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Bruno Estañol
y el método anatomoclínico
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Antonio R. Cabral |
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El camino que siguen los hombres de ciencia —Galileo,
Bernard y Einstein, entre los más famosos— al hacer investigación científica ha sido motivo de muchas reflexiones1: los sicólogos han ido dicho camino como el modelo prototípico de los procesos mentales creativos;2 los filósofos de la ciencia lo han abordado, también conocido como el método científico, desde varios y controvertidos puntos de vista, como el de proponer que no hay uno, sino varios, o que incluso no existe ninguno.3
En su libro La invención del método anatomoclínico,4 el doctor Bruno Estañol (Frontera, Tabasco, 1945) analiza la historia de dicho método, que no es sino otra variación del método científico, y cuyo objetivo es "llegar a un diagnóstico anatómico en vida del enfermo mediante un examen clínico sistemático". En sólo 69 páginas, Estañol lleva de la mano al lector a través de la historia del método anatomoclínico con la reseña de las biografías de sus principales artífices: desde Galileo, mensajero de las estrellas y creador del método científico, hasta Pavlov, pasando por Harvey, el primer fisiólogo moderno, Sydenham, el Hipócrates inglés, Morgagni, el primer anatomoclínico, Laennec, el inventor del estetoscopio, Sherrington y otros. De la misma manera, Estañol atrae la atención del lector con el subterfugio de narrar algunas anécdotas detrás de los descubrimientos. Por ejemplo, el médico tabasqueño nos cuenta que Bichat (1771-1802) vivía y dormía en el anfiteatro de disección en donde hacía cerca de siete autopsias dianas, incluyendo los sábados y domingos. Quizás por eso nunca se casó, aunque si fué asiduo visitante de las del oficio más antiguo del mundo. Gracias a su obsesión por el estudio post mortem, a los 31 años de edad Bichat propuso la clasificación de las enfermedades basada no en los síntomas sino en los hallazgos anatomopatológicos. Su talento propició un brinco inmenso desde Galeno e Hipócrates, quienes las habían clasificado de acuerdo con los síntomas. Es decir, Marie Francois Xavier Bichat, heredero de Morgagni (1682-1771), hace que el método clínico encuentre su momento más creativo y fértil; no en balde se le conoce como el padre de la llamada revolución copernicana de la medicina.
Con el nacimiento del método anatomoclínico, o clínicoanatómico como prefiere Estañol, se sentaron las bases para el crecimiento y desarrollo de la medicina; sin embargo, el impulso que la ciencia médica necesitaba para que entrara en la era de la experimentación, como quería Galileo, llegó un día de 1865 con la genialidad de Claude Bernard (1813-1878). Obligado por una enfermedad y cuando ya había cumplido 50 años de edad y más de 25 como investigador, Bernard abandonó sus cursos e investigaciones, su cátedra y su bisturí, y pasó una larga convalecencia en Saint-Julien, lugar en donde había nacido. Alejado de la práctica experimental, puso en orden sus ideas, y con el lenguaje claro y puntual que lo caracterizó, escribió la teoría del razonamiento experimental aplicado a las ciencias de la vida; es decir, compone su ínclito y revolucionario libro Introducción al estudio de la medicina experimental. Por su importancia, transcribo aquí la parte del prólogo en donde Bernard define el meollo de su libro: "El método experimental no es otra cosa que un razonamiento mediante el cual sometemos metódicamente nuestras ideas a la experiencia de los hechos". Casi al final escribe: "Las ideas que vamos a exponer aquí no son nada nuevo ciertamente; el método experimental y la experimentación se han introducido en las ciencias fisicoquímicas hace mucho tiempo, y deben al mismo su esplendor. Nuestra única finalidad es y ha sido siempre la de contribuir a que los principios bien conocidos del método experimental penetren en las ciencias médicas".5 Tales principios son, según Estañol (op cit. p. 48): 1) El investigador concibe una idea a priori de la realidad que observa; 2) construye una elaboración de esa realidad, es decir, una hipótesis; 3) confirma o desecha esa hipótesis mediante la experimentación. Nótese que los dos últimos principios son nada menos que los desarrollados por Sir Karl R. Popper,6 sólo que por lo menos 40 años después del brote creativo de Claudio Bernard.
