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Ciencia, arte y
magia de la imagen
estenopeica
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César Carrillo Trueba |
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El principio óptico de la cámara fotográfica es bien
antiguo, se halla en la llamada camera obscura, una verdadera habitación protegida de los rayos del sol con un pequeño orificio por el que pasaba la luz, proyectando en el muro interior la imagen invertida del paisaje o el objeto que tenía enfrente. Si bien hay noticias de tal dispositivo desde varios siglos antes de nuestra era en China, una mención en la obra de Aristóteles y vastos tratados árabes, su uso comenzó a popularizarse en la Europa del Renacimiento, cuando varios pintores, entre ellos Leonardo da Vinci, se sirvieron de ella para dibujar, para apropiarse de su proyección perspectiva en el diseño de sus cuadros.
El cambio radical viene de la mano de la química, cuando el soporte en donde se forma la imagen es de material sensible, captándola y fijándola mediante un proceso ahora muy conocido. La experimentación de sus posibilidades de expresión vino a tornarla arte y la mirada del espectador se fue familiarizando con ella, dejándose conmover, sorprender, emocionar, toda una paleta de sensaciones y pensamientos alrededor de “la foto”.
Es probable que la primera cámara fuese estenopeica, es decir, una simple caja con un pequeño orificio que contiene un soporte sensible que dará origen a una fotografía, ya sea por medio del revelado y la impresión o directamente sobre papel. Las fotografías que ilustran este número de Ciencias fueron hechas con este tipo de cámaras, lo cual viene muy a cuento con los temas abordados. Curiosamente, el tamaño del orificio que debe llevar la cámara fue asunto de varias tesis y tratados, al igual que la distancia entre éste y el papel o la película y la sensibilidad de los mismos originaron otras tantas disquisiciones científicas y de orden técnico.
Y mientras la óptica lidiaba con una idea de luz ondulatoria, la química resolvía sus dificultades pensando en fotones, en su impacto en los cristales de haluro de plata y la formación de la llamada imagen latente, aquello que está en el soporte sensible pero nuestros ojos no ven y que sólo la química misma puede revelar.
Aun así, algo hay en todo ello de la antigua alquimia, como diría el reconocido fotógrafo Carlos Jurado, quien ha sido el impulsor en México de este tipo de fotografía y ha recreado en su arte esa magia particular que poseen las imágenes estenopeicas.
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César Carrillo Trueba
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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cómo citar este artículo →
Carrillo Trueba, César. 2015. Ciencia, arte y magia de la imagen estenopeica. Ciencias, núm. 117, julio-octubre, pp. 62-63. [En línea].
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