementante, lo cual lleva a la formación de moldes que son una reproducción exacta del ejemplar original.
 
El proceso de permineralización ocurre por medio del relleno de las cavidades celulares de los restos enterrados bajo minerales cristalinos o amorfos, y sus formas típicas son la silicificación (relleno por sílice en forma de ópalo o calcedonia), fosfatización (por fosfatos, muy común en dientes) y piritización (por pirita y se presenta en ambientes ligeramente ácidos y reductores).

La conservación de restos orgánicos en concreciones consiste en la precipitación de minerales en los intersticios existentes entre las partículas que rellenan el esqueleto preservado, formando un nódulo a su alrededor, que es resistente a compresiones fosildiagenéticas posteriores. Los nódulos, de acuerdo con el mineral que los forme, pueden ser de tipo calcáreo, silíceo, fosfático o ferruginoso.

El neomorfismo consiste en la sustitución de minerales que tienen la misma composición química, como por ejemplo la sustitución de la aragonita por la calcita, y ambos minerales están formados por carbonato de calcio, pero la calcita es la forma más estable.

La recristalización implica un cambio de textura, ya sea en forma, tamaño u orientación de los componentes minerales de los restos conservados; si hay un crecimiento de los cristales, los restos son obliterados, destruidos o deformados; en cambio si los cristales minerales reducen su tamaño a formas microcristalinas, los restos se preservan.

El proceso de reemplazo es la sustitución del mineral original por otro de composición química diferente; uno de los casos mas frecuentes es el reemplazo del sílice por calcita o cuarzo microcristalino.

La disolución de los restos, o su preservación, depende de su composición química y del medio en donde queden enterrados. Con respecto de la composición, la apatita es más resistente a la disolución y la calcita es la menos resistente, y esta última, al igual que la aragonita, se disuelve en medios ácidos, en tanto que el ópalo es poco soluble en agua y ambientes alcalinos. La disolución también puede suceder por presión, es decir como consecuencia de fenómenos mecánicos.

La compactación por presión puede ocasionar también una distorsión de los restos orgánicos, ya sea un cambio en su forma, tamaño o textura, y puede ser homogénea cuando los restos sufren por completo modificaciones de manera proporcional, y heterogénea cuando las líneas se curvan durante la distorsión.

Algunas aplicaciones y usos

Generalmente, en paleontología se resalta el hecho de la pérdida de información al comparar las comunidades actuales con las comunidades fósiles; sin embargo, el hecho de que el registro fósil sea incompleto no implica que sea inadecuado, por tanto, al efectuar estudios de tipo tafonómico, las aparentes pérdidas pueden convertirse en ganancias, ya que el estado de preservación del fósil permite la reconstrucción de la velocidad de descomposición de los restos y la velocidad de enterramiento de los mismos, lo cual ayuda a comprender los procesos de sedimentación que tuvieron lugar.
 
Los estudios tafonómicos permiten reconstruir la composición faunística, paleoambiental y los procesos de sucesión de comunidades, además de ayudar a entender los datos y procesos que presenta el registro fósil para poder aplicarlos a cuestiones paleobiológicas y paleoecológicas, ya que uno de los principales puntos que se consideran es el tiempo promedio de acumulación de los restos que forman un yacimiento y la fidelidad del registro fósil.

Para los paleoecólogos los análisis tafonómicos se enfocan principalmente a la fidelidad del registro fósil, es decir, qué proporción de la comunidad viva está representada en un conjunto fósil, relación que se ha denominado como taphonomic feedback o retroalimentación tafonómica, y que es el espectro de interacción de lo vivo y lo muerto; sin embargo, esto es muy difí­cil de demostrar y resulta ambiguo en el registro fósil.

En los estudios tafonómicos no pueden hacerse generalizaciones, ya que debe de tomarse en cuenta el grupo de organismos, la biota que es objeto de estudio, para ver cómo las mismas condiciones paleoambientales pueden afectar de manera diferente a distintos grupos de especies o taxa debido a sus propiedades intrínsecas, y cómo diferentes condiciones ambientales pueden dar resultados tafonómicos semejantes en distintos taxa; se debe ser muy cuidadoso en las interpretaciones de los procesos tafonómicos y siempre tomar en cuenta la naturaleza de los fósiles estudiados.

Otros enfoques
 
Una vez que se comprendió la importancia de los estudios tafonómicos, su campo se ha extendió no sólo al interior de la paleontología, sino también más allá, a la arqueología, la prehistoria, la paleopatología, e incluso a la antropología forense. En lo que respecta a esta última, la tafonomía abarca el estudio de restos humanos desde la muerte, su descomposición o conservación, transformación, desgaste y transporte, hasta su hallazgo, pero dentro de un contexto judicial o forense. De este campo se encarga el antropólogo forense, quien trata de obtener la mayor información posible de los restos humanos —sexo, edad, estatura, probable causa y fecha de muerte y algunos otros rasgos que ayuden a la identificación en el caso de cadáveres actuales o a reconstruir su historia de vida si se trata de restos antropológicos. En el caso de los restos óseos, el principal agente destructivo es la humedad que propicia la proliferación de hongos y algas, y altera el color y el aspecto de los huesos.
 
También hay que tomar en cuenta que los diferentes huesos de un mismo organismo pueden reaccionar de manera diferente y que hay algunos que se degradan o que se desarticulan con mayor rapidez, por lo cual la dirección de cambio siempre va a ser diferente, dependiendo del ambiente al cual se encontraron sometidos. Para estos casos se emplea el termino de “tiempo tafonómico”, que es el lapso transcurrido desde el momento de la muerte hasta el descubrimiento de los restos humanos.

A lo largo de este recorrido por los procesos que afectan el registro fósil se ha mostrado la importancia que tienen las investigaciones tafonómicas en las interpretaciones paleontológicas, las cuales pueden cambiar nuestra concepción sobre los eventos bioló­gicos, la reconstrucción de una manera más fidedigna de la diversidad de la biota en el tiempo y un mejor entendimiento de los patrones biológicos actuales. chivichango96
  articulos  
Referencias bibliográficas

Allison, P. A. y D. E. G. Briggs. 1991. Plenum Press, New York.
Behrensmeyer, A. K. y S. M. Kidwell. 1985. “Taphonomy’s contributions to paleobiology”, en Paleobiology; vol. 11; núm. 1; pp. 105-119.
Behrensmeyer, A. K. 1984. “Taphonomy and the fos­sil record”, en American Anthropologist, núm. 72, pp. 558-565.
Brett, C. E. y G. C. Baird. 1986. “Comparative taphonomy: a key to paloenvironmental interpretation based on fossil preservation”, en Palaios; 1986; vol. 1; núm. 3; pp. 207-227.
Efremov, A. 1940. “Taphonomy; a new branch of Paleontology”, en Pan American Geology, vol. 74, núm. 2, pp. 81-93.
Fernández-López, S. R. 2000. Universidad Complutense, Madrid.
Kidwell, S. M. y A. K. Behrensmeyer. 1993. “Short courses” en Paleontology, núm. 6. Paleontologycal Society.
Martin, R. E. 1999. Cambridge Paleobiology Series 4. Cambridge University Press, Cambridge.
     
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Raúl Gío Argaez
Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México.

Doctor en Ciencias (2000). Decano de los profesores de Paleontología en la Facultad de Ciencias, UNAM. Responsable del laboratorio de micropaleontología ambiental en el icml, fue nombrado socio honorario de la Real Sociedad Española de Historia Natural (2007).

Catalina Gómez Espinosa
Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México.

Candidata al doctorado en Ciencias Biológicas por la unam, con especialidad en tafonomía de invertebrados bentónicos. Imparte clases de paleontología en la Facultad de Ciencias, UNAM.
 
como citar este artículo
Gómez Espinosa, Catalina y Gío Argaez, Raúl. (2009). La tafonomía, una ciencia nueva que estudia el pasado geológico. Ciencias 96, octubre-diciembre, 16-23. [En línea]
     
       
 
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La persistencia de la memoria V


Carlos Aguilar Gutiérrez y Aline Aurora Maya Paredes

 
 
   
   
     
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  articulos  
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Carlos Aguilar Gutiérrez y Aline Aurora Maya Paredes
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 

como citar este artículo

Aguilar Gutiérrez, Carlos y Maya Paredes, Aline Aurora. (2009). Copérnico. La persistencia de la memoria. Ciencias 96, octubre-diciembre, 78-79. [En línea]
     


 

       
 
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portada
 
La memoria biocultural.
La importancia ecológica
de las sabidurías tradicionales
 
Víctor Toledo y Narciso Barrera Bassols
 
Junta de Andalucia/
Icaria Editorial
Barcelona. 230 p.
   
   
     
                     
                     
La memoria permite a los individuos recordar los eventos del
pasado. Como los individuos, las sociedades poseen también una memoria colectiva, una memoria social. En ambos casos, esta capacidad de recordar resulta crucial porque ayuda a comprender el presente y en consecuencia da elementos para la planeación del porvenir y para remontar eventos similares ocurridos anteriormente. La especie humana también tiene memoria, y ésta permite develar las relaciones que la humanidad ha establecido con la naturaleza a lo largo de la historia. Aunque todas las especies tienen en teoría una memoria que les permite mantenerse y sobrevivir en el cambiante concierto de la historia natural, la especie humana es la única que puede ser consciente de ésta, que es por lo menos, triple: genética, lingüística y cognitiva. Se expresa en la variedad o diversidad de genes, lenguas y conocimientos o sabidurías. Las dos primeras expresiones de heterogeneidad de lo humano, que han sido lo suficientemente documentadas mediante la investigación genética y lingüística, permiten trazar la historia de la humanidad ubicándola en sus diferentes contextos espaciales, ecológicos y geográficos.
La tercera, mucho menos explorada, sintetiza y explica esa historia al revelar las maneras en que los diferentes segmentos de la población humana se fueron adaptando a la amplia gama de condiciones de la Tierra.

Las dos primeras dimensiones certifican una historia entre la humanidad y la naturaleza, y la tercera ofrece todos los elementos para comprender, evaluar y valorar esa experiencia histórica. En conjunto conforman un archivo histórico, es decir, una memoria. La búsqueda de esta memoria de especie termina por reconocer que, en la actualidad, se encuentra alojada en las llamadas sociedades tradicionales y, más específicamente, en los pueblos indígenas del mundo.
 
Como sucede con muchos otros aspectos, la memoria de la especie —que resulta del encuentro entre lo biológico y lo cultural—, se encuentra seriamente amenazada por los fenómenos de la modernidad: procesos técnicos y económicos, sociales y políticos.

Este libro está dedicado a desentrañar la esencia, estructura y dinámica de la memoria (biocultural) de la especie humana, a ponderar sus fortalezas y debilidades, a revelar su importancia o trascendencia para el futuro del género humano, y a identificar las distintas amenazas que se ciernen sobre ella. Éste aná­lisis se realiza teniendo como referente la perspectiva agroecológica, que demanda un cambio radical en la manera como los seres humanos se apropian los bienes y servicios de la naturaleza, y que postula modos alternativos de producir, circular, transformar y consumir las materias requeridas por la sociedad.

Intentando remontar la amnesia de los sistemas agroindustriales, la agroecología reconoce en esos lenguajes de larga historia que todavía sobreviven en las mentes y en las manos de los miembros de las culturas rurales, un arsenal nemotécnico de valor inconmensurable. En última instancia, es en esas sabidurías milenarias, largamente ignoradas, desvalorizadas o mal interpretadas, donde se encuentran las claves para remontar la actual crisis ecológica y social desencadenada por la revolución industrial, la obsesión mercantil y el pensamiento racionalista.
 
La memoria biocultural de la especie humana permite entonces adquirir una perspectiva histórica de largo trazo, develar los límites y sesgos epistemológicos, técnicos y económicos de la modernidad, y visualizar soluciones de escala civilizatoria a los problemas actuales.chivichango96
 
  articulos  
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Fragmento de la introducción.
 

como citar este artículo

Toledo, Víctor Manuel y Barrera Bassols, Narciso. (2009). La memoria biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Ciencias 96, octubre-diciembre, 76. [En línea]
     
       
 
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Una vieja historia
de la mierda
 
Eduardo Matos Moctezuma
   
   
     
                     
                     
Una vieja historia de la mierda
 
Alfredo López Austin y Francisco Toledo
Editorial: CEMCA, México, 2009.
 
 
La historia, que abarca todo el devenir humano a lo largo del
tiempo, ahora se nos muestra dentro de un tópico poco explorado como el que contiene el libro que hoy presentamos. Si en las páginas de la historia vemos los procesos sociales desde diferentes perspectivas, los acontecimientos ocurridos aquí y allá, las transformaciones y cambios cuantitativos y cualitativos, las epopeyas de los pueblos y el hacer de los héroes, toca ahora tratar un tema que también tiene su historia: el de la mierda. La mierda es tan vieja como la humanidad y, por ende, su historia también. A ella nos conducen las palabras de Alfredo López Austin y la estética de Francisco Toledo; cada uno, en su campo, son paradigmas que han transformado las bases de su quehacer cotidiano y han dado, con sabiduría, sensibilidad e intelecto, nuevos impulsos a la práctica de la historia y del arte.
 
No me extraña para nada el asombro que le causara a Alfredo la inusitada proposición de Francisco un día de mayo de 1986. Escribir y pintar –cada quien a lo suyo— sobre el tema de la mierda “en el contexto cultural indígena mexicano” (p. 7) representaba no sólo un reto, sino algo indispensable. Pese a las vicisitudes que el primero pasaba por aquél entonces, accedió de buena gana a meter mano en la mierda, y el escrito, así como el material gráfico, quedó listo para su primera impresión.
 
Hoy estamos aquí reunidos para celebrar la aparición de la segunda edición en español después de que en 2009 se hiciera en francés. El Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (cemca) pone su sello junto con Le Castor Astral para hacer realidad, una vez más, la obra que presentamos. El contenido de la misma queda expresado desde las primeras palabras: “Por eso esa historia de la mierda, vieja como es, sigue dando tumbos con nuevos afeites. Viene de las voces de Mesoamé­rica. En verdad de antes, de más allá. Va transformada entre los pueblos que habitan el territorio mexicano, y más allá. Llega por distintas corrientes, algunas que pasaron por la vida de los mexicas; otras, las más, que fueron sus pasarelas, hermanas por origen y por trato” (pp. 15-16).
 
No nos extrañe, pues, el tema que el libro encierra. Ya Fernand Braudel nos había dado en algún momento una historia del vino, de la cerveza, del chocolate, el té y el café, y hasta del agua. De esta última nos dice en el tomo I de Civilización material, economía y capitalismo, siglos xv-xviii, lo siguiente: “En París, el gran proveedor continúa siendo el propio Sena. A su agua, vendida por los aguadores, se le atribuyen todas las cualidades: […] la de ser excelente para la salud, cualidad que se puede poner en duda con toda legitimidad. ‘En el brazo del río que baña el quai Pelletier y entre los dos puentes, dice un testigo (1771), numerosos tintoreros vierten sus tintas tres veces a la semana […] El arco que compone el quai de Gévres es un lugar pestilente. Toda esta parte de la ciudad bebe un agua infecta’. Sin embargo, pronto se puso remedio a esta situación. Y con todo, más valía el agua del Sena que la de los pozos de la orilla izquierda, que no estaban protegidos contra peligrosas infiltraciones y con la que los panaderos hacían el pan. Esta agua del río, de naturaleza laxante, resultaba sin duda ‘incómoda para los extranjeros’, pero podían añadirle unas gotas de vinagre, comprar agua filtrada y ‘mejorada’, como el agua llamada del Rey, o también esa agua, mejor que todas las demás, llamada de Bristol”.
 
