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Leticia Staines Cicero |
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La abundancia que tiene esta tierra de aves
es a maravilla grande, y tan diversas,
que es mucho alabar al que de ellas las hinchió como de bendición.
Fray Diego de Landa
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Al entrar al cuarto sur de la estructura 1 de Xuelén, ciudad
maya ubicada en el estado de Campeche, nos maravillamos al levantar la vista y tener frente a nosotros hermosas aves pintadas sobre la superficie de la bóveda.
Dentro del arte maya, y en particular en la pintura mural, las escenas de Xuelén son hasta ahora el único ejemplo donde se representó a las aves en un contexto que, si bien encierra una complejidad de significado cosmológico, es naturalista, ya que estos animales proyectan un ambiente dinámico que muestra su función en la naturaleza y en los conceptos mayas.
Antes de entrar en los asombrosos detalles de Xuelén es importante conocer el por qué de la inclusión de las aves en la cosmovisión maya.
Los animales en la creatividad maya
Los grupos mayas habitaron en una región geográfica que se caracteriza por su riqueza en fauna y flora. Al igual que otras civilizaciones, estos pobladores prehispánicos, a través de la observación de la naturaleza, tuvieron un profundo conocimiento del ambiente que los rodeaba. Convivieron con una gran variedad de especies animales, por lo cual, al explicarse su razón de ser en la naturaleza y en el universo, los integraron a su vida cotidiana y a su cosmovisión.
El misterio de su origen se ve plasmado en los mitos: así, en el mito de la creación del Popol Vuh,1 se dice que los dioses crearon primero las montañas, la tierra y los valles, después los animales del monte, los guardianes de todos los bosques, y los genios de la montaña, con el fin de que estos seres los alabaran. Sin embargo, no pudieron hablar y solamente lograron emitir el sonido propio de su especie, y no los veneraron, por lo cual los dioses les dieron los bosques como su habitación (Recinos 1973: 25-27).
Hasta nuestros días en los cuentos y narraciones de los grupos indígenas mayas que han perdurado por tradición oral, los animales son los protagonistas.
A través de un largo proceso de observación sobre el comportamiento y modo de vida de los animales, los mayas llegaron a seleccionar ciertas especies que, al asociarlas con sus conceptos cosmogónicos y cosmológicos, sacralizaron y les atribuyeron poderes sobrenaturales y divinos.
De este modo, formaron parte de la unidad del universo y de su movimiento cíclico y, según sus hábitos y atributos, los vincularon a los tres niveles cósmicos: cielo, tierra e inframundo. Algunos fueron considerados dioses o representantes de ellos en la tierra. Como consecuencia se creó un estrecho vínculo entre el hombre y los animales, el cual se revela actualmente en las artes plásticas, como la pintura mural, las estelas, los dinteles, los relieves y la cerámica policromada.
Dentro de la compleja iconografía de las escenas reproducidas en estas manifestaciones artísticas, se muestran numerosas figuras de animales en una variedad de contextos. En la mayoría de los casos, los animales son estilizados y sólo es posible identificarlos por ciertos rasgos anatómicos. También son frecuentes aquéllos donde se mezclan elementos simbólicos y se combinan partes del cuerpo de diversas especies, creando seres fantásticos y míticos.
En las múltiples representaciones, los animales aparecen aludiendo a los niveles cósmicos: a los astros, en particular a la noche estrellada, la piel del jaguar; al Sol, la guacamaya; a las constelaciones, el escorpión, que da su nombre a una de ellas. Los animales también se muestran en ofrendas o como deidades, a las que personifican simbólicamente. Algunos elementos de los animales también se encuentran insertos en el vestuario de los personajes representados que, por lo común, son miembros del linaje de la alta nobleza y, por tanto, de origen divino. Un caso es la piel del jaguar utilizada como capa, chaleco o en las sandalias de un personaje, lo cual indica que el individuo, al ataviarse con la piel del felino, adquiere una interacción indisoluble y comparte su fuerza y atributos.
El mundo de las aves
Caminar por las selvas de la zona maya nos permite comprender por qué los grupos prehispánicos fueron cautivados por las aves. Uno se admira ante la gran variedad de cantos, colores, combinaciones y formas. Los mayas reconocieron sus hábitos, sus atributos, su fuerza vital, su cercanía al cielo y su capacidad de volar.
Por lo anterior, las aves formaron una parte importante en la cosmovisión maya. La estructura del universo fue concebida en cuatro rumbos direccionales, los cuales son representados por cuatro árboles. En cada árbol se posa un ave que lleva el color correspondiente al punto cardinal. Asimismo, según sus características físicas y hábitos, fueron incluidas dentro de los tres niveles del cosmos, y por su posibilidad de vuelo se consideraron mensajeras del devenir, de la dualidad que regía el pensamiento del hombre prehispánico: fertilidad y sequía, vida y muerte, bien y mal. Eran las intermediarias entre los dioses y los hombres.