Un aspecto atractivo de La invención vinculado con el párrafo anterior es el que trata en el penúltimo capítulo: la relación entre el método científico y el anatomoclínico. El método clínico, dice Estañol, "...no es, en cierto sentido, un método experimental. Es decir, no plantea un problema, una hipótesis y realiza un experimento para verificar o descartar esa hipótesis..."; más adelante escribe: "El elemento científico de la medicina del siglo XVIII se encuentra en el elemento activo de búsqueda y en el modelo teórico predictivo, que en mucho semeja al método experimental y es muy diferente de los métodos puramente observacionales utilizados por Linneo, Darwin y aun el mismo Newton. Cada paciente es una oportunidad para hacer una hipótesis diagnóstica..." En estas reflexiones y en las anotadas en el prólogo, aunque con cierta dubitación, Estañol atinadamente declara científico el método anatomoclínico; creo que atinadamente, pues este punto está en estrecha cercanía con el espíritu de la ciencia y con el de sus trabajadores: hombres que se dedican a buscar la verdad, a hacer que crezca nuestro conocimiento.6 Los científicos procuran investigar si sus ideas están en lo correcto, pero antes que nada intentan averiguar si son erróneas. De acuerdo con este tren de pensamiento, que no es otra cosa que el famoso criterio de demarcación dePopper,6 es claro que desde sus inicios el método anatomoclínico y sus "inventores" tenían ese espíritu de búsqueda de la verdad y el de hacer crecer el conocimiento, a pesar de que carecían de los caminos para corroborarlo refutar sus hipótesis antes de la muerte de sus enfermos. La tecnología, concurro con Estañol, sólo trajo consigo diagnósticos más precisos de la mayoría de las enfermedades, felizmente ahora en vida de los pacientes. Lo más importante sigue siendo la relación médico paciente: La invención nos lo recuerda en cada página.
Desde antes del surgimiento del método anatomoclínico, el médico utilizaba sus oídos, ojos, tacto ¡y hasta el gusto! para examinar a sus pacientes. La auscultación, percusión, inspección y palpación sistematizaron su quehacer cotidiano. Los avances tecnológicos brindan al galeno la maravillosa oportunidad de extender y refinar los órganos de sus sentidos; en particular el de la vista: las cada día más nítidas imágenes microscópicas, endoscópicas y de resonancia magnética nuclear permiten crear verdaderos mapas humanos vivientes. No es fortuito que la palabra estetoscopio signifique "sentir con la mirada". De ella, dice Estañol, surge el lenguaje preciso de la clínica, al que yo agregaría el sonido de las palabras, las de los enfermos y las que la ciencia médica ha inventado. Sonidos convertidos en instrumentos diagnósticos, amorfos y deshumanizados para algunos, pero que mueven al galeno, calan su imaginación y desafían sus destrezas: apendicitis, afasia motora, sinovitis poliarticular, neumotorax...
Además de su puntual información, La invención del método anatomoclínico está claramente escrito. Tal atributo no sorprende, pues Bruno Estañol es prolífico escritor científico y divulgador de la medicina y de su especialidad: la neurología; lector empedernido de Faulkner, Poe, Hemingway y autor de una novela (Fata Morgana, Joaquín Mortiz, 1989) y de varios libros de cuentos, uno delos cuales, Ni el reino de otro mundo (Joaquín Mortiz, 1991), ganó el premio de cuento San Luis Potosí en 1988 otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y por el gobierno de San Luis Potosí.
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Referencias Bibliográficas
1. Rosenblueth, A. 1970. Mente y cerebro. Una filosofía de la ciencia. Siglo XXI, México.
2. Cabral, A.R. 1995. La creatividad en ciencia. Ciencias 38:10-11. 3. Pérez Tamayo, Ruy. 1990. ¿Existe el método científico? Historia y realidad. El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México. 4. Estañol Vidal, B. 1996. La invención del método anatomoclínico. Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, Facultad de Medicina, México. 5. Bernard, Claude. 1994. Introducción al estudio de la medicina experimental y otras páginas filosóficas. Colofón, México. 6. Popper, Karl R. 1963. Conjectures and Refutations. The Crowthof Scientific Knowledge. Routledege & Kegan Paul, Nueva York. |
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Antonio R. Cabral
Instituto Nacional de la Nutrición "Salvador Zubirán".
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cómo citar este artículo →
Cabral R., Antonio. 1996. Bruno Estañol y el método anatomoclínico. Ciencias, núm. 42, abril-junio, pp. 10-11. [En línea].
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