La razón de mencionar aquí a Braudel obedece a varios motivos: la admiración que Alfredo siente por él —no es para menos— y, desde luego, al tema citado en donde podemos corroborar que la dudosa pureza del agua provocaba, como lo insinúa el autor, problemas a los extranjeros por su cualidad laxante que seguramente los obligaba a visitar constantemente el retrete. Como se ve, si en México se habla de “la venganza de Moctezuma”, allá podríamos, por que no, referirnos a “la venganza de Luis XVI”.
 
Sirvan las anteriores palabras como preámbulo al tema y pasemos a la descripción del contenido del libro. Más que capítulos, el autor nos da una serie de apartados —18 en total— en los que discurre, analiza, observa y señala en diferentes partes del ensayo aspectos relacionados con los apartados en cuestión. Comienza con “Una vieja historia de la mierda” repartida en cinco tantos, que se van engarzando con aspectos tales como “Miscelánea” o el relato quiché denominado “Majestad”. En el caso del primero leemos de algunos presagios tarascos de destrucción y llegada de los españoles al mismo tiempo que el autor nos relata la manera en que un tlacoli podía alcanzar la libertad al pisar una mierda y ser purificado por medio del agua. También nos dice del don Cecilio Robelo y su interpretación del nombre Tláhuac como aféresis de Cuitláhuac que a su vez es apócope de Cuitlahuacapan, que significa “en agua de caca seca o dura”. Otros temas se expresan como el relacionado con Tamoanchan o la interpretación de sueños entre los otomíes relacionados con serpientes que entran al cuerpo o el desear excrementos, sueños que no deben contarse a nadie pues son avisos de persecución.
 
En el apartado 4, López Austin relata la manera en que los antiguos y actuales nahuas, así como los zapotecas, mixepopolucas y zoquepopolucas del Istmo, concebían el cuerpo humano: la parte superior del mismo contenía el pensamiento combinado con sentimientos serenos y en él se depositaban los jugos nutricionales que tenía vínculo con “las divinas fuerzas del destino” (p. 29), en tanto que la parte baja contenía las pasiones y preparaba las heces para ser arrojadas. También se resalta la manera en que las prostitutas y los homosexuales son tratados despectivamente con epítetos como “mierducha”, “excremento de perro” y otras lindezas.
 
El apartado 5 advierte sobre animales e insectos relacionados con la mierda: el jaguar, aves, peces, gusanos, hormigas, moscas, escarabajos, en tanto que el 6 hace referencia a un personaje de la fá­bula literaria: Pedro de Urdimalas, de quien dice López Austin: “cruzó el océano, arribó a las costas mexicanas, oscureció su piel y, ya transformado en indio, se dio a urdir males por caminos y caseríos” (p. 39). Enseguida viene el tema de salud, enfermedad, medicina y muerte, rico en contenido histó­rico y etnográfico. Según los antiguos nahuas, el dios Amímitl protege y cura a los humanos de diarreas; al mismo tiempo se dan los remedios contra distintos males estomacales. Para los huaves de San Mateo del Mar en Oaxaca la mierda sirve para curar a los mordidos por este animal, que muere si se hace que la coma de un palo untado con ella. El relato de María Díaz como causante del mal de su hija es interesante, ya que esta última comió del barro conocido como hap choch y quedó postrada, hasta que le dieron a beber media jícara de aguardiente bien mezclada con excremento de guajolote, con lo que se compuso de inmediato.
 
Para los mayas yucatecos de la Colonia, quien se hería con una flecha se enfermaba del estómago, al igual que entre los chinantecos de Oaxaca se piensa que el tocar la caca de zopilote dará mal del pinto. Recomendable es —a mi juicio— visitar a los huaves de San Mateo del Mar, pues han encontrado que la caca café de las gallinas tiene valor terapéutico para curarlas de sus patas, aunque también sirve, como lo comprobó un viejito de la comunidad, para reponer el himen roto de una muchacha… ¡Ah que viejito!
 
Pasemos al apartado 9, en donde el autor habla acerca del excremento y los olores del inframundo, conforme a las creencias de los antiguos nahuas y quichés, cuicatecos y chinantecos de Oaxaca. “Cargamos en nuestro cuerpo una forma de muerte: el excremento” nos dice Alfredo y de inmediato nos recuerda cómo antiguamente había una relación entre los basureros y el inframundo: “El hedor de los basureros se identificaba con el tenebroso Mictlan. El helado mundo de los muertos era el origen de la fetidez” y nos dice más adelante: “En el negro y húmedo Mictlan la peste atormentaba a los difuntos” (p. 58). La cita de los Primeros Memoriales de Sahagún es elocuente al respecto.
 
Una nueva “Miscelánea” nos adentra en diversos relatos como aquél de los totonacas de la sierra de Puebla, en donde el dios de la tierra se queja de que lo pateen, se sienten sobre él, lo caguen y lo orinen. O aquél otro presente en varios pueblos en donde se refieren a enemas practicados con recipientes de cerámica idóneos para tal fin. Otro tanto ocurre cuando los antiguos nahuas hablan del color amarillo con que están pintadas dos franjas en el rostro del dios Huitzilopochtli, color de caca de niño. Entre los tzotziles de Chiapas se dice de un animal monstruo que devora a un cazador y al mismo tiempo empieza a arrojarlo por detrás.
 
Pasemos ahora al apartado 12 dedicado, nuevamente, a salud, enfermedad, medicina y muerte. Aquí se nos comenta de las propiedades terapéuticas de la caca de iguana empleada para curar las nubes de los ojos, mientras que los nahuas antiguos utilizaban una mezcla de pulque con caca de halcón y pato y un poquito de cola de tlacuache para las embarazadas que no podían parir; o el estiércol de hormiga aplicado contra la gota, y el polvo de mierda humana que sirve tanto para los ojos inyectados de sangre como para nubes y cataratas. Y podemos citar muchos remedios más recopilados de diversos pueblos indígenas en donde vemos la enorme variedad de remedios que curan. También tenemos el diagnóstico que se logra, como sucede entre los huaves, por medio de la observación del excremento humano pasa saber si la enfermedad es fría o caliente y así aplicar el remedio correspondiente. Sabemos que los antiguos nahuas podían identificar a quienes padecían de gusanos por las señales que están en el rostro de quien los padece.
 
El apartado 13 trae a colación lo relativo a ciertos minerales como el oro y la plata, considerados excrementos de los dioses, especialmente del Sol y de la Luna, como se pensaba entre tarascos y nahuas antiguos. Otros minerales también presentan acciones curativas que benefician a los hombres.
 
“Cuentos y mitos” se llama el apartado que trata, precisamente, sobre este tema. Entre los nahuas de San Pedro Jí­cora de Durango tenemos el cuento de la iguana que es comida bajo la prohibición de que no deben hacerlo determinadas personas, y al desobedecer éstas el mandato perecen, pues fue tan fuerte la diarrea que padecieron el padre y el hijo que la habían comido, que se ahogaron en ella. Entre los mixtecos de San Pedro Xicayan, Oaxaca, se cuenta cómo el tigre invitó al tlacuache a cazar vacas para finalmente morir este último cagado y orinado colgando de la cola de la vaca. Y así podríamos continuar mencionando los casos del “jaguar que fumó”, de los lacandones o el del perro, de los nahuas de Zongolica, Veracruz, que lleva un mensaje al Tláloc escondido en el culo pero jamás regresó, de allí la razón por la que los perros se huelen el trasero: para conocer la respuesta del dios.
 
Particularmente interesante resulta el mito entre los mixes de Oaxaca acerca de la manera en que fueron concebidos el Sol y la Luna. Se dice que María estaba tejiendo cuando llegó un pajarito y se paró sobre el hilo, por lo que lo espantó pero volvió a regresar y se zurró en el hilo. María se molestó y le dio un manotazo pero, compasiva, lo guardó en su seno. El calor revivió al pajarito quien preñó a la doncella que así formó al Sol y la Luna. Quiero ver en la manera en que se produce el embarazo ciertas reminiscencias del pensamiento católico y algo del pensamiento antiguo. Acerca del origen de los pobres y de los ricos es el relato de los zoquepopolucas de Veracruz. Se dice que antes todos los hombres eran iguales, pero Dios quiso hacerlos ricos y pobres, para lo cual invitó a una fiesta en la que embarró caca de guajolote en el patio. Al llegar los invitados se sorprendieron, pero algunos se animaron a pisarla diciendo que no importaba si habrían de divertirse. “desde entonces hay ricos y pobres. Y desde entonces los ricos, por más que se tallen, quedan pringados de cagada” (p. 97).
 
Bajo el término de “Paremiología” tenemos el apartado 16 rico en adagios, adivinanzas, metáforas y eufemismos. Del primero tenemos aquél que dice: “Come por segunda vez su excremento” aplicado a quien da algo y lo quita. Las siguientes adivinanzas, que al igual que el adagio anterior son de los nahuas antiguos, dicen: “¿qué cosa es la que está levantada en el camino, cosilla como piedra de tinta? —La caca del perro”; o esta otra, ¿qué cosa es “ya va a salir, toma tu piedra”? —La mierda” (p. 99).
 
Como ejemplo de eufemismo vemos que el hecho de evacuar se dice “vamos al monte” o “vamos a sentarnos de una vez” según los chinantecos de Oaxaca. Una metáfora aplicable a nuestros políticos proviene de los antiguos nahuas y dice así: “Lleno de polvo, lleno de basura”, que se refiere a los malos gobernantes. Esta es la explicación: “Estas palabras se dicen del que gobierna ilegítimamente, del que ilegítimamente adquiere fortuna, del que ilegítimamente se enriquece. ¿Acaso es buena la forma en que gobiernas, o por la que te enriqueciste? ¿O es bueno lo que comes? Sólo están llenos del polvo, llenos de basura el gobierno o la comida que comes” (p. 101).
 
Entre los muchos atributos y problemas que presenta el excremento, tenemos uno que nos atañe a López Austin y a mí directamente. Sobre el particular dicen los zapotecos del Istmo: “Dicen allá en el Istmo que la calvicie es producida por la caca de los zopilotes. Los pajarracos hediondos –dicen—, pelones y arrugados, cagan desde las alturas las cabezas de los ancianos y las costras al secarse, arrancan los cabellos. Falso ha de ser, ya que las grandes testas de los burros son mejores blancos desde el cielo, y, como bien se sabe, no hay burro calvo” (pp. 81-82).
Para finalizar con la parte escrita recomiendo la lectura del libro en su totalidad y en particular el apartado 17, en donde nuestro autor borda acerca de nuestra herencia biológica y cultural. Dice en un momento dado: “Con el grito rebelde. Las heces dejaron de ser una mera excreción maloliente, asquerosa. Pudo entonces la mierda transformarse en símbolo. Se multiplicaron los caminos. Quedaron asociados por contigüidad todos los productos del vientre; la retención de la masa se equiparó a la avaricia; la proximidad demasiada se convirtió en ofensa; la urgencia de evacuación se ligó a las pasiones; el deshecho de nuestro propio cuerpo, inerte, fue visto como anticipación cadavérica. También pudo ser forzado —no olvidado— el legado biológico, y surgieron aquí y allá sobre la superficie de la Tierra otros sentidos de sublevación o sumisión: nacieron así, para sublimación o para escándalo la copofragia sádica y la mística” (p. 106).
 
Complemento magnífico del escrito son las pinturas y dibujos que nos regala Toledo en distintas partes de la obra, desde pequeñas viñetas de hombres y animales defecando hasta pinturas que lo dicen todo. Algo que llama mi atención es que, en ningún momento, el artista hace que una de estas figuras, especialmente las humanas, hagan sus necesidades dentro de un inodoro. Todos lo hacen en cuclillas directamente sobre el piso o la tierra. Esta forma ancestral y campesina de “hacer del cuerpo” la practicamos con éxito los arqueólogos en el campo. Famosas se hicieron las faldas de tehuana que Navarrete implementó en Chiapas cuando por allá estábamos y teníamos que internarnos en la selva para hacer nuestras necesidades y los mosquitos hacían presa de las carnes más queridas. La falda de tehuana, amplia como es, vino a solucionar el problema: cada quien tenía la suya de vivos colores que se colocaba al momento de encuclillarse y evitar así el ataque de los moscos. No faltó alguno que llevado por una exaltación folklórica se colocara el resplandor alrededor de la cabeza. Esto trajo sus consecuencias: los ingenieros que construían la presa donde hacíamos el rescate arqueológico maloreaban diciendo “estos arqueólogos son medio exquisitos…” poniendo así en duda la virilidad del gremio…
 
Pero volvamos a las pinturas de Francisco. Hay una que tiene un contenido que va más allá de la obra de arte, además de serlo: se trata de un pequeño esqueleto que defeca en la tierra y debajo de ésta se abre una enorme oquedad oscura. O aquella otra en que varias personas de espaldas hacen lo mismo. Los dibujos y pinturas nos indican algo: tanto vivos como muertos cagan, aunque en estos últimos parezca inverosímil.
 
Hay un dicho que dice “somos lo que comemos”, que equivaldría a decir “somos lo que cagamos”. Ya lo dice un antiguo relato nahua de Matlapa, San Luis Potosí: “Antes, la humanidad vivía triste, La gente de este mundo tenía tamales, tenía atole; pero ni comía ni bebía. Todos se conformaban con oler la comida. No podían tragarla, porque no había forma de echarla fuera. Llegó el dios del Maíz adonde vivían nuestros antepasados y les hizo su agujerito. Desde entonces somos felices, porque ya podemos comer tamales y atole” (p. 19).
 
Para finalizar sólo comentaré que estamos ante un ensayo antropológico rico en contenido etnográfico, en simbolismos y en posibilidades. Con esto último me refiero a que abre un nuevo campo de investigación olvidado por los estudiosos, ya por pudibundez, ya por considerar que el tema no aporta mucho. Por el contrario, y como hemos visto, múltiples son los caminos que se pueden transitar cuando con conocimiento y paciencia se sigue un derrotero que, como en este caso, nos manda directamente a la mierda…chivichango96
 
  articulos  
Texto leído en la presentación del libro Una vieja historia de la mierda de Alfredo López Austin y Francisco Toledo en el Museo Nacional de Antropología e Historia el 18 de septiembre del presente año.
 
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Eduardo Matos Moctezuma
Museo del Templo Mayor, Instituto Nacional de Antropología e Historia.
 
 
como citar este artículo
Matos Moctezuma, Eduardo. (2009). Una vieja historia de la mierda. Ciencias 96, octubre-diciembre, 70-75. [En línea]
     

 

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La historia, que abarca todo el devenir humano a lo largo del tiempo, ahora se nos muestra dentro de un tópico poco explorado como el que contiene el libro que hoy presentamos. Si en las páginas de la historia vemos los procesos sociales desde diferentes perspectivas, los acontecimientos ocurridos aquí y allá, las transformaciones y cambios cuantitativos y cualitativos, las epopeyas de los pueblos y el hacer de los héroes, toca ahora tratar un tema que también tiene su historia: el de la mierda. La mierda es tan vieja como la humanidad y, por ende, su historia también. A ella nos conducen las palabras de Alfredo López Austin y la estética de Francisco Toledo; cada uno, en su campo, son paradigmas que han transformado las bases de su quehacer cotidiano y han dado, con sabiduría, sensibilidad e intelecto, nuevos impulsos a la práctica de la historia y del arte.