El tiempo fue un factor importante en un cosmos en constante movimiento; los calendarios jugaron un papel central en la religión, de tal manera que ciertos animales también aparecen como representantes de algunos de los días y de los meses, y a veces son los que marcan el presagio: por ejemplo, el quetzal es el símbolo augural del día cauac.
Entre la variedad de aves representadas en los códices, como en las páginas de augurios del Códice de Dresde, se encuentran aves como el quetzal, la guacamaya, el pavo ocelado, aves nocturnas como los búhos, que por ciertos rasgos físicos y hábitos fueron consideradas de mal agüero; de rapiña o de presa, como el águila arpía y el buitre; entre las aves acuáticas, el cormorán, el pelícano y la garza. Las aves diurnas se relacionaron con el cielo; las nocturnas, rapaces y acuáticas, con el interior de la tierra.
También los mayas concibieron animales míticos creados a través de una composición en la que se combinaron rasgos físicos característicos de diversas especies; estos animales míticos son, por ejemplo, el ave-serpiente que representaba la fertilidad (De la Garza, 1984: 176), Y el ave moan, asociada, entre otras cosas, al inframundo.
En la pintura mural, en relieves y en cerámica policromada, la mayoría de las veces el ave se manifiesta a través de las múltiples representaciones de plumajes que dan forma a los tocados de los personajes; en ocasiones es posible, por el colorido y forma de las plumas, identificar a qué especie pertenece. Cuando el ave participa en un ritual, hace alusión con su presencia a alguna de sus variadas formas, se presenta completa formando parte del vestuario o, de manera independiente, sus características pueden ser dadas claramente, pero a menudo son estilizadas o se combinan con elementos de otros animales.
Xuelén:2 color que aún levanta el vuelo
La zona donde se ubica esta ciudad maya es parte de la planicie occidental del norte del estado de Campeche. El área es pedregosa y de monte bajo, y se encuentra cercana a la costa, donde predominan los pantanos y manglares. En el sitio3 hemos localizado, además de las estructuras 1 y 2, varios montículos, plataformas y chultunes.4
La estructura 15 está formada por cuatro crujías abovedadas, cada una dispuesta hacia uno de los cuatro puntos cardinales y con un solo acceso. Los cuatro cuartos estuvieron pintados; sin embargo, sólo se conservan figuras completas en el cuarto 1 y, en menor grado, en el cuarto 2.
De las escenas que cubrieron toda la bóveda del cuarto 1 o sur, únicamente permanecen algunas imágenes, las cuales se encuentran en mal estado de conservación; sin embargo, aún es posible descubrir más, ya que una gran parte de las pinturas está bajo una gruesa capa de carbonatos.
Mirar al lado norte de la bóveda es mirar al cielo: las hermosas aves, en su mayoría acuáticas, pintadas en rojo, amarillo, rosa, anaranjado y blanco, se dirigen hacia el poniente, hacia el mar, la vida. Sus cabezas están de perfil, pero sus cuerpos se dibujaron en distintas posiciones; algunas muestran las alas extendidas; otras las llevan pegadas al cuerpo y apoyan el pico sobre otra ave o lo tienen hacia abajo o hacia arriba.
Sobre la superficie de la bóveda se reconocen quince aves casi completas; sin embargo, son visibles restos de plumas dispersas que sugieren que eran más las aves que formaban la escena. Por el momento, el estudio de la identidad de las aves indica la presencia de varias especies.6
En la esquina noreste, un ave con una cinta o cuerda que la rodea, dirige su cabeza hacia abajo con el pico semiabierto mostrando “dientecillos”; en el interior de su cuerpo se ven trazos rojos que enfatizan el plumaje. Frente a ella, del lado norte, hay un personaje de perfil que la mira apoyando su mano izquierda sobre el hombro derecho, en señal de saludo. Este personaje lleva marcas en la cara; probablemente se trata de una deidad asociada al inframundo.
Más adelante se encuentra una de las aves más notorias en esta escena. El ave pertenece a la familia Phalacrocoracidia, y se trata de un cormorán que está pintado de rojo, con sus alas extendidas y sus “codos” marcados con blanco. El cuello es largo, y detiene con el pico posiblemente un pez (figura 1). Próximo a su pico figura un ofidio que se despliega hacia abajo.
Cerca del cierre de la bóveda hay varias aves juntas que parecen estar en vuelo. Su pico se muestra semiabierto, los ojos abiertos, los “codos” blancos y en sus alas también se subrayan las plumas. En ellas se reconocen aves del grupo de las Falconiformes, que incluye a las familias Cathartidae y Accipitridae, a las que pertenecen las aves carroñeras, como los buitres, y de presa, como las águilas y los gavilanes (figuras 2 y figura 3).