No me extraña para nada el asombro que le causara a Alfredo la inusitada proposición de Francisco un día de mayo de 1986. Escribir y pintar –cada quien a lo suyo— sobre el tema de la mierda “en el contexto cultural indígena mexicano” (p. 7) representaba no sólo un reto, sino algo indispensable. Pese a las vicisitudes que el primero pasaba por aquél entonces, accedió de buena gana a meter mano en la mierda, y el escrito, así como el material gráfico, quedó listo para su primera impresión.

Hoy estamos aquí reunidos para celebrar la aparición de la segunda edición en español después de que en 2009 se hiciera en francés. El Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (cemca) pone su sello junto con Le Castor Astral para hacer realidad, una vez más, la obra que presentamos. El contenido de la misma queda expresado desde las primeras palabras: “Por eso esa historia de la mierda, vieja como es, sigue dando tumbos con nuevos afeites. Viene de las voces de Mesoamé­rica. En verdad de antes, de más allá. Va transformada entre los pueblos que habitan el territorio mexicano, y más allá. Llega por distintas corrientes, algunas que pasaron por la vida de los mexicas; otras, las más, que fueron sus pasarelas, hermanas por origen y por trato” (pp. 15-16).

No nos extrañe, pues, el tema que el libro encierra. Ya Fernand Braudel nos había dado en algún momento una historia del vino, de la cerveza, del chocolate, el té y el café, y hasta del agua. De esta última nos dice en el tomo I de Civilización material, economía y capitalismo, siglos xv-xviii, lo siguiente: “En París, el gran proveedor continúa siendo el propio Sena. A su agua, vendida por los aguadores, se le atribuyen todas las cualidades: […] la de ser excelente para la salud, cualidad que se puede poner en duda con toda legitimidad. ‘En el brazo del río que baña el quai Pelletier y entre los dos puentes, dice un testigo (1771), numerosos tintoreros vierten sus tintas tres veces a la semana […] El arco que compone el quai de Gévres es un lugar pestilente. Toda esta parte de la ciudad bebe un agua infecta’. Sin embargo, pronto se puso remedio a esta situación. Y con todo, más valía el agua del Sena que la de los pozos de la orilla izquierda, que no estaban protegidos contra peligrosas infiltraciones y con la que los panaderos hacían el pan. Esta agua del río, de naturaleza laxante, resultaba sin duda ‘incómoda para los extranjeros’, pero podían añadirle unas gotas de vinagre, comprar agua filtrada y ‘mejorada’, como el agua llamada del Rey, o también esa agua, mejor que todas las demás, llamada de Bristol”.

La razón de mencionar aquí a Braudel obedece a varios motivos: la admiración que Alfredo siente por él —no es para menos— y, desde luego, al tema citado en donde podemos corroborar que la dudosa pureza del agua provocaba, como lo insinúa el autor, problemas a los extranjeros por su cualidad laxante que seguramente los obligaba a visitar constantemente el retrete. Como se ve, si en México se habla de “la venganza de Moctezuma”, allá podríamos, por que no, referirnos a “la venganza de Luis XVI”.

Sirvan las anteriores palabras como preámbulo al tema y pasemos a la descripción del contenido del libro. Más que capítulos, el autor nos da una serie de apartados —18 en total— en los que discurre, analiza, observa y señala en diferentes partes del ensayo aspectos relacionados con los apartados en cuestión. Comienza con “Una vieja historia de la mierda” repartida en cinco tantos, que se van engarzando con aspectos tales como “Miscelánea” o el relato quiché denominado “Majestad”. En el caso del primero leemos de algunos presagios tarascos de destrucción y llegada de los españoles al mismo tiempo que el autor nos relata la manera en que un tlacoli podía alcanzar la libertad al pisar una mierda y ser purificado por medio del agua. También nos dice del don Cecilio Robelo y su interpretación del nombre Tláhuac como aféresis de Cuitláhuac que a su vez es apócope de Cuitlahuacapan, que significa “en agua de caca seca o dura”. Otros temas se expresan como el relacionado con Tamoanchan o la interpretación de sueños entre los otomíes relacionados con serpientes que entran al cuerpo o el desear excrementos, sueños que no deben contarse a nadie pues son avisos de persecución.

En el apartado 4, López Austin relata la manera en que los antiguos y actuales nahuas, así como los zapotecas, mixepopolucas y zoquepopolucas del Istmo, concebían el cuerpo humano: la parte superior del mismo contenía el pensamiento combinado con sentimientos serenos y en él se depositaban los jugos nutricionales que tenía vínculo con “las divinas fuerzas del destino” (p. 29), en tanto que la parte baja contenía las pasiones y preparaba las heces para ser arrojadas. También se resalta la manera en que las prostitutas y los homosexuales son tratados despectivamente con epítetos como “mierducha”, “excremento de perro” y otras lindezas.

El apartado 5 advierte sobre animales e insectos relacionados con la mierda: el jaguar, aves, peces, gusanos, hormigas, moscas, escarabajos, en tanto que el 6 hace referencia a un personaje de la fá­bula literaria: Pedro de Urdimalas, de quien dice López Austin: “cruzó el océano, arribó a las costas mexicanas, oscureció su piel y, ya transformado en indio, se dio a urdir males por caminos y caseríos” (p. 39). Enseguida viene el tema de salud, enfermedad, medicina y muerte, rico en contenido histó­rico y etnográfico. Según los antiguos nahuas, el dios Amímitl protege y cura a los humanos de diarreas; al mismo tiempo se dan los remedios contra distintos males estomacales. Para los huaves de San Mateo del Mar en Oaxaca la mierda sirve para curar a los mordidos por este animal, que muere si se hace que la coma de un palo untado con ella. El relato de María Díaz como causante del mal de su hija es interesante, ya que esta última comió del barro conocido como hap choch y quedó postrada, hasta que le dieron a beber media jícara de aguardiente bien mezclada con excremento de guajolote, con lo que se compuso de inmediato.

Para los mayas yucatecos de la Colonia, quien se hería con una flecha se enfermaba del estómago, al igual que entre los chinantecos de Oaxaca se piensa que el tocar la caca de zopilote dará mal del pinto. Recomendable es —a mi juicio— visitar a los huaves de San Mateo del Mar, pues han encontrado que la caca café de las gallinas tiene valor terapéutico para curarlas de sus patas, aunque también sirve, como lo comprobó un viejito de la comunidad, para reponer el himen roto de una muchacha… ¡Ah que viejito!

Pasemos al apartado 9, en donde el autor habla acerca del excremento y los olores del inframundo, conforme a las creencias de los antiguos nahuas y quichés, cuicatecos y chinantecos de Oaxaca. “Cargamos en nuestro cuerpo una forma de muerte: el excremento” nos dice Alfredo y de inmediato nos recuerda cómo antiguamente había una relación entre los basureros y el inframundo: “El hedor de los basureros se identificaba con el tenebroso Mictlan. El helado mundo de los muertos era el origen de la fetidez” y nos dice más adelante: “En el negro y húmedo Mictlan la peste atormentaba a los difuntos” (p. 58). La cita de los Primeros Memoriales de Sahagún es elocuente al respecto.

Una nueva “Miscelánea” nos adentra en diversos relatos como aquél de los totonacas de la sierra de Puebla, en donde el dios de la tierra se queja de que lo pateen, se sienten sobre él, lo caguen y lo orinen. O aquél otro presente en varios pueblos en donde se refieren a enemas practicados con recipientes de cerámica idóneos para tal fin. Otro tanto ocurre cuando los antiguos nahuas hablan del color amarillo con que están pintadas dos franjas en el rostro del dios Huitzilopochtli, color de caca de niño. Entre los tzotziles de Chiapas se dice de un animal monstruo que devora a un cazador y al mismo tiempo empieza a arrojarlo por detrás.

Pasemos ahora al apartado 12 dedicado, nuevamente, a salud, enfermedad, medicina y muerte. Aquí se nos comenta de las propiedades terapéuticas de la caca de iguana empleada para curar las nubes de los ojos, mientras que los nahuas antiguos utilizaban una mezcla de pulque con caca de halcón y pato y un poquito de cola de tlacuache para las embarazadas que no podían parir; o el estiércol de hormiga aplicado contra la gota, y el polvo de mierda humana que sirve tanto para los ojos inyectados de sangre como para nubes y cataratas. Y podemos citar muchos remedios más recopilados de diversos pueblos indígenas en donde vemos la enorme variedad de remedios que curan. También tenemos el diagnóstico que se logra, como sucede entre los huaves, por medio de la observación del excremento humano pasa saber si la enfermedad es fría o caliente y así aplicar el remedio correspondiente. Sabemos que los antiguos nahuas podían identificar a quienes padecían de gusanos por las señales que están en el rostro de quien los padece.

El apartado 13 trae a colación lo relativo a ciertos minerales como el oro y la plata, considerados excrementos de los dioses, especialmente del Sol y de la Luna, como se pensaba entre tarascos y nahuas antiguos. Otros minerales también presentan acciones curativas que benefician a los hombres.

“Cuentos y mitos” se llama el apartado que trata, precisamente, sobre este tema. Entre los nahuas de San Pedro Jí­cora de Durango tenemos el cuento de la iguana que es comida bajo la prohibición de que no deben hacerlo determinadas personas, y al desobedecer éstas el mandato perecen, pues fue tan fuerte la diarrea que padecieron el padre y el hijo que la habían comido, que se ahogaron en ella. Entre los mixtecos de San Pedro Xicayan, Oaxaca, se cuenta cómo el tigre invitó al tlacuache a cazar vacas para finalmente morir este último cagado y orinado colgando de la cola de la vaca. Y así podríamos continuar mencionando los casos del “jaguar que fumó”, de los lacandones o el del perro, de los nahuas de Zongolica, Veracruz, que lleva un mensaje al Tláloc escondido en el culo pero jamás regresó, de allí la razón por la que los perros se huelen el trasero: para conocer la respuesta del dios.

Particularmente interesante resulta el mito entre los mixes de Oaxaca acerca de la manera en que fueron concebidos el Sol y la Luna. Se dice que María estaba tejiendo cuando llegó un pajarito y se paró sobre el hilo, por lo que lo espantó pero volvió a regresar y se zurró en el hilo. María se molestó y le dio un manotazo pero, compasiva, lo guardó en su seno. El calor revivió al pajarito quien preñó a la doncella que así formó al Sol y la Luna. Quiero ver en la manera en que se produce el embarazo ciertas reminiscencias del pensamiento católico y algo del pensamiento antiguo. Acerca del origen de los pobres y de los ricos es el relato de los zoquepopolucas de Veracruz. Se dice que antes todos los hombres eran iguales, pero Dios quiso hacerlos ricos y pobres, para lo cual invitó a una fiesta en la que embarró caca de guajolote en el patio. Al llegar los invitados se sorprendieron, pero algunos se animaron a pisarla diciendo que no importaba si habrían de divertirse. “desde entonces hay ricos y pobres. Y desde entonces los ricos, por más que se tallen, quedan pringados de cagada” (p. 97).

Bajo el término de “Paremiología” tenemos el apartado 16 rico en adagios, adivinanzas, metáforas y eufemismos. Del primero tenemos aquél que dice: “Come por segunda vez su excremento” aplicado a quien da algo y lo quita. Las siguientes adivinanzas, que al igual que el adagio anterior son de los nahuas antiguos, dicen: “¿qué cosa es la que está levantada en el camino, cosilla como piedra de tinta? —La caca del perro”; o esta otra, ¿qué cosa es “ya va a salir, toma tu piedra”? —La mierda” (p. 99).

Como ejemplo de eufemismo vemos que el hecho de evacuar se dice “vamos al monte” o “vamos a sentarnos de una vez” según los chinantecos de Oaxaca. Una metáfora aplicable a nuestros políticos proviene de los antiguos nahuas y dice así: “Lleno de polvo, lleno de basura”, que se refiere a los malos gobernantes. Esta es la explicación: “Estas palabras se dicen del que gobierna ilegítimamente, del que ilegítimamente adquiere fortuna, del que ilegítimamente se enriquece. ¿Acaso es buena la forma en que gobiernas, o por la que te enriqueciste? ¿O es bueno lo que comes? Sólo están llenos del polvo, llenos de basura el gobierno o la comida que comes” (p. 101).

Entre los muchos atributos y problemas que presenta el excremento, tenemos uno que nos atañe a López Austin y a mí directamente. Sobre el particular dicen los zapotecos del Istmo: “Dicen allá en el Istmo que la calvicie es producida por la caca de los zopilotes. Los pajarracos hediondos –dicen—, pelones y arrugados, cagan desde las alturas las cabezas de los ancianos y las costras al secarse, arrancan los cabellos. Falso ha de ser, ya que las grandes testas de los burros son mejores blancos desde el cielo, y, como bien se sabe, no hay burro calvo” (pp. 81-82).

Para finalizar con la parte escrita recomiendo la lectura del libro en su totalidad y en particular el apartado 17, en donde nuestro autor borda acerca de nuestra herencia biológica y cultural. Dice en un momento dado: “Con el grito rebelde. Las heces dejaron de ser una mera excreción maloliente, asquerosa. Pudo entonces la mierda transformarse en símbolo. Se multiplicaron los caminos. Quedaron asociados por contigüidad todos los productos del vientre; la retención de la masa se equiparó a la avaricia; la proximidad demasiada se convirtió en ofensa; la urgencia de evacuación se ligó a las pasiones; el deshecho de nuestro propio cuerpo, inerte, fue visto como anticipación cadavérica. También pudo ser forzado —no olvidado— el legado biológico, y surgieron aquí y allá sobre la superficie de la Tierra otros sentidos de sublevación o sumisión: nacieron así, para sublimación o para escándalo la copofragia sádica y la mística” (p. 106).

Complemento magnífico del escrito son las pinturas y dibujos que nos regala Toledo en distintas partes de la obra, desde pequeñas viñetas de hombres y animales defecando hasta pinturas que lo dicen todo. Algo que llama mi atención es que, en ningún momento, el artista hace que una de estas figuras, especialmente las humanas, hagan sus necesidades dentro de un inodoro. Todos lo hacen en cuclillas directamente sobre el piso o la tierra. Esta forma ancestral y campesina de “hacer del cuerpo” la practicamos con éxito los arqueólogos en el campo. Famosas se hicieron las faldas de tehuana que Navarrete implementó en Chiapas cuando por allá estábamos y teníamos que internarnos en la selva para hacer nuestras necesidades y los mosquitos hacían presa de las carnes más queridas. La falda de tehuana, amplia como es, vino a solucionar el problema: cada quien tenía la suya de vivos colores que se colocaba al momento de encuclillarse y evitar así el ataque de los moscos. No faltó alguno que llevado por una exaltación folklórica se colocara el resplandor alrededor de la cabeza. Esto trajo sus consecuencias: los ingenieros que construían la presa donde hacíamos el rescate arqueológico maloreaban diciendo “estos arqueólogos son medio exquisitos…” poniendo así en duda la virilidad del gremio…

Pero volvamos a las pinturas de Francisco. Hay una que tiene un contenido que va más allá de la obra de arte, además de serlo: se trata de un pequeño esqueleto que defeca en la tierra y debajo de ésta se abre una enorme oquedad oscura. O aquella otra en que varias personas de espaldas hacen lo mismo. Los dibujos y pinturas nos indican algo: tanto vivos como muertos cagan, aunque en estos últimos parezca inverosímil.

Hay un dicho que dice “somos lo que comemos”, que equivaldría a decir “somos lo que cagamos”. Ya lo dice un antiguo relato nahua de Matlapa, San Luis Potosí: “Antes, la humanidad vivía triste, La gente de este mundo tenía tamales, tenía atole; pero ni comía ni bebía. Todos se conformaban con oler la comida. No podían tragarla, porque no había forma de echarla fuera. Llegó el dios del Maíz adonde vivían nuestros antepasados y les hizo su agujerito. Desde entonces somos felices, porque ya podemos comer tamales y atole” (p. 19).

Para finalizar sólo comentaré que estamos ante un ensayo antropológico rico en contenido etnográfico, en simbolismos y en posibilidades. Con esto último me refiero a que abre un nuevo campo de investigación olvidado por los estudiosos, ya por pudibundez, ya por considerar que el tema no aporta mucho. Por el contrario, y como hemos visto, múltiples son los caminos que se pueden transitar cuando con conocimiento y paciencia se sigue un derrotero que, como en este caso, nos manda directamente a la mierda…

 

Texto leído en la presentación del libro Una vieja historia de la mierda de Alfredo López Austin y Francisco Toledo en el Museo Nacional de Antropología e Historia el 18 de septiembre del presente año.

Eduardo Matos Moctezuma, Museo del Templo Mayor,

Instituto Nacional de Antropología e Historia.

 

       
 
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El observatorio socioambiental de la uccs


Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad

   
   
     
                     
                     
En México, una severa crisis socioambiental está en vías de colapsar las condiciones generales de nuestra vida, y no obedece a causas simples, sino a la convergencia de factores complejos que se entrecruzan y operan en todos los niveles de la cotidianidad.
 
Aunque la devastación ambiental que ha afectado varias regiones del país ya era preocupante durante los años setentas y ochentas del siglo pasado, este problema se ha extendido y profundizado en los últimos sexenios de política económica neoliberal debido al privilegio de intereses particulares de carácter econó­mico, muchas veces incompatibles con la sustentabilidad socioambiental, así como a la falta de protección de los recursos nacionales.
 
Las principales ciudades de nuestro país —y muy particularmente la megalópolis de la ciudad de México, considerada desde hace décadas la segunda más grande del mundo— expanden sus diná­micas y con ello degradan y afectan la disponibilidad de recursos naturales a causa de un crecimiento sin control de la mancha urbana.
 
Esta dinámica de urbanización amenaza cada vez más los espacios de los que depende la conservación del equilibrio ambiental de amplias regiones de México, al impulsar megaproyectos carreteros, minas, instalaciones petroleras, presas hidroeléctricas, proyectos de desarrollo y equipamiento urbano, enclaves agroindustriales o incluso proyectos de comercialización de la propia biodiversidad.
 
Hasta ahora, ni la conciencia pública ni la preocupación científica han sido suficientes para investigar el alcance real de la crisis socioambiental y de la salud. Menos aún existe la voluntad política entre los principales medios de comunicación para hablar con veracidad sobre la devastación ambiental, los agravios y la merma en las condiciones de reproducción de la naturaleza y de la sociedad mexicana.
 
La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), organización no lucrativa que integra a un amplio grupo de científicos, investigadores y estudiantes de ciencias naturales, sociales y las humanidades preocupados por las repercusiones sociales y ambientales de la actividad científica y el desarrollo tecnológico, celebró en diciembre de 2008 su segundo aniversario y presentó el Observatorio socioambiental, el cual, por medio de herramientas de monitoreo, vinculación y análisis de diversos tipos de información disponible públicamente se propone ser un espacio de difusión, diálogo y debate en torno a los principales conflictos sociales derivados de la destrucción ambiental. El Observatorio se enfoca a los espacios nacionales más gravemente afectados por la crisis ambiental, así como las principales experiencias autogestivas de manejo sustentable de los recursos naturales, y tiene como propósito integrar y difundir información sobre la afectación social y ambiental del país, documentando los casos particulares, desde un punto de vista económico, social, técnico, jurídico y cientí­fico, con el fin de propiciar el análisis, el debate y la discusión científica para contribuir al conocimiento público y la solución de estos problemas.
 
La principal herramienta de divulgación del trabajo del Observatorio es la página electrónica (www.unionccs.net), que presenta una serie de mapas temáticos con la información de lo que de manera paulatina habrá de conformar un expediente nacional sobre el alcance de la crisis ambiental, la creciente injusticia ambiental y la emergencia de experiencias comunitarias y sociales para combatirla.
 
Todos los conflictos, problemas o alternativas presentados en el expediente electrónico incluirán, en su etapa final, una ficha con su descripción general y enlaces a la información documental más relevante que sustenta cada caso: evaluaciones técnicas, procedimientos jurídicos y administrativos, leyes y normas oficiales, estudios epidemiológicos o de salud colectiva, manifestaciones de impacto ambiental, planes de ordenamiento, etcé­tera. De la misma manera, la información estará vinculada con los materiales testimoniales (en formato de texto, audio o video) que los afectados o los actores involucrados hayan aportado o que los propios investigadores y público en general recaben y remitan a la página.
 
Nuestros objetivos
 
El Observatorio busca catalizar un proceso de discusión y debate entre la comunidad científica para evaluar y, en su caso, fundamentar técnica, jurídica y científicamente el trabajo local y las demandas de las organizaciones y comunidades involucradas en este complejo proceso de crisis socioambiental. De este modo, el Observatorio pretende también ser un referente para la articulación entre las luchas comunitarias por un medio ambiente digno y el trabajo de asesoría multidisciplinaria de la comunidad académica y científica vinculada con la uccs.
 
Uno de los ejes de nuestra labor es identificar los espacios de mayor conflictividad según la confluencia de procesos de destrucción ambiental e injusticia social, así como la difusión de los casos más consolidados en el manejo autogestivo y sustentable de los recursos naturales en comunidades indígenas y campesinas. Todo esto con la finalidad de construir una herramienta de consulta que pueda difundirse a nivel nacional e internacional, y así avanzar en la constitución de un frente de defensa de la soberanía ambiental de México.
 
De este modo, el Observatorio se constituirá como un espacio para señalar las responsabilidades de las instituciones públicas y científicas en la toma de decisiones que afectan directamente la política ambiental. Uno de los productos derivados de esta labor será la construcción de un diagnóstico general sobre el proceso de devastación socioambiental en México, el cual servirá como plataforma de reflexión colectiva sobre el perfil, las causas y las consecuencias de esta crisis, así como de las alternativas y acciones comunes necesarias para enfrentarla.
 
La labor del Observatorio comenzó con un recuento de los principales casos de organización autogestiva en defensa del entorno que esta grave crisis socioambiental ha desatado por la explotación de recursos naturales (agua, bosques y selvas), el desarrollo de redes de infraestructura urbano-industrial (carreteras, presas hidroeléctricas, rellenos sanitarios, instalaciones mineras y petroleras) y el uso de otras aplicaciones tecnológicas que amenazan la integridad de nuestro ambiente (por ejemplo, la contaminación genética del maíz nativo). Actualmente ya existe una plataforma con cientos de casos documentados disponibles en lí­nea y en constante actualización.
 
La base general de este expediente nacional contará con varias fuentes de información: 1) testimonios de la gente afectada por conflictos ambientales o comprometida con experiencias autogestivas; 2) investigaciones realizadas por instituciones científico-académicas y de gobierno, y por la propia uccs y 3) información documental de organizaciones diversas.
 
Esto implica un intenso trabajo de coordinación, visitas a comunidades, reuniones, investigación y reflexión con los actores involucrados, todo lo cual se concretará en una base electrónica cartografiada que articule la información testimonial con el material documental proveniente de instituciones técnico-científicas y de gobierno, consultoras, organismos no gubernamentales, etcétera.
 
Entre las principales fuentes cartográficas utilizadas e integradas en el Observatorio socioambiental se encuentran aquellas provistas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Sistema de Información Geográfica del Agua (SIGA), la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) y la National Geophysical Data Center (NGDC).
 
Así pues, el Observatorio socioambiental pretende integrar el trabajo y la información de investigadores de diferentes disciplinas para ser un espacio de difusión de la problemática social y de las diversas demandas de comunidades afectadas. Por ello son importantes todas las contribuciones que propicien el crecimiento de este proyecto. La uccs invita a investigadores, sociedad civil y público en general a conocer el Observatorio y a aportar comentarios, datos adicionales, nuevos casos de conflictos o experiencias de manejo ambiental, documentos técnicos, jurídicos o científicos que fundamenten o contradigan los datos presentados, así como todo tipo de sugerencias para enriquecerlo. chivichango96
 
El observatorio sociambiental puede consultarse en la página web de la uccs: www.unionccs.net, y si desea compartir información o comentarios, envíe un correo electrónico a This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
 
Las diversas formas de contribuir al trabajo de la uccs se pueden consultar en la misma página web.
 
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Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad

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Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS). (2009). El observatorio socioambiental de la UCCS. Ciencias 96, octubre-diciembre, 58-61. [En línea]
     
       
 
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La dispersión de frutos y semillas y la dinámica de comunidades
 
Yuriana Martínez Orea, Silvia Castillo Arguëro y
Patricia Guadarrama Chávez
   
   
     
                     
                     
Los frutos y semillas (denominadas en su conjunto diásporas) son
estructuras que resultan de la reproducción sexual de las angiospermas y gimnospermas, y confieren resistencia ante condiciones impredecibles del medio ambiente e involucran en su origen características genéticas únicas. Una diáspora puede estar formada por la semilla y el embrión, dentro de un fruto o no, y puede incluir también algunas partes modificadas del perianto. Existen varios casos en los que los frutos y semillas se depositan muy cerca de la planta progenitora, sin embargo muchas son las especies que por sus estructuras accesorias, o sin ellas, son dispersadas a grandes distancias de su progenitor por factores bióticos o abióticos.
 
Desde tiempos remotos los naturalistas han destacado la importancia de la dispersión de las plantas en largas distancias. En la década de los treintas se reportaba que algunas semillas podían viajar en el agua de 12 a 40 kilómetros. En años más recientes se incluyen distancias mayores a 600 kilómetros, tanto por agua como por animales, como es el caso del trébol (Trifolium angustifolium) y el llantén (Plantago lagopus). Un estudio reveló que una población de treinta individuos por km2 de primates dispersa en un día más de 25 000 semillas de más de 112 especies en dicha área. Se determinó además que la distancia a la que estas semillas son dispersadas, en la mayoría de los casos, está entre 100 y los 500 metros, llegando hasta 1.5 kilómetros de distancia con respecto a la planta madre.
 
La dispersión trae consigo beneficios que van más allá de la colonización de nuevos sitios y hay varias teorías o hipótesis que las explican (ver cuadro 1). Las implicaciones de los mecanismos de dispersión incluyen además de los beneficios a nivel de especie el mantenimiento de la diversidad de una comunidad. Cabe destacar que en el ciclo de vida de las plantas, las etapas de semilla (dispersión y su almacén en un banco) y plántula son reconocidas como las más importantes en la regeneración natural de las comunidades, además de las más críticas porque en ellas tiene lugar la mortalidad más alta para la mayoría de las especies. Debido a esto, se debe abordar como un tema central en la biología de la conservación y en el manejo de las especies, sobre todo ante la seria limitante que representa la escasa lluvia de semillas en hábitats degradados.
 

Cuadro 1. Teorías que explican las ventajas ecológica.

a) Hipótesis de escape: debido a que hay animales que se alimentan de los frutos de algunas especies —aquellas de frutos carnosos como Sideroxylon (Sapotaceae), Paullinia (Sapindaceae) ricos en carbohidratos—tienden a estar más agregados en las cercanías de estas plantas, de esta manera las diásporas que caen cerca de la planta madre tendrán un mayor riesgo de mortalidad por depredación que aquellas dispersadas lejos de ésta, también existen factores de mortalidad denso-dependientes que actúan en las cercanías de las plantas madre (como la competencia por recursos como luz y nutrientes entre las plántulas de la misma y de diferentes especies), de los cuales se está escapando si es que la dispersión ocurre lejos de los con-específicos.
 
 
b) Hipótesis de colonización: en este caso se asume que los sitios que poseen condiciones óptimas para el establecimiento de las especies (humedad, luz, nutrientes, temperatura) están en una dinámica de cambio constante tanto en espacio como en tiempo, estas condiciones pueden cambiar, por ejemplo en un bosque o selva las condiciones se modifican por la apertura de claros que abren huecos en el dosel y aumenta la incidencia lumínica y la temperatura. Entre mayor sea el número de sitios donde se depositen las semillas, la probabilidad de que las mismas encuentren sitios propicios para su establecimiento será mayor.
 
 
c) Hipótesis de la dispersión dirigida: existen especies cuya adecuación se incrementa porque una alta proporción de sus semillas son dispersadas a sitios donde tendrán una alta y predecible probabilidad de supervivencia (como ocurre en especies generalmente dispersadas por aves y mamíferos, como algunas de la familia Lauraceae), en comparación con los sitios de dispersión al azar. Lo anterior supone la existencia de un vector biótico o abiótico predecible para la especie en cuestión. Por ejemplo, el género Capsicum incluye especies con frutos de sabor picante, lo que evita selectivamente a ciertos depredadores, sin disuadir a dispersores efectivos. Otros ejemplos son los de especies que producen bellotas que son dispersadas a grandes distancias por aves o especies dispersadas por hormigas, como varias del género Grevillea y Thysanotus; en Australia se sabe que hasta una tercera parte de las plantas son dispersadas por hormigas.
 
 
Estructuras y síndromes
 
Existe gran variación en las estructuras asociadas a un tipo de dispersión, la cual puede ser a veces detectable a nivel de familia, por ejemplo, la familia Asclepiadaceae típicamente posee diásporas con apéndices plumosos o una estructura conocida como “coma” y son dispersadas por el viento, al igual que algunas especies de la familia Asteraceae. Otras diásporas pueden poseer alas, síndrome llamado pterocoria, tal es el caso de algunas especies de la familia Asteraceae y Bignoniaceae. Lo mismo ocurre con las diásporas pequeñas y ligeras (esporocoras) como las de Orchidaceae —del orden de los 10-6 g—, Loganiaceae y Polygonaceae, y las diásporas pterocoras y pogonocoras, que son típicamente dispersadas por el viento, y se les denomina anemocoria.
 
Las diásporas diminutas contrastan con otras especies como el coco, frutos del orden de más de 106 g, por lo que podemos percibir que tan importante es el tamaño de los frutos y semillas como factor decisivo en la dispersión de las plantas con flores. Las diásporas pesadas y grandes, tendrán como síndrome de dispersión la barocoria, que por definición es la dispersión de frutos y semillas por medio de la gravedad.
 
Además de la gran variabilidad de estructuras accesorias de las diásporas entre las especies de una comunidad, en una familia existen también especies con diversos síndromes de dispersión. En la familia Asteraceae, aunque el vilano suele ser común en los frutos (aquenios), en géneros como Bidens, esta estructura puede estar conformada por pelos rígidos y con ganchos que se adhieren al pelaje o plumaje de los animales, en este caso el síndrome es conocido como acantocoria y el vector suele ser la exozoocoria.
 
Esta diversidad en síndromes de dispersión también se hace evidente a nivel de género, como ejemplo podemos citar al género Acacia, el cual está ampliamente distribuido en América. Varias de sus especies son dispersadas por aves, mamíferos, viento y hormigas. Las especies dispersadas por aves y mamíferos tienen frutos suculentos, en ocasiones de colores llamativos. Las semillas dispersadas por hormigas, tienen una estructura llamada “eliosoma” la cual es rica en lípidos y está adherida a la testa, las semillas son llevadas a los hormigueros, donde los eliosomas son consumidos y las semillas son desechadas intactas.
 