Un ave de frente, con el cuello hacia abajo, tiene en el pico un animal, y al parecer corresponde a la familia de las Anhingides (figura 2). Por último, resalta un ave de la familia de las Pelecanidae o pelícanos, de la cual solamente se conserva su cabeza hacia arriba con el pico abierto, en el cual se aprecia un reptil (figura 3).
En el otro lado de la bóveda, el del sur, destaca una figura femenina. Es una deidad lunar que lleva en su brazo derecho un mamífero, posiblemente un venado. Junto a su tocado se reconocen elementos que se asocian a la banda celeste. Luce un hermoso pectoral y pulseras en ambos brazos. Desgraciadamente una capa de carbonatos cubre su rostro (figura 4).
Las aves en un contexto ritual
Las pinturas de Xuelén representan, en una bóveda arquitectónica, la bóveda celeste. Es interesante encontrar diferentes especies de aves, la diosa lunar y el venado, los cuales nos remiten al cielo, al inframundo, al agua y a la fertilidad, en una coreografía casi mágica.
Lourdes Navarijo (comunicación personal, 1992) considera que, por la identificación tentativa que ha realizado de las especies representadas, en su mayoría se trata de aves acuáticas. Este tipo de aves, pelícanos, garzas, anhingas y cormoranes, habitan en manglares y pantanos, característicos de la zona occidental del Estado; en las pinturas, las aves llevan esa dirección. Tenían una estrecha relación con el agua del inframundo. Es común encontrar su presencia en cerámica policromada asociada a entierros (figuras 5 y figura 6). Otro tipo de representación que refuerza su vínculo con el agua son las aves de cuello largo modeladas en estuco dentro de los chultunes de algunos sitios arqueológicos de Yucatán.
Fueron aves que por sus hábitos y características anatómicas se consideraron como mediadoras entre los hombres y los dioses; eran símbolos de buenos y malos presagios; también eran dádivas de la madre del agua (la Luna), pues anunciaban la llegada de las lluvias y, por lo tanto, de la fertilidad, que procede del cielo, y de las cosechas.
La diosa lunar fue y es para los mayas, la señora del mar, la madre del agua. En diversos mitos actuales se dice que el Sol y la Luna fueron los primeros en tener una relación sexual y que los órganos sexuales de la Luna habían sido formados por la pezuña hendida de un venado (Thompson, 1975: 298). Este mamífero también se asocia a la fertilidad y a la sequía.
Xuelén es, en síntesis, la constancia del maya, en su capacidad de observación, de asombro y de integración del cosmos y de la naturaleza, en un mundo que hoy se presenta como mágico, y es admirado por quienes hemos dejado de pensar en lo que ellos glorificaron: lo simple y la maravilla que representa que un ser pueda volar. Ellos, tal vez, nunca imaginaron hasta qué punto las aves serían mensajeras, pues hoy lo son, para nosotros, de su prodigiosa cultura.
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Referencias Bibliográficas
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Notas
1. Libro sagrado de los mayas-quichés, escrito después de la conquista española en caracteres latinos. Se refiere a la cosmogonía y cosmovisión de este grupo étnico, mismos que comparte con otros grupos mesoamericanos.
2. El trabajo que presento sobre las pinturas de Xuelén forma parte de una investigación mayor inserta en el proyecto “La pintura mural prehispánica en México”, coordinado por Beatriz de la Fuente, y se lleva a cabo desde 1990 en el Instituto de Investigaciones Estéticas. Los primeros resultados de este estudio los expuse en el II Congreso Internacional de Mayistas, en Mérida, Yucatán, 1992. 3. La primera referencia al sitio de Xuelén y la mención de la existencia de pinturas se encuentra en los reportes de actividades de Abel Morales (1980) y de Luis Millet (1985). 4. Depósitos artificiales de agua. 5. En el sitio no se han realizado trabajos arqueológicos que proporcionen mayor información para ubicarlo temporalmente; no obstante, por las características arquitectónicas de la estructura 1 y algunos rasgos reconocidos en la pintura, es posible que corresponda al periodo Clásico Tardío, es decir, 670-770 d. C. 6. Lourdes Navarijo lleva a cabo la identificación y el estudio de las aves. Su investigación y primeros resultados han sido fundamentales para el desarrollo de este trabajo. |
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Leticia Staines Cicero
Instituto de Investigaciones Estéticas,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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cómo citar este artículo →
Staines Cicero, Leticia. 1994. Las aves mayas continúan su vuelo. Xuelén, su cielo de siempre. Ciencias, núm. 34, abril-junio, pp. 12-16. [En línea].
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