Otro caso interesante se encuentra en la familia Malpighiaceae, donde la mayoría de las lianas son dispersadas por viento teniendo en particular especies pterocoras, sin embargo las formas arbóreas poseen frutos drupáceos muy probablemente dispersados por animales (sarcocoria-endozoocoria).
 
Patrones de dispersión
 
En las diferentes comunidades se pueden observar algunos patrones comunes de dispersión ya sea con apéndices especializados o simplemente con características morfológicas particulares que las asocian con un tipo de dispersión.
 
Por ejemplo, en ambientes áridos, los efectos de la dispersión y latencia de diásporas en la dinámica de poblaciones han sido explorados muy recientemente. En matorrales o desiertos es común encontrar especies con diásporas muy pequeñas, por lo general ligeras y cuyo vector de dispersión es el viento, tal puede ser el caso de las cariopsis de los pastos o aquenios diminutos de especies de la familia Cyperaceae. Por otra parte, las cactáceas pueden producir frutos carnosos con muchas semillas, este es el caso del género Opuntia. La dispersión de estas semillas es llevada a cabo por coyotes, venados y diferentes especies de aves como los cuervos, los cuales se alimentan de estos frutos y regurgitan o defecan las semillas en diferentes sitios alejados de la planta progenitora, este tipo de dispersión se conoce como sarcocora, propia de las diásporas con cubiertas carnosas que son consumidas y dispersadas por aves o mamíferos (endozoocoria). Pero en general, la dispersión por viento es la dominante en estos ambientes. Por citar algunos ejemplos, en algunas savanas hasta 42% de las especies pueden poseer diásporas que se dispersan por viento, ya sea por la presencia de alas, comas o vilanos.
 
El estudio de la ecología de la dispersión de semillas por animales ha sido y continua siendo enfocada a los sitios tropicales, sin embargo, los estudios recientes abarcan también las zonas templadas y áridas; los cuales han permitido asentar las bases de diversas teorías de la evolución de dependencias mutualistas entre plantas y animales.
 
Muchas especies de bosques tropicales tienen frutos con pericarpos comestibles (familias Myrtaceae, Sapotaceae, entre otras), usualmente son consumidos por aves (ornitocoria) y por mamíferos (mamalocoria) que dispersan estas diásporas por la recompensa que ofrecen sus partes comestibles. La mayoría de las especies tienen moras de vivos colores, drupas o semillas rodeadas de arilos carnosos, las cuales son características típicas de las especies dispersadas por aves. Algunos estudios han citado que casi 70% de las especies leñosas y epífitas de bosques tropicales tiene propágulos ornitocoros, con los porcentajes más altos en el dosel y subdosel. Entre los arbustos y enredaderas la ornitocoria tiende a disminuir e incrementan la anemocoria y otros síndromes. A pesar de que la sarcocoria (tipo de dispersión de diásporas con partes carnosas) sea extremadamente importante en bosques tropicales, algunos autores han señalado también la importancia en estos sitios de algunos agentes abióticos para la dispersión, en particular de la anemocoria. En otros casos, como en la familia Viscaceae, las diásporas se adhieren al pelaje de los animales por medio de sustancias viscosas. Este último tipo de dispersión, también llamado ixocoria o epizoocoria, parece ser también importante en bosques tropicales. Estas variantes suponen una gran diversidad de formas y se debe tomar en cuenta que en muchas ocasiones existe más de un vector o síndrome de dispersión de las especies, por ejemplo, el hecho que la mayoría de las orquídeas en ambientes tropicales posean diásporas diminutas, no supone que el vector de dispersión sea únicamente la anemocória sino que también sus diásporas pueden adherirse al pelaje y plumaje de los animales (exozoocoras), se sabe también que en bosques tropicales existen orquídeas de diásporas sarcocoras o endozoocoras, como es el caso de la conocida “Vainilla”. Se ha planteado que entre más hú­meda sea una selva, mayor será la importancia de la sarcocoria (o endozoocoria) y menor la de la acantocoria. Es de notar, por lo anterior que este último síndrome disminuye de lugares abiertos (como savanas y pastizales) a hábitats de vegetación más cerrada. Se han señalado también algunos patrones como el que las especies acantocoras pertenecen principalmente al sotobosque y que es un síndrome que ocurre menos frecuentemente a medida que la estatura y longevidad de las plantas en la comunidad incrementan. Por esto se sabe que las especies acantocoras se encuentran a menudo en sitios abiertos o perturbados con caminos, donde habitualmente se encuentran especies malezoides, o especies cuyo origen es ambiguo.
 
Conclusiones
 
La dispersión es un aspecto funcional de una comunidad, su estudio aporta elementos esenciales para entender la composición, distribución y abundancia de especies, así como su variación espacio-temporal. Por esto, es primordial profundizar en las investigaciones que aclaren las bases ecológicas de las diferencias en el espectro de dispersión en términos de disponibilidad de agentes de dispersión, tamaño de la diáspora, así como limitantes ecológicas. Asimismo, resulta elemental entender los patrones de dispersión y sus variantes en gradientes de humedad, de fertilidad de suelo, estructura de la vegetación, entre otros; y comparar datos de diferentes estudios incluyendo variantes geográficas y climáticas. Para lo anterior, se han priorizado dos puntos cruciales: realizar un estudio de dispersión en una comunidad abarcando el mayor número de especies así como un lapso de tiempo suficiente para incluir las etapas de fructificación, y la necesidad de la existencia de un sistema unificado de clasificación de los tipos de dispersión, para facilitar la comparación de las características de dispersión entre comunidades, determinar especies en riesgo y el grado de alteración de las comunidades, así como plantear estrategias de restauración.chivichango96
 
Agradecimientos
 
A la M. en C. Irene Sánchez Gallén por sus valiosos comentarios, que enriquecieron este trabajo.
 
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
Dansereau P. y K. Lems. 1957. “The grading of dispersal types in plant communities and their ecological significance”, en Contributions de l’Institute Botanique de l’Uni­versité de Montreal, núm. 71, pp. 1-52.
Pijil L. van der. 1982. Principles of dispersal in higher plants. Springer-Verlag, Berlín.
Howe H. F. y J. Smallwood. 1982. “Ecology of Seed Dispersal”, en Annual Review of Ecology and Systematics, núm. 13, pp. 201-228.
Hughes J. W. y T. J. Fahey. 1988. “Seed dispersal and colonization in a disturbed northern hardwood forest”, en Bulletin of the Torrey Botanical Club, núm. 115, pp. 89-99.
Willson M. F, A. K Irvine y G. Neville. 1989. “Vertebrate Dispersal Syndromes in Some Australian and New Zea­land Plant Communities, with Geographic Comparisons”, en Biotropic, núm. 21, pp. 133-147.
Levey D. J., R. W Silva y M. Galeotti. 2002. Seed dispersal and Frugivory: Ecology, Evolution and Conservation. CAB International. Reino Unido.
Fenner M. y K. Thompson. 2004. The ecology of seeds. Cambridge University Press. Cambridge, Mass.
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Yuriana Martínez Orea
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Silvia Castillo Argüero
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Patricia Guadarrama Chávez
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
 

como citar este artículo

Martínez Orea, Yuriana, Castillo Argüero Silvia y Guadarrama Chávez Patricia. (2009). La dispersión de frutos y semillas y la dinámica de comunidades. Ciencias 96, octubre-diciembre, 38-41. [En línea]
     
 
       
 
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La problemática de las áreas protegidas en Oaxaca
 
Nallely Martínez Sánchez, Víctor Adrián Pérez Crespo y Sadoth Vázquez Mendoza
   
   
     
                     
                     
La necesidad de conservar nuestros recursos bióticos llevó a la creación de áreas naturales protegidas que inicialmente proponían ser áreas sin intromisión antropogénica. Actualmente, las estrategias se han modificado no sólo para conservar, sino para hacer un manejo adecuado de los recursos existentes.
 
Las áreas naturales protegidas son porciones terrestres o acuáticas del territorio nacional representativas de los diversos ecosistemas, donde el ambiente original no ha sido alterado significativamente y cuya función es la conservación y protección de los recursos naturales y la biodiversidad. Pueden ser federales, decretadas por el gobierno central, y estatales, donde el gobierno estatal es el principal autor del decreto.
 
En Oaxaca han sido decretadas por el gobierno federal seis áreas que son administradas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, la primera de las cuales, el “Parque Nacional Benito Juárez”, fue decretada en 1937 y se localiza al norte de la capital del estado. Por su parte, el gobierno estatal ha emitido decretos de protección para tres áreas más. Sin embargo, la función que deberían realizar estas áreas no siempre se cumple, debido principalmente a la mala delimitación que ocasiona discusiones e incluso enfrentamientos entre comunidades o municipios por el control del territorio que reclaman como suyo. En otros casos, las áreas se delimitaron sin consultar a las comunidades por lo que éstas no las reconocen como tal o están en desacuerdo con el manejo de las mismas, lo cual nos lleva a otro problema: la inexistencia en la mayoría de los casos de planes de manejo adecuados.
 
En el caso de existir dichos planes, el problema es que ocurren violaciones a los mismos, como lo muestra lo que sucede en el Parque Nacional Bahías de Huatulco, donde aun cuando el reglamento señala que no es permitido el turismo en gran escala al interior del parque, las compañías hoteleras y turísticas han establecido instalaciones dentro de los lí­mites del área protegida. Aunado a este tipo de problemas, en la mayoría de los parques hay actividades clandestinas como la caza de especies enlistadas dentro de la nom-059-ecol-2001 y la extracción de flora nativa.
 
Desde la perspectiva de la conservación, sin duda el mayor problema es la insuficiente superficie cubierta por estas áreas. En todo el estado la superficie sujeta a programas de protección y conservación decretada representa sólo 3.5% del total, a pesar de que Oaxaca es el estado del país con mayor biodiversidad.
 
Como resultado del pequeño tamaño de las reservas naturales así como del aislamiento en que se encuentran, las poblaciones tanto animales como vegetales que se busca conservar difícilmente pueden realizar migraciones y por ende intercambio genético con otras poblaciones. Esto puede incrementar la endogamia en las poblaciones poniéndolas en riesgo incluso de desaparición. Esta problemática es reflejo de los criterios poco científicos con los que fueron decretadas las áreas existentes, ya que en muchos casos sólo se consideró la belleza estética y el potencial recreativo, obviando su función ecológica.
 
Muchas instituciones tanto gubernamentales como sociales han fijado su vista en estos problemas y proponen nuevas alternativas para solucionarlos. Principalmente, se busca incrementar la superficie bajo protección al tiempo que se construyen “corredores biológicos” que permitan el libre tránsito de especies y la adecuada protección de ecosistemas primordiales como los bosques mesófilos y las selvas tropicales.
 
Una de las primeras propuestas fue realizada en cooperación entre el Instituto Estatal de Ecología de Oaxaca y serbo a. c., y se proponen 31 nuevas áreas protegidas con base en el buen estado de conservación de la vegetación y una alta diversidad. Además, se busca cubrir zonas del estado que actualmente carecen de áreas protegidas como sucede en la Sierra Norte de Oaxaca o la región del Papaloapan. Esta iniciativa incrementaría la superficie protegida en casi 31%, lo que se traduce en poco más de tres millones de hectáreas bajo protección.
 
Por su parte, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (conabio), con base en la información recopilada en inventarios y colecciones científicas, aunado al trabajo conjunto de científicos nacionales, ha propuesto la protección de siete zonas.
 
Independientemente del estado actual de conservación de las mismas, éstas son importantes por aspectos biológicos además de ser consideradas “regiones terrestres prioritarias”. Es necesario recalcar que, de acuerdo con la misma institución, su propuesta no es concluyente y debe ser actualizada.
 
Las instituciones educativas también han mostrado interés en la conservación y con base en sus propios estudios han lanzado nuevas propuestas. El ciidir-Oaxaca publicó en 1993 el Estudio para el Establecimiento de un Sistema Estatal de Áreas Naturales Protegidas en Oaxaca, México, donde proponía mantener tres de las áreas protegidas existentes en esa época (Parque Nacional Benito Juárez, Lagunas de Chacahua y Playa Escobilla) y agregar tres más: Chimalapas, Sierra Norte y Cañada.
 
Las áreas comunales
 
Aun cuando todas las propuestas ven como prioridad el crecimiento de la superficie a proteger, pocas de ellas resuelven los problemas de funcionamiento antes mencionados. Es notable que las propuestas no consideren la opinión de los habitantes de las regiones donde se pretende establecer las nuevas áreas protegidas. Tal vez una alternativa para la conservación sea que las mismas comunidades propongan, delimiten y administren sus propias zonas a conservar.
 
Un ejemplo de la importancia de la participación comunitaria es La Piedad Nuevo San José Río Manso, en el municipio de Santiago Jocotepec, mejor conocido como Cerro Chango, en donde los habitantes decidieron conservar 700 hectáreas de selva alta perennifolia, hábitat del mono araña (Ateles geoffroyi), en donde se realiza ecoturismo a baja escala y se manejan sustentablemente los recursos de la región. Actualmente, otras comunidades cercanas han impulsado iniciativas similares, intentando crear un corredor biológico al que denominarán Veinte Cerros.
 
A lo largo del territorio oaxaqueño surgen estas propuestas que en su mayoría no reciben apoyo gubernamental directo y que sufragan gastos por medio del sistema de pago por servicios ambientales o bien mediante proyectos avalados por fundaciones nacionales o extranjeras. Sin embargo, estas propuestas también presentan desventajas como es el hecho de que dependen de lo bien constituida que esté la comunidad, del partido político en el poder, del presidente municipal o comisariado en turno, de la variabilidad de los intereses de la comunidad e incluso de los cambios económicos nacionales (migración, globalización, etcétera).
 
A pesar de las desventajas que presentan las áreas protegidas comunales, creemos que pueden convertirse en una buena opción para la conservación, ya que son ellas en primera instancia las que muestran interés por proteger sus recursos naturales. Si a ese esfuerzo le añadimos el conocimiento científico que representan las instituciones educativas, y la coordinación que sólo pueden ofrecer instancias gubernamentales como conanp y conabio, tendremos áreas óptimas, funcionales, que realmente permitan la protección de los recursos.
 
En conservación no se trata sólo de crecer, sino de hacerlo con responsabilidad; si queremos conservar los ecosistemas para las futuras generaciones debemos mejorar el manejo de las áreas existentes y hacer respetar los reglamentos internos, así como hacer participes a las comunidades.chivichango96
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
Acosta Castellanos, S., R. Aguilar, C. Bonilla y E. Cisneros. 1993. Estudio para el Establecimiento de un Sistema Estatal de Áreas Naturales Protegidas en Oaxaca, México. ipn–conacyt, México.
Arriaga, L., J. M. Espinoza, C. Aguilar, E. Martínez, L. Gómez y E. Loa (coord.). 2000. Regiones terrestres prioritarias de México. conabio, México.
Torres Bahena, E., S. Salas y L. Schibli. 2000. “Áreas Prioritarias para la Conservación en Oaxaca”, en El Tecolote, año vii, 3ª época, núm. 9, pp. 80-84.
 
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Nallely Martínez Sánchez
Instituto Carlos Gracida, A. C.
 
Víctor Adrián Pérez Crespo
Estudiante de posgrado en Ciencias Biológicas, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Sadoth Vázquez Mendoza
Estudiante de doctorado en el CIIDIR-Oaxaca-IPN.
 

como citar este artículo

Martínez Sánchez, Nallely, Pérez Crespo Víctor Adrián y Vázquez Mendoza Sadoth. (2009). Problemática de las áreas protegidas en Oaxaca. Ciencias 96, octubre-diciembre, 24-27. [En línea]
     

 

       
 
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Kukulcán y
los anacronismos ecológicos
 
Héctor T. Arita
   
   
     
                     
                     
Y la primavera misma,
al despertar al amanecer,
apenas y notará
que habremos partido.

Sara Teasdal
 
El viernes 20 de marzo de 1209, como lo había hecho desde hacía cientos de años, Kukulcán descendió del cielo. En la tarde de ese día, coincidiendo con el equinoccio de primavera, los rayos del sol se filtraron por las estructuras de la escalinata del edificio principal de Chichén Itzá y las sombras formaron un listón de triángulos en rápida sucesión hasta alcanzar la escultura de la cabeza de serpiente al pie de la pirámide. En conjunto, el juego de luz y sombra y la cabeza pétrea formaron, como cada equinoccio, una imagen espectral de Kukulcán, el dios serpiente con plumas. A diferencia de años atrás, sin embargo, no hubo esta vez ser humano que presenciara el hermoso espectáculo. Aunque existe mucha controversia respecto de la fecha en que Chichén Itzá fue abandonada, la historia tradicional apunta a que a finales del siglo xii, debido a pugnas entre los integrantes de la Liga de Mayapán, el sitio quedó completamente desierto. Para el equinoccio de hace ochocientos años no quedaba nadie que hiciera ofrendas al dios que, fiel a la tradición y matemáticamente obligado por la posición del Sol y la Tierra, regresaba a su cita anual con los mayas de Chichén Itzá.
 
Esta historia es reminiscencia del cuento de Ray Bradbury Vendrán lluvias suaves, incluido en sus Crónicas Marcianas. En él Bradbury relata un día en la existencia de una casa en Allendale, California —el 4 de agosto de 2057—, que ha quedado desierta por la muerte de la familia McClellan en un estallido nuclear. La casa robotizada, programada para dar servicio a una familia de cuatro personas, sigue realizando sus funciones a pesar de que sus ocupantes humanos han desaparecido. El desayuno se prepara todos los días, el reloj avisa puntualmente cada hora importante y, exactamente a las nueve con cinco minutos de la noche, una voz amable lee el poema Vendrán lluvias suaves, en el que la poetisa Sara Teasdale anticipó un mundo en el que la naturaleza sigue su marcha a pesar de la desaparición del ser humano.
 
Así como Kukulcán siguió descendiendo del cielo cada año y la casa de los McClellan continuó funcionando después de la muerte de sus ocupantes, hay patrones en la naturaleza que sólo pueden explicarse como reminiscencias de tiempos geológicos pasados. El berrendo (Antilocapra americana), habitante de las praderas de Norteamérica, es un ejemplo de un animal finamente adaptado para escapar de los depredadores: su morfología y fisiología le permiten alcanzar velocidades de más de 90 kilómetros por hora e incluso su vida social y su patrón reproductivo parecen responder a la necesidad de correr velozmente. Lo curioso es que en Norteamérica no existe ningún depredador que pueda siquiera acercarse a la velocidad que alcanza el berrendo. Entonces, ¿para qué le sirve al berrendo ser tan veloz?
 
La única manera de contestar la pregunta es considerando el pasado. John Byers, zoó­logo de la Universidad de Idaho, ha propuesto que los atributos ecológicos del berrendo actual son respuesta a la presión de depredadores que se extinguieron hace miles de años. En particular, se especula que durante gran parte del Plioceno, es decir, en los últimos dos millones de años, se dio un proceso de coevolución de los berrendos con el cheetah americano (género Miracinonyx), similar al que tuvo lugar entre el cheetah del Viejo Mundo y los antílopes de Asia y África. Miracinonyx se extinguió al final del Pleistoceno, hace unos 11 000 años. Aún así, ya sin la presencia de su depredador, el berrendo sigue maravillándonos con su elegante porte y veloz correr en las praderas americanas.
 
El término “anacronismos ecológicos” fue acuñado por Daniel Janzen y Paul Martin en 1982 para describir patrones actuales en la historia natural de los organismos que só­lo pueden explicarse como respuestas ecológicas a ambientes que ya no existen. Janzen y Martin pusieron como ejemplo los frutos de plantas como el guanacaste (Enterolobium cyclocarpum) y el cuatecomate (Crescentia alata) que son tan grandes y duros que ningún animal actual de Centroamérica puede partirlos, consumirlos y dispersar sus semillas. Esa función la desempeñaban animales como los caballos pleistocénicos, los perezosos gigantes y los gonfoterios (parientes de los elefantes), todos ellos extintos al final del Pleistoceno. Aunque los dispersores de sus semillas se extinguieron hace miles de años, las plantas continúan produciendo sus duros frutos de acuerdo con un programa genético que fue moldeado por un proceso ancestral.
 
En un momento de la historia del planeta en que un gran número de especies se están perdiendo a una tasa sin precedentes, el número de ejemplos de anacronismos ecológicos aumenta también a pasos agigantados. Tal como lo han discutido investigadores como Rodolfo Dirzo y Kent Redford, algunas selvas actuales corren el riesgo de convertirse en bosques vacíos, ambientes que tienen la apariencia de sitios naturales sanos, pero que han perdido gran parte de las especies animales que las habitaban. No necesitamos esperar hasta el año 2057 para ver una casa como la de los McClellan, en pie y realizando funciones que carecen de sentido ante la ausencia de sus ocupantes.
 
En años recientes ha habido propuestas serias de revertir el proceso de extinción de la llamada megafauna (animales de gran talla) en América del Norte. En 2006, en la prestigiosa revista American Naturalist, un grupo de investigadores encabezados por Josh Donlan, y que incluía al propio Paul Martin, propuso la introducción a lugares selectos de los Estados Unidos de especies actuales que pudieran restituir algunas de las funciones perdidas debido a las extinciones pleistocénicas. El artículo propone en un principio extender la distribución de las poblaciones de caballos cimarrones y posteriormente considerar la introducción de leones y elefantes como sustitutos de las especies que no hace mucho tiempo existían en América del Norte.
 
Se trata, por supuesto, de una idea muy controvertida. Por un lado, resulta interesante considerar la posibilidad de volver a tener en América del Norte una fauna tan rica en mamí­feros de gran tamaño como la que existió cuando el ser humano llegó al Nuevo Mundo. Por otro lado, la propuesta se enfrenta con serios problemas logísticos y por supuesto con la reticencia de un número considerable de científicos. ¿Realmente una manada de elefantes africanos o asiá­ticos podría restituir las funciones ecológicas de los mamuts?, ¿podrá aceptar el pú­blico la idea de tener en América del Norte grandes depredadores como los leones?
 
Un paso aún más extremo en una posible recuperación de los ecosistemas pleistocénicos sería el recrear las especies ya extintas a través de material genético fósil. A principios de este año se especuló mucho sobre la posibilidad de clonar mamuts lanudos a partir de adn recuperado de individuos congelados en Siberia. Realistamente, la tecnología actual dista mucho de poder ofrecer esta opción, pero en teoría no existe ningún obstáculo para poder desarrollar en las próximas décadas las técnicas necesarias. En ese caso no sería descabellado pensar en un auténtico “parque pleistocénico” con auténticos animales de la época: mamuts, felinos dientes de sable, osos de hocico corto, perezosos gigantes, etcétera.
 
Algunos anacronismos pueden recuperar, aunque sea parcialmente, su función. En Chichén Itzá, por ejemplo, después de varios siglos se redescubrió el fenómeno del descenso anual de Kukulcán, lo que constató una vez más lo profundo del conocimiento que los antiguos mayas tenían sobre la astronomía, las matemá­ticas y la arquitectura. La función original, recrear el descenso de un dios desde las alturas, no es ya relevante, pero el fenó­meno es hoy en día un imán irresistible para miles de turistas ávidos de presenciar en vivo la constancia de la sabiduría maya. En otros casos, como en el de la casa de los McClellan, la pérdida es irreversible. ¿Será posible restituir la riqueza pleistocénica de Norteamérica?, ¿vendrán lluvias suaves al Nuevo Mundo.chivichango96
 
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
 
Janzen, D. H. y P. S. Martin. 1982. “Neotropical anach­ronisms: The fruits the gomphoteres ate”, en Science, núm. 215, pp. 19-27.
La fecha del equinoccio en 1209 corresponde al calendario gregoriano extrapolado y fue obtenida a través de Wolfram Alpha (www.wolframalpha.com).
Información sobre el proyecto de repoblar América del Norte con fauna pleistocénica http://www.rewilding.org/pleistocene_rewilding.html
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Héctor T. Arita
Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de México

 

como citar este artículo
Arita, Héctor T. (2009). Kukulcán y los anacronismos ecológicos. Ciencias 96, octubre-diciembre, 12-14. [En línea]
     

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Futuro en los plásticos
 
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Emmanuel T. Carballo Gutiérrez
   
               
               
Uno de los mayores desafíos que enfrentamos los arquitectos e ingenieros hoy día es alcanzar un equilibrio entre las necesidades de construcción de una población global creciente y la protección del ambiente y la salud humana. Los materiales plásticos, que forman parte de los polímeros, no sólo hacen posible dicho equilibrio, sino que son además el material idóneo para alcanzar un equilibrio económico y ambiental, y cumplir al mismo tiempo con las necesidades de diseño funcional y planeamiento creativo.
 
Los polímeros (del griego poly, muchos, y meros, parte, segmento) se producen por la unión de cientos de miles de moléculas pequeñas denominadas monómeros que forman enormes cadenas de las formas más diversas. Existen polímeros naturales como el algodón, formado por fibras de celulosas, material que se encuentra en la madera y en los tallos de muchas plantas, y se emplean para hacer telas y papel. La seda y la lana son también polímeros, al igual que el hule de los árboles del caucho y los arbustos de guayule.
 
Sin embargo, la mayor parte de los polímeros que usamos en nuestra vida diaria son materiales sintéticos con propiedades y aplicaciones variadas. Lo que distingue a los polímeros de los materiales constituídos por moléculas de tamaño normal son sus propiedades mecánicas, ya que en general tienen una excelente resistencia mecá­nica debido a que las grandes cadenas poliméricas se atraen —su fuerza de atracción intermolecular depende de la composición química del polí­mero, por lo que puede ser de varias clases.
 
Las moléculas de los polímeros son, por lo menos aproximadamente, múltiplos de unidades de bajo peso molecular llamadas monómeros. Si el polímero es rigurosamente uniforme en peso molecular y estructura molecular, su grado de polimerización es entonces indicado por un numeral griego, que depende del número de unidades de monómero que contiene —así, hablamos de dímeros, trímeros, tetrá­mero, pentámero y sucesivos, con polímero se designa una combinación de un número no especificado de unidades, y si el número de unidades es muy grande, se usa la expresión de “gran polí­mero”. Las moléculas individuales de un polímero pueden ser distintas en peso molecular, composición química y estructura molecular. Ciertamente, hay polímeros naturales como ciertas proteínas globulares y policarbohidratos, cuyas moléculas individuales tienen el mismo peso molecular y la misma estructura molecular, pero la gran mayoría de los polímeros sintéticos y naturales importantes son mezcla de componentes poliméricos homólogos. La pequeña variabilidad en la composición química y en la estructura molecular es el resultado de la presencia de grupos finales, ramas ocasionales, variaciones en la orientación de los monómeros y la irregularidad en el orden en que se suceden los diferentes tipos de esas unidades en los copolímeros. Estas variedades en general no suelen afectar las propiedades del producto final, aunque se ha descubierto que en ciertos casos hay variaciones en copolímeros y en polímeros cristalinos.
 
El comportamiento mecánico de los materiales poliméricos depende en forma muy especial de la temperatura y la duración de los esfuerzos está­ticos o la frecuencia de los dinámicos. En la teoría del comportamiento viscoelástico se describen los procesos de modificación de las materias polimé­ricas en donde participan las deformaciones forzadas de las macromoléculas y su deslizamiento mutuo, como una superposición de las modificaciones de cuerpos de Hooke que actúan como resortes y de la fluidez viscosa del lí­quido newtoniano que actúa como amortiguador. Así, resortes y amortiguadores actúan conjuntamente, como si estuvieran conectados.
 
Es por esto que al aumentar la temperatura, los resortes se hacen menos rígidos y los líquidos amortiguadores menos viscosos, al igual que ocurre cuando aumenta el tiempo de actuación de una tensión —aunque hay polí­meros de alta flexibilidad, como el pvc, y plásticos rígidos armados mediante insertos reforzantes que presentan altos valores de resistencia sobre un intervalo de temperaturas considerables. Actualmente, para todos los plásticos que se utilizan en construcción se dispone de diagramas de líneas de alargamiento y de tensión en función del tiempo y del intervalo de temperaturas de aplicación.
 
Pasado y presente
 
En la década de los setentas se produce una transformación vertiginosa en la aplicación del plástico, en la cual se pasa de las iniciales connotaciones limitantes del plástico al trabajo de exploración para el futuro de las jóvenes generaciones, que desemboca en el comienzo del desarrollo efectivo de las aplicaciones reales del plástico en la construcción, y se cierra de forma repentina con la crisis del petróleo de principios de esta década. El alza sú­bita de los precios del crudo provocó la crisis completa de los valores que habían impulsado el optimismo de la dé­cada anterior, y la responsabilidad en el gasto energético, la eficiencia de los sistemas y la necesidad de pensar a largo plazo provocaron que la escasa durabilidad del plástico, su origen en los combustibles fósiles y su relación con el mundo del consumo, lo carguen de connotaciones negativas. La gráfica se invierte, el plástico deja de ser un material positivo y optimista que parece acercar el futuro a nuestras vidas, y su utilización se percibe como irresponsable. Sin embargo, su desarrollo industrial no cesa, y paralelamente a su desaparición como material de elementos vitales, los sistemas constructivos renuevan sus elementos auxiliares utilizando fundamentalmente polímeros.
 
Su utilización se hace frecuente e incluso comienza a competir con materiales tradicionales, en conducción, aligeramientos, adhesivos, pinturas, pavimentos e impermeabilizantes entre otros. Pero donde su utilización se hace casi universal, gracias a la colaboración estatal indirecta bajo la forma de la normatividad, es en el campo de los aislantes. Como consecuencia de la crisis energética, en buena parte de los países occidentales se regula por ley el coeficiente de transmisión térmica de los aislantes, y los plásticos encuentran un campo fértil a sus propiedades.
 
Treinta años después, la época oscura parece haber concluido; la ciencia sigue produciendo nuevos materiales de síntesis cada vez más especializados y de mayores prestaciones, a la vez que el aura negativa del plástico parece haberse disipado, al mismo tiempo que se incrementa el interés por su reciclabilidad. La determinación tridimensional digital de la forma y los sistemas de control numérico han abierto nuevas perspectivas en los últimos años en el análisis estático, la fabricación de moldes y la compatibilidad entre la seriación de las piezas y la construcción de formas complejas. Si en los setentas la responsabilidad en el uso de los recursos disponibles llevó a la desaparición de los plásticos de la escena, ahora los arquitectos desvían su mirada hacia campos marginales en donde la utilización de polímeros es frecuente para llevar a cabo una arquitectura económica, inmediata y libre de toda sofisticación innecesaria.
 
El mundo de la producción agrícola intensiva se ha convertido en un campo al cual recurrir en pos de la incorporación de las técnicas e imagen del plástico. La llamada Casa Latapie, construida en Francia en 1993, utiliza directamente una piel de plástico ondulado y transparente, originalmente de pvc y que se sustituiría posteriormente por policarbonato, para acondicionar climáticamente y ampliar un nú­cleo revestido de contrachapado. La Casa Barak, de 2001, o la Casa Coutras, de 2000, también en Francia, emplean la imagen y los sistemas materiales de los invernaderos para proponer una arquitectura positivamente efímera que acepta la escasa durabilidad del material como equilibrio añadido a su costo y propiedades.
 
Por otra parte, el desarrollo del pet como material transparente de alta reciclabilidad —realizado en 1973 entre Pepsi Cola y DuPont— abrió la puerta al de plásticos que incorporan su propia reciclabilidad como condición de diseño y, por extensión, al diseño de materiales de reciclado que pudieran utilizar el desperdicio de los residuos plásticos como material de base.
 
En este paisaje cada vez mas amplio y plural de las aplicaciones de los materiales de síntesis y sus implicaciones arquitectónicas, también tiene lugar la “nostalgia del futuro” y la recuperación de ciertos beneficios de la arquitectura de la década de los setentas. Acompañados en algunos casos del desarrollo de las familias de los fluorados —que ya había permitido anteriormente la popularización de las cubiertas de grandes claros, ligeras y translucidas con revestimientos de teflón—, así como de geometrías complejas que han hecho posibles las técnicas de modelado digital.
 
La creciente amplitud en la aplicación de estos materiales ha hecho que entren en la paleta de todo un grupo de arquitectos preocupados por cualidades visuales y perceptivas de los materiales más que de desarrollos tecnoló­gicos específicos o de una utilización comprometida o ejemplar. La utilización de páneles de policarbonato celular machihembrados en el almacén Ricola en Mulhouse en 1993 por Herzog & de Meuron, que en su momento supuso la apertura a este material de un buen número de prácticas en Europa, los más recientes cerramientos de etfe del Allianz Arena en Munich en 2005, también con la pareja suiza, y la incorporación de páneles moldeados y serigrafiados del cerramiento de la tienda de Christian Dior en Omotesando, en Tokio en 2003, efectuados por sanaa, abren la puerta a la amplia aceptación de las cualidades de los materiales poliméricos de síntesis artificial.
 
Su futuro
 
Actualmente se apunta a los polímeros como una de las áreas prioritarias de desarrollo mundial. Entre las líneas de investigación más destacadas se hallan las siguientes: 1) diseños en la estructura molecular para que puedan elegirse y combinarse propiedades y funciones diversas; 2) materiales biocompatibles en el ámbito de la traumatología, odontología, cirugía, etcétera; 3) procesos de reciclado de plásticos que reduzcan su impacto ambiental; 4) materiales reforzados con una alta resistencia mecánica combinada con otras propiedades y funciones como los nanotubos de carbono —elementos de dimensiones extraordinariamente pequeñas cuya resistencia es cien veces superior a la del acero; 5) control de la degradación al ser sometidos a condiciones ambientales severas de humedad, temperatura o resistencia al fuego; 6) los plásticos, por ser materiales maleables y de baja densidad, se emplean en campos muy diversos, como aeronáutica (convenientemente reforzados con fibras de vidrio o de carbono), automoción, telecomunicaciones (fibras ópticas), etcétera. En el campo de la medicina las aplicaciones son también enormes: implantes, ortopedia, fármacos, fabricación de plasma artificial e incluso hay proteínas necesarias para el cuerpo humano que también se pueden sintetizar artificialmente.

Según su uso, se pueden distinguir tres clases,: a) polímeros de uso general, como pvc, ps, poliacrilatos y metacrilatos, resinas epoxi, etcétera; b) polímeros técnicos o de ingeniería, que preservan sus propiedades por debajo de 0 ºC y a más de 100 ºC, como policarbonatos, poliamidas, polisulfonas, etcétera; c) polímeros especiales, de elevado precio, con altas prestaciones en cuanto a sus propiedades térmicas y mecánicas, normalmente con aplicaciones muy específicas. Es aquí donde se están realizando los avances más sobresalientes: polímeros fluorados como el teflón, muy resistentes incluso a altas temperaturas, cristales lí­quidos empleados en las pantallas planas e cualquier pantalla o televisor, polí­meros electroactivos que conducen electricidad en lugar de servir como aislantes, polímeros fotosensibles o biopolímeros, cada vez más empleados en cirugía y prótesis.
 
Buscando una solución a los problemas que conlleva el uso de los plásticos, científicos e ingenieros vienen desarrollando plásticos biodegradables obtenidos a partir de fuentes renovables, como las plantas. Un material es biodegradable cuando puede ser degradado a sustancias más simples por la acción de organismos vivos, y de esta manera ser eliminado del ambiente. La razón por la cual los plásticos tradicionales no son biodegradables es porque son polímeros demasiado largos y compactos como para ser atacados y degradados por los organismos descomponedores. Pero los plásticos basados en polímeros de plantas tienen una estructura que puede ser destruida por los microorganismos.
 
El almidón es un polímero natural, un gran hidrato de carbono que la planta sintetiza durante la fotosíntesis y le sirve como reserva de energía. Los cereales, como el maíz, contienen gran cantidad de almidón. El almidón puede ser procesado y convertido en plástico, pero como es soluble en agua, se ablanda y deforma cuando entra en contacto con la humedad, limitando su uso. Este problema puede ser solucionado modificando el almidón. Primero, el almidón se extrae del maíz, luego los microorganismos los transforman en una molécula más pequeña (un monómero), el ácido láctico. Después, este ácido láctico es tratado quí­micamente de manera que forme cadenas o polímeros con una estructura molecular parecida a la de los de origen petroquímico, que se unen entre sí para formar el plástico llamado ácido poliláctico (pla por sus siglas en inglés). Otra manera de hacer polímeros biodegradables es empleando bacterias que fabrican gránulos de un plástico llamado polihidroxialcanoato (pha). Las bacterias pueden crecer en cultivo y el plástico ser extraído fácilmente.
 
En Japón buscan independizarse del petróleo, y la respuesta está en el maíz. Los principales avances con los motores de hidrógeno tienen el sello nipón, y la energía solar ha conocido sus mayores avances en aquél país. Fueron los primeros en eliminar los metales pesados en la fabricación de las computadoras, y en estos avances ha pesado mucho la ecología. No en vano el gobierno de Tokio cuenta con la legislación medioambiental más exigente y predica con el ejemplo. Para participar en cualquier concurso de suministros informáticos para el Estado, las computadoras deben cumplir una serie de requisitos que minimicen su impacto contra el medio ambiente. A este escenario se le sumó el alza del petróleo.
 
Preservar los escasos recursos petrolíferos y prevenir el calentamiento global de la Tierra son los argumentos que alegan Nec, Fujitsu, Sanyo, Pioneer y Sony para sus ensayos con plásticos obtenidos de los vegetales. Pero es el maíz el candidato mejor situado para quitarle a los ordenadores su olor a petróleo. Sanyo, uno de los impulsores del pla, estimó en su momento que se necesitaban 85 granos de maíz para hacer un disco compacto, una mazorca para diez discos, y el año pasado fue de los primeros en anunciar la fabricación un de cd a base de maíz, MildDisc, aunque postergó su lanzamiento hasta tener más pruebas de resistencia térmica.
 
NEC, que ya usa al pla en algunas placas madre, pretende que, para 2010, 10% del material que lleven sus ordenadores proceda del maíz. Fujitsu ya comercializa pc hechos con bioplásticos. Se trata de los portátiles fmv Biblo y Lifebook, y el ordenador de sobremesa Deskpower. Ambos equipos sólo se venden en Japón y en la franja oriental de Asia. Pioneer anunció este año el primer disco óptico Blu-Ray, la próxima generación de discos dvd hechos de maíz. El disco, sin fecha para su comercialización, tiene 87% de polímero de ácido poliláctico (pla), es biodegradable, puede ser destruido con facilidad sin emitir gases tóxicos, y su capacidad es de 25 Gigas. Las empresas Sony y DoCoMo de Japón crearon conjuntamente el primer teléfono celular hecho de plástico vegetal. En Estados Unidos, las empresas químicas y agrícolas tejen alianzas para hacer desde envases hasta ropa con materiales derivados del maíz y otras plantas. En una planta de Nebraska, una alianza entre Cargill Inc. y la química Dow está fabricando un material plástico extraído del maíz, llamado Ingeo. Con el material y la fibra se hacen frazadas y envases de alimentos.
 
A modo de conclusión
 
Además de los plásticos existen muchos otros materiales que en un futuro no muy lejano revolucionarán el diseño de las nuevas construcciones, tanto por sus aplicaciones como porque lograrán un mejor empleo de los recursos energéticos y tendrán un impacto ambiental menor. Científicos y tecnólogos se afanan en crear nuevos materiales y en descubrir nuevas posibilidades para los antiguos. Diseñar y construir implica un conocimiento de los materiales. Sus características tecnológicas son la llave para un nuevo y más eficiente uso de los mismos. Su comprensión es la clave de la diferenciación, y su aplicación la realidad palpable del mundo que habitamos.chivichango96
 
  articulos  
Referencias bibliográficas
 
Warren, A. James. Architectural Design, vol. 76, núm. 2, pp. 88–95.
Carballo, Emmanuel. 2006. “Protocolo de investigación: el plástico como material estructural”. Posgrado de Arquitectura, unam México.
Organización de las Naciones Unidas para el desarrollo industrial (ONUDI). 1993. Estado actual y perspectivas futuras de las industrias petroquímicas de productos derivados en los países en desarrollo. Documento-debate. Teherán.
http://www.asades.org.ar/ideasynoticias/plasticosbiodegradables.htm
http://www.foroalfa.com/A.php/Teoria__practica_e_innovacion/24
http://www.arquitectura.com.ar/monografias-de-arquitectura/el-plastico/
     
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Manuel Tzontemoc Carballo Gutiérrez
Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Es arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura de la unam, donde actualmente está realizando una maestría en Arquitectura en el campo de Tecnología, con el tema de los Polímeros en Arquitectura.
 
como citar este artículo
Carballo Gutiérrez, Emmanuel T. (2009). Futuro en los plásticos. Ciencias 96, octubre-diciembre, 62-69. [En línea]
     

 


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Dimensión política de la polularización de la ciencia y la tecnología en América Latina. El caso de Brasil
 
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Ana María Navas y Martha Marandino
   
               
               
Las entidades nacionales de ciencia y tecnología (CyT)
de diversos países latinoamericanos se han caracterizado en las últimas décadas por un “discurso emergente” que busca promover nuevas relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, y que se contextualiza en el ámbito de la popularización de la ciencia. Este discurso, como lo han destacado autores como Godin y Gingras, Irwin, Lozano y Navas, ha ido permeando cada vez más los documentos oficiales y ha sido elaborado a partir de construcciones histó­ricas e institucionales que han permitido la formulación de acciones, estrategias, programas nacionales y multinacionales, y propuestas de políticas públicas sobre el tema.
 
La movilización emprendida por los gobiernos y la inclusión de temas como la popularización de la CyT, o divulgación científica, en la agenda política, nos remite a un cambio en el papel del Estado que asume, al legitimar estas áreas, un nuevo contrato social. En este contexto vemos que los argumentos para incluir la popularización de la CyT en la agenda política varían de un país a otro, considerando desde objetivos generales asociados a la educación en CyT, hasta compromisos específicos —como los identificados por Lozano— relacionados con la inclusión social, la comprensión, el uso, la promoción y la valoración de la CyT, la divulgación de resultados de investigaciones desarrolladas localmente y el establecimiento de conexiones con científicos, académicos y otros sectores sociales.
 
En América Latina han sido promovidas diversas iniciativas para articular acciones estratégicas, como la Red de Popularización de la Ciencia y Tecnología de América Latina y el Caribe (Red-pop), creada por la unesco en 1990 con el fin de propiciar el intercambio de experiencias e información relacionadas con la popularización de la CyT. El objetivo general de esta organización, establecido en sus estatutos, es el de “contribuir al fortalecimiento, el intercambio y la cooperación activa entre los centros y programas de popularización de la ciencia y de la tecnología en América Latina y el Caribe”, y contiene objetivos específicos similares a los que han caracterizado también el trabajo de otros organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (oea).
 
Entre las actividades de la Red-pop se encuentran la identificación de programas y proyectos en popularización de la CyT que se desarrollen por medio de la cooperación regional, la divulgación de proyectos existentes en esferas nacionales y regionales para la toma de decisiones conjuntas, la mejoría de la calidad de centros y programas de popularización de CyT, el estudio de problemas identificados y la búsqueda de soluciones que se apoyen en la infraestructura existente en los diversos países. Las iniciativas desarrolladas son financiadas por los centros y programas miembros, organismos nacionales, regionales e internacionales, y entidades públicas y privadas.
 
Sumado a los esfuerzos de la Red-pop, y manteniendo una visión internacional, la oea ha promovido el desarrollo de debates en torno al tema de la popularización de la CyT con el fin de elaborar programas específicos para la integración de estrategias de acción en varios países, como el proyecto Iniciativa Hemisférica sobre Popularización de la Ciencia, en el que participaron todos los países latinoamericanos y que estuvo bajo coordinación del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil. De dicha propuesta surgió el Taller sobre Popularización de la Ciencia y Tecnología, realizado en 2004 en Río de Janeiro, como parte del Proyecto de Cooperación Hemisférica y Desarrollo de Política Científica y Tecnológica implementado por la oea.
 
Entre los objetivos de la mencionada iniciativa hemisférica se encuentran: “conceptualizar modelos para la popularización de la ciencia de acuerdo con las necesidades nacionales y regionales, que permitan la apropiación de la ciencia por la población para mejorar la calidad de vida y conseguir el desarrollo sostenible y equitativo; ampliar la integración y la cooperación científica entre los países de las Américas; capacitar a los profesionales que trabajan en divulgación científica; producir material de apoyo para dichos profesionales y conocer la opinión y la percepción de la población sobre la ciencia y la tecnología”.
 
Otro ejemplo de instituciones articuladoras en América Latina es el Convenio Andrés Bello, una organización que recientemente ha buscado, por medio de procesos deliberativos, la formulación e implementación de una política regional de apropiación de la ciencia, la tecnología y la innovación, propugnando por un cambio en la percepción latinoamericana de las políticas e iniciativas para conformar una política pública regional articulada por los trece países signatarios: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela.
 
En cuanto a los esfuerzos nacionales, las intenciones de los gobiernos se han manifestado por medio de acciones específicas que difieren de un país a otro. Así, por ejemplo, en el Foro de Acción Permanente Sobre Popularización y Enseñanza de la Ciencia y la Tecnología organizado en 2005 por el Convenio Andrés Bello y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela, los representantes de los órganos nacionales de CyT de diferentes países latinoamericanos fueron convocados para dar cuenta de la dimensión que esta área había alcanzado en la agenda política. En dicho evento, Mario Francisco Pavillán, representante del Viceministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de Bolivia, presentó el Programa Horizontal de Difusión y Popularización de la Ciencia y la Tecnología —parte integral del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología 2004-2007—, que proponía entre sus objetivos y directrices de acción el fomento a la divulgación del conocimiento científico y tecnológico en el país.
 
En Venezuela, como lo destacó en dicho evento Marcano, el poder público reconoce en el artículo 110 de la Carta Magna “el interés público de la ciencia y la tecnología como uno de los instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para seguridad y soberanía nacional”. En el ámbito gubernamental, las acciones de popularización de CyT de este país se encuentran articuladas por medio del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología y de las Fundaciones de Ciencia y Tecnología (Fundacites), órganos adscritos a dicho Ministerio. Actualmente, Venezuela cuenta con más de diez Fundacites que tienen como parte de su misión varios objetivos relacionados con la popularización y divulgación de la CyT, asociados a proyectos estratégicos.
 
En cuanto a programas nacionales consolidados, Chile lleva a cabo desde 2005 un Programa Nacional de Divulgación y Valoración de la Ciencia y Tecnología, “Explora”, creado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología con el propósito de contribuir a la creación de una cultura cientí­fica y tecnológica en la comunidad, y presente en todo el país por medio de coordinaciones regionales que articulan diversas acciones, como la Semana Nacional de CyT, las ferias de ciencia y congresos.
 
En el III Foro Conciencia Abierta, realizado en 2008 en la ciudad de Bogotá, el Consejo Nacional de CyT de Colombia presentó el documento oficial Política de Apropiación Social de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, una iniciativa gubernamental que busca “convocar y movilizar a los agentes de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, incluyendo la sociedad colombiana en general, para que participen activamente en los procesos de Apropiación Social”, el cual reúne aspectos teóricos relacionados con el tema de la apropiación social de la CyT, actores relacionados, líneas de acción detalladas e impactos esperados a partir de la implementación de dicha política.
 
Como parte de los esfuerzos nacionales por impulsar actividades de popularización de CyT es importante citar también la iniciativa privada. En el caso de Brasil cabe destacar a Vitae, una entidad que, como lo señala Navas, durante casi dos décadas cumplió el papel de un órgano nacional de CyT, proporcionando apoyo financiero estable a museos y centros de ciencia en el país.
 
Los ejemplos citados reúnen iniciativas de diferente naturaleza que van desde intenciones y objetivos de acción, hasta programas nacionales consolidados que articulan diversos actores sociales y, sumados a las iniciativas de otros países para definir programas nacionales de divulgación científica y de popularización de CyT, ilustran un proceso común de movilización que busca articular, por medio de contratos sociales legitimados, acciones a largo plazo que puedan establecer relaciones sostenibles entre la ciencia y la sociedad.
 
En torno a todas estas iniciativas surgen algunas preguntas interesantes: ¿cómo son construidos los discursos políticos alrededor del tema de la popularización de la CyT?, ¿qué aspectos históricos e institucionales están relacionados?, ¿qué concepciones son privilegiadas en estos discursos?, ¿qué modelos de comunicación pública de CyT sustentan la acciones implementadas?
 
Un estudio de caso
 
Para aproximarnos a estas interrogantes hemos efectuado un estudio de caso en Brasil, que analiza la gestión gubernamental entre 2003 y 2006, en la que el discurso sobre popularización de la CyT emergió en manifestaciones explícitas y acciones implementadas por el gobierno. Este estudio tiene como base una investigación cualitativa elaborada por Navas en 2008 y apoyada en datos descriptivos obtenidos por medio del análisis de documentos oficiales del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil, así como entrevistas con representantes del gobierno.
 
Al igual que en el caso de otros países de América Latina, a la luz de documentos oficiales analizados vemos que la divulgación científica se transformó en Brasil en una dimensión del discurso político, lo cual inició, como lo ha señalado Moreira —director del Departamento de Difusión y Popularización de CyT del gobierno brasileño—, con el desarrollo mismo de las actividades de divulgación cientí­fica en el país, el cual llevó a una legitimación e institucionalización política del área. Esto se aprecia claramente en una entrevista con un miembro del Comité Temático de Divulgación Científica del Conselho Nacional de Pesquisa: “la divulgación científica se enmarca entonces en ese proceso histórico de crecimiento de la ciencia, creció la divulgación científica porque creció la ciencia, y hubo un crecimiento del entendimiento […] de la percepción social en cuanto a la importancia de la ciencia. Y esos tres ejes van a interactuar para propiciar la creación de los instrumentos del gobierno en los distintos ministerios, […] y en la propia sociedad. El Ministerio, al estar convencido de dicha perspectiva en lo que se refiere a la divulgación […] comenzó a institucionalizarla, a tomar iniciativas institucionales y de ahí vino todo […] la creación del Departamento [de Difusión y Popularización de la CyT] el financiamiento de actividades específicas de divulgación científica, la creación de comités y así en adelante”.
 
Este crecimiento del área de divulgación impulsó al gobierno a articular iniciativas existentes y crear al mismo tiempo condiciones propicias para el desarrollo de nuevos programas y proyectos. En ese contexto, la creación de un Departamento de Difusión y Popularización de la CyT, vinculado a la Secretaría de Inclusión Social del Ministerio de CyT, nos muestra cambios en las prácticas del gobierno que se reflejan en una institución específicamente creada para administrar, promover y desarrollar actividades de divulgación científica.
 
Desde su origen, en 2003, y hasta 2006, este departamento impulsó varias acciones de popularización, entre las que se destacan: 1) dos convocatorias para financiamiento de proyectos en al área de popularización de la CyT; 2) el desarrollo de programas nacionales de divulgación cientí­fica, como la Semana Nacional de CyT y el programa de museos itinerantes Ciência Móvel; 3) la creación de un Comité Temático de Divulgación Científica dentro del Conselho Nacional de Pesquisa, vinculado al Ministerio; y 4) la presentación de una primera versión de la Política Pública para Popularización de CyT, realizada por Moreira, director del departamento.
 
El análisis propuesto para el caso brasileño toma como marco los modelos de comunicación pública de la ciencia descritos por Lewenstein en 2003, y por él mismo y Brossard en 2006, aplicables a diferentes dimensiones y objetos de estudio, como las acciones gubernamentales de popularización de CyT. De éstos se tomaron como referencia el modelo de déficit y el modelo participativo, ampliamente descritos en la literatura, que buscan explicar o describir las relaciones que pueden ser establecidas entre la ciencia y la sociedad. El primero, conocido también como modelo top-down, ha caracterizado durante muchas décadas las prácticas de divulgación científica; es un modelo unidireccional de comunicación en el que los científicos, los especialistas, tienen el control de la información que deberá ser divulgada (en este caso, un sinónimo de transmitida), la cual parte de los expertos (top) y tiene como destino final un público pasivo que la recibe (down), del cual no se espera conocer su forma de apropiación o uso.
 
El segundo marca un cambio de paradigma con relación a aquella comunicación pública de la ciencia, y se asocia por tanto a la estructuración de sociedades democráticas en la década de 1980. Es un modelo de comunicación bidireccional por medio del cual se busca establecer un diálogo entre la ciencia y la sociedad, para lo cual las “voces” y percepciones de los diferentes públicos deben ser valorizadas. De acuerdo con él, las actividades de divulgación científica tienen que romper con la idea del top-down y considerar a los especialistas y el publico en un mismo nivel para que se pueda realizar un intercambio de conocimientos y experiencias —foros, debates, conferencias de consenso, actividades de valorización de saberes locales y tradicionales son algunos ejemplos de las actividades desarrolladas en esta línea.
 
El análisis de las actividades de popularización
 
Tomando como base estos modelos de comunicación, y a partir los datos colectados por medio de documentos oficiales y las entrevistas realizadas, así como de la profundización teórica en los temas de referencia de esta investigación —contextualizados en el área de Estudios sociales sobre la ciencia—, fue posible describir dos tipos de actividades de popularización que efectúa el Ministerio de Ciencia y Tecnología del Brasil: a) actividades informativas, las cuales consideran procesos y acciones que: 1) buscan diseminar información sobre CyT en amplios sectores de la sociedad; 2) tienden a considerar la ciencia como un cuerpo de conocimientos dado y un conjunto de eventos neutros que puede ser transmitidos desde los especialistas hasta el público; y 3) consideran al público como lego en asuntos de CyT y, en consecuencia, como actor pasivo y un grupo único con características homogéneas; b) actividades dialógicas, las cuales consideran procesos y acciones que: 1) buscan una negociación de conocimientos entre el público, los científicos y otros agentes relacionados con la CyT; 2) tienden a considerar la ciencia desde una perspectiva dinámica y humana; y 3) consideran al público como actor activo, con características heterogéneas, conocimientos previos sobre CyT otras áreas relevantes para la solución de problemas reales, con derecho y capacidad de ser críticos y de participar en procesos de toma de decisiones.
 
En diferentes documentos gubernamentales analizados, como el Plan Plurianual, las convocatorias para financiamiento de proyectos de popularización de CyT de 2003 y 2006 formuladas por el Conselho Nacional de Pesquisa, y la primera versión de Política Pública para Popularización de la CyT fue posible identificar distintas actividades informativas. Este tipo de prácticas aparece comúnmente asociada a los medios de comunicación masiva —televisión, radio, internet—, a la informatización de ambientes como bibliotecas, laboratorios y acervos, a la producción de material e información sobre ciencia, y a la difusión de la producción nacional en CyT. Algunos ejemplos puntuales pueden ser destacados a partir de las directrices de acción propuestas en la primera versión de la Política Pública para Popularización de la CyT: “buscar una mayor presencia de la CyT brasileña en los medios de comunicación; aumentar la autoestima de los brasileños en este dominio con una justa apreciación de las contribuciones de los individuos, instituciones y empresas nacionales”.
 
Otros ejemplos pueden ser identificados en las líneas de acción financiadas por la convocatoria Edital para Apoio a Projetos de Difusão e Popularização da Ciência e Tecnología de 2006 formulada por el Conselho Nacional de Pesquisa, en donde se menciona la “producción de textos de divulgación científica destinados a los diferentes medios de comunicación como periódicos, revistas, radio, tv e internet; creación de software y sitios para educación y divulgación científica y de redes de comunicación dirigidas a actividades de popularización de la CyT; divulgación en diversos medios de informaciones y resultados de la CyT realizada en el país, así como de la obra de científicos e inventores brasileños, de forma que alcancen al público escolar y a la población general”.
 
Un aspecto central que permea las actividades desarrolladas en la lógica informativa es la necesidad de alcanzar un público amplio. Este elemento, caracterizado por Navas en 2008, es un criterio relevante para dar apoyo financiero a proyectos de divulgación científica presentados al Comitê Temático de Divulgação Científica del Conselho Nacional de Pesquisa. Por otro lado, el análisis realizado nos permitió identificar también indicios de actividades dialó­gicas, como la creación de Centros Vocacionales y Tecnoló­gicos en diferentes estados del país, dentro del programa Difusão e Popularização da Ciência del Plan Estratégico 2004-2007, los cuales podrían remitirnos a un rescate y a la valorización de conocimientos y experiencias locales en tecnología y a una búsqueda por establecer un diálogo entre estos conocimientos y los de los especialistas.
 
Sin embargo, es en la Política Pública para Popularización de la CyT donde encontramos clara evidencia de acciones dialógicas que todavía no han sido implementadas por el gobierno pero que son sugeridas para los próximos años. Para ilustrar esta afirmación vemos que las directrices de acción propuestas en dicha política pretenden: “promover acciones que estimulen el aumento de la participación de jóvenes de todos los segmentos. Estimular que las actividades de Comunicación Pública de la CyT no se restrinjan a las áreas de ciencias exactas y naturales, sino que incorporen también las ciencias sociales y humanas. Promover la interacción de ciencia, cultura y arte con una aproximación mayor entre la CyT y el cotidiano de las personas, valorizando los aspectos culturales y humanísticos de la ciencia. Respeto y reconocimiento de conocimientos populares y tradicionales”. Estas directrices reflejan aspectos clave que caracterizan las actividades que definimos como dialógicas, entre ellas la negociación de conocimientos entre diferentes actores sociales y la concepción de ciencia contextualizada junto a otras manifestaciones culturales.
 
Algunas reflexiones
 
Como hemos visto, el Ministerio de CyT de Brasil ha dado gran peso a actividades informativas de popularización de CyT, privilegiadas en los medios de comunicación masiva, y apoyo financiero a proyectos de investigación y desarrollo. Creemos que para el ministerio este tipo de práctica es prioritaria para lograr que, siguiendo una lógica de “inclusión” de conocimiento, la información y el conocimiento sobre CyT lleguen a amplios sectores de la población.
 
Aunque algunas de estas acciones se enmarcan en la producción nacional de CyT, todas se fundamentan en procesos unidireccionales de difusión de información y en el dominante modelo de déficit de comunicación pública de la ciencia. En este sentido estamos de acuerdo con Trench, quien afirma que las estrategias e iniciativas de varias instituciones, incluyendo las gubernamentales, permanecen todavía en el modelo de déficit y continúan atribuyendo a los científicos el papel de orientar aquello que el público necesita saber y comprender sobre CyT.
 
Con relación a las actividades dialógicas vimos que, aunque aparezcan apenas como indicios, con la propuesta de los Centros Vocacionales y Tecnológicos del Plan Estraté­gico 2004-2007 se encuentran claramente identificadas como una propuesta de acción en la Política Pública para Popularización de la CyT. Este hecho nos lleva a pensar en la relevancia que el tema de la participación ciudadana está adquiriendo en el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la necesidad de legitimarlo por medio de una política pública.
 
Las consideraciones anteriores nos revelan la existencia de tensiones en el discurso de popularización del gobierno brasileño, que se muestra permeado tanto por elementos asociados al modelo de déficit al privilegiar la transmisión de información, como del modelo participativo de comunicación pública de la ciencia que busca la superación de los modelos tecnocráticos. En este punto concordamos con Irwin, quien asocia el surgimiento de tensiones y contracciones en los discursos emergentes de CyT de los gobiernos con: 1) la combinación de una nueva retórica que promueve la participación del público con “lenguajes” antiguos; y 2) la existencia de asuntos todavía no resueltos y relacionados con el estatus epistemológico de la popularización de la CyT.
 
Esas reflexiones suscitan algunos interrogantes que dejaremos abiertas y que podrían ser abordadas en nuevas investigaciones: ¿el gran peso dado a las actividades informativas puede indicar que predomina el modelo de déficit en las actividades de divulgación científica implementadas por el gobierno brasileño?, ¿qué representa para el Ministerio de Ciencia y Tecnología la convivencia entre modelos informativos y dialógicos y, en consecuencia, entre el modelo de déficit y el modelo participativo de comunicación pública da la ciencia?, ¿en qué espacios o por medio de qué acciones podrían llegar a implementarse las acciones participativas propuestas en la política pública de popularización de la CyT?chivichango96
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Referencias bibliográficas
 
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Ana María Navas
Facultad de Educación, Universidad de São Paulo.
 
Es biología por la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia) y maestra en educación por la Universidade de São Paulo (Brasil). Actualmente trabaja como consultora en el área de divulgación científica.
 
 
Martha Marandino
Facultad de Educación, Universidad de São Paulo.
 
Es bióloga y doctora en educación por la Universidade de São Paulo, donde actualmente es profesora en la Facultad de Educación y coordina el grupo de Estudo e Pesquisa em Educação Não Formal e Divulgação em Ciência-geenf (www.geenf.fe.usp.br).
 
como citar este artículo
Navas, Ana María y Marandino, Martha. (2009). Dimensión política de la popularización de la ciencia y la tecnología en América Latina. El caso de Brasil. Ciencias 96, octubre-diciembre, 48-56. [En línea]
     
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